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#8M: El día en que todo cambió

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Cuatro miradas sobre la manifestación que desbordó las calles de la ciudad de Buenos Aires y sacudió las categorías políticas tradicionales.

Uno

Lo que acaba de pasar fue enorme.
Lo que acabamos de hacer fue inmenso.
Y fue mundial.
No tenemos otra escala para medirlo que la de los cuerpos haciendo política en la calle ni otra referencia en la historia argentina que la del 17 de Octubre, cuando la ola metió la patas en la fuente para irrumpir así en la agenda institucional.
Hoy un millón de mujeres desbordaron todo lo conocido tal como lo conocíamos hasta hoy. Desbordaron incluso a quienes pretendieron organizar el acto, que fueron sorprendidas por la cantidad, pero sobre todo por la dimensión política que esa cantidad implica.

#8M: El día en que todo cambió

Foto: Nacho Yuchark


Así, la marcha del 8M no fue una marcha: nadie podía dar un paso porque la multitud había copado la Avenida de Mayo desde Congreso hasta Plaza de Mayo antes de las 17,30, la hora indicada para realizarla.
Tampoco tuvo cabecera: la que habían armado las “organizadoras” quedó atascada por la multitud a la altura de la calle Piedras, sin siquiera ser reconocida como tal por la inmensa mayoría de las mujeres que estaban entusiasmadas con sus propias banderas, organizaciones y compañeras.
No tuvo tampoco seguridad, porque la marea verde se expandió tanto que garantizó por sí sola que la calle era de todas.
Tampoco tuvo palabras, a pesar de la lectura tardía de un documento al que prestaron atención demasiadas pocas y entendieron menos. “¿Escuché mal o acaban de pedir la aparición con vida de Santiago Maldonado?”, se reía una quinceañera con los cachetes pintados con purpurina violeta y el pañuelo de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito convertido en top.
“Nos quitaron tanto que nos sacaron el miedo”, grita una cartulina blanca que pasa delante de tres dirigentes que improvisaban en la avenida 9 de Julio un cónclave tratando de decidir cómo se las ingeniarían sus organizaciones para llegar hasta el escenario, distante a cinco cuadras en las que ya no cabía un alfiler.
Imposible.
Lo que acaba de pasar, lo que acabamos de hacer, es lo imposible.
Nada lo resume, nadie lo representa, ninguna lo dirige y todas lo protagonizamos.
¿Qué significa, entonces, algo así?
¿Qué nos está diciendo a nosotras, acá abajo y al lado, y al poder, allá arriba y tan lejos?
Como todo lo inmenso, inabarcable, irrepreresentable, nos está diciendo algo sencillo, mínimo, puntual.
Nos está diciendo, sin dudas, Aborto legal Ya!
También, que ha madurado un nuevo movimiento político que tiene enormes dimensiones y una identidad fuerte, clara, definida.
Se llama feminismo y lo atraviesa todo.
Se llama feminismo y lo desborda todo.
Se llama feminismo y punto.
“No nos para nadie: nosotras paramos”, sintetiza un cartel de tela.
No hay mucho más que decir, por ahora, sin caer en generalizaciones, especulaciones y otras falsedades que lo achican, deforman o manipulan para hacerlo entrar en las categorías políticas conocidas.
Lo que acaba de pasar, lo que acabamos de hacer, es lo nuevo.
#8M: El día en que todo cambió

Foto: Nacho Yuchark

Dos

Dicen que el mar está compuesto por gotas exactamente iguales. Pero la marea de mujeres del 8 M se formó con miles y miles de gotas, todas diferentes, que fluyeron desde Plaza de Mayo, rebalsaron la Avenida de Mayo, e inundaron toda la zona de Congreso. Allí estaban las de siempre, mujeres con sus mochilas y sus batallas a cuestas, en un estado de alegría difícil de encontrar en otro tipo de manifestaciones. Y había también un enorme porcentaje de chicas jóvenes, de sub 30 y también sub 20, adueñándose de la calle.
Las pancartas manuscritas fueron un enorme medio de comunicación. Sólo algunos ejemplos:
· “Ningún pibe nace machista”.
· “Nuestra postura favorita: arriba nosotras y abajo el patriarcado”.
· “Ni flores ni bombones: queremos que dejen de matarnos”.
· “Plantando rebeliones se cosechan libertadas”.
· “Basta, vivas nos queremos”.
· “Las ricas abortan, la pobres mueren”.
· “Abortá al patriarcado”.
· “Si sos neutral en situaciones de injusticia, estás del lado del opresor”.
· “El feminismo me cambió la vida y no dejaré que tu machismo me la quite”.
· “Ni Dios, ni patrón, ni marido, ni partido”.
· “Quiero salir sin miedo”.
· “Soy mía”.

