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Casting de gambetas

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Cómo es la puerta de entrada al fútbol profesional. Chicos que llegan en tropel para probarse en un juego de grandes. Los 15 años es el límite para cruzar una frontera muy estrecha: en una prueba de 90 minutos, 400 disputan 8 vacantes. Por qué este fue el año récord.

Casting de gambetas

En la tarde de un caluroso jueves el Predio Galván -una de las sedes que tiene el Club Atlético Platense en el barrio de Saavedra- se va llenando de pibes de entre 13 y 15 años que como en procesión andan por la Capital y conurbano probándose en los clubes de fútbol antes de que cierre el libro de pases.

Ellos, sus padres y madres van en busca de lo mismo: pegarla.

El hormigueo de muchachos y voces toma posesión del predio. Cuerpos libres de tatuajes que empiezan a experimentar con aros, pelos engominados y mucha ceja depilada. Esperan cautos a ser llamados por el año en que nacieron, que no es otra cosa que la línea de partida de la carrera contra el tiempo para llegar a ser futbolista profesional. Los 15 representan el límite para fichar en algún club.

Responden un par de preguntas antes de calzarse los botines y la pechera verde flúor que los distinguirá de los locales. El silencio de la timidez se hace presente: son conscientes de la clara desventaja que implica ponerse bajo la lupa, abajo del sol y los treinta y pico grados del verano, jugando contra un equipo local con entrenamiento físico constante conformado por pibes se conocen en la cancha.

Los chicos que llegan a probarse lo hacen en un equipo armado en dos minutos con pares desconocidos en el que no se le pide la pelota a los típicos ‘gordo’, ‘negro’ o ‘nacho’ que habitan en todos los equipos –profesionales o amateurs- sino, al ‘cinco’, ‘siete’ o al ‘ocho’, únicos distintivos que habitan en las pecheras de cada muchacho.

Suena el silbato y tal como lo describe Pancho Aguilar -ingeniero agrónomo, cantante de tango y presidente del predio de Platense- “la posibilidad que se le da es efímera, porque a lo sumo se lo prueba dos veces y no todo el partido. Un pibe tiene 90 minutos: un jueves 45’ y un viernes 45’ para tener el partido de su vida”.

Los filtros

Juega todo en cuanto a los criterios de evaluación: el físico, cómo se paran en la cancha, la primera pelota, cómo corren y cómo le pegan. Explica Pancho Aguilar: “Los técnicos buscan que tengan pasta de futbolistas, y a los que quedan los citan otra vez para entrenar con los equipos de AFA. Una cosa es que jueguen con todos los que vienen y otra cosa es mecharlos con tu división para ver cómo responden”.

Es el tercer día de prueba y la evaluación sigue; son filtros, pero no todos los filtros son iguales. Una madre espectadora de las pruebas de su hijo 2001 cuenta que, además de ser un gran jugador, cursa el segundo año. Mientras lo mira de lejos dice que el más difícil es lo que ella llama “el segundo filtro”: el de la adolescencia, la noche, la joda, las novias, un cóctel muchas veces más seductor que la pelota, Europa, el triunfo y la gloria.

Alejo Capaldo juega de 7 ó de 8, por la izquierda. Tiene 14 años; sale transpirado y sin perder la vista de la reanudación del juego. Además de Platense – a donde vino porque le queda cerca- ya se probó por estos días en Chicago y Acassuso; sus ídolos son Cristiano Ronaldo y Fernando Cavenaghi; de Lionel Messi opina que sólo brilla en el Barcelona mientras que se opaca en la Selección. Si ahora lo fichan tiene claro que debe cambiarse de colegio para ir a la mañana y entrenar a la tarde. Es hincha y socio de River, y su sueño es jugar ahí y ganar la Libertadores. De no ser futbolista, dice, será abogado.

El partido lo va ganando el local uno arriba; mientras tanto y en la sombra improvisada de un yuyo, la mamá Pato López se renueva la dosis de bloqueador. Desde que empezaron las pruebas en diciembre decidió acompañar a su hijo: entendió que jugar a la pelota es lo que más le gusta al pibe, aunque no sea lo que más le guste a ella.

Ella también se está probando: como acompañante.

Es el primer año que lo secunda a Lean en su sueño y está conociendo este mundo nuevo. “No todos los clubes son iguales. En Chicago yo presté atención y había mucho acomodo: los chicos que jugaban bien no quedaban y sí gente que ya era reconocida o recomendada. Los apellidos pesan”, asegura. Y le dedica unas palabras a su Lean: “Para mí, como mamá, mi hijo juega espectacular. Lo filmamos y después él se mira y se corrige. En Acassuso lo hicieron jugar los tres partidos, yo pensé que quedaba, pero no”. Dice que lo está llevando a todos los clubes que puede bajo un acuerdo previo: en caso de que no llegue a quedar fichado en algún club, no se discutirá más que será abogado, como su padre.

