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Hacer es poder

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La Unión Solidaria de Trabajadores (UST) de Avellaneda. Obreros que recuperaron a las trompadas el trabajo sanean el basural más grande del país. Autogestionan un centro agroecológico, escuelas, proyectos que sacan a los chicos de la calle, y organizan un barrio manzana por manzana para que la democracia esté en los vecinos. Viaje desde el desperdicio hasta la confianza en poder hacer.

Hacer es poder
Normalmente los ecologistas no tienen en agenda temas laborales, ni los obreros las cuestiones de chicos de la calle. Los agricultores no se ocupan del sindicalismo industrial, ninguno de ellos suele fundar escuelas, ni las fábricas sin patrón debaten sobre el fútbol femenino o el uso de glifosato.
Normalmente de la basura no nacen huertas. Los clubes deportivos no reflexionan sobre el modelo productivo, y los que discuten esos temas no se sabe si hacen mucho deporte. Los bancos, normalmente, no les prestan plata a los pobres, los pobres no tienen garantes. Los piqueteros no organizan talleres de circo y gastronomía, ni son intelectuales, los intelectuales no inventan centros de abaratamiento, los cooperativistas no forestan. Y los que forestan no se consideran un nuevo sujeto social.
Oficialistas, religiosos de diversos credos, izquierdistas de diversos credos, opositores, apolíticos & afines normalmente se enjaulan en el estilo pan-con-pan. Normalmente casi nadie cultiva lo que consume, en las escuelas no se enseña autogestión, ni los que manejan una empresa andan de overol o haciendo cursos de desaprendizaje.
Los vecinos de las periferias urbanas no suelen crear nuevas formas de democracia y los jóvenes que bordean la droga y la delincuencia normalmente no trabajan ni son convocados para hacerlo. Normalmente se supone que las mejores ideas vienen de creativos a sueldo, de academias momificadas o de claustros enclaustrados, y no de la mal llamada gente común y corriente, la gente de trabajo.
Por lo tanto, la UST es un soplo de anormalidad.
Parque temático
Afuera hace un frío que duele, sobre todo cuando se recorre un parque ondulado de 520 hectáreas con árboles plantados a mano y colinas que tapan 48 millones de toneladas de basura porteña acumuladas entre 1978 y 2004. La profundidad alcanza 18 metros. Una proporción de volumen: es como si hubiera allí 800 millones de personas. Desde la dictadura hasta el siglo 21, una especie de parque temático del desperdicio urbano.
En la oficina prepararon té y café caliente, hay una notebook, paredes con trilogía (Perón ríe, Evita con el pelo suelto, el Che con boina, nada de Ricky Martin), foto de una retroexcavadora y otra de un equipo de fútbol infantil de la UST. Hay reunión para coordinar el trabajo de los 87 integrantes de la cooperativa, para hablar también del proyecto agroecológico, de la red de siete escuelas y de la reunión en el Polideportivo (construido por ellos mismos) y de la Mesa, que incluye a las organizaciones vecinales y a dos delegados por manzana que representan una red de democracia participativa en el barrio San Lorenzo de Villa Domínico, 25.000 habitantes.
Tertulias & Trompadas
La Unión de Trabajadores Solidarios es una cooperativa de trabajo formada a fuerza de seriedad, piquetes e imaginación por obreros del relleno sanitario más grande de Latinoamérica, el CEAMSE (Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado) de Villa Domínico, que a su vez había contratado a Syusa, empresa del grupo Techint. En 2002 el relleno empezaba a estallar. Pasar por Wilde y Domínico era una gesta de las narices. Techint y una sucesora llamada Estrans abandonaron el negocio despidiendo a unos 140 trabajadores, en el momento en que se verificaba la mayor desocupación de la historia, mutando a millones de personas en desechos orgánicos.
Quedaban por delante las tareas de mantenimiento de áreas verdes, parquización, movimientos de tierra y mantenimiento de infraestructura del llamado Centro de Disposición de Villa Domínico. La idea que se les ocurrió a los obreros fue sencilla e inquietante: ¿por qué en lugar de darle el trabajo a otra empresa no se lo daban a ellos mismos, organizados como cooperativa? Lo inquietante: ¿puede ser que los trabajadores se hagan cargo de una gestión, sin necesidad de patrones, capitalistas, corporaciones, techines y otras posibles supersticiones? Mientras el pensamiento único despotricaba contra el “costo laboral” (lo mucho que ganaban los obreros perjudicando la rentabilidad empresaria) las cooperativas sin patrón desnudaban el verdadero desperdicio: el costo patronal.
