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Juan esquina Eva

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Cooperativa Unidos por el Calazado. La ex Gatic gestionada por trabajadores que tuvieron que reinventarse, logra remontar desaguisados patronales y estatales. De la licencia Adidas al logo Cuc, pasando por la saga de la burguesía nacional, datos, debilidades y fuerza de un grupo humano que descubrió lo que significa dejar de ser un robot.

Juan esquina EvaEl marketing es maravilloso. Just do it predica Nike: hacelo. Impossible is nothing, anuncia Adidas: imposible es nada, o nada es imposible. Un aviso de Nike va mezclando escenas deportivas profesionales con otras más callejeras (chicos en patinetas, un tipo de traje que en el subte hace como que juega al golf, gente que se esfuerza, o sonríe). Y acompaña las imágenes con palabras (en inglés) que nadie debería olvidar. Traducción:
crealo, disfrutalo, decilo, gritalo, empujalo, creelo, encaralo, vivilo, amalo. Y ahí sí: just do it, simplemente hacelo.
La publicidad es una fábrica de mundos, de estilos de vida y de símbolos. Eso es lo que vende, más que productos. En su versión más evolucionada –o darwinista– lo crucial ya no es qué comprar, sino cómo ser, cómo vivir y el premio mayor: qué querer.
Es un flujo que va y viene en la marea social. Investiga, detecta y chupa los sueños y los deseos, las aspiraciones, los hartazgos o rebeldías de la sociedad. Pobres, ricos, todas las almas posibles alimentan esa máquina, que devuelve símbolos, refleja nuestros propios sueños –o los inventa– mediante una nueva necesidad de consumo… una cerveza, una crema, pastillas, un plasma (palabra que los antiguos usaban para parte del tejido sanguíneo, reemplazada ahora por la televisión que corre por nuestras venas).
¿Cuáles son los valores que manipula la publicidad para seducir? El humor, la libertad, salirse de la norma, elegir, ser uno mismo, ser cool, compartir en grupo, disfrutar (y cada uno siga poniéndole sueños a la bolsa). Tal vez no sepa cómo lograrlo, pero ahí tengo las zapatillas que son mi símbolo y espejo. Quiero ser lo que ellas me prometieron, lo que son capaces de mostrar de mí mismo. Calmo una insatisfacción, capturo algo de felicidad. Estas soluciones duran poco (los paraísos siempre son de segunda selección, fatalmente fallados), antidepresivos de corto plazo que generan adicción, y para colmo son reemplazados por nuevos modelos, gustos o tecnologías. Y todo empieza otra vez.
Éste no es un alegato contra el consumo de cosas necesarias, cómodas, o bellas. Es una descripción de una etapa diferente, que más que al consumo se refiere a la venta de un modelo de vida, al re-set neuronal para crear mundos y deseos capaces de canalizar y domesticar los que laten en nosotros mismos, mediante la imagen de que somos todo lo contrario de alguien canalizado y domesticado.
Ahora se puede empezar la recorrida por Cuc, Cooperativa Unidos por el Calzado, mujeres y hombres que en su mayoría no hablan inglés, ni serían elegidos en un casting publicitario, pero que en algún momento hicieron realidad su versión a escala humana y cotidiana, de dos ideas que para ellos no son marketing. Como si de pronto hubieran percibido que impossible is nothing. Por lo tanto, just do it.
Empezaron de menos que cero. Hoy tienen la fábrica.
 
 
Un 17 de octubre
Yapa: la Planta 1 de la ex Gatic, licenciataria de Adidas en Argentina, está ubicada en la esquina de Juan Perón con Eva Perón, partido de San Martín.
Almanaque: la planta fue tomada un 17 de octubre (de 2003).
