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John Berger: ¿Dónde estamos?

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El escritor inglés resume en esta poética y lúcida descripción la postal del mundo actual. Y la humillación que revelarse a este estado de las cosas produce: «La vergüenza nace cuando uno se ve obligado a protestar, a reclamar lo evidente: que gran parte del sufrimiento actual se podría aliviar o suprimir si se tomaran unas medidas realistas y relativamente sencillas «.

(por John Berger) Quiero decir algo, al menos, sobre el sufrimiento que existe hoy en el mundo.

La ideología del consumo, la más fuerte e invasiva del planeta, se propone convencernos de que el dolor es un accidente, algo contra lo que uno se puede vacunar. Ésta es la base lógica de su crueldad.

Todos sabemos, sin duda, que no hay vida sin dolor, y todos queremos olvidar este hecho, o relativizarlo. Todas las modalidades del mito de la Pérdida de la Edad de Oro, en la que no existía el dolor, no son más que una forma de relativizar el dolor que se sufre en la Tierra. Lo mismo que la invención de ese reino contiguo, el del sufrimiento como castigo, el Infierno. Y que el descubrimiento del sacrificio. Y después, mucho después, el del perdón, el más importante. Se podría decir que la filosofía empezó con una pregunta: ¿por qué hay sufrimiento? Sin embargo, hecha esta salvedad, el sufrimiento que se vive hoy carece, tal vez, de precedentes.

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Escribo en la noche, aunque es de día. Un día de principios de octubre de 2002. El cielo azul ha brillado sobre París durante casi una semana. Cada día anochece un poco antes y cada día la puesta de sol es increíblemente hermosa. Tal vez próximamente las fuerzas militares estadounidenses lancen un ataque ‘preventivo’ contra Irak, a fin de que las grandes compañías petroleras norteamericanas puedan hacerse con unas reservas de crudo nuevas y supuestamente más seguras. Escribo en la noche de la vergüenza.

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No me refiero a un sentimiento de culpa individual. Empiezo a entender que la vergüenza es un sentimiento que a la larga corroe toda capacidad de esperanza e impide mirar a lo lejos. Bajamos la vista, nos miramos los pies y pensamos sólo en el paso siguiente.

En todas partes, bajo muy distintas circunstancias, todo el mundo se hace las mismas preguntas: ¿dónde estamos? Es una pregunta histórica, no geográfica. ¿Qué estamos viviendo? ¿Adónde nos llevan? ¿Qué hemos perdido? ¿Cómo vamos a seguir adelante sin una visión del futuro medianamente plausible? ¿Por qué hemos perdido toda visión de lo que supera la duración de una vida?

Los expertos ricos responden: la globalización. La posmodernidad. La revolución en las comunicaciones. El liberalismo económico. Estos términos son tautológicos y evasivos. A la angustiada pregunta de ¿dónde estamos?, los expertos apenas murmuran: ¡En ningún sitio!

¿No sería mejor ver y declarar que estamos viviendo el caos más tiránico -por su poder de difusión- que haya existido nunca? No es fácil comprender la naturaleza de esa tiranía porque su estructura de poder (que abarca desde las 200 multinacionales más grandes hasta el Pentágono) es compacta y cerrada, pero difusa; dictatorial, pero anónima; ubicua, pero materialmente ilocalizable. Tiraniza desde un limbo exterior, y no sólo en los términos de las leyes fiscales sino también de la política, ya que no se somete más que a su propio control. Su objetivo es despojar al mundo entero de sus raíces. Su estrategia ideológica -comparada con la cual la de Bin Laden parece un cuento de hadas- es socavar lo que existe hasta que se derrumbe y convertir entonces las ruinas en su particular versión de lo virtual, un dominio, el virtual, cuya fuente de beneficios -y éste parece ser el credo de la tiranía- será inagotable. Suena estúpido. Pero las tiranías son estúpidas; y ésta está destruyendo la vida del planeta en el que opera. A todos los niveles.

Aparte de la ideología, su poder está basado en dos amenazas. La primera es la posibilidad de que el Estado con mayor fuerza militar del mundo se nos caiga encima desde el cielo. Se la podría denominar Amenaza B 52. La segunda la constituye la deuda, la bancarrota, y de ahí que, teniendo en cuenta cómo se establecen hoy en el mundo las relaciones de producción, se la pueda llamar Amenaza Cero.

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La vergüenza nace cuando uno se ve obligado a protestar, a reclamar lo evidente: que gran parte del sufrimiento actual se podría aliviar o suprimir si se tomaran unas medidas realistas y relativamente sencillas (en algún lugar de nosotros mismos todos reconocemos la obligación, pero la obviamos por pura impotencia).

¿Se merece nadie ser condenado a una muerte segura sólo por no tener acceso a un tratamiento cuyo costo no llegaría a dos dólares diarios? Esto se preguntaba el pasado julio la directora de la Organización Mundial de la Salud. Hablaba de la epidemia de sida en África y otras partes del mundo, la cual se estima que causará la muerte de 68 millones de personas en los próximos dieciocho años. Estoy hablando del dolor de vivir en el mundo hoy.

