Nota
8 de Marzo: Un día, varios actos, muchos reclamos
En el trabajo, en la calle, en el almacén, en el banco, en el colegio de los chicos, el 8 de marzo es un día que se evoca con sloganes publicitarios. En la calle, en cambio, un ramillete de organizaciones eligieron esa jornada para recordar las deudas pendientes de la agenda política: la inequidad salarial, la falta de condiciones en los trabajos para las trabajadoras madres, las falencias de la Ley de Trata, el debate pendiente sobre el aborto libre y gratuito y la ley contra la violencia sexista, entre otras cuestiones urgentes y prioritarias.
“Quienes estamos organizadas no tenemos la posibilidad de discutir los convenios laborales, la ley de violencia género no tiene presupuesto…”, enumeraba Alejandra Angriman, secretaria de Género de la CTA nacional en medio del bullicio de Plaza de Mayo, que ese día tuvo un componente inesperado: la plaza estaba repleta porque al mismo tiempo que se realizaban allí actividades por el Día de la Mujer, el club de fútbol San Lorenzo había convocado a sus hinchas para reclamar por la devolución de su tradicional predio.
Rondas, castillos e hinchadas
“La Ley de Trata queremos que sea debatida con todas las organizaciones”, señalaba Angriman. Uno de los puntos de la ley ya promulgada es que se establece una diferencia si encuentran en situación de explotación a mujeres menores o mayores de 18 años cuando hacen, por ejemplo, un allanamiento: las mayores deben demostrar que están ahí contra su voluntad. “No importa si se es mayor o menor de edad, todas son víctimas en la medida en que son sometidas”, denunciaba Angriman. El pedido de reforma de la ley ya cuenta con media sanción en el Senado y resta que delibere Diputados.
Otro reclamo: “Cantidad de huelgas han sucedido a lo largo de este proceso en la construcción de nuestros derechos como mujeres trabajadoras. Esta fecha rememora una de ellas. En 1908, 129 obreras murieron a raíz de un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, de Nueva Jersey, donde trabajaban, como respuesta al reclamo que realizaban por las miserables condiciones laborales a las que eran sometidas. Exigían de manera colectiva una jornada laboral de diez horas, descanso dominical e igual salario por igual trabajo. Hoy, en este 2012, seguimos exigiendo el cumplimiento por los derechos ganados y luchando por tantos otros que aún no son respetados”, indicaba un comunicado.
En Plaza de Mayo se efectuó realizó la tradicional ronda de las Madres, pero además hubo un panel sobre militarización, Ley antiterrorista y Proyecto X, organizado por la Marcha Mundial de las Mujeres. También fue escenario de una charla debate sobre las trabajadoras ante la crisis y el ajuste.
En la plaza había castillos inflables para exigir jardines materno -paternales en los lugares de trabajo, de estudio y en los barrios. “Arriba las que luchan”, cantaban Las Condenadas al Éxito desde el escenario prestado por un rato por la hinchada sanlorencista.
Finalmente, antes de las 18, arrancó la marcha. Cerca de 4 cuadras de mujeres y hombres cantaban y agitaban consignas. Pañuelos verdes portaban carteles de “Aborto legal, seguro y gratuito”, “Desmantelamiento del aparato represivo del Estado, “Igual salario por igual trabajo”, “Jardines maternales ya”, entre otros reclamos. “Trabajo precario=Explotación= Desigualdad” proclamaba la bandera que encabezaba la movilización. “Saquen sus rosarios de nuestros ovarios”, “Prohíben el aborto los curas abusadores”, “Aborto legal en el hospital”, se oía en Avenida de Mayo. “Ni machos ni fachos”, gritaban los varones antipatriarcales. “Tortilleras, chatas, madres solteras, enanas, intersexuales, femmes, queers. 8 de marzo, ¿día de qué mujer? La manzana podrida mejora el cajón”, escribieron las Con. textuadas, que militan a través del arte, en cualquier superficie que encontraban a su paso.
Desde la marcha también se exigió la derogación de la Ley Antiterrorista, el desmantelamiento de las redes de trata y la aparición con vida de Marita Verón.
Deseos y realidades
“El Ministerio de Justicia habla de 3 mil personas liberadas de la trata. Queremos saber el destino de estas personas, porque si no se hace un acompañamiento, se sabe que vuelven a caer. Además, hay una política de devolverlas a su lugar. A las dominicanas las mandan a su país y vuelven a caer. Lo importante no va a cambiar hasta que no se desmantelen las redes”, señalaba Vanina Biasi, del Plenario de Trabajadores del Polo Obrero.
Biasi también enfatizó sobre la precariedad laboral. “Un ejemplo: la empresa Artes Gráficas Modernas despidió a 8 compañeras porque querían sindicalizarse”, denunció. “Frente al ajuste, las mujeres estamos precarizadas y con más bajo salario: más o menos, en un 30 por ciento”.
Desde La Casa del Encuentro, que hace casi una década trabaja por los derechos de las mujeres, se recordó con carteles y fotos a las víctimas de la trata. Una de sus integrantes, Ada Rico, señalaba: “Queremos que se reglamente la figura de femicidio”. También recalcó la necesidad de que haya presupuesto para la aplicación efectiva de la Ley contra la violencia de género. “La ley es buena, pero hay que implementarla. Hay insuficientes refugios y falta capacitación para los profesionales que trabajan cerca de las víctimas. También son necesarios subsidios para la mujer que quiere dejar su hogar y para las familias que tienen que hacerse cargo de los chicos que quedan sin sus madres asesinadas y sin sus padres, porque quedan presos”. “Queremos que el femicida pierda la patria potestad automáticamente cuando es condenado y no como ocurre ahora, que la recupera cuando queda libre”.
Al llegar al Congreso, la movilización se topó con un acto organizado por el oficialismo, donde estaban presentes organizaciones, legisladoras e integrantes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito: anunciaron que este año volverán a presentar el proyecto.
Fotos: Ana Devanna
Nota
Mía: Cuando el arte abraza

