Nota
De la estrategia sueca a la Villa 31: comparaciones, fantasmas y preguntas
Desde que comenzó la cuarentena, lavaca viene publicando este intercambio entre la periodista Claudia Acuña – integrante de MU- y América Vera Zavala, dramaturga sueca. En las cartas 2.0, estas amigas intercambian experiencias y sensaciones respecto al abordaje del virus aquí y allá. Hoy que Suecia está en boca de todos, conviene releer varias de las cartas y, particularmente, esta nueva como un noticiero en vivo de lo que hoy se anuncia como descubrimiento. La diferencia entre lo que se dice y lo que pasa, entre lo que no se dice y pasa, y entre las medidas recomendadas por expertos y las decisiones políticas.

Buenos Aires, Argentina, 6 de mayo de 2020
Querida América:
Aquí comenzó el frío: 15 grados. Te preciso el dato porque sé que eso no es frío en Suecia, pero acá sí, especialmente para Buenos Aires, porque ese termómetro marca el momento en que la ciudad se endurece y en este momento tan extremo, más.
Vengo de hacer las compras por mi barrio y me encontré con una noticia: los comercios minoristas abrieron, a pesar del decreto de cuarentena obligatoria que los obliga a permanecer cerrados hasta dentro de cuatro días, y quizá más, según anticipan.
Abrieron las mercerías, las casas de venta de ropa, los restaurantes, las jugueterías, las mercerías, las zapaterías y más. Todas atienden en la puerta –no permiten el ingreso al local- y colocan una mesita atravesando el umbral, donde apoyan en el lugar más visible un frasco de alcohol en gel. Casi a manera de performance realizan así, de idéntica manera, local tras local, un acto de rebelión social, para presionar sobre los anuncios inminentes de prolongación del encierro.
Debo explicarte, creo, lo más difícil de explicar: cuando el Presidente anunció hace 10 días por cadena nacional que la cuarentena se prolongaba hasta el 10 de mayo, informó que se podía salir una hora por día para transitar un radio de cinco cuadras de tu domicilio. Y especialmente, le habló a las infancias. Les dijo que también estaban autorizadas a salir durante esa hora. Al día siguiente –domingo de sol- vi muchas familias que, manteniendo prudentemente las distancias aconsejadas, salieron del encierro con sus hijos, con barbijos. Pero el Presidente también dijo en aquel mensaje que las modalidades que adoptaría la cuarentena en esta nueva etapa iban a ser dispuestas por los gobernadores de cada provincia y por el jefe de Gobierno, en el caso de la ciudad de Buenos Aires. Mi interpretación es que delegó en esas manos la responsabilidad política de la salida del encierro. No estoy segura, claro. Lo que sí es un hecho es que al día siguiente el gobierno porteño anuló la posibilidad de salir una hora y también, que lo hiciera la niñez. Tengo amigas a las cuales les resultó muy difícil explicarles a sus hijos por qué no podían salir, a pesar que lo habían escuchado de boca del Presidente. Y lo difícil sobre lo ya difícil es un combo muy peligroso. Mucho más en estas circunstancias donde la información clara es vital para obtener consenso social a medidas antisociales.
Ubico entonces ahí la primera rajadura, que fue detectada inmediatamente y con la precisión que solo tienen los oportunistas políticos para calar más hondo. Eso, en nuestro país, es lo que hace la derecha, que sólo leva al ritmo de los errores de aquello que, para abreviar, voy a llamar “progresismo”.
A esta situación que comenzaba a ponerse delicada se sumó, en paralelo, los motines en las cárceles para exigir salir, ante el peligro de una epidemia de coronavirus dentro de los penales. Aquí pesó mucho el segundo problema del discurso oficial que justifica el encierro de toda la población en sus casas: la velocidad de expansión del virus –lo cual es cierto- y su poder letal- lo cual no parece ser hasta ahora tan certero. Hasta el momento, las estadísticas del ministerio de Salud indican que la letalidad del coronavirus alcanza al 6% de los infectados, y, según entiendo de los partes, ha provocado esas muertes en personas con patologías previas. Pero los discursos que circulan –no sólo desde el gobierno, aclaro- señalan que el peligro no está en que la cantidad de infectados colapse el sistema sanitario –principal motivo de esta cuarentena- sino en la letalidad del virus, como hoy mismo leo que el Presidente dijo para responder a la demanda de apertura: “Salir de la cuarentena como reclaman algunos es llevar a la muerte a miles de argentinos”.
Repito: llevar a la muerte a miles de argentinos.
¿Eso representa el coronavirus?
No es lo mismo que decir: “Llevar a que miles de argentinos sean infectados”.
Durante las primeras semanas de la cuarentena el gobierno ha difundido fotos con los hospitales de campaña montados en campos militares y también en un parque temático, Tecnópolis. La más impactante fue la foto de las fosas comunes que ordenó cavar el intendente de Córdoba Capital.
En el contexto de estos discursos oficiales es más fácil comprender por qué el primer infectado de coronavirus en un penal desató un motín. Tengo que aclararte que las cárceles argentinas no son cárceles: son mazmorras atestadas de personas que, en su gran mayoría, están a la espera de una condena. La violencia de esas protestas en las cárceles obligó a jueces, a través de la presentación de un habeas corpus colectivo, a liberar a algunos detenidos. Inmediatamente diferentes organizaciones de víctimas exigieron que no se libere a criminales peligrosos. Y muy especialmente, a quienes estén encerrados por delitos de violencia contra las mujeres. Otra vez el contexto es necesario para comprender este aireado reclamo: la cantidad de femicidios que se produjeron durante la cuarentena, hecho despreciado por la Ministra de las Mujeres en los informes que dio por teleconferencia ante el Senado, primero y ante Diputados, después.
Así las cosas, sumando ingrediente con ingrediente y con el caldo del malestar agitado por fake news salidas de las peores cuevas, estalló un cacerolazo en repudio a la “suelta de criminales, violadores y asesinos”.
Fue ruidoso, muy masivo y muy mal comprendido, según interpreto.
Las aclaraciones del gobierno llegaron tarde y mal. Recién ayer el Presidente precisó que se liberaron solo 300 de las 12.500 personas requeridas, ninguno de los que había cometido delitos graves, y que todas las liberaciones fueron dispuestas por jueces, es decir que no hubo responsabilidad ni del Presidente ni del gobernador bonaerense en estas decisiones. Obviamente estos nombres fueron los señalados por….¿quiénes?
Acá la cosa se complica un nivel más, como sucede en los juegos virtuales. Argentina está negociando con los acreedores financieros –más conocidos aquí como “buitres”, con perdón de los buitres- y eso significa que la oferta del gobierno es no pagar lo que piden y la contraoferta, ya te imaginarás.
Pero como si esto fuera poco, se sumó un ingrediente más: luego de algunos rounds que incluyeron un pronunciamiento de la Corte Suprema sobre si era constitucional sancionar leyes en sesiones realizadas por teleconferencia, el proyecto que propone el gobierno sancionar así es un impuesto a las grandes fortunas. El Presidente lo definió como “una contribución única” que “afecta a 1.200 personas que tienen en conjunto unos 1.300 millones de dólares.”
Repito: 1.200 personas tienen en Argentina y en estos momentos, 1.300 millones de dólares.
Ayer el ministro de Salud informó que la ocupación de camas en terapia intensiva es por ahora del 40%.
¿Falta lo peor o ya pasó?
Lo peor, sin embargo, ya está pasando.
En los sectores más golpeados –pequeños comercios, cooperativas, profesionales independientes ( abogados, psicólogos, etc)- la ayuda del Estado no llega, en otros no alcanza, y a los que llega, no beneficia a quienes debería, sino a los mismos de siempre: sectores enteros de la economía han recortado un 25% los salarios, a pesar de que muchas empresas han recibido subsidios para pagar esos sueldos.
Hay 301 infectados por coronavirus en la Villa 31, de Retiro, donde no hay agua desde hace 14 días.
Repito: no hay agua desde hace 14 días en un barrio donde viven 43.000 personas empobrecidas y en plena pandemia que obliga a lavarte, como mínimo, las manos.
En tanto, un grupo empresario local anunció su asociación con una minera china para explotar un emprendimiento en una zona en la que está prohibida por ley.
La reclusión obligatoria, entonces, se quebró en Esquel, donde cientos de personas marcharon con barbijo y a un metro de distancia para recordarle al Estado que gobierne quien gobierne no a la mina es no.
Y ese mismo día en La Plata docenas de mujeres, con barbijo y a un metro de distancia, se plantaron en la plaza principal para gritar “paren de matarnos”.
Conozco desde hace treinta años a la señora que hoy me vendió clandestinamente un ovillo de lana roja. En todos estos años, jamás hablamos de política ni de ninguna otra cosa que no sean botones, hilos y el número de aguja adecuada para con tal lana obtener tal tejido. Por primera vez hoy, levantándose el barbijo para que pudiera escucharla mejor, se atrevió a cruzar ese límite implícito y me dijo:
– Como pueblo tenemos muchos defectos, muchos, y de política nos comimos varios sapos, pero si de algo sabemos mucho es de economía. No la estudiamos: la olemos.
Y para expresarme qué huele ahora se subió el barbijo.
Es ese olor infecto el que circula ahora por las redes sociales. Me sorprende que en esas cuevas se hable cotidianamente de Suecia, por ejemplo. He leído posteos de intelectuales con prestigiosos posgrados que aseguran sin datos que en Suecia “todos los días cuentan miles de muertos” y también he leído a los más nefastos referentes de la derecha citar a Suecia como ejemplo para alentar el fin de la cuarentena.
También leí un artículo muy interesante publicado en un diario español que analiza el caso sueco en esa doble tensión: criminalizado por ser el único país que sigue otra forma sanitaria y política de enfrentar al virus y, al mismo tiempo, agitado como ejemplo por la derecha más rancia, que no distingue entre un sistema sanitario público de acceso universal de aquellos que sostenemos con mucho esfuerzo humano países empobrecidos por la rapiña financiera que sembró esta brutal pandemia de desigualdad.
Unos disfrutarían que Suecia tuviera millones de muertos, otros celebran cualquier cosa que les permita depredar más.
En el medio estamos vos, la señora de las lanas, yo, millones de nadies, atravesando esta pesadilla con el único contacto humano permitido: el olor.
PD) Han pasado cuatro días desde que escribí estas líneas. El presidente anunció por cadena la prolongación de la cuarentena obligatoria hasta el 24 de mayo. Para justificarla, entre otros argumentos, dijo: “Si no hacemos esto vamos a ser Suecia”. Los diarios se llenaron de notas sobre la estrategia sueca. Mucha opinión, poca información. Pero ya es evidente: analizar juntas el camino elegido por nuestros dos países era lo que teníamos que hacer.
Te abrazo.
Estocolmo, Suecia 11 de Mayo 2020
Querida Claudia
Un par de días atrás le mande un mail a mi suegra preguntándole si quería regalarle a Ernesto, que cumple años el 22 de mayo, un ropa muy linda que encontré a un precio muy bueno. En su respuesta me dice que sus ojos se llenan de lágrimas cuando piensa en todos los cumpleaños que pasó con Ernesto y que ahora ni lo va poder ver ni sabe cuándo. Las personas que dicen que en Suecia se vive una vida normal están muy equivocadas. Nosotros también perdimos nuestra normalidad al inicio de marzo, pero sí es cierto que la estrategia sanitaria sueca está siendo debatida en todo el mundo y lo que se dice muchas veces no son equivocaciones, sino historias mal contadas con la intención de crear un mal o buen ejemplo.
¿Por qué el presidente de Argentina le habla a los argentinos sobre Suecia en un discurso sobre la cuarentena? Eso es político.
Mucha gente dice que lo más difícil de la cuarentena no es entrar, sino salir. ¿Cómo se sale de una situación donde se dice que nadie va morir si todos nos quedamos en casa? ¿Cómo salir de casa?
Esta mañana hablé con una amiga (sueca) que tiene un novio (palestino) que vive en Nueva Zelanda. Ella probablemente regrese a Suecia en una semana. Sabe que no va poder regresar porque los ingresos a Nueva Zelanda están por el momento prohibidos. La estrategia de la isla es Corona Cero. La estrategia de Suecia está basada en otro paradigma: temprano o tarde casi toda la población va ser contagiada. Lo importante es que no todo el mundo esté contagiado al mismo tiempo porque el sistema de salud público no tiene capacidad para responder a una demanda masiva. La Agencia de Salud Pública y los epidemiólogos acá hablan mucho sobre un tema calve: una de las varias cosas que son difíciles para enfrentar a un virus así es saber cuándo implementar una medida, porque la medida debe entrar en el momento correcto. A mí me da la impresión (sin ser experta) que Argentina entró en cuarentena muy temprano y por eso las medidas ahora tienen más efecto negativo en la gente, la economía, la salud pública (entendiendo como parte de la salud de la población los femicidios, la salud psíquica, etc.) al priorizar el efecto en el sistema de salud del coronavirus. En Gran Bretaña parece que las medidas fueron implementadas muy tarde, por eso la tasa de muerte es alta. Pero ojo: cuando, por ejemplo, se compara Suecia con los otros países nórdicos, el epidemiólogo Johan Giesecke – uno de los más destacados del mundo- dice que al final de este proceso, que será largo, los países nórdicos van a tener más o menos la misma tasa de mortalidad. El futuro nos contará si tiene razón.
El presidente de Argentina no es el único que se refiere a Suecia. Trump también ha hablado sobre Suecia de manera negativa un día, positiva otro, para al tercer día volver a lo negativo. La extrema derecha norteamericana, que sale a la calle armada para protestar contra la cuarentena, porta carteles que dicen que Estados Unidos debería hacer como Suecia. En los últimos días la Agencia de Salud Pública de Noruega dijo que cerrar las escuelas y jardines habría tenido muy poco impacto. Suecia no los cerró nunca. Sin embargo, no fue una media recomendada por los expertos, sino una decisión política.
El otro día el jefe de las páginas de Cultura del periódico de Gotenburgo Björn Werner escribió una columna bastante humorística que decía que solamente en un país donde uno está acostumbrado a pasarlo tan aburrido se puede aplicar medidas que son tan sostenidas, porque ahora que los países europeos están abriendo la cuarentena, nosotros seguimos cerrados a medias (o abiertos a medias, depende de tu perspectiva). Y claro que tiene razón: en un país tan conocido porque nunca pasan cosas muy dramáticas la estrategia contra el coronavirus también es poco dramática.
Lo que yo me pregunto es por qué en el mundo sólo Suecia sigue otra estrategia. Es decir, por qué existe esta falta de variación para enfrentar este virus.
Ese falta de variación me hace recordar los debates sobre el FMI en los años noventa, cuando la crítica contra los programas de ajuste estructural había crecido mucho. Fue por entonces que Joseph Stieglitz, Susan George o Walden Bello comenzaron a hablar sobre el gran daño que creaba la política de la FMI por su falta de variación, por su falta de respeto a las diferencias de los países, y las diferencias dentro de los países. Los expertos del FMI parecían ciegos y mudos, guiados por una ideología neoliberal que mataba, porque la gente se moría de hambre.
Lo que yo me pregunto es por qué morir de Covid-19 es peor que morir de hambre. No es una pregunta retórica. Si todo el mundo se puede “cerrar” por un virus mortal, ¿por qué no se cerró también ante todas las muertes que produce este sistema? Eso es político.
El otro día hablé con una amiga en África del sur. El problema ahi es que no existe ningún tipo de medidas complementarias a la cuarentena. La gente que no tiene casa, ¿cómo se va a quedar en casa? La gente que vive junto a muchas personas en espacios pequeños, ¿cómo va a mantener la distancia de un metro? La gente que no tiene agua, ¿cómo va a lavarse las manos? Si en Suecia la recomendación de “trabajar en casa” ya revela las violentas diferencias de clase, ¿qué sucede en otros países donde la desigualdad es mucho mayor?
Me han contado que Bogotá la gente con hambre cuelga un lienzo rojo en su ventana.
Es una imagen desgarradora.
Este sábado a Camilo tuvo gripe, y en la noche su hermano le había diagnosticado corona. Cuando estamos cenando me lo dice: “mamá, creo que tengo corona” y sus lágrimas se derramaban por su cara de seis años. Al día siguiente se levantó alegre para jugar al fútbol. Esa es nuestra normalidad.
Besos
América.
Nota
Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.
Por Claudia Acuña
Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.
Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.
Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.
A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Hasta lograrlo.
Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.
Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.
Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.
Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.
Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.
Quizá.
Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.
Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.
La presentación
Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.
Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.
Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».
El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.
Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Nota
La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.
Por Francisco Pandolfi
Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.
La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”.
Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».
Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.
Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.
Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”.
En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.
La causa, sin avances
Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.
Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”.
La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.
Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.
Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.
Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.
Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.
Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.
Nota
La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.
Por Franco Ciancaglini.
La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo.
En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso.
“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.
La que habla es una de sus hijas, Paula.
El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10.
Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.
El arma y la palabra
Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.
Es jubilada.
Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.
Tiene tres hijas.
Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.
Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.
Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.
La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.
Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.
El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.
Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.
Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.
Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.
“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.
Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.
Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.
Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.
Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.
La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”.
¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.
La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.
¿Necesitan algo? “Sí: paz”.
- Revista MuHace 3 semanas
Mu 201: Modo Estela
- NotaHace 2 semanas
La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía
- ActualidadHace 4 días
Hasta el lunes, Nora
- ActualidadHace 2 semanas
Pablo Grillo: el retrato que más duele
- NotaHace 3 semanas
Alerta Lugano: a espaldas de la comunidad, AUSA y el GCBA avanzan con el Máster Plan