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Ocho muertos y 115 heridos por la represión en Sacaba, Cochabamba

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Una marcha de cocaleros fue ferozmente reprimida por la Policía y Fuerzas Armadas en Sacaba, muy cerca de Cochabamba. El golpe de Estado en Bolivia ya produjo al menos 20 muertes violentas y la presidenta interina Jeanine Añez prometió endurecer la represión. La proscripción al MAS. El ocultamiento de los medios. La falsa teoría de un «enfrentamiento» entre los manifestantes. Y la expulsión de inmigrantes – cubanos y venezolanos, sobre todo- como método para favorecer al gobierno de facto. Crónica urgente desde Cochabamba por Sebastián Ochoa, para lavaca.org.
Anoche en la ciudad Sacaba, a 10 kilómetros del centro de Cochabamba, cinco féretros paseaban sobre la carretera. Llevaban los cuerpos de cinco ciudadanos bolivianos que, horas antes, habían sido asesinados sobre ese mismo asfalto. Luego el representante de la Defensoría del Pueblo de Cochabamba, Robert Cox, informó que los muertos ascendieron a al menos ocho. En los cuatro días que lleva de presidencia la autoproclamada Jeanine Áñez tras el golpe a Evo Morales, 20 personas fallecieron.
Según el testimonio de los cocaleros de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, en la tarde del viernes fue detenida su marcha en el puente Huayllani. Tenían la intención de hacer una reunión en la céntrica plaza 14 de septiembre para repudiar el golpe. Cuentan que, luego de mucho tiempo frenados ahí, recibieron una lluvia torrencial de gases lacrimógenos. Entre las paredes de humo que se formaron entre los manifestantes empezaron a entrar las balas. Cuando el humo se disipó, corrieron a buscar los cuerpos de los compañeros caídos sobre la carretera. Los cargaron y los evacuaron con las balas aún zumbando sobre sus hombros. Ocho murieron con heridas de bala. Otros 26 permanecían internados en hospitales de la zona.
A todo esto, las fuerzas conjuntas de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas dijeron a los medios, extraoficialmente, que los cocaleros vinieron armados, que quisieron disparar a los policías pero, al carecer del entrenamiento necesario, terminaron disparándose entre ellos. Los policías afirmaron que estaban solamente con agentes químicos, por lo cual las balas jamás podrían haber venido de su bando.
Por la noche, el flamante ministro de la Presidencia (equiparable al cargo de Jefe de Gabinete en Argentina), Jerjes Justiano, dijo en conferencia de prensa: “Hemos podido determinar que se trataría de armamento de uso militar. Uno de los fallecidos presenta una herida de muerte realmente singular, porque la bala entra por atrás y va de arriba hacia abajo. Es decir que no provino de un enfrentamiento cruzado”. Acto seguido, el ministro en funciones comparó estos ocho asesinatos con la quema de wiphalas que dio inicio el gobierno de Jeanine Áñez. Porque, según él, ambos delitos fueron realizados por “infiltrados”.

El rol de la prensa 

Ningún medio boliviano mostró, de manera efectiva, los alcances de esta represión mortal.
En cambio, la ministra de Comunicación del gobierno golpista de Añez, Roxana Lizarraga, organizó un tour por la Casa Grande del Pueblo, donde realizó una puesta en escena típica del manual golpista. Las cámaras enfocaron el supuestamente lujoso jacuzzi en el baño del dormitorio que era de Evo Morales. Se sabía de la existencia de este jacuzzi desde hace tiempo atrás, cuando fue construido este edificio. Pero nunca había sido mostrado en vivo y en directo en los noticieros del mediodía. Mostraron su cama de dos plazas y execraban la pulcritud de las sábanas, como si una persona por reconocerse indígena tuviera que dormir siempre sobre la tierra apisonada, o sobre un cuero de oveja.
Mientras tanto, a pocas cuadras, la represión a gente de barrios con wiphalas continuaba, como aún continúa. Pero ningún medio de comunicación boliviano parece interesado en mostrar eso.
De ahí viene tanta molestia del Gobierno de facto por la presencia de periodistas argentinos, quienes solamente preguntaban ante las cámaras qué está pasando en Bolivia. Pero cuando hay un Golpe de Estado, todas las preguntas incomodan y no son toleradas por un gobierno tan represivo como el que asumió el poder. Por ello, las y los periodistas fueron acusados de “sedición”, un delito muy grave contra el Estado.

