Sigamos en contacto

Nota

Asumió Milei: el enigma de la mitad de la Plaza

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Palabras, silencios, certezas, dudas, patas en la fuente. Los fans y los fanáticos. Cantos, miedos, adoctrinamientos, aplausos a la policía, merchandising distópico y otros eventos durante la asunción de Javier Milei. La gente no alcanzó a ocupar la mitad de Plaza de Mayo. Recorrida y conversaciones por el acto para entender las lógicas, los rumbos, los prejuicios y lo que imaginan quienes aplaudieron cuando el nuevo presidente anunció que “no hay alternativa al ajuste y no hay alternativa al shock, naturalmente eso repercutirá de modo negativo sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes”.

Con ese argumento y otras falacias buscó justificar el shock que pagará gran parte de la sociedad y no «la casta«, mientras el enigma es qué pasará con quienes no fueron a avalar la teología de la motosierra.

Laura y su marido Juan Pablo, panaderos de Grand Bourg, Malvinas Argentinas, llevaron a cabo con sus cuatro hijos el acto más irreverente de una tarde disruptiva: para decirlo con palabras de otros tiempos, metieron las patas en una de las fuentes de Plaza de Mayo.

Asumió Milei: el enigma de la mitad de la Plaza

Los más pequeños se bañaban con camisetas argentinas y una felicidad que tal vez envidiaba otro tipo de público que pasaba por allí: visibles rugbiers, una persona ataviada de motosierra, mujeres vestidas a lo Miami con Ray Ban legítimos, jóvenes conurbanos con camisetas argentinas, chicas con uñas esculpidas, un libertario disfrazado de Dragonball Z. Había público del que se ve en los trenes, público del que se ve en los colectivos, y otro tramo de gente de la que se ve en los barrios cerrados y los restaurantes caros.       

Las conversaciones en este domingo de asunción mostraron que el mileísmo logró elaborar una teoría (las causas de los males),

una narrativa (que rearma la historia argentina en modo libertario),

una teología (a veces esotérica: pulularon las gorras terrenales con la leyenda «las fuerzas del cielo»),

un proyecto (el sufrimiento del ajuste que será seguido por la prosperidad en un tiempo indescifrable),

argumentos económicos (la falsedad de estar ante una inflación del 15.000% anual, como forma de hacer más digerible la mezcla de estancamiento e inflación prometidas por Milei) y

enemigos (la casta política, aunque hoy no la nombró).

Repitió además la idea de “los argentinos de bien” (los libertarios) estableciendo una nueva grieta que deja en suspenso y en la mira al resto.

Esa combinación generó una especie de adoctrinamiento o dogma, del cual la recorrida de lavaca muestra que algunas versiones son más bien fanáticas, otras más bien fans, y otras representan a personas hastiadas con lo que pasó, e ilusionadas con lo que creen que va a pasar.

Asumió Milei: el enigma de la mitad de la Plaza

La policía adjudicó a los actos menos de 25.000 personas, aglomeradas en ciertas zonas con vallas para dar una mejor imagen televisiva de muchedumbre. Más de la mitad de Plaza de Mayo estaba vacía. Milei se dio el gusto de asomarse al histórico balcón de la Casa Rosada, donde Mauricio Macri se dedicó en su tiempo a danzar de modo patético. Milei apareció diciendo: “Hola a todos, soy el león”, cantó parte de un tema de La Renga y planteó: “Si bien vamos a tener que soportar un período de dureza, vamos a salir adelante. No hay noche que no haya sido derrotada por el día”, dijo recogiendo ovaciones de un bosque de celulares que a la vez intentaban filmarlo.   

Milei le habló a la gente que estaba allí, y a la que podría estár mirándolo por redes y televisión. La zona más cercana a las vallas de la Rosada estaba cubierta. Y donde hubiera sombra. El resto de la Plaza de Mayo estaba vacía. La gente que se movilizó alcanzó apenas para eso. Pero a la vez, fue el candidato más votado en todo el país. La gente que estaba en la Plaza, y antes en Congreso, aclamó las promesas de ajuste fiscal y sacrificio económico, que no afectarán a ninguna «casta» política ni económica.

