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El peso del bronce
Andrés Zerneri, escultor. En la ex ESMA está trabajando en la enorme escultura de Juana Arzurduy y acumula toneladas de llaves para su próxima obra: el monumento a la mujer originaria.
Osvaldo Bayer lanzó la granada en una charla en el Centro Cultural de la Cooperación. El historiador y periodista pidió un aplauso para el escultor Andrés Zerneri, presente en el auditorio, quien había terminado el monumento a Ernesto Che Guevara, emplazado en Rosario. El público aplaudió. El monumento medía cuatro metros, pesaba 1,5 toneladas, y fue fruto de una construcción colectiva: 75 mil personas habían donado sus llaves, cuyo bronce fue fundido para producir la primera estatua de cuerpo entero del revolucionario que se instaló en un espacio público de Argentina. Bayer, viejo zorro, esperó a que el aplauso mermara, y rápido de reflejos disparó: “Sería bueno rendirle un homenaje también a los pueblos originarios con el mismo sistema”. Toneladas de bronce cayeron sobre Zerneri.
Tiempo después, visitó al historiador con un amigo mapuche y le recordó lo que había sugerido. Bayer propuso consultar a la mayor cantidad de comunidades originarias para saber qué opinaban. El escultor y el historiador se encontraron entonces con dos fuertes resistencia:
- Veían el bronce como un material nefasto y una imposición de las clases dominantes que recubría los bustos o las estatuas de aquellos “próceres” que los masacraron e invisibilizaron.
- Consideraban que la ciudad de Buenos Aires, lugar sugerido por los promotores de la obra, era el sitio que menos se merecía un reconocimiento a sus culturas y lucha.
A través de diversos encuentros e intercambios de opiniones, Bayer y Zerneri explicaron que por esas mismas razones debía realizarse el monumento. “Hay que resignificar al bronce y plantar la estatua en la ciudad que más invisibilizó la problemática indígena”, decían. La idea, con el correr de las semanas, evolucionó. Las comunidades aceptaron. Y a ese combo de significados, Zerneri le aportó uno más: la obra tendría 10 metros y sería la más grande de Argentina. “Eso ayuda en el sentido publicitario –reconoce el artista–. Lo decimos en el primer orden como si fuera lo importante, pero nos permite llegar a espacios, copetes y titulares de medios que nunca hablarían de los pueblos originarios. No estamos preocupados por los records Guiness, sino en manifestar a través de una llavecita el apoyo a la resistencia y la lucha de las comunidades”.
Política & arte
Andrés Zerneri nació en Marcos Paz y se crió en Merlo (dos partidos del conurbano bonaerense), pero pasó su adolescencia en Neuquén. Como respuesta a los múltiples casos de gatillo fácil en esa provincia, se sumó a la Cocorrepo (Comisión contra la Represión Policial), y desde entonces supo que el arte era una herramienta de comunicación y militancia. Siempre de forma autodidacta.
Durante la década del 90 llegó a Buenos Aires y se sumó a HIJOS. “Yo siento que primero está la cuestión política y después está el arte. El arte es una herramienta, no un objetivo o un fin. Para vivir vendo cuadros, hago exposiciones, doy talleres. Tengo una filosofía bastante parecida a la del Pepe Mujica: me siento millonario. No por cualquier figura aceptaría hacer un monumento. Pienso que si te vendés un poco, cagás todo. Siento que es retroactivo, como que si llegara a vender un monumento del Che estaría traicionado a la gente que confió en dar su llave”.
Haceme un monumento
El lugar donde Andrés Zerneri está trabajando impacta por dos razones:
- Está en la ex ESMA.
- Hay adentro un monstruo de 90 metros y casi 8 toneladas: es el monumento a la revolucionaria Juana Azurduy, comandante de las guerrillas en las luchas por la emancipación del Virreinato del Río de la Plata, que la República Plurinacional de Bolivia donará a Argentina para emplazarla en el mismo lugar donde estaba la estatua de Cristóbal Colón, en la plazoleta ubicada detrás de la Casa Rosada.
Zerneri cuenta que Evo Morales pidió referencias de algún escultor que supiera construir monumentos en bronce y en grandes tamaños. La embajadora de Bolivia recomendó a Zerneri bajo dos pretextos: su resolución técnica y su perspectiva política. Morales destinó entonces un millón de dólares para la realización del monumento, que comenzó a construirse en febrero y estará listo para comienzos de 2014.
El pueblo como coautor
El proyecto del monumento a la mujer originaria, cuenta Zerneri, tiene varios objetivos: “El más directo es que la gente conozca tres informaciones básicas: vivimos en un país que tiene 30 naciones originarias, con entre 15 y 20 idiomas nativos, y seis de cada diez personas están vinculadas genéticamente con esos pueblos”.
La campaña que se armó en torno al proyecto con el objetivo de explicar y federalizar el significado del monumento es notable, al punto de haberse configurado un verdadero movimiento alrededor. Se conformaron seis comisiones: Pueblos Originarios, Educación, Bronce, Relaciones Institucionales, Audiovisual, y Prensa y Difusión. “Si fuésemos una agencia de publicidad nuestro target sería el que menos sabe sobre la presencia de las comunidades en Argentina. A ese sector estamos tratando de sensibilizar”.
El monumento a la mujer originaria será de 10 metros y pesará 10 toneladas. Y como en la estatua del Che, Zerneri no quiere que el dinero sea un condicionante en la cadena de producción, por lo que apuesta a su construcción colectiva bajo un concepto: el pueblo debe ser coautor. Por esa razón, diversas escuelas hacen excursiones al taller para donar las llaves, picaportes, ceniceros o cualquier utensilio diseñado en bronce.
La página de financiamiento colectivo Idea.me se contactó con el artista para ofrecerle colaboración. “Mi primera respuesta fue no, porque nosotros decíamos que el proyecto no requiere dinero”. Sin embargo, luego supo que no traicionaría sus principios: las personas podrían entregar dinero a cambio de los cuadros del escultor. “Juntamos el 100 por ciento en 15 días”, cuenta. Lo superó: el contador cerró en 47.867 pesos, mil más de lo requerido. El monto será destinado a recorrer las 23 provincias del país, visitar 70 ciudades, recoger los acopios de llaves de cada lugar y dar charlas para explicar la importancia cultural y simbólica del monumento. El presupuesto contempla la nafta, el peaje y cuestiones audiovisuales. Zerneri resume lo que pasó: “Es el espíritu del proyecto: mucha gente poniendo poquito. Esa es nuestra ganancia”.
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