Mu43
La tierra del nunca jamás
Villa 31, el territorio más fecundo de la ciudad. Sobrevivió a la dictadura y a las amenazas de desalojo de Menem y Macri. Es el barrio más democrático de la Capital, con delegados por manzana que se votaron en elecciones transparentes y fiscalizadas por el juez Gallardo. Organizó una Mesa de Urbanización que logró imponer un proyecto que prepararon los vecinos junto a la Facultad de Arquitectura. Tiene equipos de fútbol femenino y de rugby que ganan torneos, grupos de hiphop, canales de tevé y cooperativas para recibir y dar trabajo a los que salen de prisión. Éstas son las lecciones de política, resistencia y organización de la verdadera cultura villera. Por Sergio Ciancaglini.
“La vida que llevaba no era como un cuento de hadas” dice la rima de Ruli, cuyo nombre artístico es R 2, 19 años, rapero de la Villa 31 y 31 bis, o el Barrio Mugica, que es la única villa de la mitad norte de la ciudad de Buenos Aires, y es además:
El lugar más cosmopolita del norte porteño, por la variedad de nacionalidades que conviven allí. Recoleta o Belgrano no le llegan a las pantorrillas.
El más deseado por los partidos y los funcionarios, en la feria de compraventa de votos y planes sociales.
El más buscado por las oenegés, universitarios e investigadores locales o visitantes, que a veces hacen cosas útiles para el barrio, y a veces negocios brillantes con sedes en otros lados.
El barrio de mejores modales: la mayoría de las personas se saludan, se miran, conversan. Incluso con el desconocido. La cordialidad y el intercambio son aquí un estilo de preservación de la vida.
El más duro, porque logró resistir a los militares que casi lograron exterminarlo con desapariciones y topadoras.
El que logró sobrevivir también al menemismo, que se masticó al Estado, los partidos, los gremios, entre otras cosas, pero no pudo con la Villa 31.
Lo mismo con el macrismo, que asumió anunciando la erradicación de la villa. Con astucia para evitar nuevos fracasos, ahora descubre el sabor de la vieja política punteril mientras hace pintar la villa mejor que La Boca para convertirla en destino de turistas, en producto de mercado.
Es también el más carismático del norte porteño, rareza enclavada en la riqueza que asombra desde la autopista. Su emblema es un cura valeroso, con pinta de actor de Hollywood, historia trágica, y peronismo puro y duro, tanto en su vida como en su asesinato.
El único donde la calle es un espacio público en el que los chicos pueden andar y jugar con libertad (una utopía moderna).
El de más futuro, con un promedio de edad de 24 años (6 menos que el global), a condición de que los dejen vivir.
El que nutre de trabajadores –con las villas del sur porteño y del conurbano– a una urbe que funciona en buena parte gracias a ellos.
El más creativo, porque sobrevivir a las circunstancias de estos barrios es una obra de arte.
El más resistente: si las condiciones de vida, servicios, etcétera, de la villa se trasladaran a los barrios de Belgrano, Palermo Chico, etcétera, es posible que los habitantes de estos últimos huirían, estallarían, etcétera.
El más inclasificable, porque el barrio aprendió a sobrevivir en base a una cultura que combina ciertas lealtades internas y silencios prudentes. Reciprocidad hacia adentro, y una astucia cada vez más fina para tomar del mundo externo lo poco que parece capaz de darles. Cultura de sobrevivientes, que nos enseña que todos lo somos.
El más organizado. Cada manzana tiene de uno a cuatro delegados elegidos democráticamente por sus vecinos. Forman un cuerpo de más de 100 delegados, que a su vez eligen 10 consejeros, uno por cada sector, que se renuevan cada seis meses. Todos los cargos son revocables, en lo más parecido a una democracia participativa que hay en estas costas.
Es también un barrio trágico. El único periodista asesinado en estos tiempos democráticos (y el caso más grave tras el crimen de José Luis Cabezas), fue Adams Ledezma. Cualquier otro colega (en cualquier circunstancia) hubiera tenido a los medios convencionales (opositores, oficialistas, progres, reaccionarios & afines) en llamas. Salvo que se trate de un villero.
