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Recontra fest
La fiesta del Contrafestejo. Cada 12 de octubre se adelantan a festejar la cultura originaria con un festival autogestivo que año a año crece en calidad y cantidad. Un éxito sin autores.
La Santa María, la Niña y la Pinta. El descubrimiento de un Nuevo Mundo. ¡Tierra!, el grito jubiloso. Colón & compañía llegan a territorios desconocidos y se produce la unión de dos mundos. Los manuales relatan la historia desde la partida del Puerto de Palos, la llegada a un lugar al que por error llamaban Las Indias y el aporte cultural del Viejo Mundo a estas tierras pobladas por salvajes. El punto de vista del conquistador es el que impera. Día de la Raza, ¿o Día de la Razia?, que según el diccionario de la Real Academia Española es la “incursión en un país enemigo y sin más objeto que el botín”.
Para rescatar el verdadero sentido de este feriado de octubre se despliega desde hace cuatro años el Festejo-Contrafestejo, un encuentro que convoca a cada vez más gente y que propone no olvidar que alguna vez, de este lado, existió algo distinto.
Otra fiesta
Música de raíces latinoamericanas en vivo, comidas regionales, charlas, talleres, son las actividades que suceden en el Contrafestejo y que atraen a multitudes. Luciano Ramos, un joven músico de largas rastas, es el principal impulsor de esta movida con identidad propia. Un grupo de cinco personas aporta su tiempo y entusiasmo para coordinar la celebración anual autogestionada. “Unidad en la diversidad es la frase que sintetiza el espíritu de este encuentro. Todos por igual y nadie por encima, que cada uno sea como es y deje al otro ser como es. Si bien esto tiene que ver con los días previos al 12 de Octubre y a la llegada de los españoles a América, una forma de repudiar esa invasión y valorar las culturas originarias de América como culturas distintas, tenemos en claro que no queremos que quede en un espacio que tenga que ver solamente con pueblos originarios. Es un encuentro de contracultura, que valora las actividades culturales que vayan en contra de la cultura dominante”, sintetiza Luciano. Bandas como Orkesta San Bomba, Guaia mestiza, La Chicharra, Todopoderoso Popular Marcial; grupos de sikuris como Ayllu Kay Pachamanta y Churay Churay; el ballet Amerindia; clases de cultura e idioma quechua y mapuche; stands con producciones independientes; un taller de autorreparación de bicicletas; charlas de trabajo social con culturas originarias, formaron parte de la programación de este año en el Parque Avellaneda.
En cuanto al éxito de público, Luciano asegura: “Es algo que está haciendo falta, por eso viene mucha gente, como en la FLIA. No se puede cubrir desde espacios oficiales porque el contenido es políticamente incorrecto, cada vez más gente tiene estos intereses, acerca de pueblos originarios, salud alimentaria, un estilo de vida más digno, luchas sociales. En nuestro caso es un trabajo de mucha organización, nos gusta hacer las cosas profesionalmente, que el espectáculo esté buenísimo y que la entrada sea gratuita”.
Otra historia
El primero fue en 2007 en el Centro Cultural del Sur. En ese momento, Luciano era el cantante de Imperio Diablo, y decidieron hacer un recital junto a otras bandas, en el marco del 12 de octubre, aunque sin demasiadas pretensiones. Al año siguiente repitieron la experiencia, pero esta vez invitaron a más bandas, se armaron puestos con venta de productos independientes y participaron alrededor de 500 personas. En 2009 se mudaron de Barracas al Parque Los Andes, en Chacarita, instalaron escenario y sonido y fue un paso importante para la solidez de la organización del festejo, que sumaba la convicción de que era algo más que un festival de bandas o una feria, que había un contenido que pasaba por la difusión de un movimiento de contracultura en varias de sus formas. El boom multitudinario se produjo en 2010, cuando unas cinco mil almas recorrieron el Parque Avellaneda, en Floresta. Cuenta Luciano: “Fue una muy buena experiencia, salió todo bien, lo que se hace con esta vibra tiene este resultado”. El parque tiene una particularidad: en su gestión participan actores culturales que son vecinos, una agrupación de teatro callejero, murgas, tienen voz y voto dentro de cuestiones del centro cultural. Los vecinos de Floresta tuvieron mucho que ver con darle vida al parque, luego de años de abandono por parte de la administración oficial, por eso se ganaron el derecho a intervenir en forma directa en la toma de decisiones y es en la actualidad uno de los espacios verdes mejor cuidados de la ciudad.
Otra forma
¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Quién lo organiza? Cada vez que le hacen estas preguntas, Luciano se enorgullece cuando responde que no hay entidades, ni organismos oficiales, ni oenegés. Hay gente. Enumera las ventajas que encuentran en esta unión espontánea de voluntades: no dependen de nadie, el festival es itinerante, toman sus propias decisiones y lo hacen a su manera. “La mayoría de la gente que va no sabe quién organiza, queda como algo anónimo y la gracia está en eso. No me da plata ni prestigio, me da placer”. La difusión la realizan mediante las redes sociales y prescinden de afiches y volantes, para no usar papel y evitar gastos de imprenta.
