CABA
Paredes que gritan
El destino del Padelai en San Telmo. La administración macrista cedió el edificio por 30 años a España, previo pago de 12 millones a una cooperativa fantasma. Escenario de un brutal desalojo que representa para el barrio una herida social, ahora lo decoran carteles que obligan a pensar.El guardia de seguridad lleva uniforme e insignia de la empresa Prosegur, pero se muestra entrenado para otras artes. Responde el timbre con amabilidad y explica pacientemente que las obras que se promocionan son las que decoran las paredes exteriores del viejo edificio, que adentro está vacío. Como para compensar el malentendido, entrega el folleto desplegable con la programación del Centro Cultural de España en Buenos Aires y la revista que edita esa entidad. Tres ejemplares, uno para cada una las personas confundidas. Minutos después, deberá repetir la ceremonia con otras dos mujeres que llegaron ese sábado de sol hasta el Padelai para encontrarse con una sorprendente propuesta: las paredes del edificio son, por ahora, las únicas que hablan. Lo que dicen representa quizás uno de los debates pendientes de la cultura actual. Un mensaje difícil de descifrar a simple vista, excepto para los que fueron expulsados de allí en febrero de 2003, con gases lacrimógenos y a los palos.
El vacimiento
El desalojo de las 24 familias que quedaron como residuo de una ocupación que se inició en 1984 y que alcanzó a albergar a 759 personas, representó también la primera gran derrota en territorio porteño de ese movimiento que unió en las calles aquello que el mercado había separado. Fue también el bautismo de fuego de los jóvenes que integraban, por ejemplo, el colectivo Indymedia, ese laboratorio de información que surgió al calor de las protestas de Seattle y que aquí encontró en 2001 la agitación necesaria para darles aire a esas propuestas que se bautizaron a sí mismas contrahegemónicas. Recuerdo especialmente la larga y flaca figura de Blicero, un joven anarco italiano que había llegado a Buenos Aires para trabajar en el fortalecimiento técnico de ese colectivo, zamarreado por la policía que aquel día del desalojo cosechó 52 detenidos y 16 heridos, entre ellos dos camarógrafos, uno de El ojo obrero y otro de Punto.doc. Hasta la crónica publicada por el diario La Nación rememora así el episodio:
“El primer mazazo se escuchó a las 17 y sacudió el edificio. Cerca del efectivo de la guardia de auxilio de la comuna que golpeaba con decisión, dos nenas miraban cómo caían los ladrillos de lo que había sido su ruinoso baño. Ellas estaban allí esperando que sus madres terminaran de sacar las pertenencias del cuarto que hasta ayer ocuparon en el Padelai, que fue desalojado. Todavía olía a gases lacrimógenos cuando las nenas veían caer los escombros. Sus vecinas decían que habían sido golpeadas”.
El entonces jefe del gobierno porteño, Aníbal Ibarra, había intentado desocupar el edificio entregando un subsidio que rondaba los 30 mil pesos a cada familia. Los que habían quedado resistiendo pertenecían al grupo que no había sido incluido en este beneficio. Fueron expulsados por la fuerza con la excusa de un posible derrumbe para dejar así el Padelai vacío, a la espera de un destino que prometía aquello que otros vecinos de San Telmo querían escuchar: un proyecto cultural que regara valor inmobiliario.
Me pregunto qué será de Blicero y le escribo a su viejo mail, que por suerte sigue activo. Me responde que recuerda aquel día “como un momento muy intenso y de verdadera solidaridad entre las personas”. Cuenta que ahora es profesor de matemáticas de niños de 12 y 13 años y de informática para personas que tuvieron problemas mentales. “Además sigo siendo un activista en el campo de los derechos de los trabajadores… precarios (: y persona digna: por lo menos eso intento”.
El regalo
La propuesta que selló el destino del Padelai floreció recién en junio de 2008, cuando Mauricio Macri firmó un acuerdo para ceder el edificio al gobierno español. Para concretarlo fue necesario que la Legislatura porteña aprobara dos polémicas leyes:
La expropiación: Se concretó el 19 de marzo de 2009. Luego de conocerse el convenio con España, el estudio del abogado César Arias –hijo del ex ministro de Justicia de Carlos Menem– presentó una demanda en nombre de la cooperativa San Telmo Ltda. que poseía la propiedad del 70% del edificio, según un acuerdo suscripto con el ex intendente Carlos Grosso. El argumento: la Ciudad había pagado a las personas físicas, pero no a la persona jurídica y hasta no hacerlo no podía disponer libremente del lugar. Macri envió entonces un proyecto de ley a la Legislatura para declarar de interés histórico el Padelai y destinar 12 millones de pesos al pago de su expropiación, que depositó en una cuenta del Banco Ciudad a nombre de la cooperativa. La gerencia de Inspección del Inaes informó al gobierno de la Ciudad en agosto de 2009 “el estado de incertidumbre planteado en torno a la situación institucional de la cooperativa, la existencia actual de asociados, como así también que puedan acreditar tal calidad y ser debidamente individualizados”. El último domicilio legal declarado por la cooperativa es el estudio de abogados Mariño, Coconi y González.
