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Raúl Zibechi analiza la política exterior de Obama. La visita del Presidente norteamericano es una muestra más del estilo de pensamiento estratégico que le permitió intervenir en las internas latinoamericanas.

¿Qué llevó al presidente Obama a querer visitar el 24 de marzo la Argentina y la ESMA? ¿Cómo interpretarlo? ¿Como un reconocimiento del papel de su país en el golpe y las desapariciones o como un insulto a la dignidad y la memoria de las víctimas?

Siento que estos días pueden escucharse dos interpretaciones opuestas.

“La visita de Obama a la ESMA, el día del 40 aniversario del golpe, es una afrenta a los desaparecidos y una provocación al pueblo argentino”.

“La ESMA tiene tal valor simbólico que hasta el Presidente de Estados Unidos se ve en la necesidad de visitarla”.

Lo más probable, empero, es que ninguna de ellas sea la adecuada, aunque en realidad ambas pueden ser complementarias. La respuesta no es sencilla, primero porque el Presidente de la superpotencia no tiene ninguna necesidad de afrentar a las víctimas, por un lado, ni de reconocer que la ESMA representa algo importante para su país, por otro.

El primer acercamiento sería reconocer que estamos ante una práctica habitual entre los altos cargos de todos los países del mundo, y muy en particular de los Estados Unidos.

El 28 de agosto de 2011 fue inaugurado el Memorial Martin Luther King, a escasa distancia de los memoriales (monumentos) dedicados a Roosvelt y Lincoln, en Washington, al cumplirse el 48 aniversario del célebre discurso I have a dream (Tengo un sueño). La mayor parte del dinero para la obra fue donada por las grandes corporaciones del país. El presidente George W. Bush fue uno de los promotores del monumento. En 2006, reunido con la familia del líder negro asesinado, el día que comenzó la construcción del monumento, dijo: “La bala de un asesino no podía hacer añicos su sueño”.

De Bush a Obama

Al finalizar su mandato, en enero de 2009, antes de pasarle el cargo a su sucesor, difundió una proclama: “La histórica elección de Barack Obama como Presidente de Estados Unidos es un reflejo de los avances reales de nuestro país en contra de la discriminación a la que el Dr. King se oponía”.

Fue más lejos: “Yo, George W. Bush, Presidente de Estados Unidos de Norteamérica, en virtud de la autoridad que me conceden la Constitución y las leyes de Estados Unidos, por la presente proclamo el 16 de enero del 2009 como el Día de Martin Luther King, hijo, feriado federal. Hago un llamado a todos los estadounidenses para que celebren este día con las actividades y programas cívicos, comunitarios y de servicio en homenaje a la vida y el legado de Dr. King”.

Las victoria cultural

Lo que pretendo es complejizar tanto la visita de Obama a la ESMA como el discurso del Presidente Macri aludiendo al Nunca Más.

Los gobernantes de Washington no pueden mantenerse en el poder en representación de las clases dominantes de su país sin atender a la población afroamericana, aunque representa sólo el 12% de la población del país. Tampoco pueden vivir a espaldas de los latinos, que aunque son algo más que los negros (alrededor del 16%), cuentan con dos candidatos en la carrera presidencial: Ted Cruz y Marc Rubio. Ambos tienen ascendencia cubana. Es evidente que si los demócratas cuentan históricamente con el respaldo masivo de los afros, si pretenden ganar los republicanos deben apoyarse en los latinos.

El verdadero triunfo de una nación sobre otra, de una clase sobre otra, es la victoria cultural: cuando el adversario adopta el punto de vista del enemigo, sus valores, su forma vida, su modo de ver el mundo. Ese día el oprimido deja de resistir. El día que Lula dijo “prefiero ser desconocido y rico, a pobre y famoso”, los dados estaban echados. Pero la pregunta no es si Lula es un traidor, sino cómo llegamos a esto.

Hay, por lo menos, tres respuestas.

Consumismo a la Pasolini

La primera es la derrota cultural estrechamente ligada al consumismo. Es imposible comprender lo que nos sucede sin mirar atrás, releer o descubrir a Pier Paolo Pasolini y sus maravillosos Escritos Corsarios en los que explica, anticipándose en casi dos décadas, lo que luego sería la debacle del socialismo.

