Nota
Golpe al corazón: Damián Marino, el científico que reveló la contaminación generada por el modelo agrotóxico

Su corazón dijo basta de modo absurdamente rápido: tenía 46 años. Damián Marino fue uno de los principales investigadores de las consecuencias de los agrotóxicos en el medio ambiente y la salud humana. Más abajo reproducimos completo su último posteo en Facebook (que acaso explica la tensión a la que se sentía sometido por los cambios políticos y económicos en el país), la nota hecha en su momento en la revista MU (https://lavaca.org/mu90/con-que-se-come/) y la semblanza que realizan figuras como la científica Alicia Massarini, el doctor Damián Verzeñassi y el abogado especializado en Soberanía Alimentaria y Derechos Humanos Marcos Filardi.
Marino fue uno de los pocos científicos argentinos que dedicó su trabajo a investigar las consecuencias tóxicas del modelo productivo para la salud humana y el ambiente. Era licenciado en Química, doctor en Ciencias Exactas, promotor de grupos científicos de excelencia. Fue profesor en la facultad de Ciencias Exactas de La Plata e investigador del CONICET, donde su tema de trabajo figura así: “Estudio de la contaminación ambiental derivada de las actividades agropecuarias en la Región Pampásica”. Fue además inspirador del EMISA, el Espacio Multidisciplinario de Interacción Socioambiental, en Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata.
Damián descubrió y reveló la presencia de agrotóxicos en la tierra, en los ríos (el Paraná y el Plata incluidos), pero también en frutas y verduras, en el agua de lluvia y hasta en los algodones de venta masiva en los supermercados, hechos a base de transgénicos.
Esta es la reproducción literal de su último posteo en Facebook, el 4 de diciembre:
“Luego de estar hace 10 dias mal y un fin de semana en cama, recién vengo de la guardia del sanatorio diagnostico: pico gigante de estres!, hablando con la médica y cómo no voy a tener un pico de estres? … tengo equipamiento comprado a un dolar oficial que va a llegar el 12 y no voy a poder retirar de la aduana por la devaluación que hará Milei, cuando ves caer los planes bianuales de proyectos a pedazos y lo peor y más conmovedor de todo cuando becarios y pasantes brillantes con los que uno trabaja vienen a preguntarte si sus becas continúan o cómo sigue su futuro, creanme que estoy muy indignado con quienes votaron a Milei con el andar se van a dar cuenta que arruinaron un país, que nunca el odio es buen consejero, y que los mas pobres son los que pagaran los caprichos de ese voto, nunca la casta…. ya que a a la vista esta la semejante fiesta de toma de poder que esta organizando y ni hablemos ya el viaje en avión privado a EEUU a cambio de regalar una embajada, vas a ser un numero en un excel, en un déficit que hay que reducir, nunca vas a ser un argentino con derechos de ascenso social con esta gente, lástima que el daño ya esta hecho!”

Marino fue un polemista, un investigador, y recorrió buena parte del país para informar en las legislaturas provinciales y los concejos deliberantes los resultados de sus investigaciones y comprometiéndose con los pueblos fumigados. En su perfil de X se definía así: “Trabajando de manera colectiva para que la ciencia acompañe a los pueblos…. “
Aquí, tres semblanzas sobre su personalidad y su trabajo.
Alicia Massarini (doctora en Ciencias Biológicas, investigadora adjunta del Conicet, profesora de la Maestría en Política y Gestión de la Ciencia y la Tecnología (UBA) y de la Maestría en Enseñanza de las Ciencias de la UNSAM. Coautora de la 7° edición de Biología de Curtis y una de las inspiradoras de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza, UCCSNAL)
“El trabajo de Damián es pionero en la Química Ambiental. Trabajó constantemente utilizando sus conocimientos y motivando al equipo de jóvenes que lo acompañaban en la detección de agrotóxicos en suelo, agua, aire, agua de lluvia demostrando cómo los agrotóxicos se desplazan en los territorios más allá del lugar donde son aplicados. Cómo son transportados por las nubes, caen sobre los territorios, sobre los cuerpos de agua y así se dispersan y atraviesan todas las dimensiones ambientales y por cierto también nuestros cuerpos.
Damián siempre mostró un apasionamiento con lo que estaba haciendo, aportando innumerables de datos a comunidades que así lo requerían, con una gran coherencia y sentir en su discurso sobre la necesidad de un cambio profundo de modelo productivo en el agro, no focalizándose en un único agrotóxico, sino en este modelo como modelo adicto y la propuesta de la agroecología como propuesta superadora. Vamos a extrañar muchísimo Damián su contribución su trabajo su pasión su compromiso son irremplazables. pero bueno, seguiremos acompañando las luchas desde los lugares en los que estemos y seguramente muchos jóvenes que han pasado por sus equipos continuarán con la tarea.
Damián Verzeñassi (médico, profesor universitario, director del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario).
“El trabajo de Damián Marino y su equipo fue y va a ser para siempre un trabajo clave a la hora de cuantificar y de evidenciar lo que significa haber liberado los volúmenes de química venenosa, fundamentalmente de glifosato pero también de otros químicos, a partir del modelo industrial. Sus estudios de la contaminación del río Paraná de la contaminación del aire y del agua de lluvia, de lo que pasa con los suelos de los territorios arrasados por la agroindustria, son una referencia y lo seguirán siendo por mucho tiempo”.
“Entonces creo hoy no solo es la pérdida de alguien a quien queríamos. También es una pérdida de un sistema científico que, entrando en una etapa de crisis, como la que entramos ahora en Argentina, pierde a alguien que hubiera podido ser sin duda es uno de los defensores y militantes por la defensa de un sistema tecnocientífico nacional, al servicio de los pueblos y las comunidades, con la mirada puesta en quienes peor la están pasando. Ojalá su memoria sea dignamente custodiada por quienes quedamos acá”.
Marcos Filardi (abogado especializado en Soberanía Alimentaria y Derechos Humanos).
“Damián fue un compañero imprescindible en esta construcción colectiva de la ciencia digna en Argentina. Una ciencia que se pone al servicio de las necesidades de nuestros pueblos y no al servicio de las empresas, al servicio de la reproducción y la legitimación del capital. Una ciencia al servicio de la vida.
Entregó su cuerpo, su inteligencia y toda su energía en pos de defensa de la vida, acompañando a los pueblos fumigados, poniendo datos duros al daño que los pueblos sufren en sus cuerpos y en los territorios. Caminando, pateando denunciando el carácter ecocida de este modelo agroindustrial que nos impusieron. Y sobre todo hablando claro, fuerte, de manera coherente. Le guste a quien le guste, le pese a quien le pese. Desafiando todo el tiempo. Y siempre pinchando donde hay que pinchar. Con mucha coherencia y mucho coraje.
Así que lo vamos a extrañar mucho porque ciertamente es inexplicable su partida y entiendo que el corazón se le partió en este país que estamos viviendo. A Damián le dolía la situación del país, le dolía le atravesaba los huesos la situación del país y y esto se lo llevó”.
Esta es la nota realizada por Franco Ciancaglini en 2015 para MU, con Damián y su equipo, en el marco del Congreso de la Ciencia Digna, en Rosario, un reflejo de la capacidad de este científico de crear equipos de trabajo como los que ahora sentía peligrar.
Con qué se come