La genética peronista quizá no vaya más allá, o tal vez lo atraviesa todo. El Colorado se presenta al viejo estilo: “Sánchez Juan Manuel”, y sintetiza la historia:
“La empresa había arrancado en los años 50, creció, llegó a tener 20 plantas y 8.000 obreros, se empezó a caer en los 90 con las importaciones de la época de Menem. El dueño era Eduardo Bakchellian, y en un momento traía él también todos los containers de calzado hecho en Taiwan, Malasia, Indonesia. Baratísimos porque allá los hacían por un plato de arroz. A míme pagaban horas extras, ¿sabés para qué? Arriba de la etiqueta que decía ‘made in Taiwan’ yo le tenía que poner la de ‘made in Argentina’. Parece joda ¿no?”
Made in Argentina. El señor Bakchellian había comenzado su historia justamente en 1953, pleno peronismo. Con un taller y ocho obreros nació la empresa que con el correr del tiempo consiguió las licencias de suelas Vibram. Con el ímpetu de los tiempos desarrollistas y de un todavía existente empresariado industrial argentino (o burguesía nacional, según otros diccionarios), consiguió crecer y representar en estas playas a la marca alemana Adidas de indumentaria y calzado deportivo. O sea, una burguesía nacional, con licencia.
El grupo llegó a ganar un millón de dólares diarios, y conseguía cada vez más licencias. Pero desde 1995 comenzó a derretirse financieramente. En octubre de 2000, debió pedir el concurso preventivo cuando su deuda llegó a 365 millones de dólares.
En ese año 2000, tal vez como manera de enfrentar la crisis, Bakchellian publicó el libro El error de ser argentino, en Editorial Galerna, donde se retrata como víctima (que lo fue) del proceso de desindustrialización de la economía. Cuenta también cómo los empresarios se convierten en cortesanos del poder (desde Alfonsín y Coti Nosiglia hasta Menem y Cavallo), y narra sus aventuras y desventuras como hombre de negocios. Enumera: “Cometí el error de apostar al trabajo y no a las cuevas de dinero. El error de fabricar aquí en vez de importar lo hecho por países con mano de obra esclavizada. El error de pagar en blanco sueldos dignos. El error de no coimear. El error de hacer fábricas lejos de las facilidades de Buenos Aires. El error de no recurrir a convocatoria de acreedores. El error de no sacar ¡jamás! el dinero del país. El error de reemplazar la especulación por utopías. Sumando todo digamos que cometí el error de ser argentino. Pero no importa. Seguiré siendo argentino hasta las últimas consecuencias”.
Si Galerna fuera Billiken, Bakchellian sería Facundo Quiroga. El libro está plagado de palabras como “hazaña”, “heroísmo”, o “pulseadas memorables” al describir cómo el empresario logró la licencia de Vibram, Adidas, Le Coq Sportif, Reef, la Gear, New Balance y otras, a las que sumó la fabricación de sus propias marcas.
El gobierno de Menem permitió que la empresa recibiera créditos permanentes del Banco Nación y la eximieron del impuesto a las ganancias. Cuando Domingo Cavallo volvió a ser ministro con Fernando de la Rúa (2001), obligó al Banco Nación a darle créditos al Bakchellian por casi 3 millones de dólares (luego, ustedes recordarán, inventó el corralito, entre otras cosas).
El dinero desaparecía. Después de 32 años, Adidas quitó a Gatic la representación, Bakchellian cargó el peso de la crisis sobre los trabajadores de sus plantas y terminó distanciado de su propio hijo Fabián, que lo reemplazó, y a quien luego volvió a desplazar. Fabián, ex rugbier, fue detenido por evasión impositiva de otras de sus empresas en 2002. Un día le preguntaron a papá Bakchellian qué lo diferenciaba de su hijo. “Yo nunca me fui del barrio” contestó.
Los obreros de Cuc sintetizan: “Son todos ricos, viven en mansiones, y se la pasan llorando” (empresarios ricos, empresas quebradas, las ventajas de ser argentino). Luego Bakchellian escribió Así se destroza un país. El hijo –ya libre– volvió a reemplazar al padre. Las deudas en dólares se habían pesificado y los sucesivos gobiernos buscaban salvar a la fábrica del incendio.
