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Cuestión de imagen
María Kusmuk. Qué significa hacer click en tiempos de Facebook y por qué la dictadura de la imagen viene de adentro son algunos de los flashes que iluminan esta conversación.
“La fotografía, para mí, sirve para esto: para señalar con el dedo algo a alguien. Es un poco irreverente. Es: ¿has visto? Para el niño, el has visto es tabú. No queda bien mostrar con el dedo. ¡Si yo hago fotos, es quizá porque soy un mostrador con el dedo contrariado!” La frase es del fotógrafo parisino Guy Le Querrec y de lo que habla es de ese dedo que hace click y juega a cristalizar en un instante la ilusión de la eternidad. María Kusmuk es dueña de un dedo con esas características, atrevido, inquieto, expresivo. Se animó a mostrar con disparos lo que le dieron ganas de señalar. “La fotografía me aportó la construcción, por liberación, de cuestiones anudadas, de cosas no dichas y poder seguir más liviana, con los pelos al viento”, define María.
Entre el click y el acordeón
Nacida en Santiago del Estero, de hablar pausado y hondo, conserva la tonada que adquirió de niña. Mirada reflexiva y sonrisa amable, escucharla es como entrar en un estado de meditación, su voz es como un mantra, sus palabras sosiegan y a la vez atizan el entusiasmo. El aroma a sahumerio refuerza la percepción armoniosa de lo que se escucha, lo que se ve, lo que se huele. Hija de un ama de casa y un agricultor de un pequeño pueblito santiagueño llamado Fernández, cumplió obediente el mandato paterno. Ella sería escribana y su hermana Ana, traductora. Ambas obtuvieron sus respectivos diplomas, pero con el correr de los años eligieron sus propios destinos: María optó por la fotografía y Ana por el canto.
Cuando vivían en el campo, su tío Julio tocaba el bandoneón y al padre de María le dieron ganas de tener uno. Pero se equivocó y compró un acordeón. Los efectos de esa equivocación los tuvo que asumir María y fue la elegida para aprender a tocarlo. A los 5 años, viajaba varios kilómetros en bicicleta hasta el pueblo con el instrumento envuelto en una bolsa de harina. Más tarde abandonó las clases y las retomó pasados los 40, por consejo de su hermana Ana, quien la incitó a volcarse al universo de los sonidos porque “es terapéutico y hace bien”. A fines de 2006 crearon una banda de música gitana y tradicional rusa, inspirada en sus orígenes ucranianos. Al año siguiente se sumaron otros músicos al grupo que bautizaron Dovoie Sestri, que en ruso significa “dos hermanas”.
La reportera
Al terminar la facultad, María viajó a Europa con una amiga. Sacó fotos que le salieron oscuras y feas, cuenta. Se anotó en un taller de fotografía mientras trabajaba en una escribanía, ya instalada en Buenos Aires. Uno de sus primeros maestros fue Andy Goldstein. Abandonó su puesto y buscó trabajo como fotógrafa, pasó por diarios como La Prensa, Popular, Clarín y comenzó a desarrollar la fotografía autoral a la par de su labor como reportera gráfica. Algunos de sus trabajos se vinculan a la sexualidad heterosexual, los conceptos estéticos que nos rigen, el cuerpo social.
Un ejemplo: en su ensayo Puerperium Mediaticum pone de manifiesto la parte de esta etapa, el puerperio, en que la mujer transita cuarenta días de reacomodamiento corporal. Al cabo de ese período, denominado cuarentena, se supone que está en condiciones de retomar su actividad sexual. A raíz de su experiencia personal luego del parto de su segundo hijo, María comenzó a hacerse preguntas: ¿cómo puede el otro relacionarse con el pecho lastimado o la vagina cosida? ¿Cómo puede una tener energías para lanzarse al ejercicio amoroso después de noches sin dormir? Llevó esos interrogantes a la imagen y desenmascó la hipocresía en la manera de referirse a esa etapa. En su página web pueden verse las imágenes de esos objetos: sacaleches, apósitos, cremas, desinfectantes.
