CABA
Campo popular: Tras el 1º Foro Agrario
Propuestas para la clase política en año electoral. La Unión de Trabajadores de la Tierra fue motor del 1º Foro Agrario realizado en el país, y tres de las mujeres que la integran explican qué se debatió para poner en práctica nuevos estilos de producción, de relaciones sociales, y de alimentación. Una subida de línea para repensar el país. SERGIO CIANCAGLINI
Zulma Molloja tiene: gorra verde, mirada que brilla, juventud curtida, aros redondos, una lechuga que agita como una antorcha, entusiasmo volcánico, vozarrón agudo para despertar a gente durmiente, y una propuesta.
Las propuestas son un bien escaso en la realidad argentina, pese al año electoral, más aún entre los autopercibidos como “dirigentes” políticos, que demasiadas veces reducen la idea de propuesta al reparto de cargos y/o cajas.
Zulma, en cambio, no es candidata. Y no tomó el micrófono como una iluminada que aparece desde arriba, sino como una de las encargadas de hablar en nombre de 3.500 personas que escuchaban lo que ellas mismas habían estado elaborando después de dos jornadas de trabajo, sembrando una red de propuestas con alcances económicos, productivos y de salud pública,
El inédito evento ocurrió en el micro estadio de Ferro, paraje Buenos Aires.
Dijo Zulma:
“Necesitamos exigir una Ley de acceso a la tierra. No queremos que nos regalen la tierra, queremos pagarla. Pagarla en cuotas en vez de pagar un alquiler. Hacer el trabajo de la tierra que siempre hemos querido, que siempre hemos anhelado y vivir dignamente con nuestros hijos”.
- “Trabajamos en el sol, en la lluvia, en el frío, en el barro, por nuestros hijos. Ya estamos cansados de los intermediarios que vienen a las quintas y nos pagan un peso. A veces ni nos pagan”.
- “Estamos por una soberanía alimentaria. Queremos cambiar el modelo de producción. No queremos que nos sigan envenenado con químicos, queremos trabajar agroecológicamente”.
- “Ya hay muchos compañeros y compañeras que tienen cáncer, nacen bebés con malformaciones y muchas enfermedades. Así que nosotros tenemos que romper esto y cambiar el modelo de producción.”
- “Necesitamos seguir construyendo la agroecología como modelo productivo para este país, soberanía alimentaria para acceder alimentos sanos y a precios justos para todo el pueblo”.
Conceptos raros en la agenda política: acceso a la tierra, trabajo, lluvia, frío y barro, modelo de producción, envenenamiento, cáncer, malformaciones, alimentación sana, agroecología, precios justos, políticas públicas.
La ovación a Zulma fue una de las tantas que le puso música al Primer Foro Nacional por un Programa Agrario, Soberano y Popular, organizado por la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra) el 7 y 8 de mayo, con la participación del Movimiento Nacional Campesino Indígena, el MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero, Vía Campesina), el Movimiento Agrario de Misiones, la Unión de Trabajadores Rurales de Córdoba, la Unión de Pequeños Productores de Jujuy y Salta, y sectores de la Federación Agraria, entre otras organizaciones que son, literalmente, el campo popular, o acaso la verdadera sociedad rural.
Sistema presentativo
Cajones de verduras como asientos, en medio de acelga, espinaca, cilantro y kale agroecológicos: la charla para hablar del Foro fue en un vivero de la UTT en Lisandro Olmos, Gran La Plata, una de las principales zonas frutihortícolas del país, en la cual la organización comenzó a crecer hace 9 años hasta convertirse en el mayor gremio de agricultores y campesinos del país, integrado por unas 15.000 familias.
Zulma Molloja tiene 28 años, dos nenas de 11 y 8, es delegada de base, productora desde que era niña y vocera de la UTT. Formó además un grupo de mujeres que parece inmerso en una guerra: la violencia machista. Nació en Bolivia y desde los 11 años vive en esta comarca platense, antes con su familia y ahora con su pareja, alquilando parcelas para la producción de frutas y verduras, con una búsqueda: “No ser esclava”.
Natalia Quispe, 22, es delegada de base de Florencio Varela, integra el Consultorio Técnico Popular (COTEPO) mediante el cual la UTT promueve la capacitación entre campesinas y campesinos para hacer el pasaje a la producción agroecológica, que aún es minoritaria en el gremio, pero crece semana a semana.
