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El blues de la zanahoria: Fantastic Negrito, música & agroecología en EE.UU

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Ganó tres premios Grammy pero su mayor orgullo es Revolution Plantation, un proyecto agroecológico que produce alimentos, trabajo y comunidad. Charla en Buenos Aires con este referente del blues actual que comenzó su carrera a los 47 años, lucha contra el narcisismo, y sueña vivir como su abuela. Por Julián Melone.

Oakland es una bulliciosa urbe de la bahía de California, característica por su diversidad étnica y torturada bajo el estigma mediático de la alta criminalidad. También se puede conseguir verdura agroecológica: es cuestión acercarse a Revolution Plantation, proyecto que empezó humildemente con un solo tipo trabajando en su jardín. Si se tiene suerte, se puede llegar el día de mercado, donde hay varios agroproductores con sus puestos, talleres para niños e incluso un escenario con artistas de todo tipo. Y a la hora de comprar la verdura, te atiende un hombre que hace menos de una semana estaba llenando teatros en su país, Japón y Alemania. Tiene tres premios Grammy guardados en alguna parte de su casa y se lo considera el artista más importante del blues contemporáneo. El tipo es Fantastic Negrito, pero se llama Xavier, y probablemente te recomiende las zanahorias.

¿Qué está pasando?

iciembre 2022. Es la segunda vez que viene a tocar a Argentina. Está subiendo y bajando las escaleras a al trote para no perder su kilometraje diario de ejercicio, mientras vocaliza las canciones del show que tendrá lugar a la noche. Pero insiste que tenemos tiempo suficiente para una entrevista.

Acomoda su metro noventa de altura en un sillón muy pequeño dentro de una habitación exclusivamente blanca. Acostumbrado a tener entrevistas estándar sobre sus Grammy y el significado de sus letras, le brillan los ojos apenas oye mencionar Revolution Plantation. Hay un alivio palpable en su alegría. De acuerdo a sus allegados, este es el proyecto que lo hace verdaderamente feliz.

Cuenta que todo comenzó hace mucho tiempo, mientras charlaba con su nonagenaria abuela. Xavier la visitó en su hogar de toda la vida, un pueblo rural al sur de Virginia que hoy tiene alrededor de 600 habitantes. Curioso sobre cómo sería vivir en aquel lugar un siglo atrás, le pidió que le contara sobre su pasado. Xavier estaba listo para escuchar historias terroríficas protagonizadas por la segregación racial, la esclavitud y otros horrores atribuibles a la época. Sin embargo, la abuela desplegó otra historia: “Me contó que todas las familias trabajaban en conjunto, como en una cooperativa –claro que en ese entonces no tenían idea de que estaban haciendo una cooperativa–. Estaban los Smith, los Jones… todos granjeros negros. Tenían cerdos, gallinas, tomates, vegetales y mil cosas más. ¡Y compartían! No tenían que pedirle nada al vecino, solo iban y tomaban lo que necesitaban. La idea de que la gente pueda trabajar colectivamente y compartir, creando algo bueno juntos… En ese entonces era joven y no me había dado cuenta de que mi vida había cambiado, pero a partir de allí comencé a intentar vivir como mi abuela”.

¿Cómo se llega a este punto? Ajústense los lentes, porque su historia parece un guion de la ficción más inverosímil.

Fantastic Negrito nace como el octavo de catorce hermanos, bajo el nombre de Xavier Dphrepaulezz.

Escapó de su casa a los 12 años, lo que implicó una infancia viviendo en las calles de Oakland y asaltando transeúntes para sobrevivir. A los 18 años se disfrazó de estudiante para escabullirse en las aulas vacías de la Universidad de Berkeley y tocar el piano en soledad.

Después de años de tocar en la calle, su carrera discográfica oficial comenzó cuando el productor de Prince, Joe Ruffalo, se transformó en su mecenas. Pero tuvo poco éxito, ya que Xavier no entendía el mundo de los negocios, la frivolidad y la competencia de egos. Fue entonces que renunció a la discográfica y se dedicó a organizar fiestas clandestinas.

Poco después un auto lo arrolló. Este incidente lo dejó en coma por dos semanas, despertando para enfrentar una dolorosísima rehabilitación en la que le reemplazaron huesos por prótesis. Los médicos aseguraron que Xavier no estaba en condiciones de usar las manos para la música. Ni hoy, ni nunca más. Entonces mandó todo a la mierda: puso su granja de marihuana y formó su propia familia.