Estos argumentos no pudieron zanjarse en tertulias amables, y empezaron meses de piquetes, tomas de los obradores, resistencias, marchas callejeras. Se convirtieron, además, en una especie de medio de comunicación: “Había que explicarle al barrio lo que pasaba, sumar gente. Cada trabajador traía vecinos, amigos, parientes. Éramos pocos, pero las marchas juntaban a más de mil personas”, cuenta Oscar.
Dos imágenes de aquel parto:
El gremio del CEAMSE, como tantos otros, era muy combativo: combatía a los trabajadores. Los obreros tuvieron una batalla a las trompadas y otras contundencias. Ganaron los trabajadores frente a las patotas, con un combustible llamado desesperación.
El CEAMSE intentó cooptar a cinco de los delegados obreros en conflicto. Oferta: contrato de trabajo consistente en cortar el césped dos (2) veces por mes en otro relleno de Dock Sud, a razón de 12.000 pesos mensuales per cápita.
Cómo rechazar $ 12.000
Mario tiene un apellido que en este caso es un símbolo: Barrios. Tiene 55 años y el raro don de generar inmediata confianza. Fue uno de esos cinco delegados a los que les ofrecieron podadoras y plata. ¿Cómo rechazaron esa tentación? Casi que no entiende la pregunta: “Lo hacían para cagar a nuestros compañeros, ¿cómo aceptar eso?” Le digo que miles de sindicalistas lo han hecho: “El que lo hace es una basura. Nos mantenía unidos la confianza, y apostaban a quebrarnos con plata. Hicimos lo que había que hacer”.
Consiguieron además el apoyo de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), que en un momento nombró a los que estaban despedidos como delegados normalizadores, para darles cierta protección. Así podían sentarse a negociar. Con ATE llegaba el apoyo de la CTA (Central de Trabajadores de la Argentina); también la Juventud Peronista de Avellaneda, FOETRA, el Partido Obrero, Castells y sus jubilados, los movimientos de fábricas recuperadas, y varios etcéteras. Mario: “Aceptamos todos los acompañamientos, pero el conflicto lo conducíamos los trabajadores, y siempre con la idea de que si algo nos podía salvar, era el barrio”.
No fue tan fácil: se toparon con las Madres de las Torres, que en el barrio San Lorenzo se movilizaban responsabilizando al CEAMSE por una nueva plaga: la leucemia.
Trabajo vs. leucemia
«Según la Organización Mundial de la Salud hay un caso de leucemia cada 10.000 habitantes. En San Lorenzo, de golpe aparecieron 19 casos en unas poquitas manzanas. Mi hijo fue uno”, cuenta Silvia Paciello, una de esas Madres de las Torres que desde los monoblocks salieron a pelearles al Estado, al CEAMSE y a los propios trabajadores.
“Nos conocimos peleando mal con ellos, que reclamaban seguir trabajando. Nosotras queríamos que se cerrara todo de una vez. De a poco pudimos hablar, entendernos, y la idea del cierre del relleno nos unió. El problema era causado por la contaminación del tolueno y el benceno. Apenas empezaron los trabajos, dejó de haber casos de leucemia”. Mario: “Nos veían como la burocracia sindical que defendía a las multinacionales. Pero nosotros tampoco queríamos eso, era de suicidas trabajar en algo que estaba matando gente”. La UST nombra a los rellenos como a un asesinato: “Ecocidio”.
El hijo de Silvia fue de los pocos que sobrevivió a ese cáncer. Hoy ella es directora ad honorem del bachillerato Arbolito, que forma parte del proyecto educativo de la UST.
Vivir en la calle
En marzo de 2003 la cooperativa se hizo cargo del relleno del CEAMSE, dándole trabajo a los 39 que quedaban de tanto conflicto (hoy suman 87). Mario ya era un referente barrial. Nació en Cipolletti. A los 8 años se convirtió en un chico de la calle al escapar de la casa materna, tras la separación de sus padres: “La calle te hace duro”. Dormía en el piso, abrigado por cartones. A los 11, el padre lo fue a buscar y lo llevó con él al barrio San Lorenzo. De adolescente militó en la Juventud Peronista: “El barrio era peronista, todos laburantes. Gritábamos ‘la vida por Perón’. No teníamos ni noción de lo que estaba pasando. Hicimos recitales de rock con Vox Dei y Pappo, en Argentinos Juniors. Sentíamos el mundo en las manos”. Ya en dictadura pasó parte de su servicio militar preso: “Pero no por razones políticas, por quilombero”. Luego fue a trabajar a la represa de Futaleufú, y siguió la vida: trabajos, changas, la vuelta a San Lorenzo, la familia, los hijos (5). “En democracia me buscaron para las internas peronistas, la disputa de Menem y Cafiero, pero yo no quería saber nada. Me gustaba el laburo social”.
