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Alerta Chascomús: amenazan a mujeres organizadas contra la violencia machista

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La red que acompañó a la familia de Návila Garay, asesinada a golpes en septiembre de 2019, hoy sufre distintas amenazas por parte de hombres violentos del barrio La Noria que amedrentan al tejido que busca frenar la violencia machista. La quema de un auto a una de las vecinas organizadas y las amenazas a Ruth, prima de Návila, por parte de hombres ya denunciados que no cumplen las restricciones perimetrales, son los nuevos indicios de una escalada de la que el Estado no se hace cargo. Compartimos aquí la historia de Návila y el grupo de mujeres que se organiza para pedir verdad y justicia, para exigir medidas urgentes y para que no haya una Návila, Nunca Más.

17 mazazos: Lo que devela el femicidio de Návila Garay en Chascomús

Návila murió con esa cantidad de golpes. Tenía 15 años. Su cuerpo apareció enterrado en una casaquinta cercana a la laguna. El sospechoso es empleado de la Policía Federal. La fiscal y la Bonaerense, bajo la mira de la comunidad. Cómo fue la búsqueda de la niña, y lo que se descubrió: una trama de abuso sexual infantil que implica mucho más que a un femicida.  FRANCO CIANCAGLINI

No es exagerado decir que se quemó el paraíso: es literal. Estamos pisando pastizales incendiados a la vera de la laguna de un pueblo que perdió ya su calma. La ceniza salta entre los pies y se vuela con el viento; es bastante el polvo: las diez zapatillas de Ruth, Quimey, Pamela, Alexia y Soledad van de acá para allá, y sus ojos buscan huellas y signos. Miran atentas el piso, esperando encontrar algo.

En los humedales secos emergen botellas, metales, gomas, envases, chatarra. También un corpiño que las mujeres agarran pero descartan por las medidas exageradas para una joven de 15 años: su familiar y amiga Návila.

En esta zona se encontró la última evidencia de la causa judicial abierta tras su femicidio: la mochila que llevaba el día que desapareció. Tras el hallazgo, el lugar apareció incendiado. “No está quemado: lo prendieron fuego”, corrigen estas mujeres que aprendieron a buscar porque entendieron que alguien quería tapar.  “Fue un encuentro, no una búsqueda”, definen sobre cómo lograron desactivar la desidia cómplice del Poder Judicial, y hallar un cuerpo.

Quimey -20 años, tía de Návila- ha aprendido a corregir ese tipo de incongruencias semánticas típicas de medios de incomunicación, policías y fiscales: “No murió: a Navi la mataron”.

Aún faltan aparecer el celular y las zapatillas que Návila llevaba ese día, acaso como otra evidencia de un femicidio que sigue contando con un ocultamiento evidente, o al menos con una falta de investigación sospechosa. Eso es lo que estas mujeres buscan en el paraíso incendiado (el celular, las zapatillas, la verdad), quizá porque ya aprendieron que nadie lo hará sino son ellas.

Alerta Chascomús: amenazan a mujeres organizadas contra la violencia machista
Návila Garay según la foto con la que eligieron recordarlas Quimey y Ruth.
Foto: Nacho Yuchark

Sonrisas y silencios

Návila Garay desapareció el 10 de septiembre a las 18 horas y su cuerpo apareció recién el domingo 15 a la madrugada en la morgue de Dolores, cuando su madre Débora viajó y pudo reconocerla. La autopsia marcó que fue asesinada de 17 mazazos y enterrada en una quinta muy cerca de la laguna de Chascomús. Todo el resto son hipótesis judiciales y mediáticas de las que los familiares desconfían.

El único detenido al momento es Néstor “Lito” Garay, un parquero de 56 años a quien Návila conocía desde hace tiempo. Según es vox populi en el barrio, el hombre abusaba sexualmente de mujeres menores de edad (entre ellas, Návila) y les proporcionaba dinero a cambio. Néstor Garay fue señalado desde el principio por la familia, ya que la última vez que vieron a Návila con vida ella avisó que se iba a la casa del hombre. Pese a esta evidencia, la detención de Néstor Garay recién se selló cuatro días después de la desaparición, cuando la dueña de una de una quinta en Chascomús se enteró del caso de Návila por televisión: el sospechoso era su parquero, el mismo que días antes le había pedido permiso para “enterrar  a un perrito” en el fondo de su casa.

Según el relato judicial, la mujer se presentó espontáneamente el domingo 11 en la estación de la Policía Comunal de Chascomús para conectar cabos. Pero esta es otra de las teorías que no terminan de cerrar.

La entrada de la Fiscalía nº 9 de Chascomús arroja más sospechas. Policías bonaerenses, federales y empleados judiciales se tratan como lo que son: vecinos, sino compañeros de trabajo. La propia fiscal Daniela Bertoletti pasa y saluda con una ancha sonrisa a los uniformados, antes de entrar a su despacho y de negarse a contestar preguntas para este medio. La escena parece obvia y típica de una ciudad-pueblo, pero lo que estamos viendo es quizás una imposibilidad estructural: díficilmente Bertolotti pueda avanzar en una investigación contra sus amigos y vecinos policías si una causa así lo requiriera. Esta hipótesis puede ser extensible hacia otras fiscalías y otros pueblos, donde muchas veces se verifica la misma inacción judicial ante la sospecha policial, salvo cuando las órdenes bajan de muy muy arriba.

