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Continúa el fin del periodismo: La Nación, 74 trabajadores en la calle y la fusión con Clarín
El diario La Nación cerró su taller gráfico y dejó a 74 familias en la calle tras el rechazo de los trabajadores a una reducción del 40 por ciento de la planta y de sus salarios. La empresa continúa imprimiendo el periódico en Uruguay y en un taller de Santa Fe propiedad del Grupo Clarín, a quien los despedidos y la Federación Gráfica Bonaerense denuncian como artífice de esta operación. El dato: el abogado que representa a La Nación en la Secretaría de Trabajo es el mismo que defendió a Clarín durante el conflicto en AGR, que ahora trabaja para quitarle el 30 por ciento de la indemnización a los obreros echados. La baja en la tirada de los diarios. ¿Hay un proyecto de fusión empresaria Clarín/La Nación? Después de la “Ley Clarín”, la monopolización y otros reflejos de la situación actual de los medios en Argentina.Darío Sosta termina de hablar y lo abrazan uno, dos, tres compañeros. Al cuarto se quiebra y sostiene el abrazo unos segundos más. “Vamos, compañero”, lo alientan. Sosta -53 años, delegado de los trabajadores gráficos del diario La Nación, donde trabajó durante los últimos 30 años- acaba de salir de la reunión en la Secretaría de Trabajo luego de que la empresa decidiera, a fines de enero, el cierre de su taller gráfico, con 160 años de historia en el periodismo, dejando a 74 familias en la calle.
“El trasfondo de esta medida es que hay una política económica que viene del 2015 y que conjuga bajar salarios, flexibilización laboral y despido de trabajadores”, explica Sosta a lavaca. “Esa es la realidad. Si no lo hacen ahora, con este Gobierno, no lo hacen más. No pudieron hacerlo el año pasado con la reforma laboral, entonces lo hacen empresa por empresa. Hoy nos tocó a nosotros. 30 años de trabajo, en mi caso, con una respuesta: no poder salvar las fuentes de trabajo”.
-¿Qué propuso la empresa?
-Vinieron con la posición de 40, 40 y 40. O sea: 40 despidos, 40 por ciento de reducción de salario, 40 horas menos. Insistimos. Pedimos los libros de la empresa, no quisieron mostrarlos. Pero plata no falta. Siguen haciendo negocios, como el microestadio que van a hacer en Atlanta (en Villa Crespo, a pocas cuadras de Corrientes y Juan B. Justo, con capacidad hasta 16 mil personas). Sin embargo, nos llegaron a bajar el 25 por ciento de salario. ¿Pero sabés por qué la cerraron? Porque atrás de todo está Clarín. Van a fusionarse con Clarín, que es monopolio de la información. Hacia eso van.
–¿Es una hipótesis o una realidad?
-No es hipótesis. Eso ya se está dando: el abogado que se presentó hoy para representar a La Nación en la negociación, es el abogado de Clarín, el mismo que en AGR hizo el mismo desastre.
El abogado es Matías Friedriks, quien representó a la empresa Asociación Gráfica Rioplatense, propiedad del Grupo Clarín, tras el despido de 380 operarios en 2017. Para Sosta, la movida de fichas tiene un fin claro: “La Nación había equiparado las ventas con Clarín, que era el que venía bajando. Pero así como Clarín se comió La Razón en los ´80, ahora se va a comer 150 años de historia de un diario. Se va a quedar con Papel Prensa, tiene aliviados los precios, y política y económicamente está mejor parado que nunca. Así aprovechan el momento para monopolizar el mercado gráfico”.
Cabe recordar que, a fines del año pasado y como regalo de Navidad, el Gobierno habilitó sesiones extraordinarias en las que el Congreso votó la llamada “Ley Clarín”, que desregula la producción y venta de papel prensa.
Otro dato que aporta Sosta, sobre la promiscuidad de esta relación. “La Nación está imprimiendo ahora en AGL, en Santa Fe, propiedad de Clarín. Y también en Uruguay. Eso habla de que no hay un problema de plata. Incluso nos dijeron que podrían bancar un mes sin que saliera el diario”.
-¿Cuál es el plan?
-La idea sería imprimirlo en Clarín, en su planta, enfrente de La Nación. O que Clarín compre la planta y haga imprimir ahí La Nación.
Nunca hay conciliación
Los trabajadores gráficos se manifiestaron frente de la Secretaría de Trabajo, con apoyo de la Federación Gráfica Bonaerense (FGB) y la Corriente Federal de la CGT.
Damián Calzaretta -41 años, 21 en la planta, operario de la sección expedición, un hijo de tres meses- cuenta a lavaca: “Veníamos con amenazas, pero nunca creímos que La Nación pudiera llevar esto a cabo. Hicimos una negociación de dos meses, pero nunca hubo una contrapropuesta. Son muy rígidos. Nosotros teníamos muchos pluses por trabajo nocturno, insalubre, horarios rotativos, pero esos beneficios los están poniendo todos en una bolsa. ¿Cuál es su idea? Lo más probable es que terminen imprimiendo de nuevo en Buenos Aires, porque la logística es muy cara, pero van a buscar tercerizar la impresión”.
Calzaretta cuenta que en la fábrica eran 300 trabajadores pero en 2012 empezó la sangría. Quedaron 100, y en los últimos meses redujeron a 74. “Todos en la calle”, dice Sosta. “Y sin posibilidad de nada. Incluso nos quieren imponer una cláusula para sacarnos un 30 por ciento de la indemnización”.
El secretario general de FGB, Hector Amichetti, presente en la negociación, subraya a lavaca que la Secretaría de Trabajo planteó la indemnización como un derecho. “Es una aberración. El derecho es el trabajo, pero el argumento es el mismo en todos los conflictos que tuvimos bajo este gobierno: cuando una empresa echa y paga, no aplican conciliación ni ningún tipo de mediación posible”.
Según Amichetti, el hecho de que el abogad en este conflicto sea también de Clarín desnuda una realidad. “Manifestaron que sumando muy pocas personas Clarín puede hacerse cargo de imprimir La Nación. Defendimos el taller porque tiene tecnología de última generación. Podíamos adaptar la realidad a la caída del tiraje, pero sobre un piso que era el convenio. Ellos querían reducir un 40 por ciento”.
Según la FGB, La Nación tiene una tirada diaria de 80 mil ejemplares diarios. Clarín, 130 mil por día. En ambos casos, la tercera parte de sus peores tiempos anteriores.
-¿Qué expresa esta situación sobre el estado de la prensa y el periodismo?
-Hay que tener mucho cuidado en este momento, porque favorecidos por la política del Gobierno, están tendiendo a una estructura de concentración. Clarín busca un polo gráfico donde agarrar todo. Y ahí también hay que tener cuidado en la parte periodística, porque así como lo hacen en la gráfica, pueden juntar dos redacciones y así te sacan los dos diarios. Es un alerta que hay que tener. Evidentemente no es una caída de los medios gráficos sino que están buscando, con el aval que les da el gobierno, hacer más negocios, que es lo único que les interesa.
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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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