Nota
#ENMChaco 35 cuadras de alegría feminista: día dos
Con la demanda de aborto legal como bandera y la fuerza de la multitud sacudiendo las calles de Resistencia, la marcha de cierre del 32° Encuentro Nacional de la Mujer festejó dos días de agite feminista. A manera de diario de viaje, esta crónica intenta transmitir cómo se vive esta ceremonia que es aprendizaje y movimiento y qué representa para quienes la hacen, viven y sienten. Así lo cuentan las enviadas especiales de lavaca,con textos de Florencia Paz Landeira, y Lucía Prieto y Luciana Leiras a cargo del reportaje fotográfico.
Nuestro despertar. La noche del sábado fue corta, apenas las horas necesarias para recargar las energías para la jornada siguiente. A las 6:30 de la mañana sonaron los primeros despertadores, los de las encargadas de preparar el desayuno. De a poco, nos fuimos despegando de las bolsas de dormir y nos asomamos al sol chaqueño que entraba por el patio de la escuela. Vamos poblando las mesas infinitas de tablones y caballetes y nos entregamos a ese despertar compartido. Organizadas en grupos de acuerdo a los talleres elegidos, salimos de la escuela y nos dirigimos a distintos puntos de la ciudad. Nos movemos y las redes en las que estamos entretejidas se actualizan, se modifican, se expanden.
Nuestro tiempo. Fuera de las aulas las mujeres caminamos las calles y le damos vida a la plaza central que este fin de semana fue nuestra casa. Ahí los diálogos no se rigen por orden de oradoras y muchas veces no logramos cerrar los intercambios en conclusiones claras. Sin embargo, todas reconocemos que nuestra presencia ahí es parte de la lucha. En particular, por la libertad de vivir nuestras horas y nuestros días, nuestro tiempo, sin rendir cuentas y borroneando las fronteras tajantes entre el ocio y la producción. Juntas redefinimos nuestro tiempo y en él nos descubrimos libres. Veo a un grupo de mujeres haciéndose trenzas en el pelo y me sumo a la ronda. Nos miramos y nos reímos de nuestros nuevos peinados. Una compañera me habla del poder de las trenzas y de las mujeres palenque que las usaban para dibujar mapas con senderos de escape en tiempos de esclavitud. También eran nido secreto para pepitas de oro que lograban rescatar de su trabajo en las minas. Nos quedamos pensando juntas intentando adivinar qué secretos se estarían anidando en nuestras trenzas.
Nuestro derecho. Como cada año, uno de los ejes centrales del Encuentro es la demanda por el aborto legal. En los talleres, en los gazebos de las organizaciones y también en la radio abierta, discutimos estrategias para acceder al derecho a decidir. A diferencia de Encuentros anteriores, no participan sectores que lo ponen en cuestión, sino que todas acordamos que ningún motivo es válido para someter a una mujer o cualquier persona gestante a llevar adelante un embarazo que no desea. Las discusiones, entonces, pasan por otro lado. Algunas se posicionan desde su experiencia en el socorrismo, con su potencialidad de convertir al aborto en una práctica colectiva. Sandra cuenta que ella se sumó al socorrismo hace cuatro años: “Me parece igual de importante el acompañamiento a la mujeres que deciden abortar como a las que quieren parir porque lo eligieron”. Intercambiamos información sobre el aborto medicamentoso y denunciamos el monopolio del laboratorio Beta para la comercialización del misoprostol en Argentina y a la desregulación estatal de los precios: hoy en día, una tableta de 16 pastillas cuesta 2.500 pesos. A parte de los precios restrictivos, se presentan otras dificultades: una enfermera de La Pampa cuenta que es muy difícil conseguir quién te lo recete y que además solo se consigue en una farmacia de Santa Rosa, la capital provincial. Agrega que este acceso limitado, en el marco de una implementación deficiente de la Educación Sexual Integral, tiene como uno de sus efectos la persistencia de embarazos no deseados en la niñez y en la adolescencia. Otras insisten en que la presencia del movimiento de mujeres en las calles debe luchar por instalar el debate de forma pública y demandar el tratamiento parlamentario del proyecto de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Se evidencian así los distintos espacios de disputa: la calle, el Congreso, las redes de socorro.