Una de sus pasiones fue convertir a pulmón un baldío en una canchita de fútbol, que luego se hizo Polideportivo y que hoy alberga además al bachillerato, la escuela primaria N° 51, talleres de todo tipo (hasta de circo), el proyecto provincial El Envión para sacar a los chicos de ciertos laberintos y que puedan continuar sus estudios, la Mesa de Organizaciones del barrio: “Crear la UST fue la herramienta económica para hacer el trabajo barrial que soñábamos. Y encima significaba devolverle a la comunidad el apoyo concreto que nos había dado”.
Mario relata en voz baja sus tiempos de desempleo e insomnio: “Me tapaba la cabeza. Lloraba de impotencia. Te confieso que nos cagábamos de hambre. Pensaba: ¿qué hicimos mal? Nuestros compañeros y vecinos armaron una colecta para los que estábamos despedidos. No alcanzaba, pero estar con los demás, ese apoyo, te hacía ganar confianza”.
La idea de “devolución” al barrio, entonces, no es puro discurso: “No, porque a partir de ganar confianza hicimos lo que somos. Recuperamos el trabajo, pasamos a ser una cooperativa, pudimos hacer un reparto equitativo. Y entonces uno dice: si desde el no poder comer llegamos a construir esto, ¿cómo no vamos a poder construir un barrio mejor?”.
Cuentas claras
La UST negoció un contrato con el CEAMSE por tres años y luego por cinco, todavía vigente, para sanear y recuperar ese universo de basura. Ya plantaron 28.000 árboles y cuidan que los líquidos lixiviados (con perdón de la elegancia) drenen y sean tratados de un modo que no sigan envenenando todo.
En asamblea, la UST decidió organizarse del siguiente modo:
El 50% de los ingresos se destinan a los trabajadores. Cobran un promedio de 5.000 pesos, con leves diferencias a favor de los socios fundadores. “Respetamos todas las conquistas, aguinaldos, vacaciones, jubilaciones y hacemos diferencia según la situación. Yo vengo caminando, vivo cerquita, pero un compañero que viene de José C. Paz gasta cientos de pesos mensuales. Entonces cobra un viático, para que todos ganemos lo mismo”.
El 25% se reinvierte en la cooperativa, como incremento del capital fijo y de todo lo necesario para su funcionamiento, incluyendo puestos de trabajo, que desde 2004 crecieron en un 150%.
El otro 25% es la herramienta económica que permitió generar los emprendimientos y que la UST sea garante de los vecinos que reciben préstamos del Banquito de la Buena Fe.
Banco y ecología
El Banquito otorga créditos personales que pueden ir escalonadamente desde 500 a 10.000 pesos, con dinero del Ministerio de Desarrollo Social que requiere una organización como garante de las devoluciones. La UST se hizo cargo. Mario: “El préstamo es para trabajar y producir, no para comprar algo y revenderlo. No es para ventajear”.
Un caso: Juan era vendedor ambulante de panes. Con este sistema y las manos en la masa fue haciendo crecer el negocio. Ya compró una camionetita y puso su local. “En el último año se organizaron 35 emprendimientos de gastronomía, textiles, artesanías, de todo, que hoy intervienen en ferias que hacemos mensualmente. Los vamos a reunir en un Centro de Abaratamiento que estamos construyendo con cerámicos que nos mandaron de Zanon, de Neuquén (Fa.Sin.Pat, Fábrica Sin Patrón), que también va a tener su puesto, lo cual a la vez les va a dar trabajo a quienes vendan”.
Calculo que ese podría ser un Centro de Enriquecimiento, pero finalmente cierro la mandíbula y vamos al Agroecológico entre las colinas plantadas con ombúes, casuarinas, álamos, espinillos, ciruelos. El Agro es un centro educativo y de desarrollo sustentable de 6 hectáreas que –todavía en pañales– ya logró el autoconsumo de verduras para el comedor de la UST (90 comensales por día) después de haber confirmado que los suelos, alejados del CEAMSE, no están contaminados.