La mayor parte de los análisis y los diagnósticos de lo que está sucediendo se hacen, lo que no deja de ser comprensible, en el marco de una disciplina concreta: la economía, la política, la sociología, la salud pública, la ecología, la defensa, la criminología, la educación, etcétera. En la realidad, en lo que se está viviendo de verdad, todos estos campos se unen en un campo único. Sucede que las personas sufren en sus vidas las consecuencias de unos males que están clasificados en categorías separadas, y los sufren de forma simultánea e inseparable.

Un ejemplo de ahora mismo: los kurdos que llegaron recientemente a Cherburgo, corriendo el riesgo de ser repatriados a Turquía al haberles denegado el Gobierno francés el asilo político, son pobres, ilegales, indeseables políticamente, carecen de un lugar al que ir y no son clientes de nadie, no tienen quien los proteja. Y sufren todo ello al mismo tiempo.

Es necesario tener una visión interdisciplinar de lo que está sucediendo, porque es necesario conectar esos ‘campos’ que institucionalmente se mantienen separados. Y toda visión que intente conectarlos será necesariamente política (en el sentido original de la palabra). La condición esencial para pensar en términos políticos a escala global es ver la unidad del sufrimiento innecesario que existe hoy en el mundo. Éste es el punto de partida.

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Escribo en la noche, pero no sólo veo la tiranía. Si así fuera, probablemente me vencería el desánimo y no podría continuar. Veo a la gente durmiendo, revolviéndose en la cama, levantándose a beber, susurrando sus proyectos o sus miedos, haciendo el amor, rezando, cocinando mientras duerme el resto de la familia, en Bagdad, en Chicago. (Sí, claro que veo también a los cuatro mil luchadores kurdos que fueron gaseados -con el beneplácito de Estados Unidos- por Sadam Husein.) Veo trabajar a los pasteleros de Teherán, y veo a los pastores de Cerdeña, tenidos por bandoleros, durmiendo junto a sus rebaños. Veo a un hombre en pijama en el Friedrichshain de Berlín leyendo a Heidegger frente a una botella de cerveza, y tiene manos obreras; veo una patera de inmigrantes ilegales en las costas españolas, cerca de Cádiz; veo a una madre de Mali, llamada Aya, que significa Nacida en viernes, acunando a su bebé; veo las ruinas de Kabul y a un hombre volviendo a

casa, y sé que, pese al dolor, el ingenio de los supervivientes no se deja mermar. Es un ingenio que rebusca y recolecta energía, y estoy convencido de que la incesante astucia de este ingenio encierra un valor espiritual, algo semejante al Espíritu Santo. Estoy convencido, aunque no sepa por qué.

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El siguiente paso es rechazar el discurso de la tiranía. Los términos que utiliza son basura. Democracia, Justicia, Derechos Humanos, Terrorismo son los términos recurrentes en los discursos interminables y repetitivos, en los comunicados, en las conferencias de prensa, en las amenazas. Y cada palabra en ese contexto significa lo opuesto al sentido que tuvo en algún momento. Se ha traficado con ellas y se han convertido en palabras clave del código secreto de las mismas bandas que se las han robado a la humanidad.

La democracia es una propuesta (que raramente llega a hacerse realidad) relativa al proceso de toma de decisiones. Lo que promete es que las decisiones políticas habrán de tomarse tras haber consultado a los gobernados y a la luz de la consulta. Su funcionamiento depende de que los gobernados estén adecuadamente informados de las cuestiones sometidas a decisión y de que quienes han de tomarla tengan la capacidad y la voluntad de escuchar y de tener en cuenta lo que han oído. No se debe confundir la democracia con la ‘libertad’ que proponen las opciones binarias, la publicación de las encuestas de opinión o el amontonamiento de los ciudadanos en cifras estadísticas, pues todo ello es precisamente el material empleado para guardar las apariencias.

Hoy las decisiones fundamentales, unas decisiones que son las responsables del sufrimiento innecesario que existe cada vez en mayor grado en el planeta, han sido y son tomadas unilateralmente, sin participación o consulta abierta.

¿Cuántos ciudadanos estadounidenses, por ejemplo, habrían dicho ‘Sí’ , de haber sido consultados, a la retirada de Bush del Acuerdo de Kioto, en el que se intentaba poner freno a las emisiones de dióxido de carbono que causan un efecto invernadero que ya ha empezado a provocar inundaciones desastrosas en muchas partes del planeta y que amenaza con causar aún mayores desastres en los próximos veinticinco años? Sospecho que una minoría, pese al poder de los medios de comunicación para encauzar la opinión.