Por lo tanto, como dice R 2, no hay aquí cuentos de hadas. La “R” de su nombre rapero es por Ruli, y el “2” por sus dos mejores amigos, muertos en un enfrentamiento entre bandas de este Barrio Mugica, el más castigado, discriminado y abusado de la zona norte de la ciudad, como ocurre con las otras villas desparramadas al sur. La mayor fortaleza, y la debilidad. Nada es tibio, nada es quieto: todo es palpitación, energía, movimiento.
Don Teófilo Tapia es un histórico de los tiempos del propio Carlos Mugica, y de El Club del Clan (algunos aún le dicen Johnny, como émulo de Johnny Tedesco). Lo de Tapia es la marca registrada del Comedor Carlos Mugica, que obliga a este hombre de 67 años a un horario inhóspito: se despierta todos los días a la 1.30 de la madrugada, para empezar a preparar ollas, platos, y generosidad, para dar el desayuno desde las 4.30 a seres que en otros barrios serían denunciados a la policía, y aquí recuperan la entidad de personas. Los almuerzos empiezan a las 7.30. Si Dios existe, y está despierto a esas horas, debería brindar ayuda a los que tanto madrugan. Tapia es uno de los que conocen la tecnología para repeler militares y demás fenómenos peligrosos, y sobrevivir a todo sin nunca dejar de ser lo que es. Trae mate, unos bizcochos, su cordialidad y paciencia. Y comparte una certeza: “Aquí en la villa siempre está pasando algo”.
¿Quién mató a un periodista?
Sonó el teléfono. Eran las 4 de la mañana. Lo llamaban para ir a solucionar un problema de electricidad. A las 4 y media estaba desangrándose, agredido a cuchilladas. Ruth Torrico, su mujer, llegó alertada por un vecino. Encontró a la policía junto al cuerpo, pero no a la ambulancia que tardó tres (3) horas en llegar. Fue el 4 de septiembre de 2010.
Adams Ledezma, boliviano, 33 años, era delegado de su manzana y se había sumado al proyecto Mundo Villa, motorizado por la oenegé SOS Discriminación. Mundo Villa edita un periódico mensual, y Adams gestaba el lanzamiento de una señal de televisión a través de una distribuidora de cable de la Villa 31. En ese rol venía denunciando diversas situaciones tanto sobre la toma de tierras dentro de la villa, como relacionadas con la compra-venta de drogas prohibidas en el barrio (llegó a anunciar en alguna entrevista que usaría las cámaras de Mundo Villa TV para mostrar a los que llegan al barrio en sus 4×4 y BMW para comprar droga). Todas actividades generalmente adjuntas a zonas del poder, la política, y las fuerzas de seguridad, pero (o por eso) nadie sabe quién mató a Adams. Una línea de investigación busca a un paraguayo prófugo que habría acuchillado a Ledezma por una reyerta personal y callejera.
En el barrio, donde la información boca a boca es el medio de comunicación más preciso desde hace décadas, nadie cree eso. Se habla más bien de un crimen organizado, en el que el paraguayo, siendo o no autor material del hecho, tal vez logre cumplir el célebre papel de perejil. Si continúa prófugo después de tantos meses, no sería por una habilidad escapatoria mágicamente adquirida, sino por cierta protección estructural, que puede venir, según el boca a boca:
De sectores políticos y comunitarios en conflicto por tomas de tierras y manejo de otros negocios internos.
De grupos (no necesariamente ajenos a los anteriores) relacionados con la venta de sustancias ilegales, que suelen estar organizados como una pirámide que empieza en ciertas esquinas de la villa, y nunca se sabe hasta dónde sube.
Segunda muerte
La segunda muerte de Adams Ledezma ocurrió en los propios medios e instituciones que ignoraron masivamente su función periodística, excepción hecha del Foro Argentino de Periodismo (FOPEA), la página Diario sobre Diarios, el diario Perfil, la Relatoría sobre Libertad de Expresión de la Organización de Estados Americanos y Reporteros sin Fronteras, entre otros.