Ahí viene la plaga
Daniel Bossio, ingeniero agrónomo: “No usamos agroquímicos y hacemos asociaciones de cultivos, que son diferentes hileras de plantas de distintas familias botánicas. Si te ataca una plaga, en vez de agarrarte una hectárea te agarra sólo una hilera”. Confirmado: la diversidad hace la fuerza. Bossio: “Además, rotamos cultivos y colocamos preparados orgánicos con ají o tabaco, y con eso ya evitamos las plagas”.
La UST está recuperando ese territorio de las viejas fincas de los inmigrantes italianos, con sus camellones (lonjas de tierra) rodeadas de canales, desde donde hace cien años salían las barcazas hasta Buenos Aires para vender verduras y frutas en el Mercado de Abasto A.S. (Antes del Shopping). “Tenemos acelga, lechuga, cebolla, puerro, zapallo, rabanitos, maíz, tomate, siempre de estación. Ya estamos produciendo plantas ornamentales”. ¿Es posible pensar este tipo de producción a gran escala? Barrios y Bossio sonríen: “Es un modelo multiplicador, porque además de lo que representa para el ambiente y la salud, es demandante de trabajo. Lo contrario es un tipo subido a una máquina, hectáreas de monocultivo, agrotóxicos, hasta que la tierra aguante”. Daniel dice que el proyecto es además educativo (me está educando, de hecho) y demostrativo: demuestra cómo es posible hacer las cosas, mientras el modelo sojadicto reza para que que la soja siga subiendo y no decaiga, por los siglos de los siglos.
Perón y el chancho dañino
Mario se reconoce como peronista marginal. “Mi libro de cabecera, realmente lo tengo en mi mesa de luz, es La doctrina peronista. Hoy sería subversivo. Perón propone las organizaciones libres del pueblo, independientes, para que el Estado no las coopte ni las destruya; que sean fuerzas vivas que agiten al gobierno, no subordinadas porque sería neofascismo. Le digo a los compañeros peronistas y kirchneristas, que lean esa idea de construcción de abajo hacia arriba, y no al revés”.
La Mesa de Organizaciones de San Lorenzo es la escala de esa idea. Allí participa la Junta Vecinal, el Banquito, la Cooperativa de Viviendas del barrio El Hornero, el bachillerato Arbolito, la red de siete escuelas territoriales fomentada por la UTD que reúnen 2.100 chicos, comisiones de salud, de tierras, de seguridad, y los delegados por manzanas: de las 64 manzanas de San Lorenzo más de la mitad ya aporta dos delegados cada una que se reúnen semanalmente en la Mesa, para discutir problemas y tomar decisiones.
O sea: un mecanismo de democracia cara a cara ideado por los vecinos para hacerse cargo de sus problemas. “Yo siento que hay un Estado verdadero, que es la sociedad haciendo estas cosas, y un Estado institucional que son los gobiernos que manejan los recursos. Yo no tengo problemas ideológicos con el kirchnerismo. ¿Qué problema, si son nacionales, populares y progresistas? Mi problema es con sus prácticas. Porque en vez de ponerte la oreja, te crean la Ley Antiterrorista. Y todos sabemos que el kirchnerismo viene al barrio y le dan 50 pesos a cada persona que acepte ir a llenarles los actos. Acá en Avellaneda el intendente te habla y parece el Che. Pero en la práctica, el oficialismo busca dominar a las organizaciones. Decimos que es como el chancho dañino: lo que no puede comerse, lo rompe”.
De Sofovich a la autogestión
El planeta UST alumbró el bachillerato de adultos entre 18 y 68 años, con 75 alumnos. Directivos y profesores ad honorem (y no falta ninguno a clase, aunque siguen gestionando que el Estado provincial aporte lo suyo). La primaria tiene 100 alumnos. El proyecto El Envión incluye 50 chicos de los calificados en situación de riesgo. Matías López era uno de ellos: “Yo vivía e Villa Inflamable, pero desde los 5 años iba a la Recoleta a abrir puertas. Conocí a Maradona, a Sofovich, a los de Casi ángeles. Después mi vieja vino para acá. En Villa Inflamable yo tenía plomo en la sangre, en el cuerpo, que te hace doler los huesos, sobre todo las rodillas. Me caía todo el tiempo. Acá me fui curando, pero viví 6 meses en la calle. Mucha joda. Conocí a los muchachos de la UST, medio los bardié, pero al final me dijeron de ayudar, de sumarme y aprendí a trabajar”. Matías, 17 años, integra el área de carpintería, formó pareja, y al cierre de esta edición nacía Cristiano, su primer hijo. Simultáneamente hubo otro parto: la UST consiguió una retroexcavadora que llevó tres años de trámites en el Ministerio de Trabajo (¿alguien entenderá cuánto duran tres años para un grupo que vive de lo que produce?). Sin quejas, entre el ronquido de la retroexcavadora y los berridos de Cristiano, la UST se empecina en ser una máquina de fertilidad.
