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Albert entrevista a Chomsky: Las lecciones de Iraq
Michael Albert, uno de los máximos responsables de los movimientos anti guerra en los Estados Unidos y creador del sitio Znet, entrevista a Naom Chomsky, el intelectual que le ha puesto el pecho a Bush. Los temas: cuáles son los próximos objetivos del imperio (Chomsky señala la vulnerabilidad de la región Andina, entre ellos) qué relación existe entre la guerra y la globalización financiera y cuáles son los próximos temas de la agenda del movimiento de resistencia global.
Entrevista a Noam Chomsky por Michael Albert
-Hay algunas celebraciones en las ciudades iraquíes tras la invasión y la caída del gobierno de Saddam. Retrospectivamente, ¿esto puede socavar la lógica de la oposición antibélica?
-Lo que me sorprende es que esos festejos hayan sido tan limitados y tardaran tanto. Cualquier persona sensible del mundo debe dar la bienvenida el derrocamiento del tirano, y al fin de las desvastadoras sanciones, principalmente los iraquíes. Pero la oposición antiguerra, al menos la parte que conozco, siempre estuvo a favor de esos objetivos. Por eso se opuso a las sanciones que estaban destruyendo al país y minando la posibilidad de una revuelta interior que arrojaría a Saddam por el camino de otros asesinos brutales apoyados por los actuales funcionarios de Washington. El movimiento antiguerra insistió en que los iraquíes, no el gobierno americano, deban manejar el país. Y este es todavía un tema sustancial a ser considerado. Los opositores a la guerra también alertaron acerca de la absoluta falta de preocupación por las posibles consecuencias humanitarias del ataque, y por la estrategia ominosa para la cual este era un «caso piloto».
Los problemas básicos permanecen: 1) ¿Quién gobernará Iraq, los iraquíes o una pandilla de Crawford,Texas? 2) ¿Permitirán los estadounidenses que pequeños núcleos reaccionarios que apenas se aferran a poder político, que sean quienes implementen la agenda política interna y externa?
-No se encontraron armas de destrucción masiva. Retrospectivamente ¿esto socava las razones esgrimidas por Bush frente a la guerra?
-Sólo si se toman seriamente esas razones. Si pueden encontrar algo, lo que no es improbable, ello será anunciado con bombos y platillos como la justificación de la guerra. Y si no lo encuentran, todo el asunto «desaparecerá» de la agenda, como es habitual.
-A la inversa: si ahora se encontraran armas de destrucción masiva, ¿eso minaría retrospectivamente a la oposición antiguerra?
-Esa es una imposibilidad lógica. Las opiniones y políticas sobre ese tema se determinan a partir de lo conocido o plausiblemente razonable, no por lo que se descubra más tarde. Eso debería ser obvio.
-¿Habrá democracia en Iraq, como resultado de esta invasión?
-Depende de qué uno quiera decir con «democracia». Yo presumo que el equipo de Bush quiere instalar algún tipo de democracia formal, con tal de que no tenga substancia alguna. Pero es difícil imaginar que ellos permitan una expresión real a la mayoría shiíta, que posiblemente intente unir al resto del región establecer relaciones más íntimas con Irán, lo cual es lo útimo que pueden querer los bushistas. O que permitan una expresión real al segundo núcleo de población, los kurdos, que probablemente busquen alguna clase de autonomía a través de una estructura federal que sería una amenaza para Turquía, que es una base crucial para el poder de los Estados Unidos en la región. Uno no debe confundirse. En toda la región, una democracia en real funcionamiento, tendría resultados muy diferentes a los objetivos hegemónicos norteamericanos.
-¿Cuál es el mensaje que recibieron los gobiernos del mundo?
-El mensaje es que el gobierno de Bush pretende que su Estrategia Nacional de Seguridad sea tomada en serio, como lo ilustra el «caso piloto». Intenta dominar el mundo a través de la fuerza, que es la dimensión que hegemoniza, y hacerlo permanentemente. Un mensaje más específico, ilustrado dramáticamente por el caso de Corea del Norte- Iraq, es que si usted quiere evitar un ataque americano, será mejor que tenga una actitud disuasiva creíble. En los círculos de la élite del poder se considera frecuentemente que la consecuencia probable de todo esto es la proliferación de armas de destrucción masiva y de terrorismo, en varias formas, basados en el miedo y rechazo hacia la administración americana, considerada como la más grande amenaza a la paz mundial incluso antes de la invasión. Ésa no es una cuestión menor en estos días. Las preguntas sobre la guerra se transforman rápidamente en preguntas sobre la supervivencia de las especies, si se da el caso de una violencia masiva.
-¿Cuál fue el rol de los medios de comunicación estadounidenses, pavimentando el camino hacia la guerra, y racionalizándola, estrechando los términos de la discusión, etc.?
Los medios acríticos reprodujeron la propaganda gubernamental sobre la amenaza a la seguridad norteamericana que supuestamente representaba Iraq, su relación con el atentado a las Torres Gemelas, y otros hechos terroristas, etc. Algunos amplificaron el mensaje por su cuenta. Otros simplemente lo reflejaron. La discusión era, como de costumbre, restringida a «terrenos pragmáticos»: ¿Podrá el gobierno obtener sus objetivos a un costo aceptable para su propio público? Una vez que la guerra comenzó, todo se volvió un ejercicio vergonzoso de celebración del equipo de la casa, horrorizando a gran parte del mundo. -¿Cómo segurián las cosas, para Bush & Co, si logran llevar adelante sus agendas preferidas, sus objetivos principales?