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Hace poco más de un siglo que Dvorak compuso su Sinfonía del Nuevo Mundo. Cuando la escribió, era director de un conservatorio de música de Nueva York, y la propia sinfonía le llevó a componer, ocho meses después y todavía en Nueva York, su sublime Concierto para Violoncelo. En la Sinfonía, las colinas que se pierden en el horizonte de su Bohemia natal se convierten en las promesas del Nuevo Mundo. No es grandilocuente, pero sí insistente y ruidosa, pues describe los anhelos de quienes carecen de poder, de aquellos a quienes se denomina erróneamente ‘pueblo llano’, de aquellos a quienes estaba destinada la Constitución estadounidense de 1787.

Pocas obras de arte que yo conozca expresan de una forma tan directa y, sin embargo, tan brusca (Dvorak era hijo de campesinos, y su padre soñaba con que se hiciera carnicero) las creencias que llevaron a una generación tras otra de inmigrantes a convertirse en ciudadanos estadounidenses.

Para Dvorak, la fuerza de esas creencias era inseparable de una ternura característica, de ese respeto por la vida que se ve por doquiera que se mire en la intimidad de los gobernados (a diferencia de los gobernantes). Y con este mismo espíritu fue recibida la Sinfonía cuando se interpretó por primera vez el 16 de diciembre de 1893 en el Carnegie Hall.

En una ocasión le pidieron a Dvorák su opinión sobre el futuro de la música norteamericana, y él recomendó a los compositores estadounidenses que escucharan la música de los indios y los negros. La Sinfonía del Nuevo Mundo expresa un optimismo sin fronteras, que, paradójicamente, es acogedor, pues gira en torno a la idea del hogar. Una paradoja utópica.

El poder del país que inspiró esas optimistas esperanzas ha caído hoy en las manos de una camarilla de fanáticos (que quieren limitarlo todo, salvo el poder del dinero), de ignorantes (que sólo reconocen la realidad de su poder armamentístico), de hipócritas (que en sus juicios éticos utilizan dos medidas, una para nosotros, otra para ellos) y de crueles maquinadores que proyectan los B52. ¿Cómo ha llegado a suceder esto? ¿Cómo han llegado a donde han llegado Bush, Murdoch, Cheney, Kristol, Rumsfeld etcétera… y Arturo Ui? La pregunta es retórica, pues no tiene una única respuesta; y es ociosa, pues por ahora ninguna respuesta podrá hacer ni la más mínima mella en su poder. Pero el hecho de que uno se la haga así en la noche revela la enormidad de lo que ha sucedido. Estamos escribiendo sobre el sufrimiento que existe hoy en el mundo.

El mecanismo político de la nueva tiranía, aunque para funcionar requiera una tecnología muy sofisticada, es tremendamente simple. Usurpar las palabras Democracia, Libertad, etcétera. Imponer por doquier, sin tener en cuenta los desastres que pueda provocar, el nuevo caos económico con el que se enriquecen unos empobreciendo a otros. Garantizar que todas las fronteras son de dirección única: abiertas a la tiranía y cerradas a los otros. Y eliminar toda oposición por el procedimiento de denominarla terrorista.

No, no he olvidado la pareja que se tiró unida desde una de las Torres Gemelas, en lugar de quemarse separados.

Existe un objeto que parece un juguete de fabricación barata -no llega a los cuatro dólares- y que también es indiscutiblemente terrorista. Se llama mina antipersona.

Es imposible saber a quiénes mutilarán o matarán estas minas, o cuándo lo harán. Hay más de cien millones esparcidas sobre la tierra o escondidas bajo ella. La mayoría de sus víctimas han sido y serán civiles.

La mina antipersona tiene la función de mutilar, más que matar. Su objetivo es crear tullidos, y la metralla que contiene -con este objetivo ha sido diseñada- prolongará el tratamiento médico de sus víctimas y lo hará más difícil. La mayoría de los supervivientes tiene que pasar por ocho o nueve operaciones. Ahora mismo, todos los meses mueren o quedan mutilados a causa de estas minas dos mil civiles.

El propio término antipersona es lingüísticamente asesino. No sólo incluye a todos los civiles, independientemente de la edad, sino que también parece referirse a unas acepciones de la palabra que hacen abstracción de la sangre, los miembros, el dolor, las amputaciones, la intimidad y el amor. Así es como estas dos palabras, unidas a un explosivo, se vuelven terroristas.

La nueva tiranía, al igual que otras también recientes, depende en gran medida de la violación sistemática del lenguaje. Juntos hemos de reclamar las palabras que nos han sido secuestradas y rechazar los nefastos eufemismos de la tiranía; si no lo hacemos, sólo nos quedará la palabra vergüenza.

Pero no es una tarea fácil, pues la mayor parte del discurso oficial es figurado, asociativo, vago, lleno de insinuaciones. Pocas cosas se dicen claramente. Los estrategas militares y económicos saben que los medios de comunicación juegan un papel crucial, no tanto en vencer a los enemigos actuales como en excluir y prevenir el amotinamiento, la protesta o la deserción. La manipulación de los medios de comunicación por parte de cualquier tiranía es un índice de su miedo. La actual vive atemorizada por la desesperación del mundo. Un temor tan profundo que el adjetivo desesperado -salvo cuando significa peligroso- no se utiliza apenas.

