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Misión imposible
La transformación de parte de la ESMA en el Centro Cultural Nuestros Hijos. El ex campo de concentración se colmó de jubilados con ojotas y malla, en verano. Estalló al compás de las murgas en carnaval. Y convocó a una multitud el último 24 de marzo para conmemorar el golpe con una fiesta.
La esma está fuera de quicio. Su mutación de campo de concentración a lugar abierto, o la que permitió que las inenarrables clases de los marinos a sus cadetes hayan sido reemplazadas por la señora Hebe de Bonafini dando cursos de cocina, forman parte de una asombrosa ruptura que, como corresponde a buena parte de la historia argentina, comienza por un laberinto:
“El auto avanzaba por una de las calles internas, ya habíamos pasado el portón. Íbamos por entre los edificios lúgubres. Parecía un laberinto pero ahí estaba Hebe diciendo todo lo que íbamos a hacer. Se sentía en el alma que había más que un proyecto”.
Así narra la cantante Teresa Parodi su entrada a la Escuela de Mecánica de la Armada en febrero de 2008 para llevar a cabo la curiosa idea de convertir un ámbito de formación cuyos resultados de oscuridad y muerte son ampliamente conocidos, en el Espacio Cultural Nuestros Hijos (Ecunhi), bajo la batuta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.
Parodi, había llamado poco antes a Liliana Szwarcer para decirle: “Reunámonos con urgencia. Tenemos la esma. ¿Te interesa?”
Carnaval en el campo
Si alguien informa que 1.500 personas de más de 60 años pasaron por la esma, cualquier lector desprevenido asociará la noticia con el pasado, el secuestro, la tortura, o los llamados vuelos de la muerte. Hoy, en cambio, la cifra corresponde a la Colonia de Verano para jubilados que se realizó en la ex esma. Todas esas personas participaron en talleres de teatro, de literatura, de danza y, lo que es más importante, se dedicaron a jugar (palabra más bella que “actividades recreativas”), y participar en espectáculos. Los adustos jardines se inundaron así de viejas y viejos recuperando su potencialidad de vida, diversión y aire libre.
Teresa Parodi, directora del ecunhi, fue la promotora de convertir las tradicionales colonias para niños en un espacio para los mayores, gente muchas veces olvidada, cosa que parece sublevar un tanto a Teresa: “Es que queremos que el adulto sea alguien respetado, porque es alguien que nos enseñó. Siempre me acuerdo de algo: mi abuela nos contaba cosas todo el tiempo a mis hermanas y a mi, y yo la volvía loca a preguntas. Una vez le pregunté qué es la patria. Y me dijo: tu mamá, tu papá, tu casa, tus amigos y tus juguetes. Desde ese día la idea de patria me pareció algo cercano y creíble”.
Sin marcos
Si el lugar está fuera de quicio, conviene recordar que “quicio” es, por definición, el marco de las puertas, o cualquier otro molde por el estilo La gente dice que se salió de quicio cuando algo la descolocó, o la enloqueció. Si se revisan las palabras –actividad siempre sorprendente– la locura puede representar mejor opción que ciertas normalidades. Las Madres Locas (así las llamaban en los 70) están des-normalizando a la esma, y descolocando las puertas, que ahora están abiertas.
Otro ejemplo. Nadie sabe qué hacían los habitantes de la vieja esma en Carnaval (por lo pronto, la dictadura lo había hecho desaparecer –también al Carnaval– prohibiéndolo y borrándolo del calendario). Este año, en cambio, unas 8.000 personas participaron en los festejos, y las Madres con sus pañuelos bailaron junto a las murgas.
Poco después, el 24 de marzo, a 33 años del golpe, 10.000 personas hicieron allí una fiesta, donde León Gieco y Arbolito fueron los puntos culminantes, cantando juntos de paso. Si se compara esta cifra con los actos convocados el último 24 de marzo en Plaza de Mayo se entenderá lo que representa esta noticia que nadie dio: el repudio a la dictadura tiene a partir de ahora otra forma de expresarse. Y es una fiesta
Los museos y el under
Esta nueva aventura de las Madres nació a partir de la decisión del gobierno de Néstor Kirchner, en 2004, de impulsar “la creación, organización y funcionamiento de un Ente Público, denominado Espacio para la Memoria, la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos” en el predio de la esma, donde funcionó “el más representativo de los centros clandestinos de detención y de exterminio durante la última dictadura” dice el texto, relegando acaso injustamente a Campo de Mayo, La Perla y muchos de los otros más de 300 campos de concentración y muerte regenteados por la dictadura.
La esma fue subdividida entre los organismos de derechos humanos para que cada uno realizara allí alguna forma de instalación y convocatoria a la memoria.
Dar vuelta la historia
La primera recorrida de las Madres por la esma fue acompañada por mu. Dato inquietante: ese día de febrero de 2008 eran 14 las Madres (el mismo número de mujeres que había participado del primer encuentro de la organización, el 30 de abril de 1977). Durante el trayecto por la esma, Hebe planteó su diferencia de criterio con respecto a los otros organismos: “Nunca entendimos esa manía por hacer museos. Para museo estamos nosotras, que somos viejas. La gente va a un museo una vez, y gracias. En cambio nosotras queremos llenar esto de jóvenes que vengan a prepararse y a aprender. Ahora va a haber talleres, carreras, conciertos, muestras, una escuela de arte, un centro cultural, pibes y pibas yendo y viniendo, creando. ¿Sabés qué vamos a hacer? Vamos a dar vuelta la historia”.
