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Salir del pozo
Cortaron rutas y bloquearon petroleras en batallas épicas contra el poder. Pero los trabajadores de YPF barridos por la privatización en Mosconi, Salta, son mucho más que los piqueteros más criminalizados del país: son una usina de proyectos productivos, educativos, ambientales, de vivienda. Propuestas para recuperar petróleo y seres humanos.
Podemos hacer el viaje en 15 minutos, en dos motonetas. La de adelante traslada a Juan Carlos Fernández, Jipy, 52, piquetero recibido en la UTD (Unión de Trabajadores Desocupados) de General Mosconi. En la de atrás voy con Jorge Gallardo. Jipy me ha invitado a buscar petróleo para demostrarme una teoría asombrosa. Punto de partida: los galpones y terrenos del área municipal que una vez fueron de YPF y hoy ocupa la UTD. Algunos emprendimientos:
Un vivero con 60.000 plantas y árboles autóctonos (con especies como lapacho, algarrobo, quebracho).
Un taller metalúrgico que trabaja para escuelas y hospitales.
Una carpintería que hace lo mismo, tras pelear para que los sojeros dejen de quemar bosques talados y al menos entreguen la madera para construcciones comunitarias y educativas.
Planta clasificadora de semillas.
Fábrica de ropa que ocupa a 10 mujeres y un transgénero.
Cooperativas ladrilleras, un basurero ecológico, una recicladora de plásticos.
Tres huertas orgánicas para el autoconsumo de los vecinos de los barrios que la propia organización construyó.
Cría de animales de granja para venta y autoconsumo, y de abejas.
Con la misma lógica logró, además, salvar del avance sojero a 7.600 hectáreas de bosque nativo (lotes 50 y 51), inventariándolo y colocando una chapa árbol por árbol.
Las motonetas avanzan.
Cruzamos el centro de Mosconi, sede de los primeros piquetes del norte argentino desde los 90, de unas puebladas y unas mega represiones silenciadas por el sistema político y de medios, cuando los vecinos reclamaban por cosas fuera de agenda: trabajo, nacionalización de YPF, deforestación, falta de agua, contaminación y enfermedades generadas por las privatizadas y el modelo sojero. Rareza: los obreros denunciaban los atropellos y el abandono de los pueblos originarios, con quienes coordinaban sus acciones y que hoy se suman a algunos proyectos. “Acá trabajan juntos el gaucho y el indígena”, cuenta Jipy en referencia a las etnias wichi, toba y guaraní.
Tiempos piqueteros
A fines de los 90 gobernaba –es un decir– la autodenominada Alianza de radicales y Frepaso, con Fernando De la Rúa como presidente, Domingo Cavallo como ministro, y el peronismo menemista en las provincias. Tiempos duros, sin cámaras de televisión ni globitos de acto oficial, sin discursos nacionalistas de los que antes fueron privatizadores, ni publicidad para instruir que YPF es nuestra: sólo los piqueteros lo decían.
El Estado participaba activamente de estos eventos con policía, gendarmería, militarización y sitio al pueblo (entre mayo de 2000 y diciembre de 2001), balazos (más de 200 heridos de balas de plomo y goma, casos de impunidad perpetua), gases, miles de heridos por las golpizas, cacería de mujeres y hombres por el pueblo, peleas cuerpo a cuerpo, detenciones ilegales, criminalización, torturas, miles de causas judiciales abiertas a esas personas de trabajo que tenían la osadía de reclamar por sus derechos en calles y rutas. El caso extremo es el del gran inspirador y referente de la UTD, José Pepino Fernández (hermano mayor de Jipy), Guiness de los criminalizados argentinos.
Pasamos junto a mujeres y hombres que limpian las plazas y hacen arreglos en veredas y asfalto. También integran la UTD, cuya sede está en el Club Transporte, tinglado de unos 50 x 50 que congrega a los trabajadores que pasan a buscar las herramientas para salir a refaccionar viviendas, calles y escuelas. Hay dos camiones para traslado de ripio y arena, otro emprendimiento de estos desocupados tan ocupados. Hay cantidad de cursos, desde música hasta artes marciales (mayoría de niñas, donde se aprende a atacar y defenderse mirando de frente, con la cabeza en alto).
