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Mu31

Créase o no

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Crónica del más acá.

Con la iluminadora determinación que da la estupidez, ascendí con paso bravío al 45 en la Estación Lanús y atravesé parte del olvidado Gerli (Conurbano Sur) y un laaaaaaaaaaargo tramo de la Santa María de los Buenos Aires, atractiva e inhóspita como algunos amores. Desemboqué en la Costanera y con el culo algo maltrecho por las comodidades del transporte público de pasajeros, descendí en Tierra Santa, Parque Temático… ¿de Dios?
El Muro (símil antiguo) que rodea parte del predio, está coronado por prometedoras puntas de botella a fin de evitar accesos inoportunos herejes y creyentes, en una presentación de seguridad poco celestial y más bien primitiva.
Entré. Previo pago de 25 pesos. Una forma de comenzar a pagar mi Maestría en Pecados.
En la entrada nomás, un flaco disfrazado (no vestido, disfrazado) de romano con un tono porteño me indica el camino a recorrer. Nada de latín el tipo. ¡Si te agarra Tiberio, vas a ver! ¡Junagransiete!
El parque es inmenso. Todo el personal está disfrazado a la época, digámoslo así. Las chicas con coquetas cofias y sábanas que cubren los cuerpos, no vaya a ser cosa. Guías vestidos de franciscanos o algo así. Algún otro ridículo romano por ahí y todo en el mismo estilo. Los que atienden el kiosco, barren, los del restorán, todo el mundo disfrazado. Qué simpático. ¿Hacía falta?
A lo largo y ancho del parque hay “cavernas” (telgopor y cemento), pasadizos, templos y otras cosas con reproducción de lugares sagrados. Bueno, decir reproducción es una generosidad literaria. A falta de presupuesto para palmeras de verdad, hay innumerables palmeras de acrílico o algo así, todas igualitas y muy, pero muy, pero muy feas.
A cada paso uno se encuentra también con muñecos de tamaño humano que son pastores, soldados (¡dale con los romanos!) discípulos de Cristo y ovejas y burros a patadas. Allí dónde te metés, ovejas… y más y más y más. Ya sé la metáfora bíblica del pastor y las ovejas, pero muchachos… un poco de sutileza.
Hay un Cristo enorme (un poco impresionante, ¡brrrrr!) dentro de una caverna, para sacarte fotos. No, no es una metáfora o interpretación de mi parte: la reproducción del Barba está para sacarte fotos. No me vengas con recogimiento, oración o confesión. Para eso, andá a la iglesia. Acá, es otra cosa.
Además, existen espectáculos a distinto horario, tal como en Mundo Marino. Pero acá los animales somos nosotros. El primero que vi se llama La creación. Mierda. Teatro cerrado con gradas, 37.621 niños que gritan, adultos imbecilizados por el Gran Hermano Celular, olor a meada de gato que te mata (¿complot satánico?) y un comienzo prometedor con efecto de humo y voz desganada de locutor que cuenta que el Señor esto y el Señor aquello. Los niños –sin el menor sentido religioso– siguen gritando. Cambio de luces, agua que corre y la aparición de la vida en La Tierra. ¡El momento heavy! Un león con la mandíbula articulada, un mono que mueve el bracito, y el éxtasis: una jirafa, un elefante, un rinoceronte y un hipopótamo que aparecen… con rueditas. Extraordinario. Una especie de puesta en escena con el mal gusto de Las Vegas y la inversión de Somalía.
Después de recorrer puestos de artesanías hechas en el momento con el aparato ese que da vueltas pero sin Demi Moore, y de apreciar un stand (¿cómo llamarlo?) de homenaje a Lutero, justo al final de la Calle de los Fariseos (interpretaciones abstenerse) y de leer proverbios bíblicos cuya sabiduría me llena de dudas, volví, adrenalínico, a ver el segundo espectáculo: La resurrección, un acto interpretado por una especie de Michael Jackson desnutrido y apático. ¿La ira es un pecado capital?
Mucha gente. Mucha. Gente humilde. Gente maltratada por los avatares de la existencia. El show de la fe es para ellos. Para los otros es la guita.
Le pregunto a una de las chicas de quién es este engendro. Me responde: empresa privada, posible vinculación con el Sindicato de Empleados de Comercio. Pienso en Armando Oriente Cavalieri y se me representa la inmortalidad (¿cuánto hace que está al frente de ese sindicato?).
Me voy del Parque Temático saludando al romano, que tiene cara de vencido por el libre mercado. Veo una placa que dice que el parque es declarado de interés para… y un montón de organismos públicos.
Qué lo parió.
Qué los reparió.

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