CABA
Apuntes sobre lo Pichot
Malena Pichot. Blog, Youtube, MTV, stand up, radio, tele y twitter: en sólo 3 años cosechó fama con su Loca de mierda. Nacida concheta y criada en Puán, es la expresión de una nueva sensibilidad feminista: cruda y sin víctimas.
Muchas cosas en el mundo carecen de nombre; y hay muchas cosas que, aun cuando posean nombre, nunca han sido descritas. Una de éstas es la sensibilidad –inconfundiblemente contemporánea– que arriesgo llamar “lo stand up”.
Una sensibilidad (en tanto es algo diferente de una idea) constituye uno de los temas más difíciles de tratar; pero hay razones específicas por las que lo stand up, en particular, es aún más inabordable. No es un modo natural de sensibilidad, suponiendo que tal cosa exista. Es más, la esencia de lo stand up es el culto a lo no natural: al artificio y la exageración. Y es esotérico: tiene algo de código privado, de símbolo de identidad entre pequeños círculos urbanos.
La sensibilidad de una época no sólo es su aspecto más decisivo, sino también el más constituyente. Se puede aprehender las ideas (historia intelectual) y la conducta (historia social) de una época sin percibir jamás la sensibilidad ni el gusto que conformaron dichas ideas, dichas conductas. En ese sentido de época arriesgo llamar “lo stand up” por todo lo que implica su traducción literal: “levantarse”.
¿Cuál es la diferencia entre el café concert de los 70 y el stand up contemporáneo, por ejemplo? Arriesgo: la diferencia que hay entre la sátira política y la biopolítica. En una, se levantaba el dedo para señalar al rey desnudo. En esta, se señalan las propias impudicias: el rey somos nosotras (y el femenino no es casual). Se trata entonces de una diferencia que no es solo temática, sino sensible. Lo stand up expresa una sensibilidad egocéntrica que recurre a la generalización para socializar sentimientos a través de estereotipos y para deslindar responsabilidades a través de esos mismos estereotipos: nadie se siente aludido en una generalización. Evitemos entonces las generalizaciones para interpelar lo que podría ser –nada menos– que el cambio de sensibilidad de una época, que es nuestra.
La que se pone de pie tiene nombre: Malena Pichot. Tiene historia: infancia en San Isidro, adolescencia en colegio progre, aunque nació finalmente en la sede de Puán, carrera de Letras, que nunca concluyó. De ahí a un trabajo como correctora de estilo de un médico con veleidades de columnista de papel mientras ella calmaba el aburrimiento con un trago de blog; de ahí a Internet, tras el accidente de una ruptura sentimental que convirtió en hit de Youtube; luego el llamado de MTV que creyó una broma y le abrió un segmento titulado La loca de mierda; mientras, cantante de jazz, de ahí al stand up teatral y la radio; ahora, la tevé con Cualca, un segmento que atraviesa el programa Duro de Domar y por último, aunque no menos importante, su cosecha twitt: 223.858 seguidores, casi 30 mil más que la corporación Clarín. Todo el trayecto mediático lo hizo en tres años.
Malena Pichot expresa no solo el vértigo de una época que es la nuestra, sino un cambio en el nivel de la sensibilidad de lo stand up: el paso de su etapa frívola, snob, off, a su estado de coagulación social: de lo stand up tradicional a lo stand up Pichot hay, arriesgo, un cambio de sensibilidad generacional:
Lo Pichot propone una visión cómica de las relaciones humanas que se toma muy en serio. No es esta, sin embargo, su novedad. Lo novedoso es que este plato lo sirve violentamente crudo. No es el disparate naif de las historietas de Maitena, no es tampoco el lenguaje barra brava de la Negra Vernaci, no es el payaso Capusotto ni el delirio de Alfredo Casero. No hay que buscar en sus genes estas maternidades y paternidades lineales porque ella no es hija ni de la risa ni de la lágrima, sino de la rabia.
Lo Pichot es, por su misma naturaleza, posible únicamente en sociedades empobrecidas y en círculos capaces de experimentar la psicopatología de sobrevivir a momentos en los que el único bien de consumo abundante son las relaciones humanas. Es, por lo tanto, una reacción a la depredación. Su mirada cómica es sobre ese canibalismo, por eso su risa muerde y ataca.
Ejemplos al azar de lo que forma parte del catálogo Pichot:
Pedro Lemebel, leído con la devota intensidad con la que otra generación rezó a otro poeta chileno, Neruda.
Las series del canal Sony, en general.
Seinfeld y el personaje de Elaine, en particular.
Los Simpson.
Juana Molina.
Patti Smith.
Kill Bill, de Tarantino.
Las telenovelas de la tarde vistas sin inocencia.
Las películas de la serie Los bañeros se divierten vistas como filmes de terror.
La palabra “concheta” como identidad a la que ponerle comillas.