Las motonetas nos acercan a San Francisco, barrio diseñado por la UTD con 100 viviendas construidas por 400 obreros, que dejaron en ridículo al anterior intendente Isidro Ruarte, que nunca logró entregar ni un barrio, pero salía por los medios a calificar a los trabajadores como “grupo de ratas”.
Fue hace cuatro años.
La UTD respondió con la cabeza en alto, levantando 96 casas más: barrio La Esperanza.
Rumbo a Campamento Vespucio (5 kilómetros) empiezan a verse los cerros verdes. El aire frío da en la cara, se siente el olor del bosque: la motoneta es un gran invento. Desde la de adelante Jipy señala un edificio que también fue de YPF y hoy es el Concejo Deliberante (cuentan en el pueblo que cada nueva gestión tiene que reponer las cosas que hace desaparecer la anterior), a la derecha hay otro edificio ypefeano que hoy es una hostería, y otro y otro. Cuando era estatal la petrolera no era una empresa sino una metrópoli.
En Vespucio está la Proveeduría de YPF, vaciada tras la privatización producida entre 1991 y 1993, que la UTD ocupó hace 10 años con elegante prepotencia para instalar una Universidad Popular con diez carreras de nivel terciario y cursos: Ciencias Políticas, Perito en Clasificación de Granos, Maestro Mayor de Obras, Peluquería, Instructor Deportivo, por ejemplo. Hoy congrega a 340 jóvenes de Mosconi y de Tartagal, un imán para que no piensen que la vida está en otra parte.
Tiene un nombre raro: Ju.Ve.Go.Sa.Ba. Son las iniciales de los apellidos de sus asesinados con las que la UTD (y no el Estado) creó un lugar de conocimiento: Orlando Justinano, Aníbal Verón, Alejandro Gómez, Carlos Santillán, Oscar Barrios.
Ellos también son “el 2001” como época bisagra de la historia: pese a que sus muertes casi no han cotizado en los mercados de noticias y de academias, forman parte de una de las principales disputas políticas, culturales, económicas y sociales de la lisérgica historia argentina.
Petróleo en la garganta
Llegamos a un lugar de la ruta, dejamos las motonetas y bajamos por un sendero en medio del bosque hasta un arroyo: la Garganta de Galarza. Jipy lleva una botella de plástico vacía. Cruzamos el arroyo caminado sobre las piedras. Jipy patina y cae hacia adelante sobre sus manos que se hunden en el barro. Cuando se levanta me las muestra, viscosas, impregnadas de oro negro. Hay charcos negros de petróleo de alta calidad, con el que Jipy llena la botella. “¿Te das cuenta? Dicen que falta petróleo, pero sale naturalmente: viene de los pozos que están más arriba, abandonados y descuidados por Repsol y las otras”.
La española Repsol es la que estaba asociada en YPF al grupo Petersen, de la familia argentina Eskenazi, oficialista hasta que se demuestre lo contrario, ya que hasta el momento no perdió su participación. Los vecinos de Repsol son, entre otros: Pluspetrol (sospechada por la UTD de haber recompensado con acciones los favores de funcionarios de la dictadura, y de los sucesivos gobiernos radicales y peronistas), Tecpetrol (Techint), Pan American Energy (segunda petrolera del país, por cuyo 60% los Bulgheroni y la empresa china CNOOC pagaron a British Petroleum 7.059 millones de dólares), Halliburton (íntimamente ligada a la administración de George W. Bush, su vice Dick Cheney, y sus guerras petroleras con excusas antiterroristas). Curiosidades de un pueblo que sigue llamándose como el fundador de YPF, en el que Jipy plantea: “Siempre lo dijimos: dejarle el petróleo a estas empresas provocó el empobrecimiento de la gente y que nos hayamos quedado sin reservas. En realidad, habría que ir por el 100% de YPF”.
Sobre la recuperación de pozos marginales: “En poco tiempo se podría casi duplicar la producción de gas y aumentar de un 10% a un 30% la de petróleo, sin tanta inversión, con ‘camiones chupa’ que van sacando lo que hay en esos pozos”. ¿Por qué no lo han hecho las empresas? “Buscan ganancia automática, y entonces sólo sacan de las reservas que ya tienen funcionando”.
