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Los antigarcas

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El éxito de Mueva la patria, la ópera cumbia que estrenaron en el verano, marca un punto de inflexión de este estilo que tienen sello propio. Barcelona se convirtió en una forma de mirar la realidad y de intervenir sobre ella. Con revistas, libros, muestras, guiones; juntos, por separado o asociados creativamente a otros pares, gestionan sus propias producciones para garantizarse la única condición que les da sustento: libertad.

Los antigarcasNo es noticia que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro.
Ésa es la orden y ése es el orden. El oficio periodístico está construido en base a este tipo de premisas que si se las analiza con sentido común son un disparate. El título “Documento exclusivo: Habla el hombre que mordió a un perro” sólo sería posible en Barcelona.
No es noticia que los diarios comerciales vendan cada vez menos. Eso ya lo sabemos: es consecuencia de la crisis económica, las nuevas tecnologías y el Huracán Cumbio, por citar el último azote de la moda. ¿Es noticia, entonces, que en medio de esta crisis la revista Barcelona haya aumentado sus ventas?
No: porque la omisión es la primera orden que mantiene El Orden.
¿Qué tipo de noticia es el éxito de una comedia musical que ridiculiza a Bartolomé Mitre, le pone ritmo de cumbia a la marcha peronista y resume la historia argentina como una batalla perdida por culpa de esa tilinga clase media que se deja seducir por un coro de garcas? Una noticia que aparece en el suplemento de espectáculos: correcta la iluminación, acertadas las actuaciones, tres pulgares arriba y preguntale a tu prima que ya la vio si vale la pena pagar la entrada.
La lista podría seguir porque Barcelona es hoy día un verdadero multimedio que irradia su estilo desde revistas, libros, muestras, teatro, música, programas de tevé, guiones de radio. Es justamente esa capacidad de re-producción de lo que aquí llamaremos “cultura Barcelona” la noticia que nos interesa. Entendiendo por cultura una máquina expresiva que pone en funcionamiento una época y una generación para decirnos algo de lo que ella siente y a nosotros nos pasa.
Y entendiendo por noticia un recorte arbitrario de la realidad que nos permite la ilusión de ampliar nuestra mirada: una ventana.
 
Rompe cabezas
A primera vista, lo que asoma es un grupo de muchachos de remera y bermudas y tres mujeres. Parecen jóvenes, informales, incluso distraídos, pero no: ya tienen hijos, ya son profesores, ya eligieron qué batallas son propias y cuáles ajenas y la aparente distracción es sólo una herramienta para proteger sus energías. Cuando no les interesa algo, no dan bola.
Admitiendo que la primera impresión es la que vale, la existencia misma del grupo nos está revelando una clave. Hace más de 15 años que comparten una forma de producir juntos y cada uno. ¿Es esa capacidad de crear lazos que contengan y no aten lo que les ha permitido construir un espacio único, propio, diferente? ¿El capital de Barcelona es la intangible riqueza de la amistad? ¿Cómo han logrado en una época y en un medio caníbal mantenerse unidos? “Porque todos somos buenas personas”, responderá Ingrid Beck, acunando en sus brazos al bebé nacido la misma noche del estreno de Mueva la patria. Ella es también la encargada de definir la identidad de la cultura Barcelona, cuando enumera –sin dudar y con cándida naturalidad– el eje que hace funcionar la máquina: “La crítica a las grandes corporaciones: los medios, la iglesia, la clase política, el campo… En síntesis: los garcas”. Dirá también que hay una diferencia entre lo que ella distingue como “tono” y “mirada”. El tono Barcelona –explica Ingrid– es irónico, ácido, propio de la sátira. Pero ese tono es hijo de una mirada sobre la realidad que tiene otros ingredientes. “La mirada Barcelona está cargada de ideología y de resentimiento, de ética y de bronca. Y también de ganas de construir algo nuevo, verdadero.” Pablo Marchetti agrega otro: “De la sátira al fascismo hay un paso. Me dijeron que ésa es una frase del escritor chileno Alfredo Bolaños, a quien no leí. Y me hizo pensar en algo: en que es cierto y en que el desafío es saber pararnos ahí, a un paso del precipicio, porque ese precipicio existe y hay que desafiarlo para aprender a sobrevivirlo y a valorar la existencia de ese paso.” Mariano Lucano suma un elemento visual: “El arte pop demostró cómo a través de una lata de sopa se podía expresar todo el significado de la sociedad de consumo. El desafío de nuestra época es cómo expresar la sociedad mediática y su poder de crear a través de un relato esa ficción que llama realidad”. Fernando Sanchez completa: “Una mentira que la clase media compra porque, finalmente, expresa su propia hipocresía”. Las frases están tomadas de una recorrida por el universo Barcelona, en charlas individuales que transcurrieron en diferentes momentos y contextos. El hilván es intencional, pero lo que guía la puntada no es casual. Estamos zurciendo la mirada política de una generación que dejó de tomarnos en serio. Chocolate por la noticia. No parece tan obvio, sin embargo, aceptar cómo, por qué y desde cuándo.
 
