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Crisis en el paraíso

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Dos gigantes. Uno estatal: la central nuclear de Atucha con amenaza de 2.400 despidos. Otro privado: el grupo Techint, con 1.000 suspendidos. Los efectos regionales del ajuste y la desocupación en el comercio y en lo personal. Y el eterno retorno de un misterio: ¿quién paga los platos rotos? ▶ SERGIO CIANCAGLINI

Crisis en el paraíso

Mil rostros están esperando noticias sobre su destino, junto a una planta nuclear.

Tienen fecha de vencimiento: en 15 horas se convertirán en desocupados.

Muchos recuerdan lo que es eso. Otros todavía no lo saben, pero les pasa algo igual o peor: lo imaginan.

Los amenazados o los que ya recibieron sus telegramas de despido son 2.400. Mil son los que están en esta asamblea. Miran hacia el acoplado de un camión, escenario sobre el que sus representantes van a informarles qué ocurrió en las reuniones que tuvieron con ministros, secretarios, funcionarios, en un lugar llamado Buenos Aires, a 115 kilómetros.

Todos (representantes, ministros, etc.) cobran sus haberes mientras negocian o desnegocian destinos ajenos.

Los mil rostros esperan en silencio conocer el resultado de las negociaciones de las que son objeto. Hay estudiosos que aseguran que no son objetos sino sujetos, según lo exponen en seminarios progresistas.

En realidad son objeto de negociaciones, como son objeto de políticas, o de insultos:

-El otro día hicimos corte y algunos nos puteaban de arriba abajo. Uno en 4×4 nos gritó: ¡vayan a laburar! Sí, papá. Eso es lo que queremos: laburar- informa Manuel, con una gorrita ya descolorida de un equipo de la NBA.

Otros insultos pueden leerse en los comentarios de usuarios online de empresas como Clarín y La Nación, o en charlas de countries: “Negros de mierda”, “Cabezas”, “Cabezas de tacho”, “Peronchos”, lo cual hace dudar sobre las secuelas cognitivas de la enseñanza privada.

Son las 9 de la mañana en el playón interno de Atucha.

A doce kilómetros, en Campana, cada tanto se oyen estruendos metálicos: las descargas de caños gigantescos de Tenaris Siderca, del grupo Techint, multinacional considerada argentina que maneja el 40% del mercado mundial de caños sin costura utilizados en los pozos petroleros, oleoductos y gasoductos.

Se calcula que sólo este emporio dejó sin trabajo a 2.200 personas durante 2015 en Campana. De los 2.800 que quedan, 1.000 están suspendidos. Otros mil rostros pero dispersos, cada uno en su casa, esperando.

Causas esgrimidas: la baja del precio del petróleo (que en este curioso país no impide que aumenten los combustibles), y el actual proceso de apertura de importaciones, por el cual con los caños petroleros ocurre lo mismo que con tantos consumos cotidianos: se importan de China.

“La empresa no está perdiendo, está dejando de ganar”, razona un obrero suspendido hace 14 días, que oculta su nombre para prevenir atentos telegramas de  la oficina de recursos humanos: “Pero imaginate: ¿quién paga los platos rotos? ¿Y sabés lo que está provocando esa situación en el resto de la ciudad, en los trabajos, en los comercios?”.

Las preguntas son similares en un gigante estatal como Atucha y en otro privado como Techint, vecinos de una región que el activista Bernardo Neustadt llamaba “paraíso del capitalismo”. Pero los dioses de este paraíso andan atravesados, mientras las criaturas humanas están esperando, por ahora, noticias sobre su destino.

Info atómica

El triunfo de Cambiemos cayó como una bomba de tiempo en diversas geografías incluyendo al partido de Zárate, y más exactamente Lima, localidad en la que se encuentran las usinas nucleares Atucha I (Juan Domingo Perón) y Atucha II (Néstor Kirchner). Esta última comenzó a funcionar el 3 de junio de 2014: a las 9.02 el reactor registró su primera reacción en cadena, o proceso de “criticidad controlada”, término aún no incorporado a las llamadas ciencias políticas.