El Espacio Multidisciplinario de Interacción Ambiental de la Universidad de La Plata está compuesto por egresados y estudiantes, dirigidos por el profesor Damián Marino, que llevan adelante otra forma de hacer investigación científica, en la cual la comunidad es el centro y no el objeto de estudio. Un ejemplo: qué encontraron en las frutas y verduras del Mercado Central. Por Franco Ciancaglini.
La charla que sigue ocurrió inmediatamente después de que en el Congreso de Ciencia Digna hiciera su intervención Fabián Tomasi, peón rural gravemente enfermado por los agrotóxicos. Por eso hay tres jóvenes con los ojos llorosos, visiblemente afectados. Una es Agustina: “Antes de escucharlo, justo estábamos hablando cómo nos hacía ruido dar una entrevista… Era una situación extraña tener que andar difundiendo lo que hacemos, porque para nosotros es mínimo… Y entonces Fabián, que parecía saber qué nos estaba pasando, dijo: ‘Yo no escribo nada de lo que vengo a contarles, sino que les hablo desde el corazón’. Y me parece que tenemos que aprovechar esta instancia para también hablar desde nuestro corazón. Porque lo que nosotros hacemos es mínimo–creo que acá hablo por todos-, pero lo que nos motiva es enorme: la lucha por un ambiente digno, por una salud digna, por una vida digna. Y eso es lo que nosotros intentamos hacer desde una ciencia digna”.
Tomás, Cecilia, Santiago, Macarena, Agustina, María, Cecilia, Inti, Lucas, Camila, Lucrecia son jóvenes de la provincia de Buenos Aires y de distintos puntos del país. Tienen entre 20 y 25 años y conforman EMISA: Espacio Multidisciplinario de Interacción Socio Ambiental. Se trata de un equipo de 30 personas de la Universidad de La Plata comandado por el doctor Damián Marino, que se dedica a intervenir en los territorios para proveer herramientas científicas, y el nunca bien ponderado “oído”, a los problemas de las comunidades.
La mayoría son estudiantes de la licenciatura en Química y Tecnología Ambiental de la Universidad de La Plata, pero también hay médicos, químicos, ingenieros y una socióloga recibidos en otras universidades del país, que llegan a La Plata para cursar su doctorado.
El EMISA es parte del Programa Ambiental de extensión universitaria de la Facultad de Ciencias Exactas, también en coordinación con el Centro de Investigaciones del Medio Ambiente del Departamento de Química, del que Marino forma parte. Pero más allá de la burocracia, se trata de un grupo de investigadores que venían trabajando por distintos lados y se reunieron para potenciar un trabajo multidisciplinario y comprometido.
Plaguicidas exprimidos
El EMISA se divide en siete líneas de trabajo. “Todas tienen el mismo espíritu, las mismas metodologías y la inclusión de los saberes populares”, dice Agustina, una de las integrantes del proyecto. Por ejemplo, la línea Plaguicidas en alimentos investiga, por un lado, el residuo de plaguicidas presentes en frutas y verduras del Mercado Central platense, que son llevadas a 82 comedores escolares, a través del Banco Alimentario de La Plata. Por el otro, diseñan estrategias para bajar esa carga tóxica. Los resultados del informe los presentaron en el Congreso:
El equipo analizó las siguientes variedades: lechuga, acelga, zanahoria, morrón, naranja y mandarina.
Los muestreos se realizaron entre noviembre de 2014 y abril de 2015 y en total se hicieron 60 muestras.
El 80% dieron positivas para al menos 1 compuesto agrotóxico.
3 de cada 10 tenían al menos 3 compuestos.
El más encontrado fue el endosulfán, que se encuentra prohibido, y el clorpirifós, que es un fungicida.
En cítricos: se encontró un nivel de residuos del 41,7% de endosulfán, 50% de clorpirifós y 58,3 ce cipemetrina.
En hojas verdes, 30% de endolsufán y 50 de clorpirifós.
En los morrones: 44 de endosulfán y 22 de clorpirifós.
En las zanahorias: 66 de endosulfán y 50 de clorpirifós.
El profesor Damián Marino contextualiza qué quieren decir estos números y los nombres raros: “Si comemos estos productos cada fin de semana, tenemos 4 exposiciones por mes, a las que habría que sumarle alguna que otra ensalada entre semana. Si tenemos un mínimo de diez consumos mensuales de este tipo de productos -asumiendo que cada diez posesiones, 5 serían positivas en agroquímicos- estaríamos 54 veces por año consumiendo cítricos con plaguicidas, 50 veces lechuga con plaguicidas, 52 veces pimientos y 70 veces zanahorias. Si esta cuenta la hago acumulativa, el resultado es que más de la mitad del año estoy consumiendo productos con plaguicidas”.
La otra comparación que establece tiene que ver con los límites regulatorios, es decir hasta qué punto la legislación permite el residuo de plaguicidas: el 8% de las muestras superaron el Límite Máximo de Residuos (LMRs) permitido. Pero, aclara Marino, de una gran cantidad de compuestos ni siquiera encontraron un límite preciso. “Que no excedan el límite no quiere decir que no tengan plaguicidas. De nuevo, contextualicemos: una ensalada de lechuga, con unas tiras de morrón no significaría una exposición cero. Y ni se les ocurra hacer más una torta con cáscara de naranja, ni hablar de un lemoncello: es como exprimir los plaguicidas para que los tomemos”.
El profesor advierte: “Se habrán dado cuenta de que no hablé de glifosato, sino de sus amigos, a los que también hay que hacerlos visibles”.
