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Cosa de negros

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Los Negros de Miércoles. Dicen que entraron por la boca, porque comenzaron tocando en restaurantes que ofrecían menú y música peruana. Ya llevan 13 años dando sabor y ritmo, pero recién ahora grabaron su primer disco, que incluye la voz del actor Juan Palomino.

Cosa de negrosDicen que si no te movés con Los Negros, estás muerto. El veredicto, tan fatal como cierto, corre desde algún miércoles de 1998 y tiene intacto sentido ahora (ahora, en el momento en que este periodista deviene cronista), en un sótano de Congreso donde estos catorce músicos sacánse fotos para su primer cd, tras más de diez años de carrera, mientras vienen y van para todos lados, golpetean el cajón, mueven las maracas y con lo que no tienen, hacen lo que mejor saben: ritmo. La noticia es la del cd, claro, pero hay otra más vieja que enseña que LNdeM cumplen cerca de trece años al frente de la cultura afro-peruana en nuestro país, trayectoria atravesada por premios y negritud, ceviches y colonialismo, oenegés y, otra vez, ritmo. Pero vayamos por partes.
Hay un chiste que reza que, así como los europeos descienden de los romanos, griegos o celtas (entendamos la generalización de los chistes), los latinoamericanos descendemos de los barcos. La broma pierde gracia al recordar la fusión de esas culturas con la de nuestros pueblos originarios y la relación de dominancia que se estableció desde entonces. El caso de Perú es particular, como todos, aunque allí los españoles llevaron africanos esclavizados –no “esclavos”–, como en ningún lugar. La salida al Pacífico, por otra parte, significó también un puente hacia Oriente. No es ambicioso empezar a pensar la música a partir de estos colonialismos: Los Negros de Miércoles, como expresión de la cultura afro-peruana en nuestro país, sintetizan todos estos debates históricos, pero tan actuales.
No hace falta hacer un análisis exhaustivo de sus músicos o instrumentos, de lo que sugieren su letras o representan sus ritmos: Los Negros lo hacen todo tan claro y bien, que no son únicamente músicos, ni el cajón peruano un mero instrumento, ni sus letras tienen algo que esconder. Al revés: si la historia colonial no quiso contarnos –parece que dijeran– hagámoslo nosotros mismos.
 
 
Quiénes son estos negros
 
oda esta teoría suena bien, pero no tanto como la banda: si hablamos de ejemplos, empecemos por Andrés Mandro, el decimista, además sociólogo y vicepresidente de la oenegé África y su diáspora (más adelante ampliaremos). Su quehacer en la banda es tan singular como el del resto, pero Mandro, como militante, interpela desde sus composiciones esa historia que enseña que la décima (o espinela, en referencia al poeta español Vicente Espinel) descendió de los barcos: “Con el descubrimiento del nuevo mundo, los españoles se dan cuenta de que la décima puede servirles para catequizar a los esclavos africanos que habían traido, y combatir sus religiones. Luego, estos esclavos la toman como parte suya, le dan su contenido y la celebran en las fiestas paganas, los carnavales, la usan para brujerías…”. Esta poesía de versos octosílabos, como boomerang de la colonización, ha servido en Perú a modo de denuncia del racismo y la xenofobia sobre la negritud hasta hoy día. Los Negros de Miércoles son una de las pocas bandas que incluyen un decimista en su formación, en complemento con el cantor Luis Mina y los recitados del actor y músico Juan Palomino, una de las últimas incorporaciones.
Así como Palomino (cuyo padre se presenta como una de las referencias de la comunidad afro-peruana en Argentina), los integrantes de LNdeM fueron llegando en distintos años, de distintos modos y por distintos lares. Mandro, si de él hablábamos, había ya formado una asociación de decimistas antes de escapar del Perú por problemas económicos. Un buen día lo entrevistaron en una radio que atendía la cultura peruana y su voz llamó la atención de uno de los oyentes: Hubert Reyes, quizá el más reconocido cajonista peruano, quien tocó en las filas de Mercedes Sosa, Fito Páez, Los Fabulosos Cadillacs, entre otros muchos. Al escucharlo, preguntó: “¿Ese tipo es negro?”. No se trataba, en caso, de un acto discriminatorio sino lo contrario: este oyente buscaba una voz (esa voz) que recitara décimas al compás de su cajón y otros instrumentos. Fue un martes que se encontraron y un miércoles, siempre en 1998, que tocaron por primera vez juntos en el sótano del restaurant peruano Status. Todavía no sabían que se encontrarían con todos estos otros negros de miércoles.
Desde entonces, Mandro se vistió de decimista para, por decirlo de algún modo, bajar la línea política y social de la banda. Primero, reconociendo una identidad propia: la afro-peruana, que es una y es muchas al mismo tiempo; luego, defendiendo la trinchera de la negritud, citando los versos de aquél otro intelectual peruano, Nicómedes Santa Cruz. Por ejemplo, ensaya Mandro:
 