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Foto: Nacho Yuchark

No me quiero enojar

Bárbara tiene 27 años. Llegó desde Lanús. “¿Por qué vine? Me parece fundamental la despenalización del aborto, y lo que espero además es que nos podamos repreguntar las cosas que naturalizamos: las tareas de la mujer dentro del hogar, todo lo que busca reglamentarnos día a día tanto en la familia como en el trabajo”.
Sobre las voces que se oponen a la legalización del aborto. “Las personas que hablan creo que no pasaron por esa situación de qué hacer con un embarazo no deseado. Trato de no enojarme con esas personas. A ellas les puede irritar lo que yo pienso. Pero yo no quiero ser así. No quiero discriminar al otro por lo que hace, ni que me discriminen a mí. No está bueno que te señalen con el dedo, entonces yo tampoco señalo a nadie. Tengo la esperanza de que la gente que piensa así un día cambie su mirada, sin necesidad de que yo ni nadie las juzgue”.
Luciana, 33, llegó con Bárbara: “Apoyo el aborto legal, que no exista el machismo, que haya protección hacia las mujeres, cortar las violaciones, la violencia y todo lo que tenga que ver con el maltrato a la mujer. Por ser mujer parece que estamos un escalón más abajo que el hombre. Pero si nos apoyamos entre nosotras, esto va a cambiar”.

#8M: El día en que todo cambió

Foto: Nacho Yuchark

Chicas imparables

Claudia: “Vengo porque como mujer sufro cotidianamente los acosos, la violencia, la desigualdad, la injusticia en los espacios laborales. Gano menos que mis compañeros varones, y todo en medio de un modelo que revienta el ambiente… así que vine por muchas cosas”.
Sobre el futuro: “Todos estos movimientos suelen entrar en una meseta. Pero acá no, porque está lleno de chicas, de gente joven, toda gente de la edad de mis hijos. Y además las acompañan hermanos, novios, maridos, amigos. Ellas no nos van a dejar quedarnos, van a seguir esta movida, y está pasando en todo el continente. A no ser que pase algo grave, algo de corte represivo, a esto no lo para nadie. Lo que falta es lograr que se transforme en políticas públicas”.
Florencia tiene 25, como sus amigas. Conversan: “En estos últimos años cambiaron muchas cosas. Las mujeres grandes, como mi mamá, están mucho más permeables. Cuando hablaba con ella sobre temas de patriarcado en nuestra casa, de machismo, y ella no me escuchaba, como que aceptaba la situación, la daba por natural. Hoy cambió muchísimo”. Una de sus amigas: “Cuando le hablabas a los chicos que conocemos sobre el acoso en la calle te decían que eras exagerada, o muy sensible. Este año empezaron a pedir disculpas, como que tomaron consciencia de lo que sufríamos. Así que hay que seguir hablando. Y con esta masividad creo que va a terminar habiendo un cambio”, dice mientras pasan grupos que cantan lo que ha dado en llamarse “hit del verano”.
Mirta llegó a la marcha para vender gaseosas y cervezas. Vive en Florencio Varela, tiene 60 años. “El machismo estaba mal, y está peor. Hoy una vecina me contó que escuchó por
televisión que un tipo quemó a la mujer porque no le gustaron las empanadas que ella había cocinado. La mató”. Se refiere a Florencia Velázquez de 23 años asesinada en Merlo por Leonel Cabral.
Mirta mira sus botellas: “Cuando yo tenía 18 años, embarazada de 8 meses, mi marido me pegaba hasta dejarme los ojos con moretones verdes. Si me escapaba, me iba a buscar, me encontraba, me mataba a golpes y me llevaba de los pelos”.
¿Se separó? “No, no te separás, por miedo. Gracias a Dios ese hijo de puta murió. Pero hay que aprender a separarse”.
Mirta tuvo aquel hijo, y dos más. “La nena del medio falleció. Tenía 20 años. El novio la tiró de un 9ª piso. Era hijo de un policía. Nunca se pudo hacer nada, porque yo no tengo plata. Y si no tenés plata no hay ley para vos”. Esa chica asesinada se llamaba Cintia, y tenía una beba de dos años: “La crío yo a mi nieta. Se llama Brisa. Tiene 18 años. Pero es distinta: piensa bien. Sabe que no le pueden pegar. Y que si le pegan una vez, le van a pegar siempre”.
Mirta cree que la vida está funcionando mal: “Tengo 60 años, diabetes, y vengo a vender porque si no, no tengo nada. No sabés el dolor que tengo. Podés trabajar en estas marchas, pero si querés vender en la calle, te echan de todos lados, como a los perros. Así que está bien que todo el mundo haga cosas porque la vida está muy mal, y cuando le veo la cara a mi nieta quiero que la vida esté un poco mejor”.