Rosalía Pellegrini, 36, dos hijos de 9 y 6 años, es una de las fundadoras de la UTT junto a Nahuel Levaggi. Viene de familia que vendía verduras en bicicleta con canasto, y de la militancia política en el Frente Darío Santillán. Produce bioinsumos naturales para el kiosco de recursos que la UTT instaló en Olmos, y plantas aromáticas que se utilizan para que los insectos con apetito no perjudiquen a los cultivos. Es secretaria de Género de la UTT y logró retomar y terminar la carrera de Ciencias Políticas, sin faltar ni una vez a los verdurazos ni a las represiones absurdas en modo-Bullrich (febrero, en Constitución) con gas pimienta y balas de goma versus las berenjenas. La peligrosa venta de verduras sanas a precio ínfimo pudo realizarse finalmente sin riesgos para la seguridad nacional, ante la felicidad del vecindario.
Dice Rosalía: “Lo del Foro nació con una pregunta: ¿qué tenemos para decir los trabajadores y trabajadoras del campo en época de elecciones? Lo primero que entendimos es que no podíamos hacerlo solos. Somos la organización más nueva (creada en 2010) y nos juntamos con otros movimientos y organizaciones, algunas que vienen desde las Ligas Agrarias. El Foro terminó teniendo una continuidad histórica y con participación de distintas generaciones que todos nos decían que no se había dado en décadas”.
Otro desafío: “Teníamos que pensar cómo hacer política de otra forma desde los movimientos que estamos todo el día en la tierra lidiando con la problemática del sector. Porque la política electoral tiene esa cuestión de ser de arriba hacia abajo. La construcción del palco. Podríamos haber hecho un Foro con un palco, unos pocos hablando y el resto escuchando. Pero nosotros no somos eso”.
El dispositivo fue al revés. Durante dos días se reunieron 23 comisiones. Entre otras: Modelo productivo, Tierras, Semillas, Comercio exterior e interior, Mar y pesca, Agua, Emergencia de las economías regionales, Gestión local participativa, Horticultura y floricultura, Cereales y oleaginosas, Educación, Género. Temas en los que demasiadas veces la llamada clase política es víctima de afonías agudas.
En cada comisión intervinieron decenas o centenas de personas. Cada quien se presentaba y contaba el problema de su sector, o de su producción. Fue una especie de sistema presentativo en el que, el que quiso, tuvo su voz sin delegarla, para discutir y elaborar propuestas de corto, mediano y largo plazo.
Natalia participó en Modelo productivo: “Lo que la gente planteaba más que nada es que no hay tierras, mientras el alquiler y las tarifas son enormes”.
Zulma piensa y habla a velocidad de rayo: “Yo pago un alquiler de 8.000 pesos mensuales, pero no nos regalen nada y déjennos comprar la tierra con créditos blandos, porque el alquiler nos está matando, somos los que producimos la comida para el pueblo y lo que queremos es vivir dignamente. Bueno, así, cada uno hizo sus propuestas. Pudimos debatir como pequeños productores. Nos conocimos. Yo te digo: el Foro fue un hecho muy hermoso”. Zulma y la UTT han recuperado un uso cotidiano de la palabra “pueblo” que había quedado devaluada no tanto por quienes la denigran, sino muchas veces por quienes la exaltan.
El saldo de cada debate e intercambio se escribió en grandes hojas de papel. Cada comisión eligió vocerxs que fueron accediendo al escenario sucesivamente para describir y mostrar sus propuestas ante las personas que a su vez habían participado en otras comisiones. Todo con una fluidez asombrosa, de gente que no está para perder el tiempo. El Foro tuvo así un público que fue también el protagonista, calculado en 3.500 personas llegadas de todas partes del país.
Otro detalle que hasta antes del Foro era casi impensable: la combinación entre la cuestión campesina y la feminista. Rosalía: “Hubo una mirada antipatriarcal hasta en la forma de organizar el encuentro, entendiendo que la política la tejemos desde abajo, en ronda, en asamblea, para construir desde ahí el programa agrario”.
Además de esas formas circulares y dialogadas, hubo una comisión específica que postuló una declaración de emergencia contra la violencia machista, la plena implementación de la Educación Sexual Integral en todos los niveles, y políticas de visibilización de los derechos de las mujeres agricultoras y campesinas incluso en términos de acceso a la tierra.
Dice Rosalía: “En el Foro hubo algunos palcos, pero lo que le dio contenido fue la gente. Ese es un aporte: hacer política desde abajo”.