La embajadora boliviana Leonor Arauco intervino en el caso a pedido del presidente Evo Morales. La embajadora declaró: “Creo que lo consideraron un boliviano, villero, un hombre pobre, y eso no les interesa a los grandes medios”. Para Guillermo Mamani, director del periódico Renacer de la comunidad boliviana, se trató de un caso de “racismo mediático”, mientras Ingrid Beck, de la revista periodística Barcelona agregó: “Casi nadie publicó nada sobre su muerte porque no estaba con Clarín, ni con el gobierno, sino trabajando por los vecinos”.
El diario La Nación terminó publicando una autocrítica editorial que tituló “El asesinato del periodista boliviano”, y donde se lee: “Su asesinato permanece impune y el lamentable poco espacio que le hemos dedicado los medios contribuye, en parte, a la impunidad”. Continúa: la impunidad argentina es un producto sin fecha de vencimiento.
Ruth y los zapatos de la Presidenta
“Cuando fue la muerte de mi marido estuve con la Presidenta, que me dijo: no quisiera estar en tus zapatos. Unas semanas después murió Néstor Kirchner. La fui a ver. Nos abrazamos y me dijo: ahora estoy en tus zapatos”.
Ruth Torrico, 38 años, 6 hijos, nacida en Potosí, Bolivia, fue elegida delegada de su manzana tras la muerte su marido. Repartió volantes que la propia Cristina Kirchner hizo imprimir para ella y le llevaron a la villa unos señores de traje en un auto negro. Se puede suponer un obvio kirchnerismo de Ruth, pero en la villa nada es tan obvio: “Yo me pongo en un lugar neutro. Ni Cristina, ni Macri. Porque mañana no va a estar Cristina, ¿y si entra Macri? Tendré que hablar con él. Quiero a la Presidenta, la admiro, he llorado abrazada con ella. Pero nosotros seguimos queriendo urbanizar, que haya cloacas, agua potable, alcantarillado, pavimento, que los niños estén seguros. Hasta el último día de mi vida le voy a reclamar eso a quien sea. Y como no sé quién va a estar mañana, yo no puedo estar con nadie”. Gustavo, otro referente de Mundo Villa, agrega algo que no se sabe si es dato o deseo: “Mucha gente del macrismo se está dando vuelta porque se dan cuenta de que él va a salir, y acá quedan Rodríguez Larreta o Michetti, que no se sabe si van a ganar. No es muy clara la cosa”.
Ruth vive en la casa que compraron por 3.000 pesos con Adams en tiempos de De la Rúa. “La ofrezco como salón de fiestas los fines de semana, a 500 pesos o lo que sea. Y en Mundo Villa me pagan 900. Con eso vivo”. Asegura que recibió amenazas tras el asesinato de su marido: “Me dijeron: ‘gordita te vamos a cortar las orejas si sigues molestando’. Para mí es un tema político el que perjudicó a mi marido. Pero ahora mi vida dio un vuelco. Soy directora de Mundo Villa TV, soy delegada, y hay que poner el pecho”.
Está previsto que el canal comience a emitir en mayo, con programas de entrevistas políticas, de noticias, de música: “Pero yo quiero además hacer un programa de chismes del barrio. El otro día me contaron de un hombre que entró a robar a una casa, pero estaba tan tomado que no se dio cuenta de que iba a robar su propia casa”. El canal tendrá visitas de periodistas televisivos (una señora llamada Santillán, y un señor llamado Panizza). ¿Canal de villa con figuras de los mismos medios que la discriminan? Ruth frunce la nariz: “Es para llamar la atención y que nos miren, pero vamos a poner una escuela y enseñarles a los jóvenes de la villa a hacer sus programas”. Cree que el principal medio de comunicación es otro: “La boca, porque puedes expresarte, decir lo que piensas y sientes. No hay mejor medio que el hablar”.
Hacerse notar
Tapia también es delegado. El sistema es uno de los grandes logros de la Mesa de Urbanización (MU número 26), formada por vecinos, clubes y organizaciones del barrio y motor del plan de urbanización de la Facultad de Arquitectura, dirigido por el arquitecto Javier Fernández Castro.