Mía es una obra de teatro que podríamos encuadrar dentro del biodrama o autoficción. Y es mucho más: es grito, es abrazo y, también es un espejo. La actriz y médica psquiatra Mercedes Bertuzzi expone en escena su propia historia: una situación de violencia machista que sufrió por parte de una ex pareja. Este sábado 18 de marzo y en el marco del 8M, esta obra testimonial se presenta en MU Trinchera Boutique a las 21 hs, entradas a la gorra.
“Los primeros años, luego de salir, fueron de mucha confusión, angustia y mucha bronca. Escribir me permitía depositar esas emociones en el texto. El primer objetivo fue descargar. Siempre estuvo el deseo de poder denunciar a través de ese texto que iba escribiendo, pero no estaba segura de si iba a encontrarle la forma. En el proceso empecé a entrenar con Marina Otero, ella hace autoficción, y ahí algo se destrabó, la vi, vi la obra”, cuenta Mercedes. Al terminar de escribir el texto, tomó conciencia de que no era exclusivamente autorreferencial sino que involucraba la historia de muchas otras. Así tomó coraje para llevarla a la escena. “En cada función se me acercan decenas de mujeres emocionadas a abrazarme diciéndome ‘somos muchas’. Todas pasaron por una situación de violencia o acompañaron a otra mujer que la pasó. Siempre termino la función con ganas de gritar cada vez más fuerte el texto de esta obra. Siento que estoy entregando mi historia al colectivo y eso hace que ya no me pese, ya no lucho contra ella. Cada mujer que se identifica con la historia se la apropia un poquito y le va dando más cuerpo al personaje de Mía”.
Con sus herramientas artísticas, Mercedes logró una obra poética, sin golpes bajos, con ironía y momentos muy divertidos.
En una escena, dos niñas juegan a ser actrices, prueban vestuario y declaman en nombre del amor. Las palabras son extraídas de las típicas canciones románticas de cantantes famosos, las que hemos aprendido y cantado a lo largo de los años. “Para quienes fueron víctimas, no es fácil hablar. La violencia nos deja mudas, vacías, solas, no hay palabras que alcancen para explicar. El arte nos habilita un lenguaje a través del cual poder decir lo indecible, nos devuelve la voz, en la forma que cada una elija expresarse. Y para quienes son público, adentrarse a la temática desde una propuesta artística creo que les permite hacerlo sin tantas resistencias. Te permite escuchar con otra disponibilidad. El relato atravesado por la dramaturgia, la música, los cuerpos. Mantiene su fuerza y su crudeza, pero es amortiguado de ternura, poesía, risa. Y eso permite que hablemos de violencia con personas que quizás no se acercarían de otras formas”.