En el caso de Návila este tipo de dudas están sostenidas en el destrato de la fiscal hacia la familia de la adolescente desde el día de sus desaparición (“se nos reía en la cara”) y en la extraña dinámica que la magistrada le imprimió a la causa tras el hallazgo del cuerpo: en 48 horas dijo tener cerrado el caso.

La confirmación de que el femicida Garay cobraba un sueldo como empleado del Círculo de Suboficiales de la Policía Federal es otra de las variantes que siembran dudas sobre el diletante accionar policial en la causa, el apuro de Bertolotti por encerrar –solo, rápido- al parquero, y algunas falsas sonrisas.

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La quinta donde presuntamente fue encontrada Návila. Ningún familiar ni representante legal estuvo presente en la pericia.

La casa del horror

La quinta donde encontraron a Návila queda a menos de 100 metros de la sede recreativa del Círculo de Suboficiales de la Policía Federal donde trabajaba el femicida, un lugar con anchas parrillas. Un jueves al mediodía no se ve un alma y se escucha el suave canto de los pajaritos. Alguien podría decir que la postal es muy bella sino fuera porque esta quietud se aprovechó para esconder un crimen.

Desde la calle Mercedes al 707 se ve  hacia adentro una red de tenis caída, una pileta abandonada y también, al fondo, un galpón: según la reconstrucción de la fiscal Bertoletti, Néstor Garay perpetuó el femicidio allí y con sus herramientas de trabajo. 17 mazazos. Luego habría enterrado el cuerpo en el jardín y tapado la evidencia con ramas y hojas secas.

Días después del hallazgo del cuerpo, el único presente en la quinta del horror es un perro callejero. De pronto aparece una señora que, al detectar periodistas, sale a cerrar su portón, aunque finalmente se termina prestando a dialogar.

Vive en la misma cuadra de la quinta donde hallaron enterrada a Návila y, por eso, conoce al femicida de esta manera: “Lito, el parquero del barrio”. La señora caracteriza a Garay como “corto, pero respetuoso” y dice que trabajaba en la zona hace unos 20 años. Por eso reconoce estar doblemente azorada: “Hijo de puta, lo que hizo…”, dice por un lado. Y por otro: “No se puede creer que haya sido Lito”.

Algo no le cierra.

La señora no confirma los rumores que dicen que en su barrio hay casaquintas que se usan para fiestas demasiado privadas. Tampoco relaciona la cercanía del Círculo de Suboficiales con la trama del caso, aunque confirma que Lito trabajaba en ese camping policial.

La señora se vino a Chascomús tras la crisis del 2001, cuando echaron a su marido del trabajo, buscando una vida más apacible. “Ahora desconfío todos: esto alteró mi tranquilidad”, dice antes de cerrar el portón que se había olvidado abierto, acaso como resabio de otro tiempo mejor.

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El círculo de suboficiales de la PFA que queda a menos de 100 metros de donde la fiscal dijo haber encontrado el cuerpo. El acusado, Néstor Garay, era empleado de este camping.

Una mujer

¿Cómo era Navila?

Ruth (30 años, prima): Una loca bárbara, en el buen sentido.

Quimey (20 años, la tía): Súper independiente. Una mujer.

Tío: Tenía carácter fuerte.

Quimey: Veía a los milicos y les decía de todo…

Ruth: Si llegamos a hablar de las cosas lindas que hacíamos, terminamos todos en cana…

Quimey: La pasábamos bien. La última vez que la vi fue en mi cumpleaños: tomamos unas cervezas; yo no tomo y ella casi no tomaba tampoco, pero ese dia sí trajo 3 cervezas.

Tío: Le gustaba más estar en la calle que mirar la tele.

Ruth: Andaba de noche. Era un murciélago. Vivía con la abuela.

Quimey: Dormía también en lo del novio, en lo de la madre, o acá.

Ruth: Tenía humor negro.

Quimey: Era muy limpita. Iba a mi pieza y, si veía todo desordenado, me decía “tía, qué quilombo”, y se ponía a limpiar. Le gustaban mucho los bebés, jugaba siempre con los nenes.

Ruth: La mayoría de las veces cocinaba yo y a ella le gustaba lavar. Ella cocinaba cosas con tuco, milanesas, churrasco.

Quimey: Si me agarraba hambre a las 2 ó 3 de la mañana, me hacía un arroz con leche.

Ruth: Si no estamos nosotras, en esta casa no comen.

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La casa donde Návila vivía junto a su abuela y su tío, en el barrio La Noria de Chascomús.

Lo que pasa en el barrio

Ruth y Quimey están paradas en la esquina de la casa donde vivía Návila junto a su abuela y su tío, en el barrio La Noria. A metros, el Grupo Poético de Chascomús pintó un mural premonitorio. Dice: “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.

Ellas son, además de prima y tía, las dos compinches de Navi, como le dicen. Cada vez que hablan de ella sonríen de oreja a oreja y critican a los medios que desfiguraron su retrato: “Sólo pusieron las cosas malas”.

En su recuerdo y en su bronca ambas repiten constantemente una idea: “Návila tenía carácter fuerte”. Ellas también lo tienen; se nota en su forma de hablar, y también en cómo se han forjado en el dolor de la pérdida.

