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Conectate libertad
Huayra GNU/Linux. Un software libre de nombre indígena será el próximo sistema operativo que vendrá por defecto en las netbooks de Conectar Igualdad. Windows, por ahora, seguirá estando. Los integrantes de la cooperativa PressEnter, que forman parte del equipo de desarrollo del programa, explican lo que este cambio representa.
Cuando el calor resecaba el aire de la quebrada, los kollas y los diaguitas calchaquíes del noroeste argentino lo distinguían a la distancia. Lo veían erigido, fuerte, volando, expresando la cólera de la naturaleza, recorriendo los caminos, levantando nubes de polvo a su paso.
Cuando el calor resecaba el aire de la quebrada, Huayra Muyu aparecía. Los pueblos andinos entendían que sólo esa deidad, esa personificación del remolino, era quien podía anunciar la lluvia y acontecimientos propicios, venturosos, optimistas.
Quien podía anunciar la tierra fértil.
Siglos después, el espíritu de Huaya Muyu sirvió para personificar otro remolino: el software libre nacional, que busca fecundar nuevas tierras, conquistadas por las corporaciones.
Porque el corrimiento de la frontera no es sólo agropecuaria.
También es tecnológica.
Libres vs privativos
El software libre es la denominación de todos aquellos programitas y datos que hacen andar a una computadora que respeta la libertad de todos los usuarios a descargar, ejecutar, copiar, estudiar, modificar, mejorar y redistribuir el producto libremente. La contraposición del software libre es el software privativo. Este concepto abarca todos aquellos programas informáticos cuyo uso, redistribución o modificación está prohibida. En otras palabras, el famoso copyright, que restringe los derechos del usuario sobre el software por los célebres “derechos de autor”, eufemismo tras el cual se oculta el objetivo de juntar plata con pala por parte de las corporaciones. Microsoft Corporation es la encarnación, a través de su sistema operativo Windows, de ese modelo al que el software libre combate con su militancia. Sin embargo, gracias a ese activismo, ha comenzado a producirse una leve y progresiva correlación de fuerzas: desde varios gobiernos latinoamericanos –Ecuador, Venezuela, Brasil, Uruguay– se empezaron a adoptar las banderas del software libre como políticas de Estado, y a implementar sus plataformas para la administración pública y educacional.
En Argentina la oenegenización del discurso del software libre logró copar el escenario mediático y académico, al mismo tiempo que diluyó la potencia política necesaria para producir cambios. Sin embargo, desde otros bordes se remó discreta y sostenidamente hasta alcanzar escenarios centrales para esta batalla. En este punto entra en juego el Programa Conectar Igualdad.
Doblete desigual
Inspirado en el Plan Ceibal de Uruguay, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner lanzó en abril de 2010 el Programa Conectar Igualdad. El objetivo era ambicioso: entregar una netbook a todos los estudiantes y docentes de las escuelas públicas secundarias, de educación especial y de los institutos de formación docente, para achicar la brecha digital y “construir una política universal de inclusión digital de alcance federal”, según reza la página web oficial. El sitio, además, muestra un contador: más de 3 millones de netbooks fueron entregadas en todo el país.
Sin embargo, pronto se desató una polémica: las máquinas contaban con “doble booteo” o “arranque”, denominación que recibe el proceso que inicia el sistema operativo cuando el usuario enciende la computadora. Es decir, las netbooks contaban con dos programas: el corporativo Windows y el libre GNU/Linux.
O sea: eran los propios alumnos y profesores, sin mucha información sobre cómo operar Linux ni entender qué representaba el software libre en su computadora, quienes tenían que decidir si trabajar sobre un sistema conocido y accesible –pero privativo- o internarse sobre lo desconocido.
Adivinen quién ganó.
Exacto.
Multipliquen por 3 millones las ganancias que este programa representa para una corporación como Windows, que además monopoliza el control de esas pantallas.
Por ese motivo, diversas organizaciones de software libre cuestionaron la decisión salomónica del Gobierno Nacional. ¿Por qué seguir pagándole a una corporación y no apostar decididamente a un software democrático y comunitario?
En este punto entra en juego Huayra.
