Nota
Más Que Unx: Rock & 10

La banda de Avellaneda cumple 10 años. Fitu y Larro, fundadoras del trío, repasan una década complicada y lo actual: la diversión, los combates y el significado de la intensidad. Por Julián Melone.
«El feminismo nos recontra atravesó: cuando apareció en nuestras vidas, la banda viró para otro lado. Empezamos a construir desde lo colectivo y no desde lo vertical”.
En el corazón geográfico de Avellaneda, camuflada en la urbe obrera, hay una sala de ensayo: la base de operaciones de una banda que cumple sus primeros diez años de edad. Se llamaban Más Que Uno y, aunque Spotify no esté de acuerdo, hoy se llaman Más Que Unx. Pero cuando hablan del grupo, lo llaman Masque. Esta tarde, en la sala solo están Fitu y Larro, dos tercios del grupo, ya que Bruno está de gira tocando en la banda del cantante de cumbia Mario Luis.
Larro: “En diez años tuvimos cuatro de macrismo, la cuarta ola del feminismo, el aborto legal, ¡la pandemia! Es un montón y todas esas situaciones nos afectaron a nivel personal y como banda”.
Diez años es (o al menos solía ser) un tiempo estándar para el verdadero comienzo de una banda. Era suficiente para consolidar un estilo, una formación, un público y, con algo de suerte, un renombre. Masque consiguió todo eso, pero su primera década no fue cualquiera. La agenda social de inquietudes cambió mucho desde sus inicios.
Fitu: “Son diez años cruciales para cualquier humano. Con Larro teníamos 18 años cuando arrancamos con la banda. Uno sale del colegio y no sabe adónde ir, buscás tu identidad, qué te gusta y qué no… Creo que la banda y algún grupo de amigues es lo único que conservo de esa época”.
En aquel entonces, toda la energía y el tiempo libre se canalizaban directamente en la música. Tocar en vivo todos los fines de semana era un mandato implícito del placer. Pero la lógica bolichera, mercantilista y explotadora del negocio de la noche rockera terminó por desgastarles. Fitu: “Con el feminismo también empezamos a hacernos preguntas, como por ejemplo dónde queríamos estar. Caíamos en lugares que no nos hacían sentir cómodas, que no nos representaban… en ese momento no nos dábamos cuenta de que era una incomodidad, hoy le podemos dar esas palabras. Con el feminismo, de golpe a los 25, 26 años decís ‘sí, a tal edad me pasó tal cosa’; y creo que también nos pasó con la música, darnos cuenta de que tocábamos en lugares que no estaban buenos”.
Larro: “Y empezamos a habitar otros lugares, en especial centros culturales, que no es lo mismo que un boliche que te exige entradas, donde a las 11 ya está todo el mundo afuera porque toca ‘la otra banda’. Empezamos la autogestión y todo trajo menos demanda mental. Creo que esa puerta se nos abrió a partir del cambio que hicimos gracias al feminismo”.
Aseguran que eso generó el alejamiento del baterista original, para que eventualmente Bruno se uniese al trío. También parte del público histórico abandonó a Masque, escudado con argumentos penosos, como que el rock no debía politizarse. Al recordarlo, Larro se ríe y responde: “Decíselo a Charly, hermano”. Pero también generó un nuevo punto de reunión con bandas, productores y gente que estaba dispersa por el mundo.
Fitu: “El feminismo vino a agruparnos: nos hermanó y nos dio un lugar de pertenencia. Fue encontrarnos y decir ‘¡hagamos manada que tiramos todes para el mismo lado!’”.
Larro: “La palabra clave es que nos empezamos a pensar colectivamente y no de forma individual, formando parte de algo mucho más grande”.

