CABA
Poder hip hop
Actitud María Marta es un grupo pionero del hip hop local, nació como banda sonora de escraches y marchas y desde allí consolidó un estilo que lo convierte en una de las expresiones más originales de la escena argentina. Vienen de una gira por Europa y de un romance con Venezuela que les marca el ritmo de sus pasiones actuales.¿Cuándo viene Actitud? La pregunta, que se hace unánime entre las mujeres que están delante nuestro, no encuentra respuesta siquiera en el programa que las acomodadoras reparten a diestra y siniestra. Lidia Borda, que sobre el escenario y junto a su hermano entona alguna chacarera o tan tango bien porteño, no sugiere nada al respecto. ¿Cuándo toca María Marta? No sé si la señora que me pregunta espera a Serra Lima, o piensa que dentro del trío de mujeres de hip hop existe alguna integrante con dicho nombre. Igualmente respondo que no lo sé y, junto con la impaciente señora y sus impacientes compañeras, pienso que no queda otra opción que esperar.
Dos cosas me resultan, de movida, extrañas. El 90 por ciento del teatro Coliseo está repleto de mujeres; la segunda, que el 70 por ciento de esas mujeres lleva alguna prenda o atuendo de color verde manzana. Rápidamente me doy cuenta de mi estupidez. En el I Festival Latinoamericano por los Derechos, la Vida y la Salud de las Mujeres, ¿a quién esperaba encontrar? ¿A Baby Etchecopar? Escucho que las mujeres de verde, por otro lado, están entonando cánticos en contra del Papa, la Iglesia, y otras desgracias. Deduzco, entonces, que ese color es el distintivo de las que apoyan a gritos -literalmente- la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, consigna estampada sobre sus remeras.
Todo muy agradable, sí. La música, los músicos, la gente, los cantos, el verde. Pero hay un pero. La gente está alegre, tiene ganas de divertirse y hasta bailar, pero la oferta musical no da más que para estar sentado y escuchar. Falta conexión entre esos dos mundos: el de ese público y el escenario, el de la música y los sentidos.
Después de Lidia, aparece un hombre de ropas anchas que –asomando como una esperanza– comienza a enchufar aparatos. Ahora se desliza una base de rap, una suerte de intro a lo que viene después: Malena D’Alessio y las Karen (Pastrana y Fleitas) irrumpen en el escenario ya cantando, como si no hubiera nada que esperar ni tiempo que perder. Ese pero, ahora entiendo, tenía nombre propio. Entonan Sonrisa Macabra, tema del último disco dedicado al –por suerte– ex presidente norteamericano, George Bush:
Degenerado, criminal,
terrorista de estado
Genocidio o suicidio,
qué dilema, eh.
El festival da un vuelco abrupto: el trío de mujeres baila e invita a bailar, toca y contagia el ritmo, canta y transmite puro el mensaje. Se mueve ahora la marea verde por los pasillos y trepa al escenario lista para bailar. Los del pullman y súper pullman hacen lo propio desde sus butacas. El teatro Coliseo en este momento es una suerte de boliche bailable donde no hay dj’s, sino tres mujeres y ganas de divertirse. ¿Hace falta agregar mucho más? Actitud.
De escraches y musicoterapia
El hip hop exige rimas, letras extensas y un cantar veloz y rítmico como pocos, en relación con otros géneros musicales. Las palabras se mezclan, las frases se entrecortan y las chicas improvisan bailes al compás del sampler. “¿Se entiende la letra?”, pregunta una de las tres. Sí, se entiende, y el mensaje llega clarito: ahora suena Hijo Mío, y es una de las frases de esa canción la que me reaparece el día después, cuando me siento a charlar con Malena:
“La rima me ha enseñado
a vomitar mi mierda
y convertirla en arte.”
La estrofa representa lo que Malena nos contará a continuación: Actitud María Marta nace casi simultáneamente a la agrupación h.i.j.o.s. (de la que fue miembro fundadora, allá por el 95) como banda soporte de la Comisión Escrache, y con una formación distinta a la actual. “Era una época donde las manifestaciones se veían con un dejo de nostalgia, una marcha era algo triste, amargo, y nosotros a eso le opusimos la fuerza del escrache como algo de confrontación. Era salir del llorisqueo y pasar a la lucha. Poco a poco, además, fueron evolucionando: lo que primero era solamente una manifestación en la puerta de la casa de un tipo, después se transformó en un evento cultural, con grupos de música que tocaban, de percusión, de teatro… era algo muy creativo y alegre. Se podría decir que fueron mis terapias”.