Política & dinero
PressEnter es una cooperativa de software libre que, desde hace diez años, se especializa en la construcción de aplicaciones web, de escritorio, el uso de tecnologías libres, dictado de cursos y capacitaciones. Además, provee servicios de mantenimiento de equipo técnico para empresas, puesta en marcha de oficinas y centros de cómputos, y la instalación y configuración de servidores. Algo más: es una de las cooperativas que forman parte de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Información y Conocimiento (FACTTIC).
Son seis miembros en PressEnter. Cuatro de ellos fueron elegidos por el Centro Nacional de Investigación y Desarrollo de Tecnologías Libres (CENITAL), un área de Conectar Igualdad, para desarrollar el software libre Huayra, pensado para el uso de la comunidad educativa como el sistema operativo que vendrá por defecto en las nuevas tandas de netbooks que repartirá el Estado.
“Era un proyecto que estaba alineado a la filosofía y a la experiencia de lo que nosotros hacíamos”, dice Héctor Sánchez, 37 años, activista del SL, presidente de PressEnter y coordinador del Equipo de Desarrollo de Huayra. “Aceptamos, nos integramos y empezamos a trabajar en paralelo a la cooperativa. Como es un proyecto grande, importante, que está bueno por todo lo que implica a nivel usuario y Gobierno, nos interesó”.
El trabajo comenzó en junio de 2012. El equipo, cuyo coordinador general es Javier Castrillo y el jefe de proyecto es Vladimir di Fiore Prieto, está integrado por 13 miembros, distribuidos en tres áreas: desarrollo, documentación y arte.
El equipo de documentación realiza manuales de usuarios, ayuda para los chicos y tutoriales, entre otras herramientas, para transmitir de forma práctica el uso de Huayra. Por otro lado, el área de arte se especializa en la estética, la interfaz, la gráfica, los videos y los resortes multimedia del software. La integración de ambos grupos ocurre en el equipo de desarrollo, que es el encargado, también, de empaquetar y desarrollar específicamente los programas del nuevo sistema operativo.
¿Cuál es la necesidad y la importancia social de Huayra?
Sánchez: El Programa Conectar Igualdad necesitaba un sistema propio, para no depender de ningún sistema externo, de ninguna empresa. Un sistema para que lo puedan adaptar, mejorar. Tener algo propio del Estado para poder sacarle provecho, usarlo, modificarlo y adaptarlo a las necesidades propias del Programa, y no meter algún enlatado que ande dando vueltas por ahí. Aparte, evitás el pago de licencias exclusivas por máquina. Pensá que son 3 millones y medio de computadoras. Aunque el costo de la licencia sea un dólar, es muchísimo.
El virus corporativo
Tras varias presentaciones, versiones de prueba y tutoriales, desde marzo está disponible la versión 1.0 de Huayra en su página web. Y si bien las netbooks ya pueden descargarlo, será recién en la próxima tanda de entregas en la que los ordenadores lo tendrán especialmente programado o booteado, como corresponde.
Pero Huayra no es exclusividad de las netbooks de Conectar Igualdad. Cualquier usuario puede, desde cualquier lugar, descargarse el sistema operativo de manera gratuita e instalarlo. Incluso, puede ejecutarlo desde un pen-drive como si fuera un programa más, a modo de prueba y sin tocar el contenido del disco rígido del ordenador.
Según Fernando Toledo, 36 años, militante de SL, miembro de PressEnter e integrante del equipo de desarrollo, Huayra tiene disponibles 25 mil programas gratuitos y libres para descargar. Esto es posible ya que la base sobre la que se montó y trabajó el programa es otro sistema operativo: Debian, de GNU/Linux, desarrollado por más de mil voluntarios en todo el mundo. “En la máquina no vienen todas las opciones,sólo pusimos 1.500. El resto está disponibles con un click. Y están libres de virus porque se encuentran en un repositorio oficial”, explica Sánchez.
Huayra tiene aplicaciones de matemática, geometría, idiomas, geografía, informática, desarrollo y programación, robótica, programación de videojuegos, arte, diseño gráfico, electrónica…y la lista sigue. Todo el paquete puede ser traducido a lenguas originarias.