En síntesis: a la fecha no está claro el destino de los 12 millones que depositó la ciudad para entregar los 5.970 metros cuadrados del Padelai. Y mucho menos si correspondía ese pago.
La expropiación se convirtió en ley en aquella sesión en la que la entonces diputada Patricia Walsh cubrió su banca con una bandera española para expresar lo que calificó como un “acto de entrega y colonialismo”.
La cesión: Se aprobó en agosto de 2009, cuando la Legislatura despachó en tiempo récord la ley que cedió a España el uso del Padelai por 30 años: el tratamiento en las respectivas comisiones y su aprobación en el recinto consumió solo seis días. Las objeciones más importantes tuvieron que ver con los grandes enigmas que sigue teniendo hoy este proyecto: no fija un cronograma de obras ni define el monto de la inversión. Para enmendar este vacío, los legisladores acordaron agregar un artículo que condiciona la cesión a la presentación de los plazos para realizar las obras, el proyecto arquitectónico y la línea de la programación cultural, entre otras cuestiones básicas. Sin embargo, ninguno de estos datos son públicos y los legisladores consultados por mu, y que en su momento objetaron estos puntos, no supieron informar si se cumplieron tales exigencias.
El proyecto
El Centro Cultural de España en Buenos Aires tiene una larga historia de intervención en la cultura porteña. Desde sus inicios, a fines de la década del 80, apostó a resaltar la producción cultural de vanguardia, en el sentido más heterógeneo de la palabra, tal como lo sintetiza en su libro La venganza del gallego el primer director de ese centro, José Tono Martínez, en el que resume la experiencia de los cuatro años en los que condujo esa institución. Su sucesora fue Lidia Blanco, quien eligió acompañar los caminos de la cultura social, manteniendo un perfil mucho menos mediático que su antecesor. Durante su gestión sumó a la vieja sede de Florida una sucursal emplazada en Suipacha, a metros de la avenida Santa Fe. Las dos sedes se mantienen activas y su actual director, Ricardo Ramón, sumó este año varias actividades organizadas en el Centro Cultural Borges. También planificó las intervenciones en las fachadas del Padelai como forma “de anticipar la propuesta cultural” que esa sede brindará a San Telmo.
En su charla con mu, Ramón descartó que la crisis económica española haya impactado en los planes del Centro Cultural. “La inversión está aprobada y rondará los 9 ó 10 millones de dólares, pero la cifra definitiva dependerá del proyecto”. Explicó que las demoras están relacionadas con el proceso que requiere una reconstrucción como la que implica ese edificio. “Se trata de una licitación internacional y las pautas las estamos fijando junto con el Colegio de Arquitectos”. Asegura que los pliegos y condiciones estarán listos “antes de navidades, seguro” y que la fecha de inauguración dependerá –reitera– del tipo de proyecto que gane el concurso.
¿Presentaron un plan de obra?
Claro.
¿Y qué fechas se fijaron allí para cada etapa?
Es que el plan de obra depende de qué obra hagamos, porque primero hay que ver qué proyecto gana el concurso. ¿Cuál es el compromiso con el ayuntamiento? Que la obra se haga lo mejor posible. Los concursos tienen sus tiempos. Un edificio así necesita un pliego de descripciones técnicas que requiere hacer primero desde un estudio estructural hasta uno histórico. Eso es lo que hemos estado haciendo todo este tiempo. Luego, hay que elaborar un programa de necesidades que está siendo pactado con todas las asociaciones del barrio. Porque si un centro cultural no es del barrio, no es nada. Tiene que nacer del consenso y en eso estamos trabajando.
¿Ustedes ya invirtieron en el edificio?
Pues claro. ¿Tú sabes las toneladas de basura que sacamos? Hemos fumigado, talado árboles que estaban a punto de caerse, ratas, todo…
¿Y a cuánto asciende hasta ahora la inversión?
No tengo a mano la cifra exacta, pero ronda los 200 mil dólares. Lo que quiero dejar claro es que esto de la cesión es una fórmula que se usa habitualmente en todo el mundo. Las ciudades no pueden proteger todo su patrimonio porque es algo que cuesta muy caro…
También puede pensarse que habiendo destinado 12 millones a la expropiación, la ciudad tenía recursos para destinar a ese edificio.
Eso a mí no me afecta.
Pero a la ciudad sí.
Es el tema: la política pone el dinero donde le da la gana, pero sobre eso no me corresponde opinar a mí. Sí puedo decirte que ésta es una práctica normal en el mundo. España misma ha cedido varios de sus palacios, por ejemplo, en Italia, para poder mantenerlos y conservar su valor. Pero, ¿cuál es tu opinión? ¿Verías más lógico que el ayuntamiento nos alquilara el Padelai?