El carácter de estas mujeres es, como dice la teórica feminista María Galindo, una forma de entender un femicidio: como rebelión ante la violencia machista. El límite que un macho no puede superar: el “no”. Contar la historia de un femicidio es también contar la historia de esa rebeldía, dirá la Galindo uniendo cientos y miles de relatos de familiares que subrayan el “carácter fuerte” de la mujer que acaba de ser asesinada por un hombre. Ruth lo cuenta desde su historia personal, ante la pregunta de si se ve violencia machista en el barrio: “Sí, en todos lados. Es más: yo pasé por algo así. Y no me gusta por eso: el papá de mi hijo me cagaba a palos. Hoy en día nadie me levanta una mano, porque lo cago a palos yo”.

Los códigos del barrio parecen obligar a no cruzar reproches por la muerte de Návila -al menos ante ajenos- pero en cambio las mujeres fruncen el ceño para pensar lo que pasó: “Návila iba a muchos lugares, pero a este tipo yo no lo conocía”, cuenta Ruth. “Después supimos que la verdadera casa de él (por Néstor Garay) es a dos cuadras y media de acá. Tiene otra casa donde alquila que está más cerca: ahí es donde juntaba a las menores. Porque acá en el barrio no lo dejamos: si vemos a alguien que hace eso, le reventamos la casa”.

Todo está tan cerca que cuesta delimitar las fronteras barriales, como si existiesen solo en la cabeza de quienes las habitan. La casa a donde dijo dirigrse Návila por última vez es la misma a la cual, según señala Ruth, Néstor Garay llevaba menores. Hoy esa casa está custodiada por la Policía Bonaerense.

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La casa donde el acusado supuestamente llevaba mujeres menores, custodiada por la Bonaerense.

Hallazgos y preguntas

Reventar casas. Eso fue literalmente lo que los familiares y amigos de Návila comenzaron a hacer cuando desapareció y ante la inacción policial. Ruth: “Hicimos lo que la policía no estaba haciendo: buscarla. Ellos necesitaban una orden, yo no. Ellos perdían tiempo y nosotros, dato que nos pasaban, lugar donde íbamos y nos metíamos, como sea”.

Los datos los llevaron a lugares impensados, pero todas recuerdan sobre todo uno de ellos, que revela la extendida y compleja trama que envuelve al femicidio de Návila en Chascomús: “En la calle Garay hay un lugar… nos dijeron que Návila podía estar ahí. Nos tiraron esa data. Entonces nos juntamos con la familia del novio y fuimos a esa casa. Cuando entramos había ropa interior tirada, de todo. Y cinco mayores con una chica de 12 años”.

Alguien dice: “Alguien nos mandó ese mensaje. La chica, o una persona que quería que la saquemos”.

Así salvaron a otra Návila.

Cae la tarde en el barrio La Noria, donde en vez de pajaritos se oye el ruido de las motos. En una de ellas llega Quimey, la joven tía de Navi. “En el momento de la desaparición no apareció nadie acá”, suelta. “Ni siquiera los medios. Nadie nunca nadie nos avisó nada: por los medios supimos que encontraron la mochila. Y el día que apareció el cuerpo nos enteramos recién a las 10 y pico de la  noche, cuando ya estaba el cuerpo en Dolores”.

Quimey resalta este dato central, que baña de sospecha a la investigación de la fiscal Bertolotti: el hallazgo de Návila –a quien los familiares y amigos buscaron de estas formas durante cinco días-, el desentierro de su cuerpo, su traslado a Dolores y la autopsia se hicieron sin la presencia de ningún familiar ni garante legal de las víctimas. Recién cuando se completó ese círculo, la fiscal avisó a la familia que Návila había “aparecido”. Ellas ya se habían enterado por los medios.

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Pamela, Alexia y Soledad, tres mujeres que se pusieron al hombro la difusión del caso y el reclamo de justicia.

Aprender a buscar

Pamela y Alexia no viven en el barrio La Noria y tienen unos años e hijos más que las jóvenes amigas de Navi, que confiesan: “Si no fuera por ellas, nosotras estaríamos en la cama llorando. Nos re levantaron”.

Pamela y Alexia son las cuñadas de Návila y juntas conforman la dupla que se hizo cargo de contener a la familia y de aparecer ante las cámaras de tevé, primero para difundir la búsqueda de Návila, luego para denunciar la trama que encubre su muerte.

Pamela asegura que en Chascomús hay una máxima: “Todo el mundo sabe, pero nadie habla”. Ella no dudó desde el principio, cuando un día después del hallazgo del cuerpo dijo a lavaca: “El asesinato de Navi destapa una red de mayores que abusan de nenes y nenas en Chascomús”. A partir de la repercusión de esta declaración, el Fiscal General de Dolores abrió una causa de oficio para investigar el asunto, aunque hasta el cierre de esta edición se desconocían avances concretos. “Por ahora lo único que supuestamente se está investigando es la denuncia que nosotras hicimos de esa casa donde estaba la nena de 12 años”.

¿Cómo se animaron a romper el silencio?

Alexia: Ya no tenemos miedo.

Pamela: A nosotros no nos la contaron: la vivimos. La desidia, el maltrato, la risa de la fiscal la vivimos; nos lo hacían a nosotras en la cara. Investigaban menos que si se hubiesen robado una bicicleta. Le fuimos a decir desde el primer momento dónde había desaparecido Návila, le llevamos al remisero: le servimos todo en bandeja y no hizo nada. ¿Por qué?