El pensador Bakchellian atacó también al nuevo karma culpable de todo: los inmigrantes de países limitrofes: Curiosamente lo hizo en una página de inmigrantes, Armenios On Line. Dijo: “Dejamos venir a ésos para que precaricen el salario, porque ésos trabajan en negro reemplazando a aquellos que trabajaban en blanco y están desocupados, esto es tremendo”. El burgués nacional nacido al calor del peronismo, y crecido en las cortes de los gobiernos, se convirtió así en una especie de locutor radial resentido contra “esos”. Tal vez sea el nacimiento de una nueva saga ensayística: El error de ser paraguayo o, para público vip, La gaffe de ser bolita.
 
 
Los antihéroes
En Cuc, al contrario, nadie asume un lenguaje heroico, ni presume de hazañas sinfónicas. Ninguno está garabateando el libro El error de ser trabajador, o La metida de pata de ser pobre. Un hombre afable con nombre de prócer, Mariano Moreno: “La verdad es que no podemos dejar de trabajar a façon (para terceros) que no es lo que más nos conviene. Nuestra propia marca, Cuc, debería ser el 20 por ciento de la producción, pero es de optimistas. Es menos, para vender por el local”.
El local está ubicado sobre la Avenida Juan Perón. No está muy poblado y, como a toda la planta que ocupa una manzana, se le nota más pasado que presente, aunque estas personas parecen empecinados en construirle el futuro.
Mariano: “Uno de nuestros problemas, le soy sincero, es que nadie se imaginaba que esto se iba a caer. Uno decía: lo van a salvar de algún modo, no van a dejar en la calle a 7.000 personas. A mí me echaron en año 2000. El conflicto empezó en 2001”. Se refiere al momento en que todos recibieron el telegrama de despido. El Colorado cuenta: “Yo llegué a la fábrica, no veo mi tarjeta para fichar. Le digo al de seguridad: papá, no está mi tarjeta. Me dice: andá a buscarla a personal. Cuando voy, veo que salen compañeros llorando. Di media vuelta y me fui”.
Argentina era un océano de desocupación. Las lágrimas de estos hombres y mujeres eran por la fuente de trabajo, y por una identidad de trabajador construida durante décadas. Nadie encontraba otro empleo. Eran 600 los despedidos de la planta, aunque parte de ellos fue llevada a otra Gatic, en Pilar. Los que se quedaron agenciaron gomas de autos, fósforos y combustible para opinar a su modo, en la esquina de Perón y Perón.
Eduardo Fleitas: “En esos tiempos nos dieron un seguro de desempleo, y cajas de indumentaria. Te daban 10 pares de zapatillas, y salías a venderlos”. Diciembre de 2001, cae De la Rúa, sube Duhalde, la empresa seguía en el péndulo. Cada tanto el Bakchellian que estuviese a cargo conseguía algún salvataje, y todo parecía recomenzar. Contrataban para la planta de Pilar a trabajadores que estaban reclamando, por ejemplo. Para otros, joggins y buzos. Ya llegarían tiempos peores.
Durante 2002 y 2003 todo seguía en esa incertidumbre. El Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas apoyaba a los trabajadores, que no estaban excesivamente convencidos de hacer una cooperativa. “Al final, no nos quedaba otra” reconoce Fleitas, “con la idea de ver si hacíamos algún arreglo con la patronal para que nos dejaran trabajar”.
El Colorado Sánchez: “Lo que no se comprende a veces es cómo se rompieron familias. Yo estoy bendecido, no me pasó. Pero el compañero no llevaba el mango, la mujer le decía: ¿qué estás haciendo? Hubo muchas separaciones, con los pibes como botín de guerra. Bakchellian, los gobiernos, no entienden esa parte”.
Ernesto Lalo Paret apoyó el conflicto como integrante del Movimiento de Empresas Recuperadas y vecino del barrio, en el cual enlaza la historia de Cuc con lo que se viene describiendo en los últimos números de mu como Parque Temático de la pobreza. El asentamiento 8 de Mayo construido sobre un basural, la quema del ceamse, la cárcel de San Martín… aspectos de un mismo territorio. En la cárcel hoy Cuc tiene un taller donde algunos jóvenes presos hacen algo inédito para millones: aprender un oficio y ganar una oportunidad de trabajo.