Ganadores y perdedores

Termina el partido, ganó el local y restan los minutos de la espera, ése tiempo que puede ser el más largo del mundo hasta que avisan quién se queda a la segunda prueba y quién no.

La categoría de Alejo y Lean es 2000, para la cual se presentarán en Platense alrededor de 400 pibes tratando de quedar en alguno de los 8 cupos disponibles. Los 392 muchachos que no queden serán invitados a que continúen la formación en el club. “Acá en Platense está la parte de liga, que está como una escuelita, por eso los  invitamos  a que se preparen ahí para que el año que viene lleguen de la mejor manera a la prueba de AFA”, cuenta Pablo Sultán, entrenador de la categoría 2000.

Detalle: para jugar en liga hay que pagar una cuota mensual.

El argumento es el mismo para todos los que no pasan: no tienen “el nivel suficiente”. Los eliminados comentan entre ellos a qué clubes ir a probarse. Hay tiempo hasta la mitad de marzo para acceder a una chance este año.

Alejo tiene una segunda prueba en Acassuso y Leandro la tendrá en Excursionistas.

El bufet casi agotó las bebidas frías. Y al día siguiente el predio de Platense estará preparado para volver a albergar a centenares de pibes, padres, botines, sueños, promesas, expectativas y bajones.

Año record

Este año la cifra total de pibes que se presentaron a las pruebas de Platense fue récord: casi 4000, frente a 300 del año anterior. El incremento abismal radica, según Pancho Aguilar, en el cambio de gestión y en la buena campaña que hizo Platense en el último año, que casi asciende a Primera: “Los padres y los chicos son exitistas y quieren estar cuando un equipo va bien”, dice. Otro factor que quizá explique el fenómeno tenga que ver con los nuevos torneos que acortaron distancias entre equipos chicos y grandes: la novedad de los 30 equipos en Primera y la Copa Argentina.

En ese sentido, Platense recibió la invitación para que las categorías de la 4° a la 9° jueguen este año con equipos de Primera División. “Cualquier chico que quede va a jugar contra River, Boca, San Lorenzo… Van a viajar al interior, Rosario, Mar del Plata, Mendoza, entonces se entusiasman y vienen”, agrega el presidente.

En total, los pibes involucrados en estos viajes serán alrededor de 200, más el cuerpo técnico. Aguilar es consciente de que es una movida logística importante: “Por un lado y como éxito deportivo estamos muy felices, pero por otro lado estoy muy preocupado porque tengo que solucionar el tema económico, por los viajes que voy a tener. Estoy atrás de sponsors o de gente que quiere ayudar y se hace muy difícil”.

Pancho cuenta que sostener el predio alternativo de Platense cuesta mensualmente alrededor de 200 mil pesos. Lo cubren alquilando la cancha principal, llamada Gonzalo Bergessio, en honor al
jugador que ya tiene 30 años y salió de las inferiores del club, y que actualmente
juega en la Sampodria, de la Serie A de Italia. Nunca se olvidó de los orígenes y por eso colaboró económicamente con la cancha que lleva su nombre.

Además de ése alquiler el club cuenta con la cuota de la liga-escuela de futbol y otros ingresos de sponsors y publicidades. El enorme cartel de Scioli es un ejemplo.

Las cuentas

La cifra de sueños y vacantes disponibles para cumplirlos no varía mucho en el caso de clubes de la Primera División del futbol argentino. Algunas cuentas y sus posibles proyecciones:

En Argentinos Juniors y en la más reciente convocatoria se probaron alrededor de 3.000 pibes, de los cuales quedaron 12.

En San Lorenzo de Almagro lo hicieron la misma cantidad de chicos para un poco menos de 50 vacantes distribuidas en todas las categorías. Todos de la cuarta a la novena categoría, es decir, pibes nacidos entre 1995 y 2001.

Si entre Platense, Argentinos y San Lorenzo se probaron alrededor de 10.000 chicos y quedaron solamente 100, estamos hablando de un 1%.

Si proyectamos esa cifra sobre la nómina de clubes afiliados a AFA -para el 2015 en todas sus categorías suman 110 – el cálculo es que unos 330.000 pibes intentaron este año cruzar ese umbral.

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