Funcionó así un nuevo paradigma político que germina desde hace tiempo en muchas experiencias sociales: la subida de línea.
10 propuestas de acción
La UTT sintetizó algunas de las propuestas generales surgidas del Foro, que se presentarán a los diferentes partidos políticos. Los conceptos que definieron como “hacia dónde queremos ir” fueron:
Soberanía Alimentaria.
Tierra como territorio y hábitat.
Construcción de un modelo productivo no extractivista.
Las primeras propuestas para el diseño de un nuevo paisaje rural:
- Democratizar las políticas públicas para el agro con participación de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena en todos los organismos del Estado relacionados al agro.
- Limitar la aplicación de agrotóxicos en todo el territorio argentino.
- Fomento a la agroecología en todo el territorio nacional.
- Apoyo para replicar Foros Agrarios Federales en las distintas regiones del país.
- Fomento del arraigo rural con infraestructura, educación, comunicación, salud y cultura.
- Políticas de acceso a la tierra o regularización dominial para la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena.
- Políticas de compras públicas a la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena.
- Intervención estatal para impedir la monopolización de las cadenas agropecuarias y pesqueras.
- Fomento a la cadena corta de comercialización y la vinculación del productor con el consumidor.
- Todas estas políticas deben implementarse con prioridad para mujeres y jóvenes, con el objetivo de igualar las oportunidades rurales.
Cuando se va al detalle de las conclusiones de cada comisión aparecen más ideas, de absoluta lógica para quien conozca cada situación. En Salud se planteó: “Paren de fumigar” y “Declarar la emergencia alimentaria, sanitaria y ambiental”. En Carnes: “Regulaciones y políticas que impidan la concentración vertical de la cadena”. En Pueblos Originarios: “Desmilitarización de los territorios”, “Cumplimiento efectivo de los derechos de los Pueblos Originarios con la ejecución plena de la ley de Emergencia y Relevamiento Territorial”. En Gestión local participativa: “Destinar tierras fiscales para fomentar e intensificar prácticas agroecológicas”. En Comercio exterior: “Apoyo financiero, técnico y de infraestructura para las exportaciones de pequeños y medianos productores especialmente las cooperativas de producción agraria, de pesca, apícolas, ganaderas, etc.”.
Otra constante del Foro fue la denuncia de la concentración y monopolización de la economía. Este tipo de planteos suelen ser tildados por medios porteños y panelistas televisivos como “populismo”, pese a que la crítica antimonopólica fue iniciada por uno de los referentes teóricos del liberalismo económico, Adam Smith (fallecido en 1790), quien veía en la concentración el mayor riesgo para una economía liberal, y se refería al “miserable espíritu del monopolio”. La propuesta del Foro empalma con un debate mundial ante la situación de un poder económico concentrado, cada vez más, en menos corporaciones, lo cual aumenta los niveles globales de desigualdad al infinito y más allá.
Estado transgénico
Natalia habla de la ortiga, que en otros ámbitos es maleza que hay que matar, y que agroecológicamente es una bieneza que sirve como materia prima para fertilizar los suelos y además para hacer remedios caseros que evitan a los humanos el calvario económico de las farmacias.
Siguen las propuestas políticas. Rosalía rescata la idea del Banco de tierras planteada en el Foro “que permita otorgarle a pequeños productores tierras que pueden ser fiscales para producir alimentos más sanos y a bajo costo para la sociedad. Eso sería increíble”. En realidad es creíble: en Jáuregui ya funciona la Colonia agroecológica 20 de abril de la propia UTT en terrenos de un viejo hospital, con 20 hectáreas productivas que dan trabajo a 20 familias y se prevé ampliar hasta 54. Los productores cobran entre tres y cinco veces más que haciendo producción convencional, ya no viven sobre los venenos, y los consumidores se pueden dar el lujo de comer verduras sanas a precios que quedan fijos durante seis meses. La relatora sobre el Derecho a la Alimentación Hilal Elver definió estas producciones como “milagrosas” cuando visitó el país en 2018. Una experiencia similar se va a replicar en Gualeguaychú, donde el glifosato fue directamente prohibido, mientras se impulsa el PASSS, Plan de Alimentación Sana, Segura y Soberana. (Cada uno de estos temas puede buscarse en lavaca.org, Revista MU).