Un día, su hijo no podía dormirse. Entonces un Xavier de 45 años tomó una guitarra que estaba tirada detrás del sofá (el único instrumento del cual no se había desecho) y le tocó algunas canciones. Contra todo pronóstico médico, pudo hacerlo.

Y a partir de ahí, manos a la obra: nació Fantastic Negrito.

La revolución americana

Cuenta hoy con un EP y cuatro discos de primerísimo nivel. Música sangrienta y auténtica, con la aspereza del blues y la valentía de quien perdió todo más de una vez. Sus Grammy fueron un infrecuente acto de justicia sobre la calidad musical.

Y ese podría ser el final de la película.

Pero en el momento en que cualquier cristiano se recostaría en sus “merecidos” laureles, él decide iniciar Revolution Plantation, un proyecto donde la solidaridad es la respuesta; donde la gente se inspira y empieza a consumir vegetales sin agrotóxicos, descubriendo la magia de labrar su propia tierra y ser solidario con el vecino. Y con el megáfono que implica ser la figura que es hoy día: “Lo primero que hice de manera colectiva fue cuando todavía no era Fantastic Negrito, en la época en que cultivaba marihuana. Nos juntábamos con artistas, escritores y demás, en plan de ‘Ey, necesitás esto, puedo darte lo otro…’. Era poderoso estar juntos, ¡y compartir dinero entre artistas es una forma revolucionaria de pensar en Estados Unidos!”.

La revolución de Xavier se siente novedosa, pero no deja de estar basada en una idea que funcionaba hace más de un siglo atrás. ¿Cómo algo puede ser revolucionario si en el fondo ya existió y fue suplantado por otro estilo de vida? Xavier admite que no lo sabe y que por eso es un fanático (sic) de esa paradoja. Pero imagina al culpable y su voz se torna triste cuando cuenta lo difícil que es formar cualquier tipo de colectividad en su país debido al temor reinante. Xavier asegura no haberlo visto a tal escala en ningún otro lado: no importa a quién te cruces en la vereda, siempre se teme al otro. “Creo que ese terror es producto de una vida en la que no contribuiste”, dice. “Si hubieses hecho tu trabajo con el prójimo, preocupándote por los demás, contribuyendo a la sociedad y asegurándote que no solo vos tengas lo suficiente, sino que otra gente también lo tuviese, no sentirías ese miedo al ver unos niños a la noche. Somos un país de ‘yo’ por encima de todo, mucho más que la mayoría. El sueño americano es muy destructivo”.

Es por eso que el sueño de vivir como la abuela se vuelve una revolución. Asegura que la gente que ha ido a ayudar y colaborar a su tierra –o bien ha podido iniciar su propia granja– empezó a sentirse mejor física y emocionalmente. Solo necesitaban sentirse aceptados, visibilizados y tener un poco de contacto con la naturaleza. Dice Xavier: “Algo sucede cuando ponemos nuestras manos en la tierra –no soy un científico, no sé qué es lo que pasa, pero sé que algo pasa–. Pasa cuando miramos a nuestro alrededor y es todo verde; es saludable ver cómo crece nuestra comida y usar nuestros desperdicios para alimentar el suelo que nos retribuye comida en ese ciclo impresionante. Cosechar, lavarlos… Hay una sensación especial en poner amor y tiempo en una planta que ahora produce para vos”.

Todos estos conceptos comenzó a integrarlos durante aquel hiatus artístico de la plantación de marihuana. A pesar de los riesgos económicos del proyecto, descubrió que, en el fondo, lo único que necesitaba darles a las plantas era un suelo saludable, agua, sol y espacio para crecer. Y en todo caso, algo de apoyo si empezaban a caerse. “Y pensé : ¡estas plantas son como la gente! La gente va a producir para vos si también les das amor, espacio, nutrientes, apoyo… En mi pequeña e insignificante mente, esto es revolucionario”.

