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Mu51

Ágora

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Crónica desde el más acá.

¿Dónde queda Parque Centenario? La locación geográfica es cosa de mapas y de paisanos de la zona.
Yo pregunto otra cosa.
Calor, calor de sol citadino, que brilla y quema hasta el upite (palabra olvidada si las hay…). Eso siento mientras camino entre la horda perezosa.
Rápido: Parque Centenario es feo. Mestizado entre el potrero árido y el verde indeciso, entre veredas coquetas y franjas de ilustre y decrépito embaldosado y decorado por muuuuuuchos perritos.
Perritos, solos, con dueños, indecisos, libertinos, pasados por peluquerías que ignoran (como los perritos) el sentido del ridículo, perritos despeinados, tristes, encerrados, chochos, abombados (otra palabra olvidada).
Además, gente en el Parque Centenario. Mucha camina y otra no. Algunos miran, otros compran, otros venden. Nada novedoso después de todo.
5 millones de puestitos
¿Es esta el ágora porteña del llameante 2001?
Puestos de casi cualquier cosa. Puestos especializados y puestos diversos.
Una señora de sonrisa amable e inhóspita exhibe en su puesto un inodoro evidentemente usado, con un módem apoyado en un borde y un libro (no me atreví a ver de qué) en otro.
Versatilidad de la economía popular: Güttenberg más web más los indescifrables caminos de la materia…
Un señor gordo y transpirado, mantero contemporáneo, muestra pilas, pilas variadas y multicolores, sueltas, en paquetes, en rollos, 3 (tres) pares de zapatos, una valija con ropa revuelta (y para mí usada hacía un ratito) y… un oso peluche con una mugre épica.
Un sector VIP de artesanos, fresco, prolijo, amplio, con dientes que rechinan de bronca ante la marea de puestos que los rodea. Están enojados. Les sugiero que el rejunte de chafalonías les trae más gente. “Sí, pero la gente no sabe y se confunde”, me dice uno con tono magisterial.
¿Sobre qué se confunde la gente? ¿Sobre el peluche de mierda que vi?
Curiosa paradoja posmoderna, los artesanos devenidos en élite iluminada.
Una plazoleta en la zona artesánica y un cartel pasacalle que dice PCCC , colores rojo y amarillo y la vieja hoz y el martillo. Y al lado, pegadito, un cartel de Él y Ella y el título: La fuerza del amor.
¿Todo el poder a los soviets?
Sobre la calle Marechal una zona “culta” donde se amontonan libros… ¡al sol!
Los hijos de puta tienen los libros al sol, como si fueran tomates.
¡Al sol!
Al sol, me repetía una y otra vez, mientras lloraba en los brazos de un señor que vendía alicates (le compré 2) que a su vez le explicaba a una flaca que vendía ensaladeras horripilantes y un retrato de Jesús que yo era un alma sensible y, posiblemente, idiota.
Otro señor exprimía tres naranjas azotándolas con una suerte de garrote vil entre moscas entusiastas por incorporar vitamina C y lo vendía en jugo por 7 pesos K.
Curioso: muchas mujeres atendiendo, muchas mujeres, señoras que no estaban castigadas por las inclemencias nacionalistas de ser boliviano o paraguayo o peruano o argentino pero de los de allá.
No señor, jóvenes y señoras (algunas ligeramente paquetas) con su reposera y su puesto de cualquier cosa demarcando su origen prolijamente europeo. Que la hermandad latinoamericana está bien, pero no abusemos ¿eh?. Alguna pobre nunca falta, viste como son. Pero de ninguna manera el pobrerío pichulero.
¿Qué pasa acá?
La gente vende cosas invendibles. La vida es un oxímoron.
Radiograbadores a querosén, lapiceras Parker pluma cubierta que ya no funcionan, wincofon roñosos que han muerto hace mucho, retratos que no le importan a nadie, prismáticos sin lentes, pingüinos de bar y cosas que ni siquiera se sabe qué son.
Y en la parte potreril de parque Centenario, entre árboles podados con la pericia de un mamut, Metal Centenario.
Al grito de Metal para Todos (lo juro), 4 flacos mal alimentados arrancan con un entusiasta y metalúrgico asesinato de corcheas y fusas. Un morocho de prolijos pelos parados, anteojos oscuros, tatuajes al tono y media botella de plástico llena de nitroglicerina baila entre los ¿músicos? mostrando media raya del culo, ajeno a las apreciaciones estéticas y los misterios de la danza.
Algunos pibes más se sacuden junto a un señor y una señora veteranos (unos 50 y pico), vestidos como rockers pauperizados, desinformados respecto de su DNI y de que los 70 ya fueron.
Hay gente que sale poco.
Sobre el centro del monstruo plazoteril, rejas abiertas, gente sentada que busca algún sentido al descanso, mucha mugre (¡mucha!) y un bebedero que regurgita agua, pero rodeado de un profundo olor a pis.
Los días insurreccionales ¿dónde están?
Rodeado de gatos indolentes y sobradores, el museo de Ciencias Naturales, gordo y feo como Moria Casán, bosteza aburrido de la inconsistencia urbana.
Los días del burgués esclarecido están en marcha.
Y yo sin plata.

Mu51

Se fueron todos: la ex Esma

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Visitas guiadas, muestras, talleres, canales de tevé y una escuela de música son, entre otros, los espacios de vida que mataron a la muerte en el predio donde funcionó uno de los centros de exterminio de la dictadura. Qué funciona y qué falta poner en marcha.
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Comarca de pie

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De Lago Puelo a El Bolsón. Más de tres mil personas se movilizaron contra proyectos que afectan sus vidas en la mayor protesta que se recuerda en la región. Vecinos que se organizan para rechazar la especulación y la corrupción. Con una consigna: “el poder está en nosotros”. Se atreven hasta a dar vuelta a Borges: “No nos une el espanto, sino el amor”.
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Mu51

Pensar en movimiento

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Atenas angustiada por la bancarrota. Madrid movilizada contra las privatizaciones y los desalojos. Dos ciudades que se rebelaron contra banqueros y políticos gritaron que “se vayan todos” en clave 2011. Ahora se enfrentan a otra etapa de la misma batalla y se convierten para la mirada argentina en un espejo que proyecta luz.
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LA NUEVA MU. La vanguardia

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