-Ellos han anunciado públicamente que los próximos blancos podrían ser Siria e Irán -lo que requeriría una base militar fuerte en Iraq, presumiblemente: he ahí otra razón por la que cualquier democracia real es improbable. Se sabe, según informes confiables, que los Estados Unidos y sus aliados (Turquía, Israel, y algunos otros) han estado avanzando hacia medidas que buscan desmembrar a Irán. Pero además hay otros posibles blancos. En Latinoamérica, la región andina, por ejemplo. Tiene recursos sustanciales, incluso petróleo. Es una zona turbulenta, con peligrosos movimientos populares independientes que no están bajo control. Ahora está rodeada por bases militares norteamericanas con fuerzas en el propio terreno. Y uno puede pensar en otros objetivos.
-¿Qué obstáculos se levantan ahora para que Bush y Cía. hagan lo que desean, y cuáles podrían surgir?
-El primero obstáculo es el doméstico. Pero eso depende de nosotros. De lo que hagan los propios estadounidenses, que son los que están en mejores condiciones para socavar el poder de este gobierno.
-¿Cuál ha sido su impresión sobre la oposición antiguerra, y cuáles deberían ser ahora sus objetivos?
La oposición antiguerra aquí no ha tenido precedentes, en magnitud y compromiso, y eso es algo obvio para cualquiera que haya tenido alguna experiencia en estas materias en los últimos 40 años. Su agenda inmediata, su objetivo, pienso, debe ser trabajar para asegurar que Iraq sea gobernado por iraquíes, que los Estados Unidos provean reparaciones e indemnizaciones masivas por lo que han hecho a Iraq durante 20 años (por haber apoyado a Saddam Hussein, por las guerras, por las sanciones brutales que probablemente causaron más daño y muertes que las propias guerras); y si es demasiado esperar tanta honestidad, al menos hay que garantizar la ayuda masiva, que sea usada por iraquíes, cuando y como ellos lo decidan. También en esa agenda debería ser un objetivo destacado poner freno a las extremadamente peligrosas políticas de la estrategia de seguridad norteamericana. Y relacionado con eso, debería haber esfuerzos serios para bloquear la de ventas de los armas que alegremente se anticipa como una de las consecuencias de la guerra, lo que contribuirá de paso a hacer del mundo un lugar más siniestro y peligroso. Pero ése es sólo el principio. El movimiento antiguerra está indisolublemente unido a los movimientos globales por la justicia, que tienen objetivos de mayor alcance aún.
-¿Cuál piensa usted que es la relación entre la invasión a Iraq y la globalización corporativa, y cuál debería ser la relación entre los movimientos globales anticorporativos y el movimiento por la paz?
-La invasión de Iraq tuvo fuerte oposición de los centros principales de globalización corporativa. En el Foro Económico Mundial en Davos en enero, la oposición fue tan fuerte que Powell fue prácticamente abucheado cuando intentó presentar el tema de la guerra, anunciando, con transparencia, que los Estados Unidos la llevaría a cabo aún cuando nadie lo siguiera, excepto el patético Blair. Los movimientos globales por la justicia y por la paz están tan estrechamente unidos en sus objetivos, que no hay mucho más para agregar. Deberíamos, de todos modos, impedir que los planificadores dibujen esos eslabones, para hacerlo nosotros mismos, a nuestro modo. Ellos predicen que su versión de «globalización» seguirá en curso y llevará a una «volatilidad financiera crónica» (que equivale a un crecimiento más lento de la economía, dañando principalmente a los pobres) y un «ensanchamiento de la brecha económica» (que significa menos globalización, tomada como convergencia). Ellos predicen además que se «al ahondarse la recesión económica, la inestabilidad política, y la alienación cultural, crecerá el extremismo étnico, ideológico y religioso, junto con violencia» mucha de ella dirigida contra los Estados Unidos -es decir, más terrorismo. Los planificadores militares hacen los mismos pronósticos. Ésa es una buena argumentación para incrementar rápidamente los gastos militares, incluso los planes para militarización del espacio que el mundo entero está intentando impedir, sin mucha esperanza mientras la cuestión se mantenga alejada de la mirada de los estadounidenses, que tienen la primera responsabilidad en detenerlo. Yo supongo que por eso algunos eventos recientes ni siquiera nos fueron informados, entre ellos el voto americano en la ONU, solo (con Israel), contra un resolución que requiere la reafirmación de la convención de Ginebra para prohibir las armas biológicas, y otra resolución que fortalece los tratados que prohiben el uso del espacio para propósitos militares, incluyendo armas ofensivas que nos amenazan a todos.
La agenda, como siempre, comienza tratando de encontrar qué es lo que está ocurriendo en el mundo, y haciendo algo al respecto, como podamos, mejor que cualquier otro. Es nuestro privilegio, nuestro poder, nuestra responsabilidad y libertad. Eso también debería ser obvio.
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.











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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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