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A tres años del femicidio de Nancy Segura: La justicia que falta
A tres años del femicidio de Nancy Segura, su hermana Jessica reclama que la carátula del caso cambie a femicidio, una tipificación que la justicia suele eludir. El asesino de la joven marplatense fue condenado a 20 años por homicidio agravado en un juicio por jurado que no contempló el contexto de violencia que sufrían Nancy y sus hijos, que quedaron a cargo de su hermana y al día de hoy no son alcanzados por la Ley Brisa: la jueza a cargo dijo que el trámite se paró por la pandemia. La memoria y la justicia contra la violencia machista construida en las calles de Mar del Plata por familiares atravesados por el femicidio, que se volvió a movilizar hoy a Tribunales.
Por Lucrecia Raimondi
Jessica Segura cuenta que tiene un ritual: “Todos los años organizo la marcha, vuelvo a mi casa, pongo la cara fuerte para que ellos –los chicos- no vean que estoy mal. Les pregunto si quieren llevarle una flor a su mamá y con mi papá los llevo en el auto al cementerio. Es muy doloroso. Porque yo la recuerdo todos los días, pero hoy más. Esta es una fecha muy fuerte para sus hijos y para toda la familia”.
Jessica cría un niño de 10 años, está embarazada de 7 meses, y hace tres años quedó a cargo de los dos hijes de su hermana Nancy Segura, asesinada en 2017 por su ex pareja. La niña, que tenía 3 años y está por cumplir 7, presenció el asesinato de su madre en manos de su padre. “Los primeros dos años fueron un infierno porque la nena lloraba, gritaba dormida ‘no a mi mama no’. Lo que sufrió esa nena – recuerda Jessica- . Yo estuve con ese dolor ahí al lado. ¿Sabes lo que es que una nena de tres años busque a su mama por todos lados? El nene también tenía su dolor porque ella siempre estaba con ellos. Y tratamos de hacerle como un cuento, a la nena más que nada, que su mamita está en el cielo con la abuela, porque es chiquita y para que no sea tan duro para ella. Él está más grande, tiene 15 años, ya sabe toda la verdad porque lo hablaron con el psicólogo”.
Jessica vive en el barrio Playa Serena de Mar del Plata. Asegura que todos los vecinos y vecinas conocen la historia de Nancy y que se solidarizan con su dolor. Esta mañana, acompañada de su tía, Jessica movilizó como todos los años a los Tribunales de la ciudad costera. También junto a la Campaña Nacional Somos Lucía, encabezada por Marta, mamá de Lucía Pérez y junto a Blanca, mamá de Agustina Fredes, ambas jóvenes víctimas de femicidio.

Nancy Segura fue asesinada de un cuchillazo el 19 de junio de 2017 por su ex pareja Rafael Inglera. Hace casi un año fue sentenciado a 20 años de prisión por homicidio agravado, en un juicio por jurado que no contempló el contexto de violencia de género y violencia familiar, ni las denuncias que había en su contra por esto. La familia de Nancy, con Jessica a la cabeza, exigen que el crimen de la joven marplatense de 27 años sea llamado por su nombre: fue un femicidio. Y esa lucha de Jessica es la lucha de las madres que perdieron a sus hijas por la violencia machista: “Para mí es importante que estén Marta, María Inés y Blanca, porque me contienen. Nunca me dejaron de lado, desde el primer momento me están acompañando siempre. Es muy difícil todo esto y entre todas nosotras nos contenemos. Ayuda un montón”.
¿Por qué movilizarse hoy a los Tribunales y en plena pandemia?
Por los tres años del femicidio de mi hermana Nancy venimos a pedir justicia, porque aunque la carátula la pongan convencidos, no está condenado por femicidio. Le dieron el beneficio de hacer un juicio por jurado y fue la gente de la sociedad que decidió que no era un femicidio. Porque mi hermana tenía carácter les cayó mal a ellos. Los peritos decían que como él media un metro 90 y mi hermana un metro 60 no se pudo clavar un cuchillo sola. Pero la gente le creyó lo que decía él y su abogado.
Para la sentencia, ¿no tuvieron en cuenta la violencia que sufrían?
Mi hermana había hecho tres denuncias y hasta al nene, que tuvo que pasar por Cámara Gessell, no le dieron bola, no le creyeron lo que decía. El nene sufría violencia por parte de él pero decían que estaba mintiendo. Cómo va a mentir un chico con una cosa así. No vieron nada de esto, la gente del jurado tampoco vio nada.
¿Por qué pensás que no lo vieron?
A la gente le da lo mismo si fue maltrato o femicidio. Lamentablemente tenemos una sociedad con los ojos tapados, como que es normal y naturalizan los femicidios. Lo normalizan.
¿Cuál es el reclamo hoy?
Mi reclamo para el que mató a mi hermana quiero que la carátula sea femicidio. No voy a parar hasta que tenga justicia, porque lo condenan a él por un homicidio agravado y fue un femicidio. Él está con 20 años de prisión pero no ven que los nenes tienen que ir a ver a la madre a un cementerio, que quedaron mal, que les falta su mamá y lo sufren día a día. Por más amor que le demos nosotros a los nenes siempre les va a faltar su mama y él la mató. Pero eso no lo vieron, tampoco que la mata a mi hermana delante de su hija. Me da bronca e impotencia que esta gente no haya visto eso, porque él tiene los beneficios de ser un preso vip y yo a mi hermana después de estar acá en Tribunales tengo que ir a mi casa, agarrar los nenes y verla en el cementerio, llevarle una flor. Solamente nosotros sabemos el dolor de estar día a día con ellos, solo lo veo yo, que me ocupo de la nena y el nene, veo los cambios de ellos que con 11 y 3 añitos pasaron por todo eso. Este dolor nadie lo ve.

Tres años después del femicidio de Nancy, sigue en trámite judicial que sus hijos puedan cobrar el subsidio de la Ley Brisa y que a Jessica le aseguren la tenencia: “Quiero cambiarle el apellido a la nena, pero estamos todavía luchando y esperando que la jueza nos diga que sí, que con la pandemia se retrasó todo”. Jessica es vendedora ambulante: “Me la rebusco. Vendo cosas en la calle, tengo mis clientas o cuando se puede hago feria. Gracias a Dios los chicos tienen las cuatro comidas”. Para ella, lograr percibir la Ley Brisa representa “una ayuda más para el bienestar de los chicos, así puedo arreglar su casita y que vivan bien ellos”.
Nancy y Jessica eran muy unidas: “Ella más chica por un año. Desde siempre muy pegotas. El hijo de ella me decía mama a mí y el mío mama a ella. Así éramos. Nancy luchaba como una guerrera, era muy trabajadora. Vendía artículos de limpieza, se la rebuscaba, amaba a sus hijos, luchaba para que nada les falte. Recuerdo su risa, que no importaba el problema siempre salía para adelante. Y ayudaba a todo el mundo, era alegre. La imagen que tengo de ella es lo feliz que era antes de que la matara. Y a mí me mataron mi otra mitad. Por eso lo único que me queda son mis sobrinos y mis hijos, luchar es lo que me levanta día a día. Yo voy a seguir hasta que se haga justicia”.
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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños
El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.
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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.
Por Claudia Acuña
El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación: es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.
Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.
¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.
A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.
Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.
El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.
Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.
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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez
Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.
Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.
En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.
Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.
A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.
En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.
Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.
Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?
Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.
Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.
Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.
La pregunta es: ¿por qué?

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