“Una cosa lleva a la otra” dice Tapia, y de la urbanización pasaron a comprender los líos que representaba la falta de renovación de delegados (trámite electoral que depende de la Ciudad, y venían omitiendo Ibarra, Telerman y Macri en beneficio del punterismo barrial). La demanda de los vecinos se convirtió en corte de la autopista Illia, y provocó la intervención del juez Roberto Gallardo, quien designó al propio Fernández Castro al frente del proceso de normalización. Así el Barrio Mugica pudo elegir a sus actuales representantes, y unificar a las Villas 31 y 31 bis. Se logró también que el proyecto de urbanización se convierta en ley (presentado por el diputado del ARI Facundo Di Filippo) y que la Comisión de Vivienda de la Legislatura porteña tenga un grupo de discusión sobre cómo concretarla.
La Mesa de Urbanización también se llama Mugica. “Lo que impactaba del cura -recuerda Tapia- era lo sencillo, la humildad. Caminaba el barrio, casa por casa, pedía permiso en las reuniones vecinales para estar. Iba sin sotana, en vaqueros, y escuchaba. No sobresalía”, empieza a reírse Tapia: “Y puteaba un montón. Yo era joven, y acompañaba, pero no tanto, en la Juventud Peronista, Ezeiza cuando vino Perón, todo eso. Ahora aparecen cada vez más monaguillos de Mugica”, se asombra Tapia, que no quiere enclaustrarse en el pasado: “Queremos la urbanización. Y la tierra. Cuando vino la Presidenta el año pasado le dimos un ramo de flores y una carta pidiendo que la tierra no se transfiera a la Ciudad, sino directamente a los vecinos. Eso nos junta a todos. Yo trabajo con la Corriente Peronista Germán Abdala, otros están con La Cámpora, otros con la Tupac, otros con la Carrió o con Pino, pero nos juntamos en ese reclamo”.
Tapia les da de comer cada día a unas 700 personas, aunque para eso tiene que estirar las 480 raciones que recibe de la Ciudad. “Me dicen que tengo que echar a los que sobran, pero eso no se hace. No se niega un plato de comida. El día de mañana me ocurre una desgracia y justo está el que le negué algo, y me va a decir: morite, no me diste ni un plato de agua caliente”.
¿Y el macrismo? “Usan el poder para dividir con los punteros. A vos te doy, a aquél no. Es una soberbia absurda. Ahora pintan las casas. Está bien, no digo que no, pero las cloacas rebalsan. Y seguimos sin tener la tierra”. Otro razonamiento obvio, e inusual: “Macri maneja plata que no es de él, es de todos los ciudadanos. Pero los pibes tienen que salir a robar para tener un kilo de azúcar. Si el gobierno pone más para la gente, no va a haber tanta inseguridad. Pero eso es de fondo, y nadie lo arregla”. Tampoco Tapia se conforma con el oficialismo nacional, al que apoya con más resignación que entusiasmo: “No te reciben, no llegás. Algunos se cuelgan de los cargos, otros se acomodan con los funcionarios, viven de eso, y trabajan más para un beneficio personal que para una solución real para todos, ¿se entiende?”.
Prevenir el delito
Víctor Castillo estuvo preso cuatro años por robo. En la cárcel empezó a estudiar Derecho. Cuando salió no lo tomaron como repositor en Coto, por portación de domicilio. Se empezó a entusiasmar con una idea extraña: cooperativismo. Logró seguir adelante, y hoy el doctor Víctor Castillo es uno de los abogados que tiene el barrio, e inspirador de la Cooperativa El Salvador. Habla con voz ronca y un gesto duro, hijo de la calle y la cárcel. “Buscamos darles una oportunidad a los pibes para que trabajen, y no les pase lo que nos pasó a muchos. Eso es prevenir el delito. El pibe que tiene 400 mangos porque trabaja no sale más a afanar. Lo comprobamos”. El lema en la camiseta de la Cooperativa:
Trabajo + Educación = Seguridad.
