Nota
Juan Kiehr, y la aurora de la agroecología

Hace un tiempo Juan Kiehr recibió –como recibía siempre– a decenas de productores agropecuarios de todo el país que querían conocer La Aurora, su campo de 650 hectáreas en Benito Juárez, provincia de Buenos Aires. Desde hace décadas La Aurora se convirtió en un imán para productores y estudiosos, porque desnudó al modelo de agronegocios: demostró que se puede producir sin agrotóxicos, y además generar más rentabilidad. La FAO (Naciones Unidas para la alimentación) declaró a La Aurora un campo emblemático de la agroecología a nivel mundial. Esas cosas hacían sonreír a Juan, un hombre a contramano de las patologías actuales: con mucha personalidad, y muy poco ego.
Cuando los productores se iban Juan tomó del hombro a su asesor, amigo y compinche de décadas en la transición hacia la agroecología, el ingeniero agrónomo Eduardo Cerdá. Le dijo: “¿Vio Eduardo? Qué linda esta gente, y qué alegría que me genera poder compartir todo esto. Compartir da felicidad ¿no? Pero felicidad real: no es la misma felicidad de andar en crucero o comprar algo nuevo”.
Este lunes 3 de junio Cerdá me mandó un whatsapp: “Ayer partió Juan, no pudo superar una intervención quirúrgica en el corazón. Una excelente persona y un gran amigo, un gran compañero. Se fue, pero dejó mucho”. Cuatro días antes había fallecido Norita Cortiñas. Malos días. Imposible olvidar el deseo que una vez me planteó María Elena Walsh “Abrir los diarios y que haya muerto un gran hijo de puta, y no la gente buena. No personas queridas y valiosas”.

Las manos de Juan Kiehr, productor agroecológico. Foto: Lina Etchesuri para lavaca
Cerdá agregó otro mensaje: “Siempre estará presente con su gran enseñanza de vida, de respeto de cuidado y de amor con su familia y todos los que lo conocimos. Nos abrió su corazon, junto a su familia y a su lugar tan querido como La Aurora. El quería dejar ese suelo igual o mejor de como se lo dejaron sus padres. Lo logró y lo superó, desde los últimos análisis de suelo, químicos, físicos, biológicos. Por todo lo que se demostró que la Agroecologia es posible, rentable segura y sana. Juan nseñó un camino de vida. Extrañaremos tu abrazo y tu consejo”.
La RENAMA (Red Nacional de Municipios y comunidades que fomentan la Agroecología) publicó en su redes lo siguiente:
“Hoy se fue de esta tierra Juan Kiehr.
Era sabido que llevaba un campo agroecológico de 650 hectáreas, un faro para quienes lo conocían y que fue seleccionado como una de las 52 experiencias a nivel mundial en agroecología por la FAO.
Quizás no tan conocido fue lo que su presencia irradiaba, que su manera de habitar este mundo nos cambió la vida para siempre y generó procesos colectivos y transformaciones humanas profundas en quienes tenían la oportunidad de compartir su compañía y conocer su obra”.
Juan Kiehr nació en 1943. El 12 de junio cumpliría 81 años, pero es de esas personas a las que la muerte no borrará de los mapas ni de los corazones. El suyo no funcionaba mal, diga lo que diga la medicina: su corazón funcionaba demasiado bien. Por eso es (perdón, fue) de las personas que generan respeto, pero además afecto. La Aurora fue motivo de contagio para cantidad de productores que escuchaban hablar o leían sobre el campo, y se acercaban a conocerlo. Escuché muchas veces frases como “me abrió la cabeza”, o “me cambió la vida” en Guaminí, Lincoln, Bolivar, Córdoba, Santa Fe. Sin ser agricultores, la fotógrafa Lina Etchesuri y yo podríamos decir lo mismo tras haber tenido el enorme privilegio de pasar un par de días en La Aurora en nombre de la revista MU.
Compartimos aquí una edición del programa radial Decí MU dedicado a La Aurora.
Y aquí reproducimos el artículo publicado en la revista MU 79 (La que se viene) que es además el capítulo “Producir mañanas», del libro Agroecología – El futuro llegó.