Narcisismo solidario

Xavier insiste con su “pequeña mente” y la revolución de la solidaridad, ya que se considera un narcisista en recuperación. “Otros probaron con drogas, pero yo elegí el narcisismo. Me sentía una mierda, pero me repetía que era grandioso; lo hacía para sobrevivir. Es algo muy destructivo. Y de pronto estás en tus 20, sos joven, hermoso y te volvés codicioso, pensás solo en vos. Probablemente porque así te educaron. Yo trataba de vivir por mi cuenta y fue mientras crecía que aprendí que, cuanto más valor le doy a la gente, más valgo. Si soy codicioso, la mejor solución es asegurarse que todos consigan algo porque ¡de esa manera yo consigo más!”

No sabe muy bien cuándo, pero un día empezó a ver la comida de los mercados con otros ojos. Empezó a sentir que su alimento era insalubre, a diferencia de lo que ofrecían sus plantas.

“Y pensé: ¿qué tal si cultivamos nuestra comida aquí mismo, en nuestra tierra, como hacía mi abuela?; ¿qué tal si les enseñamos a los jóvenes cómo compostar, cómo construir, cómo ser un electricista, un pintor, todas esas cosas que vas a necesitar en una granja? Cuando quiero darme cuenta estoy plantando, reciclando, supra-reciclando …”

Revolution Plantation crece a ritmo firme. Xavier asegura que realiza eventos a los que acuden cientos de personas en el llamado Storefront Market, que toma el nombre del sello discográfico independiente que ha creado.

“Es un mercado gratuito que se hace en el frente de mi casa. No les cobramos a los vendedores y productores, no hay tarifa: vas, contribuís y te quedas con todo. No nos quedamos con nada”.

“Además de comida se ofrecen adopción de mascotas, artesanías… También hay un escenario donde tocan los músicos. Son mayormente buskers (término de Oakland para músicos callejeros) porque yo era uno de ellos. Cada vez viene más gente, hay más colaboradores. Tenemos más brazos. La comunidad incorpora todo esto al mercado, todo con Revolution Plantation … lo que está ocurriendo es orgánico. No quiero darme demasiado crédito. Yo ofrezco mi espacio para que lo puedan usar, y es la gente la que decide”.

Su camino de recuperación narcisista viene bien encaminado. Resulta que durante la pandemia descubrió la composición de su ascendencia. “¡Al carajo mi vida, esto sí es interesante!” dice riéndose sobre sus hallazgos. La que más le llamó la atención fue una séptima abuela de origen, sirvienta contratada, que en el año 1700 en territorio estadounidense se fugó con un esclavo negro, tuvo un hijo y así continuó la línea de descendientes que llegaría hasta Xavier. Define esa historia como “la mierda más punk-rock” que escuchó en su vida y es la historia en la que se basa la totalidad de su (tremendo) último álbum, White Jesus, Black Problems (Jesús Blanco, Problemas Negros).

Pero aunque intente escapar del reflector de la vanidad, entiende que la gente se sienta inspirada por su historia. E incluso, cuando se toca el tema de su edad, se siente orgulloso: “La sociedad solo celebra la juventud. Con Fantastic Negrito empecé a los 47 y voy a cumplir 55. Lo cierto es que podés empezar en cualquier momento, solo tenés que ser auténtico. O sea, perdí mi mano pero puedo tocar la guitarra. Hay que recordar que está bien fallar, caerse, sentirse muy mal… es parte de la vida. Va a llover y va a salir el sol. Va a haber viento, terremotos, muerte… es todo parte de la vida y tenemos que abrazar esa idea, y aceptarla”.

El aura de Xavier es inspiradora. Su presencia exuda la energía de un chamán que por suerte se dedica a la música. Y se pone genuinamente feliz de saber que en Argentina las cooperativas agroecológicas existen y crecen. Pero tampoco le sorprende y quiere mantenerse en contacto.

En la prueba de sonido, durante la canción Plastic Hamburgers (Hamburguesas de plástico), un micrófono se cae sin explicación y genera un acople aturdidor que obliga a detener la música. “Dios odia esta canción, no quiere que la toquemos”, dice Xavier mientras lo vuelve a ajustar.

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Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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CABA

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

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“Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”. Con esa consigna trabajadorxs de las artes escénicas salieron a exigir la derogación del decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro y pone en serio riesgo al sector teatral independiente. Hubo color y calor, pese a los tiempos oscuros y fríos. El apoyo de la gente en la calle, el fondo del planteo, y la inesperada reacción de Pluto.