Otra línea de trabajo de este equipo se da junto a escuelas rurales fumigadas, donde además de tomar muestras hacen talleres participativos “para poder instalar la temática y problematizar una situación que para ellos es cotidiana”, cuenta Santiago. Camila, desde la Sociología, agrega: “En general son hijos, sobrinos de fumigadores o trabajadores rurales. Es tan imbrincado socialmente el problema que es complicada la solución”.
La vida bajo la lupa
El profesor Damián Marino los escucha orgulloso. Los jóvenes cuentan con detalle las interacciones que están haciendo y las que planean hacer en otras líneas todavía en desarrollo. Más ejemplos: trabajos junto al MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), investigando la presencia de plaguicidas en sangre de bovinos, o el acceso a agua potable en la Isla Paulina, en la localidad de Berisso.
Tomás: “Es nuestra forma de aportar desde nuestro lugar como científicos. Funcionamos como intermediarios, como una herramienta para que la comunidad tenga el dato”.
Sofía: “Conlleva mucha responsabilidad. Uno no esta hablando de un dato, está hablando de personas, está hablando de la vida. Por eso también nos daba un poco de miedo la entrevista. No queremos vender humo: somos lo que somos y hacemos lo que podemos, con el tiempo que tenemos para hacer esto. Muchos le dedicamos mucho tiempo, pero igual sentimos que es poco lo que podemos hacer para lo grande que es este tema y lo complejo que es trabajarlo”.
Agustina: “Creo que estas instancias de encuentro y en las que se va al territorio son el motor para volver al laboratorio con más ganas”.
Según informan los pasillos, Damián insistió mucho para que la mayor cantidad de integrantes del EMISA puedan asistir a esta Semana de la Ciencia Digna, en la que pudo verse a los jóvenes en cada una de las charlas, desde las 8 de la mañana hasta las 18, de martes a viernes. ¿Por qué? Responde Damián: “Generalmente en los congresos científicos a los que uno está acostumbrado a enviar trabajos, sentís que permanentemente estás siendo evaluado: en qué te equivocaste, qué podrías haber hecho mejor, si ese resultado que estás mostrando tiene un nivel de incertidumbre. Un nivel de fineza que sólo sirve para sostener el ego. Cuando vos venís a este tipo de congresos, lo que venís a sentir y a poner en práctica es para qué sirve lo que hacés. Qué podés aprender del otro, cómo lo tuyo va a ser tomado por otro y, a su vez, cómo podés tomar un aprendizaje de otro grupo. No es común que haya espacios de este nivel de construcción”.
El afecto trabaja
La Facultad de Exactas de La Plata y la de Ciencias Médicas de Rosario están separadas por más de 300 kilómetros. En La Plata, a su vez, el área de investigación queda en otro edificio que el departamento de extensión universitaria. Y los laboratorios, en otro lado. ¿Cómo trazar puentes cuando todo tiende separarse? “Si bien están las instituciones, está la Universidad y uno intenta firmar los convenios dentro del marco institucional, pero el trabajo es entre personas. Acá, el trabajo es afecto. Si bien tenemos proyectos de investigación clásicos, tratamos de generar proyectos alternativos, porque la otra preocupación que tenemos es el financiamiento. Entonces siempre estamos buscando recursos para poder comprar insumos, viajar… Más de una vez la mayoría de los chicos ponen de su bolsillo. Esto también es un acto cooperativista”.
Al equipo de EMISA no le gusta hablar de “investigación”. Ya dijimos: es un equipo raro. Hay químicos, sociólogos, médicos, ingenieros que reúnen saberes no para hacer una investigación, sino para vivirla. “Venimos de una formación híper ortodoxa donde la investigación representa sentarse a escribir un objetivo, ponerse a trabajar, traducir lo que encontraste en una tabla de resultados y escribirlos en un paper para publicarlo en una revista internacional. Esto es otra cosa”.
Agustina: “A mí me marcó mucho la militancia estudiantil. Empecé a militar en un espacio que me abrió la cabeza con respecto al rol de la universidad pública y en función de eso me di cuenta de que la investigación, la extensión y la militancia es todo lo mismo. Me parece que ahora viene una oleada generacional que plantea temas de investigación contextualizada, con fines claros, que tienen que ver con necesidades populares”.
La interacción, como palabra, se separa de la idea de investigación clásica básicamente en relación a su objeto: no lo estudia desde adentro, sino que actúa en relación a él. Damián: “Inicialmente costó mucho entrar al territorio, porque es normal que la gente desconfíe de nosotros: han sido usados como objetos de estudio. Las universidades iban, generaban sus estudios y no aparecían nunca más, porque habían conseguido su objetivo. Nuestra lógica funciona distinto: estamos ahí dispuestos a escuchar lo que nos proponen, nos piden, nos sugieren. A veces ni tomamos muestras, simplemente hacemos una charla en una escuela. Y eso genera un círculo de confianza. Y significa una legitimación. Y te pone en un rol de responsabilidad muy delicada, porque uno está trabajando y generando informacion que significa, nada menos, la calidad de vida de la población”.
¿Cómo se pierde el miedo a salir del laboratorio? Responde Sofía: “Cuando ves que el resultado sirvió para algo”. Agustina: “Para mí es fundamental que quede claro que uno, como científico, no viene a legitimar la lucha de las comunidades. La lucha ya es legítima porque se están violando sus derechos”.