¿Cómo se da vuelta semejante historia? Según Hebe, con ideas y acciones. “Y sin pedir permiso. Por eso nosotras primero hacemos, y después pedimos permiso”. Luego hace una enumeración como para que se entienda qué clase de combustible está alimentando toda esta acción: “Mirá: a nuestros hijos los tiraron vivos al río y no pudieron. Los quemaron y no pudieron. Los enterraron y no pudieron. Y no pudieron porque estamos nosotras. Y vamos a vencer”.
En ese plan de dar vuelta la historia, Teresa Parodi imagina otros proyectos: “Este lugar tiene que albergar a toda la cultura under, a los militantes de la cultura, a los que hacen la flia (la Feria del Libro Independiente), a los que pintan y no llegan a las galerías, a los músicos que no tienen donde tocar, los que hacen teatro en la calle, todos los que tienen esa pasión y esa libertad por hacer cosas”. Un espacio para los que no tienen espacio. Esa es la contra-esma que impulsa Teresa.
Todo por 2 pesos
Los talleres del ecunhi están divididos en cuatro áreas y ya tienen más de 500 alumnos: artes visuales (dibujo y pintura), letras, teatro (iniciación para adolescentes, con Lorena Pángaro y para adultos, con Rita Cortese), música (especialmente piano) y artes y artesanías originarias. En este último rubro se incluye el taller Cocinando Polìtica, y otras yerbas, los martes de 17.30 a 19.30. Profesora: Hebe de Bonafini. Se requiere inscripción y es gratuito.
Según la coordinadora Liliana Szwarcer, Bonafini busca “descolonizar la comida”. Esto implica que Hebe relata desde cómo encarar el enigma de las góndolas para saber qué comprar, hasta cómo recuperar alimentos autóctonos (una de sus obsesiones es lograr que la gente deje de comprar yogur y comience a hacérselo). El primer día del taller, Hebe apareció con un delantal que se había hecho con la imagen de su propia madre cocinando. En el ecunhi no había gas, ni utensilios. Pero Bonafini ha resuelto temas más complejos: “Se apareció con una cocina y una garrafa –relata Szwarcer– y arrancó con la consigna de que ningún plato podía costar más de tres pesos por persona, y con la condición de que las recetas fueran nutritivas y autóctonas”. La primera fue con pollo, obra culinaria intitulada “Alitas del campo popular”. El cierre del primer curso fue con un picnic con sobremesa, mate, guitarreada y lo que la profesora tituló “comunión atea”.
Este año el ecunhi ya tiene cocina, y el curso incluye recetas baratas y sanas y charla política bajo el siguiente argumento dictado por esa mente casi publicitaria que suele exhibir Hebe: “La cocina también puede ser un bastión revolucionario, Atrévase a meter las manos en la masa”.
Lo que viene
Antes de toda esta festividad, las Madres no habían tenido otra relación con la esma que la de la denuncia, incluso en plena dictadura. Hebe recuerda que en algún momento le colgaron un cartel: Escuela de torturadores. “Ese día había un chiquito que nos acompañó, lo quisieron agarrar, y se lo arranqué a la policía. A los pocos días lo mataron”. Esas historias jalonaron la llegada a la esma, lugar que encontraron literalmente vaciado por los militares. Parodi describe: “Esto era una ruina desolada. Los militares arrancaron las líneas de teléfono, rompieron hasta los tanques de agua y se llevaron incluso los herrajes”.
La nómina de eventos planificados es variación pura. Recitales de la Orquesta infantil y juvenil de Santa Rosa con el grupo Cuatro Vientos, la exposición de las obras del artista plástico ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, un ciclo de cine cubano que presentará el documental Los cuatro días que conmovieron al mundo o Misión contra el terror (sobre el intento de invasión norteamericana en Playa Girón), obras teatrales, conferencias.
En otro tiempos Bonafini defendió la idea de la revolución. “Sí, yo pensaba que la revolución tiene que ser armada, pero también es revolucionario hacer estas cosas. Porque está lleno de tipos que hablan y hablan, sin hacer nada. A mi me dirán oficialista, me insultarán, lo que quieran. Pero mi pregunta es: y vos, ¿qué construís?”. Hebe termina la charla, está preparando una receta de un guiso para el martes que, dice, va a ser verdaderamente revolucionaria.
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Palo y a la bolsa
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Onda Brukman
El desfile de personajes de la llamada farándula que puede verse en las fotos que acompañan esta nota es producto de una invitación que formuló mu y que aspira a contar con una presencia capaz de llamar la atención sobre una noticia urgente: las fábricas recuperadas necesitan vender sus productos para así defender y multiplicar las fuentes de trabajo autogestivas. Al llamado respondieron rápida y entusiastamente cinco fans del ejemplo que sintetiza Brukman. Una cooperativa que hoy integran 65 mujeres y hombres que cosen trajes de calidad y rompen moldes de alta costura: aquellos que pretenden reglamentar lo que es posible o imposible hacer. ¿Cómo lo lograron?
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La vida sin patrón
En medio de un modelo que convierte a las personas en espectadores, protagonizar la propia vida es algo que se logra a fuerza de romper el molde y el formateo de los modos de vivir y de ser. Desde el humor hasta las experiencias sin patrón, la lucha contra el Estado bobo y los cerebros matrizados.
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