En tiempos tan oscuros, un homenaje a la aurora.
Por Sergio Ciancaglini

Encuentro en Guaminí, uno de los lugares contagiados por la experiencia agroecológica de La Aurora. En el centro, sombrero blanco, el pionero: Juan Kiehr. A su derecha, el ingeniero Eduardo Cerdá. Los rodean Martín, Maurcio, Fabián, Norman, Cecilia, Chiquito, Esteban, Sebastián, María Ester, Cristian y en primera fila, sin boina, Marcelo Schwerdt.
La que se viene
La Aurora, en Benito Juárez. ¿Se puede trabajar en el campo sin agrotóxicos ni fertilizantes, y ser rentable y eficiente? Un establecimiento agroecológico bonaerense muestra sus cultivos, su ganadería y sus resultados. La alianza entre productor y agrónomo, y un nuevo paradigma sobre cómo independizarse del modelo transgénico para hacer una agricultura sana.
Implantes mamarios fondos buitres precio de los jugadores de fútbol guerras sin tregua concursos de cocina internas políticas divorcio en la farándula torturas para la paz premios instantáneos homicidios por bicicletas virus asesino tráfico de efedrina mes del niño pedófilos abusadores boliches con prostíbulos despidos en cuotas todo para tu hogar editoriales apocalípticos beneficios grieta exclusivos incertidumbre global tratamientos de belleza noticias verdaderas y falsas y avisos y operaciones de prensa y palabras palabras palabras.
Si se levanta la vista de la pantalla, el paisaje desde la ventanilla del micro es un océano de campos sojeros que se cruza a 90 kilómetros por hora por la Ruta 3, hasta que se llega a Benito Juárez, 15.000 habitantes, Capital de la Amistad, 400 kilómetros al sur de Buenos Aires.
Y luego a un campo de 650 hectáreas llamado La Aurora.
Otro paisaje y otras palabras.
Allí, junto a un tractor está Juan Kiehr, manos grandes de trabajar en el campo, botas de caña alta, sombrero de ala corta, productor agropecuario que concibió un proyecto casi épico a esta altura de la historia: vivir tranquilo.
La 4×4 y la F100
Juan Kiehr nació en 1941, es nieto de daneses, cordial, hospitalario y con tendencia a la perseverancia: se casó una sola vez, hace más de 40 años, con la suiza Erna Bloti, tiene dos hijas, y no anda en una vulgar 4×4, sino en su F100 de casi 50 años y una cantidad incierta de mundos recorridos, ya que hace mucho se le rompió el cuenta kilómetros. “Y si tengo que viajar, uso el Mégane, que es una joyita”.

Foto: Lina Etchesuri para lavaca
En la F100 llegamos a una loma desde la que se ve el campo en perspectiva. Cuenta con su voz cascada y serena: “Esto era de mi padre. Yo me hice cargo en 1981 cuando él falleció. Los primeros años seguí un poco la corriente, como cualquier productor. Pero el tiempo, sobre todo en los últimos 15 ó 20 años, me mostró lo que producen los agrotóxicos en el suelo, y eso sumado a las estadísticas de lo que se usa en Argentina, es una cosa escalofriante”.
No habla para convencer a nadie, sólo cuenta su experiencia. “Pensé: no quiero dejarle un cadáver a los que me sucedan. No me sumo a ese modo de trabajar. Quiero que este campo quede tan bien o mejor que como lo encontré”.
Dejar las cosas igual o mejor que al encontrarlas: si esa idea sencilla se propagase, el planeta estaría en una situación menos patológica.
Sigue la caminata: “Tengo desde siempre como una alergia psicológica a trabajar con venenos. No es que tenga miedo a manejarlos, pero veo lo que le hacen al suelo y al agua, que son cosas muy difíciles de recomponer. Y yo estaba aquí con mi familia. No quería eso para el lugar en el que vivimos”.