Al cambiar la palabra «casta» por «Estado», Milei confirmó lo que cualquier no fan y no fanático veía como obvio: que el ajuste violento y el sacrificio atacarán a gran parte de la sociedad.

El enigma de los próximos tiempos será sobre el comportamiento de millones de personas, incluso las que lo votaron, que no se movilizaron ni fue a aplaudir y a justificar esta ruptura de promesas electorales. ¿Qué clase de actitud tendrán frente al ajuste?

Asumió Milei: el enigma de la mitad de la Plaza

Ser de derecha

¿Cómo interpreta el presente esa familia que decidió refrescarse en la fuente de la Plaza, cual postal peronista del siglo pasado?

“Para mí esto mejora el ambiente, el aire” dice el panadero Juan Pablo, con su camiseta argentina, su esposa Laura y sus cuatro hijos que van desde los 20 a los 8 años. “Yo creo en la honradez, en el sacrificio. Te digo la verdad: soy de derecha. Nunca estuve en política. Cuando vinieron las elecciones fui a fiscalizar. Y estaba yo solo. Toda la gente que ayudó en Malvinas fue de corazón. El peronismo en alguna época defendía a la gente pobre, pero ya hace mucho que todo lo hace por intereses políticos, no les importa nada del trabajador. Lo único es mantenerse en el poder. Somos de barrios carenciados, pero ya la gente no quiere que le regalen plata. Quiere que le den oportunidades para desarrollarse”. Laura: “Conozco mucha gente que está cobrando planes sociales hace 10, 15, 20 años. Entonces hay un estancamiento. La gente no prospera. Los hijos crecen con una mentalidad pobre. No quieren estudiar, no quieren trabajar. El problema al final no es la pobreza, sino algo mental”. Cuentan que miran mucho los programas de televisión (hablan de los de La Nación+) «pero al final hacemos nuestro propio balance”.

Algo de ese balance: “El 80 % de los argentinos quiere mano dura. La escuela está bien que sea pública, pero que no enseñen más cosas del peronismo, que ellos son los buenos y el resto los malos, o del comunismo, cosas que no tienen nada que ver con nosotros, adoctrinando a los chicos. Porque son cosas de izquierda, y la izquierda es rara: los hombres creen que son mujeres, se acuestan entre ellos o entre ellas. Entonces, ¿A dónde vamos?”

Pasaban unos policías, aplaudidos por alguna minoría de quienes estaban en la Plaza.

Otra idea: “Milei dice que vino a despertar a los leones. Eso es despertar los dones de la gente, las capacidades que los políticos te las compran para paralizarlas…”

Dicen Laura y Juan Pablo que «ahora todo el mundo entendió que la inflación es por la emisión monetaria». ¿No hay además una incidencia de los monopolios formadores de precios, que ahora se sienten liberados? “Bueno, uno dice que no tiene que haber regulación del Estado en todo, pero si tiene que haber en algunas cosas. Que no pase como en las épocas donde todo se exportaba para que esos monopolios vayan mejor, pero quedaba el mercado interno desabastecido, no?”

Juan Pablo reconoce que votó a Cristina, a Macri y ahora a Milei. «A Cristina no la voté más cuando salieron las causas por todos lados, los hoteles y todo eso. Hay gente fanática que te dice que eso no está comprobado. Pero para mí sí».

No reconoce contradicción entre que Milei haya denunciado la deuda externa contraída por Macri y Caputo, a quien convocó al gobierno: «Nadie es perfecto. Se habrá fumado la deuda externa pero fue un error, no corrupción». Hay un sol de plomo, es muy difícil conversar. Juan Pablo me informa que ya está preparado el golpe contra Milei: «Los que tiraron las 14 toneladas de piedras (manifestación contra la reforma jubilatoria) ahora quieren muertos en las calles, para preparar un golpe como el que le hicieron a todos los no peronistas: Alfonsí, De la Rúa y Macri». ¿Macri? «Sí, a Macri querían darle un golpe» dice.

La charla al solazo se interrumpió, porque salía al balcón de la Rosada el flamante presidente. La jornada había empezado antes.