Nota
La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (87 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.
Por Franco Ciancaglini.
La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo.
En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso.
“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.
La que habla es una de sus hijas, Paula.
El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10.
Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 87 años.

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.
El arma y la palabra
Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.
Es jubilada.
Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.
Tiene tres hijas.
Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.
Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.
Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.
La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.
Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.
El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.
Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.
Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.
Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.
“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.
Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.
Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.
Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.
Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.
La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”.
¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.
La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.
¿Necesitan algo? “Sí: paz”.
Nota
Los principales puntos del fallo que critica el operativo policial y ordenó liberar a los 114 detenidos

La jueza Karina Andrade dictó de madrugada la liberación de 114 personas detenidas en la cacería que el Gobierno desató en la protesta contra el recorte a los jubilados en el Congreso. El fallo es preciso no sólo en los términos bajo los que ubica el derecho a la protesta como ejercicio legítimo de la libertad de expresión, sino también en la descripción del accionar de las fuerzas de seguridad. La jueza cuestionó la información “imprecisa” y “deficitaria” respecto del motivo de las detenciones, el momento y lugar en el que se produjeron, y a donde fueron llevados. La magistrada fue clara en marcar dónde está la falla: “Es preciso remarcar que el déficit en la información suministrada y, en consecuencia, del control judicial, de ningún modo lo advierto atribuible a una acción deliberada por parte del Ministerio Público Fiscal, sino a las características del procedimiento llevado a cabo por las fuerzas de seguridad”. Mientras el Gobierno amenaza a la jueza, el fotógrafo Pablo Grillo sigue peleando por su vida, internado en el Hospital Ramos Mejía por un disparo en la cabeza.
Por Lucas Pedulla
“A raíz del pedido de la defensa, he analizado la información que fue brindada y entiendo que respecto de las detenciones informadas se encuentra en juego un derecho constitucional fundamental como es el derecho a la protesta, a manifestarse en democracia y a la libertad de expresión, en un día como hoy donde se convoca desde los sectores más vulnerables de nuestra Nación como son los adultos mayores protegidos convencionalmente, desde el Poder Judicial corresponde atender a ello especialmente”.
La cita es textual y corresponde al fallo de 12 páginas con el que la jueza Karina Andrade, del Juzgado de Primera Instancia en lo Penal, Contravencional y de Faltas Nº15, dictó la liberación de 114 personas detenidas en la cacería desatada en la protesta del Congreso. La decisión causó desconcierto en el Gobierno, y el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, amenazó con que “se analizará su actuación ante el Consejo de la Magistratura de CABA por posible incumplimiento de sus funciones”.
Pero la jueza es precisa no sólo en los términos sino también en la descripción de una jornada bestial, con múltiples personas heridas de gravedad, entre ellas el fotógrafo Pablo Grillo, que sigue peleando por su vida, internado en terapia intensiva en el Hospital Ramos Mejía.
“Información imprecisa”
La jueza Andrade especifica que a las 17.55 horas les llegó la convalidación de las primeras tres detenciones. A las 18.49, llegaron las de otras siete personas. A las 20.43, de otras cinco. La información es importante porque la magistrada apunta que, pasadas las 22 horas, la Dirección de Privados de Libertad le informó la detención de 89 personas que no habían sido comunicadas ni al tribunal ni a la defensa. Mientras, otra presentación le pedía a la jueza la liberación de las personas porque habían intervenido fuerzas federales y no de la Ciudad.
El caos continuaba. A las 22.30, la jueza recibió el grueso: 93 detenciones. A las 23.23, otras cuatro. Y recién a las 2.16 se informó la identidad de la última persona: en total, 114 detenciones. Por esas horas, la información era difusa respecto de la cantidad y los lugares donde estaban. Así queda claro el porqué y cómo la jueza argumentó su decisión:
- “A medida que se informaban las detenciones de las personas, la información vinculada a ello se volvía más imprecisa y dificultosa para mi tarea judicial”.
- “Se dejaron de brindar detalles sobre la hora y lugar en el que ocurrió la detención, como así tampoco se lograba informar con relación a qué delito específico se estaba convalidando la detención. Tampoco se indicaba el lugar en donde serían alojados. En algunos casos el delito se informaba después”.
- “A partir de la información suministrada por la fiscalía y las calificaciones legales imputadas, ninguna de las personas detenidas lo fue bajo la imputación de delitos de portación de armas de fuego, lesiones o incendio a bienes públicos”.
- “En cuanto a la información para control, con relación a los detenidos 4) a 15) no se brindaron detalles sobre el momento y lugar de las detenciones, ni por infracción a qué delitos ocurrieron, como así tampoco el lugar en donde serían alojados. Situación similar ocurrió con los detenidos 16) a 108) y 109) a 113) sobre quienes tampoco se indicó el momento en el que ocurrieron las detenciones ni el lugar de alojamiento”.