Nuestra salud. Este año el debate por el aborto legal se inscribe en el contexto de disputa que abrió el anuncio del Ejecutivo Nacional en relación a la Cobertura Universal de Salud (CUS), que reduce la salud pública a un programa médico mínimo. Una de las estrategias para acceder al derecho a decidir es cuestionar las fronteras de lo público y lo privado y, a partir del protocolo de aborto no punible del 2015, instalar una concepción integral de salud, que incluya el bienestar físico, psíquico y social. Sin embargo, el contexto representa un retroceso: «Con esta privatización de la salud, olvidémonos del aborto».
Nuestra autonomía. Desde un lugar reflexivo pero también testimonial, debatimos sobre la importancia del lenguaje y las estrategias de comunicación. En especial, problematizar la asociación directa entre aborto y muerte o aborto y trauma. Si bien reconocemos que son aspectos que hablan de la realidad actual, tienen más que ver con la clandestinidad, el silencio y la culpabilización de quienes abortan, antes que con el aborto en sí. Quizás hoy sea más potente un discurso que dé cuenta de esa sordidez pero también del placer implicado en la posibilidad de decidir sobre el cuerpo propio, como un acto de libertad y autonomía.
Nuestra marcha. Son casi las seis de la tarde y se va engrosando la columna encabezada por la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Organizaciones políticas, b arriales, estudiantiles, sindicales, artísticas se disponen en el orden acordado por sorteo en una asamblea previa. En las plazas del boulevard donde hacemos punto de partido, nos agrupamos y repasamos los cánticos y las estrategias de cuidado. También nos pintamos las caras y los cuerpos. Nos abrazamos en encuentros furtivos. Estamos en las filas y en los cordones de seguridad, sostenemos banderas y tocamos el bombo y el redoblante. Cantamos en nuestras voces diversas que confluyen en un grito único: “Que crezca la lucha feminista”, “Las mujeres damos resistencia”, “América Latina va a ser toda feminista”, “Macri no es puto, es liberal. Hacete cargo: él es heterosexual”, “Poder popular”.
Esta marcha es toda nuestra.
Es una marcha, pero sobretodo es una fiesta.
No sólo construimos una agenda política propia, sino también las formas de demandar.
Largamos.
¡A bailar!
Nuestras 35 cuadras. Lo que siguió fueron dos horas de feminismo en movimiento. Un río de mujeres avanzando en Resistencia. Poniéndole el cuerpo a la lucha colectiva. Con las banderas altas y las gargantas al rojo vivo, nos fundimos en un abrazo de lucha. Cuando la voz parece quebrarse, nos sostenemos en el grito de la otra.
35 cuadras de cuerpos, de rostros, de historias, de experiencias.
De mujeres que sentimos que este «estar juntas» es nuestra mejor herramienta.
Las canciones las bailamos porque son mucho más que consignas; son denuncias de las injusticias que vivimos a diario y también esbozos carnales de la sociabilidad respetuosa y amorosa que construimos entre nosotras.
Y bailamos con ganas, saltamos, nos sacudimos, movemos el culo.
Porque en esa energía potente que ponemos a circular, nos sabemos libres de vivir nuestros cuerpos, de disfrutar el desborde; nos entregamos al descubrimiento colectivo de no someternos a ningún poder regulador de nuestros placeres.
Nuestra resistencia. En ese caminar continuo, vamos dejando huella. Una huella que se sobreimprime sobre la larga historia del movimiento de mujeres y de la historia propia de estos Encuentros N
acionales y que abre a nuevos caminos. A diferencia de los últimos dos años que terminaron en represión policial, esta vez la marcha termina y la fiesta continúa en cada uno de los puntos donde las organizaciones están desconcentrando. Alrededor de las columnas, varones y mujeres de la ciudad nos observan, algunas se suman a nuestros cantos y nos sonríen. Nosotras no somos las mismas cuando la marcha termina.
Ellas tampoco.
Las mujeres nos revolucionamos y revolucionando (la) Resistencia.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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