Asumió Milei: el enigma de la mitad de la Plaza

El remedio y la enfermedad

Desde ese Moreno viajan a ver la asunción de Milei Nicolás , Alexis, Luna y Lautaro. Tienen 16, 20, 17, 18 años, y remeras de Nirvana y Metallica, bandas símbolo de diversas épocas (ochentas y noventas) que expresaron un descontento de millones de generaciones en sonidos crudos, directos y, también, muy sinceros.

«Votamos a Milei, claro», responden al unísono.

Son estudiantes. Alexis y Lautaro trabajan en comercios. Quieren seguir estudiando psicología, derecho, informática. Celebran los 40 años ininterrumpidos sin golpes de Estado y no reivindican la última dictadura militar.

También coindicen en algo, pero Nicolás es el que lo dice primero: «Se vienen tiempos difíciles. Pero era el remedio o la enfermedad».

Lautaro habla de ajuste con naturalidad. «Que vengan los ajustes que sean, pero es esto o seguir empeorando como veníamos».

Alexis agrega: «La pelota que nos dejaron es muy tremenda, y así no se puede seguir. No se puede mejorar haciendo lo mismo que hacen siempre. En algún punto hay que cambiar. Si venís tomando cianuro no te vas a curar tomando cianuro. Esto es un poco de agua».

Asumió Milei: el enigma de la mitad de la Plaza

Método bomba

María Jesús es una señora que vende banderas amarillas con la imagen del león a 3.000 pesos. Explica: «Si ganaba Massa también iba a haber devaluación. Y ahora el país se quedó sin ninguna moneda. No hay plata. Pero Milei no ha mentido. Dijo todo clarito».

¿En qué afecta a la casta? «Los que están afectados son todos los que recibían la leche de arriba. Ahora la vaca se quedó seca, no hay más leche, así que están enojados con eso».

Marcelo vende flores y plantas. «Yo lo voté. Pero pasa que yo a toda la gente le vendo el pastito, como el que tengo en esa maceta, para que le den de comer a los camellos. Porque yo creo en los Reyes Magos. ¿Me entendés?» Le confieso que no: «Creo en Milei, pero también en los Reyes. Así que lo que hay que hacer es ver si aparece cumpliendo todo lo que dijo. Hay que esperar. Porque nunca nada fue a favor nuestro. Hay que darle tiempo, y ver qué hace con lo del Chocolate, con Insaurralde. Y si no, habrá que hacer como aquel que no era de nuestro país. ¿Cómo era que se llamaba?» pregunta, sin que yo sepa qué responder, hasta que me sorprende de modo épico: «Me acordé. Habrá que hacer lo que hacía Pablo Escobar. Les ponés una bomba y que revienten todos» dice, instalando en el debate público la reivindicación del método narco para combatir la corrupción.

Un cambio

Por Avenida de Mayo, la primera postal es de una peregrinación de personas sueltas que cumplen con lo que peticionó Milei: la gran mayoría lleva camisetas, gorros, banderas de Argentina. Las banderas las venden a 2000 pesos, pero en Once advierten que «abajo» (es decir, más cerca del Congreso) las venden a 3000. Silvia es una de las que escuchó la advertencia, la compró y se la ató al cuello como una capa albiceleste.

Es de Ciudadela, también conurbano, trabaja en un laboratorio, alquila, y está parada en uno de los andenes a la espera de otra amiga conurbana, que viene de Merlo. Dice que no lo votó en las generales porque eligió a Larreta, pero en el balotaje, aun con miedo, no dudó: «La verdad es que esperaba un cambio. Confío. Espero que no nos defrauden. Hay una frase de las que dice que me define en la vida: dentro de la ley todo, fuera de la ley nada».

Dice que no le daba miedo ser como Venezuela, sino como México o Colombia: «Lo narco. Por eso no lo voté a Massa». Sobre el ajuste revolea los ojos: «Lo iban a hacer todos. A mí ya me cuesta llegar a fin de mes, y soy una laburante. De alguna manera u otra había que salir de la situación donde estábamos».

Y vuelve a la fe: «Espero que no dañe al pueblo».