De ser como soy me alegro,
ignorante es quien critica
Que mi color sea negro,
eso a nadie perjudica
Mi pobreza vivo
en forma muy decente
Al amigo y al pariente
pide oído mi tristeza
Si es orgullo si es torpeza
mi modo de ser celebro
Lo tomado reintegro
pago favor con favor
Y si es negro mi color
de ser como soy me alegro
 
Fueron éstas también las ideas que lo llevaron, junto a un colega costamarfilense, a fundar la oenegé África y su diáspora, que hoy debate proyectos y moldea políticas educativas que enseñen esta otra parte de la historia: “La historia oficial de América del Sur habla de triunfadores, y cuando refiere a los africanos y dice que fueron esclavos –no esclavizados– no admite ninguna participación ni aporte, como lo fueron las revueltas y las rebeliones populares negras que también son parte de nuestra historia”. La oenegé, por su parte, nació a modo de respaldar a la comunidad afro-peruana residente en el país y, dice Mandro, “identificar qué cosas de africanidad tienen nuestras culturas”. Así, la idea es dar debate y discusión sobre las secuelas del sistema colonialista, como lo son la discriminación, la xenofobia, el racismo y los prejuicios sobre la negritud en general.
 
 
El que tiene la batuta
 
a historia en Argentina comenzó para algunos cerca de los 80 y para otros más (de Los Negros, claro) recién en los 90. Para Hubert Reyes las cosas (la vida) siempre estuvieron ligadas a la música: del Perú ya vino con propuestas laborales, y no con la idea de quedarse. Status era su lugar en el mundo (en Argentina), donde comía su comida y escuchaba su música. Para muchos peruanos residentes aquí lo fue durante años, incluso Mina confiesa que frecuentaba el restaurante cuando tocaba la primera formación de Los Negros. Pero Hubert extrañaba su música, quiere decir, extrañaba tocarla. “Yo vivía de la música, tocaba en percusión ritmos de rock y lo que me pidiesen pero quería hacer un grupo propio que compitiese con lo mejor de Perú y del mundo”, confiesa Reyes, acaso respetando la exigencia musical que lo caracteriza y lo define como director. Entonces relegó trabajos, “dejé de ganar plata”, dice, y se abocó a dar clases sobre instrumentos de percusión (el cajón, su especialidad), “y dije, bueno, lo que siento es esto, es donde en mis manos salen callos”. Formó Los Negros de Miércoles a fines de aquél 1997 que, con variantes de formación, instrumentos y ritmos, hoy están cumpliendo más de 13 años y celebrando su primer cd: “Hace poco me dijeron: ´Hubert, pero tú quieres hacer siempre el mejor disco, empieza por uno´. Y tenían razón, había que comenzar”.
Luis Mina es el cantor, dijimos, anexado a la banda acaso tiempo después de esos primeros largos años de los que sólo se conservan Reyes y Mandro. Nunca imaginó que integraría Los Negros cuando los miraba del otro lado, como espectador, en aquél mítico sótano de Status. Tampoco sospechó que la música sería su vida cuando apenas era un bailarín de salsa (el tercero en Argentina, aclara) y era invitado a un festival folklórico en Misiones: “Yo estaba cantando en el camarín, y uno de los directores del evento me oye. Me dice que estaban buscando una banda de salsa para acompañar a Celia Cruz cuando viniese a la Argentina. ¿Quieres estar?, me dijo… ¡¿Cómo!?”. (La gracia que da el tono de Luis es ireproducible en la linealidad del texto escrito). Lo cierto es que allá fue, tuvo su Gran Rex junto a Celia y todo empezó a dársele en el camino de la música. Para el recital siguiente en Santiago de Chile, los productores de Celia Cruz contrataron a un joven prometedor cajonista: un tal Hubert Reyes. Luis lo conocía como espectador de Los Negros. “Estando en la gira, charlando, a mí se me ocurre cantar el tema Yolanda, de Pablo Milanés, en tiempo de son. Eso le encanta a Hubert y me invita a hacer la versión con Los Negros”. En ese entonces era Dante Mejía quien entonaba los festejos y las zamacuecas peruanas, pero al tiempo dejó la banda y Luis quedó a cargo de la voz de Los Negros de Miércoles.
 