Progreso
Breve aclaración: es muy ilustrativo percibir que pese al millonario despliegue y ganancias de las corporaciones petroleras, sumado al monocultivo sojero en estado de éxtasis, General Mosconi sigue padeciendo una pobreza abrumadora. Todos reconocen que la situación hoy es similar a la del 2000 cuando la desocupación llegaba al 65%. Sirve para comprender, como en el caso de la mega minería, el sentido real del prometido “progreso” y del anunciado “trabajo” que generan estas variantes del modelo extractivo.
“Estamos igual que en el 2000. La diferencia con aquella época es que hoy está la UTD trabajando a pleno”, me había dicho un rato antes Rodolfo Chiqui Peralta.
Pensar en el 2040
Volvemos a las motos y a la casa de Jipy, Marta y sus dos hijos, en el barrio San Francisco. Allí este ex supervisor de petroleras tiene un pequeño cuarto donde están los mapas conceptuales hechos a mano, artesanías de casi dos metros de altura que despliegan ubicaciones, pozos y proyectos productivos (incluyendo un Polo Petroquímico) que la UTD plantea con una meta inédita: “Es un Plan Estratégico pensado para llegar al 2040, y que va entrelazando nuestros emprendimientos con lo que se estudia en nuestra Universidad”.
¿Por qué 2040? “Lo hicimos en el 2000. Veníamos de por lo menos 20 años de destrucción, y se necesita el doble de tiempo para reconstruir y empezar de nuevo”.
Petróleo & minas
General Mosconi tiene 16.000 habitantes, de los cuales unos 2.000 orbitan alrededor de la UTD, y cada uno integra una familia de cuatro o más personas. “No somos recursos humanos, somos seres humanos” dice Jipy Fernández. Cree que cada emprendimiento, cada gesto de la UTD forma parte de ese Plan Estratégico: “Cuando defendemos el bosque nativo, estamos marcando un rumbo. Cuando mostramos que se puede hacer un modelo solidario, mostramos que las empresas sólo hacen el análisis superficial de cómo ganar plata. Nosotros queremos ganar vida”.
Otro indicio son los talleres de producción “porque la industrialización y el valor agregado se pueden hacer en equilibrio con el cuidado del medio ambiente. El razonamiento de los hermanos originarios es el correcto. Nosotros dependemos de la Naturaleza, y no al revés. La razón te la da la Naturaleza”.
Párrafo dedicado a la minería: “En un tiempo trabajé para Barrick Gold en proyectos que tenía en Salta. Por eso sé bien lo que envenenan esas empresas, y sé que lo que plantean los pueblos originarios y las comunidades que se oponen a las mineras es totalmente cierta y justa, como lo nuestro. Para mí hay que romper con la mega minería, pasar a una minería regulada, y en todo caso entender que la prioridad es el derecho a la vida”.
Advertencia: “Pero esas no pueden ser sólo palabras. No es una cuestión de micrófono”.
Los dos Estados
La UTD considera que hay una “confusión terrible” según lo que plantea Jipy: “Se habla del Estado, pero hay dos Estados. Uno es el Estado gobernante, y el otro es el verdadero Estado que somos nosotros: los seres humanos que ocupamos un lugar en las poblaciones, los que vivimos en esta tierra. ¿Quién tiene que hacer las propuestas? El Estado, pero el Estado que somos nosotros. La UTD no se quedó sólo en la lucha, sino que hace proyectos como verdadero Estado. Los que gobiernan, sobre todo se ve en las provincias, van a acompañar a las empresas mineras, petroleras y sojeras. Entonces no te vas a quedar esperando ver qué hacen. Tenés que actuar vos. ¿Qué programa planteás? Si falta el agua, o el trabajo, hay que pelearle a las empresas pero además pensar qué proyectos pueden lograr que haya agua y trabajo. Para eso no sólo hay que hablar. Hay que estudiar, investigar, aprender. Y si el Estado gobernante no te escucha, hacer las cosas vos mismo. Por eso el conocimiento es poder”.