“Hasta para trabajar tuvimos que salir a hacer cortes de calle. Conseguimos algunas obras y ahora tenemos puestos para unos 30. Hacemos una canchita de fútbol y estamos con lo de la pintura. Al principio no estaba muy de acuerdo, pero veo que a mucha gente le genera conciencia. Piensa que ahora no nos van a sacar, y que si el lugar es más lindo, también vale la pena hacer otras cosas. Y pudimos meter la idea de empezar a hacer arreglos de cloacas, que ya pusimos en marcha”.
El trabajo es con la Ciudad, pero Víctor aclara: “Yo apoyo al proyecto nacional y popular del gobierno de Cristina. Pero creo que muchas organizaciones sociales y políticas que están con el proyecto, son los punteros políticos de hoy porque no nos dejan acceder a los recursos. El filtro ahora son las organizaciones sociales. Si no arreglás con ellos, no hay caso. Entonces, ¿qué cambio hay? Igual yo estoy con el proyecto, pero dejame de joder con el clientelismo. Ojalá siga la Presidente, pero que las cosas cambien para que haya cooperativismo en serio, y autonomía: que no tengas que estar pegado a un político para que te den recursos, sino mostrar tu trabajo”. En la villa se aprende el sutil uso de la palabra “pero”.
Llega Agustín (21 años), uno de los jóvenes que estuvieron viviendo en la calle hasta hace un mes y ahora tiene trabajo en la Cooperativa. Quiere ser actor, cuenta. Ve el grabador, y arma el show ante sus compañeros. Imita a los personajes de Hijitus, de Los Simpson, y a Néstor Kirchner preguntando: ¿Qué te pasa Clarín?
Cristina + Macri
Chacho Mendoza trae puesto un chaleco que dice “Haciendo Buenos Aires”. Es delegado de manzana, hace 25 años funciona como referente barrial, y cuando le señalo el chaleco amarillo, mira al cielo y responde: “La vestimenta no hace al santo”. Otros amigos y vecinos del barrio lo definen con código de diplomacia villera: “Todo bien con él, aunque no estoy muy de acuerdo”. Chacho es de los que reciben a Mauricio Macri en el barrio. “Pero yo no arreo ganado ni personas. Trato de dar soluciones. Mi camiseta es la de Mugica, soy de la rama justicialista. Pero no soy hipócrita: si alguien me ofrece algo, y además me lo da realmente, yo confío. Con el hambre y el trabajo no se juega. Y si ayuda a mejorar la calidad de vida del barrio con pintura, cancha de fútbol, cuatro polideportivos, trabajando contra el dengue, las ratas, las cucarachas, poniendo transformadores eléctricos, y ese mismo tipo era el cuco que nos venía a echar, yo tengo que pensar bien qué hacer”.
Chacho percibe mi confusión: “Usted dirá: cómo se contradice. Pero al que te da de comer hay que respetarlo. No interesa que me llamen no sé qué. Hay gente como (Diego) Santilli que ha dado trabajo a cientos de personas. Si me das, yo te respondo. Los que estaban antes no hicieron nada. Alberto Cortez: Castillos en el aire. Promesa de futuro, de cambio, progreso, ideología, bla bla”. Ciencias políticas según Chacho: “Cobos traicionó a los radicales, traicionó al kirchnerismo, y vuelve a traicionar a los radicales. Muchos hacen lo mismo. Es como el cura: si él peca, los fieles pecan tres veces más. Si los grandes políticos pecan, imagínese nosotros”.
¿Qué va a hacer en las elecciones? “Hay un cuento de un borracho, que para no hacer el voto cantado, cuando metía el sobre en la urna decía: ‘entre mi General’. Yo para Argentina digo: ‘entre Cristina’. Y en la ciudad elijo al macrismo. El kirchnerismo no tiene un candidato acá, y el macrismo no lo tiene para presidente. Yo soy honesto, me la juego por el PRO. No muerdo la mano del que me da comida”. ¿Y si pierde? “No, no pierde, y la que va es (Gabriela) Michetti”, dice mientras lo llaman por el celular, saluda a todos y se va silbando Castillos en el aire.