Volviendo a 2002, Lalo terminó siendo integrando a la cooperativa por los trabajadores. Se les ocurrió un plan para ofrecerle a la empresa. Los ejecutivos decían: “Los vamos a ayudar”. Cuando presentaron el plan productivo, el propio Fabián Bakchellian, excarcelado, les dijo: “Ah, no, pero ustedes lo que quieren es la empresa”.
 
 
El arte de aguantar
Lalo Paret aclara: “Lo que queríamos era laburar. Yo creo que los tipos pensaban en darnos papas y cebollas, no que les íbamos a caer con un plan de producción. Como dijeron que no, se armó la carpa en la puerta”.
Fleitas: “Nos quedábamos ahí como protesta, durmiendo incluso. Eso duró un mes. La empresa ponía avisos en los diarios pidiendo personal, venía la gente y pasaba por la carpa de los despedidos. Nadie entendía nada”.
En 2003, cuando parecía que el conflicto no tenía marcha atrás, los trabajadores hicieron otro acuerdo con la patronal. Fleitas: “Estábamos en la calle pero la propia burocracia sindical, que trabajaba para la empresa, nos iba chupando compañeros”. Lalo: “Ahí se rompió la cooperativa, algunos no querían entrar y otros sí”. Fleitas: “Yo era de los que pensaba que mejor estar adentro. Hicimos un listado de unos 120 compañeros, nos tomaron, pero al poquito tiempo, en mayo o junio empezaron otra vez las suspensiones”.
Los suspendidos se encontraban en la puerta sin poder creer todavía que Gatic pudiera caerse. Otra vez gomas. Lalo: “Nos bancaban los piqueteros, me refiero a tener algo de comida”. Que nadie imagine una unidad de clase, fraternidad de excluidos o cosas por el estilo. “Era tan grande el peso de ser trabajador formal, que todos aclaraban: no somos piqueteros, como si fuese estar enfermo” (historia que se repite en casi todas las fábricas recuperadas).
Aquel 2003, puede recordarse, el país parecía menos agónico, los primeros meses de Néstor Kirchner en el gobierno incluían un repunte económico. En Gatic no. Hubo un intento de pasar a tener a la Nación y a la Provincia como accionistas, pero el acto de magia no cuajó, y los obreros que sólo esperaban que alguien se hiciera cargo del embrollo, y de sus vidas, terminaron entrando a la fábrica sin hacer alharaca, se instalaron en el sector vestuarios y decidieron no salir. “Eramos poquitos, unos 15. Pero ya no nos quedaba otra” dice Fleitas. Era el 17 de octubre de 2003.
El Colorado Sánchez recuerda: “Nadie te solucionaba nada. Hablé con el jefe de personal y le dije: Señor Saporosi, la planta está tomada. No Sánchez, cómo me dice eso. Sí señor Saporosi. Esto es irreversible. ¿Sabe lo que pasa? Que no aguantamos más”.
 
Sindicatos S.A.
Eran 15, que se convirtieron en un imán para los despedidos, suspendidos y desocupados de Gatic que empezaron a acercarse. Se reactivó la idea de la cooperativa, hicieron asambleas y cuando todo parecía listo aparecieron los sindicalistas del gremio del caucho, prestándose abnegadamente a la lucha trabajadora, e incluso –con la generosidad que los caracteriza– a conducir el conflicto. El Colorado Sánchez relata: “Uno del sindicato me decía: ´Colo, esto está mal, no hay que hacerlo´. Yo le dije: ´Ahora decidimos nosotros. Si querés solidarizarte, perfecto. Si no querés andate, no servís´”. El sindicalista le contestó una frase que merece inscribirse en los libros de historia: “Escuchame, nosotros vivimos de ustedes, sin ustedes no hacemos nada”. El Colorado hace un cálculo: “El delegado supuestamente defendía a la clase obrera, pero para mí defendía 75% a la patronal y 25% a los trabajadores. Una vez que hicimos paro nos dijeron: ‘estamos perdiendo un millón de dólares por día’. Hablaban en nombre de la empresa. Te defendían de una llegada tarde, de cosas insignificantes. En las importantes, jugaban con la patronal”.