Los bárbaros

Bolivia tiene 11 millones de habitantes. Las ciudades más grandes son Santa Cruz y La Paz, con dos millones de habitantes (aproximadamente) cada una. Por ello, en tiempos de paz, en todas las ciudades de Bolivia, aún las más transitadas, uno siempre puede encontrar algo de tranquilidad pueblerina. En cualquier ciudad de Bolivia, si uno se aleja 15 kilómetros del centro se encuentra en el campo a pleno. Esta cercanía con quienes no son de la ciudad genera un sentimiento de desprotección en la gente citadina. Es la única forma de explicar que ayer, luego de que hubieran matado a cinco personas a pocos kilómetros, la gente en la ciudad dijera: “Mejor que los frenen lejos de acá. Porque si llegan a la ciudad nos van a reventar a todos. Dicen que hay venezolanos entre ellos”. Así hablaba el almacenero de la esquina, cuyo nombre no viene al caso porque la mayoría de la población de las ciudades piensa así. Viven con el temor de que lleguen unos bárbaros indígenas, que son tan indígenas como los citadinos y tienen similares miedos y deseos. Ambos bandos quieren vivir en un país que los tome en cuenta.
Como una manera de fortalecer su autoproclamado Gobierno, Áñez puso el foco en la persecución de extranjeros considerados non sanctos, sobre todo cubanos y venezolanos.
La brigada de médicos cubanos realizó obras encomiables durante el gobierno de Morales. Mediante la Operación Milagro, operaron de los ojos, de manera gratuita, a más de 700 mil personas. Uno de ellos fue el sargento Mario Terán, ni más ni menos que el encargado de asesinar a Ernesto Che Guevara en este país, en 1967. En lugar de despedirlos con algo de gratitud, Áñez está expulsado a 725 doctores y doctoras de Cuba. Su argumento es que supuestamente cinco ciudadanos cubanos fueron detenidos con más de un millón de bolivianos, que según el gobierno de facto eran invertidos en socavar su cuestionable legitimidad. También fueron detenidos y exhibidos ante la prensa nueve ciudadanos venezolanos que intentaban cruzar la frontera hacia Brasil. Según el gobierno de Áñez, se les encontró en posesión de “armas largas”.
Sin prensa extranjera que pudiera transmitir al mundo lo que aquí ocurre, las y los golpistas disponen de la vida de quienes no los apoyan. Sobre la masacre de Sacaba, solamente hay videos grabados por gente shockeada, atemorizada y desesperada ante la despiadada represión. Estos videos fueron compartidos en las redes sociales, mostrando la fila de cuerpos ya acallados, cubiertos de sangre, huecos de balas y frazadas. Pero los pocos medios de comunicación locales que estaban en el conflicto el lugar no dieron cuenta de esta realidad, porque estaban mezclados entre las Fuerzas Conjuntas, lo cual es toda una declaración de principios para el periodismo local.
Lejos de buscar la pacificación, la actual presidenta redobló la apuesta: “Vamos a asumir medidas constitucionales que nos permitan restaurar el orden público y el normal desarrollo de la actividad económica para entregar, después de nuestro mandato, un Estado viable y con posibilidades de desarrollo”, dijo en conferencia de prensa en la ciudad de La Paz, donde la falta de alimentos, gas y combustibles empieza a sentirse. Su gobierno denuncia que en Cochabamba fueron atacados conductos de hidrocarburos, pero no hay pruebas de ello.
“Hay quienes se alimentan del dolor de nuestra gente. Hay quienes, durante años, han sembrado el terror en las familias. Pero sepan aquellas personas a quienes voy a dirigirme, sepan que están ante una mujer firme, ante una mujer comprometida con su país y que tiene mucho amor para los bolivianos. Pero no va a permitir que se agreda así a nuestros país y ciudadanos”, advirtió.
Mientras tanto, anoche, en la carretera de Sacaba, miles de manifestantes cargaban los cajones con sus compañeros, sus hermanos, sus cuates recién acribillados. A los gritos, con las gargantas anudadas por el llanto, hacían retumbar su plan político: “Fusil, metralla/ el pueblo no se calla”. Finalmente dejaron reposar los féretros sobre el asfalto. Cubrieron de flores los ataúdes.
Lloraban y exigían justicia sobre los cajones de Emilio Colque, Juan López, Omar Calle, César Sipe y otras cuatro personas que aún no fueron identificadas. Lloraban, pero para ellos queda claro que la vida no será un impedimento para que la resistencia contra el gobierno de facto sea oída, leída y vista en todo el mundo.

Jaque al golpe en Bolivia

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

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Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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