Capitalismo serio
Para la UST los trabajadores autogestionados son un nuevo sujeto social. “Tenemos que inventar hasta una nueva legalidad. El Estado no reconoce la existencia de los trabajadores autogestionados y las empresas recuperadas como sujeto político y social de transformación. Pero se trata de un sector que se hizo en contra de todo y dio vuelta una historia que venía de culo”, explica Barrios.
La UST integra ANTA (Asociación Nacional de Trabajadores Autogestionados) de la CTA. “Es una batalla cultural, en nuestra propia cabeza, de desaprender y reaprender. Por ejemplo que somos capaces, que no somos una economía del chiquitaje o del asistencialismo. Sabemos que en sectores del gobierno hay compañeros, buena gente, pero no necesitamos buenas intenciones personales, sino políticas públicas”.
Mario choca con una idea: “Escucho a la Presidenta hablar de un capitalismo serio, y no entiendo. Será un capitalismo que no se ríe, pero sabemos que es siempre lo mismo. Hasta China, que es comunista, explota capitalistamente a sus obreros más que los norteamericanos. Es un modelo que te hace creer que progresar es consumir. A este ritmo, para seguir extrayendo recursos, los que sobramos somos nosotros: la mayoría de las personas que vamos a pelear por la tierra, el agua, el aire y nuestra vida. Pero hoy hay un Estado del relato, que te dice que está todo bien y hay cada vez más inclusión. En el Estado verdadero nosotros vemos que no sobra riqueza ni trabajo. Sobra falopa, marginalidad, desempleo y gatillo fácil. Pero al decir esto te toman como si fueras el enemigo. Y no lo somos”.
Algo más sobre capitalismo serio: “Techint está haciendo un proyecto inmobiliario sobre el río al que nos oponemos. Cuando hablaron con nosotros dijeron: ‘Van a ser como 7.000 viviendas, o sea que va a haber trabajo para 7.000 empleadas domésticas’. Esa es la cabeza que tienen, comprarnos como los negros y sirvientas que les tenemos que ir a limpiar la mierda, mientras nosotros planteamos proyectos productivos y culturales integrales”. Para la UST esto requiere lo siguiente: “Poner el sistema patas arriba”, cosa que logran mostrando cómo pueden hacerse infinidad de cosas desde paradigmas diferentes.
El poder
En ese camino la UST choca también con el dogmatismo de cierta izquierda: “Parece que necesitaran un patrón para tener un enemigo. Y que cuanto peor estén las cosas, mejor, para que haya más explotados y más quilombo. Nosotros nos reconocemos como clase, pero hay que cambiar la cabeza para no quedar estructurado dogmáticamente. El tema es generar lo común, tener autonomía para pensar lo que nos involucra a todos y mantener formas colectivas de conducción: la cabeza de esto tenemos que ser todos”.
¿Cuál es la debilidad de este tipo de proyecto? Mario no entierra el tema: “La debilidad somos nosotros mismos, el que ventajea entre nosotros, el que le escapa al laburo, o el que se cree que se las sabe todas. Pero bueno, hay que demostrar que podemos ser de otro modo: así como no replicamos el modelo económico podemos no replicar el modelo cultural”.
Sobre el poder: “Hemos podido disputar el trabajo, la educación, la organización barrial. Eso significa poder creer en nosotros. Poder tener confianza”.
Para la UST ahí fluye la historia del futuro: “Con este sistema no va a volver el pleno empleo. Prefieren que sigas borracho o drogado, con la cabeza adormecida. El capitalismo lo único que quiere es guita, aunque sea a costa de las personas y del planeta. Entonces tenemos que pensar la autogestión como modelo de desarrollo integral que despierte la capacidad de la gente”. Allí, instalados sobre la basura, sobre todo lo que pueden, dicen en la UST: “Queremos seguir recuperando personas”.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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