¿Cómo se busca a una desaparecida?

Pamela: no sabíamos adónde ir a buscar. Decíamos: vamos a dar vuelta a la laguna y si vemos algo, que sé yo, rastrillemos nosotras.  Y cuando empezamos a movernos nos empezaron a llegar datos.

Alexia: levantábamos baldosas, buscándola. La queríamos encontrar.

Pamela: Lo nuestro no era una búsqueda: era un encuentro. Porque buscar podés buscar toda la vida; nosotros la queríamos encontrar y la encontramos. Si no nos hubiésemos movido, si no hubiésemos hecho ruido, en esa quinta crece el pasto y Návila es una desaparecida más.

¿Creen en la versión de la fiscal, que dice que Garay la mató y la enterró por que Návila lo extorsionó por dinero?

Návila: Escuchando y viendo todo lo que ha pasado, no creo nada de lo que me digan.

Pamela: A nosotras nos empezó a sonar muy raro ya cuando la fiscal nos daba vuelta la cara. Y el domingo a la noche, cuando aparece en los medios que habían encontrado el cuerpo, pensamos que lo habían encontrado ese mismo domingo. Fuimos a la quinta donde supuestamente estaba y nos dijeron que ya ahí no había nada. O sea, la habían encontrado, ya la habían trasladado, habían analizando la zona y el cuerpo estaba en Dolores.  Entonces dijmos:

¿Cuantas horas pasaron?

¿Cómo no nos avisaron?

¿Quienes estuvieron ahí, en la escena del crimen, cuando la desentierran?

¿Cuándo la enterró el hombre?

¿Dónde están las zapatillas y el celular?

Al cierre de esta edición, el Fiscal General de Dolores Diego Escoda había declarado que el caso estaba casi cerrado, que no había razones para sospechar de la participación de terceros, y la fiscal Bertolotti había dejado trascender que ya no se buscarían las zapatillas ni el celular porque eran irrelevantes para la causa. “Pensamos todo lo contrario”, señalan Pamela y Alexia. “Son cosas que eran de ella, que tienen que aparecer, que en algún lado tienen que estar. Y son las dos evidencias que pueden demostrar dónde estuvo ella”. También se esperaban resultados de las pericias sobre los objetos de la mochila, que se llevaron a analizar a Junín, y la familia había logrado reunirse con la gobernadora María Eugenia Vidal para transmitirle las sospechas sobre la investigación.

Vidal se comprometió a brindarle abogados penales a la familia y dijo que el caso lo iba a manejar el fiscal Escoda, de Dolores, directamente. “Después de una semana, no pasó más nada. Recién estamos esperando que se abra el expediente para empezar a hablar de las causas paralelas”. La estrategia de la familia es romper el “cuento” de la fiscal Bertoletti para comenzar a hurgar en los entramados que dibujan sus dudas y sus certezas.

De la Ruta a las casas

Es difícil homogeneizar un relato sobre una ciudad de 55 mil historias, pero varios de los habitantes de Chascomús describen –acaso como en todo el país- un deterioro generalizado de las condiciones de vida. Al margen de quienes viven de cargos públicos medios y altos, son dueños de comercios o viven del campo, donde queda lejos la laguna las estrategias de supervivencia cada vez son menos y más peligrosas. Y se sabe que donde no hay nada, están las mujeres sosteniendo lo más elemental de la existencia a costa de sus cuerpos, sus futuros y, en el peor de los casos, de sus propias vidas.

Alexia describe una radiografía que en los márgenes se dibuja más como la regla que como la excepción. Señala: “El Estado es el responsable de garantizar los derechos de las personas, sobre todo de chicos y chicas vulnerables. Una persona no llega a un estado de vulnerabilidad sola: es un contexto el que te lleva. En la casa de Návila y en el de un montón de chicas el Estado no aparece ni como salud, ni como educación, alimentación, vivienda ni trabajo. Por eso el Estado es el más responsable, más allá de que haya gente perversa a la que le gusta hacer daño”.

El barrio reconstruye la historia secreta de Chascomús situando a la Ruta 2 como la antigua y clásica zona de prostíbulos. Entre la catarata de anécdotas y rumores, los más aceptados recuerdan el acento de mujeres paraguayas a las que les quitaban el documento. “Entonces las chicas se tenían que quedar uno o dos años. Yo conocía a todas las paraguayas y tenía confianza: decían que una vez que pagaban, se podrían ir”. El que habla es un familiar de Návila que asegura que durante los 80 y los 90 el plan nocturno por excelencia era irse a “tomar una copa” a la Ruta 2.

Los prostíbulos cerraron promediado la entrada del 2000, no por la falta de oferta ni de demanda, sino por la mentada “decisión política”. Pero el negocio estuvo lejos de caerse: “Una vez que cerraron los de la Ruta, los prostíbulos se fueron a casas particulares”, sigue el relato. El desplazamiento de este tipo de negocios se hizo así aún más oscuro. Y se desliza que de ese modo empezaron a llegar los ofrecimientos a las jóvenes de los barrios humildes de Chascomús, mientras el deterioro ahogaba.