Malena ríe y contagia la risa. Tiene la asombrosa capacidad de transformar lo malo –y me estaría quedando corto con este adjetivo– en algo alegre y lleno de energía. En palabras de ella: «una energía que puede ser de protesta, pero que de todos modos es una expresión artística, no es solamente una cuestión de militancia política. Poder combinar la creatividad, poder canalizar la historia de uno, y con un espacio como éste, tan potente y enérgico fue algo que a mí me hizo mucho bien en lo personal.»
Lecciones de hip hop
«Nosotras hacemos un hip hop sudamericano, digamos, con bastante identidad argentina, en el sentido de que se despega de los grupos que son un calco del rap norteamericano. Que hay muchos, ¿no?”. La pregunta, digámoslo, revela cierto desprecio. Malena se siente más familiarizada con el continente negro, por su música y su ritmo, que con los que nos aplastan desde arriba, al norte. El rap, aclara, no es más que un envase que uno rellena «con el contenido que quiere», pero que no necesariamente debe llevar consigo la estética del prototipo del rapero de ropas anchas, cadenas de oro, letras con apologías a las armas, al sexo y al dinero. “Me parece interesante despegarse de eso. En Latinoamérica el rap está retomando cada vez más las raíces y la esencia que tenía al comienzo. Las estéticas no responden a algo necesariamente pautado. Por ejemplo, en Bolivia hay quienes rapean en aymara y usan sus ropas tradicionales. En la parte melódica lo que hacen es fusionarla con músicas regionales autóctonas, desde africana y flamenco, hasta el tango y el folklore, como hacemos nosotras. También tenemos mucho de reggae y dance hall, que son ritmos jamaiquinos”.
Cuenta, además, la fuerza del hip hop en casi toda Latinoamérica -estuvo en las favelas brasileñas y en los barrios de la periferia cubana conociendo en directo lo que suena y cómo- hasta que su itinerario se detiene en ese casi nuestro país. “Argentina es el que menos cultura del rap y hip hop tiene de todo el continente”, se lamenta y acusa al rock de tal desgracia. Tal vez por eso viaje tanto y conozca todo el continente y más. “En cada lugar donde vamos intentamos involucrarnos y conocer un poquito más allá del evento musical en el que nos presentamos. Averiguamos qué esta pasando, un poco de la historia, de cómo se van entrelazando los movimientos sociales y políticos que están emergiendo ahora, especialmente mirando el escenario del mapa mundial en Latinoamérica, que es una de las cosas más interesantes que están pasando en el mundo”.
Identidad y religión
Malena y Actitud han encontrado, por azarosa causalidad de la historia o quizá por un triste determinismo del destino, un envase en el medio de su camino que les ha servido para devolverle al rap y a ellas mismas sus propias raíces. Es un envase que han rellenado a lo largo de estos años -aunque todavía no esté saturado-, de pura fuerza y lucha política, de esperanza latinoamericana y ritmo africano. “Creo que la música es una de las herramientas que tienen más potencial transformador porque es una de las ramas del arte más masiva, más influyente en los jóvenes”. Malena se detiene. No la interrumpo porque sé que va a seguir, sé que está tomando carrera para continuar, sé que es como una maquinita que piensa y dice, que dice y hace, que hace y sueña. “La música es como una conexión con algo que va más allá de lo intelectual y lo racional. En ese sentido, tiene cierto grado de trascendencia, aunque suene así, religioso”. Y agrega con total espontaneidad: “Y te digo que si tengo que tener una religión viene más por ese lado. Tiene que ver con la energía, con cosas que están en otro plano de la existencia”.
Le creo más que a cualquier cura.
