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La música sale a escena

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La Joven Guarrior. En sus shows fluyen la música y la actuación como herramientas que construyen un mismo clima: divertirse, reflexionar y celebrar estar juntos. Una banda que crece al ritmo de la autogestión y se expande por buena onda.

La música sale a escena

El Pastor llega en bicicleta. Lleva puesta una camisa color celeste gastada, mangas arremangadas a la altura de los hombros traspirados y el pelo revuelto combinado con la barba. Se sienta, agarra el mate sin importar que el termómetro de los cuerpos esté por explotar y se describe: “El Pastor es una persona dogmática como toda persona religiosa. Cuida lo que dice. Tiene fe y esperanza”. ¿Nos quiere convertir? “No. El Pastor no es convertidor, es una especie de conductor”.

Gonzalo es El Pastor y encuentra explicación a sus múltiples personalidades artísticas en su ascendente en Géminis. Hasta el año 2007 su única banda era Los niños y los locos. “Venía tocando rock y empecé a hacer temitas con la criolla. Un par de socios, amigos de toda la vida, me empezaron a acompañar. Terminamos grabando un disco, el primero, sin expectativas de nada. Yo tenía una casa vacía y uno de los chicos tenía un equipo para grabar, lo trajo y se quedó en la banda”. Nacía así La gloriosa Joven Guarrior. Un proyecto de canción, actuación y rock con guitarra acústica donde los integrantes rotan su lugar e intercambian instrumentos. Así también Gonzalo se transformó en El Pastor.

Un año después, con su primer álbum Semana Santa en la calle, la banda se expandía. Hoy son trece y sumaron dos materiales a la discografía: La Conquista del Desierto (2010) y Las Invasiones Inglesas (2013)

Actuar música

Los seudónimos venían de fábrica, pero cuando la banda sumó nuevos integrantes la cara actoral se potenció. “Los shows tenían una cosa bastante paródica y divertida aunque estábamos los cuatro sentados, otro plan. Jodíamos que era un depreshow, tocábamos temas bastante bajón, pero el show era gracioso. Cuando entraron los pibes empezamos a estar parados, a darle importancia a los vestuarios y a hacer escenas: primero cositas y después performance. En las primeras estábamos tocando y salían dos de atrás. Empezó a pasar todo eso muy naturalmente, muy de a poco”. Gonzalo recuerda que el público lo recibió con la misma sonrisa y naturalidad. “Se reían. Es típico de la Guarrior: damos risa. Y para lograrlo vos  te rompés ensayando”.

Hoy los personajes son el plato fuerte del show. Ellos se presentan así:

El Pastor: voz y guitarra criolla.

Ze Pequenho: percusión, voz, guitarra, bajo.

El Perro Viejo: voz y guitarra criolla.

El Gasista:guitarra, clarinete, charango.

El Capitán: voz e iluminación.

El Ingeniero: percusión, bajo y sonido.

Junco y El Minero:trompeta y saxo.

El Líder de los Wichis: quena

El Pochoclero:percusión, guitarra, voz.

El Delegado: trombón, bajo

El Nuevo: bajo y percusión.

Y agregan: el Perro Nuevo, El 10 de Espadas, El Vietnamita, El Carnicero y Batman, quienes se suman según la ocasión.

La descripción de las funciones de los integrantes reafirma lo que El Pastor repite mate en mano: “Somos autogestivos al mango. Volanteamos nosotros, el trompetista se encarga de la comida de la fecha, el bajista y otro hacen la puerta: otro, el kiosco, yo ando más en el managereo y en el equipo de difusión, Lautaro asume su responsabilidad con el Facebook , por eso le decimos Comandante Arroba. El under te lleva a abarcar muchas más cosas, por ahí estás haciendo mil cosas de La Guarrior, pero sólo ensayaste dos horas”.

La búsqueda es ganarle a la fórmula binaria que propone el sistema. “El capitalismo es bastante básico: si vos enviás plata, vuelve. No tiene misterio. En La Guarrior nunca gastamos un sope y acá estamos. Tenemos el espíritu de cooperativa y laburamos con la guita que la banda genera. Por eso, por ahí los dos primeros discos no suenan tan bien, el último sonó un poco mejor. A veces uno dice: ¿no la pegamos o no llegamos a los medios porque los medios son malos, o porque no me gasté cincuenta lucas en un disco? La verdad es que no lo sé. Ahora voy a intentar gastarme esa guita. De invertir en tener un producto bueno que es lo que necesita este sistema, además de que hacer un disco lindo es hermoso. Sinceramente siento que hay una ausencia del aparato capitalista con respecto a la apuesta, nadie piensa que puede ganar. Estamos los músicos a la buena de Dios, yo no sé si es por una falta de sindicalismo. Los músicos somos un poco apolíticos y eso se refleja en el SADEM, no porque los muchachos laburan mal, sino porque son pocos. Vas al sindicato de actores y tienen pensión, obra social, todo. Los músicos no tenemos nada, estamos programados para subsistir en la ciudad. Es un poco llorón, pero vos te ponés a hablar con los pibes y la banda que no tiene deudas, no existe”.