El deterioro

Cómo es ser mujer en esos márgenes? Soledad tiene el doble de edad de Návila y es otra de las mujeres que acompañan a la familia; también es parte de una asamblea feminista nucleada desde el 8M, y además, vecina del barrio La Noria. “Hay pocas oportunidades para las mujeres en Chascomús: los mejores puestos laborales los tienen siempre los hombres. Es un pueblo muy conservador, donde el modelo familiar es la mamá con 2, 3 pibes en la casa, y el padre saliendo a laburar. Recién ahora está cambiando con nosotras, con las de mi edad”, dice.

¿Hay trabajo?

Hay mucho laburo en negro, que no es laburo: es subempleo. Un camionero de la Municipalidad hoy está cobrando 15 mil pesos. Mi primo, recolector de basura, está ganando 10 mil. Labura todos los días, menos cuando llueve.

¿Se puede vivir con eso?

Cuando no tenés otra, vivís. Acá los alquileres son muy caros, es muy difícil vivir en Chascomús si no tenés un buen sueldo en blanco. Y si no tenés casa propia, fuiste.

¿Cuáles son los buenos empleos?

La gente que mejor vive es porque trabaja en la Autovía (peajes), en Atalaya, Villa del Sur, antes estaba Gándara – que cerró-, Conarco –que tiene reducido el personal-, Macis -que cerró-, Emepa (trenes) que cerró… y Tía Maruca, que está por cerrar también.

¿Todo eso en qué lapso?

Macri. En 4 años destruyó una industria de 40. Y Villa del Sur está ahí, pensando qué hacer, si se va o se queda.

¿Qué hace la gente que se queda sin trabajo?

Changas, cortar el pasto… El que changueaba se quedó sin laburo. Y el que tenía laburo fijo, agarra esas changas. Se va corriendo todo hacia abajo: el que era clase media es pobre, y el que era pobre ahora es súper pobre. Bah: ya sos pobre trabajando en blanco.

¿Cómo se traduce en violencia machista ese modelo?

Mucho bullying en la escuela, primero: si una chica se corta el pelo, los propios pibes le dicen que es lesbiana. A mi hija le pasó. Y después, en la mirada inquisidora del otro: todos ven cuando entran hombres a tu casa, pero nunca ven cuando te entran a robar. Esa es la misma mirada machista que dice que la culpa es de ella porque qué hacia ahí, o que pregunta dónde están los padres.

¿Qué responderías a esa pregunta?

Que, por suerte, mis padres estuvieron siempre conmigo y sin embargo me manosearon. ¿Vas a culpar a mis padres? Donde te críes te puede hacer más o menos vulnerable, pero no te hace culpable nunca.

Alerta Chascomús: amenazan a mujeres organizadas contra la violencia machista
La leyenda que el Grupo de Acción Poética de Chascomús escribió a metros de la casa de Návila, mucho antes del femicidio.

La ronda

Llega un momento en que todas las mujeres de esta historia coinciden en una ronda para tejer juntas la historia de Návila y el futuro de todas. Están sentadas a la sombra de un árbol y separan en gajos mandarinas que planta una de ellas en el fondo de su casa. Por ahí, revolotea el hijo de Ruth.

¿Dónde ponen la esperanza?

Quimey: En los chicos

Alexia: Sí. En las escuelas están a todo ritmo con esto.

Pamela: Mis hijas son re feministas.

Alexia: Cuando hablamos a los medios les  hablamos a ellos, a los niños: si ustedes están viviendo o pasando por una situación similar a la de Návila, díganlo, avisen. Si están yendo a casa de proxenetas, de abusadores a cambio de algo, salgan de ahí. Y a todos los adultos que lo están haciendo: ya los vamos a encontrar. Los estamos mirando.

Pamela: Que tengan miedo ellos, no nosotras ni los chicos.

Alexia: Este caso dio para visibilizar este sector tan pobre y la falta de sus derechos básicos por parte del Estado. Después, el mensaje fue para los niños y adolescentes. Hay que hablarles a ellos.

Soledad: Ahora estamos más conscientes. Y las mujeres nos empezamos a juntar sin conocernos y a activar.

Pamela: Cuando se haga el juicio se presentarán las pruebas y ahí veremos. Pero internamente nosotras nos vamos a organizar con algún dispositivo más allá del Estado, más allá de todo para poder amparar a estas chicas. No podemos hacernos más las sordas ni las ciegas. Vamos a actuar entre nosotras, como grupo de mujeres, para proteger a nuestros niños y niñas y no ser presas de estos depredadores. No nos quedamos en que acá hay un cuerpo y ya está: no. Esto recién empieza.

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El Estado responsable: femicidios y fuerzas de seguridad

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El expolicía Miguel Ángel Mazo, femicida de Florencia Albornoz (foto principal), saldrá hoy en libertad después de una condena de solo 15 años; un caso que llegó a instancias internacionales y volvió a dejar al descubierto la peor de las violencias: la ejercida por el propio Estado. A pocos días de iniciado el año ya hay 13 víctimas de femicidios y en tres están involucrados integrantes de las fuerzas de seguridad. El compromiso que el Estado argentino no cumple: capacitar, prevenir y reparar.