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Sin dinero todas las necesidades cotidianas se convierten en un sufrimiento.

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Quienes nos han hurtado el poder -y no todos ellos están en el Gobierno, de modo que cuentan con la continuidad de ese poder más allá de las elecciones presidenciales- nos quieren hacen creer que están salvando al mundo y ofreciendo a su población la posibilidad de convertirse en sus clientes y quedar bajo su protección. El consumidor es sagrado. Lo que no añaden es que los consumidores sólo importan porque generan beneficios, que es lo único que es verdaderamente sagrado. Y en este juego de manos se encuentra el quid de la cuestión.

La afirmación de que están salvando al mundo enmascara su perfecto conocimiento de que grandes zonas del mundo -la mayor parte del continente africano y una parte considerable de Suramérica- son irredimibles. En realidad, cualquier rincón del planeta que no pueda integrarse en su centro es irredimible. Ésta es la conclusión inevitable del dogma de que la única salvación es el dinero y de que el único futuro global es aquel en el que ponen sus prioridades, unas prioridades que, por más que quieran adornarlas con falsos nombres, no son ni más ni menos que sus beneficios.

Quienes tienen unas visiones del mundo que no coinciden con ésta o unas esperanzas distintas, junto con quienes no pueden comprar y quienes sobreviven día a día (aproximadamente unos 800 millones) son anticuadas reliquias de otra era, o, cuando resisten, ya sea pacíficamente o haciendo uso de las armas, terroristas. Son temidos como si anunciaran la muerte, como si fueran portadores de la enfermedad y la insurrección.

Cuando hayan sido ‘reducidos’ (una de sus palabras clave), el mundo estará unido, asume, en su ingenuidad, la tiranía. Necesita la fantasía de un final feliz. Una fantasía que, en realidad, será su perdición.

Toda forma de protesta contra esta tiranía es comprensible. El diálogo es imposible. Para poder vivir y morir como es debido, hemos de llamar a las cosas como es debido. Reclamemos las palabras que nos han robado.

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Esto ha sido escrito en la noche. En la guerra, la oscuridad no está del lado de nadie; en el amor, la oscuridad nos confirma que estamos juntos.

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Resultados en la Cumbre Científica de Naciones Unidas: Argentina con agrotóxicos al 100%

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El total (100%) de participantes argentinos en una investigación internacional sobre agrotóxicos “presentó un rango de 6 a 13 plaguicidas en orina, un rango de 2 a 10 plaguicidas en sangre y un rango de 0 a 18 plaguicidas en materia fecal”. El problema incluye a personas que viven lejos de las fumigaciones, por lo que se consideró a estos plaguicidas como «omnipresentes». Se encontraron además los venenos en los alimentos, el polvo del hogar, los granos de cultivos, animales, alimentos para animales, suelos y agua.

A través de una conferencia virtual desde Nueva York, durante más de 3 horas, el proyecto SPRINT reveló este miércoles 27 -Día de la Salud Ambiental- los resultados del estudio realizado en Europa y en la provincia de Buenos Aires (como principal exportadora de soja para alimentación animal).

Entre los venenos detectados están obviamente el glifosato (genotóxico y probable cancerígeno) y el clorpirifos (que pese a estar prohibido en Argentina se sigue vendiendo hasta en los supermercados). El informe señala además los “cócteles”, que mezclan químicos para aumentar la potencia de cada veneno, reuniendo hasta 120 plaguicidas.

La dirección del INTA prohibió a la doctora Virgina Aparicio (que integró en la investigación) participar en cualquier instancia actual del proyecto, y hablar con la prensa, siendo que se trata de un tema de salud pública.

Algunos de los datos que, pese al silencio y a la mordaza oficial, se revelaron en el marco de la Cumbre Científica de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

En alimentos: “el total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 22 plaguicidas en la muestra de alimentos”.

En el polvo del hogar: “el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 43 a 86 plaguicidas en polvo del hogar”.

Granos de cultivos: “el total de muestras analizadas en Argentina presentó un rango de 0 a 8 plaguicidas en grano”.

En animales: “el total de animales analizados en Argentina presentó un rango de 1 a 12 plaguicidas en orina, un rango de 0 a 16 plaguicidas en materia fecal”. (Los de sangre continúan pendientes).

En alimento para animales: “un rango de 5 a 25 plaguicidas en alimento animal”.

En suelos: “el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 0 a 12 plaguicidas en suelo”.

Agua superficial: en “el total de muestras analizadas presentó un rango de 10 a 28 plaguicidas en agua superficial”.

Por Anabel Pomar

Resultados en la Cumbre Científica de Naciones Unidas: Argentina con agrotóxicos al 100%

Resultado global presentado sobre las concentraciones de glifosato en seres humanos. Argentina lidera esa tabla con absoluta comodidad.

En el día de la celebración del día de la salud ambiental, miércoles 27 de septiembre, en Nueva York, EE. UU., en el marco de la Cumbre Científica de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGA78) por primera vez para grandes audiencias pudieron conocerse parte de los resultados del proyecto europeo SPRINT (siglas en inglés de Transición Sostenible de Protección Vegetal: Un Enfoque de Salud Global 2020/2025).

