El periodista Juan Carlos Martínez hilvana la investigación que realizó durante varios años sobre Ernestina Herrera de Noble y sus dos falsas adopciones.

No sólo los memoriosos recordarán que en la tapa de este número se hace referencia a un viejo verde. Aunque por otros motivos, en este momento nos interesa otro espécimen al que se le puede aplicar el mismo término en su acepción más cruda: un hombre cercano a los 50 años al que un amigo le sugiere lascivamente: “Vaya a ver a la Marinerita, no se va a arrepentir”. La Marinerita es una bailarina de flamenco de 25 años que deslumbra en los tablones de la calle Corrientes y este señor es nada menos que Roberto Noble, fundador del gran diario argentino. Noble prende un habano y atraviesa todo el salón de El Tronío hasta la zona de los camarines. La Marinerita no podía sospechar que en pocos días estaría trabajando como cajera en las oficinas de Clarín; mucho menos que años después se convertiría en Ernestina Herrera de Noble.
Roberto Noble muere en 1969, víctima de un cáncer. Siete años después, Héctor Magnetto –ya muy bien posicionado dentro del grupo– reclamaba: “A la viuda hay que ocuparle los días con algo”. Es fama que los días de la viuda fueron ocupados con dos chicos que no le correspondían. “Robó dos niños con altísimo grado de probabilidad de que sean hijos de desaparecidos durante la dictadura militar. Falsificó las actas de nacimiento, les quitó su identidad, ofreció testigos falsos, dio un domicilio donde no vivía, los anotó con el apellido paterno de un muerto. Hace 35 años que cometió esos delitos y casi una década que obstruye todo intento por someter a Marcela y Felipe Noble a los análisis de ADN”. Así comienza el libro escrito por el periodista Juan Carlos Martínez titulado La Apropiadora, en el que recopila y une las pistas y los datos sueltos de esta historia, con esa prolijidad y sencillez que siempre convino al periodismo de investigación.
La tortuga judicial
Según la minuciosa guía que se puede consultar en el libro, el primer registro de pleito judicial por esta causa data de agosto de 1995, fecha en la que se acusa a Ernestina por la falsificación de las actas de nacimiento de Felipe y Marcela. El polémico dirigente Guillermo Patricio Kelly reitera luego una denuncia que no prospera. Es el juez Roberto Marquevich quien el 17 de diciembre de 2002 atiende a una acusación de las Abuelas de Plaza de Mayo y ordena la prisión para Ernestina diciéndole: “Señora, usted se robó dos chicos”. Días después Noble publica su famosa carta en la que confiesa: “Muchas veces hablé con mis hijos sobre la posibilidad de que ellos y sus padres hayan sido víctimas de la represión ilegal”. Martínez: “Cuando da semejante dato público, creo que lo da por dos razones: se arriesga a decir eso porque sabe de dónde vienen los chicos; y segundo, porque cree que tenía un grado de impunidad que le duraría toda la vida”. A Marquevich lo sacaron del cargo en tiempo récord: en 2004 el Consejo de la Magistratura lo destituyó por haber detenido a Ernestina “en forma arbitraria”. Es el activo juez Conrado Bergesio quien pone la causa en un freezer por 8 años. (Por evidencias de este tipo, para Martínez el Grupo Clarín es “un cuarto poder dentro del Estado”.)
Fue la jueza Sandra Arroyo Salgado quien levantó el polvo de los expedientes. Sigue Martínez: “Y ahora llegamos al 17 de junio donde se produce un giro de 180 grados: Marcela y Felipe deciden hacerse los análisis para buscar compatibilidad genética con 246 familias de desaparecidos. No sé que pasará con los resultados. ¿La Noble y sus abogados tendrán la certeza de que en el banco de datos no están los padres biológicos? ¿Tendrán dentro alguien que haya hecho los exámenes con anterioridad?”. Martínez señala un dato: la ex directora del Banco Nacional de Datos Genéticos Ana María Di Lonardo fue denominada en una nota de Clarín como “perito de parte” en el caso de la familia Noble, situación que la propia Di Lonardo desmintió en una entrevista con Martínez, quien dice: “En este punto cualquier hipótesis es posible: han comprado al ex juez Gabriel Cavallo, por ejemplo, que durante su gestión como juez recuperó algunos chicos y a partir de mitad del año pasado trabaja junto al ejército de abogados que tiene la Noble. Se pasó del otro lado del mostrador: ahora está jugando para una apropiadora. Cabe la posibilidad de que lo haya hecho por razones de pesos”.
Matemáticas de la impunidad
Juan Carlos Martínez terminó el sexto grado de la escuela primaria y rápidamente pasó a trabajar en “esas universidades que eran las redacciones de los diarios, y sobre todo en pequeños diarios que se hacían a pulmón. Tuve tíos que estaban el Partido Socialista. Yo me formé en ese clima crítico: crítico del personalismo, del autoritarismo”. Durante la dictadura trabajó en varios medios de La Pampa y también en el diario Río Negro como secretario de redacción. En esos años comienza a investigar los secuestros y conoce a la Madre de Plaza de Mayo, Nora Cortiñas. En el 82 –trabajando como periodista en Italia– publica la primera lista de argentinos que pertenecían a la hoy extinta logia masónica P2 (Propaganda Due), entre los que se destacaban Massera, Lastiri y López Rega. Toma contacto con Amnistía Internacional y divulga una lista de 65 campos de concentración en nuestro país. En el 83 conoce en España a Matilde Artés, situación que derivará en su libro Abuela de Hierro –publicado en 1996– que narra las peripecias de Matilde por Europa y América para encontrar a su nieta Carla. “Había sido apropiada por Ruffo –agente de inteligencia y miembro de la Triple A– por un operativo en Bolivia que terminó destinándola a Argentina gracias a los tejidos del Plan Cóndor. Matilde hizo una búsqueda muy intensa. Volví a Argentina, me sumé a la búsqueda y finalmente Carla fue recuperada en el 85 por la lucha de las abuelas”.
Hoy, este veterano periodista dirige el periódico independiente Lumbre –fundado no casualmente en el 2001, con más de 100 números de vida– desde el cual impulsó sus primeras investigaciones sobre los hijos de Noble. “En el caso de los hijos de Noble, la primera entrevista la hacemos en el 2009, al juez Marquevich. Ahí empecé a madurar la idea de recoger en un libro todos estos testimonios. Yo digo que no hay muchas originalidades en el libro, pero lo hice para que quede registrado, es un modesto aporte para la búsqueda de la verdad. Estas cosas en algún lado tienen que quedar”.
El número de nietos recuperados hoy es de 103. Martínez publica en su libro unos cálculos que ubican a la justicia argentina entre los serios candidatos al próximo récord Guiness, en la categoría “lentitud”: “Los mismos jueces que entregaron chicos a los apropiadores, hoy integran tribunales que deben juzgar esos delitos. Si este promedio se mantuviera, se necesitarían 10 años más para recuperar otros 30, con lo cual en 2020 tendríamos 130 identificados; en 2040 alrededor de 190; en 2080 serían 310. Es decir, más de un siglo después de comenzar el plan sistemático del robo de bebés, sólo la mitad de las víctimas estarían en condiciones de conocer su verdadera identidad. El último de los identificados tendría entonces más de 100 años.”