Por Evangelina Bucari

Durante la madrugada del 17 de enero de 2010, Miguel Ángel Mazo, policía de la provincia de Buenos Aires, asesinó con su arma reglamentaria a Florencia Albornoz, de 21 años, y a un amigo de ella, Ernesto Escudero. El caso fue catalogado como doble homicidio agravado por el vínculo, ya que en ese momento no estaba vigente la figura del femicidio. En 2012, Mazo fue condenado a solo 15 años de prisión. Hoy quedará en libertad.

Florencia y su femicida tenían una hija y, además, ella tenía un hijo de una pareja anterior. Durante toda la relación y aun cuando terminó, Mazo la sometió a hechos de violencia. Ella realizó la denuncia, pero no se dictó ninguna medida de protección. Y cuando las agresiones escalaron, fue la Comisaría de Quilmes, sección primera –en la cual el agresor prestaba servicios– la encargada de custodiar su integridad. Algo que no sucedió: finalmente, Mazo ingresó a la casa donde estaba Florencia con Ernesto Escudero y los asesinó.

A la impunidad y al dolor que siente la familia Albornoz porque el asesino de Florencia caminará libre por las calles de la zona sur del conurbano bonaerense, se suma otro incumplimiento por parte del Estado. Ocurre que en 2023, tras un reclamo presentado ante la Convención Internacional para la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer (Cedaw, por su sigla en inglés), habían lograron una serie de medidas de reparación y de no repetición, con la firma de un acuerdo de solución amistosa del cual las autoridades nacionales, las de entonces y las de ahora, nunca se hicieron cargo. “El Estado argentino reconoció su responsabilidad por no haber podido resguardar a Florencia ni prevenir su femicidio. Sin embargo, el cumplimiento del acuerdo es tierra de nadie”, denunció Christian Berndt Castiglione, fundador de Justicia y Reparación, uno de los abogados que brindó asistencia jurídica para llevar adelante el reclamo del caso en la Cedaw.

¿Qué pasa cuando los agresores son parte de las fuerzas de seguridad y la violencia patriarcal se combina con la portación de un arma y la balanza desequilibrada del acceso a la justicia? De los 13 femicidios registrados en los primeros 15 días de 2025, tres fueron cometidos por y/o están acusados parejas o exparejas que eran policías, al igual que las mujeres asesinadas:

Guadalupe Mena, el 1º de enero; Yanina Noemí Zárate, el 5 de enero; y María Soledad Poblete, el 9 de enero. Al menos en uno de los casos existían denuncias previas o había medidas judiciales en curso, como pasó en 2010 con Florencia y, más recientemente, en 2021, con Úrsula Bahillo, asesinada a puñaladas luego de que un juez desestimara las múltiples denuncias contra Matías Martínez, su expareja, quien pertenecía a la Bonaerense. 

A la misma fuerza pertenece el oficial Fabián Vázquez, detenido y acusado por el femicidio de Guadalupe Anahí Mena, de 19 años, quien recibió un disparo mortal en el parietal derecho. Vázquez dijo que mantenían un noviazgo con Guadalupe, que también pertenecía a la fuerza provincial, y que el arma reglamentaria se disparó cuando intentó evitar una broma de la joven.

La agente María Soledad Poblete, de 28 años, era mamá de dos niños. La encontraron asesinada en Bariloche, Río Negro. Tenía un tiro en el abdomen. Los vecinos aseguraron haber escuchado una discusión y detonaciones. Detuvieron a un policía y la investigación es por femicidio.

El Estado responsable: femicidios y fuerzas de seguridad

Yanina Noemí Zárate, de 38 años, era sargento de la Bonaerense y fue asesinada por su expareja, Gustavo Alejandro Juárez, también efectivo de esa fuerza, que luego de matarla se suicidó en su casa de Villa Gesell y ante la presencia de las dos hijas que compartían. Yanina lo había denunciado por violencia y el hombre tenía restricción de acercamiento. La causa está caratulada como “femicidio seguido de suicidio”.

El Estado responsable: femicidios y fuerzas de seguridad

Yanina Noemí Zárate, sargento de la Bonaerense asesinada por su expareja.

No son cifras

En 2024, el Observatorio Lucía Pérez registró 317 femicidios, 14 de los cuales tuvieron como autores a integrantes de la policía, las fuerzas federales o las fuerzas armadas, un número que se mantiene estable hace varios años. Según datos del Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, elaborado por la Corte Suprema de la Nación, los agentes federales y provinciales acusados de femicidios fueron:

14 en 2023,

15 en 2022,

23 en 2021,

7 en 2020,

16 en 2019,

18 en 2018,

12 en 2017. Un dato a destacar de ese año es que todos utilizaron su pistola reglamentaria para cometer los asesinatos.

Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.

De acuerdo al informe “Uso de armas de fuego y participación de fuerzas de seguridad en femicidio (2017-2022)”, en ese período de cinco años hubo 70 víctimas directas de femicidio atacadas con armas de fuego por parte de 68 sujetos pertenecientes a las fuerzas de seguridad:

55 utilizaron su arma reglamentaria,

Dos emplearon armas de fuego autorizadas (no reglamentarias),

En un caso el arma no estaba autorizada

En los 12 restantes no hubo datos de autorización.