 
La música entra por la boca
 
ientras tanto, la música afro-peruana, de a poco, iba ganándose un espacio, primero en sótanos de restaurantes, luego ya con espectáculos propios. Francisco Huichi, flamante saxofonista de la banda y guía en esta nota, además productor del flamante cd, tiene una teoría: la música afro-peruana entró por la boca. Luis refiere anécdotas que explican un poco esta desvariación de los sentidos: “Al principio, en Status, la gente que iba a comer era la misma que se enteraba que había música abajo… y bajaba. Y se llenaba. Todo fue boca en boca. ”.
Pero tanto la música como la gastronomía afro-peruana debió ir salteando prejuicios: Reyes, Mina y Mandro coinciden que en ese entonces, fines del siglo 20, la cultura afro-peruana no estaba todavía difundida. Algo cambió: “Ahora, por Congreso y Abasto, encontrás montón de restaurantes peruanos donde se come y se escuchan bandas”, dice Luis. La comida peruana (que conlleva nota aparte en la página 19) es acaso una mixtura de sabores de oriente (los pescados crudos, por ejemplo, hablan de eso) y otras mezclas que no son sólo gastronómicas. La música afro-peruana, de hecho, y por definición, es la fusión entre ritmos africanos (representada en las percusiones, por ejemplo), españoles (guitarras) y otros propios originarios (cajón peruano). Incluso Los Negros, lejos de recelar esta mixtura de culturas, siguen experimentando: el caso de Huichi y su saxofón habla de la incursión de los vientos en la música afro-peruana y la versión que de ella dan Los Negros. Dice Luis Mini al respecto: “En algún momento comienza también a funcionar nuestra historia de acá, la que vivimos en Argentina. De hecho, hay músicos argentinos, sumamos el saxo de Franciso, por ejemplo… Son ingredientes que le van dando sabor al grupo, que entienden que la fusión está aceptada y llega un momento que tu cultura es también otra cultura”. Pero entre estas mixturas, y ya que hablamos de colonialismos, piden Los Negros dirimir una histórica puja entre españoles y peruanos sobre el cajón. El relato que remiten data de los años 70, cuando Paco de Lucía viajó a Perú para un espectáculo folklórico autóctono y quedóse impresionado por ese instrumento de percusión. Cuenta Mandro: “Cuando vuelve, luego invita a un par de músicos peruanos, entre ellos a un cajonista. Allá la gente queda tremendamente sorprendida. Desde ahí, lo adaptan para el flamenco, le hacen unas variantes, tiene otras dimensiones, pero el cajón es autóctono del Perú”. Le creo a los negros de miércoles.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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