- Sobre los detenidos 109) a 113), no se informó el momento ni el motivo de sus detenciones y, finalmente se aguardó para el dictado de la presente la identificación de la última de las personas detenidas, previamente identificado como “Hombre de 25 años de edad que no aporta datos pero es ciudadano mexicano”.
Sobre las irregularidades en las detenciones, cita un fallo paradigmático de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que condenó al Estado argentino por la desaparición forzada en democracia del joven Iván Torres: “Una ‘demora’, así sea con meros fines de identificación de la persona, constituye una privación a la libertad física de la persona y, por lo tanto, toda limitación a la misma debe ajustarse estrictamente a lo que la Convención Americana y la legislación interna establezca al efecto, siempre y cuando sea compatible con la Convención”.
Por eso, remarca: “Cualquier detención tiene que estar debidamente registrada en el documento pertinente, señalando con claridad las causas de la detención, quién la realizó, la hora de detención y la hora de su puesta en libertad, así como constancia de que se dio aviso al juez de instrucción competente, en su caso, como mínimo”.
La protesta como libertad de expresión
La jueza ubica que la marcha de jubilados en el Congreso, “como es de público conocimiento”, ocurre todos los miércoles desde hace un año, y sobre esa base fáctica le “resultó imperioso” enmarcar los hechos “dentro de las exigencias constitucionales y convencionales” ya que, advirtió, “se encontraban en juego derechos constitucionales fundamentales como son el derecho a la protesta, a manifestarse en democracia, a peticionar ante las autoridades, a la libertad de expresión”.
Por ese motivo, subraya:
- “Estas libertades adquieren especial relevancia un día como hoy en el que parte de la sociedad se expresa (se ‘moviliza’) en favor del ejercicio de la libertad de expresión de los integrantes de uno de los sectores más vulnerables de nuestra República, los adultos/as mayores. Desde el Poder Judicial corresponde atender a ello especialmente”.
- “Así, vale recordar que los adultos mayores se encuentran específicamente protegidos en nuestra Constitución Nacional (art. 75 inc. 22) a través de la Convención Interamericana sobre Protección de Derechos Humanos de las Personas Mayores, incorporada a la Carta Magna a través de la sanción de la ley 27.700 por el Congreso de la Nación”.
- “La libertad de expresión, junto con el derecho a la protesta, necesariamente concatenado con la primera, se configuran como derechos baluartes del sistema democrático, pues permiten a los individuos de una sociedad democrática dar a conocer sus ideas, conocer las opiniones de sus conciudadanos y los actos de gobierno y criticar los actos de sus representantes, así como peticionar a estos últimos”.
- Cita jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH): “Cuando se restringe ilegalmente la libertad de expresión de un individuo, no sólo es el derecho de ese individuo el que está siendo violado, sino también el derecho de todos a ‘recibir’ informaciones e ideas … Se ponen así de manifiesto las dos dimensiones de la libertad de expresión. En efecto, ésta requiere, por un lado, que nadie sea arbitrariamente menoscabado o impedido de manifestar su propio pensamiento y representa, por tanto, un derecho de cada individuo; pero implica también, por otro lado, un derecho colectiva a recibir cualquier información y a conocer la expresión del pensamiento ajeno”.
- Sigue la jueza: “Entonces, quienes se ‘movilizan’ en verdad se expresan, y deben poder hacerlo, de manera crítica frente al ejercicio del poder de los gobernantes y ello, siempre que se efectúe en el marco de la legalidad, no puede ser socavado. Nuestra Constitución reconoce el derecho a la protesta, el cual incluye el derecho a manifestarse, a circular libremente, a peticionar y a criticar a las autoridades”.
- “En otras palabras, en democracia, toda persona debe poder expresarse, peticionar ante las autoridades, asociarse, reunirse y manifestar su parecer y, sobre todo, su disconformidad con las decisiones gubernamentales”.
La jueza cita al constitucionalista Roberto Gargarella: “Una democracia representativa, la única alternativa con la que cuentan los ciudadanos para cambiar el rumbo de las cosas es la de protestar y quejarse frente a las autoridades. Si se socava dicha posibilidad, la democracia representativa se convierte en una oligarquía o plutocracia, es decir, la democracia llega a su fin. De allí que una democracia, aún modesta, no sólo no puede darse el lujo de perder ciertas voces críticas sino que más bien, y por el contrario, debe hacer todo lo posible por potenciar a cada una de ellas”.
Déficit de seguridad
Sobre el cierre, la jueza vuelve a cuestionar el operativo:
- “No puedo soslayar, en esta línea, que la información que me fue puesta en conocimiento fue absolutamente deficitaria. No se informaron, en la mayoría de los casos, el lugar donde se realizó la detención, aludiendo en forma genérica a ‘los hechos del Congreso de la Nación’”.
- “Por lo demás, y a diferencia de lo que sucede con otros detenidos en ’flagrancia’, no se aclararon las circunstancias de detención ni los motivos, al menos con algún tipo de detalle”.
- “Nótese que hasta las 22.17 horas aproximadamente el tribunal había sido informado de catorce detenciones y la información que se conoció después da cuenta de que la cantidad de detenidos a disposición de este fuero resultó ser mucho mayor”.
- “Y sobre esta cuestión, es preciso remarcar que el déficit en la información suministrada y, en consecuencia, del control judicial, de ningún modo lo advierto atribuible a una acción deliberada por parte del Ministerio Público Fiscal, sino a las características del procedimiento llevado a cabo por las fuerzas de seguridad”.
Nota
Hinchadas y jubilados versus violencia estatal: La represión, el aguante y los partidos que se vienen