No repetición, no cumplimiento

En julio de 2023, el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación Argentina –desmantelado por Javier Milei– acompañó el acto institucional de firma del acuerdo de solución amistosa ante la Cedaw en los casos de Florencia Albornoz y Analía Margarita Aros Soto, quien fue asesinada en 2017 y donde también se demostró la impericia estatal al demorar la solicitud de restricción. “El Estado argentino se comprometió a una reparación para ambas familias, pero ya pasó más de un año y todavía no cumplió con su parte del convenio”, explicó Berndt Castiglione. “El Estado brilla por su indiferencia: es brutal. No responden. Solo existió el pedido de disculpas en ese momento. Pero tanto en el gobierno anterior como en el actual hay una conducta de Estado sistemática, que revictimiza a las familias y eso es terrible”, enfatizó el abogado.

Berndt Castiglione detalló que entre los obligaciones asumidas se encuentran la asistencia psicológica a los familiares de las víctimas, el compromiso de llevar adelante políticas públicas que promuevan la prevención, la sanción y la erradicación de la violencia por motivos de género; y la inclusión de los casos en diversas instancias de capacitación de las fuerzas de seguridad. “Se logró algo histórico, que era el compromiso de capacitar a 20 mil efectivos policiales sobre el tratamiento y sensibilización a la hora de tomar este tipo de denuncias”, explicó Berndt Castiglione.

“Estamos a la espera de que nos respondan –detalló fundador de Justicia y Reparación–. Desde hace más de un año pedimos reunión con las autoridades del Ministerio de Justicia, la Secretaria de Derechos Humanos y la Cancillería para que el Estado les explique a ambas familias en qué instancia estamos y cómo viene el cumplimiento de todo lo que ofrecieron”. Además, se trata de “familias humildes que necesitan con urgencia esa reparación”.

Otros incumplimientos

En 2019, la Cedaw ya había intervenido en un caso contra el Estado argentino, que asumió su responsabilidad por no haber protegido a Olga del Rosario Díaz, por el intento de femicidio por parte de su expareja, el policía Luis Rolando Palavecino, luego de más de 15 años de desidia judicial por la violencia de género de la que era víctima y pasar 45 días en terapia intensiva. La denuncia ante Naciones Unidas contó con el patrocinio de la Defensoría General de la Nación.

Las autoridades argentinas se comprometieron en un acuerdo de solución amistosa a tomar “acciones destinadas a mejorar el acceso a la justicia de mujeres víctimas de violencia”. También, a realizar capacitaciones a las fuerzas de seguridad, incorporar en el plan de estudios de los cadetes y en todos los cursos exigidos al personal policial materias que traten la temática de género; y a realizar un registro público de denuncias realizadas contra jueces y juezas por casos de estos tipos de violencia. Como respuesta a ese compromiso internacional, el Consejo de la Magistratura de la Nación resolvió por unanimidad crear un registro público, que tiene datos hasta 2023, escasos si se compara con los elaborados por el Observatorio Lucía Pérez.

Para las cientos de familias que perdieron a alguien en manos de un femicida, y para los hijos e hijas que quedaron huérfanos de madre, la noticia de que Miguel Ángel Mazo quede en libertad es un duro golpe. Incuso, ya desde el penal el expolicía se dedicó a hostigar y a amenazar a la familia Albornoz. “Queremos alertar a la  sociedad. Tendremos a un asesino libre en las calles”, comunicaron desde Atravesados por el Femicidio, organización de la que son parte. Y pidieron: “Como no tenemos una justicia coherente que dé penas acordes ahora vamos por la condena social para el asesino de Florencia que no se merece la inserción en la sociedad porque no cambio en nada ni se arrepintió nunca”.

Mientras el gobierno nacional asegura que bajaron los casos de femicidios, a la vez que desmantela casi todos los programas y las líneas de atención a víctimas de violencia, e incumple los tratados internacionales que podrían ayudar a la prevención, los familiares y amigos siguen exigiendo justicia y que el Estado se haga responsable y no sea cómplice con su silencio e indiferencia.

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#NiUnaMás

No son cifras: femicidios y blablá

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¿Qué tienen en común el vocero presidencial Manuel Adorni y la ex ministra de las Mujeres, Eli Gómez Alcorta? Ambos anunciaron que la cantidad de feminicidos habían disminuido. Adorni lo aseguró ayer en su habitual rueda de propaganda oficial. La ex ministra, el 30 de mayo de 2022. Es solo una de las coincidencias. La otra es la más contundente: ni uno ni otro gobierno asumió que todo femicidio es evitable. La tercera coincidencia está relacionada con la sensibilidad social y la responsabilidad política: no son cifras. Son vidas.

La declaración de Adorni tiene, además, un agravante: diciembre es históricamente el mes en el que se comete la mayor cantidad de estos crímenes. Este es particularmente trágico.

  • En un solo día –15 de  diciembre– sufrimos seis femicidios en seis diferentes provincias argentinas.
  • En un solo día –el 20 de diciembre– la violencia femicida asesinó a tres víctimas, dos de ellas criaturas. Una de dos meses en Jujuy, otra de dos años en Santiago del Estero.

Durante este 2024, además, el gobierno decretó la desaparición de una herramienta esencial para la visibilización y el registro al enmudecer a la agencia Telam. Se trata, nada menos, de una fuente de información oficial y nacional que en su agenda, durante los últimos años, le dio centralidad a la cobertura de estos casos. Sin esa fuente informativa los observatorios sostenidos por la sociedad civil –como el nuestro– e incluso por los organismos de control como la Defensoría del Pueblo de Nación, han tenido que realizar un gran esfuerzo para obtener la información necesaria para actualizar sus registros. En nuestro caso, el rol de los medios territoriales ha sido central para compensar esa pérdida, ya que la mayoría de estos crímenes se cometen en localidades alejadas de las capitales provinciales.

