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El experimento
El doctor Marcelo Beltrán pidió explicaciones sobre un protocolo experimental. No tuvo respuesta, pero trasladaron su servicio a 40 cuadras. La explicación oficial.
“Desde más o menos el 11 de junio empezamos a notar algo raro en el manejo de los pacientes del hospital: se internaba a muchos que no estaban graves, ni siquiera con fiebre –síntoma clave de la gripe A–, algunos con un poco de catarro, dolor de cabeza… y los mantenían en cama durante 24 ó 48 horas. Les ponían un suero, antibiótico, les daban dosis altas de corticoides intravenoso y el doble de dosis de Oseltamivir”. Que el doctor Marcelo Beltrán nos hable en términos científicos no es más que una licencia profesional que arrastra desde el año 75, allá cuando empezó a ejercer en el viejo hospital de San Isidro. Es médico infectólogo y el actual jefe del servicio de Medicina Preventiva de ese mismo hospital, con una sola objeción: hace algunas semanas trabaja a cuarenta cuadras de la tradicional planta ubicada frente al Hipódromo. ¿Por qué? El doctor Beltrán nos enreda entre corticoides y oseltamivires, pero nos deja bien clarito que algo raro estaba pasando en el Hospital Central de San Isidro respecto a los pacientes y su medicación.
Veamos: la oms indica, para el tratamiento de la gripe A, administrar corticoides sólo en caso de pacientes con shock séptico, y oseltamivir en dosis de 75 miligramos cada doce horas, durante cinco días. Esto es, diez cápsulas para el tratamiento completo. “Cada paciente del San Isidro recibía, en cambio, 34 cápsulas: el mismo tratamiento que tres argentinos juntos”, remata el doctor Beltrán mediante matemática pura.
Todos los consensos internacionales y los nacionales que se estaban aplicando en ese entonces avalan el protocolo de la oms. Pero según el doctor Beltrán, en el Hospital de San Isidro no sólo se estaban aplicando medicamentos de más: se estaba experimentando con pacientes, sin su consenso y sin la aprobación de esos protocolos por parte de la autoridad sanitaria nacional.
Por lo pronto, en la página de la publicación El mirador Nacional una nota da cuenta que “desde la dirección del nosocomio el doctor Roberto González junto con el servicio de Infectología implementaron un protocolo” que tiene como objetivo “identificar y tratar en forma precoz manifestaciones respiratorias que podrían pasar desapercibidas en un examen convencional. Una vez identificado el paciente con signos de complicaciones, un tratamiento integral que incluye antibióticos, antivirales a máximas dosis y eventualmente antiinflamatorios, es iniciado en forma inmediata”.
Según el doctor Beltrán, en los hechos “a los consultorios de gripe los manejaban los residentes de Salud Mental y los residentes de Cirugía, que tenían papeles preimpresos, sin firma, y que ya tenían esa orden de aplicarles esos medicamentos”.
El traslado
Entre el dengue y la gripe, el servicio de Medicina Preventiva que dirige el doctor Beltrán estaba un tanto dejado de lado. Además, el hospital contrató un infectólogo que empezó a encargarse de los tratamientos de dengue y gripe A. Y allí comenzó todo. Una breve cronología:
6 de junio: El doctor Beltrán y varios de sus colegas le envían una nota al intendente Gustavo Posse denunciando el caso y exigiendo una entrevista. Era el tercer pedido en dos semanas.
7 de junio: Llamado a la dirección del servicio de Medicina Preventiva; el secretario de Salud Pública, lee: “Decreto 03 del 09, para proteger a los pacientes inmunosuprimidos de la gripe: Artículo 1: Se trasladan los consultorios externos de Diabetes y Oncología; Artículo 2: Se traslada todo el Servicio de Medicina Preventiva de la sede central del hospital”.