Diagnóstico práctico: “Para colmo, todos esos productos son carísimos. Y como van perdiendo su efecto, tenés que usar cada vez más. Empezaron con 2 litros por hectárea, y ya están en 12 ó 14. O sea: gastar más, envenenar más, para obtener lo mismo”.
Juan tenía otro sueño resbaladizo: vivir, en lo posible, sin sobresaltos económicos. “Que a la familia no le falte. Uno trabaja todo lo que puede porque es el rol de la paternidad con responsabilidad, digo yo. No es decir: me voy a pescar y que se arreglen”.
Corazón + rentabilidad
Rumiaba Juan sus proyectos cuando su camino se cruzó con el de un ingeniero agrónomo, Eduardo Cerdá, que desde 1990 asesoraba a varios productores de la zona organizados como cooperativa. El grupo se fue desmantelando por distintas razones, fallecimientos (cáncer) y miradas diferentes sobre cómo trabajar el campo. En 1997 Eduardo se convirtió en asesor de Juan. Un año antes había ocurrido la vertiginosa aprobación menemista de la soja transgénica, en base a un informe de la propia interesada: Monsanto.
Cerdá había estudiado en La Plata, donde conoció al ingeniero agrónomo Santiago Sarandón, profesor de la Cátedra de Cereales, de la que Cerdá fue adjunto. Sarandón venía tratando de encontrarle un sentido a su carrera, más allá del estereotipo de una agronomía reducida a aplicar recetas y recomendar productos químicos. Creó la primera cátedra de Agroecología del país, ciencia que combina la agronomía con la ecología.
Definición técnica: “Agroecología es la aplicación de conceptos y principios ecológicos en el diseño y gestión de agroecosistemas sostenibles. La agroecología aprovecha los procesos naturales de las interacciones que se producen en la finca con el fin de reducir el uso de insumos externos y mejorar la eficiencia biológica de los sistemas de cultivo”.
Los insumos externos son los herbicidas, plaguicidas, fertilizantes y demás inventos de la industria química, que crearon la superstición de que es imposible trabajar sin su uso masivo, sumado a los cultivos transgénicos como soja, maíz, colza, girasol, algodón y arroz.
Cerdá venía con este equipaje de ideas sobre la agroecología que hacia fines de los 90 chocaba con un territorio cada vez más inundado de fumigaciones masivas y monocultivo sojero. “El argumento de la agroecología era teórico, pero no adaptado a situaciones productivas concretas, sobre todo en esta zona”, recuerda.
En Benito Juárez, a Juan le fertilizaban la desconfianza: “Venían ingenieros agrónomos que en realidad son vendedores de productos. A lo mejor no tienen otra alternativa que esa, pero al productor lo endulzan, lo llevan de la nariz como a una vaca de exposición, le regalan una gorrita, le hablan de tecnología de punta para vender productos y maquinarias, todo un aparato propagandístico que se ve en Chacra o Clarín Rural” (folletería de venta libre).
Abre sus manos: “Uno es un agricultor, no un explotador agropecuario. Pero es como una vorágine que te quieren hacer sentir: estás en la tecnología que te venden, o sos un pobre atrasado. No quiero acusar a nadie por lo que hace, pero no es cierto que eso sea lo único ni lo mejor que hay. Y además, ¿quién es el que se beneficia en serio? ¿El productor, o las empresas que fabrican y publicitan todo eso?”.
A nivel nacional, la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE) señaló que el consumo de pesticidas aumentó 858% en las primeras dos décadas del modelo transgénico, la superficie cultivada sólo en un 50% y el rendimiento de los cultivos un 30% (dato de la Red Universitaria de Ambiente y Salud).
El negocio que encabezan corporaciones como Syngenta, Bayer y Monsanto significó la aplicación de 317 millones de litros de pesticidas en Argentina durante la campaña 2012/13 (200 millones de glifosato), con una facturación de 2.381 millones de dólares. Para 2020 se había pasado a 500 millones de litros, confirmando lo que decía Juan.
En La Aurora, en cambio, había recorridas por los lotes en la F100, charlas que armonizaban lo que Cerdá traía de la universidad con lo que Kiehr sabía del suelo.
No fue un cambio de un día para el otro, sino de una vida para otra.