“No tenemos números de cuántas hectáreas podrían cederse o ponerse en venta para los pequeños productores. Hay del ejército, del Estado, y supimos que Desarrollo Social tiene grandes campos en la provincia de Buenos Aires, en Capitán Sarmiento. ¿Y qué producen? Soja transgénica: eso, en manos de campesinos y agricultores, provocaría un cambio enorme en lo que es la producción alimenticia y en la situación de miles y miles de familias”.
Desarrollo Social produce soja, cuenta Rosalía, pero le compra a la UTT bolsones de verduras agroecológicas. “El Estado puede priorizar este tipo de compras, en lugar de comprarle a las grandes empresas. Eso sí: se logró después de tres años de lucha y verdurazos. Pero tranquilamente puede ser una política de Estado, como cuando empezó el programa Hambre Cero en Brasil, favoreciendo por un lado a la agricultura familiar, y por otro a escuelas, hospitales y comedores a los que les llega comida nutritiva y sana. Y la otra propuesta es no dejar la alimentación exclusivamente en manos del mercado, porque ha terminado siendo una irracionalidad tanto para el productor como para el consumidor”.
Cómo cambiar el país
Otro planteo de cambio estructural en el Foro fue la idea del arraigo rural, el mejoramiento de la calidad de vida y la posibilidad de frenar el éxodo hacia las periferias urbanas, para recuperar el campo como concepto de tierra y hábitat, de producción y de vida: “Siempre tuvimos un sueño. Cuando vos ves una villa, un asentamiento, pensás: ¿cuánta salida, cuánta proyección de una vida digna puede haber si están uno encima del otro, sin laburo? Los hijos tampoco tendrán vivienda y es muy difícil pensar una salida sana, sin las problemáticas de drogadicción y todo lo demás que tenemos entre los más pobres. En cambio, hay una tierra riquísima para producir, buenas condiciones naturales, y una posibilidad enorme de construir fuentes de trabajo en un sector que casi siempre tiene raíces campesinas. Fijate el panorama que se abriría”.
En lugar de ese sueño de la UTT, que ya habían planteado en 2009 Irmina Kleiner y Remo Vénica en MU, la política convencional facilita la concentración de tierras, el monocultivo transgénico, la muerte y contaminación de suelos, aire y agua, el vaciamiento rural vía éxodo, el hacinamiento en villas y asentamientos que luego serán reprimidos como parte de una matriz o matrix social insustentable y enferma. “No es fácil, implica muchos recursos y un trabajo pedagógico de transformación social y cultural. Pero puede hacerse, y es una responsabilidad política del Estado ponerlo en marcha”.
Reconoce Rosalía que el Foro no tuvo unanimidad en ciertos temas: “Nosotros como UTT creemos que el modelo de agrotóxicos no da para más, y lo están planteando hasta organismos internacionales. Pero no podemos ser utópicos y decir: se cambia a la agroecología de hoy para mañana. La mayoría de nuestros propios compañeros sigue bajo el modelo convencional, y no podríamos penalizarlos diciéndoles: desde mañana cero agrotóxicos”.
¿Cómo se hace política en este caso? Rosalía: “Tenemos que dialogar y no pelear con los actores que tienen que cambiar el modelo productivo. Tiene que haber una transición. Por ahí hay sectores que dicen ‘hay que terminar ya’, pero no tenemos capacidad productiva para hacerlo. Hay un discurso ambientalista sin sujeto, sin trabajadores y productores. Entonces hay que lograr una alianza entre esa visión crítica del modelo productivo, y los pequeños productores y agricultores dependientes de ese modelo. De lo contrario, generás rechazo. Hay que pelear contra Bayer, contra Monsanto, no contra el pequeño productor que no se está llevando dólares sino tratando de vivir. Nosotros podemos decir que estamos logrando esa transición, que tenemos un método de campesino a campesino totalmente a pulmón, sin apoyo alguno del Estado. La idea del fomento a lo agroecológico aumentaría totalmente esa tendencia”. Por eso el Foro planteó limitaciones para el uso de agrotóxicos, aún por definir, mientras se postula una ley de fomento a la producción sana y soberana.
La mirada de Zulma: “Hay compañeros que no pueden pasar a la agroecología ya, porque aprendieron a trabajar con los químicos y tienen miedo de cambiar. Y otros, porque están presos mes a mes del alquiler. Tienes que pagar sí o sí, de donde sea, para mantener a tu familia. Entonces echas químicos para que la producción sea más rápida. Al comienzo lo agroecológico es un poco más lento, hasta que recuperas el suelo. Una vez que lo haces, te va mejor económicamente. También lleva un tiempo la capacitación”. Natalia: “Los que empiezan a hacerlo, después están mucho más contentos porque la verdura es buenísima y a través de la UTT se vende a mucho mejor precio”.