Un año y medio después el ex ejecutivo de Shell y ministro de Energía Carlos Aranguren produjo el recambio de funcionarios del área nuclear, anunció 2.400 despidos de obreros y técnicos informando que no estaban haciendo nada desde 2014, lapso durante el cual no se comenzaron las obras de Atucha III para la cual se suponía que debían trabajar. Cundió el calificativo de “ñoquis” dirigido indistintamente a obreros y funcionarios jerárquicos.

Repaso de esta reacción en cadena. Atucha II estuvo a cargo de una Unidad de Gestión (UG, una especie de gerencia interna) de Nucleoeléctrica Argentina S.A (NA-SA), empresa creada para la construcción, operación, mantenimiento y retiro de servicio de las tres centrales nucleares del país: las dos Atucha y Embalse (Córdoba).

“Se terminó la obra en 2014 y mucha gente empezó a ser prescindible”, informa el ingeniero Carlos Euvrard, vicepresidente de TyPEN (Técnicos y Profesionales en Energía Nuclear) y jefe del Departamento de Montaje Mecánico de la central. “Como estaba aprobado construir Atucha III, NA-SA decidió mantener a profesionales y técnicos ya capacitados para este tipo de obras porque había bastantes trabajos complementarios que realizar de Atucha II, y se esperaba muy pronto iniciar las obras de la nueva central”.

A esa situación se agregó la de 1.800 trabajadores afiliados a Unión Obrera de la Construcción (UOCRA), y 600 de UECARA (jefes, capataces, administrativos) que también quedaron en un limbo al finalizar Atucha II. Por acuerdo entre NA-SA y el intendente de Zárate Osvaldo Cáffaro, 800 de ellos fueron derivados en 2015 a la realización de obras municipales en la ciudad y en Lima: veredas, la estación de trenes, plazas, cloacas. Todo esto se hizo con la inspiración y aprobación decisiva del entonces ministro de Planificación Julio De Vido, motor de la finalización de Atucha II, quien además tiene casa en Lima, en el club de chacras Puerto Panal.

¿Por qué la demora entre Atucha II y el comienzo de Atucha III? Un importante ex directivo de NA-SA habló con MU pidiendo reserva del nombre “para no poner palos en la rueda a la nueva gestión”. Su argumento: “Cuando se empezó a planificar Atucha III, por las deudas en el exterior (buitres), no nos financiaban los seguros para los créditos. Los únicos eran Rusia y China, y los chinos hicieron una oferta espectacular. Las negociaciones se alargaron, al final cerramos con ellos. Faltaba el terreno. La plata no estaba. Fue toda la época de elecciones. Al final salió el decreto de expropiación del terreno lindante con Atucha II en noviembre, entre la primera y segunda vuelta. Pero la plata siguió sin aparecer (577 millones de pesos)”.

Dos palabras tal vez son clave: año electoral. El ex directivo agrega: “Mantuvimos a la gente para que trabajara en ingeniería básica y cuestiones complementarias. A los obreros les renovamos el trabajo en acuerdo con el Municipio. Como todos los contratos terminaron en junio de 2015, los fuimos prorrogando hasta fin de marzo de 2016. Y en el medio cambió el gobierno”.

Euvrard reconoce: “La verdad es que nadie pensó que ganaría Macri. La idea es que ganaba Scioli, continuaba la gestión, y ya estaríamos iniciando las obras. Lo central es que aquí hemos desarrollado un know-how propio. No compramos una central llave en mano, como los brasileños: sabemos hacerla nosotros. Hoy  el 7% de la energía que consume el país, viene de las tres centrales nucleares: 1.700 megavatios”.