¿Qué es el SPRINT? Es un proyecto financiado por La Unión Europea (UE) que busca identificar los residuos de los agrotóxicos, en ecosistemas y en humanos, y analizar el peligro de la sinergia (la combinación o mezcla) entre los plaguicidas hallados. Esto último, algo jamás contemplado a la hora de aprobar esos peligrosos venenos en el mercado, ni en el llamado “viejo continente”, ni en nuestro país.

En 2021 los muestreos en el marco de ese proyecto además de realizarse en los 10 países europeos participantes se ampliaron a la provincia de Buenos Aires. 

¿Por qué se incluyó a nuestro país?  Por ser el principal exportador de soja para alimentación animal al mercado europeo.

Entre las principales conclusiones del evento de este miércoles en NY, pudieron escucharse las voces de expertas y académicos participantes de ese proyecto. Contaron, basados en rigurosa información, cómo los agrotóxicos usados en la agricultura veneno-dependiente están contaminándolo todo. Cuerpos, comida y ambientes. Una de las palabras que más se repitió en las presentaciones, fue “omnipresente”. Los agrotóxicos están en todos lados: incluso en donde no son utilizados.

Entre los cuadros con centenares de nombres de moléculas químicas usadas en la agricultura, destacan algunos de los agrotóxicos más fumigados en nuestro país. El herbicida glifosato, y su metabolito AMPA, en los primeros puestos. Y para los muestreos en Argentina, en cantidades hasta tres veces superiores en algunas matrices. También el clorpirifos, recientemente prohibido en el país pero que se puede seguir comprando en cualquier góndola de supermercado en el sector de insecticidas.

Resultados en la Cumbre Científica de Naciones Unidas: Argentina con agrotóxicos al 100%

Resultados de plaguicidas en las muestras en orina.

El momento de la presentación es importante ya que este próximo 13 de octubre la Unión Europea deberá votar si decide re-autorizar el uso del glifosato. Desde la coordinación del SPRINT aseguraron que a la brevedad la información –que ya fue presentada en la euro-cámara– será publicada y distribuida al público general para lograr mayor difusión. También aseguraron que esperan que tales resultados impidan que se concrete la renovación del peligroso herbicida.

Omnipresentes

 Ver la presentación de esos estudios que respaldan una afirmación que muestra la magnitud del daño, estremece. Hasta las personas que consumen o producen alimentos sin usar agrotóxicos tienen sus cuerpos contaminados. Y aquellas que consumen alimentos libres de agrotóxicos, también. El cuadro completo muestra que la exposición ambiental llega a todas las personas, no solo a quienes producen con venenos o viven en zonas rurales. Y por todas las rutas de exposición.

Resultados en la Cumbre Científica de Naciones Unidas: Argentina con agrotóxicos al 100%

Los resultados de los venenos en materia fecal.

En los hogares

Como ejemplo se puede mencionar lo que se encontró al medir el polvo de hogares, presentado por Daniel M. Figueiredo, de la Universidad de Utrecht de Países Bajos. Los resultados indican que los agrotóxicos llegan a impactar en los organismos más por los ambientes que por la dieta misma: también son una ruta de exposición directa. El más detectado es el glifosato y su metabolito AMPA, en un cóctel de sustancias químicas peligrosas en un rango de entre 25 y 120 plaguicidas.

Otra constante: los cócteles de agroquímicos. No hay una sola sustancia sino decenas o cientos, mezcladas para aumentar la  potencia del veneno. En el caso presentado impactaban tanto a los vecinos de producciones convencionales cómo orgánicas.

A su turno, Hans Mol de la Universidad de Wageningen de Países Bajos, en la presentación de lo hallado en muestras de fluidos humanos –en los que el glifosato vuelve a estar entre lo más detectado. Los resultados señalan que hay presencia del herbicida genotóxico y probable cancerígeno en orina en el 86,1% de los argentinos muestreados y en el 35,2% de los europeos, mientras al analizar las heces humanas se detecta ese plaguicida en el 70,5% de las personas residentes en Europa y en el 100% de los bonaerenses.

Para el caso del clorpirifos, el 3,7% de europeos tiene en sus heces ese tóxico, mientras que para la Argentina el número asciende a 37,7%. Nuevamente salimos campeones, esta vez de otro podio tóxico.

La mordaza

En la conferencia virtual –toda en inglés– que  duró tres horas y a la que asistió lavaca y aproximadamente un centenar de personas conectadas desde distintas partes del mundo, no estuvo la investigadora a cargo del proyecto en Argentina, la doctora Virginia Aparicio.

Lavaca consultó a la investigadora del INTA el porqué de su ausencia que para la decena de personas conectadas desde Argentina no pasó desapercibida. Aparicio no tiene autorizado por orden directa de la dirección de ese organismo estatal participar de ninguna instancia del SPRINT, ni hablar con la prensa.