La lista de coincidencias es extensa e incluye que ni antes ni ahora el Estado analizó los datos para diseñar lo que desde siempre falta: programas de prevención y contención. Una lectura atenta y responsable de los registros históricos podría establecer, por ejemplo, qué época del año es la más indicada para campañas de prevención y qué localidades son prioritarias para establecer programas pilotos de prevención. Esto implicaría, por supuesto, dedicar recursos económicos y profesionales a sistemas eficaces de recepción de alertas, de acompañamiento a víctimas y de contención de violencias. Implicaría, además, analizar sus resultados concretos, corregir y profundizar políticas y, sobre todo, rendir públicamente no solo los gastos, sino los porqués, los quiénes y las consecuencias negativas y positivas de cada programa. Nada más lejos de la motosierra con la que el actual gobierno arrasó lo poco que la sociedad movilizada y organizada había logrado arrancarle al Estado durante la última década.

Las consecuencias del negacionismo femicida son las que están a la vista, por tremendamente reales y cotidianas.

Los femicidios no se detienen.

El Estado es responsable no es una frase.

Acá podés leer la introducción al Informe 2024 de nuestro Observatorio Lucía Pérez de Violencia Patriarcal.

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#NiUnaMás

Conmovedora acción contra los femicidios en el estadio Maradona

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Todas las luces del Estadio Diego Armando Maradona se apagaron. Minutos antes del partido de Argentinos Juniors contra Barracas Central, solo se encendió un reflector: el que iluminaba las butacas de la platea Francis Cornejo. Cada una de las butacas con un nombre.

Tamara

Vanesa

Sheila

Abril

Rocio

Elena

Ana

Conmovedora acción contra los femicidios en el estadio Maradona

Los nombres en las butacas del estadio de Argentinos Juniors. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.

Aquí se puede ver la imagen de cómo fue ese momento.

Fue el modo que se utilizó para mostrar los 277 nombres de víctimas de femicidios y travesticidios en lo que va de este año hasta hoy: 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer.

En la oscuridad absoluta la voz del estadio dijo desde todos los parlantes: “Esas butacas vacías, cada una con el nombre de una víctima de femicidio, son un recordatorio doloroso: en lo que va del año 277 mujeres han sido asesinadas por el solo hecho de ser mujer. No son solo cifras, son historias, son ausencias”. 

Conmovedora acción contra los femicidios en el estadio Maradona

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.

Y un aplauso conmovedor y sincero inundó todo el estadio. 

La acción fue impulsada por Secretaría de Género de Argentinos Juniors junto al Observatorio Lucía Pérez para visibilizar la violencia machista en nuestro país.

Conmovedora acción contra los femicidios en el estadio Maradona

Las integrantes de la Secretaría de Géneros de Argentinos Juniors y del Observatorio Lucía Pérez. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.

“La idea fue dejar un espacio vacío de la tribuna con los nombres de las mujeres asesinadas durante este año, y mostrar así la falta, que ellas hoy no están pudiendo venir a la cancha. Tomamos el mensaje del Observatorio: no son solo cifras, sino que detrás de cada uno de estos nombres , hay una historia”, dice a lavaca Mariel Alonso en la previa al partido mientras se repartían volantes con la invitación a visitar la web de la Secretaría del club y conocer la acción que se estaba por llevar a cabo.

Las camisetas de los jugadores adaptadas para el evento programado por la Secretaría de Géneros del club. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.

Las butacas vacías se iluminaron luego de la entrada en calor de los jugadores, que minutos después salieron a la cancha con un parche en la camiseta oficial que dice 25N, en homenaje a este día. Los suplentes salieron al campo con una remera especialmente diseñada para hoy que en la espalda tenía un dibujo que entre mujeres y banderas dejaba ver dos mensajes: “25N” y “Rompamos el silencio”. 

Conmovedora acción contra los femicidios en el estadio Maradona

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.

“Hacer estas acciones en un club es fundamental”, explica Vanina Sánchez, secretaria de Géneros de la Asociación Atlética Argentinos Juniors. “Los clubes de fútbol no son solamente de fútbol, son también espacios donde las mujeres y los hombres venimos a pasarla bien, a alentar por nuestros colores, y son lugares donde estas batallas hay que darlas. Es súper importante que como institución deportiva podamos dar un mensaje: el de que es importante involucrarnos, defender nuestros derechos, y pedir también justicia por todas las mujeres que ya no están”. 

Conmovedora acción contra los femicidios en el estadio Maradona

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.

El Observatorio Lucía Pérez, que lleva el nombre de la joven asesinada en Mar del Plata, es una herramienta de información, análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca con el objetivo de generar el primer padrón autogestionado y público de femicidios y travesticidios de Argentina. Toda la información está disponible y es de libre acceso con el objetivo de que aporte así a encontrar una solución frente a la violencia. Toda la info se puede ver acá: https://observatorioluciaperez.org/ 

Conmovedora acción contra los femicidios en el estadio Maradona

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.

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