Al actual subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, le atribuyen haber definido el “cluster tecnológico más sofisticado del país” a la industria nuclear. Euvrard: “Pero quieren reducir a NA-SA a la función de operar centrales. Lo que nosotros queremos es que se haga la planta”.

El directivo anónimo: “Aranguren dijo que van a hacer Atucha III en 2017 y revisando todos los contratos. Lo harán con los chinos, o con otros actores. De la UG no puedo decir nada sobre eso de que sean ñoquis. Para mí es gente con un expertís (experiencia) que hay que aprovechar. Pero hay otra política: la aceptás o no; les creés o no”.

Para los trabajadores es simplemente la amenaza de quedar desocupados: “Desgraciadamente es una parte muy cruel. Uno mal o bien los mantenía, qué sé yo. Vivo en Lima, son mis vecinos. Pero bueno, tengo 27 años en NA-SA, ahora seguiré siendo personal de planta, y todo lo que se haga para bien de NA-SA me pone contento y feliz”.

Crisis en el paraíso

La asamblea de los obreros de Atucha, que hacen trabajos comunitarios mientras se decide su destino. La desocupación es algo que muchos vivieron, y otros empiezan a imaginar. Las manos de los trabajadores no siempre logran ser manos a la obra

Un mes en la vida

En UOCRA no están contentos ni felices. Ronda de mate. Ariel Puebla, secretario adjunto: “Lo nuestro es sostener las fuentes de trabajo, con todos los compañeros adentro hasta que se haga la nueva central. Para eso es el Plan de Mitigación, haciendo obras para el Municipio”. César Sánchez, secretario de organización: “No nos importa que sea en una central nuclear o en otra cosa: queremos trabajo para todos”. Juan Lischetti, delegado de obra: “Una nación tiene que buscar cómo generar empleo y salarios dignos”. Claudio Gómez: “Lo que gana un obrero en Atucha no lo gana en otros lados, de 20 a 25 mil pesos por mes para un soldador”.

Juan: “Cualquiera tendría que ganar eso como mínimo. Mi pueblo es Alsina, 1.500 habitantes. Cien obreros trabajaban en la reconstrucción de las vías del tren. El gobierno hizo como con Atucha, no reconoció los contratos. Hoy la desocupación es del 60% sin esperanza futura de reinsertarse, porque para colmo la agricultura está devastada por la soja transgénica, que además no genera empleo. Buscan disciplinarnos, que nos acostumbremos a ganar poco: si no te gusta, buscate otra cosa”.  César: “Que el gobierno haga lo que quiera, pero no dejándonos afuera”. Juan: “Yo pido que me digan una sola medida de este gobierno, una sola, a favor del trabajador. Y no hay”. Miran con cierta distancia a la UG que gerenciaba Atucha: “Ahí había unas 1.000 personas. Y muchos tenían sueldos de arriba de 100.000 pesos. Que ganen lo que quieran, pero que no perjudiquen a los trabajadores”.

Claudio: “Se nota un cambio en la generación de entre 20 y 30 años que creció en esta década. Siempre tuvieron laburo, se consideraron como de una clase más alta. En la construcción y en muchos gremios. Decimos que son los toyoteros, por el auto. Lo veo en mi familia: casita, pileta en el fondo, todo fenómeno. Dicen: ‘el gobierno no me da de comer, me la gané laburando todos los días’. Es cierto, pero si no hay condiciones para que tengas laburo, por más esfuerzo que hagas no te va a alcanzar. Votaron a Macri, y ahora habrá que ver qué pasa”.

UOCRA es un gremio denso. En 2012 hubo tres heridos de bala en enfrentamientos entre grupos antagónicos que se acusaban mutuamente de mafiosos y patoteros. En 2014 Julio González y Ariel Puebla fueron detenidos tras un enfrentamiento con Francisco Sosa, ex militar, dueño de una empresa de perforaciones. González y Puebla quedaron 9 meses presos y la causa -caratulada como amenazas y coacción agravadas por el uso de arma de fuego- sigue abierta. “No queremos hablar mucho. Hubo un altercado, distintos tonos, pero no es tan así como lo cuentan”, dice Puebla.