Asumió Milei: el enigma de la mitad de la Plaza

Aspecto de Plaza de Mayo: el vacío, momentos antes de que hablara Milei, y la gente en la fuente refrescándose.

V de Venganza

Trata de acercarse a la Plaza de los dos Congresos un hombre con un megáfono, que dirige a los policías detrás de las vallas: «Ustedes deben dejarme pasar. Están en el juego la operación del capitalismo perverso de adentro y afuera. Inventaron un falso profeta para opacar al verdadero profeta. Vengo en nombre de dios, que no tiene signo político. Déjenme pasar».

Una mujer policía le dice que debe ir dos cuadras más allá. El hombre sale anunciando por el megáfono: «Si ustedes no me permiten pasar, Washington, la gran ciudad de los Estados Unidos comenzará a temblar como una hoja de otoño es presa un huracán. Es la palabra de dios, así que ya saben».

Leonardo vende remeras negras con imágenes amarillas. Unas son del león, referencia política obvia del día. Las otras son la imagen de Anonymous, el personaje de V de Venganza, la película de 2005 con guion de las hermanas Wachowski (gente rara). Le pregunto si hace alguna relación entre aquel personaje increíble y Javier Milei. Se queda pensando. «No lo pensé, pero Anonymous era un individuo frente a un estado opresor, que representa la libertad casi al borde de lo que es la ley. Y acá estamos ante un individuo que generó todo esto que estamos viviendo ahora, al que se le fueron acoplando de otros dirigentes. Y al final de la película todo el pueblo se da vuelta contra el orden. En cierto sentido tiene relación con lo que está pasando ahora».

Asumió Milei: el enigma de la mitad de la Plaza

Leonardo sabe lo que es la política: «Como Milei no tiene estructura, tendrá que hacer negociados con los que ya están. Así que habrá que ver qué pasa con eso. Pero desde hace varios años lo escucho, y siempre se mantuvo en su discurso. Incluso en la pandemia pedía que abran la economía y lo trataban como el diablo, lo odiaban, pero le di valor a alguien que defiende lo que piensa» dice vendiendo una remera del león, y otra de Anonymous.

«La única opción es el ajuste»

El discurso en las escalinatas estuvo signado, por una parte, por el diagnóstico de la herencia recibida por el anterior gobierno; y por otra, por la ratificación del ajuste que se viene: «Prefiero decirles una verdad incómoda antes que una mentira confortable». Estas fueron algunas de las frases de Milei en su primer discurso presidencial en ese sentido:

•             “Es cierto que habrá estanflación”.

•             “La única opción posible es el ajuste”.

•             “Sabemos que será duro”.

•             “Sabemos que la situación en corto plazo empeorará”.

•             “No hay solución alternativa al shock”.

El nuevo presidente habló durante menos de una hora y citó a Benegas Lynch hijo, a Julio Argentino Roca (a quien caracterizó como uno de los mejores presidentes de la historia) y reprodujo una frase de Perón («dentro de la ley todo, fuera de la ley, nada»), dijo que no era casual que la asunción ocurriera en la celebración judía de Janucá (obvió el aniversario de los 40 años de democracia), mencionó a «las fuerzas del cielo» y bendijo a los argentinos. «Será difícil pero lo vamos a lograr», fueron sus últimas palabras antes del famoso cierre «Viva la libertad, carajo» con el que culminó su discurso, transmitido por cadena nacional hasta las 12.50, mientras se esperaba fuera más extenso.

En ese momento se subió a un descapotable junto a su hermana Karina, iniciando el recorrido hasta la Casa Rosada.

Asumió Milei: el enigma de la mitad de la Plaza

Maldita decepción

Nahuel trabaja haciendo cartelería comercial, pero está vendiendo gorras con el presidente ilustrando un dólar, y con la motosierra: «Se viene un ajuste durísimo, pero creo que va a ser positivo. Los que laburamos somos siempre los más perjudicados, así que estamos acostumbrados. Pero yo creo que va a ser lo que él dijo: un ajuste de arriba para abajo, que es como siempre se hubiera tenido que hacer». ¿Y si no lo hace? «Será otra maldita decepción» dice Nahuel.