El éxodo
Si esta Barcelona fuera una ciudad estaría fundada por protagonistas de idénticos éxodos. Por eso, conviene mirar no el bosque, sino árbol por árbol para encontrar la grieta que permitió esa huida.
Todos y cada uno fueron, a su manera, chicos obedientes y aplicados. Buenos hijos, digamos, de esa Argentina que tuvo el sueño, a finales de los 80, de volver a ser democrática. Ingrid Beck, por caso: hija de arquitectos, estudió en el Normal 6 y militó en el alfonsinismo desde los 14 años. Quería ser abogada, pero terminó decidiéndose por la carrera de Comunicación, a la cual le agradece todavía algunas lecturas. “Para no estar al pedo” cuando una seguidilla de paros docentes interrumpió sus clases universitarias, se anotó en tea, una escuela de periodismo que le enseño a escribir y a conseguir trabajo. Lo obtuvo: a los 18 ya estaba a cargo de la revista La Maga, donde encontró el oficio y perdió el respeto por los próceres de la cultura vernácula. “Iba de desilusión en desilusión. Creo que el mundo del rock fue lo único que no me decepcionó tanto y quizá por eso en la revista La García surgió el núcleo de la idea que es hoy Barcelona”. Para entonces, ya se habían cruzado los protagonistas de esta historia, pero no nos apresuremos: los detalles previos fueron los que permitieron que ese encuentro fuera intenso.
Pablo Marchetti es hijo de docentes, militantes trotskistas y dedicados padres. Ellos mismos lo prepararon para el ingreso a ese templo de la educación pública que para muchos es el Nacional Buenos Aires. Lo estimularon también a disfrutar otras formaciones: canto, dibujo, actuación, música, política. Pablo absorbió todo con facilidad y talento, hasta que a los 14 se enfrentó con una frustración inesperada: se quedó absolutamente pelado. “La pasé mal, muy mal. Pero por suerte descubrí a Luca Prodan y ahí cambió todo”. Se podría interpretar como una rebeldía su militancia peronista si se intuye el contexto: década, colegio y familia. Más lineal, sin embargo, es su ingreso al periodismo: a Pablo le interesaban mucho la política y el periodismo, en ese entonces, se asimilaba al sueño de una tribuna masiva.
Mariano Lucano es hijo de una pediatra y un abogado, a los que vio recibirse, estrenar una profesión y dar batalla. “Mi papá fue fiscal en la etapa más famosa de la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, en los tiempos de Ricardo Molina, ¿te acordás?”, me dirá sonriendo tiernamente, como si tuviera compasión por mi recuerdo de ese organismo encargado de investigar la corrupción estatal y que disolvió con el plumazo de un decreto Carlos Menem.
Eduardo Blanco, el más veterano del equipo, aporta el toque conurbano. Nacido y criado en Rafael Calzada, hijo de un obrero y una ama de casa, estudió en un colegio industrial, en plena dictadura. “Y a medida que iba pasando de año, Martínez de Hoz iba destrozando ese futuro que mi viejo creía que me había asegurado”. Recibió su título de técnico en motores, terminó el servicio militar obligatorio tres meses antes de la Guerra de Malvinas, comenzó a militar en el Partido Intransigente y a editar una revista barrial. “Por esa época descubrí dos cosas: que lo político pasa por cualquier lado, menos por lo partidario y que lo mío era el periodismo”.