El gran dictador
Nuestros cuerpos están intervenidos socialmente, con mandatos sobre cómo deben ser y cómo se deben comportarse, que nos atraviesan casi sin arañar la conciencia. María expresa estos postulados a través de sus fotografías y define lo que nos agobia desde el afuera y nos erige desde el adentro.
¿Cómo se construye el cuerpo social?
Participa lo que cada uno oculta y cree que debe ser escondido. Mi trabajo es un juego para mostrar a ese vecino nuestro, que puede ser el señor de la mercería, o el tipo en la calle con su camperita. Uno puede ser un obsesivo, otro un melancólico, pero todos juegan el mismo juego. Saben que están socialmente condenados a la corrección. Pero siempre hay un momento de click, que es una bisagra de la enajenación y todos estamos un poquito más lejos, o cerca, de ese click. Esa frontera debiera ser definida siempre personalmente, pero estamos pendientes de la marca social que se hace de ella. Alguien te dice cómo vas a vestir, cómo vas a caminar… y así andás. Todo el tiempo van cambiando esas cosas por las que uno sufre y a las que les termina consagrando la vida. Con un matrimonio que dura 50 años por no querer separarte antes, con la obsesión por la gordura, con las cirugías para no envejecer. Pero ese alguien que ejerce sobre tu vida tanta influencia hay que buscarlo en lo interno más que en lo externo.
En tu rol de docente, ¿cómo enseñás a tus alumnos a mirar esas cosas, a señalarlas con la cámara?
La mirada tiene mucho de reflexión. Intento que desarrollen una capacidad cuestionadora, con mucha producción, muchas fotos, que sea un fluir el hecho de sacar fotos, como andar, respirar. No soy muy amiga de que quede en lo digital, sigue siendo muy importante para mí que las amasen, las estrujen, las rompan, que vean la finitud del papel, porque ahí está la finitud de la imagen. Porque lo que rescatás se va a terminar, por más que lo congeles en una foto. Es todo el tiempo reflexión. Para poder decir hay que tener qué decir.
Face o no face
Como herramienta de expresión, la fotografía resuelve las cosas rápidamente, indica María. Pero esa velocidad también nos dice algo.
¿Cómo nos influye la proliferación de imágenes por las redes sociales? ¿Si no me fotografío, no existo?
Con la llegada de la cámara instantánea comenzaron a proliferar las imágenes y corrieron ríos de tinta. Yo amo la fotografía, es magia pero también es la nada. Si no hubiera existido la fotografía habría agarrado un pedazo de carbón. La increíble manera del uso de la imagen ahora va por otro lado, va por el lado de la locura. Y es saludada con mucha naturalidad porque representa un desdoblamiento de la personalidad. Estoy tomando un tecito y subo esa foto a Facebook. Para mí vivir exponiéndose es un desdoblamiento, ¿cómo estás integrado a tu momento vívido si te estás fotografiando al mismo tiempo? Estás queriendo ser modelo y espectador al mismo instante. En la adolescencia sucede con frecuencia: es una cuestión social. En una etapa de formación es tolerable, los adolescentes siguen una moda que los identifica, pero ahí hay ahora algo más: una cuestión fomentada para el aislamiento domiciliario que derivó en una adicción a lo tecnológico. Yo soy del campo, sigue pareciéndome increíble aquel tiempo en el que uno respiraba la libertad en el afuera. Ahora no se pueden despegar de sus aparatitos y eso hace que te pierdas la intensidad de la vida por entregarte a la representación de la vida.
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Ser medio
Hay que estar loco para hacer una revista cultural independiente nos dijeron a todas estas publicaciones alguna vez. Nos lo dijeron con palabras, con la mirada y, fundamentalmente, por ni mirarnos: no hay en ningún antro de formación académica una sola materia que enseñe o investigue cómo se gestiona una revista independiente. Sin patrón.
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Revista Al Margen. Una revista que venden los que están fuera del Bariloche de la postal se convirtió en una herramienta para construir otras formas de comunicación y comunidad.
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