Lavaca se comunicó con el INTA (socio número 16 identificado como CSS11-Buenos Aires dentro del proyecto SPRINT) pero nuevamente, como sucede desde hace meses, no hubo respuesta oficial.

El organismo público impidió que hasta el día de hoy los resultados de lo muestreado en nuestro país se difunda. En julio de este año, pese a esa censura oficial, la vaca pudo conocer los resultados de ese muestreo en territorio y población bonaerense y publicarlo.

Del muestreo en Argentina participaron 73 personas. De las 73, 1/3 consumidoras, 1/3 habitantes de pueblos pequeños y “vecinos de productores”. Y 1/3 productores agropecuarios de los cuales la mitad usa plaguicidas y la otra mitad trabaja agroecológicamente. También se incluyó un monitoreo en 14 establecimientos rurales. Se tomaron pruebas en ambiente, alimentos, grano y muestras biológicas en animales.

“El total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 13 plaguicidas en orina, un rango de 2 a 10 plaguicidas en sangre y un rango de 0 a 18 plaguicidas en materia fecal” es una de las revelaciones de la  investigación.   

En los ambientes en los que esas personas se mueven a diario, “el total de participantes argentinos presentó un rango de 7 a 53 plaguicidas en las pulseras” de detección.

La vida cotidiana asediada

En las consideraciones preliminares de esos estudios personales que trascendieron se consigna: “Las mezclas de residuos de plaguicidas están presentes en los cuerpos humanos. Las personas se exponen a los plaguicidas en su vida cotidiana (datos de pulseras). La mayoría de los residuos son peligrosos para el ecosistema y los humanos”.

En alimentos, “el total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 22 plaguicidas en la muestra de alimentos”.

En el polvo del hogar, en “el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 43 a 86 plaguicidas en polvo del hogar”.

Granos de cultivos, en “el total de muestras analizadas en Argentina presentó un rango de 0 a 8 plaguicidas en grano”.

En animales, en “el total de animales analizados en Argentina presentó un rango de 1 a 12 plaguicidas en orina, un rango de 0 a 16 plaguicidas en materia fecal”. (Los de sangre continúan pendientes).

En alimento para animales, en “un rango de 5 a 25 plaguicidas en alimento animal”.

En suelos, “el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 0 a 12 plaguicidas en suelo”.

Agua superficial (en la zona de trabajo de SPRINT) en “el total de muestras analizadas presentó un rango de 10 a 28 plaguicidas en agua superficial”.

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Tucumán: condenan a un funcionario judicial y en el fallo recomiendan colgar placas en Tribunales que digan «un ambiente violento de trabajo afecta el servicio de justicia»

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Un funcionario judicial de Tucumán fue condenado por abuso sexual: 4 años, obligación de reparación económica, capacitación y placas en Tribunales. El hecho no es aislado: el Observatorio Lucía Pérez lleva adelante un registro que incluye 420 funcionarios (integrantes del Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial, de las cúpulas de las Fuerzas de Seguridad y de la Iglesia Católica) denunciados por violencia de género. Los argumentos e implicancias de un fallo ejemplar.

Jorge Edmundo Mistretta, exjefe de despacho de la Secretaría Electoral del Juzgado Federal N° 1 de Tucumán, jubilado desde 2019, fue condenado a cuatro años por abuso sexual contra dos de sus empleadas. Los abusos ocurrieron en 2013 y 2015: incluye tocarle los pechos a una de ellas y querer besarla, comentarios sexuales groseros, e intento de tocar a otra de las denunciantes. 

En el fallo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tucumán, compuesto por la jueza María Noel Costa, y los jueces Carlos Enrique Jiménez Montilla y Enrique Lilljedhal, se ordenó: 

  • La inmediata detención, aunque cumplirá prisión domiciliaria por su estado de salud.
  • Una indemnización de $4.4 millones de pesos y 3.6 millones de pesos para cada una de las víctimas.
  • La realización de un programa de capacitación sobre perspectiva de género y en política de prevención, sanción y eliminación de la violencia contra la mujer.
  • Se solicitó a Recursos Humanos de la Corte Suprema de Justicia Nacional que “se arbitren los mecanismos administrativos necesarios por una medida restaurativa que contemple la incorporación a una de las oficinas judiciales de esa jurisdicción -de la Cámara o del Tribunal Oral -, debiendo garantizar la ‘no revictimización’ de una de las víctimas”.
  • Además se recomendó que se coloquen placas en tribunales donde sucedieron los hechos que digan: “Un ambiente violento de trabajo afecta el servicio de justicia. No a la violencia ni al acoso”.

Los fundamentos se conocerán el próximo 29 de septiembre.

El “caso” no es aislado. El Observatorio Lucía Pérez lleva adelante un registro de denuncias por violencia de género contra integrantes del Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial, de las Fuerzas de Seguridad y de la Iglesia Católicas. 