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Foto: Nacho Yuchark

Tres

¿Qué veo?
A las mujeres de Barrios de Pie con vinchas sensuales en la cabeza.
A pibas, muchas, pintándose la cara, los labios, los ojos. Poniéndose brillos. ¿Qué es eso? ¿Una ceremonia? Sacan de las mochilas, carteras, riñoneras, lápiz labiales verdes, brillantina, rimmel. Una pinta a la otra, y lo pasan. ¿Es una ceremonia o una preparación para la ceremonia? Las dos, quizás.
A mujeres de distintas generaciones juntas, la madre, la hija, la abuela.
A las que llevan carteles en la mano.
A mujeres de a pie.
Banderas, pancartas, remeras, todas gritando.
¿Qué?
“Basta”.
A las que hacen sonar los tambores.
A las que comen los choris y chorrean la cervilleta y les encanta.
A las que sonríen emocionadas.
A las que putean.
Miles y miles con pañuelos verdes que piden aborto legal, seguro y gratuita.
YA.
Miles y miles.
Cientos de miles de mujeres.
A todas.
¿Qué escucho?
Que abajo el patriarcado.
Que arriba el feminismo.
Que queremos abortar en el hospital.
Que wow, cuanta gente.
Que te acordá cuando éramos poquitas.
Que que emocionante esto esté sucediendo.
Que no tenemos miedo.
Que estamos para nosotras.
Que no nos para nadie.
Que ya está, que ese sistema no funcionó, que acá se cocina lo nuevo.
¿Qué siento?
Un tono.
Es diferente.
El encuentro se convirtió en grito.
Un estamos hartas.
Un algo que es abrazo y que ahora es agarrarnos de la mano y dale que vamos.
Un dale que venimos.
Un dale que ya estamos.
Un no pedimos permiso.
Un lo estamos haciendo, lo estamos transformando.

#8M: El día en que todo cambió

Foto: Nacho Yuchark

Cuatro

Si el primer grito Ni Una Menos fue una concentración que exigía una cura social a un genocidio, este 8M fue un desborde arrollador que te pasaba por arriba, sin perdón ni permiso. Esa irrupción ya es una marca que deja huella y nos habla sobre la maduración de un movimiento único, que avanzó a pasos enormes sobre cuerpos y mentes.
¿Estamos ante el movimiento más maravilloso, creativo, heterogéneo, trans, gremial, social y político que hay en Argentina?
Estamos en eso.
Puro desborde, puro deseo, puro grito, puro canto, pura garganta.
Hay mujeres con brillo en la cara y en las tetas y con pelos verdes y fucsias y rojos y con cervezas en la mano y cantando y felices de estar así, en un “Y” que es infinito, una conjunción constante de disrupciones a un orden al que le están escupiendo en la cara una verdad: que está muerto.
¿Está?
Estamos en eso.
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

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Todo lo que se narra a continuación sucedió mientras, en el Congreso, la policía reprimía a mansalva a jubilados, periodistas –incluido Lucas Pedulla, integrante de lavaca– y personas que se acercan a movilizarse cada miércoles. Fin.

Crónica de Franco Ciancaglini. Fotos de Sebastian Smok.

La historia comienza así: el partido del gobierno La Libertad Avanza organizó un acto de cierre de la campaña del vocero presidencial y candidato a legislador porteño Manuel Adorni, en Plaza Mitre, Recoleta.

El montaje del escenario afirma: “Adorni es Milei”.

Se espera que ambas personalidades estén y hablen hoy.

Pero falta para eso.

Media hora antes de la convocatoria, en distintas esquinas de la avenida Libertador, hay grupos de personas que, muy organizadas, esperan.

En las esquinas la mayoría va vestida de negro pero, en un acto de magia política, luego se las verá llegar a la plaza con la misma remera violeta, puesta arriba de sus verdaderas remeras o incluso de buzos y camperas.