Por María del Carmen Varela. Fotos: Sebastián Smok

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

El público en la calle, sumándose al reclamo en favor del Instituto Nacional del Teatro.

La cita fue en la puerta del cine Cacodelphia, en Diagonal Roque Saenz Peña 1150, desde donde partió la colorida y ruidosa caravana que dobló por 9 de Julio y continuó por Av. Corrientes, hasta llegar a Rodriguez Peña. A las dos de la tarde el tramo de la Diagonal entre Lavalle y Corrientes fue punto de encuentro para actores, actrices, músicxs, bailarinxs, cirquerxs y zanquistas que engalanadxs con trajes de colores, vestidos de puntillas, tapados simil piel y elegantes sombreros le pusieron alegría y movimiento a una lucha que viene desde hace tiempo y se agudizó con el decreto que pone fin a a la autonomía y financiamiento del INT, entre otros organismos afectados. Una de las consignas: “Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Quién dijo que hace frío?

Al grito de “Señor, señora no sea indiferente, estamos defendiendo el teatro independiente” la caravana de la cultura logró su objetivo. Irrumpieron sobre el carril peatonal de una Avenida Corrientes poblada de gente en plenas vacaciones de invierno y nadie quedó indiferente. Aplausos, bocinazos, brazos en alto y muchas gargantas se unieron al canto. El reparto de volantes con el logo de ENTRÁ –Encuentro  Nacional de Teatro en Resistencia Activa– puso palabras al reclamo:

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Te imaginás la calle Corrientes sin teatros?

Las luces apagadas, las pizzerías vacías

Los artistas callejeros sin público

¡Esta peatonal es orgullo nacional!

Y eso es gracias a nuestro teatro

Hoy, nuestro teatro llena la calle de música y color

en este desfile en defensa del Instituto Nacional del Teatro

que para quienes se pregunten ¿qué es y de qué sirve?

Para fomentar y garantizar que el teatro llegue a todo el país

Hace dos meses, el gobierno firmó el decreto 345 que vacía al Instituto

con argumentos falsos sobre su funcionamiento y financiación

¡Al INT, que con los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar,

produce obras, abre salas, genera trabajo y construye cultura e identidad federal!

¡El Instituto no solo implica poco gasto, sino que genera tanto valor!

¡Defendámoslo!

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Las familias y el apoyo a la creación, al arte y al significado del teatro.

El teatro que habla y Pluto en marcha

Nora es una de las mujeres que no resultó indiferente. Mientras paseaba por Corrientes se topó con la caravana y se sumó con canto y aplauso. “Me resulta muy conmovedor porque están defendiendo lo más precioso que tenemos, nuestra posibilidad de seguir creando. Esta puesta en escena me emociona, es poner en escena el deseo”.

¿Vas al teatro? “Todo lo que puedo, cuando puedo pagarlo”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Los besos vuelan.

Las niñeces se sintieron muy atraídas por la caravana y no dudaban en acercarse a saltar y aplaudir. Frente al Teatro General San Martín, hicieron una parada y allí el Teatro habló:

  • Ay, ay, ay, me duele todo
  • Teatro, ¿qué pasa?
  • ¡Me dieron una piña en la cara! Y en la panza y en las piernas. ¡Me tiembla todo!
  • ¿Por qué?
  • ¡Quieren desmembrarme!
  • ¿Quién?
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor
  • El teatro explicándo por megáfono la situación.
  • El decreto 345 quiere vaciar mi instituto
  • ¿Al instituto  que produce obras y abre salas en todo el país? ¿Al instituto que genera trabajo y construye cultura e identidad?
  • Sí. (El Teatro llora y casi se desvanece)
  • ¡Cuidado el teatro se desmaya!
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor
  • Al teatro le da un soponcio.
  • Yo les juro, no hice nada, el instituto recauda los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar, pero parece que no sirvo para nada
  • ¿Qué serían las noches sin tus risas y tus lágrimas? ¿Sin tu forma de imaginar? ¿Sin que nos animes a encontrarnos?
  • ¿Alguien vio un teatro? (Señalan a los distintos teatros de calle Corrientes y gritan: ahí, ahí)
  • ¡Quiero vivir! (grita el Teatro).
  • Si, acá estamos y nos organizamos– replican todas la voces.
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Pluto junto a las familias en la calle, observando y aplaudiendo.