Creo que el Padelai tiene una deuda social con el barrio y que se deben controlar los destinos de los dineros públicos, Las dos cosas, sumadas, hacen necesario que la información sobre el destino del edificio tenga que ser pública y clara.
Y es mi obligación darla. Lo que me pone contento es que los vecinos están apoyando el proyecto. Y se trata de un proyecto que tiene nuestra línea. Es decir, una línea que fomenta el diálogo interamericano. Nuestra historia deja en claro que no venimos aquí a vender cultura española, sino a darle espacio a lo mejor de la cultura argentina, lo más vanguardista de lo local, que muchas veces no encuentra espacio en otro lado. Nuestro compromiso es que todas nuestras actividades van a ser gratuitas y que, además, le vamos a dar al barrio una infraestructura que hoy no tiene. Por ejemplo, para los niños que no encuentran en San Telmo un espacio adecuado para desarrollar su creatividad. Mi deseo es que ese jardín sea la plaza del pueblo. ¿Sabés qué pasa? Aquí nos estamos jugando muchas cosas y yo prefiero entonces que el proceso sea lento a que luego digan: España ha hecho aquí una auténtica cagada. Yo soy un técnico, no un político. Y como técnico mi tarea es que todo salga lo mejor posible. Nosotros somos conscientes de que vamos a hacer un centro cultural en un lugar que tiene una historia, que incluye violencia, y ésa es una herencia dolorosa que tenemos que tener en cuenta. Me he encontrado allí con gente que me ha dicho: “ésta ha sido mi casa”. Y yo le he respondido: “pues sigue siéndolo”.
El mensaje a descifrar
Las heridas sociales están presentes en el edificio del Padelai. No son fantasmas, sino vecinos que siguen resistiendo el brutal ritmo de un barrio agitado por una especulación inmobiliaria que los expulsa. Esa melodía de los nuevos tiempos es la que para ellos convierte a ese edificio en otra cosa: el lugar de los otros. Esa paradoja –por llamarla de alguna manera– sutil, compleja, difícil de descifrar, es la que le otorga otra lectura al mensaje que ahora se lee en la fachada del Padelai. El Centro Cultural de España lo anuncia en su programa como una muestra compuesta de “12 backlights con temáticas que giran alrededor de la soberanía alimentaria, la defensa de la autonomía de los cuerpos y los territorios y la reparación de una memoria histórica que incluya las voces acalladas” entre otros derechos. Uno en particular me llama la atención. Merece quizás una lectura más profunda, menos solitaria y sin duda más rumiada que la que puede insinuarse en esta nota, que no pretende ser un juicio, sino una señal.
El cartel dice:
“Libertad para decir, autonomía para hacer. Tenemos derecho a ser libres”.
Lo suscribe el grupo “Iconoclasistas, laboratorio de comunicación y recursos contrahegémonicos de libre circulación”. Y lo custodia una cámara de seguridad.
Edificio, cartel, texto y cámara adquieren entonces la categoría de una verdadera instalación que dispara preguntas inquietantes sobre las nuevas fronteras que se esbozan entre la memoria y el arte, entre los textos y los contextos, entre el adentro y el afuera, entre el eje y su anti, entre la ciudad y su progreso.
Ése es el debate pendiente que las paredes del Padelai reclaman a los gritos y no es fácil responder a sus demandas. Intento, por ejemplo, conversar con los Iconoclasistas, pero están de viaje. Les envío entonces el siguiente mensaje:
“Qué pena que no podamos hablar personalmente porque temo que por mail la consulta adquiera un tono que no pretendo. Es sobre la muestra en el Padelai. La pregunta es: ¿Cómo creen que son leídos esos mensajes en un lugar sobre el que pesa la memoria de un desalojo tan violento? Quisiera que lean la pregunta sin mala leche y pensando en que se lo preguntan algunos de los expulsados de allí que aún son vecinos del barrio. Un abrazo”.
Los Iconoclasistas responden:
“Nosotros no trabajamos con la memoria del barrio, ni lo trabajamos con ellos. Estos carteles fueron sólo un primer arranque de una intervención llamada ¡Menos derecha, más derechos! que está girando con mucha fuerza y reapropiación por diferentes espacios y como recurso de libre circulación. De hecho están subidos en la página web en buena calidad, como todos nuestros trabajos. En otras palabras: pensamos que la política es ocupar espacios y así lo aprovechamos, pero esta campaña no nace y muere allí, es sólo una parada. De todas maneras no pensamos que tu pregunta haya sido de buena leche… hace cuatro años que desarrollamos un intenso trabajo por todo el país, con apoyo y articulación con movimientos sociales, pero llamativamente recién ahora te llama la atención… eso nos genera, por lo menos, una suspicacia”.
El Padelai representa, entonces y también, esa conversación imposible, esa escena de lo común que va vaciando la lógica facciosa, ese momento en que la voz social la emiten las paredes porque en las personas la palabra se ha infectado de… llamémoslo, por lo menos, suspicacia.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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