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Los actores sociales: 10 años de teatro comunitario
Una charla con integrantes de los 8 grupos que festejaron este año una década nos permite trazar los ejes de esta experiencia. Territorio, seguridad, autogestión, arte, medios y barrio son algunos de los temas que definen estos vecinos que aprendieron a actuar y a compartir. Cómo salir del yo y crear un nosotros poderoso.
Se dice que crisis es oportunidad. Tal vez por eso la grieta del año 2002 parió tantos grupos de teatro comunitario que, entre otras expresiones autogestivas y colectivas, fecundaron una nueva época. Precisamente, ocho grupos que hacen teatro de, por y para los vecinos –siete de Capital y uno de Patricios, provincia de Buenos Aires– cumplieron a lo largo de este año una década de sueños realizados: Matemurga (Villa Crespo), Res o No Res (Mataderos), AlmaMate (Flores), El Épico de Floresta, Los Villurqueros (Villa Urquiza), Los Pompapetriyasos (Parque Patricios), 3.80 y Crece (La Boca) y Patricios Unido de Pie (Patricios, 9 de Julio).
Con todos ellos se urdió esta charla coral en la que, a partir de sus propias prácticas, brindan pistas para entender al teatro comunitario, lo que produce y también la década: del cacerolazo al cacerolazo.
Arte y parte
Edith (Matemurga): El paradigma fundamental es teatro de vecinos para vecinos, el arte de todos y para todos.
Orlando (El Épico de Floresta): El teatro comunitario es siempre una fiesta. Lo es el teatro en sí mismo, desde sus orígenes, pero aquí se ve claramente: al romperse las estructuras de sala o de un espacio determinado, salir a la calle y hacerlo en cualquier lugar, hace que esa fiesta se multiplique.
Mabel Bicho (Patricios Unido de Pie): Trabajamos convencidos de que el arte es transformador en sí mismo: al atravesar el cuerpo, remover sensaciones y experiencias olvidadas, recuperar la memoria, volver al espíritu de juego, la imaginación, la creatividad, todo transforma nuestro ser. En el teatro comunitario jugamos, creamos, trabajamos en conjunto grandes y chicos, gordos y flacos, simpáticos y antipáticos: todos encaminados a lograr que nuestra obra resulte de la mejor calidad posible y represente verdaderamente lo que los vecinos queremos transmitir al resto de los vecinos.
Andrea (3.80 y Crece): El vecino, al reincorporarse en este lugar donde es aceptado, encuentra su potencia. Y eso lo transforma.
Liliana (Villurqueros): A mí lo que me maravilla es el encuentro que produce: de personas, intergeneracional, niños actuando al lado de mayores. Estábamos tan fragmentados en 2001-2002, tan separados, tan individuos y creo que lo que ganamos haciendo teatro comunitario fue encontrarnos. El encuentro para ejercitar la memoria lleva a buscar nuevas formas de expresión donde aparece lo que quiere recuperar el vecino: la fiesta, la silla en la puerta, el encontrarse con otro. Empezás a ser productor, hacedor, no consumidor de cultura.
Julieta (Res o no Res): Tenemos que decir algo y lo decimos en el barrio, y a través de eso nos vamos transformando, enterándonos de más cosas, comunicándonos. Y se produce una identificación.
Andrea (3.80 y Crece): No solamente sentirse identificados con lo que se cuenta, sino que la gente dice ‘Ah, pero vos sos es el que vive en la otra cuadra’. Si el otro está ahí, ¿por qué yo no puedo? Es fundamental el sentido de pertenencia: si no se pierde la magia de poder ser parte.
Edith (Matemurga): Lo artístico es insoslayable. El arte es un gran ensanchador del horizonte humano que te permite imaginarte de otra manera, con lo cual empiezan a ser posibles cosas que no habían podido imaginarse juntos. Todo el tiempo se corre el horizonte de lo posible. Esto es profundamente transformador: para los que están en el grupo y para los que están relacionados: instituciones del barrio, vecinos-espectadores. En realidad, el teatro comunitario se enfrenta al paradigma del consumo, que necesita segmentar. Y lo que nosotros hacemos es juntar: gente de distintas generaciones, inmigrantes, con o sin laburo, discapacitados. Es totalmente integrador.
Carolina (Almamate): Y a la vez se van desdibujando los límites de lo individual para convertirse en una creación colectiva, un producto de todos.
Creando territorio
Oscar (Los Villurqueros): Nosotros trabajamos con lo que va trayendo el vecino. Empezamos por preguntarle qué quiere contar y porqué. Ahí es donde se va desatando esto de la memoria, de la creación y de la creatividad.