El monstruo capitalista pretende devorarse el momento, pero la resistencia se ve en el escenario. El caos de esa lucha hace de espejo. “Los artistas construimos una visión de lo que es el mundo que no deja de ser estética, en forma de canciones, de versos. Nosotros por ejemplo usamos estatuas vivientes durante los shows, eso fue un gran hallazgo de los últimos años, para mí queda espectacular.  Estamos tocando y salen dos y te hacen una estatua y de golpe hacen por ejemplo un chumbo. El arte es un reflejo, un prisma, las cosas pasan y vos las ves de nuevo reflejadas. La realidad manda información, el arte lo proyecta”.

Generación grieta

El Pastor bucea entre las experiencias que comparte con colegas y amigos, arriba y debajo de los escenarios. Generacionalmente cree que hay cosas que cambiaron y propone posibles formas de leernos y reconocernos. Grietas que abren espacio y reciben luz para pensar nuevas escenas posibles lejos de la dinámica de las deudas, más sensibles y abiertas, menos tensas entre los géneros y artes, más revueltas.

“Somos parte de una generación con menos prejuicios. Siento que tenemos una banda de rock que es graciosa, que por momentos dice cosas y por momentos se toma las cosas de una forma muy pelotuda. La Guarrior también al ser un grupo numeroso es una gran amalgama de influencias. Es una especie de pequeño movimiento. Condensamos muchas bandas, cada uno de nosotros tiene dos o tres bandas u obras de teatro. Uno toca tango, algunos laburamos haciendo música para obras. Funciona como un lugar donde muchas de todas esas experiencias que tenemos como artistas se aglutinan y dan este producto de música acústica con no sé qué. Yo lo noto desprejuiciado. Nos permitimos cosas”

“Es muy de la época el corrimiento de los límites entre las artes, vas a una muestra de pintura y hay videos. Bueno, no resultó tan raro parar entre tema y tema y hacer una escena. La cosa de la banda performática no es un invento de la época, pero ahora volvió a aparecer”

“Algo pasa con la guitarra criolla, la canción y la cosa más descontracturada. Tomarse de otra forma esto del escenario y de ser el macho en el escenario que antes sonaba AWWWWGHHHH. Algo pasó desde el punto de vista estético de la música. Sueño con que sea una cuestión de recuperar ciertos valores de la música argentina, latinoamericana. Es tocar la guitarra nuestra, el cajón de nuestros hermanos peruanos, sacarle esa parafernalia, que aunque digamos que no, el rock es una cosa que la globalización nos metió, es lo único bueno que nos dejó. Yo reconozco este nuevo fenómeno de estas bandas entre las que creo que estamos. Desde la estética de la música: las guitarras criollas, los cajones”.

Oremos

Pastor, al fin, le pedimos una oración para nuestra comunidad lectora. Se toma su tiempo. Y al tercer día nos llega esta plegaria especialmente dedicada:

Oh Luis Alberto que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre
que las malas lenguas no invadan
nuestra pampa imaginaria
que todo aquello por lo que fuiste
mártir, héroe y figura
junto al arcángel Pappo
y a San Miguel Abuelo
nos acompañe hoy y aquí,
en este instante y para toda la vida.
Protégenos a nosotros, pecadores,
cultores del humor soez
corredores de una coneja imaginaria.
Oh Luis Alberto que estás en los cielos
ayudanos a combatir
la estupidez generalizada
del snobismo porteño
que cria santos de madera
y los infla con hormonas de mal gusto
que nos recuerdan lo peor
de la globalización.
Oh Luis Alberto, líbranos de las cadenas
de amnistía y reconciliación,
ni olvido ni perdón, juicio y castigo.
Líbranos de la socialdemocracia
que nunca escuchó un disco de Gardel.
Líbranos de Disney Channel,
del pobre Nisman,  de Foo Fighters
y de los caretas de Metallica.
Oh Luis Alberto que estás en los cielos,
que todas tus canciones nos guíen
así en el cielo como en la tierra,
así en el boliche como en el centro cultural,
y en la redacción de esta revista.
Amén.

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