Culo, teta y diputados
Zulma Moretti no hace rap, pero podría ser uno. Alguna vez pensó en casarse con Dios y ser monja. Pero terminó casada con Jesús, y se mudó a la villa: “Me tiraba lo religioso, pero también ir a bailar, divertirme. Y una vez aquí, por 1990, descubrí la política. La política no es los partidos, es la relación que yo armo con el exterior. Vos y yo estamos haciendo política al hablar ahora. Si no conversás, fracasás”. Zulma y Jesús tuvieron dos hijos. “Me seguía tirando la iglesia, me hice catequista, y los curas villeros me mandaron a recorrer todo el barrio. Se me abrieron todas las puertas. Como hablo mucho, contaba que mi problema era el pozo ciego. Hacíamos pis en un tacho. Y para lo otro, íbamos a la estación de ómnibus. ¿Cómo se hace un pozo ciego? No hay una escuela que te enseñe. Nos enseñaron los vecinos. Eso era la política”.
Zulma se separó de Jesús, vive con sus dos hijos, y es delegada: “Me metí más con los vecinos. Me pidieron que hablara por ellos, con otros. Tengo una cosa con Perón y Evita, pero además, ¿quién me va a dar bola si digo ‘viva Sarmiento’? El peronismo federal es de lo peor. Y del kirchnerismo me enamora ver a una mujer con carácter fuerte y votada por nosotros. Hizo cosas como la asignación para embarazadas, o la ley para trabajadoras domésticas que son buenísimas. No me gusta cuando se ponen patoteros y mienten. Sobre todo con la inflación”.
Zulma hace dos preguntas tremendas: “¿Hay diputados villeros? ¿Hay periodistas villeros en algún canal, en algún diario? No, y eso es porque creen que somos cabecitas negras que queremos planes sociales, vagos, en contacto con los narcotraficantes, y que la cabeza no nos da para más. En los partidos y organizaciones, hasta las de izquierda y las oficialistas, ¿quién va adelante? Nunca el villero. Siempre el político o el universitario. El villero hace número”. Zulma reivindica la acción de la Facultad de Arquitectura. “Pero otros universitarios, intelectuales, fundaciones, oenegés, vienen, ¿y quién manda? Hay un militante villero y otro universitario. ¿Quién da las órdenes, quién lleva la bandera? Y yo digo: ¿por qué?”. Una cosa lleva a la otra, y Zulma razona: “Los que mandan siempre te quieren hacer creer cosas. Yo no sé si la Presidenta nos quiere en serio. ¿Nos va a traspasar las tierras a los vecinos, o todo es una excusa para pelear con Macri?”. Otra lección cultural: “Algo más que aprendí de mis vecinos y compañeros es a contar cosas, pero guardarme lo importante. No podemos decirles todo a todos, porque cuando nos conocen en demasía, nos perjudican como villa”.
Zulma se formó con las monjas como empleada doméstica de alto rango. “Trabajé en casas importantes, me han llevado a Punta del Este en avión. Pero te digo: si me regalan un departamento en Recoleta, yo no me voy a vivir ahí. Amo esta tierra villera, la gente, todo lo que tenemos para hacer. La cuestión es que siempre logran dividirnos. Como el programa de Tinelli, que me perdone, pero bestializa a la gente, culo-teta, culo-teta, para distraerte, y hacen pelear a todos para que suba el rating, y uno elimine al otro. Así es la política. Nosotros tenemos que hacer al revés, no bestializarnos, aprender, que no nos dividan. Ese día, no nos para nadie”.