Los técnicos aclaran que, además de actualizarse con los aportes de la comunidad, Huayra es un sistema que está en continuo proceso de construcción y actualización. “Todo el tiempo se sigue laburando, agregando mejoras, personalizaciones que nos van llegando de escuelas, nuevos requerimientos que tiene el programa. Todo eso lo integramos y hacemos que esté disponible para la próxima versión. El que no la tenga, la puede actualizar”, dice Sánchez.
De todos modos, Toledo aclara que algunas aplicaciones de Windows son compatibles con Huayra a través de un emulador libre. Pero especifica: “Tampoco nos preocupa ejecutar esas aplicaciones, porque tratamos de usarlas de forma nativa. No vamos a correr un programa privativo si tenemos uno libre. Pero te sirve para la transición”.
El software libre, en general, también se caracteriza por contar con una arquitectura que imposibilita la dispersión de virus, tal como se lo concibe en Windows: un programa que se copia y ejecuta automáticamente, sin permiso o conocimiento del usuario, con el objetivo de alterar el normal funcionamiento de una computadora. De hecho, muchos técnicos de software libre, foros y páginas de Internet no titubean al sentenciar: no existen los virus en Linux. Toledo explica: “No es que es inmune. Pasa que las mayorías de los programas, el 90 por ciento, son libres, y el código fuente está expuesto en Internet. No vas a hacer cosas malas que las puedan ver todo el mundo”.
Sánchez acuerda: “Un virus se hace para un programa cerrado, y hasta que la empresa no decida arreglarlo y sacar una versión nueva, sigue libre por ahí. En cambio, en Linux podés tener actualizaciones todos los días. Se te actualizan los archivos y ya está. Siempre hay un montón de programadores viendo eso”.
Otro dato: la mascota de Linux a nivel mundial es un pingüino. Eso lo simboliza.
¿Cuál es la mascota de Huayra?
Una vaca.
Poder social
El nombre del nuevo sistema operativo, Huayra, proviene del quechua: significa “viento”. La explicación, según la web oficial: “Viento de cambios, vientos de libertad, vientos de soberanía tecnológica”. Y continúa: “Sus principios rectores son la soberanía, la independencia y la libertad tecnológica. Nace de la experiencia de estos últimos años donde aprendimos, como país, que un modelo de desarrollo se sostiene de la autonomía y no desde la dependencia de modelos y estándares que nada tienen que ver con nuestra realidad”.
Si bien Huayra saldrá por defecto en la próxima serie de netbooks que el Estado reparta, Windows seguirá como la otra opción de sistema operativo. Es decir, se invierten los valores de la programación original, el “doble booteo” se mantiene, pero con la salvedad de que el software libre es nacional. “Esa parte no es decisoria nuestra. Nosotros tratamos de hacer la distribución lo mejor posible para que cada vez tengamos más adeptos, y apostamos cien por ciento al software libre”, señala Sánchez. Además, asegura que, por más que el “doble arranque” se mantenga, el cambio es significativo: confía en que, si antes los alumnos y docentes se dejaban llevar por la inercia a la hora de elegir Windows, ahora ocurrirá lo mismo con Huayra.
¿Cómo se rompe esa inercia con Windows?
Toledo: Educando y capacitando a la gente. El principal mito es que el software libre es difícil, o que tenés que ser un programador para usarlo. Viene más por un tema de prejuicio. Es el rechazo a cambiar porque sí. Yo creo que explicando bien por qué tenés que cambiar, hace que se rompa un poco ese prejuicio. Porque, encima, tenés ventajas técnicas.
Toledo habla del poder social que tiene el uso del software libre. Explica: “Eso significa que, básicamente, vos te lo podés apropiar y ser parte. Ya no sos, solamente, consumidor o un usuario de un programa que te lo bajás y ya está, sino que empezás a ser partícipe de un proyecto. Empezás a tener una participación mucho más activa con las herramientas que estás usando”.
La inercia, en física, es la propiedad que tienen los cuerpos de permanecer en estado de reposo o movimiento, mientras la resistencia oponga una fuerza igual a cero.
El tiempo dirá si la tecnología honrará la capacidad de sembrar los vientos de cambios que representa esta deidad originaria llamada Huayra.
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