El campo se fue rediseñando agroecológicamente, con gente capaz de tener el corazón, la cabeza y los pies en la tierra.
El corazón, porque es el campo familiar que Juan heredó, ama, y que dejará a los suyos.
La cabeza, para pensar cómo gestionarlo de un modo que no empobrezca o mate el suelo, ni sea un peligro para los seres vivos, incluyendo a los humanos.
Y los pies en la tierra, para que ese trabajo valorice el campo en lugar de vampirizarlo, y permita una producción que, además, sea eficiente y rentable.
Queda pendiente un pequeño detalle: ¿cómo se hace?

Perfil de un pionero. Foto: Lina Etchesuri para lavaca
República Transgentina
La Aurora aparece como caso de estudio en uno de los libros más interesantes y revulsivos del momento, aún no publicado pero que puede ser descargado gratuita y libremente de Internet googleando Agroecología: bases teóricas para el diseño y manejo de agroecosistemas sustentables. Lo editó la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad de La Plata, escrito por el ingeniero agrónomo Santiago Sarandón y su colega Cecilia Flores, con aportes de otros profesionales.
O sea: un trabajo científico y técnico que estudia la producción, describe nuevos paradigmas para comprender la situación rural, y traza propuestas. Por ejemplo, el Capítulo 1 se llama La insustentabilidad del modelo agrícola actual.
Plantea entre otros problemas:
- La dependencia agroquímicos (insecticidas, herbicidas, fungicidas, fertilizantes).
- Contaminación de alimentos, aguas, suelos y personas por pesticidas y productos derivados del uso de fertilizantes sintéticos.
- Desarrollo de resistencia a los plaguicidas de ciertas plagas y patógenos.
- Pérdida de la capacidad productiva de los suelos, debido a la erosión, degradación, salinización y desertificación.
- Pérdida de nutrientes de los suelos.
- Pérdida de biodiversidad.
- Contribución al calentamiento global y disminución de la capa de ozono.
- No ha solucionado el problema de la pobreza rural.
El último capítulo está dedicado a La Aurora, y fue escrito por Sarandón y Flores junto al propio Cerdá, en su doble condición de agrónomo y asesor del campo. Allí se explica la situación pampeana, donde se reemplazó a la ganadería por la agricultura dependiente de insumos tóxicos, se incrementaron los costos y eso expulsó a productores de escala intermedia de tipo familiar: en 20 años, la cantidad de establecimientos agrícolas se redujo a la mitad en la región, concentrando en pocas manos la propiedad de la tierra. Con ese paisaje, vuelve la pregunta: ¿cómo hicieron para concretar un modelo sin agrotóxicos y eficiente, que ahora describen hasta los libros científicos?
Estilo campo
La casa es amplia, bella, cálida. No es “estilo campo”, sino campo. O estilo Juan-Erna. Hay muebles de madera que se trajeron del Chaco, un living con bibliotecas y recuerdos familiares, un HD, reproductor de videos, una salamandra para pasar el invierno y una gran cocina comedor por la cual a estos lugares se los llama hogar. Hay una segunda casa para los huéspedes. Juan habla orgulloso de sus hijas: Teresa es médica y Sara fisioterapeuta. Ambas casadas, le han dado 3 nietos. Sara vive en Alemania, donde la familia suele visitarla todos los años.
Juan ceba mate y traza una pincelada geográfica: “La Aurora está rodeada por una naturaleza muerta. No hay ni pájaros”. Se queda pensando: “Uno espera el aroma de primavera, pero lo que llega aquí es el aroma de los pesticidas”.
Pasa el mate al ingeniero Cerdá: “La clave en el comienzo surgió del intercambio con Juan sobre el diseño de la producción. Por ejemplo, había mucho girasol, pero él propuso cambiarlo”. Kiehr justifica: “Lo hicimos durante años con herbicidas preemergentes (previos a que crezca el cultivo). Pero dejaban el suelo polvoriento, raro. Después había babosas y había que fumigar otra vez, y otra más por las malezas, y después por plagas como la isoca, hasta que dije: basta. