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Alerta Chascomús: amenazan a mujeres organizadas contra la violencia machista

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La red que acompañó a la familia de Návila Garay, asesinada a golpes en septiembre de 2019, hoy sufre distintas amenazas por parte de hombres violentos del barrio La Noria que amedrentan al tejido que busca frenar la violencia machista. La quema de un auto a una de las vecinas organizadas y las amenazas a Ruth, prima de Návila, por parte de hombres ya denunciados que no cumplen las restricciones perimetrales, son los nuevos indicios de una escalada de la que el Estado no se hace cargo. Compartimos aquí la historia de Návila y el grupo de mujeres que se organiza para pedir verdad y justicia, para exigir medidas urgentes y para que no haya una Návila, Nunca Más.

17 mazazos: Lo que devela el femicidio de Návila Garay en Chascomús

Návila murió con esa cantidad de golpes. Tenía 15 años. Su cuerpo apareció enterrado en una casaquinta cercana a la laguna. El sospechoso es empleado de la Policía Federal. La fiscal y la Bonaerense, bajo la mira de la comunidad. Cómo fue la búsqueda de la niña, y lo que se descubrió: una trama de abuso sexual infantil que implica mucho más que a un femicida.  FRANCO CIANCAGLINI

No es exagerado decir que se quemó el paraíso: es literal. Estamos pisando pastizales incendiados a la vera de la laguna de un pueblo que perdió ya su calma. La ceniza salta entre los pies y se vuela con el viento; es bastante el polvo: las diez zapatillas de Ruth, Quimey, Pamela, Alexia y Soledad van de acá para allá, y sus ojos buscan huellas y signos. Miran atentas el piso, esperando encontrar algo.

En los humedales secos emergen botellas, metales, gomas, envases, chatarra. También un corpiño que las mujeres agarran pero descartan por las medidas exageradas para una joven de 15 años: su familiar y amiga Návila.

En esta zona se encontró la última evidencia de la causa judicial abierta tras su femicidio: la mochila que llevaba el día que desapareció. Tras el hallazgo, el lugar apareció incendiado. “No está quemado: lo prendieron fuego”, corrigen estas mujeres que aprendieron a buscar porque entendieron que alguien quería tapar.  “Fue un encuentro, no una búsqueda”, definen sobre cómo lograron desactivar la desidia cómplice del Poder Judicial, y hallar un cuerpo.

Quimey -20 años, tía de Návila- ha aprendido a corregir ese tipo de incongruencias semánticas típicas de medios de incomunicación, policías y fiscales: “No murió: a Navi la mataron”.

Aún faltan aparecer el celular y las zapatillas que Návila llevaba ese día, acaso como otra evidencia de un femicidio que sigue contando con un ocultamiento evidente, o al menos con una falta de investigación sospechosa. Eso es lo que estas mujeres buscan en el paraíso incendiado (el celular, las zapatillas, la verdad), quizá porque ya aprendieron que nadie lo hará sino son ellas.

Alerta Chascomús: amenazan a mujeres organizadas contra la violencia machista
Návila Garay según la foto con la que eligieron recordarlas Quimey y Ruth.
Foto: Nacho Yuchark

Sonrisas y silencios

Návila Garay desapareció el 10 de septiembre a las 18 horas y su cuerpo apareció recién el domingo 15 a la madrugada en la morgue de Dolores, cuando su madre Débora viajó y pudo reconocerla. La autopsia marcó que fue asesinada de 17 mazazos y enterrada en una quinta muy cerca de la laguna de Chascomús. Todo el resto son hipótesis judiciales y mediáticas de las que los familiares desconfían.

El único detenido al momento es Néstor “Lito” Garay, un parquero de 56 años a quien Návila conocía desde hace tiempo. Según es vox populi en el barrio, el hombre abusaba sexualmente de mujeres menores de edad (entre ellas, Návila) y les proporcionaba dinero a cambio. Néstor Garay fue señalado desde el principio por la familia, ya que la última vez que vieron a Návila con vida ella avisó que se iba a la casa del hombre. Pese a esta evidencia, la detención de Néstor Garay recién se selló cuatro días después de la desaparición, cuando la dueña de una de una quinta en Chascomús se enteró del caso de Návila por televisión: el sospechoso era su parquero, el mismo que días antes le había pedido permiso para “enterrar  a un perrito” en el fondo de su casa.

Según el relato judicial, la mujer se presentó espontáneamente el domingo 11 en la estación de la Policía Comunal de Chascomús para conectar cabos. Pero esta es otra de las teorías que no terminan de cerrar.

La entrada de la Fiscalía nº 9 de Chascomús arroja más sospechas. Policías bonaerenses, federales y empleados judiciales se tratan como lo que son: vecinos, sino compañeros de trabajo. La propia fiscal Daniela Bertoletti pasa y saluda con una ancha sonrisa a los uniformados, antes de entrar a su despacho y de negarse a contestar preguntas para este medio. La escena parece obvia y típica de una ciudad-pueblo, pero lo que estamos viendo es quizás una imposibilidad estructural: díficilmente Bertolotti pueda avanzar en una investigación contra sus amigos y vecinos policías si una causa así lo requiriera. Esta hipótesis puede ser extensible hacia otras fiscalías y otros pueblos, donde muchas veces se verifica la misma inacción judicial ante la sospecha policial, salvo cuando las órdenes bajan de muy muy arriba.

En el caso de Návila este tipo de dudas están sostenidas en el destrato de la fiscal hacia la familia de la adolescente desde el día de sus desaparición (“se nos reía en la cara”) y en la extraña dinámica que la magistrada le imprimió a la causa tras el hallazgo del cuerpo: en 48 horas dijo tener cerrado el caso.

La confirmación de que el femicida Garay cobraba un sueldo como empleado del Círculo de Suboficiales de la Policía Federal es otra de las variantes que siembran dudas sobre el diletante accionar policial en la causa, el apuro de Bertolotti por encerrar –solo, rápido- al parquero, y algunas falsas sonrisas.

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La quinta donde presuntamente fue encontrada Návila. Ningún familiar ni representante legal estuvo presente en la pericia.

La casa del horror

La quinta donde encontraron a Návila queda a menos de 100 metros de la sede recreativa del Círculo de Suboficiales de la Policía Federal donde trabajaba el femicida, un lugar con anchas parrillas. Un jueves al mediodía no se ve un alma y se escucha el suave canto de los pajaritos. Alguien podría decir que la postal es muy bella sino fuera porque esta quietud se aprovechó para esconder un crimen.

Desde la calle Mercedes al 707 se ve  hacia adentro una red de tenis caída, una pileta abandonada y también, al fondo, un galpón: según la reconstrucción de la fiscal Bertoletti, Néstor Garay perpetuó el femicidio allí y con sus herramientas de trabajo. 17 mazazos. Luego habría enterrado el cuerpo en el jardín y tapado la evidencia con ramas y hojas secas.

Días después del hallazgo del cuerpo, el único presente en la quinta del horror es un perro callejero. De pronto aparece una señora que, al detectar periodistas, sale a cerrar su portón, aunque finalmente se termina prestando a dialogar.

Vive en la misma cuadra de la quinta donde hallaron enterrada a Návila y, por eso, conoce al femicida de esta manera: “Lito, el parquero del barrio”. La señora caracteriza a Garay como “corto, pero respetuoso” y dice que trabajaba en la zona hace unos 20 años. Por eso reconoce estar doblemente azorada: “Hijo de puta, lo que hizo…”, dice por un lado. Y por otro: “No se puede creer que haya sido Lito”.

Algo no le cierra.

La señora no confirma los rumores que dicen que en su barrio hay casaquintas que se usan para fiestas demasiado privadas. Tampoco relaciona la cercanía del Círculo de Suboficiales con la trama del caso, aunque confirma que Lito trabajaba en ese camping policial.

La señora se vino a Chascomús tras la crisis del 2001, cuando echaron a su marido del trabajo, buscando una vida más apacible. “Ahora desconfío todos: esto alteró mi tranquilidad”, dice antes de cerrar el portón que se había olvidado abierto, acaso como resabio de otro tiempo mejor.

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El círculo de suboficiales de la PFA que queda a menos de 100 metros de donde la fiscal dijo haber encontrado el cuerpo. El acusado, Néstor Garay, era empleado de este camping.

Una mujer

¿Cómo era Navila?

Ruth (30 años, prima): Una loca bárbara, en el buen sentido.

Quimey (20 años, la tía): Súper independiente. Una mujer.

Tío: Tenía carácter fuerte.

Quimey: Veía a los milicos y les decía de todo…

Ruth: Si llegamos a hablar de las cosas lindas que hacíamos, terminamos todos en cana…

Quimey: La pasábamos bien. La última vez que la vi fue en mi cumpleaños: tomamos unas cervezas; yo no tomo y ella casi no tomaba tampoco, pero ese dia sí trajo 3 cervezas.

Tío: Le gustaba más estar en la calle que mirar la tele.

Ruth: Andaba de noche. Era un murciélago. Vivía con la abuela.

Quimey: Dormía también en lo del novio, en lo de la madre, o acá.

Ruth: Tenía humor negro.

Quimey: Era muy limpita. Iba a mi pieza y, si veía todo desordenado, me decía “tía, qué quilombo”, y se ponía a limpiar. Le gustaban mucho los bebés, jugaba siempre con los nenes.

Ruth: La mayoría de las veces cocinaba yo y a ella le gustaba lavar. Ella cocinaba cosas con tuco, milanesas, churrasco.

Quimey: Si me agarraba hambre a las 2 ó 3 de la mañana, me hacía un arroz con leche.

Ruth: Si no estamos nosotras, en esta casa no comen.

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La casa donde Návila vivía junto a su abuela y su tío, en el barrio La Noria de Chascomús.

Lo que pasa en el barrio

Ruth y Quimey están paradas en la esquina de la casa donde vivía Návila junto a su abuela y su tío, en el barrio La Noria. A metros, el Grupo Poético de Chascomús pintó un mural premonitorio. Dice: “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.

Ellas son, además de prima y tía, las dos compinches de Navi, como le dicen. Cada vez que hablan de ella sonríen de oreja a oreja y critican a los medios que desfiguraron su retrato: “Sólo pusieron las cosas malas”.

En su recuerdo y en su bronca ambas repiten constantemente una idea: “Návila tenía carácter fuerte”. Ellas también lo tienen; se nota en su forma de hablar, y también en cómo se han forjado en el dolor de la pérdida.

El carácter de estas mujeres es, como dice la teórica feminista María Galindo, una forma de entender un femicidio: como rebelión ante la violencia machista. El límite que un macho no puede superar: el “no”. Contar la historia de un femicidio es también contar la historia de esa rebeldía, dirá la Galindo uniendo cientos y miles de relatos de familiares que subrayan el “carácter fuerte” de la mujer que acaba de ser asesinada por un hombre. Ruth lo cuenta desde su historia personal, ante la pregunta de si se ve violencia machista en el barrio: “Sí, en todos lados. Es más: yo pasé por algo así. Y no me gusta por eso: el papá de mi hijo me cagaba a palos. Hoy en día nadie me levanta una mano, porque lo cago a palos yo”.

Los códigos del barrio parecen obligar a no cruzar reproches por la muerte de Návila -al menos ante ajenos- pero en cambio las mujeres fruncen el ceño para pensar lo que pasó: “Návila iba a muchos lugares, pero a este tipo yo no lo conocía”, cuenta Ruth. “Después supimos que la verdadera casa de él (por Néstor Garay) es a dos cuadras y media de acá. Tiene otra casa donde alquila que está más cerca: ahí es donde juntaba a las menores. Porque acá en el barrio no lo dejamos: si vemos a alguien que hace eso, le reventamos la casa”.

Todo está tan cerca que cuesta delimitar las fronteras barriales, como si existiesen solo en la cabeza de quienes las habitan. La casa a donde dijo dirigrse Návila por última vez es la misma a la cual, según señala Ruth, Néstor Garay llevaba menores. Hoy esa casa está custodiada por la Policía Bonaerense.

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La casa donde el acusado supuestamente llevaba mujeres menores, custodiada por la Bonaerense.

Hallazgos y preguntas

Reventar casas. Eso fue literalmente lo que los familiares y amigos de Návila comenzaron a hacer cuando desapareció y ante la inacción policial. Ruth: “Hicimos lo que la policía no estaba haciendo: buscarla. Ellos necesitaban una orden, yo no. Ellos perdían tiempo y nosotros, dato que nos pasaban, lugar donde íbamos y nos metíamos, como sea”.

Los datos los llevaron a lugares impensados, pero todas recuerdan sobre todo uno de ellos, que revela la extendida y compleja trama que envuelve al femicidio de Návila en Chascomús: “En la calle Garay hay un lugar… nos dijeron que Návila podía estar ahí. Nos tiraron esa data. Entonces nos juntamos con la familia del novio y fuimos a esa casa. Cuando entramos había ropa interior tirada, de todo. Y cinco mayores con una chica de 12 años”.

Alguien dice: “Alguien nos mandó ese mensaje. La chica, o una persona que quería que la saquemos”.

Así salvaron a otra Návila.

Cae la tarde en el barrio La Noria, donde en vez de pajaritos se oye el ruido de las motos. En una de ellas llega Quimey, la joven tía de Navi. “En el momento de la desaparición no apareció nadie acá”, suelta. “Ni siquiera los medios. Nadie nunca nadie nos avisó nada: por los medios supimos que encontraron la mochila. Y el día que apareció el cuerpo nos enteramos recién a las 10 y pico de la  noche, cuando ya estaba el cuerpo en Dolores”.

Quimey resalta este dato central, que baña de sospecha a la investigación de la fiscal Bertolotti: el hallazgo de Návila –a quien los familiares y amigos buscaron de estas formas durante cinco días-, el desentierro de su cuerpo, su traslado a Dolores y la autopsia se hicieron sin la presencia de ningún familiar ni garante legal de las víctimas. Recién cuando se completó ese círculo, la fiscal avisó a la familia que Návila había “aparecido”. Ellas ya se habían enterado por los medios.

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Pamela, Alexia y Soledad, tres mujeres que se pusieron al hombro la difusión del caso y el reclamo de justicia.

Aprender a buscar

Pamela y Alexia no viven en el barrio La Noria y tienen unos años e hijos más que las jóvenes amigas de Navi, que confiesan: “Si no fuera por ellas, nosotras estaríamos en la cama llorando. Nos re levantaron”.

Pamela y Alexia son las cuñadas de Návila y juntas conforman la dupla que se hizo cargo de contener a la familia y de aparecer ante las cámaras de tevé, primero para difundir la búsqueda de Návila, luego para denunciar la trama que encubre su muerte.

Pamela asegura que en Chascomús hay una máxima: “Todo el mundo sabe, pero nadie habla”. Ella no dudó desde el principio, cuando un día después del hallazgo del cuerpo dijo a lavaca: “El asesinato de Navi destapa una red de mayores que abusan de nenes y nenas en Chascomús”. A partir de la repercusión de esta declaración, el Fiscal General de Dolores abrió una causa de oficio para investigar el asunto, aunque hasta el cierre de esta edición se desconocían avances concretos. “Por ahora lo único que supuestamente se está investigando es la denuncia que nosotras hicimos de esa casa donde estaba la nena de 12 años”.

¿Cómo se animaron a romper el silencio?

Alexia: Ya no tenemos miedo.

Pamela: A nosotros no nos la contaron: la vivimos. La desidia, el maltrato, la risa de la fiscal la vivimos; nos lo hacían a nosotras en la cara. Investigaban menos que si se hubiesen robado una bicicleta. Le fuimos a decir desde el primer momento dónde había desaparecido Návila, le llevamos al remisero: le servimos todo en bandeja y no hizo nada. ¿Por qué?

¿Cómo se busca a una desaparecida?

Pamela: no sabíamos adónde ir a buscar. Decíamos: vamos a dar vuelta a la laguna y si vemos algo, que sé yo, rastrillemos nosotras.  Y cuando empezamos a movernos nos empezaron a llegar datos.

Alexia: levantábamos baldosas, buscándola. La queríamos encontrar.

Pamela: Lo nuestro no era una búsqueda: era un encuentro. Porque buscar podés buscar toda la vida; nosotros la queríamos encontrar y la encontramos. Si no nos hubiésemos movido, si no hubiésemos hecho ruido, en esa quinta crece el pasto y Návila es una desaparecida más.

¿Creen en la versión de la fiscal, que dice que Garay la mató y la enterró por que Návila lo extorsionó por dinero?

Návila: Escuchando y viendo todo lo que ha pasado, no creo nada de lo que me digan.

Pamela: A nosotras nos empezó a sonar muy raro ya cuando la fiscal nos daba vuelta la cara. Y el domingo a la noche, cuando aparece en los medios que habían encontrado el cuerpo, pensamos que lo habían encontrado ese mismo domingo. Fuimos a la quinta donde supuestamente estaba y nos dijeron que ya ahí no había nada. O sea, la habían encontrado, ya la habían trasladado, habían analizando la zona y el cuerpo estaba en Dolores.  Entonces dijmos:

¿Cuantas horas pasaron?

¿Cómo no nos avisaron?

¿Quienes estuvieron ahí, en la escena del crimen, cuando la desentierran?

¿Cuándo la enterró el hombre?

¿Dónde están las zapatillas y el celular?

Al cierre de esta edición, el Fiscal General de Dolores Diego Escoda había declarado que el caso estaba casi cerrado, que no había razones para sospechar de la participación de terceros, y la fiscal Bertolotti había dejado trascender que ya no se buscarían las zapatillas ni el celular porque eran irrelevantes para la causa. “Pensamos todo lo contrario”, señalan Pamela y Alexia. “Son cosas que eran de ella, que tienen que aparecer, que en algún lado tienen que estar. Y son las dos evidencias que pueden demostrar dónde estuvo ella”. También se esperaban resultados de las pericias sobre los objetos de la mochila, que se llevaron a analizar a Junín, y la familia había logrado reunirse con la gobernadora María Eugenia Vidal para transmitirle las sospechas sobre la investigación.

Vidal se comprometió a brindarle abogados penales a la familia y dijo que el caso lo iba a manejar el fiscal Escoda, de Dolores, directamente. “Después de una semana, no pasó más nada. Recién estamos esperando que se abra el expediente para empezar a hablar de las causas paralelas”. La estrategia de la familia es romper el “cuento” de la fiscal Bertoletti para comenzar a hurgar en los entramados que dibujan sus dudas y sus certezas.

De la Ruta a las casas

Es difícil homogeneizar un relato sobre una ciudad de 55 mil historias, pero varios de los habitantes de Chascomús describen –acaso como en todo el país- un deterioro generalizado de las condiciones de vida. Al margen de quienes viven de cargos públicos medios y altos, son dueños de comercios o viven del campo, donde queda lejos la laguna las estrategias de supervivencia cada vez son menos y más peligrosas. Y se sabe que donde no hay nada, están las mujeres sosteniendo lo más elemental de la existencia a costa de sus cuerpos, sus futuros y, en el peor de los casos, de sus propias vidas.

Alexia describe una radiografía que en los márgenes se dibuja más como la regla que como la excepción. Señala: “El Estado es el responsable de garantizar los derechos de las personas, sobre todo de chicos y chicas vulnerables. Una persona no llega a un estado de vulnerabilidad sola: es un contexto el que te lleva. En la casa de Návila y en el de un montón de chicas el Estado no aparece ni como salud, ni como educación, alimentación, vivienda ni trabajo. Por eso el Estado es el más responsable, más allá de que haya gente perversa a la que le gusta hacer daño”.

El barrio reconstruye la historia secreta de Chascomús situando a la Ruta 2 como la antigua y clásica zona de prostíbulos. Entre la catarata de anécdotas y rumores, los más aceptados recuerdan el acento de mujeres paraguayas a las que les quitaban el documento. “Entonces las chicas se tenían que quedar uno o dos años. Yo conocía a todas las paraguayas y tenía confianza: decían que una vez que pagaban, se podrían ir”. El que habla es un familiar de Návila que asegura que durante los 80 y los 90 el plan nocturno por excelencia era irse a “tomar una copa” a la Ruta 2.

Los prostíbulos cerraron promediado la entrada del 2000, no por la falta de oferta ni de demanda, sino por la mentada “decisión política”. Pero el negocio estuvo lejos de caerse: “Una vez que cerraron los de la Ruta, los prostíbulos se fueron a casas particulares”, sigue el relato. El desplazamiento de este tipo de negocios se hizo así aún más oscuro. Y se desliza que de ese modo empezaron a llegar los ofrecimientos a las jóvenes de los barrios humildes de Chascomús, mientras el deterioro ahogaba.

El deterioro

Cómo es ser mujer en esos márgenes? Soledad tiene el doble de edad de Návila y es otra de las mujeres que acompañan a la familia; también es parte de una asamblea feminista nucleada desde el 8M, y además, vecina del barrio La Noria. “Hay pocas oportunidades para las mujeres en Chascomús: los mejores puestos laborales los tienen siempre los hombres. Es un pueblo muy conservador, donde el modelo familiar es la mamá con 2, 3 pibes en la casa, y el padre saliendo a laburar. Recién ahora está cambiando con nosotras, con las de mi edad”, dice.

¿Hay trabajo?

Hay mucho laburo en negro, que no es laburo: es subempleo. Un camionero de la Municipalidad hoy está cobrando 15 mil pesos. Mi primo, recolector de basura, está ganando 10 mil. Labura todos los días, menos cuando llueve.

¿Se puede vivir con eso?

Cuando no tenés otra, vivís. Acá los alquileres son muy caros, es muy difícil vivir en Chascomús si no tenés un buen sueldo en blanco. Y si no tenés casa propia, fuiste.

¿Cuáles son los buenos empleos?

La gente que mejor vive es porque trabaja en la Autovía (peajes), en Atalaya, Villa del Sur, antes estaba Gándara – que cerró-, Conarco –que tiene reducido el personal-, Macis -que cerró-, Emepa (trenes) que cerró… y Tía Maruca, que está por cerrar también.

¿Todo eso en qué lapso?

Macri. En 4 años destruyó una industria de 40. Y Villa del Sur está ahí, pensando qué hacer, si se va o se queda.

¿Qué hace la gente que se queda sin trabajo?

Changas, cortar el pasto… El que changueaba se quedó sin laburo. Y el que tenía laburo fijo, agarra esas changas. Se va corriendo todo hacia abajo: el que era clase media es pobre, y el que era pobre ahora es súper pobre. Bah: ya sos pobre trabajando en blanco.

¿Cómo se traduce en violencia machista ese modelo?

Mucho bullying en la escuela, primero: si una chica se corta el pelo, los propios pibes le dicen que es lesbiana. A mi hija le pasó. Y después, en la mirada inquisidora del otro: todos ven cuando entran hombres a tu casa, pero nunca ven cuando te entran a robar. Esa es la misma mirada machista que dice que la culpa es de ella porque qué hacia ahí, o que pregunta dónde están los padres.

¿Qué responderías a esa pregunta?

Que, por suerte, mis padres estuvieron siempre conmigo y sin embargo me manosearon. ¿Vas a culpar a mis padres? Donde te críes te puede hacer más o menos vulnerable, pero no te hace culpable nunca.

Alerta Chascomús: amenazan a mujeres organizadas contra la violencia machista
La leyenda que el Grupo de Acción Poética de Chascomús escribió a metros de la casa de Návila, mucho antes del femicidio.

La ronda

Llega un momento en que todas las mujeres de esta historia coinciden en una ronda para tejer juntas la historia de Návila y el futuro de todas. Están sentadas a la sombra de un árbol y separan en gajos mandarinas que planta una de ellas en el fondo de su casa. Por ahí, revolotea el hijo de Ruth.

¿Dónde ponen la esperanza?

Quimey: En los chicos

Alexia: Sí. En las escuelas están a todo ritmo con esto.

Pamela: Mis hijas son re feministas.

Alexia: Cuando hablamos a los medios les  hablamos a ellos, a los niños: si ustedes están viviendo o pasando por una situación similar a la de Návila, díganlo, avisen. Si están yendo a casa de proxenetas, de abusadores a cambio de algo, salgan de ahí. Y a todos los adultos que lo están haciendo: ya los vamos a encontrar. Los estamos mirando.

Pamela: Que tengan miedo ellos, no nosotras ni los chicos.

Alexia: Este caso dio para visibilizar este sector tan pobre y la falta de sus derechos básicos por parte del Estado. Después, el mensaje fue para los niños y adolescentes. Hay que hablarles a ellos.

Soledad: Ahora estamos más conscientes. Y las mujeres nos empezamos a juntar sin conocernos y a activar.

Pamela: Cuando se haga el juicio se presentarán las pruebas y ahí veremos. Pero internamente nosotras nos vamos a organizar con algún dispositivo más allá del Estado, más allá de todo para poder amparar a estas chicas. No podemos hacernos más las sordas ni las ciegas. Vamos a actuar entre nosotras, como grupo de mujeres, para proteger a nuestros niños y niñas y no ser presas de estos depredadores. No nos quedamos en que acá hay un cuerpo y ya está: no. Esto recién empieza.

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91 femicidios y ninguna respuesta

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“Nosotras, familias sobrevivientes de femicidios nos dirigimos a usted para solicitar con respeto y esperanza una audiencia” dice la 2ª carta del colectivo que nuclea a familiares de todo el país, dirigida a Javier Milei. Este 8 de abril las Familias Sobrevivientes de Femicidios se reunieron en Plaza de Mayo, como todos los primeros lunes de cada mes, mientras el mundo seguía el eclipse de sol. Denunciaron en un documento –también presentado en la Casa Rosada– que hasta el domingo 7 se produjeron 91 femicidios en el año, que dejaron además 9 víctimas menores asesinadas y 52 huérfanos. Hay, en lo que va de 2024, 18 mujeres desaparecidas. Luego las Familias hablaron sobre las causas, el factor narco y la responsabilidad del Estado.

91 femicidios y ninguna respuesta

Marta, madre de Lucía Pérez y Facundo, el papá de Luna Ortiz. La lectura del documento que exhibe el nivel de violencia contra las mujeres en el país.

En sintonía con el eclipse de sol de este lunes, la Plaza de Mayo presentó de pronto un clima desapacible, frío, ventoso, mientras las Familias Sobrevivientes de Femicidios volvieron a presentarse allí para visibilizar el reclamo sobre las mujeres asesinadas y para solicitar por carta (la 2ª en el año) que el presidente Javier Milei las reciba.

El grupo, alineado en sillas negras de espaldas a la Casa Rosada, aguantó la ventolera y leyó un documento del que se desprenden distintos datos:

  • º Hubo 91 femicidios en los 98 días del año hasta el domingo 7 de abril, registrados por el Observatorio Lucía Pérez.
  • º Además, 9 víctimas menores fueron asesinadas en el transcurso de esos femicidios.
  • º Otro saldo: 52 huérefanxs.
  • º Se contabilizaron otros 62 intentos de femicidios.
  • º Hay en el país 18 mujeres desaparecidas en lo que va de 2024.
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Mariela, y el reclamo por su hija.

Genocidio por goteo

Sobre estas cifras –que revelan lo que Marta Montero (madre de Lucía Pérez) define como “genocidio por goteo”– no ha habido respuesta alguna por parte del Estado.

El texto de la misiva fue presentado por la propia Marta, su esposo Guillermo Pérez, Susana Reyes (madre de Cecilia Basaldúa), Mariela Quintanilla (madre de Iara Nardelli), Facundo Ortiz y Marisa Rodríguez (padres de Luna Ortiz) en nombre del colectivo.  

El texto: “Señor Presidente de la Nación Argentina. Nosotras, familias sobrevivientes de femicidios nos dirigimos a usted para solicitar con respeto y esperanza una audiencia. Creemos necesario y urgente ser escuchados por usted. Desde ya, muchas gracias”. En marzo se había presentado la primera carta en la Casa Rosada y les dijeron que sería derivada a Karina Milei, secretaria general de la Presidencia.

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Susana con imágenes de su hija, Cecilia Basaldúa.

Asesinadas en democracia

Susana Reyes, con una foto de su hija y las palabras “Verdad y justicia”,   recordó que hace cuatro años desaparecía Cecilia Basaldúa en Córdoba, cuyo cuerpo apareció el 25 de abril de 2020. “Y todavía estamos luchando para tener un fiscal en la causa por el crimen de mi hija, porque hubo un primer juicio en el que metieron preso a un inocente. Hay muchas causas armadas en Córdoba. Ahora estamos esperando que nos nombren nuevo fiscal, porque el que nos habían designado se jubiló el año pasado en agosto. Y no salió el decreto del nuevo.  Nosotros vamos a seguir siempre. Estamos luchando no solo por Cecilia sino por todas y todos los asesinados en democracia”.

Susana agrega: “Queremos que nos reciban para ver si nos pueden escuchar, si pueden hacer algo. Cada vez son más muertes que se siguen sumando. Hay niños huérfanos y las madres también quedamos huérfanas por la muerte de nuestras hijas. Así que vamos a seguir peleando hasta las últimas consecuencias”.

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Marisa y Facundo, los padres de Luna Ortiz. El caso de su hija (drogada y muerta por sus captores) fue calificado como “homicidio imprudente”. Las familias reclaman justicia.

Homicidios imprudentes

Facundo suma sobre la historia de su hija, Luna Ortiz (19 años cuando fue asesinada el 2 de junio de 2017): “Hace ya siete años que asesinaron a Luna y todavía no podemos llegar a conseguir justicia, es una lucha interminable. La causa está en Casación, la Sala I. Es algo muy importante. Necesitamos que estos jueces nos escuchen y tomen una buena decisión condenando a Villarreal por femicidio”.

Para comprender: Luna fue contactada por Isaías Villarreal el 2 de junio de 2017 mediante Facebook. Se encontraron y él la llevó a su casa, donde la esperaban otros dos hombres: ahí la drogaron, la alcoholizaron y la trasladaron en un raid en el que la intercambiaban como mercancía. Un día después, el 3 de junio de 2017, encontraron el cuerpo de Luna sin vida en la casa del propio Villarreal. Los jueces Ariel Introzzi Truglia y Sebastián Hipólito Urquijo y la jueza Verónica Mara Di Tommaso lo condenaron finalmente al máximo posible solicitado por un delito menor: 4 años y 11 meses por “suministro gratuito de estupefacientes destinado al consumo personal en concurso real con homicidio imprudente”.

Marisa, la madre de Luna, agrega: “El femicidio sigue impune, nos encontramos en la etapa de Casación otra vez planteando un femicidio. Apelando lo después de siete años de impunidad porque los jueces liberaron a uno de los femicidas de Luna. Vamos a seguir luchando porque queremos justicia por Luna y por todas nuestras hijas”.

91 femicidios y ninguna respuesta

Lucía Pérez y Carla Soggiu. “Luchamos por justicia para todas”.

¿Cuál es la responsabilidad del Estado?

Guillermo (el padre de Lucía Pérez): “Hace 8 años que venimos buscando justicia por nuestra hija (el femicidio ocurrió el 8 de octubre de 2016 y provocó el Primer Paro Nacional de Mujeres). Ahora el 29 de abril tenemos el recurso de Casación”. En el caso de Lucía, en marzo de 2023 hubo sentencia a perpetua en un caso (Matías Farías), y el otro acusado (Juan Pablo Offidani) terminó con una condena menor, 15 años en total, como “partícipe secundario” del crimen, que incluye la condena a ambos por la venta de drogas en la puerta de una escuela secundaria, lo que desencadenó toda la tragedia. La familia apeló la sentencia a Offidani, y las defensas de los acusados apelaron sus condenas. Es lo que comenzará a debatirse en el tribunal de Casación bonaerense.

“Queremos justicia” dice Guillermo, “y que nuestras hijas puedan descansar”.

En el documento presentado el mes pasado al gobierno junto a la solicitud de audiencia, se planteaba una mirada amplia y a la vez profunda de lo que ocurre: “No podemos hablar de femicidios y travesticidios sin hablar de narcotráfico, como no podemos hablar, sin nombrarlo, de ningún otro tema de esta emergencia social que estamos padeciendo hoy: hambre, desocupación, destrucción de la educación y salud pública. Todos fuegos que alimentan el incendio de nuestro futuro y paz social”.

Marta Montero habla sobre el rol estatal: “El Estado es responsable, por eso hablamos de genocidio, con un Estado que no hizo ni hace nada por evitarlo. Y decimos que son narcofemicidios, porque muchísimas veces tienen que ver con esa cuestión de lo narco, donde el Estado no solo está ausente sino que muchas veces está presente, porque ¿quién es el que no hace nada cuando venden droga en la puerta de una escuela? La policía, que es parte del Estado. ¿Y quién deja impunes muchos de estos crímenes? El Poder Judicial, que es parte del Estado”.

¿Y en los casos en que el origen es la violencia dentro de una pareja? “El Estado también es responsable al no avanzar en las investigaciones, al ocultar pruebas muchas veces, al dejar impune al asesino, al no atender a las víctimas, a los huérfanos, a las familias. Pero además, muchas veces esa violencia se genera por lo que hablábamos antes: el tema de la droga, la violencia que se genera territorialmente y en la gente que está en eso, que termina golpeando y matando a las mujeres”.

91 femicidios y ninguna respuesta

Marta y Guillermo, los padres de Lucía.

El caso de Lucía implica una ruptura y un precedente, porque la familia logró que se anule el primer y vergonzoso juicio que absolvió a Farías y Offidani por el femicidio, acusándolos solamente de vender droga en vereda de la escuela marplatense a la que iba Lucía, que tenía 16 años cuando la mataron. Esa anulación permitió el segundo juicio (el que ahora irá a Casación por las respectivas apelaciones) y motivó además un jury: un juicio a los jueces de aquel primer proceso. “Estamos esperando que se concrete, porque ya está todo listo” explica Marta.

El rol de Marta Montero en Mar del Plata generó la invitación a participar con una ponencia en la 5º Asamblea Mundial por la Salud de los Pueblos que se está llevando a cabo en esa ciudad hasta el 11 de abril. Marta intervendrá este martes 9 en una sesión que tratará “Justicia de género en salud. Praxis feminists por la justicia en salud”. En el panel coordinado por Melanie Alperstein (Sudáfrica) intervendrá Marta (Femicidio, luchas por la justicia de género y rendición de cuentas), Julie Dale, de Brasil (Violencia y discriminación contra LGBTQI+), Zahira Bouhabra (en conexión desde Marruecos), y hablará sobre Resistencia a los sistemas violentos y respuesta a las crisis de violencia de género Rawia Mahmoud (en conexión desde Sudán).

Lo crucial del trabajo de la familia continúa en Mar del Plata con La Casa de Lucía, punto de encuentro, de conferencias, recitales, eventos culturales y lugar además de acompañamiento para otras familias víctimas de violencia o de femicidios.

O sea que allí se reúne lo académico con lo barrial y la solidaridad concreta, no discursiva. Sostiene Marta: “Para nosotros es una alegría, porque hay un enorme movimiento alrededor de las cosas que se hacen allí. Vienen mujeres, familias, también estudiantes, abogados, de todo. Estamos empezando un curso de huerta, pero también va a ser lugar para que terminen la secundaria quienes no pudieron hacerlo. Y el acompañamiento a otras familias es fundamental, porque a todos nos pasa que ante la justicia estamos desorientados, te hablan de modos que no entendés muchas veces. Con la experiencia que lamentablemente hemos tenido, ahora podeos ayudar a otra gente que pasa por lo mismo para que conozca y entienda sus derechos, y cómo llevar adelante las causas”.

Vuelve a hablar sobre la casa, y la cantidad y calidad de eventos que allí suceden: “Eso sorprendió incluso a los vecinos. Nos decían que era una casa que había estado siempre cerrada, oscura, abandonada (había pertenecido a un grupo narco, según puede verse en MU 190). Y la gente del barrio nos dice que hoy pudimos transformar esa oscuridad en una luz muy linda, que les da entusiasmo. Imaginate la alegría que es para nosotros” dice Marta, cuando se iban de Plaza de Mayo habiendo presentado la carta y el informe y –sorprendentemente- el lunes frío, ventoso, desapacible y eclipsado se transformaba en un día de otoño cálido y luminoso.

El próximo encuentro está previsto para el 6 de mayo.  

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#NiUnaMás

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

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Nuevo informe mensual del primer padrón autogestionado y público de violencia patriarcal.

En lo que va del año el Observatorio Lucía Pérez registró  85 femicidios y travesticidios en todo el país. Solo durante marzo ocurrieron 18, con el agregado de 3 infancias asesinadas: Alma, de 11 años; Mateo, de 2; y Zamir, de 9. El total en lo que va del año es de 9.

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

Otro dato que surge del relevamiento es que, como resultado de estos crímenes de mujeres, se registraron 47 huérfanxs.

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

En este 2024, se llevan registradas 53 tentativas de femicidios.

Hay 18 mujeres desaparecidas.

Y llevamos 1.144 días preguntándonos ¿dónde está Tehuel de la Torre?

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

Por otra parte, se realizaron 105 marchas y movilizaciones contra la violencia patriarcal que exigen justicia ante los crímenes que no cesan. 

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

El número de funcionarios denunciados que ha registrado el Observatorio asciende a 482.

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

Esos datos, esos crímenes, no son solamente cifras: por eso en nuestros padrones se visualiza cada nombre, la edad, el lugar donde vivían las víctimas y cómo sucedió cada femicidio, entre otros muchos datos que permiten dimensionar la violencia.

El Observatorio Lucía Pérez es una herramienta de análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca. Se elaboran una serie de padrones que compartimos en la web de manera libre, los cuales comenzaron a confeccionarse en talleres que realizamos con víctimas de violencia, familias sobrevivientes de femicidios, organizaciones sociales y activistas del movimiento trans. Los datos así reunidos, sumados al seguimiento de lo publicado en medios de todo el país, son luego chequeados y precisados con fuentes judiciales y periodísticas.

Todo la información que producimos es de público y libre acceso en en www.observatorioluciaperez.org

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#NiUnaMás

8M: Estamos

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En otro Día Internacional de la Mujer el movimiento feminista volvió a llenar las calles de Buenos Aires, frente al Congreso, como supo hacer durante las movilizaciones a favor del aborto, en medio de algunas novedades: un gobierno que ataca al feminismo, que cree que lo puede contener con un protocolo antipiquetes y que enfrenta la agenda de derechos que las mujeres y disidencias volvieron a poner hoy en la calle. La desigualdad como eje. Las principales reinvindicaciones y palabras de hoy. Los testimonios que hablan de emergencias de hambre (con comedores sin comida y con el triple de gente), a la conexión con las banderas de derechos humanos. Les Nietes de personas desaparecidxs, y el lema de la bandera que salió hoy por primera vez a la calle: “Soy feminista porque tengo memoria”.

Texto: Anabella Arrascaeta

Fotos: Lina M. Etchesuri

“Soy feminista porque tengo memoria”, dice la bandera que Ana, nieta de detenidos desaparecidos en la última dictadura cívico militar, pintó para marchar junto a sus compañeres de Nietes. Es la primera vez que esta frase sale a la calle, en este 8M, a días del 24, el primer marzo de la era de Javier Milei. 

8M: Estamos
Les Nietes en la puerta de Mu Trinchera Boutique. Foto: Lina Etchesuri

Argentina, 2024. Sobre Callao la Policía Federal intenta mantener cortada la Avenida para la foto que da cumplimiento al protocolo de la ministra Patricia Bullrich. No pueden. Los autos circulan solo esa cuadra y doblan a la izquierda por Avenida Rivadavia. Hacia la plaza Congreso las calles están cortadas porque el músculo de los feminismos está entrenado y volvió a llenarla. Partidos políticos, organizaciones sociales, sindicales, culturales, asambleas, deportistas, músicas, periodistas, y miles de grupitos de amigas, madres, abuelas, hijas, vecinas, nietes, en un largo y cada vez más inabarcable etcétera.  

A las cuatro de la tarde el hit sacude el pasto: “El que no salta votó a Milei”. 

La Plaza, una vez más, está llena.

¿Por qué?  

Límites

Cristina, 80 años, abre los ojos grandes desde abajo de la gorra que la protege del sol y dirige la mirada hacia sus amigas (otra Cristina de 72 años, y dos Lilianas, 67 y 70 años). Dice: “Peleamos mucho por este momento, y lo tenemos que defender”. Llegaron temprano, con sus remeras del grupo de teatro comunitario al que pertenecen y con el que en el último tiempo hicieron una obra sobre la Semana Trágica, y otra que es un homenaje a Azucena Villaflor, Madre de Plaza de Mayo desaparecida. “Tenemos una edad donde vivimos a full el patriarcado, y vemos en nuestras hijas ese cambio de paradigma: no son las mismas mujeres y yo me alegro profundamente por eso. Y aprendo todos los días de las generaciones nuevas, necesitamos acompañarlas porque debemos lograr ese cambio que de a poco se va modificando. No es que se haya logrado todo, nos falta, pero tenemos que estar unidas”. 

“Estar” y “juntas” son de las palabras que más se repiten hoy en Congreso. Y que se sienten: todas las generaciones, de los centros a los bordes. Dice una de las Cristinas: “Te voy a decir una frase peronista: unidos o dominados. En este momento, con este gobierno estamos en un retroceso, y nosotras tenemos que poner un límite: hoy, todas en las calles, estamos poniendo ese límite concreto en la calle”. 

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Comedores

Claudia, 54 años, vino de San Miguel y señala a una compañera: “Ella trae una papa”, y después apunta a otra: “Ella trae una cebolla”. Después mira a otra: “Ella trae fideos”. Así explica cómo están sosteniendo en los barrios las ollas desde que no reciben alimentos tras la asunción del nuevo gobierno.

Dice que lo hacen porque, cuando hay una emergencia, “el pueblo es solidario”. Y porque saben cómo hacerlo. “Nosotras echamos a los ingleses: las mujeres. Hicimos la bandera para Belgrano, organizamos la campaña para San Martín, y ahora tenemos que organizar la campaña para sacar a este loco. Las compañeras muchas son de programas sociales, todas trabajan, sirvieron cuando estaba la pandemia pero ahora las quieren descartar”. 

Según su termómetro, la gente que asiste a los comedores se triplicó. No son solo niñes: ahora son familias enteras. 

8M: Estamos

Fotos: Lina Etchesuri

“El barrio ahora se está dando cuenta que la casta somos nosotros” dice a lavaca. “La gente estaba cansada de los políticos comunes corrientes, pero ahora las mujeres del barrio están preocupadas porque no les alcanza para comer. Muchas no pudieron comprar útiles de sus hijos, y en los comedores no hay mercadería”. 

Claudia, que es militante del Movimiento Evita, dice que la organización está haciendo una autocrítica interna, pero ella ya tiene clara una posición: “Aunque sea un gobierno nuestro, si hay que hacer un reclamo, hay que hacerlo. No hay que esperar. Aprendimos que si un funcionario o compañero no está haciendo las cosas como corresponde, hay que protestar”. 

8M: Estamos

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

En los comedores de La Boca que tiene el MST también se triplicó la demanda. “Muchos vecinos que no iban, ahora van. En diciembre ya teníamos escasez de variedad pero ahora la situación está cada vez peor. No tenemos alimentos, hace varios meses no llegan”, dice Susana. Para sostener la olla organizan actividades: rifas, hay quienes arreglan cosas, otras que hacen las uñas: “Nos la rebuscamos”. Ese es el reclamo que llegó hoy hasta el Congreso. 

Susana explica: “Los comedores están compuestos por mujeres: somos las que los mantenemos. Pero hoy hay muchas compañeras grandes que no pudieron venir; son mayores y hace mucho calor; otras tienen muchos chicos. Antes podíamos venir, pero ahora no, porque se reprime. Es una decisión que muchas compañeras que tienen muchos hijos se quedan cuidando los comedores y las demás que podemos venir, venimos”.

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Aguante

Paula está con un cartel que clama: “Nuestros derechos no se negocian”. Del otro lado sentencia: “Milei nunca”. Llegó sola a Plaza Congreso, pero se encontró con amigas en el camino. Tiene 52 años, y dice: “Viví muchas crisis, pero hoy veo que estamos cada vez peor, tenemos un gobierno que no tiene idea de lo que es la empatía, de cómo se lleva adelante un país con todos los sufrimientos que hemos tenido, con una dictadura todavía reciente, con cosas nefastas que nos han pasado. Y en ese contexto, las mujeres somos las que hemos luchado”. 

Paula afirma que así como hubo y hay crisis, hay salidas: “Salimos primero organizándonos; somos las que podemos sacar este país adelante, porque somos empáticas. Hoy tenía miedo que no haya gente pero para sorpresa y alegría veo que todavía hay mucho aguante. Seguimos acá”.

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Tensión

Cuando los bombos de ATE dejan de tocar, Marina, a quien llaman “La capitana”, descansa. Están al frente de la masiva columna de trabajadoras del Estado, aún cuando se anunció que se les iba a descontar el día a quienes pararan. El efecto fue el contrario: “Estamos acá justamente por eso, a pesar que nos quieren guardadas en nuestros lugares y casas, aunque estén avasallándonos con que nos van a descontar el paro, con tomar represalia, venimos a poner el cuerpo más que nunca porque no vamos a permitir que se retroceda en ninguno de los derechos que hemos conquistado y están tratando de poner en riesgo”. 

¿Cómo los resguardamos? “Con esto”, dice y mira alrededor una marea de gente. “Animándonos entre nosotras a salir a la calle, fortaleciéndonos entre nosotras en los lugares que ya habíamos conquistado, perdiendo el miedo, entendiendo que si estamos juntas vamos conseguir la fuerza para defendernos, que ninguna se va a salvar sola, que es muy necesario que los feminismos puedan poner una voz en lo que está sucediendo y poder decir cómo impacta sobre nosotras el hambre que está generando este gobierno. Las voces están, las compañeras estamos: hay que animarse a levantarlas porque los lugares están todavía en tensión”. 

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa, joven asesinada en Capilla del Monte. Foto: Lina Etchesuri

Transversal

Las integrantes de Nietes posan con su bandera que lleva la insignia con la que comienza esta nota. Ana cuenta que escribió esa frase para recuperar “las luchas que hacen a las libertades que tenemos hoy y la memoria de los derechos que tenemos: esa es la conciencia que hoy reivindicamos”. 

¿Cómo se conectan el movimiento feminista y el de derechos humanos?

Lucía: No lo hemos charlado con tal profundidad en el organismo, podemos darte nuestras perspectivas; yo considero que empezaron a tener puntos de conciliación a partir del 2017-2018, con todo el movimiento que generamos las feministas jóvenes junto con las feministas históricas, contra la violencia hacia las mujeres que después se pudo darle muchísima fuerza a lo que fue la legalización del aborto. Solemos tener mucho vínculo con sobrevivientes, construcción política fraternal y compañerismo; hablando con una compañera de la Asociación de Detenidos Desaparecidos, de Tucumán, nos contaba cómo le influyó el movimiento desde el 2017 en adelante, para tener el valor de poner en palabras la violencia sexual como parte de las torturas. A partir del 2017 se pudo retomar de otra manera porque también había más herramientas para problematizar un montón de cosas y para que también las nuevas generaciones acompañen procesos de históricas luchadoras.

8M: Estamos

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

¿Por qué les parece que esas dos banderas, la de feminismos y derechos humanos, son las más atacadas hoy? 

Ana: Creo que son los dos movimientos que han tenido la masividad, que han logrado interpelar al conjunto de la sociedad; tanto el movimiento de derechos humanos como el movimiento feminista ha logrado ser transversal a todas las tendencias. Y esa fuerza constituye una amenaza muy fuerte y ellos lo saben. Yo creo que los esfuerzos en desarmar todo esto es por la potencia que tiene en términos de transformación social, económica, subjetiva; por la fuerza y la potencia que tiene de interpelar al conjunto de sociedad, que se involucren personas que por ahí en la política no se meten tanto y en temas como derechos humanos y feminismos, sí. Eso es una fuerza muy grande. 

Después de marchar, les Nietes tocan en el piano de nuestra trinchera “Los dinosaurios” de Charly García. Y cuando terminan, aplauden y brindan por lo que están haciendo juntes. Historia, futuro, y presente.

Fotos: Lina Etchesuri

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