¿Por qué la marcha de ayer fue reprimida? Miles de personas identificadas con distintos clubes se acercaron a bancar la marcha de todos los miércoles de jubiladas y jubilados. Algunas no llegaron ni a acercarse a Congreso que los gases ya habían comenzado. Pero eso no hizo mermar la convocatoria, que fue multitudinaria y regaló, pese a los palos, charlas e imágenes que hablan de una alianza inesperada y transversal a distintas demandas sociales. ¿Cómo se dio? ¿Qué pasó? ¿Cómo sigue? Los testimonios de jubilados y jóvenes antes, durante y después del partido que se jugó en la calle, que siguió al ritmo de las cacerolas y promete generar un quiebre en odio y bronca alrededor de dos gritos de época: “Fuera Milei” y “Que se vayan todos”.
La foto que ayer intentó borrar el gobierno con la represión salvaje fue la de miles de clubes unidos alrededor de la marcha habitual de jubilados, y la foto del miércoles que sigue, probablemente con más gente, y la del siguiente, con cada vez más. Está por verse los efectos de este violento amedrentamiento a la protesta, con pruebas plantadas para justificarlo, mientras el fotógrafo Pablo Grillo pelea por su vida. Pero hay algo que ya pasó ayer, más acá de la represión.
Los jubilados y las hinchadas marcharon.
Se tuvieron que aguantar los gases, los tiros y los palos.
Y los aguantaron.
Y siguieron ahí, pese a todo.
Y siguió llegando gente, pese a todo.
Hasta altas horas de la madrugada en distintos barrios porteños, y hasta en Plaza de Mayo.
Pese a todo.

A diferencia de la versión del gobierno nacional y de los medios de comunicación cercanos, en una imagen casi inédita en la historia argentina (sin Mundial) hubo hinchas de montones de clubes del fútbol argentino juntos y hermanados.
“Este gobierno hizo lo que pocas cosas logran, unirnos”, dice uno de Huracán abrazado a otro de San Lorenzo. Una de Morón, con uno de Almirante Brown. Una de Boca, con otra de River. Y uno de Tigre, con una de Ferro, con uno de Midland, con una de Los Andes, y así todos, reunidos con entusiasmo en esta foto producida por lavaca:

La previa
Horas antes, jubiladas y jubilados se reunían en MU (a una cuadra del Congreso) como previa de cada miércoles. Todavía tranquilos, pensaban sobre lo que pasaría más tarde. Son parte del grupo Movimiento Activo de Trabajadorxs y Jubilados y charlan con lavaca sobre eso que ya había pasado: una alianza insólita entre hinchas y jubilados.
Ustedes vienen convocando desde hace más de un año a que se sumen organizaciones, centrales obreras, pero… de repente son las hinchadas. ¿Por qué?
Beatriz: Pero no es desde ahora, ¿ustedes recuerdan la canción de Pappo? “Nadie se atreva a tocar a mi vieja”; bueno, eso significa que todos estos muchachos de la hinchada, quizás cuando iban a la cancha con el abuelo cuando eran chiquitos, los llevó el padre hoy jubilado, es decir: es muy genuina y muy ingenua también la adhesión. Y es tremendamente afectiva.
Víctor: Las organizaciones no movilizan porque la mayoría está dirigida por la burocracia, la burocracia sindical, y como ellos no movilizan, le meten miedo también a los trabajadores para que no se movilicen, ese es uno de los puntos. Hace media hora, un compañero mandó un mensaje que estaba saliendo de La Plata, y comentaba que en el tren de atrás venían hinchas de Gimnasia y Estudiantes, juntos en el mismo tren.