Mover el avispero
ás que Unx es un trío de rock, de la escuela sonora de Eruca Sativa, Divididos y otros terremotos musicales. Son una locomotora a fuerza de riffs poderosos y melodías cristalinas, que disfruta jugar con los decibeles y estilos, en la valiente tradición del rock de los 70 pero con los ojos en el presente y el mañana.
En más de un ámbito se les califica de referentes del colectivo LGTBIQ+, tanto en el rock como en la escena musical en general. Mencionarlo hace que se sonrojen. Larro: “Soy consciente de que, para ciertas personas que podría mencionar con nombre y apellido, hemos abierto una ventanita, una puertita o un posible camino en sus vidas, y que por eso nos ven como referentes. Me acuerdo después de una fecha muy ligada al feminismo y a la importancia de denunciar y no quedarse callades, une seguidore se acercó y nos dijo que gracias a lo que vivió en ese show se animó a denunciar a su abusador. No es que Masque fue el motor de esa valentía, solo la gota que rebalsa el vaso… movés un poquito más el avispero. Esas cosas le dan sentido, consistencia y un objetivo a la banda”.
Fitu: “Es el famoso ‘pegarla’ con tu grupo: para mí ‘pegarla’ es haber recibido un mensaje así”.
“Es cierto que gran parte del público de los shows es del colectivo… Pero también es cierto que muchos son parte porque se fueron transformando con nosotres”.
Larro: “¡Nos fuimos trolizando juntes!”.
Entre las tantas cosas que el feminismo les brindó, una fue poder encontrarse a sí mismas. Tanto Larro como Fitu son parte del colectivo LGTBIQ+ y más felices desde entonces. Por ende, fue imposible que aquello no se viese reflejado en la línea editorial de la banda. Larro: “Creo que la comunidad LGTBIQ+ siempre está muy de la mano de la fiesta: ¿te quieren encerrades?, salí a brillar y a bailar. ¡Incluso en nuestros temas más rockeros hay algo de fiesta! No es que ‘venimos acá y somos re malotas’: nos estamos divirtiendo y hay algo de ese espíritu en la comunidad que se comparte siempre. No hace falta que el que nos sigue sea sí o sí de la comunidad LGTBIQ+ ¡Se admiten heterosexuales!”.
La alegría pocas veces se vincula al mundo de la intensidad rockera –incluso pocas veces a la alegría de luchar. Sin embargo, después de diez años, Masque sigue apostando a la magia del rock. Un género musical social y mediáticamente devaluado que pareciera esfumarse del interés general.
Larro: “Es cierto que tal vez no hay tantos proyectos dentro del rock que estén representando a la comunidad… O sea, hay: tenés referentes como Las Ex, Lucy Patané, Marilina Bertoldi, que son bandas súper rockeras –y que ahí las lesbianas y bisexuales tenemos evidentemente algo dentro, que queremos drenar por ese canal específico. Pero también creo que es cuestión de tiempo: cuando van apareciendo más referentes también aparecen más proyectos con esa impronta”.
Fitu: “Yo creo que el sonido de rock es protesta, rebeldía, es mostrar, poder decir, poder vomitar… El finde pasado fuimos a ver a Wos y es una banda de rock que te patea a pleno, y te das cuenta de que no sería lo mismo si tuviese todo electrónico. Vos ves un nene de 5 años frente a una banda y lo vas a ver re loco, re sacado, re copado. La intensidad del rock tiene una patada que con otra instrumentación no sé cómo podés lograr”.
Masque puede subsistir gracias a la música. Larro trabaja haciendo sonido con Bruno, quien también es sesionista y profesor de música. Fitu además le suma su oficio de musicoterapeuta.
La cantidad de responsabilidades y la dictadura algorítmica hacen difícil mantener un ritmo como el de hace cinco años. Hoy la dinámica pasa por componer y editar de a un tema a la vez, con fechas mucho más espaciadas. La idea es conservar el espíritu lúdico, la posibilidad de seguir siendo referentes involuntaries a través de una alegría intensa y combativa, el disfrute de haber luchado por ser quienes son hoy y que otres se vean en el reflejo. Y que todo sea a través de la patada que solo el rock les permite comunicar. Y principalmente, poderse comunicar en vivo, cara a cara.
Fitu: “En mi casa no escucho rock, pero en vivo me encanta. No es lo mismo nuestra música grabada que nuestros shows, no podemos comunicar por un celular lo que pasa arriba y abajo del escenario. O sea: vení a ver a la banda en vivo, y ahí nos contás”.
Ésta nota se hizo gracias a suscriptorxs.
La suscripción digital de lavaca te permite acceder de forma prioritaria a todas las notas de la Mu, a otros contenidos y a descuentos en libros, cursos y talleres que dictamos en lavaca. Todo por 350 pesos. Si te interesa asociarte, podés hacerlo desde éste link.

Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Revista MuHace 3 semanasMu 208: Lara Brenda Morena

#NiUnaMásHace 4 semanasUn mes sin Brenda, Lara y Morena: lo que se sabe de la trama narcofemicida

Soberanía AlimentariaHace 4 semanasMiryam Gorban: hasta siempre, maestra

Derechos HumanosHace 4 semanasEstela, 95 años y 140 nietos recuperados: ¡que los cumplas feliz!

#NiUnaMásHace 4 semanasTransfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo




