Edith (Matemurga): Se habla de lo que ese grupo humano quiere hablar desde su territorio. Una característica fundamental del teatro comunitario es la territorialidad.
“Bicho” (Patricios Unidos de Pie): El potencial de la creación artística y la liberación de la imaginación es lo que nos permiten valorizar nuestra condición de ciudadanos, la posibilidad de ser gestores de nuestra propia vida. Con el teatro los vecinos tenemos voz, nos hemos hecho visibles.
Edith (Matemurga): No hay una receta. Lo que es insustituible es el proceso en donde todos se sientan necesarios: tiene que haber una identificación para que el grupo defienda el espectáculo.
Vínculos entre vecinos
Edith (Matemurga): Las relaciones se modifican desde lo artístico. Para mí es inseparable de ese componente. Pero además se empiezan a instalar prácticas que no existían en el barrio: cortar la calle para hacer teatro.
“Bicho” (Patricios Unidos de Pie): Incluso surgen propuestas para acciones extra teatrales: en nuestro caso, el reclamo por la pavimentación del acceso de tierra desde la ruta nacional N° 5 o la red de gas para el pueblo. Pero, además, en estos diez años hemos entablado un cambio en nuestras relaciones con los vecinos. Aprendemos a ver el valor del vecino, de su trabajo al lado del nuestro, en conjunto, que logra resultados inesperados.
Liliana (Los Villurqueros): Básicamente lo que se va modificando es el pensarse en soledad. Se empieza a pensar en grupo y a pertenecer, a sacar el yo y poner el nosotros. Es lo más grato. Nosotros mismos nos fuimos modificando y eso hace la diferencia con otro tipo de teatro: nos estamos modificando con el otro.
Bueno y profundo
Edith (Matemurga): Para los directores el teatro comunitario es un campo de desarrollo profesional increíble, lejos de lo que se podría suponer: no es hacer voluntarismo con los vecinos. Tenés un campo artístico impresionantemente fértil. Te motiva y desafía porque querés que el espectáculo sea cada vez mejor.
Orlando (El Épico de Floresta): Queremos hacer buen teatro: el hecho de que hagamos teatro con vecinos no significa que no lo sea. Tenemos necesidad concreta de que la obra tenga más elementos que los que tenía la anterior, por una cuestión de crecimiento.
Pablo (Los Pompapetriyasos): El valor artístico es también una militancia política.
Edith (Matemurga): En estos diez años nos sentimos que lo que hacemos tiene incidencia en la realidad. Antes, uno pensaba que todo se decidía en otra parte. Y esta práctica todo el tiempo te hace sentir que un grupo, muchos grupos, los vecinos, movemos los rígido, lo inmóvil, lo que supuestamente está dado. Entonces tiene una profunda vitalidad.
Carolina (AlmaMate): Tiene que ver con ver la capacidad de acción de las personas como actores sociales.
Julieta (Res o no Res): Eso es lo que nos mueve: como grupo te sentís motivado porque sos parte, contás y eso motiva a participar.
Otra seguridad
Edith (Matemurga): La práctica del teatro comunitario modifica el concepto de seguridad. En vez de hablar de inseguridad yo hablaría de seguridad, porque estar juntos, conocerse con los vecinos, que en el momento que cortás la calle los niños anden en bici o simplemente se sienten a mirar, genera una fuerte sensación de seguridad. Lejos de encerrarse en las casas a lo que te invita todo el tiempo es a estar juntos.
Orlando (Él Épico de Floresta): Además en nuestras actuaciones nadie se agarra a piñas, no hay despelote.
Andrea (3.80 y Crece): Porque justamente es la ocupación de un espacio a través del arte. La inseguridad pasa por la falta de ocupación. Cuando vos ves un lugar que está sin gente, es inseguro. Cuando uno lo ocupa desde una fiesta, un espectáculo, un escenario, se convierte en un sitio seguro.
Carolina (AlmaMate): La seguridad se da por habitar los espacios y no por enrejarlos y asilarlos. Por habitarlos y pertenecer.
Liliana (Los Villurqueros): Por transitarlos.
Edith (Matemurga): Y convertirlos en un escenario. El patio de una escuela, una plaza pueden serlo. Podés ver la calle como un espacio de actuación.
Liliana (Los Villurqueros): El pueblo que produce teatro comunitario le está asignando valor al espacio público y es conmovedor para todos los que lo ven. Por eso debe ser peligroso para este Jefe de Gobierno que ocupemos los espacios.
La red
Bicho (Patricios Unidos de Pie): Para nosotros, que somos de un pequeño pueblo de 600 habitantes, la Red Nacional de Teatro Comunitario siempre ha sido de real importancia: nos permite intercambiar con los otros grupos, aprender junto con ellos, ver qué cosas hacemos bien y qué tenemos que reforzar. Contamos con los referentes de la Red para consultar dudas, podemos efectuar compras de instrumentos en conjunto. Así como la unión como vecinos nos da fuerza, la unión de la Red nos fortifica.