Cada vez que Mía fue presentada en distintos teatros —Mercedes quiere que la obra circule y abra a la reflexión— los comentarios de personas del publico se multiplican: “Presencié ese mismo diálogo”, “sentí exactamente eso”, “estuve en pareja con un tipo igual”. No solo es reparador para ella sino para muchas. “Romper el silencio es imprescindible. Me sigue sorprendiendo la cantidad de mujeres que se acercan después de la función a abrazarme emocionadas por haber ‘contado su historia’, estuvieron ahí mismo o acompañaron a otra. De todas las edades, todas las clases sociales. Es escalofriante, es triste. Pero es también esperanzador encontrarnos. Ya no nos estamos quedando calladas, estamos denunciando y estamos convencidas de cambiar esa realidad. El haber sido víctima de violencia ya no queda solo como una herida que duele y mejor callar y olvidar. Hoy somos víctimas enojadas, creativas y sobre todo, en red. Compartir Mía me abrió los ojos a eso… Es mi historia, es la de muchas otras y, por suerte, es parte de la historia que estamos modificando”.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143
Sábado 18 de marzo a las 21 hs
Actúan: Mercedes Bertuzzi, Juliana Gotta, Gonzalo Pungitore, María Tibi
Entradas “a la olla”.
Podés reservar en este link:
Nota
Punitivismo y feminismo en el caso de Lucía Pérez: una mirada sobre esa falsa dicotomía

La abogada trans Cristina Montserrat Hendrickse analiza por qué es falsa la dicotomía que pretenden instalar sectores que siempre trabajan para categorizar las divisiones del movimiento feminista. Así crean grietas sociales que les permiten alentar congresos, investigaciones y polémicas de las cuales viven.
Por Cristina Montserrat Hendrickse
Una corriente muy minoritaria de los feminismos entiende que reclamar la sanción penal del femicidio es una actitud punitivista.
Llegan a tal conclusión partiendo del concepto de que el castigo refuerza la violencia.
Evidentemente la idea de la que se parte es correcta, pero el error de la conclusión reside en asociar pena a castigo. En no distinguir la finalidad de la pena que impone nuestro Derecho de la triste realidad de castigo que significa la ejecución efectiva de las penas privativas de libertad.
Los feminismos en nuestro país se encuentran justificados jurídicamente en la Convención Contra Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) incorporada a nuestra Constitución en 1994; la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra La Mujer (Convención de Belem do Pará) que es un tratado internacional de jerarquía superior a las leyes; y las leyes nacionales y provinciales que reglamentan a estos tratados.
Nótese que la convención de Belem do Pará obliga a los Estados a “sancionar” la violencia de género, además de prevenirla y erradicarla. El marco jurídico “sancionatorio” por excelencia es el Derecho Penal.
De allí que en nuestro sistema de derecho pretender eludir o abolir la punición de la violencia de género resulta jurídicamente anticonvencional, y por tanto anticonstitucional.
No por ello se deja de valorar el aporte del antipunitivismo feminista en cuanto sostiene que el castigo refuerza la violencia. Pero el problema del antipunitivismo reside en cuestionar al sistema (de origen convencional interamericano) de sanción de la violencia de género, y no al sistema de castigo que en los hechos (y apartándose del Derecho) sucede con la aplicación de la pena.
En efecto, la finalidad esencial de las penas privativas de la libertad es la reforma y la readaptación social de los condenados (art. 5.6. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, también incorporada a nuestra Constitución en 1994), sin olvidar el mandato de que “…Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas…” (artículo 18 de la Constitución Nacional). De ambas reglas de jerarquía superior surge que la finalidad jurídica de las penas no es el castigo, como erradamente lo entiende cierta expresión del feminismo antipunitivista, sino la resocialización.
De allí que se impone una diferenciación entre “antipunitivismo” y “abolicionismo” que permita distinguir: si se pretende que la pena no se constituya en castigo sino como resocialización (antipunitivismo); o si se pretende abolir todo tipo de pena (abolicionismo penal).
La primera debería hacer foco en una reforma penitenciaria feminista, que lejos de reforzar el patriarcado lo deconstruya, no aboliendo las penas, sino modificando su ejecución a la finalidad que el impone el Derecho.
La segunda implicaría la abolición de todas las prisiones; y además, el desafío de construir respuestas ante los crímenes o lo que cada sociedad considera crímenes.
Evidentemente el castigo refuerza la violencia. Por lo que el mismo debe ser eliminado del sistema de ejecución penal, pero no el sistema de sanción; salvo que se sostenga el abolicionismo, teoría también respetable, pero que resulta anticonstitucional en nuestro sistema de Derecho, al menos en materia de violencia de género ya que la República Argentina se obligó ante la comunidad interamericana a sancionarla.
Toda decisión que se aparte de ese compromiso violentaría el sistema jurídico argentino y comprometería a nuestra Nación frente a la Comunidad Interamericana exponiéndonos a ser destinatarios de reclamos, cuando no de sentencias condenatorias, ante el sistema interamericano de Derechos Humanos.
En resumen: debatamos sobre las cárceles, no sobre las penas.
Cristina Montserrat Hendrickse
Nota
Pergamino: sentencia contra los agrotóxicos y triunfo de la comunidad frente a un intendente

La Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la distancia de 1.095 metros dentro de las cuales están prohibidas las fumigaciones terrestres con agrotóxicos, y de 3.000 metros para las aéreas. De ese modo denegó el recurso de amparo presentado por el intendente pro agronegocio de Pergamino, Javier Martínez. La denuncia original había sido presentada por Sabrina Ortiz (en la foto principal), vecina de Pergamino, que en su reclamo contra el envenenamiento cotidiano que sufrían ella, su familia y sus vecinos, y sin encontrar quien la defendiera legalmente, terminó recibiéndose de abogada para encarar sus propias causas. La sentencia de primera instancia había sido dictada por el juez del juzgado penal 2 de San Nicolás Carlos Villafuerte Ruzo.
Frente a la ratificación de la Corte dijo a Sabrina Ortiz a lavaca, entre otras cosas:
- “Se me vinieron a la mente un montón de recuerdos de personas que la pasaron muy mal, personas que ya no están incluso, que fueron víctimas de este modelo y que perdieron la vida por esta causa”.
- “Celebro por duplicado porque cada batalla que damos tenemos oponentes muy fuertes, corporaciones, intereses políticos, corrupción, sectores del agronegocio. Entonces, en parte estoy feliz porque aunque sabemos que la solución sería que sea agrotóxicos cero para todo el mundo, no sólo para esta región, podemos decir que es un pasito más que estamos dando hacia el buen vivir”.
Publicamos además la nota completa realizada en la revista MU.
Por Francisco Pandolfi

Un fallo de la Corte Suprema de Justicia ratificó la distancia de 1.095 metros de prohibición de fumigaciones terrestres y de 3.000 metros para las fumigaciones aéreas, denegando el recurso de amparo que había presentado nada menos que el intendente de Pergamino, Javier Martínez, pretendiendo fumigar en todas partes, pese a las denuncias sobre los efectos de los agrotóxicos en la comunidad, el suelo, el aire y el agua.
El fallo en primera instancia, apelado por Martínez, había sido del Juez Carlos Villafuerte Ruzo, titular del Juzgado Penal Número 2 de San Nicolás, en septiembre de 2019, como medida protectoria paliativa urgente frente a las masivas fumigaciones.

Quien realizó la denuncia original ante la justicia federal fue la activista ambiental y abogada Sabrina Ortiz, también víctima de los agrotóxicos. Ante este fallo de la Corte Suprema de la Nación, explica a lavaca: “Esperábamos la resolución desde hace bastante tiempo, con muchas expectativas, pese que los últimos fallos que ha tenido la Corte en materia ambiental no han sido para nada alentadores. Sin embargo, para nosotros era casi seguro que iba a fallar a favor. Se me vinieron un montón de situaciones a la cabeza, sobre todo por cómo comenzó esta causa, por la salud de mis hijos, por las afectaciones que tuvieron, con las afectaciones que tuve en mi cuerpo; se me vinieron a la mente un montón de recuerdos de personas que la pasaron muy mal, personas que ya no están incluso, que fueron víctimas de este modelo y que perdieron la vida por esta causa. Fueron recuerdos muy tristes, muy angustiantes, dolorosos, del vivir cotidiano, de hecho todavía están en controles mis hijos y hay un montón de gente que la sigue sufriendo”.

Relata también con asombro: “Me da mucho dolor, que sea el propio municipio el que intenta ir en contra de la salud de las personas. Me da mucha impotencia que el intendente Javier Martínez sea quien quiere que nos fumiguen en la cabeza. Al mismo tiempo, celebro por duplicado porque cada batalla que damos tenemos oponentes muy fuertes, corporaciones, intereses políticos, corrupción, sectores del agronegocio. Entonces, en parte estoy feliz porque aunque sabemos que la solución sería que sea agrotóxicos cero para todo el mundo, no sólo para esta región, podemos decir que es un pasito más que estamos dando hacia el buen vivir”.
Aquí, el viaje, la investigación y la nota completa sobre la situación en Pergamino publicada en la revista MU: La capital del veneno.
https://lavaca.org/mu163/mu-en-pergamino-la-capital-del-veneno/

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