El registro incluye ya 420 funcionarios denunciados, entre intendentes, diputados, fiscales, sargento, jueces, asesores, concejales, cabos, decano, sacerdotes y un largo etcétera. De todos los denunciados 99 son del Poder Judicial, al igual que Jorge Edmundo Mistretta; 139 del Poder Ejecutivo; 62 del Poder Legislativo; 67 de la Iglesia Católica; y 53 de las cúpulas de las fuerzas de seguridad.  

El padrón de funcionarios denunciados se puede ver acá

Tucumán: condenan a un funcionario judicial y en el fallo recomiendan colgar placas en Tribunales que digan «un ambiente violento de trabajo afecta el servicio de justicia»
El Poder Judicial es el segundo del Estado con más denuncias. Datos de Observatorio Lucía Pérez.

El Estado argentino se comprometió en 2020 a llevar un registro público de funcionarios judiciales denunciados por violencia de género como parte de un acuerdo amistoso alcanzado en el marco de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Hasta el momento lo hizo de forma incompleta y escasa, por ello comenzó a realizarlo, de manera autogestiva, el Observatorio Lucía Pérez que sumó además otros poderes para completarlo y con esa información reflexionar acerca de qué relación hay entre la ausencia de políticas públicas de contención y prevención y estas prácticas impunes.

Lo que se ve: la consigna “El Estado es responsable” se hace carne en la sistematización de esta información. No lo es solamente por omisión, o ineficaz: es un Estado violento. 

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El escenario y la vida: el universo Cárdenas

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Dos obras teatrales de un mismo autor nos invitan conectar con su universo personal: Martín Flores Cárdenas, dramaturgo y director, no se define como actor pero actúa, o como prefiere decirlo “está en escena”. El duelo por la muerte de su abuelo, la propuesta para montar una obra en Brasil y lxs amigxs como tesoro y sostén son algunos de los temas que aborda en No hay banda; mientras que en La fuerza de la gravedad el desafío fue escribir una obra y dedicársela a una amiga actriz, que se convierte en la protagonista. Cómo llevar la vida al escenario —o el escenario a la vida— para que la experiencia traspase la propia piel.

Fotos: Nora Lezano

“No creo que sea teatro documental. Tampoco una conferencia performática. En realidad, no es nada”, afirma el dramaturgo y director Martín Flores Cárdenas. Se refiere a su obra No hay banda, primera entrega del ciclo Obras Truncas, que está actualmente en cartelera junto a La fuerza de la gravedad, otra de sus producciones. Ambas transcurren en Casa Teatro Estudio, tres palabras que definen lo que sucede en Guardia Vieja 4257. Martín vive en la parte de arriba, pero aclara que la sala teatral es como si fuera una extensión de su casa: “Como lo son las obras, también, forman parte de uno: extensiones o sucursales de uno”.

Desde 2019 y junto al escenógrafo brasileño Ruslan Alastair Silva coordina esta sala artística del barrio de Almagro. “Es un espacio —cuenta Martín— que da la posibilidad de experimentar, sobre todo, nuevas formas de producción. Y eso, a veces con suerte, genera cosas reveladoras en el lenguaje escénico. Reveladoras para nosotros. Lo que más nos interesa es ir por caminos alternativos a los que ofrece la lógica de ´el mercado´. O al menos, tratar de producir sin que esas lógicas contaminen lo que hacemos. Es una sala re chiquita que permite crear sin presión de fechas ni, no sé… de objetivos económicos”.

No hay banda y La fuerza de la gravedad podrían encuadrarse en las clasificaciones de teatro documental o de “conferencia performática”. También como un biodrama, docuficción o teatro autobiográfico. Vamos a hacerle caso a Martín y dejaremos de lado las etiquetas que definen el género de una obra teatral. Sí vamos a decir que ambas abren una puerta —en sentido literal y simbólico— y nos permite instalarnos allí con agrado. Son invitaciones a navegar por un rato en el universo personal de quien las sintió, las escribió y puso el cuerpo en escena para contarnos parte de su vida. Y esa parte incluye la muerte de un ser querido: su abuelo.

El escenario y la vida: el universo Cárdenas

Banda sonora

Imposible no identificarse con este duelo y sus reflexiones, incluso las más bizarras en un contexto de pérdida reciente, porque también hemos tenido esos pensamientos absurdos que dispara el dolor. Martín utiliza recursos eficientes para su narrativa, nos distrae, nos distiende, y nos vuelve a traer a una zona donde la piel se eriza y el corazón cruje. “No hay banda apareció como posibilidad de desobturar la escritura. Por más que quisiera escribir otras cosas, siempre aparecía aquella obra trunca como un tapón. Un duelo mal hecho que esta nueva obra me ayudó a atravesar. Como me parecía imposible ensayar solo, busqué un dispositivo que me contuviera. Me junté con amigos a armar los videos, a grabar los audios. Y, texto en mano, empecé a leer la obra a amigas, amigos. A mostrar lo que había pensado. Algo de esa combinación entre lo ultrapremeditado o realizado y la fragilidad del estar ahí y lo improvisado se volvió lo que es hoy la obra”.

La muerte de su abuelo y una llamada para proponerle montar una obra en Brasil. Ambas circunstacias sucedieron casi al mismo tiempo. El fin de una vida, el comienzo de un proyecto. “Me interesaba problematizar el concepto de existencia. Suena re pretencioso, ya sé. Un clásico. Pero bueno… Traté de ser honesto cuando la escribía y pensaba y trato de ser honesto ahora respondiendo esta entrevista. La existencia de una obra primero ¿Qué hace que una obra exista? ¿Dónde o cómo existe lo que imaginamos? ¿En qué momento una obra empieza a ser y cuando muere o termina? Y desde ahí poder dialogar con la relación entre existencia y materia. La existencia de aquellos que murieron y cuya falta generó una obra. Y la materialidad del cuerpo en general y del autor en particular que, bueno, en este caso soy yo. Que no soy actor pero estoy en escena. Me gusta decirlo así: estar en escena. Porque de alguna manera plantea o propone algo ¿Qué es estar en escena? ¿No es actuar acaso? Pensar el cuerpo en escena. Autor que escribe e interpreta. No hay límites o bueno… Esa es otra pregunta. Son muchas: no hay un sólo tema o eje, como verás”.

En los próximos meses No hay banda se va a presentar en Madrid, en el Festival Iberoamericano de Cádiz y en Alicante, España. “Tanto No hay banda como La Fuerza de la gravedad se hacen cuando se puede. El público tiene que estar atento a las fechas que aparecen en Alternativa Teatral. Porque como tenemos estos viajes pueden estar una semana sí y a la siguiente no y así”. Martín asegura que ambas obras tuvieron procesos muy diferentes y comparten dos elementos en común: el lugar desde donde fueron creadas y que no se puede determinar una fecha de estreno ya que comenzó a mostrarlas y se fue sumando público.

El otro como un territorio a descubrir

La fuerza de la gravedad es una pieza teatral cuya materia prima es la ternura. Un abrazo que nos incluye a quienes estamos sentadxs frente a la actriz Laura López Moyano y su pila de hojas A4 de las que irá descubriendo hilos de vivencias con la amistad como protagonista. Martín: “Apareció primero como una idea. Yo hacía mucho tiempo quería hacer una obra para mis amigos. Y tenía la idea de este dispositivo en la cabeza. Pero recién cuando se me ocurrió que Laura podía ser la amiga que pondría el cuerpo me puse a escribir. Es una obra dedicada a mis amigxs pero sobre todo a ella. Las ideas son ideas… Están ahí. Gracias a ella, a que existe y es mi amiga, existe esta obra”. La amistad como territorio a descubrir, como un vínculo necesario y elegido. “Quería hablar del vínculo con la otredad. No me gusta cómo suena esa palabra pero creo que es la que le hace más justicia. No hablar sólo de la amistad. En todo caso, usar ese vínculo misterioso para mí, para hablar de otros vínculos. La relación con la naturaleza, el planeta o el espacio. Poder pensar al otrx como un territorio desconocido. Y que mi relación con ese cuerpo me constituye”.

Sin espoilear diremos que el final de esta obra es un momento infinitamente disfrutable, de regresión al universo infantil, ese paraíso que puede no estar perdido si se lo sabe buscar. ¿Cómo se elabora en la escena lo personal y lo ficcional? ¿Te sentís cómodo trabajando con esos elementos? “No sé si es cómodo. Justamente por eso es divertido, supongo. O útil para hacer algo. Lo pienso en relación a mí pero también a Laura. Para ella no fue fácil ni cómodo. Pero lo quiso hacer, lo encontró o encontramos necesario. Forma parte del trabajo. Cómodo no era y justamente por eso nos dieron ganas de encararlo. Esa decisión nos permite meternos en lugares nuevos, propios o bueno… singulares, me gusta decir. Claro que hay otras de formas de hacerlo. No sé: nosotros elegimos esta”.

En ambas obras lxs amigxs están presentes, colaboran, aconsejan, observan, actúan. ¿Qué significan en tu vida tus amigxs?

Difícil responder esta pregunta. Todo lo que pienso suena mal. Me gusta la idea del amigo como algo que también es uno. Una parte de mí. Soy mis amigos, también. ¡No! Soy con mis amigos. Sin ellos no soy. Eso. Pero también con los otros. Los desconocidos. Estamos todos comprometidos. Los gravísimos problemas ambientales, sociales, económicos que sufrimos deberían hacernos tomar consciencia. Te lo digo a vos y me lo digo a mí que como ciudadano o terrícola no soy ejemplo de nada, la verdad. Pero bueno. Tenerlo presente, pensarlo me ayuda a hacer algo… Por el otro, otra. Hacer un poco más. Algo que nos vuelva menos mierda. Como amigos, como habitantes de este mundo.

Casa Teatro Estudio

Guardia Vieja 4257, CABA

No hay banda

Lunes, 20.30 hs, hasta el 9/10/23

La fuerza de la gravedad

Sábados, 18 y 20.30 hs, hasta el 7/10/23

@tatofc

@moyanolaura

@casateatroestudio

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