8 de junio: Trasladan al doctor Beltrán y su servicio al Centro Muñiz, a 40 cuadras del hospital central de San Isidro. El argumento: proteger a los pacientes inmunodeficientes del contagio de la gripe. “Una cosa única en el mundo. El Hospital Posadas, por ejemplo, internó a 250 pacientes con neumonía en un mes y tuvo entre 30 y 40 muertos por gripe, pero nunca sacó su servicio de Infectología ni de hiv”.
Al llegar al Centro Muñíz, su lugar de exilio, se encontraron con vidrios rotos, goteras, humedad en el techo, hongos en las paredes. Por las protestas, ahora aceleradamente está siendo acondicionado, aunque el doctor Beltrán y sus compañeros no pretenden bajo ningún punto permanecer allí.
“Por definición, no estamos en nuestro hospital. Cualquier tratamiento que no esté en el hospital y necesite de su infraestructura y tecnología, es inferior. Hay pacientes que están muy graves y les cuesta deambular de un centro a otro: acá no tenemos ni rayos, ni laboratorios para tomar muestras en el momento, como estábamos acostumbrados a trabajar. Los pacientes la están ligando por un castigo que, en verdad, es a nosotros”.
¿Por qué es un castigo lo que parece un cuidado a los pacientes para preservarlos de la gripe A? ¿El doctor Beltrán no hubiese sido trasladado si cesaba con sus denuncias de los protocolos no aprobados? ¿Persecución laboral? El doctor Beltrán dice que no le importan las respuestas: deja claro, en todo su discurso, que los únicos perjudicados son los pacientes. Y él es su portavoz.
El comunicado oficial
La medida de trasladar al centro de Medicina Preventiva alcanza, naturalmente, a otros profesionales: los doctores Rubén Gil y Vilma Nassif son colegas del doctor Beltrán y protagonistas de la marcha que el miércoles 5 de agosto clamó por la vuelta del servicio de Medicina Preventiva a la planta original del San Isidro. “La marcha fue espectacular, vinieron casi 250 personas, desde pacientes hasta profesionales. Intenté leer un discurso, pero a la segunda frase ya rompí a llorar. Preferí decir gracias y nada más”.
¿Cuál es la teoría de esta conspiración que terminó por desplazarlos? ¿Quién está detrás de estas decisiones que parecen implicar desde el intendente hasta los residentes del hospital? La versión del doctor Beltrán: un grupo de científicos le ofreció al intendente un tratamiento del virus Influenza con el cual le garantizaban escasa cantidad de muertes. Y el intendente confió y compró.
“La epidemia de gripe terminó aproximadamente el 20 de julio, y nosotros todavía estamos en el Centro Muñiz”, denuncia el médico.
Marcelo Beltrán, Rubén Gil y Vilma Nassif aguardan impacientes reunirse con el intendente y acordar su vuelta a la planta central del hospital.
En tanto, las autoridades del hospital decidieron responder a las preguntas sobre esta denuncia entregando el comunicado que redactaron “ante los erróneos comentarios recogidos por algunos medios de comunicación”. Dice, textualmente:
“Los profesionales del Hospital Central de San Isidro han implementado un ´protocolo´ (las comillas son del original) para el manejo clínico de los pacientes con diagnóstico presuntivo de Influenza A h1n1 basado en la experiencia de especialistas en Enfermedades Infecciosas y avalados por expertos en la materia. Por lo tanto, los ´protocolos´ de asistencia médica a diferencia de los ´ensayos clínicos´ son procedimientos totalmente diferentes que no requieren otra aprobación que la de la Dirección del Hospital si fuera aplicable.”
Y detallan:
“Un ensayo clínico, en una amplia acepción, es un plan experimental en el cual se trata de investigar en forma comparativa la eficacia y seguridad de una medicación que aún no ha sido aprobada por autoridades regulatorias versus un estándar de atención médica”. El comunicado no aclara si de todo esto estaban al tanto los pacientes.
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