Frente al conflicto de Atucha la UOCRA (dirigida a nivel nacional por Gerardo Martínez, agente de inteligencia del Ejército durante los años 1982 y 83)  tardó, pero finalmente se movilizó cortando la rotonda de ingreso a Zárate junto con UECARA. El ministro de Trabajo Jorge Triaca convocó a los gremios y a las diez contratistas un día antes de que los 2.400 trabajadores quedaran en la calle.

Mil rostros esperaban conocer el resultado de esa reunión, detallado por el secretario general de la regional Zárate, Julio González: “Compañeros, el ministerio decretó la conciliación obligatoria por 15 días hábiles, prorrogables por otros 5, así que seguimos la lucha pero como trabajadores, no como desocupados. Siempre de pie, de rodillas jamás”. Traducción: al menos un mes más de trabajo. La reacción fue de alegría, pero sobre todo de alivio al no incrementarse el número de 1.500 obreros de la construcción sin trabajo, sólo en Zárate. 

Monsanto y Martínez

El doctor Facundo Campos, 37 años, es el abogado de UOCRA y UECARA y cuenta al finalizar la asamblea: “Mi papá era obrero de un frigorífico, soy el octavo hijo, fui becado en mi carrera por la UCA, por Lomas de Zamora, y la maestría en Tres de Febrero”. Sobre la región: “Además de lo de Atucha está el problema en Campana producido por la apertura a importaciones chinas que permitieron que constructoras de la red de gasoductos troncales de Córdoba compraran caños chinos por 250 millones de dólares. Pero más allá de la decisión del gobierno de afectar las políticas de protección de la industria nacional, también hay una responsabilidad social empresaria en grupos como el de Paolo Rocca (Techint) que ha sido socio de este gobierno y cómplice civil de la última dictadura cívico-militar-eclesiástica-comercial. La empresa siempre se queja, pero achica a costa de los trabajadores. Y se produce el 4×1: por cada trabajador afectado en plantas grandes, te llevás puestos cuatro trabajos indirectos (transporte, seguridad, gastronomía, tercerizados)”.

Como el ingeniero Euvrard, Campos defiende a la energía nuclear pero con referencias sorprendentes: “Es una energía limpia, segura, controlada, que todos estén tranquilos. Los agrotóxicos y la petroquímica sí son de alta contaminación y requerirían de parte del Estado más control y menos corrupción. Presentamos un proyecto municipal para control de los agrotóxicos que tienen niveles terriblemente nocivos más allá de que el primer contaminante mundial que es Monsanto no lo reconozca. Tampoco reconocía que el PCB era altamente cancerígeno. Y este año la empresa estará en La Haya acusada de crímenes contra la humanidad”.

La pregunta obvia: ¿qué opina de la situación de Gerardo Martínez, registrado como agente de los servicios de inteligencia del Ejército? Campos: “Conozco la causa, no hay ningún dato probatorio que plantee que Martínez haya cometido algún ilícito penal, por lo menos hasta hoy. Para nosotros es víctima de un carpetazo, pero le cabe el principio de inocencia hasta que se demuestre lo contrario”. Pero era agente de inteligencia. “No hay probado ningún ilícito penal”, repite, trazando una frontera pantanosa en ciertos casos, entre qué cosas son lícitas en esta vida, y cuáles no. 

Campos cree que el problema que afecta a Zárate-Campana proviene de lo que llama estado de mercado: “Hay partidos conservadores, lo digo con respeto, que vienen con una clara política de dominio del mercado y paraguas mediáticos para generar voluntades que crean que lo mejor que puede pasar es el neoliberalismo. Son políticas de ajuste, desregulación en las relaciones laborales y desmantelamiento de la industria nacional. Si nos equivocamos y en realidad hay responsabilidad empresaria, no hay despidos, hay leyes antidumping y se impulsa la industria, pediremos disculpas. Y si el actual gobierno tiene problemas comerciales con Electroingeniería (una de las contratistas de Atucha) o con otros, son problemas empresariales. Nosotros queremos a la gente trabajando y que se respeten las condiciones salariales. Es todo o nada”.