Un notero de TN primero y luego de C5N hablaron con estas personas, que confesaron haber sido convocadas para trabajar en “prevención” bajo la promesa de una paga de 25 mil pesos.
El Whatsapp de la convocatoria, revelado a cámara por uno de ellos, decía: “Ahy (sic) un acto político de 17 a 21. 25 mil pesos. El que quiere se anota”.

Finalmente no era para prevención, sino para “presencia”.

Pero lo peor no es nada de esto, sino que finalmente no les pagaron los 25 mil, sino que quisieron darles 10 mil; ante la presión, algunos recibieron 20 y otros, nada: “Porque no me quiero poner la remera esa sucia no me quieren pagar”, denunció el más sincero ante las cámaras.

Fin.

Lo cierto es que estas columnas de unas 50 personas cada una fueron las que lograron ocupar una plaza Mitre que estaba semivacía.

Temprano, los remera violeta se negaban a hablar con la prensa, aún disciplinados por la promesa de la paga. Luego, ante la deflación de lo prometido descargaron su bronca ante las cámaras dejando en evidencia cómo trabaja el puntero Sebastián Pareja en la provincia de Buenos Aires, de donde provenían estas personas, para el cierre de una campaña porteña.

Alicia es jubilada pero no está marchando alrededor del Congreso, sino que está acá, colándose entre los violetas para saltear unas vallas y pasar más rápido hacia el sector del escenario. Hace un año y medio que se afilió al partido en la Comuna 13 Belgrano, Núñez. Habla de Milei como obnubilada, apurando su paso como ansiosa por la posibilidad de verlo en vivo. Faltan, al menos, dos horas.

Describe a Milei como un “bocho en economía” y se ríe al recordar que en la última elección, hace dos años, votó al actual jefe de gobierno, Jorge Macri. Está claro que no repetirá voto: “Está la ciudad muy abandonada. Mucho linyera, ratas por todos lados. En mis 82 años nunca había visto ratas en la ciudad”. Voto cantado: Adorni, a quien define como “alguien muy correcto”.

Sobre el otro Macri, el Mauricio, dice que “en su momento gobernó bien” pero ahora lo ve fuera de escena. No está al tanto de sus últimas apariciones contra Caputo, Karina y al propio Presidente, o no le interesan.

Alicia prefiere no hablar más y busca un lugar cerca del escenario para ver a su Presidente.

Lucía y Paula, también jubiladas, vinieron de Vicente López y prefieren mirar la escena desde atrás de todo. Es que llevan dos perritos de raza, o de diseño: Coca y Cola. ¿Qué les gusta de Milei? “Te puede gustar o no pero él habla desde el sentimiento. De lo que sentimos muchos”, dice Paula. Lucía suma: “Me gusta porque va a fondo”.

Sobre Mauricio Macri: “Yo lo voté. Ahora, de política no entiendo mucho, pero me da un poco de tristeza porque creo que tienen (con Milei) más coincidencias. Pero tiene que haber una oposición con responsabilidad. Tal vez Macri sea la oposición”.

Marta también es jubilada de 87 años bien llevados. Por qué vino acá (y no al Congreso): “Porque quiero escuchar quiero informarme quiero saber. Son tantos años de lo otro, que esto merece una oportunidad”.

Sigue sola: “El tono no me gusta. Cuando dice malas palabras es un mal ejemplo para la juventud”.

Qué le pedirías al gobierno a nivel Ciudad: “Por favor que saque las villas. La 31 es infernal”. Se pregunta y se responde: “¿Porque avanzaron tanto? Porque les han dado plata”.

¿Marra? “Sí, me gusta. Qué paso ahí, no sé. Me gusta, te soy sincera, pero ahora hay que unir fuerzas”.

¿Está de acuerdo con la medida anti-inmigratoria? “¿Vos te podés hacer ciudadano dinamarqués, o paraguayo? Acá entran todos. Los chorros, los burros. Y si no les gusta que se vuelvan a sus países”.

¿Y la pobreza? Marta cambie el eje: “Basta de decir ‘hagan lío’. Francisco se terminó. Basta de decir la iglesia de los pobres. Pepe Mujica era comunista. Se han hecho ricos con los pobres”.  

Precisamente Mujica pareciera que no. Ella: “No sé. Déjame dudar. Pero basta”.

¿Qué representa para vos Mujica y qué Milei? “Apoyo a Milei y lo nuevo. Y que dios nos ayude”.