O sea que el espanto logró unir lo imposible.
Beatriz: Claro, el espanto o el amor. Y otra de las cosas más interesantes que yo veo es que subyace una cosa que es la argentinidad. ¿Recuerdan cuando se ganó el campeonato del mundo? La argentinidad: eso subyace y en algún momento sale, sobre todo frente al avasallamiento que hay acerca de la argentinidad en este momento.
Rubén: No se olviden que la hinchada de Boca fue la primera que hizo una movilización en contra del macrismo, y apenas asumió lo sacamos a Milei a las puteadas el día que se votaba presidente en el club. Hacía 6 días que lo habían elegido Presidente y lo sacamos a escupitajos y a puteadas. Eso tiene que ver con esa combinación entre el sentimiento y la pasión, con lo político.
Beatriz: La vez pasada en la cancha de Estudiantes, Sturzenegger se tuvo que ir porque le decían de todo menos bonito: las tribunas son un termómetro social total.
¿Y cómo se hace para que esta alianza siga más allá de hoy?
Rubén (bostero): Hay que plantear que se haga permanente, aquí viene lo que se llama la construcción, y una construcción es día a día. ¿Cómo se hace, quién tiene la receta? Nadie. Lo que pasó el miércoles anterior a lo que pasó este miércoles son cosas distintas: todos los movimientos se van modificando, porque la realidad se va modificando. No podés manejar el tiempo, lo único que podés hacer es leer hacia dónde va la realidad, para poder ir digamos hacia una estrategia más ordenada o más segura para la clase trabajadora. Pero es muy difícil eso si no ves la realidad, si estás con una doctrina o con un dogma encima tuyo, no ves lo que está pasando. Es momento de estar muy abiertos.
¿Así sea de River Plate?
Como trabajador te respeto, pero como hincha… bueno: desde hoy, sí.
Rubén, Beatriz, Víctor y el resto de jubilados salían así la cancha, con los ojos bien abiertos.

El partido
Laura tiene la remera de Boca; Margarita la de River. Y se abrazan. Laura dice: “Es terrible lo que viene pasando todos los miércoles, había que estar acá apoyando”. Su ¿rival? coincide.
Margarita, enfermera jubilada de Aldo Bonzi, lleva la de River: “Soy de una generación que viene luchando por sus derechos desde hace muchos años. El único camino es la calle, y no sólo para luchar por nosotros, los jubilados, sino por la educación, para que no se lleven todas nuestras riquezas. Con esto estamos perdiendo nuestro bienestar, nuestra tranquilidad”.
Otro clásico rival, dentro de la cancha, es Vélez-Chicago. Artemio tiene la del club de Mataderos. Rafael, la del conjunto de Liniers. Artemio dice que vino porque este gobierno es lo peor que pasó en democracia: “Lo que hay que hacer es resistir, y para resistir hay que olvidar cualquier división que no sea patria y antipatria”. Rafael, del cuadro contrario, completa: “Es fascismo puro, hay que sacarlo a la mierda: la democracia tiene que salvarse”.

El Padre “Paco” Olveira, sacerdote de los Curas de Opción por los Pobres, no tiene puesta una sotana, sino una casaca de Boca. Más tarde intentaría evitar una detención y terminaría a punto de quedar detenido él. Antes de eso, dijo a lavaca, como un preludio de aquello: “Antes de empezar la marcha y ya nos gasearon; estamos en una dictadura, esto no es democracia, no hay ningún derecho a la protesta, lo único que saben es cagar a palos a la gente. Lo que buscan es sacarnos de la calle, atemorizarnos, pero están consiguiendo lo contrario: que cada vez seamos más”.
Filomena no tiene puesta ninguna remera. Sí su nieto (de River), que la acompaña. Ella, 84 años, está en silla de ruedas. Dice: «Vine con mi nieto para sumar gente. La cosa está muy mal. Hoy por ejemplo, no tengo leche», dijo mientras la Policía comenzaba ya a reprimir.
Armando tiene 76 años y vino desde Haedo. En su bastón, con el que se afirma ante el terreno movedizo de este presente del país, lleva colgado un papel: “Prefiero morir de pie, que vivir de rodillas”. Tiene los ojos todos gaseados. De pie, denuncia: “Más de 30 años de aporte tengo, y este perro, porque es un perro, me sacó los remedios para la presión”. Muestra: “Mirá, mirá cómo tengo las piernas; y vine igual”. Y repite: “Y vine igual”, mientras muestra las várices que esta vez viajaron desde el conurbano bonaerense.

Después del próximo 23 de marzo, en apenas días, Armando y los trabajadores que no tengan 30 años de aportes al sistema previsional argentino no podrán acceder a una jubilación: se estima que 7 de cada 10 accedieron a su jubilación mediante la moratoria vigente. Y en el caso de las mujeres, 9 de cada 10.
Pero los jubilados no luchan sólo por los jubilados. Al contrario. Lo resume Julio, que tiene colgada una bufanda celeste y blanca, y unos ojos dilatados no por el llanto, sino por el gas. “Vengo por mi familia, por los jóvenes, por la gente en situación de calle -dice- por la pobreza que hay, que cada vez es mayor. Nunca vi una cosa igual, este gobierno no tiene sensibilidad, no sé a dónde vamos a parar”. Cierra Julio, de 84 años, con los ojos cada vez más rojos, mientras siguen los gases: “Yo voy a seguir luchando mientras pueda contra este régimen”.
Sobre Avenida de Mayo y sobre Hipólito Yrigoyen, las calles que rodean la Plaza de los dos Congresos, se profundiza el enfrentamiento directo entre hinchadas y distintas fuerzas. Al frente de la represión está la Gendarmería Nacional y motos de la Policía Federal; atrás, agentes con chalecos de esta misma fuerza salen en grupo a cazar manifestantes. De pronto salen no menos de diez sosteniendo a una joven de 22 años, y la llevan hacia unos camiones celulares apostados en la entrada del Senado de la Nación. Allí ocurre esta escena, que mezcla el testimonio de la joven Anabella Pompeo con el del comisario a cargo de su detención:
La cacería siguió.
Horacio Pietragalla, ex secretario de Derechos Humanos, está colgado en una valla frente al Congreso de la Nación y mira desde allí cómo centenas de policías federales tiran balazos de goma a las columnas de varias organizaciones sociales. Dice, desde las alturas: “Empezaron desde muy temprano, no querían que se convoque. A las 16 ya estaban reprimiendo. Esto cada vez va a ser más grande; la gente vino pacíficamente, no hubo agresiones grandes y sin embargo reprimieron de entrada. Es increíble la respuesta que da el Gobierno Nacional”.
Un hombre de 50 años, de zona Norte, viene por primera vez a la marcha de jubilados de los miércoles, también está asombrado con la represión: “Es impresionante. Lo quería ver con mis propios ojos. Es lo más parecido a un gobierno facho».