Obreros conversando

Los obreros de Atucha andan con camisas de jean azul esperando la hora del almuerzo. No pronuncian discursos ni relatos mediáticos que aturden. No se ponen en víctimas. Sólo charlan.

Damián: “Yo de chiquito trabajé en la calle. Acá es la primera vez que tengo un trabajo en serio y puedo darle algo a mis cuatro hijos”. ¿Por ejemplo? “Algo de ropa, o ir un día al centro a tomar un helado. Antes yo no podía hacer eso. Y menos comprarles un remedio si se enferman”.

Gabriel: “Con el trabajo en blanco tenés obra social. Por eso queremos el laburo. Yo soy carpintero pero si me dicen de arreglar el campo, voy”, dice cabeceando hacia el terreno donde se haría Atucha III. Blas: “Si el otro gobierno se la robó, o se la roba éste, no me importa. Lo que quiero es que haya comida y escuela para los hijos. Me pasó que los pibes me pidan una fruta o un caramelo, y no tenía para darles. Te sentís para la mierda. No querés más eso”.

Un poco más allá Mario va con sus dos muletas y las piernas paralizadas por la polio. “No sé cómo se llama lo que tengo. Acá conseguí trabajo por el sindicato. En otro lado no me tomarían ni locos”.

A Alejandro le dicen Patón. Calza 47, tiene 56 años y 37 de mecánico. “Cuando tenía 39 años, me rajaron de Celulosa. Época de Menem. Ya era viejo, me decían. Lo que pasa es que no quieren a la gente con experiencia sino a pibes para moldearlos como quieran y pagarles menos. La desocupación, lo vi con muchos compañeros, te da impotencia, angustia. Creo que se sale de eso yendo a reclamar, con el gremio o del modo que te parezca, pero que sea de la clase obrera, ¿me entendés? Eso te da un alivio interno”. Laureano: “La verdad es que acá estoy mal porque me la paso todo el día sentado. Ojalá ahora empiece el trabajo en serio. Yo hice la estación de Lima con otros compañeros, pero estos días andamos todos mal de tanto no hacer nada”.

Mejor ni te cuento

Lima es la localidad más cercana a Atucha. Pero el tema no es sólo Atucha, sino la época. Edgardo Fleitas es uno de los suspendidos por una de las contratistas de Atucha. “Todo esto es muy feo, no digo sólo por mi sino en general, como si estuviéramos otra vez en los 90 o en el 2001. Yo entiendo que la gente quería el cambio, pero respetuosamente digo que me parece que es un cambio equivocado. Yo estaba sacando 4.000 pesos por quincena, en montaje eléctrico. Hace tres quincenas que no cobro”. ¿Qué harías si quedás en la calle? “Pensé tantas cosas que mejor ni te cuento. Si no tenés plata ni trabajo, parece que tuvieras que salir a robar. No es mi caso, tengo la ventaja de que vivo con mi vieja. Pero mi hermano alquila con la mujer. Los dos trabajan en Atucha. Están muy nerviosos. Mucha gente está nerviosa, más con todos los aumentos. Yo veo que esto es una bomba”.

Eliana y Eugenia trabajan en un lavadero casero de autos y juegan en la Selección de la Liga de Fútbol Femenino. Eliana: “El año pasado lavábamos 8 ó 9 autos por día. Ahora 2 ó 3 a lo sumo”. Eugenia: “Una chica conocida perdió el trabajo de niñera porque al papá de la nena que cuidaba lo echaron de Atucha”. Eliana: “Mi sobrino tiene discapacidad. El padre fue despedido de una de las contratistas y en unos meses se queda sin obra social”. Eugenia es defensora, admiradora de Pablito Aimar y de Ibrahimovic. No le gusta Messi. Eliana es enganche, y su jugador favorito es Di María. Miran hacia la calle, esperando que alguien llegue a lavar su auto.