La escena de un Teatro golpeado pero en resistencia, revitalizado por la suma de voluntades que lo quieren vivo, se repitió en la puerta del Teatro Astral, donde mucha gente salía de una función infantil. Una vez más, muchxs se acercaron y acompañaron. Pluto, o la persona con el disfraz del famoso perro creado por Walt Disney, saludaba niñxs a su paso aprovechando la alta concurrencia del Astral.

Una vez finalizada la performance del Teatro que quiere seguir contando historias, la caravana emprendió el regreso hacia el lado del Obelisco. Y hasta Pluto decidió abandonar el teatro comercial y se sumó a la fiesta del teatro independiente, mientras otra mujer con su familia se hacía oír con cuatro palabras: “¡Que viva el teatro!”

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Más allá de tu vereda: un documental sobre personas en situación de calle en CABA

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Más allá de tu vereda.

Así, a secas, es el nombre del documental que acaba de estrenarse. 

No es un documental más. Así se llama el programa de radio de y para personas que viven o vivieron en la calle, que se realiza semanalmente en la organización Sopa de Letras. Esta cobija y aborda la problemática así como la salud mental, desde hace más de 10 años en el barrio porteño de Parque Patricios.

El documental explicita la importancia de la radio, el valor de la comunicación, la potencia de lo colectivo, la necesidad de comunicarse, y que alguien escuche del otro lado, o mejor aún: al lado. Y también refleja la historia de Víctor Rodríguez Lizama, su director, que tiene 64 años y vivió varios en situación de calle.

El Cuervo, como le dicen a Víctor por su fanatismo por San Lorenzo, visibiliza en primera persona junto a otrxs protagonistas lo que se ve a diario, pero no tanto. Lo que se sabe, pero no tanto. 

En Más allá de tu vereda, Víctor entrevista a muchos de los integrantes del programa que se emite en Radio Parque Vida (105.9) desde hace más de tres años.

Marcela dice que antes sólo escuchaba. Y que ahora se animó a decir.

Luciana dice que perdió un poco la timidez. Y que, quizá, eso la ayudó a crear la sección “la música que nos hizo”. 

Cata dice que encontró un espacio para hacer arte. Para animarse a leer sus poesías.

Alicia dice que antes hablaba “poquito”. Y que ahora “habla un poquito más”. 

Lautaro habla cuando llora, emocionado. Dice que no tenía experiencia. Y que ahora se sorprende de sí mismo.

Juan Bautista dice que es el encargado de informar las noticias. Y que ahora sí, alguien escucha su punto de vista.

Cristian dice que está más atento a su alrededor. Tanto, que ahora se anima a opinar.

Víctor dice que hasta no hace mucho, había personas que no agarraban el micrófono. Y que ahora no lo quieren soltar.

Termina el documental, con una última imagen; pantalla en blanco y una sola línea en letras negras.

«A todos los que estuvieron en situación de calle y ya no están».

Hay aplausos, hay felicidad, hay valoración. 

Hay orgullo.

Luego, se abre el micrófono para que quien quiera diga lo que quiera. 

Jorgelina: “Hagamos más radios”.

Adrián: “Podría estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa en este momento y gracias a ustedes estoy acá, me ayudaron un montón desde lo emocional”.

Cierra Víctor Rodríguez Lizama, con la remera puesta de su San Lorenzo querido y su pelo repleto de canas:

“La finalidad de este documental es mostrar cómo a través de la salud mental podemos llegar a la gente invisibilizada, que está ignorada. Ojalá que se reproduzca en otros lugares, que sirva de herramienta para salir adelante. Hoy hay mucha más gente viviendo en situación de calle. Además de haber vivido mucho tiempo, participé de los censos populares. Recientemente censamos en la comuna 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y sólo acá contamos 1480 personas, por donde vos camines están. En la olla popular que hacemos en el Parque Lezama se ve algo similar al 2001. Más personas en calle y más hambre”.

Detrás del Cuervo hay un pizarrón donde se completa al nombre de su documental: 

“Más allá de tu vereda,

hay otra realidad,

atrás de tu puerta”.

Al costado, un mural con un puñado de palabras escritas en letra cursiva: 

“Hasta que no quede ni una sola persona en situación de calle, 

allí seguiremos estando”.

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