Oscar (Los Villurqueros): Los Encuentros que hacemos con todos los grupos del país son increíbles. En el último, en Rivadavia, éramos 1.200 personas en un pueblo con menos cantidad de habitantes. Lo que sucedió allí fue fantástico. Cada vez que nos encontramos es maravilloso. Vemos las obras de los demás grupos, cómo las hacen y eso te va estimulando.
Edith (Matemurga): Ojo: estímulo no es competencia: está bueno decirlo.
Liliana (Los Villurqueros): Nos enriquecemos mutuamente porque te estás reflejando en el otro.
Orlando (Él Épico de Floresta): Y decir ‘¿qué te pareció, qué hay que mejorar?’. Preguntarle al otro.
Edith (Matemurga): Seguramente esta idea surge del momento en que Catalinas y el Circuito Barracas deciden expandir esta práctica, para hacerla crecer en diferentes territorios. Hay una generosidad fundacional con la cual esto se propaga. El origen es generoso. De hecho sale una línea de subsidios y la comentamos para que se presenten otros.
Liliana (Los Villurqueros): Es esto de lo que habla Adhemar Bianchi (junto a Ricardo Talento, los padres del teatro comunitario): la desmesura. Todo se empieza a volver desmesurado. Desde el grupo, hasta las ideas. Te potencia todo.
Autogestión
Julieta (Res o no Res): La organización fue un aprendizaje. Al principio nos manteníamos con la gorra, luego el buffet. Después pasaba eso de hablar con otro grupo, enterarse de un subsidio y ver cómo poder hacer para encajar. Ir produciendo y gestionando en la práctica: probar. Y compartir la experiencia.
Liliana (Los Villurqueros): Te lleva a hacer gestor de tu propio proyecto, incluso dividir roles. Y también a pensar los espacios para funcionar, porque la plaza está bárbara, pero en invierno tenemos que ensayar. Entonces, ¿qué pasa con esa parte de nuestra economía? Por eso estamos luchando. Se pagan alquileres muy altos para guardar sólo el vestuario. Es todo un costo y una gran preocupación.
Edith (Matemurga): La autogestión, lo que vamos inventando, te da poder, en el mejor de los sentidos, para ir a hablar en representación de tu grupo. Vos no vas a hablar de vos, sino del proyecto en el que creés y defendés.
Medios y valores
Orlando (El Épico de Floresta): Los medios comerciales, al igual que el poder, nos ignoran, excepto que nos tomen como bicharracos. Y no es una cuestión de cantidad de espectadores: cualquier grupo nuestro mete en una función más gente que 20 salas de 100 butacas.
Edith (Matemurga): Tiene que ver con la lógica de los medios en general. Nos invisibilizan como se invisibilizan tantas cosas en los medios hegemónicos. De todas maneras creo que nosotros y nuestro público funcionamos independientemente de eso.
Liliana (Los Villurqueros): Los medios de comunicación masivos responden a un modelo en el que no encajamos
Carolina (AlmaMate): Porque funcionan con lógicas de consumo y el teatro comunitario no está ligado a ellas.
Julieta (Res o no Res): No tenemos un negocio atrás. Quizá los grandes medios están buscando promocionar otra cosa: la gente que sale en sus páginas sólo busca ganancias y el teatro comunitario transmite otros valores.
La historia que será
Edith (Matemurga): Estos 10 años nos han demostrado que se puede ir tras los sueños, concretarlos y tener nuevos sueños y volver a concretarlos.
Liliana (Los Villurqueros): En el 2002 estábamos dolidos, entristecidos, empobrecidos. Había algo contenido y por eso la búsqueda fue que el grito fuera colectivo. Hay que seguir con esa esperanza activa, en acción y resistiendo.
Julieta (Res o no Res): El cambio para mí está en el encuentro. Encontrar la esperanza y decir que pudimos hacer esto. Somos varios que nos encontramos, nos unimos y nos organizamos.
Orlando (El Épico de Floresta): Lo peor que nos podría pasar es que fuéramos una repetición de nosotros mismos.
Oscar (Los Villurqueros): Qué contar, para qué y cómo: esa es la cuestión. Nosotros tenemos una escena de los cacerolazos, por los de 2001, y hoy significan otra cosa. La seguimos haciendo de la misma manera pero tiene otro sentido: las cacerolas del 2001 no son las del 2012.
Orlando (El Épico de Floresta): Es un desafío poner eso hoy en escena. Y es muy inquietante.
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