Piojos o piquetes
Chiqui Peralta tiene en su oficina del Club Transporte una imagen de Jesús, una del Che, y una estantería gigante dedicada a legajos, proyectos productivos, cuentas, balances, trámites y toda la trastienda del planeta UTD. “Muchos compañeros de organizaciones del sur (se refiere al sur de Mosconi, es decir a casi todo el país) son más de hacer asambleas, hablar, reunirse. A nosotros no nos sale tanto. Somos más bien gente de trabajo. Nuestra asamblea y nuestra marcha es trabajar”.
Recuerda que uno de los fundadores de la UTD fue Juan Nieva, “pero él era más del riñón político, se fue, y la llegada de Pepino Fernández fue la que le dio a la organización esta característica de salir a pelear con decisión en las rutas, pero también de trabajo y solidaridad. Nos reuníamos en este club sin saber qué hacer, llegaba Pepino y decía: ‘hagamos algo para la comunidad, pintemos una escuela, pongamos un ladrillo. Y todo se hacía solidariamente, gratuitamente. Era un modo de no quedarnos sentados. Y tenía razón, porque si te quedabas, te venías abajo. Te comían los piojos”.
El proyecto, la meta que proponía Pepino, ponía en marcha el resto: iban a las empresas a pedirles materiales para hacer esas obras. A la Municipalidad a pedirles recursos. ¿No los escuchaban? Piquetes, hasta que recuperen la audición. ¿Llegaba la policía? Los trabajadores se defendían. Chiqui: “Es muy de Pepino ir al frente y no aflojar hasta que se consigan las cosas”.
Chiqui: “Y hoy pasa lo mismo, la verdad es que somos como un municipio paralelo. Lo único que se mueve en la zona es la UTD. No hay trabajo, está todo cerrado, la misma situación que en el 2000. Las petroleras para nosotros están paradas porque se van a Bolivia, donde les resulta más barata la producción. Y la soja no genera nada de trabajo. Estamos en una zona que genera riqueza todo el tiempo, y a la gente no le llegan ni las migas”.
Jipy Fernández se ha presentado a elecciones municipales. Peralta aclara: “Cada uno es libre de hacer lo que quiera, pero la UTD no es un partido político: mantiene su independencia”. Un panorama del funcionamiento actual: “La relación con la provincia es siempre mala, pero mejoró la relación con la Nación. Recibimos planes de capacitación de 200 pesos, y otros de 600 del Programa de Trabajo Autogestionado. El que cobra uno no cobra el otro. La UTD los reparte a cambio de trabajo real: cuatro horas diarias”. Con los proyectos en marcha, logran pagar además 450 salarios mínimos de 100 pesos cada uno. Así mujeres y hombres con hijos menores de edad reciben el salario familiar que está obligado a pagar la ANSES (Administración Nacional de la Seguridad Social). Por zona geográfica, les corresponden 540 pesos por hijo. Chiqui: “Nos denunciaron, decían que nos quedábamos con la plata. Vino una comisión de la ANSES desde Buenos Aires en cuatro camionetas, hablaron con todo Mosconi, revisaron cada papel, parecía que tenían la intención de destruirnos. Terminaron felicitándonos. Todo al día, todo impecable. Nos dijeron que ni Pérez Companc tenía todo tan ordenado, y que al final somos nosotros los que hacemos la redistribución de la riqueza”.
Toda esa ecuación es la que permite que Mosconi no vuelva a ser un incendio. “Tener una buena relación con la Nación no quiere decir casarnos. No podemos. La UTD siempre fue muy independiente. Lo que está bien lo apoyamos. Lo que está mal lo decimos. Y si se ponen duros, ahí se plantará la UTD. Le metemos la mano al Estado en recursos que además nos corresponden. Piense que sólo por la privatización nos deben unos 300.000 dólares a cada uno”.
En la UTD dicen que han hecho dos descubrimientos. “Descubrimos al neoliberalismo. Lo dejamos en evidencia con las luchas y también con las propuestas. Lo otro que siempre hablamos es de recuperar el trabajo genuino, el petróleo, la dignidad, la naturaleza, la soberanía, nuestra autonomía como sociedad. ¿Pero sabés qué es lo principal que queremos recuperar? Al ser humano”.
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