Al mirar a su alrededor, en la Italia de 1970, se horroriza de la uniformización que ha conseguido la sociedad de masas y del consumo, algo que no había logrado el fascismo en dos décadas de dominación absoluta. El desarrollo arruinó, dice, la felicidad del pueblo, borró la alegría de los rostros de la gente común, pobre, campesina o hija de campesinos, sencilla, vital.

“Los muchachos del pueblo están tristes porque han perdido la conciencia de su inferioridad social, dado que sus valores y modelos culturales han sido destruidos”, escribe al reflexionar sobre lo que denomina como “revolución antropológica”.

Toda una lección de dignidad y lucidez escupida en la cara del universo progresista de la época, tan actual, tan desgarrador.

Sostiene que la difusión de la cultura consumista es “un plan del poder que necesita un consumo de masas y una cultura de masas”. Eso que entre nosotros, a comienzos del siglo 21, llamamos “derechos”, uno de los conceptos más macabros, cínicos y demoledores que existen. “El afán de consumo –sigue- es un afán de obediencia a una orden no pronunciada”.

Quiero decir que hoy las clases dominantes se han hecho democráticas, feministas, libertarias, para conservar la sartén por el mango. Por supuesto que ellos disfrutan de sus relaciones democráticas, feministas y libertarias entre ellos, cuando ellos (y ellas) quieren y eligen.

¡Sólo los giles nos creemos el cuento de los derechos!

Y los cuadros de las oenegés, claro.

Los gestos y las cárceles

La segunda respuesta es lo que aprendió el sistema aplicando en todos los aspectos de la vida la lógica de las políticas sociales. Esta lógica dice: “No dominarás, buscarás el consenso”. El consenso no existe ni puede existir mientras haya una sociedad de opresores y oprimidos. El Banco Mundial es hoy el principal think tank del progresismo y las izquierdas. Fueron ellos los que inventaron el combate a la pobreza para ocultar la creciente riqueza del 1%. Fueron ellos los que dieron el paso decisivo de revestir de “verde” al capitalismo más depredador.

La tercera respuesta es el miedo. Bush puede ir al memorial de King y Obama puede hacer todo lo que se le ocurra con los gordos de la comunidad negra. Pero las cárceles están llenas de jóvenes afros: uno de cada 12 negros en edad de trabajar está preso, frente a uno de cada 36 hispanos y uno de cada 87 blancos. Sin contar los muertos.

El gesto de Bush y de Obama hacia los negros está dirigido a esa parte de la comunidad que aspira a ocupar cargos y al ascenso social. Para los demás, para los que saben que no llegarán nunca, los que tienen conciencia del sistema, para ellos están las cárceles.

¿Cómo se dice La Cámpora en slang?

Hábeas corpus

Obama va a la ESMA porque entendió que desaparecer a Pérez Esquivel es mucho menos inteligente y efectivo que cruzarse cartas, dialogar, ponerse en el lugar de otro, y así. No hay el menor maquiavelismo en su elección del 24 de marzo para ir a la ESMA. Es una prolongación de la política  que lleva adelante en su propio país.

¿Menos efectivo?

Claro, para llegar a esa conclusión “ellos” han tenido que labrar un pensamiento estratégico, algo que “nosotros” hemos dejado olvidado en los despachos de ministerios y oenegés.

Pensamiento estratégico es lo que hizo McNamara al frente del Banco Mundial, luego de su notable experiencia como presidente de la Ford y jefe del Pentágono durante Vietnam. Nadie pisa esos tres centros de poder sin tener algo serio que decir y hacer.

El Club Bilderberg está meditando cómo hacer para reducir la población del mundo a la mitad. Eso es pensamiento estratégico.

Pensamiento estratégico es pensamiento complejo, pero no difícil ni estrambótico. Es un tipo de pensamiento que nace a la intemperie, fuera de las instituciones. Por eso los progres no pueden pensar en el largo plazo.

Es un pensamiento no teórico, que tiene un requisito imprescindible sin relación con los títulos académicos: poner el cuerpo. Por eso pueden pensar en grande personas como las trans y el subcomandante Moisés.

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