Nota
Judith Gociol: El derecho a comer y a leer
Promover la lectura: esa fue la intención del debate que reunió en el Instituto de Cooperación Iberoaméricana a editores y periodistas. Judith Gociol, fundadora de lavaca.org, fue la coordinadora de uno de los encuentros y con la intención de poner el dedo en el ventilador, presentó este texto. Alude al precio actual de los libros, a la responsabilidad social que deberían asumir las empresas editoriales y a la batalla que deberíamos librar en estos tiempos para garantizar el derecho de todos a comer y a leer.
Mi hija Malena tiene colgado en su habitación un poster que dice: «Por el derecho de todos a comer y a leer». Y creo que en esa frase está sintetizado el modo en que debe encararse cualquier intento serio de promoción de la lectura, tema para el que hemos sido convocados en esta mesa. No hay campaña eficaz si no asegura igualdad frente a la comida y la lectura.
¿Y quiénes deben -o debemos- garantizar esos derechos?
Primera respuesta: el Estado
Segunda pregunta: ¿Lo hace o no lo hace?
He entrevistado a decenas de funcionarios que detallaron proyectos de lo más interesantes. Ahora mismo hay afiches en las calles con el logo de Nueva Dirección de la Cultura que anuncian recitales de variado tipo. ¿Está bien o está mal que los hagan?.
Está bien. Pero el problema es otro: son esfuerzos aislados, inconexos y mediáticos que no tiene más perspectiva que el de una nota en un diario.
El argumento oficial por excelencia es la falta de presupuesto. Pero es sabido que, tratándose del Estado, no todo es cuestión de dinero. Los escritores -por ejemplo- están ya acostumbrados a que se les pida participar gratis de una conferencia o se les pague cien pesos dos años después de participar en la charla y luego de tener que presentar curriculum, cuit, factura y abrir una cuenta en el banco
Lo medular, en la maquinaria estatal, es enfrentar la burocracia, romper la lógica del empleado público, dejar de suplir con contratados lo que no hace el personal de planta, imponer el sentido común que -en la administración pública- es el menos común de los sentidos.
No son pocos los nuevos movimientos que han demostrado poder arreglárselas no solo para sobrevivir, sino incluso para generar nuevas formas de relación social, allí donde el Estado se convirtió en vacío.
De todas formas, sostengo que paralelamente a ese proceso de construcción hay que seguir exigiéndole al Estado que cumpla con sus obligaciones. Por lo menos mientras paguemos nuestros impuestos.
Ahora bien: dedicarse a echar culpas al Estado es un ejercicio tan fácil como inconducente.
A mi entender -no, probablemente, para el neoliberalismo salvaje que padecemos hoy- las empresas también tienen una función social que cumplir. De modo que no solo el Estado sino la industria editorial debe garantizar el derecho a leer.
En un momento histórico en el que todas las estructuras tradicionales están puestas en cuestión, no hay institución que pueda seguir en pie sin revisarse a sí misma: la industria editorial no es la excepción.
Uno de los temas tabú, en el mercado del libro, es el precio. Pero estoy convencida de que no hay promoción de la lectura posible con novedades a treinta o cuarenta pesos.
Es cierto que hay, sobre la avenida Corrientes, librerías con títulos a tres pesos. Pero yo no solo quiero leer los clásicos de literatura de Hyspamérica sino que quiero leer No logo, de Naomi Klein, o la autobiografía de García Márquez. Y quiero leerlos ahora y no dentro de dos años cuando pasen a la mesa de saldos. Debo tener la posibilidad, alguna al menos, de leer en tiempo y forma las nuevas ideas que circulan por el mundo. Solo esa equidad garantiza el derecho real a la lectura.
Hablo por mi propia experiencia, no por una cuestión de egolatría, sino porque lectores como yo son los que sostienen el mercado editorial: personas de clase media que antes no dudábamos en comprar varios títulos de una vez y ahora somos mucho más selectivos. Sin promoción de la lectura no solamente se acaba la cultura y un proyecto de país sino -para ser directos-el propio negocio editorial.
Dicho esto dejaría de lado, por un momento, el tema del precio. Las crisis obligan a la creatividad. A vuelo de pájaro se me ocurren por lo menos dos ideas, para empezar a barajar y dar de nuevo:
1. Poner cada semana un título en oferta. Pero no esos de tres pesos sino los de cuarenta. Dejarlos una semana a precio de costo. Ni ganar ni perder. O mejor: ganar en promoción de la lectura.
2. Organizar campañas solidarias para repartir los libros que van a rezago, esos que se acumulan en los depósitos. Porque los libros deberían circular igual que como debería circular el pan, llegar a los comedores, a las ollas populares Porque un libro es alimento: artículo de primera necesidad. Solo así vamos a garantizar, como decía el poster, el derecho de todos a comer y a leer.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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