Son 200 de 5.000 hectáreas bonaerenses las que están trabajando agroecológicamente. En 2015 era solo una familia, la de Miguel Reyes y Rosalía Iturbe (que hoy están en Jáuregui) con apoyo de técnicos del INTA y luego del colombiano Jairo Restrepo. Hace un año eran 90. La tendencia se incrementó con la instalación de tres verdulerías agroecológicas y están esperando la habilitación de un Mercado de Abasto agroecológico en Lanús que empujará aún más la producción al encontrar nuevas formas de distribución y comercialización.
Las cuentas de Zulma: “Al hacer lo agroecológico me cambió la vida porque el alquiler ya no es una preocupación. En el convencional te pagan 20 pesos el cajón de lechuga, o ni te pagan. Te vas a las financieras, te dan préstamos, te endeudas cada vez más y nunca puedes salir de eso. La UTT me paga 120 pesos el mismo cajón, pero además me compra todo lo que tengo en la quinta. El zapallito de 30 o 50 el cajón con el sistema convencional, a 200 en la UTT”. Natalia: “Pero siempre es verdura agroecológica, y el que compra paga el mismo precio que la convencional, que es peor, no dura, y no tiene los nutrientes de la planta. Lo bueno aquí es que no hablamos de agroecología, la hacemos”.
Cuando ellas dicen basta
Lejos de editorialistas, televisores y académicos, sentado en un cajón de madera entre espinacas, siento que participo de una de las conversaciones más políticas que se puedan sostener, en el mejor sentido de la palabra. Rosalía explica que piensan la política como construcción de autonomía con respecto a los partidos y el Estado, para negociar con dignidad. “Esto no es para la foto, sino para llenarlo de contenido. Si lo quieren tomar, perfecto. Y si no, nos veremos en las calles y en las luchas”.
Natalia: “Lo agroecológico es salud, género, vivir mejor con la tierra y estar mejor con uno mismo, no solo sembrar sin veneno. Queremos tierra, trabajo y cambio social. Y el cambio se hace porque al cuidar el ambiente y el alimento, estás cuidando también al que va a consumir”.
Entre verdurazos, feriazos y foros, la UTT ha cultivado un ejercicio fuerte de creatividad. Dice Rosalía: “Siempre tratamos de buscarle la vuelta a los problemas en las reuniones de las asambleas de base. ¿Cómo generar que el vecino y la vecina entiendan nuestro reclamo? Tratando de generar una alianza con el resto de la sociedad. Esa alianza es la que construye poder; y un consenso en la sociedad para por lo menos saber qué hay detrás de lo que comemos. Tenemos un objetivo máximo que es una reforma agraria integral, la tierra para el que la trabaja, pero eso va a existir si tenemos una conciencia en común con el resto de la sociedad”.
Cuenta Rosalía que una de las cosas que más la conmueven es cómo las mujeres como Zulma se han puesto a salvar a sus compañeras de la violencia. “Son como un escuadrón que va en bici, en remis o en motito a defender a las compañeras agricultoras, que han empezado a pedir ayuda. Hemos incluso expulsado de la organización a hombres violentos. Y en una cultura que tiene mucho de patriarcal y machista, muestran que son ellas las proveedoras del hogar muchas veces, y discuten la doble explotación: en el campo y en la casa”. Crearon además un Jardín comunitario, asesoramiento para los anticonceptivos, acompañamiento.
Zulma, sopla un mechón que le cae bajo la gorra verde. “Lo que más me impactó cuando conocí esto es lo de organizarse. Yo no lo sabía. Primero fue para mí organizarnos como productoras. Y después, como mujeres. Estás a las 3 de la mañana cortando lechuga y bosteando, luego la casa, los niños, y luego te dicen que estás gorda y fea. Y hay golpes y violaciones. Entonces estamos ayudándonos frente a la violencia física o de palabra. Sabemos qué hacer a cualquier hora, y cómo denunciar y cómo rescatar a las compañeras. Y levantamos nuestra autoestima, nos valorarnos, nos cuidamos, para que haya más igualdad” dice mirando los surcos verdes: “Entendí que todo esto necesita mucho amor y mucha organización. Porque si estás sola, no eres nada. Y cambiar eso también es política”.
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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