Billie Holiday.
Twitter como ring side.
Lo Pichot no aprendió la sensibilidad stand up ni en la tele ni el teatro, sino en Puán. Su inspiración nació en las clases de Martín Kohan, doctor en Letras y profesor de Teoría Literaria en la UBA. “El tipo hace un chiste y los alumnos aplauden. ¿Entendés lo que significa lograr eso en una clase? Eso es stand up”. Eso: sólo la inteligencia que provoca risa nos enseña algo, nos mejora. Nos permite imaginar la utopía de que ser inteligente es ser feliz. En cambio, la carcajada brutal es un gag del pesimismo: lo mismo que nos humilla en lo cotidiano reafirmado con jaja. Eso.
Lo Pichot es andrógino. “Soy un puto con concha”, proclama en su crudo argot. También lo expresa en su ropa: la remera, el pantalón chupín, la desnudez de accesorios son una bandera que agita una nueva forma de sensibilidad sexual. Otra manera de sentir el género: el género es humano. Luego, hay formas de ejercicio de la sexualidad. Así, el género es siempre político, social y público y la sexualidad es siempre civil, personal y privada. Un ejemplo: la Pichot tiene novio, pero Lo Pichot tiene ego: “Soy una persona enamorada de mí”. La autoestima como erótica política.
Hay una relación fundamental entre lo Pichot y el feminismo. No todas las feministas tienen sensibilidad Pichot, pero todo lo Pichot es feminista. La principal diferencia entre las viejas y autoproclamadas activistas de género y esta nueva sensibilidad de género es que no hay víctimas. Para expresarlo en el argot Pichot: “Chicas, no sean boludas”, reemplaza y clausura el término “pobrecitas”. Un ejemplo: mensaje Pichot para el Día de la Mujer. “Feliz día de las violadas, las cagadas a palos, las prendidas fuego”. La otra gran diferencia es señalar, permanentemente, la categoría de clase que connota toda discriminación. “Qué lindo ser de clase media, abortar sin riesgos y leer libros inconseguibles”, tuitea la Pichot.
El aborto como derecho es, para lo Pichot, el stand up del stand up: lo que motiva a levantarse. Su Mr. Burns es la diputada Cynthia Hotton (“Si un cura abusa de sus hijos, Hotton culpa a sus hijos”) y su voto provocadoramente cantado es la obvia contracara: Victoria Donda (“La voté porque lucha por las despenalización del aborto y ningún otro candidato tenía eso en su plataforma”). Pero ojo: lo Pichot no es electoral sino comunicacional. No vota en la urna sino en el twitter.
Lo Pichot es lo contrario a la actuación. Sube a un escenario, graba una escena para la televisión, filma un spot para Youtube, pero no actúa. Lo Pichot es una forma de relato que se basa en la escritura. Así, la Pichot es —sobre todo— una escritora. Lo que crea es literatura de esta época y con esta época. Escribe con el tono de su voz, con su cara con flequillo, con sus anteojos de marco grueso o finito, con su lenguaje corporal, con su metro sesenta y sus magros 50 kilos, con sus 29 años, con su clase social, con sus amigas y amigos, con su mamá (fundadora de la oenegé Dando a luz destinada a “modificar el actual sistema de atención del parto y el nacimiento, basado en la desigualdad, el abuso del poder médico y el desconocimiento de nuestros derechos”), con su abuela de 80 años y lindas piernas, con su gato y, por supuesto, con toda esa biblioteca repleta de libros que tienen sus páginas surcadas con prolijísimas etiquetas post it de color rosa, cian y naranja, huellas de su paso por Letras, donde aprendió el rito de la profundidad, de lo específico. En tiempos de dispersión, debatir en un seminario de traducción y durante cuatro horas el significado que evoca una palabra –una sola– la convirtió en devota y obsesiva: la Pichot zurce sus monólogos, cose su ropa, corta su pelo, elije sus anteojos, evoca escenas, menciona personas, todo con una sola intención: dejar escrito un mensaje. Así borda un discurso que nos dice algo de esta época en la que el lenguaje es usado cada vez más de manera aproximada, casual, negligente. Lo Pichot nos dice que tomar la palabra es un derecho, pero a la vez una misión. La suya es clara y apunta arriba y a la derecha: al trono del varón custodiado por las Hotton de entrecasa.
De lo literario también nace el gusto de lo Pichot por lo estético. Estética publicitaria: slogan y forma hacen el discurso, que es puro logo.
La última definición de lo Pichot: es bueno porque es terrible. Lo crudo, entonces, deriva de lo cruel, de la aceptación de que lo que hay no es tolerable. Es exactamente la contracara de aquello que Susan Sontag –la admirada escritora de la Pichot– describió como lo camp, y cuyo texto esta nota en algunos tramos copia y en otros y mal, parodia.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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