¿Y si sale mal? “Creo que ya no voy a estar con vida. Que se arreglen los que quedan”.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Fotos: Sebastian Smok

A su lado hay un joven con una pala gigante. Posa sonriente para decenas de cámaras. Parece haber logrado su objetivo: llamar la atención.

Se llama Santiago y se tomó dos colectivos desde “la zona más fea de la provincia”, Florencio Varela, donde vive. Tiene 21 años, camisa manga larga a cuadros y una enorme mochila roja sobre la que ató un pañuelo celeste.

Cuenta sobre el sentido de la pala: “Hay que trabajar en este país. Nada se puede conseguir gratis. Todo es trabajo en la vida”.

De qué trabaja: “Soy Rappi y Pedidos YA”. ¿Cuánto gana? “Un poco, mi mamá me decía: muy bien Santiago, ese dinero lo sacaste de tus esfuerzos”. No dice números. Y finalmente revela que ahora ya no trabaja.

Al joven de la pala lo interrumpe Franco, otro joven, vestido de traje, que quiere sacarse una foto con el instrumento. Me da la cámara y posa de mil maneras para fotos que luego subirá a su Instagram. Franco Vera, sabré después, es un joven militante que ha irrumpido hace pocos meses en el colegio Nicolás Avellaneda de Palermo –estando él domiciliado en el conurbano- para postularse como Presidente del centro de estudiantes de la institución.

Franco Vera es de estatura pequeña pero en el debate del centro de estudiantes miró a sus contendientes de la lista oficialista, asociada al peronismo, y al ver que eran 8 personas dijo: “Yo estoy solo pero me la aguanto”. Primera gran ovación del público que recién lo conocía en un debate que ganó con comodidad con palabras clave como fútbol, Messi, Dios, diversidad.

Su lista, hasta antes del debate compuesta por él solo, se llama Ruge el cambio.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Vera, candidato a presidente por la lista Ruge el cambio del centro de estudiantes del colegio Nicolás Avellaneda.

Ahora tiene una decena de seguidores, más después de su segunda jugada: hacerle una cámara oculta a la directora. En la cámara, subida a las redes, se ve cómo la mujer lo apercibe por una serie de hechos difíciles de entender desde afuera, supuestas actitudes de Franco desde que llegó al colegio. Es cierto, se lo nota sobre excitado y concentrado en su carrera estudiantil. Y si bien el video no lo muestra, él asegura que el objetivo de la directora es censurar a Ruge el Cambio para que no se presente –y gane- las elecciones del centro.
Así utilizó la cámara oculta para denunciar la censura institucional.

Su historia merece un documental aparte, que no entra en esta nota. Sobre la elección porteña, él no puede votar. Y pese a las preguntas sobre la actualidad él hablará como representante de los jóvenes de LLA en tono candidato y pedirá que sea a través de videos: “Menos Estado es menos peso al sector público. O sea… Si una persona no capacitada no nos sirve, ¿para qué lo vamos a tener como empleado? Necesitamos tener personas capacitadas. Hay que aprender en esta batalla cultural que los que nos gobiernan son personas normales, no son entes superiores, no tienen título de nobleza”.

¿Los Menem no serán parte? A Franco no le entra una bala: “Los jóvenes somos el cambio” responde en casete y mostrando su sonrisa de dientes con aparatos. Corta la charla para seguir sacándose fotos que subirá tanto a su Instagram como al de la agrupación Ruge el cambio, actividad que le sale muy bien: durante la tarde noche logrará cosechar selfies con personajes como el Gordo Dan o el diputado Martín… Menem.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Lila Lemoine apareció vestida de playera de YPF.

Otras celebridades que se llevan las miradas:

El Zorro con la bandera de Argentina.

Mickey Mouse con un cartel que dice “Aguante Adorni”.

Lila Lemoine vestida como playera de YPF.

Una mujer que tiene tatuada en la cara, justo arriba de su ceja, la palabra “Castrate”. Hay que acercarse bien para entender bien de qué va… o no tanto. En su cachete izquierdo amplía las siguientes consignas:

  • Castrá
  • Adoptá callejeritos
  • Educá
  • No compres
  • No + piroctenia

Son tatuajes.

En la cara.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Franco Carcedo es autor de un libro recién salido del horno que se llama Milei: Conexiones filosóficas. Lo escribió junto a su esposa en La Pampa, donde vive, de donde llegó hoy 7AM y a donde vuelve hoy mismo a las 22. Vino, además de para ver a Adorni y Milei con el objetivo concreto de vender su libro. Lleva 5 ejemplares en la mano, y cuenta que ya vendió otros 5. “Es un camión”, anuncia. Y cuenta sobre su contenido: “El libro relaciona distintos acontecimientos que sucedieron durante la vida de Javier Milei, lo que hizo y muchas veces lo que dijo y dice”. ¿Un ejemplo?