Luciano vivió durante su adolescencia en el Barrio Illia, muy cerquita del Barrio Charrúa ubicado en Nueva Pompeya, en el que predomina la colectividad boliviana. Junto a su madre y sus hermanas, asistía a la fiesta de la Virgen de Copacabana y ahí surgió su fascinación por la cultura andina, sus costumbres y sus ritmos musicales. “Luego quise irme de viaje a conocer Sudamérica, ver ese mundo que lo tenemos en Buenos Aires pero está invisibilizado, prohibido, oculto, tildado de negro, sucio, malo, pobre. Al comenzar a hacer música andina, me empecé a vincular con gente que tenía que ver con ese mundo, no sólo con la música sino con la cosmovisión. Y conocí personas que se abrieron, porque puede haber recelo si sos blanco y tenés cara de gringo, ¿cómo vas a hacer música andina? Por suerte no siempre te ven así y tuve contactos muy valiosos de los que aprendí mucho y nos ayudamos mutuamente”.
Integra la banda de bronces (instrumentos de viento) Todopoderoso Popular Marcial, luego de la disolución de su grupo anterior, Imperio Diablo. Su apodo es “Choque”, un apellido típico boliviano. Se lo ganó porque es de temperamento inquieto y en su afán de hacer cosas, a veces se las lleva por delante.
Otra vuelta
Para los próximos contrafestejos espera seguir transitando por el camino de la autogestión y que más personas tengan interés genuino en los temas que invita a conocer sin prejuicios: “Yo vengo lidiando con lo que algunos me dicen cuando les cuento de qué se trata: ‘Ah, eso es de hippies’, que es una forma de desvalorizarlo con una mirada conservadora. Tengo rastas, ando en bici, por eso suponen que soy hippie. Este encuentro tiene que ver con una forma de vida más digna, la alimentación, los derechos humanos. Todo eso lo meten en una bolsa, y piensan que no vale nada porque es re colgado, desorganizado. Y en realidad lo que estamos haciendo en cada contrafestejo es generar otra forma de ver las cosas”.
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Loncopué, Neuquén: Elecciones de vida
Loncopué quiere votar “No a la minería”. A 300 kilómetros de la capital de Neuquén, los vecinos se organizaron para resistir el desembarco de un proyecto minero chino. Comenzó con una maestra, un cura y un abogado y terminó reuniendo en asamblea a políticos oficialistas y opositores, estancieros y sindicalistas.
Texto: Sergio Ciancaglini
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Oración de la Virgen Barbie
Ya no quiero ser la Virgen Barbie.
Ya no quiero ser la patrona del racismo
ni la protectora del capitalismo.
No quiero ser la Virgen Barbie.
No quiero enseñar a las niñas
a odiar sus cuerpos morenos.
No quiero ser nido
de prejuicio, insultos y complejos.
No quiero ser la Virgen administradora
y santificadora de privilegios.
No quiero hacer milagrosos matrimonios
ni encontrar príncipes azules
tiranos, celosos y violentos
para mujeres ilusionadas,
ingenuas y equivocadas.
No quiero ser perfecta, ni virtuosa
No quiero ser modelo de belleza,
No quiero mirar la vida
desde arriba de un altar.
No quiero juzgar a nadie
ni tampoco tener el derecho de perdonar.
No quiero ser yo.
Quiero ser otra distinta.
Alegre, amiga, defectuosa,
imperfecta y amante…
pisar con mis pies el piso,
pasear por la ciudad,
bailar en las calles.
Que detrás de mí
el capitalismo se derrumbe
y pierda hasta los dioses
y las vírgenes que lo sustentan.
Que detrás de mí
se desmorone el racismo
y el color blanco que lo sustenta.
Que los úteros de las mujeres blancas
puedan parir hijas morenas.
Que las morenas tengan hijos rubios.
Y que el amor y el placer nos mezcle
y nos mezcle y nos mezcle.
Hasta diluir todas las estirpes de nobles,
de patrones y de dueños del mundo.
No quiero ser la madre de dios,
de ese dios blanco civilizado y conquistador.
Que dios se quede huérfano
sin madre ni virgen.
Que se queden vacíos los altares
Y los púlpitos.
Yo dejo este altar mío.
Los abandono por decisión libre.
Me voy, lo dejo vacío.
Quiero vivir, sanarme de todo racismo,
de toda condena, de toda dominación.
Quiero sanarme yo misma
y ser una mujer simple.
Ser como la música que solo sirve
para alegrar los corazones.
He descubierto que para ser feliz
solo hay que renunciar a tus privilegios,
a tus virtudes y perfecciones.
Proclamo la inutilidad de los privilegios.
La tristeza de los altares.
La muerte del capitalismo.
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