Ser rugbier, ser villero
La Villa 31 tiene un equipo de rugby que salió campeón 2010 de la zona clasificación del Torneo Empresario de la Unión de Rugby de Buenos Aires, relegando nada menos que a los equipos de Gobierno de la Ciudad, Policía Metropolitana, el HSBC, Danone, el Banco Central, el CEAMSE, y con gran triunfo en la final contra Comahue Seguridad Privada. “El clima en general fue muy bueno, el rugby tiene eso de que te la das adentro, pero afuera todo bien” dice Julián Wald. El Campito V-31, es un club social y deportivo de la villa inspirado por este profesor de educación física, militante social de la Juventud Peronista de los años 80, que volvió a mediados de los 90 y acompañó la resistencia de los vecinos y la huelga de hambre de los curas villeros frente a los desalojos menemistas, hasta que decidió quedarse en 1999: ser villero. Construyó su propia casa con ayuda de amigos y vecinos, así como se levantó El Campito. Julián se casó con una chica del barrio, Nieves. Tienen tres hijos. Fue elegido delegado de manzana por los vecinos, el año pasado. “Hasta los progresistas decían que había que sacar a las villas y poner a la gente en monoblocks. Yo siempre pensé otra cosa, aquí hay algo de los pueblos del interior, la vecindad, las familias que funcionan apoyándose. Lo negativo es obvio: el sistema capitalista explota y margina a la gente. Los explotados y marginados están acá, con todo lo que eso significa”.
Julián cree que hay cambios casi culturales: “En la época menemista se perdieron códigos. Por ejemplo decir: ‘acá no se roba’. Eso se está recuperando. Nuestro trabajo es decir: no se roba ni acá ni en ningún lado. Pero al menos es un principio de un laburo social de integrar a los jóvenes, como hacen también los chicos de El Salvador. Son avances absolutamente importantes”.
El Campito participa en la Mesa de Urbanización, y además es una cooperativa que vende empanadas, pastelería, pastafrolas, miel, y lleva a domicilio compras de más de 40 pesos a cualquier lugar de la ciudad. También armaron una cooperativa para la construcción. Brinda ayuda escolar, legal (con estudiantes de Derecho), de salud (médicos pediatras y clínicos voluntarios se necesitan), psicológica, educación popular con sentido recreativo, tiene un merendero para unos 40 chicos por día y reúne a 60 rugbiers chicos y grandes, 50 chicas y chicos en fútbol infantil, 50 chicas en hockey. Tienen huerta propia familiar y educativa, una canchita de fútbol, y un grupo que se completa con María, Pocho, Marcia, Fátima y tantos más: “Dicen que hacemos muchas cosas, que somos muy diversos. Eso es muy bueno”.
Sobre el barrio Julián advierte: “Los tipos del macrismo, que supuestamente eran enemigos están haciendo más que Ibarra, que Telerman, que el gobierno nacional. Ahora tienen gente propia, cosa que hace poco era impensable. Sin chequera no podrían hacer nada, los apoyan por necesidad o conveniencia”. Julián es de los que creen que pintar coloridamente una casa a la que no le llega agua o donde 8 personas se amontonan en una habitación sin baño pagando alquileres que van de 300 a 800 pesos, no sirve. “Lo central es que nos den la tierra. Ése va a seguir siendo el problema, por más que pinten. Pero bueno, así son las discusiones dentro del barrio”. Agrega que el gran tema es salir del lugar de culpa o de víctima en el que se suele instalar a los villeros. “¿Cómo hacerlo? Aprendiendo a organizarnos, actuar en grupo, respetarnos, estudiar y sobre todo la acción. No sólo hablar: hacer cosas”.
Aclaración rugbier, más allá del celebrado campeonato: “Lo hemos tomado como un asunto de igualdad de derechos. Se juega al fútbol porque no se conoce otra cosa. Empezamos rugby, al año ya había 30 jugando. Ahora queremos construir cancha propia y jugar de locales acá, en la villa”.
Favi, otro de los raperos de la villa que armó grupo con R 2 y Negro C, me cantó una estrofa que toma la vieja frase sobre la pobreza (“estar con una mano adelante y otra atrás”) y la trocó en hip hop y desafío:
No somos criatura ni basura
vos sos el fracaso
olvidado en la cultura
yo sigo dando un paso adelante
con una mano atrás.
El mapa del barrio va mostrando todo lo oscuro y denso: la muerte, la manipulación, la violencia. Pero también organización barrial, vivienda, huerta, comunicación, derechos, cordialidad, merienda, tierra, piquetes, cooperativismo, conversaciones, acción, proyectos, pasos adelante con una mano atrás. Más allá del rugby, tal vez estén naciendo aquí unos nuevos paradigmas de la política: jugar de locales, en cancha propia.
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