A esto el Colorado lo llama “burocracia”. Y recuerda: “Hubo algo más desagradable, querían dividirnos. Yo conozco al sindicato, tengo un tío que trabaja ahí. Pero vienen y dicen: ‘Acá hay banderas de izquierda’. Yo les dije: ‘Mire amigo, no son nuestras, y si quieren apoyarnos, está muy bien, cada uno tiene su ideología. Que piensen diferente no me afecta’. En esa asamblea un delegado se quiso hacer el matón. Y cobró. Cómo cobró. Se tuvieron que ir”. La fábrica quedó en manos de Cuc, presidida por quien fuera uno de los referentes de todo el conflicto, Jorge Coco Torres. Tampoco aquí la historia es perfecta. Torres, un líder natural, empezó a chocar con un abanico de problemas, la horizontalidad, los debates en las asambleas y, al revés, los reclamos de sus propios compañeros que reemplazaban en él la imagen del patrón. Terminó saliendo de escena. En Cuc todos son prudentes en las menciones al respecto.
Decidieron para estas últimas elecciones cambiar el sistema y en lugar de las listas completas, implementaron el voto personal. Se votaba ya no por lista sino a las personas, para evitar justamente que una lista se hiciera cargo, con la oposición de otra. Al hacerlo personalizado, ganaron personas de diferentes grupos y se armó un consejo de administración naturalmente más horizontal, de convivencia, y donde buscan materializar la vieja utopía de tirar todos para el mismo lado.
 
 
Damas gratis
Las 150 trabajadoras y trabajadores de Cuc ganan lo mismo, unos 300 pesos semanales, aunque antes de la crisis 2008 llegaban al doble. “Aquí las decisiones que tomamos repercuten en lo que cobremos cada viernes”. Además del trabajo para otros, producen las marcas Cuc, Envión y Tiempo libre. Tienen calzado de vestir, deportivo, de cuero, de lona, para chicos, todo con un plus de orgullo para que el producto sea el mejor posible.
Cuc tiene además nexos naturales con la comunidad, como el jardín de infantes para hijos de los trabajadores y de vecinos del barrio, un centro cultural (donde además hay cursos de idiomas, tango, yoga, percusión) y la radio Nueva Generación, su propio medio de comunicación, dirigida por Luis Medina, ex obrero de Gatic: “La música es medio retro, hay mucha gente grande”. Lilian, por ejemplo, elige: “Melódico y rock, Dyango y Charly García”.
La mayoría pasó los 40, pero hay una camada de unos 20 jóvenes (en general familiares) que se va integrando. Damián tiene 18, no terminó el secundario, su mamá es obrera de la fábrica, y es estilo vergonzoso: “No sé qué decir. Lo bueno acá es más que dependemos de nosotros. Nadie es más que nadie”.
Lalo Paret plantea que la cooperativa carece de capacidad de ahorro: “Se alcanza a cubrir el costo operativo fijo de 50.000 pesos mensuales, a pagar a cada compañero, pero no tenemos capital para desarrollar un producto que pueda funcionar en las vías de comercialización habituales. Lo que vos producís hoy, lo empezás a cobrar dentro de seis meses. No tenemos espalda para eso”. Están pensando, de todos modos, lanzar nuevos productos, buscando promocionarlos, por ejemplo, con celebridades de la cumbia villera como Pablo Lescano (Damas Gratis).
La expropiación de la fábrica fue transitoria, por cinco años que están venciendo y que serán renovados por ley. Dante Bulacio, secretario de Cuc: “Nosotros queremos algo más definitivo, porque la Provincia no paga la expropiación y nosotros podríamos negociar con el Banco Nación que es el principal acreedor. Sin algo definitivo, sin propiedad como garantía, no puede haber préstamos”. Entonces, no se suma capital para lanzar nuevos productos y cuesta encender el potencial de la fábrica. Conste que no están pidiendo regalos ni subsidios, sino que les permitan funcionar y vivir. Tampoco reclaman las millonadas que el notable Estado argentino sí fue y es capaz de dilapidar en los superhéroes Bakchellian y tantos otros. Sin nada, en Cuc están garantizando e incrementando fuentes de trabajo.