Asumió Milei: el enigma de la mitad de la Plaza

Leila, de 26 años, está con su beba Kiara, de casi dos años. Vende escarapelas «a voluntad». Normalmente prepara facturas y las vende en Morón. «Vivo en Merlo, me robaban montones de veces, así que para mí lo peor es la inseguridad. Ahora también la inflación. Fui a comprar leche y la más baratita no baja de 500 pesos, es un horror. Eso me da un poco de miedo de Milei. Lo voté, tengo esperanza, pero yo entendí que no nos va a perjudicar a nosotros sino a la casta. Ya mintió antes Macri. Espero que él no». Leila fue echada de la panadería en la que trabajaba, cuando quedó embarazada. «Me puse a emprender con las facturas, más o menos voy tirando, pero si siguen los aumentos como esta semana, ¿qué hago?». Kiara muestra una escarapela. Leila sonríe.

Asumió Milei: el enigma de la mitad de la Plaza

Promesa de sacrificios

La calle de MIlei hoy superó a la de la asunción de su socio Mauricio Macri en 2015. Si bien este domingo amaneció con este solazo inmejorable, Milei arranca con una interpelación a otras sensibilidades que van poblando por los bordes una avenida que está vallada, lo cual aumenta la sensación de muchedumbre en la plaza.

Pero lo presencial permite entender mejor: hay clase obrera y hay Recoleta, hay informalidad laboral y hay relación de dependencia. Hay una calle distinta que escucha hablar de cifras, deudas y ajustes brutales, pero que no se espanta, sino que la asume como inevitable. Y hasta la aplaude.

El recuerdo de Milei de una cita de Roca arranca ovación: “Nada grande, nada estable y duradero se conquista en el mundo cuando se trata de la libertad de los hombres y del engrandecimiento de los pueblos, si no es a costa de supremos esfuerzos y dolorosos sacrificios». Lo dice claro, sin vueltas, y la respuesta son aplausos. No niega que «en el corto plazo la situación empeorará», pero habla de una luz al final del camino. Milei explica. Habla de lo teórico y de lo empírico frente a una plaza. Muestra doctrina. Y muchas y muchos le creen.

Amalia, 62 años, también de Ciudadela, es de las que está feliz. «Primero, porque festejamos 40 años de democracia, y segundo, porque cambiamos. Veníamos remando un país que no daba más y acá una esperanza. Soy jubilada, cobro la mínima, y ahora por lo menos puedo ver algo distinto. Espero que así sea. No quiero más corrupción. Hay mucha droga, y yo quiero que se fomente el trabajo. Tenemos todos los climas, el litio y Vaca Muerta, pero estamos en la miseria».

Dice que es la primera vez que sale a la calle. «Sentí la necesidad. Te digo la verdad: no sé si nos irá bien, no sé si nos irá mal, pero sí me da esperanza de algo distinto».

Hay muchos jóvenes, hay muchas mujeres. Hay quienes vinieron con sus perritos y perritas (lookeados con algún detalle de Argentina), y hay cientos de infancias con las camisetas de Messi. Mariana tiene una bandera que le quedó de los festejos del Mundial, y una banderita amarilla con el logo del león que acaba de comprar: «Me salió dos dólares», dice el precio y se ríe.

Es psicóloga y vino de Haedo, localidad de Morón, uno de los pocos distritos donde Milei ganó en el balotaje: 50,54% versus 49,45%, cuando en primera vuelta había quedado tercero con el 22,61% de los votos. «Este señor es un genio, haga lo que haga va a estar bien», dice efusiva. «Estoy cansada de que te controlen, de que te digan cómo tenés que pensar hasta en lo ideológico».

¿Qué de lo que ve en el consultorio puede emparentarlo con esta calle?

«Mucha gente con problemas de adicciones y con problemas laborales. Es lo que pasa cuando a la gente la vacían de sentido: no tienen un norte, no tienen un trabajo, no tienen nada».

Asumió Milei: el enigma de la mitad de la Plaza

Nota

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

Seguir leyendo

Nota

Orgullo

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Seguir leyendo

Nota

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 37.025