Nota
Democracia o burocracia sindical: El parto subterráneo
A partir del 5 de febrero los trabajadores del Subte de Buenos Aires plebiscitarán el nacimiento de un nuevo sindicato que los represente. ¿Qué significa en términos prácticos la burocracia sindical? Datos sobre patotas, precarización, luchas ganadas, y los nuevos estilos de organización gremial.
“Nosotros no dividimos al crear un nuevo sindicato. Al contrario. La burocracia fue la que dividió cuando aceptó que hubiera precarizados y tercerizados, cuando negocia perjudicando nuestros salarios, cuando aceptan que haya dirigentes en componendas y trabajadores tratados como tarados, cuando el sindicato se pone contra los trabajadores y mandan patotas a asustarte y a pegarte”.
Roberto Pianelli explica así el fondo de una decisión que implica la búsqueda de libertad y autonomía sindical para unos 3.500 trabajadores de los subterráneos. Desde el 5 de febrero (empezando por la línea D) hasta el 11, tanto en subtes como en el Premetro se plebiscitará la creación de un nuevo sindicato que los agrupe fuera de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) gremio cuyo grado de agresividad y desinterés hacia los trabajadores ya es un clásico en el sindicalismo argentino. El plebiscito tal vez sea el paso inicial para el nacimiento de la Asociación Gremial de Trabajadores de Subterráneos y Premetro, “aunque todos nos seguirán conociendo como los metrodelegados, o el sindicato del subte”.
No sólo no se trata de dividir, sino de poner en práctica elementos de la legislación vigente (como la ley 23.551 de Asociaciones sindicales), o el fallo de la Corte Suprema y el convenio 98 de la Organización Internacional del Trabajo sobre el derecho de sindicación y negociación colectiva, que avalan, dicen los trabajadores en un comunicado “la posibilidad de crear por parte de los trabajadores su propia organización sindical”.
En cierto modo, ya lo habían hecho.
Pianelli es uno de los 24 integrantes del cuerpo de delegados de Subterráneos de Buenos Aires. Ese cuerpo es la forma organizativa que en los últimos años logró una serie de mejoras (antes se las llamaba “conquistas”) impensables en tiempos de menemismo, neoliberalismo, privatizaciones, fin de la historia, crisis 2001 y otras recordadas guillotinas.
Los trabajadores del subte, en preservación de sus cabezas, tomaron la defensa gremial en sus propias manos durante estos años, mientras la conducción de la UTA (Unión Tranviarios Automotor, que congrega principalmente a los choferes de colectivos) engrosaba sus arcas y sus cinturas dedicándose a tareas menos inhóspitas, tales como mejorar su relación con la empresa Metrovías, y financiar patotas para amedrentar, en el subte, a los díscolos.
Resultados
Los subterráneos se privatizaron a mediados de los 90, la concesión fue a parar a Metrovìas, empresa del grupo Roggio y –respetando los aires de esos tiempos, de casi 5.000 trabajadores se pasó a una planta de menos de 2.000. Muchas de las tareas, con anuencia del gremio, se “tercerizaron”. Traducción: en lugar de contratar trabajadores para limpiar, por ejemplo, se contrataba a empresas de limpieza, que a su vez pagaban miseria para trabajos precarios y sin protección sindical. Lo mismo con la “seguridad”. Esto además implicaba asociaciones y negocios extras entre la empresa, el sindicato y esas “empresas” cuyos propietarios solían ser un misterio.
Los trabajadores crearon su propio cuerpo de delegados, que con los años se hizo cargo no sólo de sus reivindicaciones, sino también de romper esos sistemas precarios de trabajo.
Resultados:
- Estabilidad laboral: hace diez años que no hay despidos en el subte.
- Recuperación de la jornada de 6 horas por trabajo insalubre, que se había perdido con la privatización.
- Fin del fraude laboral que implicaba la tercerización de tareas.
- La creación, por lo tanto, de unos 1.500 puestos de trabajo genuinos y no precarizados.
- Sensible mejora de las condiciones de trabajo.
- Lo mismo con los sueldos (hoy los básicos, sin contar antigüedad, van del mínimo de 2.170 hasta 3.785, según categorías). En el caso de un peón de limpieza, su paso de “tercerizado” a trabajador formal de subtes implicó triplicar su ingreso, y reducir a 6 horas la jornada laboral.
¿Qué es la “normalidad”?
Sostiene Pianelli: “Nosotros conseguimos cantidad de mejoras, en medio de una crisis de 2001 que afectó la capacidad de las privatizadas y de la superestructura política
de imponer condiciones a los trabajadores. Cuando se empezó a normalizar todo, se normaliza también la situación de los sindicatos,q ue son denunciados desde hace años como un régimen autoritario que hay que acatar como en un ejército. Esto se hizo patético en esta coyuntura con tipos qu hace 6 o 7 años no podían salir en público y hoy aparecen fotografiados con los funcionarios del Estado como representantes del movimiento obrero. Pienso en José Rodríguez (SMATA), en Pedrazza (ferroviarios) y tantos impresentables, que si alguna vez trabajaron fue hace 50 años”.
Pianelli considera que el nivel de vida de estos dirigentes “es el de empresarios multinacionales. Están encima de cualquier empresario nacional o de una PYME. Ni te digo de un trabajador. Vos ves los autos, las mansiones, la ostentación, y te das cuenta. Además las de ellos han sido las prácticas históricas de las que han surgido la Triple A y más recientemente los enfrentamientos por la torta sindical, con muertos y batallas. La normalidad empieza a ser esa”.
Apóstoles y terroristas
“En los últimos años” narra Pianelli, “hicieron lo posible por echarnos del sindicato, consiguieron bajar el poder adquisitivo de nuestros sueldos, trataron de imponer nuevas condiciones de precarización. Empezó a verse una patota de 50 o 60 tipos que no trabajan pero andan dando vuelas por los lugares de trabajo amedrentando a la gente, mientras concertan todo con la empresa”. La revista Mu, número 5, se revela de qué modo la oficina de eso que llaman “Recursos Humanos” en Metrovías, se imprimió un manual interno en el que se divide a los trabajadores en “apóstoles” (los 50 o 60 que menciona Pianelli), “indiferentes”, y a los que reclaman por sus condiciones de trabajo y salarios se los encuadraba como “terroristas” (queda como tema a tratar el grado de profesionalismo y salud mental de los “expertos” que realizan tales “diagnósticos” en el mundo actual).
La acción y el olfato
Pianelli cree que terminó de hartar a los trabajadores la intención de expulsar a los delegados de la UTA, que no tuvo convalidación por parte del Ministerio de Trabajo. “Ya en 2007 un grupo entró al hotel Bauen, a pegarnos mientras hacíamos una conferencia de prensa, y el año pasado esa patota se instaló frente al Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) para impedir un encuentro. Andaban en micros, buscándonos por la ciudad. Volvieron a entrar al Bauen, todo un papelón frente a los turistas”.
El cuerpo de delegados, preventivamete, inscribió un sindicato ante el Ministerio de Trabajo. “Todavía no nos dieron el reconocimiento formal, pero queremos que el plebiscito deje claro hacia afuera y hacia adentro cuál es la voluntad de los trabajadores. Luego veremos si iniciamos una desafiliación masiva de la UTA exigiendo que se nos reconozca”.
El nuevo sindicato aspira no sólo a tener mayor autonomía, sino a crear un tipo de relación abierto con los trabajadores. “Ya hay casos como el de FOETRA donde no hay Consejo Directivo sino Consejo Administrativo” ubica Pianelli como ejemplo. “Son señales de la intención de hacer las cosas de un modo distinto”. Los metrodelegados se enorgullecen de haber rotado en sus cargos: “De lo que fue el primer cuerpo de delegados, quedamos tres, y siempre con la idea de lograr esa rotación y ese estilo compartido y participativo que haga que no te la creas”.
A ese estilo abierto no le faltó olfato. Pianelli cree que una clave de sobrevivencia fue haber sabido esperar. “Hubo momentos en que nos atacaron que fueron muy duros, pero tuvimos cierta claridad de saber esperar y actuar cuando más nos convenía. No nos apuramos. Hubo casos de compañeros buenísimos, como los del Casino, que no pudieron hacer eso, y esa lucha terminó mal”.
Si el plebiscito resulta favorable, el nuevo sindicato parece tener un borrador de principios que no suelen ser moda: “Total transparencia en el manejo de los fondos, decisión colectiva para cada reclamo que se emprenda, y trabajar en mejorar las posibilidades de recreación y de salud de los compañeros. Hay una cantidad de patologías por las condiciones laborales de las que nadie se ocupa y si ves lo que es hoy la obra social de UTA, creo que no resistiría una auditoría en serio”.
Mientras se termina de preparar todo para el plebiscito, los trabajadores proponen mandar a los mails que aquí se copian, el texto que se reproduce más abajo.
Enviar a:
porunnuevosindicato@metrodelegados.com.ar;
Ministro de Trabajo ;
Jefatura de Gabinete ;
Defensor del Pueblo
El siguiente texto:
Me solidarizo con los trabajadores del Subterráneo y el Premetro de la Ciudad de Buenos Aires, quienes realizaran un plebiscito para decidir su futuro sindical, en una muestra de espíritu democrático.-
Asimismo, solicitamos al Ministerio de Trabajo dar cumplimiento a la ley de Asociaciones Sindicales, al Fallo de la Corte Suprema de Justicia acerca de la Libertad de Afiliación sindical y al Convenio Nro. 98 de la Organización Internacional del Trabajo.-
Nota
Mía: Cuando el arte abraza

Mía es una obra de teatro que podríamos encuadrar dentro del biodrama o autoficción. Y es mucho más: es grito, es abrazo y, también es un espejo. La actriz y médica psquiatra Mercedes Bertuzzi expone en escena su propia historia: una situación de violencia machista que sufrió por parte de una ex pareja. Este sábado 18 de marzo y en el marco del 8M, esta obra testimonial se presenta en MU Trinchera Boutique a las 21 hs, entradas a la gorra.
“Los primeros años, luego de salir, fueron de mucha confusión, angustia y mucha bronca. Escribir me permitía depositar esas emociones en el texto. El primer objetivo fue descargar. Siempre estuvo el deseo de poder denunciar a través de ese texto que iba escribiendo, pero no estaba segura de si iba a encontrarle la forma. En el proceso empecé a entrenar con Marina Otero, ella hace autoficción, y ahí algo se destrabó, la vi, vi la obra”, cuenta Mercedes. Al terminar de escribir el texto, tomó conciencia de que no era exclusivamente autorreferencial sino que involucraba la historia de muchas otras. Así tomó coraje para llevarla a la escena. “En cada función se me acercan decenas de mujeres emocionadas a abrazarme diciéndome ‘somos muchas’. Todas pasaron por una situación de violencia o acompañaron a otra mujer que la pasó. Siempre termino la función con ganas de gritar cada vez más fuerte el texto de esta obra. Siento que estoy entregando mi historia al colectivo y eso hace que ya no me pese, ya no lucho contra ella. Cada mujer que se identifica con la historia se la apropia un poquito y le va dando más cuerpo al personaje de Mía”.
Con sus herramientas artísticas, Mercedes logró una obra poética, sin golpes bajos, con ironía y momentos muy divertidos.
En una escena, dos niñas juegan a ser actrices, prueban vestuario y declaman en nombre del amor. Las palabras son extraídas de las típicas canciones románticas de cantantes famosos, las que hemos aprendido y cantado a lo largo de los años. “Para quienes fueron víctimas, no es fácil hablar. La violencia nos deja mudas, vacías, solas, no hay palabras que alcancen para explicar. El arte nos habilita un lenguaje a través del cual poder decir lo indecible, nos devuelve la voz, en la forma que cada una elija expresarse. Y para quienes son público, adentrarse a la temática desde una propuesta artística creo que les permite hacerlo sin tantas resistencias. Te permite escuchar con otra disponibilidad. El relato atravesado por la dramaturgia, la música, los cuerpos. Mantiene su fuerza y su crudeza, pero es amortiguado de ternura, poesía, risa. Y eso permite que hablemos de violencia con personas que quizás no se acercarían de otras formas”.

Cada vez que Mía fue presentada en distintos teatros —Mercedes quiere que la obra circule y abra a la reflexión— los comentarios de personas del publico se multiplican: “Presencié ese mismo diálogo”, “sentí exactamente eso”, “estuve en pareja con un tipo igual”. No solo es reparador para ella sino para muchas. “Romper el silencio es imprescindible. Me sigue sorprendiendo la cantidad de mujeres que se acercan después de la función a abrazarme emocionadas por haber ‘contado su historia’, estuvieron ahí mismo o acompañaron a otra. De todas las edades, todas las clases sociales. Es escalofriante, es triste. Pero es también esperanzador encontrarnos. Ya no nos estamos quedando calladas, estamos denunciando y estamos convencidas de cambiar esa realidad. El haber sido víctima de violencia ya no queda solo como una herida que duele y mejor callar y olvidar. Hoy somos víctimas enojadas, creativas y sobre todo, en red. Compartir Mía me abrió los ojos a eso… Es mi historia, es la de muchas otras y, por suerte, es parte de la historia que estamos modificando”.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143
Sábado 18 de marzo a las 21 hs
Actúan: Mercedes Bertuzzi, Juliana Gotta, Gonzalo Pungitore, María Tibi
Entradas “a la olla”.
Podés reservar en este link:
Nota
Punitivismo y feminismo en el caso de Lucía Pérez: una mirada sobre esa falsa dicotomía

La abogada trans Cristina Montserrat Hendrickse analiza por qué es falsa la dicotomía que pretenden instalar sectores que siempre trabajan para categorizar las divisiones del movimiento feminista. Así crean grietas sociales que les permiten alentar congresos, investigaciones y polémicas de las cuales viven.
Por Cristina Montserrat Hendrickse
Una corriente muy minoritaria de los feminismos entiende que reclamar la sanción penal del femicidio es una actitud punitivista.
Llegan a tal conclusión partiendo del concepto de que el castigo refuerza la violencia.
Evidentemente la idea de la que se parte es correcta, pero el error de la conclusión reside en asociar pena a castigo. En no distinguir la finalidad de la pena que impone nuestro Derecho de la triste realidad de castigo que significa la ejecución efectiva de las penas privativas de libertad.
Los feminismos en nuestro país se encuentran justificados jurídicamente en la Convención Contra Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) incorporada a nuestra Constitución en 1994; la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra La Mujer (Convención de Belem do Pará) que es un tratado internacional de jerarquía superior a las leyes; y las leyes nacionales y provinciales que reglamentan a estos tratados.
Nótese que la convención de Belem do Pará obliga a los Estados a “sancionar” la violencia de género, además de prevenirla y erradicarla. El marco jurídico “sancionatorio” por excelencia es el Derecho Penal.
De allí que en nuestro sistema de derecho pretender eludir o abolir la punición de la violencia de género resulta jurídicamente anticonvencional, y por tanto anticonstitucional.
No por ello se deja de valorar el aporte del antipunitivismo feminista en cuanto sostiene que el castigo refuerza la violencia. Pero el problema del antipunitivismo reside en cuestionar al sistema (de origen convencional interamericano) de sanción de la violencia de género, y no al sistema de castigo que en los hechos (y apartándose del Derecho) sucede con la aplicación de la pena.
En efecto, la finalidad esencial de las penas privativas de la libertad es la reforma y la readaptación social de los condenados (art. 5.6. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, también incorporada a nuestra Constitución en 1994), sin olvidar el mandato de que “…Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas…” (artículo 18 de la Constitución Nacional). De ambas reglas de jerarquía superior surge que la finalidad jurídica de las penas no es el castigo, como erradamente lo entiende cierta expresión del feminismo antipunitivista, sino la resocialización.
De allí que se impone una diferenciación entre “antipunitivismo” y “abolicionismo” que permita distinguir: si se pretende que la pena no se constituya en castigo sino como resocialización (antipunitivismo); o si se pretende abolir todo tipo de pena (abolicionismo penal).
La primera debería hacer foco en una reforma penitenciaria feminista, que lejos de reforzar el patriarcado lo deconstruya, no aboliendo las penas, sino modificando su ejecución a la finalidad que el impone el Derecho.
La segunda implicaría la abolición de todas las prisiones; y además, el desafío de construir respuestas ante los crímenes o lo que cada sociedad considera crímenes.
Evidentemente el castigo refuerza la violencia. Por lo que el mismo debe ser eliminado del sistema de ejecución penal, pero no el sistema de sanción; salvo que se sostenga el abolicionismo, teoría también respetable, pero que resulta anticonstitucional en nuestro sistema de Derecho, al menos en materia de violencia de género ya que la República Argentina se obligó ante la comunidad interamericana a sancionarla.
Toda decisión que se aparte de ese compromiso violentaría el sistema jurídico argentino y comprometería a nuestra Nación frente a la Comunidad Interamericana exponiéndonos a ser destinatarios de reclamos, cuando no de sentencias condenatorias, ante el sistema interamericano de Derechos Humanos.
En resumen: debatamos sobre las cárceles, no sobre las penas.
Cristina Montserrat Hendrickse
Nota
Pergamino: sentencia contra los agrotóxicos y triunfo de la comunidad frente a un intendente

La Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la distancia de 1.095 metros dentro de las cuales están prohibidas las fumigaciones terrestres con agrotóxicos, y de 3.000 metros para las aéreas. De ese modo denegó el recurso de amparo presentado por el intendente pro agronegocio de Pergamino, Javier Martínez. La denuncia original había sido presentada por Sabrina Ortiz (en la foto principal), vecina de Pergamino, que en su reclamo contra el envenenamiento cotidiano que sufrían ella, su familia y sus vecinos, y sin encontrar quien la defendiera legalmente, terminó recibiéndose de abogada para encarar sus propias causas. La sentencia de primera instancia había sido dictada por el juez del juzgado penal 2 de San Nicolás Carlos Villafuerte Ruzo.
Frente a la ratificación de la Corte dijo a Sabrina Ortiz a lavaca, entre otras cosas:
- “Se me vinieron a la mente un montón de recuerdos de personas que la pasaron muy mal, personas que ya no están incluso, que fueron víctimas de este modelo y que perdieron la vida por esta causa”.
- “Celebro por duplicado porque cada batalla que damos tenemos oponentes muy fuertes, corporaciones, intereses políticos, corrupción, sectores del agronegocio. Entonces, en parte estoy feliz porque aunque sabemos que la solución sería que sea agrotóxicos cero para todo el mundo, no sólo para esta región, podemos decir que es un pasito más que estamos dando hacia el buen vivir”.
Publicamos además la nota completa realizada en la revista MU.
Por Francisco Pandolfi

Un fallo de la Corte Suprema de Justicia ratificó la distancia de 1.095 metros de prohibición de fumigaciones terrestres y de 3.000 metros para las fumigaciones aéreas, denegando el recurso de amparo que había presentado nada menos que el intendente de Pergamino, Javier Martínez, pretendiendo fumigar en todas partes, pese a las denuncias sobre los efectos de los agrotóxicos en la comunidad, el suelo, el aire y el agua.
El fallo en primera instancia, apelado por Martínez, había sido del Juez Carlos Villafuerte Ruzo, titular del Juzgado Penal Número 2 de San Nicolás, en septiembre de 2019, como medida protectoria paliativa urgente frente a las masivas fumigaciones.

Quien realizó la denuncia original ante la justicia federal fue la activista ambiental y abogada Sabrina Ortiz, también víctima de los agrotóxicos. Ante este fallo de la Corte Suprema de la Nación, explica a lavaca: “Esperábamos la resolución desde hace bastante tiempo, con muchas expectativas, pese que los últimos fallos que ha tenido la Corte en materia ambiental no han sido para nada alentadores. Sin embargo, para nosotros era casi seguro que iba a fallar a favor. Se me vinieron un montón de situaciones a la cabeza, sobre todo por cómo comenzó esta causa, por la salud de mis hijos, por las afectaciones que tuvieron, con las afectaciones que tuve en mi cuerpo; se me vinieron a la mente un montón de recuerdos de personas que la pasaron muy mal, personas que ya no están incluso, que fueron víctimas de este modelo y que perdieron la vida por esta causa. Fueron recuerdos muy tristes, muy angustiantes, dolorosos, del vivir cotidiano, de hecho todavía están en controles mis hijos y hay un montón de gente que la sigue sufriendo”.

Relata también con asombro: “Me da mucho dolor, que sea el propio municipio el que intenta ir en contra de la salud de las personas. Me da mucha impotencia que el intendente Javier Martínez sea quien quiere que nos fumiguen en la cabeza. Al mismo tiempo, celebro por duplicado porque cada batalla que damos tenemos oponentes muy fuertes, corporaciones, intereses políticos, corrupción, sectores del agronegocio. Entonces, en parte estoy feliz porque aunque sabemos que la solución sería que sea agrotóxicos cero para todo el mundo, no sólo para esta región, podemos decir que es un pasito más que estamos dando hacia el buen vivir”.
Aquí, el viaje, la investigación y la nota completa sobre la situación en Pergamino publicada en la revista MU: La capital del veneno.
https://lavaca.org/mu163/mu-en-pergamino-la-capital-del-veneno/

-
NotaHace 5 días
Punitivismo y feminismo en el caso de Lucía Pérez: una mirada sobre esa falsa dicotomía
-
#NiUnaMásHace 3 semanas
El contexto de la amenaza a Messi en Rosario: narco Estado, violencia, femicidios y extractivismo
-
MU180Hace 2 semanas
El juicio del Nunca Más: Qué se juega en el fallo por el femicidio de Lucía Pérez
-
NotaHace 4 días
Mía: Cuando el arte abraza
-
NotaHace 2 semanas
Quién es Garello, el jefe de los fiscales de Mar del Plata, juzgado por crímenes de lesa humanidad
-
MU180Hace 2 semanas
La salida autogestiva: Ley de Recuperación de Unidades Productivas
-
NotaHace 2 semanas
8M: la acción de Familias Víctimas de Femicidios frente al Congreso
-
MU180Hace 2 semanas
La exaltación presidencial: Agrotóxicos en Exaltación de la Cruz