Silvia, 77 años, jubilada, no habla desde el Congreso: estaba por salir acompañada de Melanie, su amiga, y las balas la frenaron. Dice: “Mi intención era estar en la marcha. Hoy más que nunca había que estar, cansados de ver cómo nos maltratan todos los miércoles. Pensaba ir temprano, con mi sillita porque no puedo estar parada mucho tiempo, hasta que vi lo que empezaba a pasar desde temprano, que me hizo acordar demasiado a la dictadura, no a un gobierno democrático. No hay libertad de expresión ni derecho a la protesta. Fue durísima la represión y consiguió el gobierno que no me animara a ir, simplemente porque no iba a poder correr. Y fue así, fue una cacería. Pero espero que cada vez seamos más los que salgamos, que no nos llenen de miedo”.
Los detenidos por manifestar fueron, según el gobierno, alrededor de 114 y la lista de heridos seguía creciendo al cierre de esta edición, uno de gravedad: Pablo Grillo, fotógrafo de 35 años, al cual un cartucho de gas lacrimógeno le impacto y rompió el cráneo. Pelea por su vida en el Hospital Ramos Mejía.
La represión, y la solidaridad: al cierre de esta nota la familia Grillo agradecía que la cantidad de gente que había ido a donar sangre para Pablo desbordaba el Hospital.


El partido que viene
Como todos los miércoles, ya está la convocatoria para el que viene, a la misma hora (17) y en el mismo lugar (el Congreso).
Una jubilada dice: “El próximo fin de semana, y en los que vendrán, en todas las canchas debe haber un grito unánime ‘Fuera Milei’, que sea de reivindicación al trabajo, a la dignidad y a la soberanía. Hoy debe ser el principio del fin de este gobierno, donde el pueblo se une y toma conciencia para que las cosas puedan cambiar”.
Los abrazos y apretones de manos son más efusivos entre clubes de signos opuestos al caer la noche. “Vamos Almirante Brown”, se escucha en la calle, y el cumplido no viene de otro hincha del club de Isidro Casanova, en La Matanza, sino de un veterano con la camiseta de Chicago, eterno clásico. Otra persona se acerca, pero ahora con la casaca de Morón, otro tremendo duelo del far west conurbano: “Vamos, compa, vamos los jubilados”, alentaron a algunos cabizbajos.

Lo que es casi imposible de ver por las calles de esos barrios, los jubilados lo hicieron posible.
Eso es también lo que expresa no ya la bronca, sino la rabia de una multitud que dice “basta” y cantó también un hit de época: “Que se vayan todos”, mientras Avenida de Mayo y sus arterias regalaron imágenes típicas del 2001.
La policía, en un momento desorientada porque la gente no se amilanaba, era atacada con palabras y cantos:
– “Sos un muerto de hambre”.
– “¿No tenés abuela? ¿No tenés abuelo?”.
– “Vergüenza te tiene que dar”.
– “A ustedes les parece que puedo vivir con 259 mil pesos por mes?”.
– “Mira tu carita, ¿no tenés mamá? ¿No tenés papá?”.
– “Están entregando el petróleo, el litio, ¿y defienden a este gobierno pegándonos a nosotros?”.
– “¿Qué te dice tu vieja cuando venís a pegarle a los jubilados? ¿No es una jubilada como yo? No tenés cerebro ni corazón, malnacido”.
– “Andá a Bahía, la puta que te parió, andá a Bahía, la puta que te parió”.

Marcelo tiene 68 años y ligó un balazo de goma en el estómago: mientras se reponía en un bar enfrente del Congreso, contaba a lavaca: “Estaba en la vereda y empezaron a tirar tiros al tuntún” -dice levantándose la remera y mostrando la herida-. “Soy jubilado, soy hincha de Ferro y siento una impotencia porque estamos en manos de este tipo que es un loco, de la hermana que es peor y con un gabinete que es puro derecha y derecha. Tenemos que seguir con estas marchas: es la única forma de que se pueda dar vuelta la cosa”.
Afuera, mientras el viento empuja los gases que hacen arder ojos y gargantas, Carlos, el ya mítico jubilado hincha de Chacarita que logró que viniera su hinchada y luego el resto, sobresale de la línea de efectivos porque está parado sobre las rejas de un cordón que queda sobre Callao.
¿Quiere dar algún mensaje, Carlos?
La juventud nos ha apoyado y el pueblo también. Y el miércoles que viene va a haber más apoyo. Salgan a luchar.

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