Fernando Sanchez se crió en Ituzaingó, con papá trabajando en un banco y mamá trabajando de mamá. En el colegio Dorrego, de Morón, pudo hacer su primer experimento: una revista humorística que casi provocó su expulsión. Por esa época, también, se enamoró de la revista Humor, a donde pocos años después comenzó a trabajar como cadete, primero y redactor de Sex Humor después. Había llegado exactamente a donde soñó estar. No sabía, por supuesto, que a esa altura la editorial se había convertido en la cubierta del Titanic.
Javier Aguirre dibujaba tanto desde chico que sus padres decidieron enviarlo a la escuela Fernando Fader, de Flores. “Un club, donde recibías muchos estímulos, todos inalcanzables. El día que terminé el colegio fue el último día que dibujé. Preferí dedicarme a la palabra y a la música, cosas que siempre hice solo por puro deseo”.
Como si hiciera falta algo más para que me quede claro, Daniel Riera menciona el libro que escribió cuando murió su padre. Vas a extrañarlo, porque es justo títuló a esta conmovedora confesión que editó artesanal y prolijamente, numeró copia por copia y repartió en mano a amigos y familiares. Ya no quedan ejemplares, así que tuve que leerlo en una fotocopia que tragué de un tirón, con los ojos mojados. “Mi padre soñaba con una vejez tranquila. Había comenzado a vender libros en su juventud, casa por casa, hasta que pudo formar su propia empresa, una distribuidora de enciclopedias a la que pomposamente llamó Editorial Meridian, que nos dio de comer y a mí, además, me dio de leer”, relata Daniel en esta minuciosa descripción de una pérdida. En el 89 la hiperinflación derrumbó la editorial de su padre. Su último trabajo fue el de remisero. Manejaba un Fiat Duna blanco, baqueteado, hasta que tuvo un pico de presión y murió en un hospital público pocos días después. “Escribo estas líneas en un día triste: el gobierno anunció que va retener los depósitos bancarios, deberé retirar mi sueldo en cuotas semanales. Cavallo, otra vez Cavallo, siempre Cavallo, dijo que tomó esa decisión para defendernos de los enemigos de la Argentina, de los buitres que nos acechan. Mi madre pasó por mi casa y me contó sobre seres queridos que se quedaron sin trabajo. Mi esposa y yo estuvimos hablando sobre los pro y los contra de irnos a España. Hicimos una compra muy pequeña en el supermercado por las dudas, hasta que comprobemos en los hechos cuánto nos afectan las medidas”.
No hay metáforas, entonces, para saber a qué altura de esta historia estamos.
Diciembre de 2001.
Ingrid está embarazada de su primer hijo y al igual que Pablo, Mariano, Eduardo y Daniel se acaba de quedar sin trabajo. Fernando, su marido, es el único privilegiado: tiene un puesto en la redacción de Rolling Stones, donde hace de todo por dos mangos. Pero al menos tiene eso: dos mangos. No es tan extraño entonces que algunos salieran a la calle aquel 20 de diciembre para correr de y a la policía, según se fuera dando. El testimonio del recorrido que hicieron ese día quedó estampado en un dibujo que recoge el libro La esperanza fue lo último que se perdió, que publicó Barcelona el año pasado. Su autor es Diego Parés, un cómplice de esta banda, y se presenta con la siguiente leyenda: “Mi 20 de diciembre (o cómo puse el hombro para que Duhalde fuera presidente)”.
 