La mirada de los otros
De su gira de este año por Europa cuenta de todo: que se animó con el francés y el inglés arriba del escenario y que hubo una muy buena recepción del público. Menciona cómo trató, ante la ignorancia de la opinión pública respecto a los procesos latinoamericanos, de dejar su testimonio en otro capítulo más de una lucha emprendida ya hace tiempo contra lo que considera un adversario hostil, de difícil confrontación: los medios masivos. “Estamos en una época donde el bloqueo mediático es uno de nuestro grandes enemigos, y donde es así de literal: hay un bloqueo en lugares como Venezuela o Bolivia. Esto dentro de Latinoamérica y ni hablar del resto del mundo. Para los europeos, en el caso de Venezuela, al presidente le faltan los cuernos y la capa para que sea el diablo. Mismo desde la izquierda europea hay una subestimación de todos los procesos políticos y sociales que están ocurriendo acá.” Queda en claro que esta mirada europea no es cercana a la Actitud Malena: no tiene ni su curiosidad ni su experiencia. “Subestiman todo, como si ya lo hubiesen vivido y nosotros somos para ellos unos ingenuos que seguimos pensando que los cambios son posibles. La opinión pública masiva, influenciada directamente por los medios, habla de dictaduras, de cosas que si te ponés a hablar cinco minutos y le empezás a decir: ´bueno, pero Venezuela es el país con más cantidad de elecciones y referendums en la historia de las democracias latinoamericanas´… no saben qué contestar”. Para Malena es complejo tener que luchar de manera constante contra unos medios de comunicación tan claramente posicionados políticamente, pero no por eso desesperanzador. “Porque ni siquiera es algo sutil, digamos, es bastante grotesco. Sobre todo en el caso venezolano”, reitera y evidencia su puntual interés por contar lo que considera “la verdadera realidad” del país bolivariano. Malena mira, toca, conoce y luego -recién luego- habla. Y lleva y cuenta su testimonio a donde haya a quién contárselo.
Conexiones
De tanto gobierno latinoamericano, nos olvidamos del nuestro. ¿Qué pensará esta muchachita rebelde de un gobierno que apoyó uno de sus puntos débiles: los derechos humanos? Revela: “La verdad que sí, que se han ocupado muchísimo del tema y me parece bien, y no es subestimable y hay que reconocerlo”. Y sin que se lo pregunte, se anima también con una crítica. “Falta conexión con el pueblo. Hay una desinformación terrible. Y cuando digo esto se me vienen a la cabeza el tema de las retenciones a las exportaciones agrícolas. Me acuerdo que fue un momento crucial, en el que se dividieron las aguas y era interesante eso como fenómeno político. Personalmente nunca terminé de entender el tema, la parte técnica, y no me pareció que desde el gobierno hubiese una política de difusión masiva, de bajar toda la parte técnica a tierra y explicarle a la gente en palabras simples eso que era tan complejo. Hay como una especie de soberbia en ese sentido, y ése es para mí el costado malo de este gobierno”. Y sí, por supuesto; dicho esto, a Malena se le cruza por la cabeza el programa del gobierno venezolano. “En el caso venezolano ese tipo de comunicación está muy bien plasmado en Aló Presidente, en donde se le explica a la gente de manera accesible un montón de cuestiones que se están haciendo, políticas, económicas. Va cada ministro y habla con la gente y le explica. Hay gente que opina que eso es demagogia, que es populismo, pero el pueblo cada vez está más exigente y más crítico con el gobierno mismo. Ése es el mejor termómetro de lo que esta pasando”.
Su entusiasmo por Venezuela es explícito y forma parte de su catecismo; allí vio en acción algo de su fe y le interesa que quede claro, como si necesitara ese ejemplo para transmitir en qué cree y en qué no. Cree en la política, por supuesto (“es la mejor herramienta que tenemos para solucionar los grandes problemas. Es lo que define quién come y quién no, así que cómo no le vas a dar bola.”) y no cree en los líderes (“las cosas se solucionan con la gente en la calle, presionando”). Cree en la música (“reemplazó a la militancia”) y no cree en los discursos (“prefiero lo concreto: en poner el cuero”).
Malena está muy lejos de cantar un tango pero sí, como dice la canción, pone en cada verso su propio cuero. El hip hop es un arma que le vino “como anillo al dedo” para hacerlo latir al ritmo de sus pasiones. Canta y baila y a ese ritmo cura las heridas. Las propias –su padre era militante montonero y desapareció en 1977– y las ajenas, como ahora mismo puedo ver en este Coliseo donde no hay nadie, nadie, sentado: la marea verde se agita en esta ceremonia que une y conmueve. En el escenario, Malena está en el centro, escoltada por las Karen. Una es dueña de tal vez la mejor voz y de un espíritu más sereno. La otra usa los típicos pantalones anchos y la típica agresividad rapera. Malena parecería ser el equilibrio entre las dos Karen, aunque la palabra equilibrio tiene en ella otro sentido. ¿Hace falta explicarlo? Desde el escenario me llega, salvadora, la estrofa perfecta para dejar de dar vueltas:
Conciencia, rebeldía
que día a día crece.
Mi cuerpo fortalece,
espíritu engrandece,
Actitud María Marta,
le pese a quien le pese.
CABA
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre


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