Intermedio

¿Cómo pensar estos asuntos en un mundo en el que las energías no renovables (combustibles fósiles como petróleo y gas) tienden a generar más problemas que soluciones? La pregunta surge naturalmente al acercarse al tema nuclear, que tiene defensores apasionados y críticos igualmente intensos. Pablo Palicio Lada (del Movimiento Antinuclear de Chubut) brinda un vistazo: “Argentina ha tenido desarrollos científicos y tecnológicos muy importantes en materia nuclear, que podrían direccionarse hacia las energías renovables. Lo nuclear está en franco declive en el mundo. Uno puede oponerse por razones ambientales: todavía no hay solución a la gestión definitiva de los residuos nucleares, que permanecen por siglos, sin contar el riesgo de accidentes. O la contaminación que generan los combustibles fósiles. Pero La revolución actual son las energías renovables, incluso desde lo económico. Con la plata  de todo el Plan Nuclear, 15 mil millones de dólares, se podrían instalar unos 8.600 megavatios de energía eólica (viento), que es cinco veces lo que aportarían las centrales nucleares. Y se calcula que sólo la energía eólica potencial de Chubut podría abastecer 9 veces toda la energía eléctrica de Latinoamérica, con un potencial decenas de veces mayor al de Vaca Muerta”.

Caso vecino: Uruguay. En una década y con mucha menor inversión ya genera de modo eólico el 22 % de su energía eléctrica, con posibilidad de llegar al 30% este año y ha tenido picos del 83%. La producción eólica uruguaya ya supera a las dos Atucha. Cierre de este intermedio, sólo para dejar abierto, y no clausurado, el enigma sobre cómo conviene que sea la matriz energética del futuro, mientras la energía del presente se centra en los cimbronazos de la falta y la precarización del trabajo.

Ollas y tattoos

Campana está suspendida en la incertidumbre, como los 1.000 obreros de Techint. “Pagan el 80% del sueldo, que se te termina haciendo menos porque no cobrás ningún extra y quieren bajarlo al 65%”, cuenta uno de los trabajadores en el barrio Siderca. “Yo estuve 9 meses suspendido en el último año. Ellos dicen que les conviene fabricar caños en la planta de México o la de Rumania, y nos joden a nosotros. La UOM (Unión Obrera Metalúrgica) nunca hizo una gran gestión en defensa de la gente. Todos llegan a su arreglo, digamos”.

Eva organizó un grupo de mujeres que ofrece en la vereda ollas Essen bajo la certeza de que son las mejores del universo. Cuenta: “Mi hijo está suspendido en Siderca y tiene el bebé con discapacidad”. (Fue la segunda persona en dos días, además de Eliana en Lima, que me habló del Síndrome de West, inusual alteración cerebral en bebés, entre cuyas causas más frecuentes se encuentra una malformación cerebral prenatal, holoprosencefalia, similar a las descriptas por el doctor Andrés Carrasco en su investigaciones sobre los efectos del glifosato en embriones de anfibios).

Eva votó a Macri: “Recién está empezando y confío que haga las cosas bien”. Su compañera Silvia: “Lo veo distinto, la gente sufre, se queda sin trabajo, y el bajón ya se nota en todos los comercios”. Eva: “La señora de la verdulería me contó que en lugar de comprar por cajón, compra por medio, porque se vende muy poco. Y si vas a cosas más caras, le sacaron los precios a los zapatos en las vidrieras, para que la gente no salga corriendo. Pero pasamos cosas peores. El 2001 sí que fue terrible pero se pudo salir adelante por las mujeres que tienen fuerza para salir adelante”.

