Fernando Saccheri y Rafael Sucheras. Un dúo acompañado por una banda de cómplices recrea el folklore urbano con ritmo propio. Una trayectoria que va de la calle al escenario, ida y vuelta.

A Fernando El Tano Saccheri y a Rafael Sucheras los descubrí cuando ellos estaban arriba de un escenario y yo sentada en una butaca. Aquella noche en el Payró, El Tano nos arrullaba con su voz cálida, Rafa se lucía en el piano y dirigiendo a Los Héroes en Zapatillas, que con batería, bajo, guitarras, bandoneón, coro y percusión formaban la banda de cómplices que los acompañaban. Así sembraron el ambiente de zambas, algún rock, algo de candombe, un poco de huayno, chacareras y toques pop. Así nos trasladaron a nuestra infancia, nos hablaron de revoluciones, de amores pasados, de una mujer y de un presente lleno de esperanza.
En el devenir de aquella jornada me enteré de que teníamos amigos en común. Esa señora que estaba sentada en primera fila y a la que ellos le dedicaban la canción lamada Kika era Hebe de Bonafini, y aquel señor que aparecía en el único video que realizaron era Hugo López, nuestro Hombre de lavaca.
Pero no se crean que el escenario es la noticia, es sólo la excusa para revelar lo que hay detrás y afuera. Lo interesante es el proceso que los llevó al lugar en donde se paran para crear con alegría.
Cosa de locos
El Tano nació en Lanús hace unos 35 años. Como la mayoría de los niños crecidos en el siglo pasado fue a un colegio estatal y como la mayoría de esos chicos, soñó con ser futbolista. Hasta que llegó la edad de elegir. Rondaba los 18 años y era la época que estaba de moda hacerse el test vocacional. El mejor lugar que le recomendaron para que lo orientaran funcionaba en un manicomio (cualquier parecido con un sketch de Capusotto es pura coincidencia). Sin embargo, caminando por los interminables pasillos de aquel hospital psiquiátrico se encontró con un cartel que trazaría la línea de su vida: Frente de Artistas del Borda. “Es un espacio que labura para la desmanicomialización dentro del hospital, en contra del encierro, por los derechos humanos en la salud mental, tomando el arte como elemento de transformación. Fundamentalmente, rompe imaginarios en contra de la locura”, resume El Tano. En ese contexto conoció a Hugo López (honorable integrante de La Colifata) a quien define como un genio.
Aquel cartel, entonces, delineó su futuro: “En ese momento estaba leyendo mucho sobre el Teatro del Oprimido, pero allí supe que no quería trabajar en nada que me liquide, deseaba hacer algo con la música y el arte. Y decidí ser músico callejero”.
El Tano convirtió la calle en su trabajo y tomó el bondi como escenario. Durante cada día de casi cinco años cantó junto a los pasajeros, bromeó con los transeúntes y se divirtió. Pero confiesa que hubo un momento que dejó de disfrutarlo: “Era muy desgastante, porque la gente no te venía a ver a vos. Yo subía al bondi y si estaba en un día bajón y de repente una señora me miraba mal, me arruinaba la jornada, porque además ese gesto repercutía en la gorra”. El mensaje de esta anécdota es tan simple que tal vez por eso ningún economista se atreva a revelarlo: sin alegría no hay producción.
Mientras tanto, comenzó a participar en el Borda como tallerista; luego le ofrecieron la coordinación de un taller de música. Hizo cantidad de festivales con artistas internados y externados. Siguió su tour por la música. Formó el Dúo Contrapunto, de palabra y voz, con el que ofrecían espectáculos de música y poesía latinoamericana. Grabó un demo que le llegó a Andrea Madariaga, prensa de varios artistas. Transitó el mano a mano, es decir, hizo el recorrido de las cosas que gustan. Cayó en las garras de Acho Estol (uno de los gestores de La Chicana) y apareció la propuesta de grabar un disco con sus composiciones, bajo la producción artística de Don Estol.
Al cd le pusieron un nombre con el que muchos todavía soñamos: Manos que aún deshojan margaritas y fue realizado con gran parte de los músicos de La Chicana. La última canción está dedicada a Hebe de Bonafini. Me cuenta El Tano: “Estoy hace años trabajando como productor en el programa de radio Pariendo Sueños, con Hebe. Para mí Las Madres, con Hebe a la cabeza, son una de las organizaciones más revolucionarias del mundo. Mucha gente no sabe que a Hebe la llamaban Kika. La idea de la canción es mostrar simbólicamente lo que significa la mujer en términos revolucionarios”.
El Tano estira sus piernas interminables, mira cómplice a su actual compañero de fórmula y sentencia el sentido de su trabajo: “Tener un disco editado no es lo importante, lo interesante es que te obliga a otra cosa: a defenderlo y a seguir tocando”. El Tano me cuenta que una vez editado el cd, quedó solo con su guitarra. Y es aquí donde aparece Rafa en su vida.
El encuentro
Rafa tiene 31 años y nació en Estados Unidos. Es hijo de un músico de jazz (Ángel Sucheras) y de una actriz (Nené Alessio). Tenía un año cuando sus viejos volvieron al país. Pasó su infancia en Las Leñas entre montañas, horizontes y juegos. En su adolescencia se radicó en Buenos Aires y comenzó a estudiar piano. Creó un dúo con Santiago Barboza, el guitarrista de la banda que ahora los acompaña en sus shows, tocó jazz, conformó un grupo de música electrónica en vivo y a su vez se metió en producción.
En eso estaba Rafa cuando su novia se fue a compartir la casa de El Tano. En aquellos días Saccheri andaba por España y Rafa había asistido a una reunión en el nuevo hogar de su compañera. De repente escuchó algo que lo cautivó. Le preguntó qué era lo que estaba sonando y ella le respondió: Fernando Saccheri.
Cuando El Tano volvió de su viaje, comenzaron a construir esta nueva dupla. Rafa fue el encargado de convocar con un simple “yo conozco” al resto de los músicos que conforman los llamados Héroes en Zapatillas. Sin prisa, pero sin pausa, los chicos no piensan grabar un disco por ahora.
Rafa: “Es mucho desgaste y además no creemos que sea el medio necesario para que las canciones salgan a la luz, ni para ser escuchadas”.
El Tano: “Primero queremos consolidar las nuevas composiciones y la banda. Estamos trabajando de manera horizontal y no queremos supeditar este momento por planificar un cd”.
Folk urbano
Recapitulemos: sus historias no tienen nada en común. El Tano viene de un palo, Rafa hace otro tipo de música, pero juntos reúnen todos los ingredientes para que suenen únicos. Se atreven a pasar del rock a una chacarera, de una milonga a un candombe, de un huayno medio adaptado a una zamba con la dosis justa de pureza, frescura y cotidianidad. Es así que el momento más incómodo con el que se enfrentaron fue cuando les preguntaron qué tipo de música hacían. El Tano cuenta que siempre contestó por la negativa “lo nuestro no es folklore ni es música rioplatense”. Hasta que hace poco la respuesta llegó de la boca de Teresa Parodi: “Ustedes hacen folklore urbano”, señala el Tano, y Rafa concluye: “Además de hacernos una devolución muy linda sobre lo que hacíamos: nos salvó la vida”.