 
 
Marketing Cuc
¿En qué se diferencia el trabajo con patrón? El Colorado Sánchez: “Si se rompía una máquina, me importaba un rábano, no trabajaba dos días, y cobraba igual. Ahora la máquina es nuestra. Lo que no hagamos nosotros mismos lo vamos a sufrir el viernes cuando cobremos”. Fleitas: “Es absolutamente otra responsabilidad. Vos como obrero fichabas, te ibas y listo. Aquí tenés otro compromiso, dependemos de nosotros”. Detalle: la palabra “responsabilidad”, reiterada por cada uno de los trabajadores con los que uno habla, deriva de la “capacidad de dar respuesta”. El Colorado Sánchez se quedó pensando: “¿Sabés cuál es la diferencia? La libertad”. Temo que en la esquina de Perón y Perón nos estemos poniendo atenienses. El Colorado explica: “Libertad es que no tengas a un tipo que cobra 7 lucas para mirarte como un vigilante y darte permiso para cualquier cosa. Las compañeras estaban en período menstrual y les tomaba el tiempo que tardaban en el baño”. Carmen, 65 años, que tampoco pertenece a organizaciones libertarias ni antiglobales, detiene un rato su máquina de coser y armar zapatillas. Es el ideal de una abuela mansa: “Es difícil la propia libertad, porque uno tiene que tener cordura para respetarnos entre todos. Pero con ese respeto, esto es lo mejor. Lo otro era medio regimiento, ¿me entiende?”.
Colorado: “Uno no se da cuenta, pero va quedando medio robotizado. Ahora no. Hay gente que puede extrañar aquello, pero yo digo: mire compañero, si no hacemos las cosas nosotros, usted se va a quedar toda la vida mirando novelas en su casa”.
Bulacio cree que hay otro cambio: “Acá dependés de tu iniciativa. Cambiás como sujeto, porque yo analizo para atrás, y veo cómo el sistema te posiciona en una estructura y no salís más. Y somos horizontales para tomar las decisiones juntos. Si nos equivocamos, que sea entre todos”.
Lilian: “Esto es como aprender a caminar. Hay que hacerlo”. Carmen: “Es cierto que mucha gente se lleva del pasado. Pero no lo podemos mejorar. Ya es pasado. Hay que mirar el futuro” explica con suavidad, mientras sigue cosiendo y gestando una zapatilla.
En el local de ventas, sobre la avenida Perón, Vilma dice que cuando trabajaba en finanzas de Gatic se vio venir la noche cuando dejaron de pagarles a los proveedores. Jorgelina recuerda cuando comían guiso en la fábrica. El Colorado Sánchez acota: “Salíamos a manguear; un día fuimos a una facultad, en la calle Puán (Filosofía y Letras) y me asusté, estaba todo lleno de fotos del Che Guevara, Fidel Castro. Le digo a Fleitas: ¿dónde me trajiste? Yo no terminé el primario. Me di cuenta de todo lo que hay que aprender. Después fui conociendo a todos los pibes, excelentes. Pero yo les decía: Ustedes aprenden con esto (se señala la cabeza). Mentalmente. Nosotros estudiamos y aprendemos físicamente”. Los marketineros globales ahí tienen un tema. La inteligencia del cuerpo.
Con esa inteligencia corporal, no ilustrada, sin desmerecer a los decoradores de facultades ni a los creativos publicitarios, la gente de Cuc ha hecho su propio marketing. Figura en su página de Internet. Tal vez no sea impostado, ni heroico, pero al menos no es sólo un simulacro, ni una expresión de deseos. Es la demostración de una posibilidad.
Dice: “Sin jefes. Sin empleados. Todos compañeros”.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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CABA

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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