Lo que sigue es literal y no está trucado ni escrito maliciosamente: es parte del libro editado por la editorial Dunken, que cualquiera puede comprar. Dice Franco: “Cuando habla de la felicidad él sin saberlo está hablando de algo que dijo Oscar Wilde en 1888”. ¿Cómo? “Cuando Milei dice que la felicidad es no tenerle miedo a la muerte. Oscar Wilde dice algo parecido”.

La pido mejor hojear el contenido; al inicio hay dos citas. Una de Napoleón que dice: “Los hombres excepcionales son parte de un momento excepcional”. Y otra de Javier Milei: “No seré reconocido como economista sino como rockstar”. Ahí nos vamos entendiendo.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Carcedo y su libro.

En el libro, profundiza Franco, “hay referencias a Nietzche, Maquiavelo, hay cosas de Spinoza… y la frutilla del postre”. Atención: “La cita de Wilde de la felicidad es de 1888. Milei en 1998 funda una banda que se llama Everest. ¿Sabés cuantos metros tiene el Everest? 8848.88”. Ante mi mirada atónita, Franco Carceda prosigue: “Pero hay más. El día que nació Milei se jugó un partido amistoso para homenajear a Arsenio Erico (futbolista paraguayo muy querido en Independiente). En ese partido debutan Bianchi, Carrascosa y César Laraignée. Ese día nació Milei”.

¿Y entonces? Franco Carceda repite: “El día que nació Milei ellos debutan con la casaca argentina”.

¿Pero cuál sería la conexión filosófica: “Es algo piola porque Milei es fanático de Boca y Bianchi es casi el máximo ídolo de Boca, con Riquelme y Palermo, ponele”.

Vuelvo a pedirle el libro. Sobre el nacimiento de Milei, se informa también que nació el mismo día que el guardameta ruso «Araña» Yasín (¡dos arqueros!) y que se editó un álbum del conjunto Jackson 5 de donde saltaría a la fama Michael Jackson.

Fin.

Equivalencias y bebidas.

Una señora envía videos a un grupo y le responden “como quisiera estar ahí”, “cuidate” y le ponen emojis de un león.

Una nena con la careta de Milei y una motosierra posa para las fotos mientras la mamá, al lado, tiene una careta de Adorni, un caniche y muchos pañuelos celestes atados a la mochila, como si los hubiera llevado para hacerse unos pesos.

Un remera violeta grita “viva la libertad” y otros remera violeta, alrededor, lo miran y estallan en carcajadas. Él también.

Franco Vera me contará luego, orgulloso y dolorido, que le tocó la mano a Milei pero que eso le costó que, literalmente, que los seguridad lo tiraran al piso y le pisaran la cabeza: “Estoy bendecido”.

Suena en el escenario un tema con acordes punk cuya letra asegura que Milei es “el último punk” y “el último superhéroe de la libertad”; eso significa que están al caer el Presidente y también Adorni, a quien nadie parece esperar demasiado. Menos que nadie, los remera violeta.

Aparece más allá otro contingente de remeras violetas que ahora llevan bengalas violetas y tocan bombos violetas, siguiendo a una bandera sostenida por jóvenes prolijos y sonrientes sin remera violeta.

La inscripción de la bandera en la cabecera dice «Jóvenes LLA» y otra atrás “Lugano”. La entrada es de cancha: se canta “el domingo cueste lo que cueste” y “un minuto de silencio para Macri que está muerto”.

Otro de los hits son “El que no salta es radical” y uno que cambia la palabra “Perón” por “León”.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Un hombre de 40 y pico, vestido de traje, es el que saca las canciones y agita.

Lidera a la barra hasta meterla en el centro mismo del escenario.

Mientras este cronista anota otras cosas, como la presencia de francotiradores en las terrazas de Recoleta y al lado del escenario, se ve que el hombre sale del tumulto, ofuscado.

Le han robado el celular.

Habla con una persona de seguridad, que abre las manos en señal de “no puedo hacer nada”.

El hombre está visiblemente afectado, dice “no lo puedo creer” y pide un celular para “dar de baja las tarjetas”.

Consigue una cómplice, a quien le confesará lo que él cree es la razón del robo:

-Es que está lleno de negros.

Fin.

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