La primicia
El primer número de la revista Barcelona llegó a los kioscos el 16 de abril de 2003, pero nació mucho antes. Asomó en una columna que Pablo publicaba en La Maga, tomó sabor en Quemen los bosques, un programa de radio que hicieron juntos Pablo, Mariano, Daniel y Eduardo. Sonó en el grupo musical que Pablo y Fernando armaron con el título Sometidos por Morgan. Y cobró impulso en La García, donde sumaron a Javier Aguirre. Fue entonces cuando el grupo decidió hacer “un mono” –así se llama en la extraña jerga periodística ese ejemplar único que se convierte en el acta de nacimiento de un medio gráfico– que tenía un título que demostraba la calidad periodística del equipo: “Argentina se estaría yendo a la mierda”. La primicia terminó impresa en el número 1, aunque tuvo que resignar el espacio principal a otro título que vinculaba a un personaje que capturaba la atención de ese momento con otro que había desaparecido de la agenda de los medios: “Ahora dicen que Piñón Fijo es Alfredo Yabrán”. Les había costado dos años y 5 mil pesos –que prestó el tío de Ingrid– poder concretar esa idea que nació pensando en un público que era su espejo: gente con poca plata y mucha bronca atragantada. Obviamente, agotaron.
 
Verbo propio
Cinco años después hay que usar un verbo nuevo para definir lo que crearon: barcelonear. Ellos barcelonean la historia cuando escriben libros, cuando componen canciones o re-escriben la historia al ritmo de una comedia musical. Es el verbo que refiere a una forma de creación colectiva que –como las notas que publican en la revista– no lleva firma pero tiene sello propio. Es el verbo que conjuga un presente imperfecto, con un sucio pasado y con vaya a saber qué futuro.
Barcelonean cuando usan las palabras mugre, basura o grasa como adjetivos que califican las virtudes de su estilo. O cuando se atreven a editar un diccionario para demostrar que aprendieron el correcto uso del idioma. (Por si a alguien no le queda claro el profundo significado de esta acción, cito su título: Puto el que lee.)
Barcelonea Mariano cuando elige como marco para colgar sus pinturas –exquisitas, delicadas, bellas– tres hoteles alojamiento que no cesan su actividad central ni siquiera en el horario de inauguración de la muestra.
Barcelonea Javier cuando prepara su próximo disco, titulado Cancha Rayada y que incluye temas que hablan de amores frustrados porque ella “se fue cuando corté el teléfono y no el cable / nunca entendió mi pasión por espn”.
Barcelonea Daniel cuando toma clases para darle vida a Girondo, el muñeco que se ganó en la cena anual de la Asociación Argentina de Ventrilocuos, cuando lo invitaron para agradecerle la repercusión que tuvo para ese grupo aparecer en su libro Buenos Aires Bizarro.
Barcelonea Pablo cuando junto a cuatro guitarristas hacen Falopa, el grupo que a partir de la virtuosa ejecución de la clásica milonga canta “Transé / para poder pagar el colegio de los chicos, transé” o cuando recita un poema de su libro Bueno, Zaire:
 
Solo me da asco
la ignorancia pequeña
que cabe entre ceja y ceja, prefiero
la ignorancia infinita,
descomunal, galáctica,
el dream team de la ignorancia,
el azar del que no sabe nada.
Una ignorancia
que me deja cada vez más solo
y más porteño y más libre y más terco
y más huérfano en donde sea,
en la patria
o en la televisión.
Barcelonean ellos y ellas, todos y cada uno, juntos, de a tres o de a cuatro, y cuando pueden, es cierto, porque además de barcelonear tienen que trabajar: dando clases (Mariano en su taller de arte que bautizó La línea peluda, Eduardo en tea), haciendo guiones de radio (para la Negra Vernacci, Ingrid y Pablo; para el programa de tevé de Petinatto, Fernando) o haciendo notas para la prensa formal (Javier, en el Suplemento No de Página /12, Fernando en la sección de música de la revista Genios, Daniel para la revista colombiana Gatopardo).
 
Valores
Mariano me dirá que lo que motiva semejante desborde de recipientes y etiquetas es la necesidad de expresión. “Nadie expresa lo que siente de una sola manera porque no siente una sola cosa”. Eduardo trata de explicármelo a través de una escala de valores: “La derecha construyó todo su discurso a partir de tres pilares: Dios, patria y hogar. La izquierda reemplazó cada elemento por otro: Dios se convirtió en Marx, la vanguardia o el sujeto revolucionario; la patria se convirtió en el pueblo y el partido reemplazó al hogar. El único valor que defendemos nosotros es el de la libertad”. Y con eso le alcanza para desbaratar cualquier fórmula. ¿Anarquista?, le pregunto con antigua credulidad. “Leí mucho sobre el anarquismo porque es algo que me interesa, especialmente su forma de construcción: armar espacios de libertad en donde puedas establecer relaciones de igualdad. Ahora, cómo llevar esto mismo a nivel de una sociedad me parece que es un enigma que ninguna teoría política pudo todavía resolver”. Fernando me señala una ubicación: “Siempre nos paramos frente al discurso del poder. Y si el poder se corre, nos movemos hasta quedar de nuevo enfrente”. Barcelonear, entonces, implica para ellos movimiento constante y buena puntería para acertar el disparo justo ahí, donde se aloja en nosotros una idea tranquilizadora.
Barcelonear, finalmente, es reconocer lo absurdo, lo precario, lo procaz de este mundo. Y recordar lo divertido que es intentar cambiarlo.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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