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De qué hablamos cuando hablamos de periodismo
Semanario Brecha, de Uruguay, periódico Diagonal, de España, Desinformémonos, de México y Mu, el periódico de lavaca, de Argentina, celebran a partir del 1 de marzo de 2016 un acuerdo de colaboración para investigar e intercambiar experiencias.
Semanario Brecha, de Uruguay, periódico Diagonal, de España, Desinformémonos, de México y Mu, el periódico de lavaca, de Argentina, celebran a partir del 1 de marzo de 2016 un acuerdo de colaboración para investigar e intercambiar experiencias.
La autopsia del periodismo comercial ya está hecha.
Como dirían los poetas surrealistas, un cadáver exquisito bebe el vino nuevo.
Otra vez.
Lo viejo no termina de morir cuando succiona la creatividad social.
Lo nuevo no termina de nacer cuando hay partos sin festejos.
Celebremos entonces el camino recorrido.
Acá estamos, con las preguntas intactas, las respuestas en expectativa y las uñas clavadas en el teclado, enviando este mensaje que sabemos que no es una botella en el mar, sino una invitación a los náufragos amigos a poblar este encuentro con experiencias, abrazos, puntos suspensivos y, sobre todo, ganas de gritar un golazo colgados del alambrado, para festejar con la hinchada cada certeza que seamos capaces de manotearle a este mundo de tinieblas.
De eso hablamos cuando hablamos de periodismo.
De encuentro.
De juego en equipo.
De sudor y camiseta.
Y del aliento de esa hinchada que nos justifica.
Hablamos, también, de ese oficio que no es incomprensible ni voraz – perdón Gabo- sino preciso y paciente.
También caro.
Producir una noticia cuesta cada vez más.
Pero parir un medio social cuesta cada vez menos.
No es una paradoja.
Es el quid de nuestra cuestión.
El poder oculta cada vez mejor la información y revelarla requiere cada vez más tiempo, saber y experiencia.
La noticia ya no está en un lugar central, ni en una fuente trajeadas, sino en las periferias donde la impunidad es obscena. Estar ahí, informar lo que allí sucede, es carísimo: en algunos casos cuesta vidas; en otros, amenazas, extorsiones, exclusiones; violencias todas que no son ni diferentes ni más graves que las que sufre la población que las soporta. Nuestra hinchada.
Pero a los medios los crea cada época y su necesidad. Y esta es voraz e incomprensible – quizá de ahí nacen las palabras de Gabo-, pero lo suficientemente contradictoria como para parirnos y dejarnos andar todo este camino que cada medio social hemos recorrido, a tientas pero firmes, intuyendo siempre que hay algo por delante más grande y más necesario que nosotros mismos.
No es sólo la vocación ni la tozudez lo que nos ha traído hasta aquí, sino esa fuerza social capaz de desafiar todos los pronósticos y conjurar todas nuestras torpezas y debilidades.
Es ese mismo impulso el que nos puso ahora ante el desafío de crecer hasta alcanzar la altura que requiere esta coyuntura desquiciada, que nos obliga a preguntarnos qué hacer.
Otra vez.
Y a inventar esa respuesta.
Aprendimos cómo.
Con otras.
Con otros.
Compartiendo lo que hay y lo que falta.
Por abajo.
Y por izquierda.
Sabemos exactamente dónde queda lo primero.
No tenemos mucha idea donde está ahora lo segundo, pero el desatino salvaje del poder nos orienta.
Arremangados, con las patas en el lodo de la actualidad y las manos aferradas al círculo amigo, caminamos ahora en cuatro patas.
Una en México, otra en España, aquella en Uruguay y esta otra en Argentina.
Para hacer así lo que sabemos: periodismo.
Para hacer así lo que podemos: multiplicar los futuros posibles.
Y para hacer también lo imposible, que como ya aprendimos, tarda un poco más.
Nuestro compromiso es ser mejores.
Nuestra venganza es ser felices.
Con la frente en alto
Por Raúl Zibechi
Ahora que se cierra una etapa de la historia argentina, parece buen momento para revivirlo desde los afectos, palpar lo que este breve tiempo esconde en sus pliegues, más allá de lo evidente. Cepillar la historia a contrapelo, le llamaba Walter Benjamin al arte de nadar a contracorriente sin perder ni el humor ni la sensibilidad que permiten, precisamente, descubrir las enseñanzas de la historia no oficial, aquella que los vencedores de siempre pretenden ocultar –la historia de los vencidos- para seguir encarcados al poder.
Estos años nos enseñan los sufrimientos de los nuevos vencidos: por las fumigaciones y la contaminación, por la violencia en letra pequeña de todos los días, por el hambre de los niños que no aparecen en las imposibles estadísticas oficiales. La guerra de ratis contra gorras. Los desaparecidos en democracia. Los ninguneados por ser políticamente incorrectos.
Cepillar esa historia oficial es hacer visibles Arrugas, Lópeces y Sacayanes; y tantos y tantas que sufrieron y murieron solapados por el embriagador silencio progresista.
Un silencio progre que vació plazas y conciencias; que criminalizó en nombre de un orden que tachaba a quienes dudaban de una justicia social dispensada por decretos y digestos oficiales. Silencios cómplices de quienes se negaron a tomar en cuenta a las víctimas, cuando éstas no servían para lubricar sus proyectos.
Fueron los temas de MU y de lavaca en esta larga década. El estilete mensual fue desmenuzando la minería a cielo abierto, los monocultivos sojeros, la violencia machista, la hediondez mediática, y así. Mostrando las resistencias, desde el teatro improvisado en los colectivos hasta las asambleas autoconvocadas. El más tenue latido antisistema fue acunado para amplificarlo en la web, la revista y la radio. Un modo de ser, una manera de vivir y de hacer resistencia con el cuerpo, con las ideas, con las manos.
Por eso y por lo que vendrá, gracias.
Ha sido un orgullo compartir estos años con hombres y mujeres que, en sus naturales imperfecciones y aún en los errores, salen del ciclo progresista con la frente en alto.
Los seis puntos de las cuatro patas
Semanario Brecha, de Uruguay, periódico Diagonal, de España, Desinformémonos, de México y Mu, el periódico de lavaca, de Argentina, celebran a partir del 1 de marzo de 2016 un acuerdo de colaboración para:
- Compartir notas y fotos.
- Producir investigaciones en conjunto.
- Intercambiar experiencias de autogestión.
- Construir en común recursos y estrategias.
- Organizar espacios de formación y ´pensamiento sobre el futuro.
- Elaborar materiales que recojan esta experiencia de intercambio.
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Caretas
Obama en Argentina. Una foto en la ESMA o caminando por el Parque de la Memoria representa para el presidente norteamericano un trofeo, en momentos en que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos lo intima a cumplir con su promesa electoral: cerrar Guantánamo. La violencia policial y la desigualdad social son otros dos agujeros negros de su gestión.
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Emoticones
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Lo que está en juego
Derechos humanos hoy. Una nueva lectura. Esta nota reproduce los conceptos claves de una charla que tuvimos con Miguel Benasayag -científico, filósofo, militante- a partir de una imagen: Obama y los derechos humanos en Argentina. El desafío a los lugares comunes. Las nuevas formas de entender dónde estamos parados.
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