A media cuadra, en el kiosco, Daniel calcula que vende la mitad de diarios que en 2015. “Y si hace unos años vendía 40 o 50 Gente y Caras por semana, ahora cuando vendo 3 o 4 tiro cuetes”.

Guillermo Bentancourt no cree que el ajuste haya comenzado con Macri. Es obrero metalúrgico desde hace 12 años e integra el Frente de Izquierda: “El ajuste lo empezó el kirchnerismo hace dos años por lo menos. Desde diciembre de 2014 quedaron unos 2.200 trabajadores menos en Tenaris entre despidos encubiertos, retiros voluntarios, caída de empresas contratistas. En Comau y Loginter están por echar a 300 obreros. En Atma, de Newsan, 159. En diciembre despidieron de Tenaris a 189 compañeros y como la UOM no hacía nada, se armaron asambleas de  trabajadores autoconvocados y se hizo una marcha por las calles. Los reincorporaron, pero automáticamente los suspendieron. También hubo tres empresas del polo petroquímico que cerraron, otros 300 en la calle, Honda tuvo 800 suspendidos y Toyota está planteando reducir la semana de trabajo”.

Dato cervecero: Quilmes pertenece al grupo AB InBev (belga-brasileño) que se ha logrado la 3º fusión más grande de la historia con la británica SABMiller. En Argentina controlan el 80% del mercado pero están pensando irse de Campana y del país a producir más barato en otro lado.

“Somos como un  laboratorio de un plan patronal. En lo personal te afecta porque perdés al compañero que trabajó siempre con vos”, reconoce Guillermo, que viene de una suspensión de 12 días. “Es cierto que los empresarios se la llevaron con pala, porque Rocca además tenía montones de cosas subsidiadas. Hoy tiene casi la mitad de los obreros, pero cuando se recupere, como pasa siempre, va a producir con los que tiene hoy, no va a tomar al resto. Todo es una rueda de negocios. La de Techint esperando su momento, ganando siempre. La del macrismo y antes el kirchnerismo viendo cómo le sacan el jugo a Atucha. La de los inversores y los especuladores. Nada está pensado a favor de la gente. Todo a favor de ellos”.

En la parada de taxis del barrio Siderca cuentan que de 30 viajes diarios hace un año pasaron a 7 u 8 actuales. “Es como una epidemia, estamos todos contagiados, uno está mal y todos terminamos mal”, diagnostica Fabio, que votó a Macri igual que sus compañeros de parada. Ricardo: “No sé para quién gobiernan. El que mantiene el país es el laburante. Los de arriba la viven mejor. Hay que darle tiempo. Tres meses: después, me como el auto”.

A Claudia siempre le dijeron Cló. Su abuelo, su papá, su hermano y su marido trabajaron en Siderca. Pablo, el marido, está suspendido y ambos ofrecen hacer tatuajes: Clotattoo y Pablo’s. “La situación está tremenda. Pero además es el ánimo. Conozco gente que la echan y se ha querido matar. Mi papá era de los tipos re cumplidores. Cuando lo despidieron, se murió de un ataque al corazón”.

Claudia no votó a Macri: “Trabajé en una de sus empresas, Servicios Viales, que cobraba el peaje en la Panamericana entre Zárate-Lima. Nos hacían trabajar dos horas de más por día sin pagarnos. Es lo que él dijo: los sueldos son un gasto. Nos verdugueaban y cuando alguno era llamado a la oficina me contaban que él mismo aparecía y a la gente no la trataba bien. Con esa mentalidad no sé si él puede entender qué es lo que necesita la sociedad”, cuenta esta mujer que ha pasado de realizar un tatuaje y un piercing por día, a uno por semana. Como si no hubiera mucho ánimo de seguir gastando en buscar palabras, imágenes, amores o sueños que queden grabados en la piel para siempre.

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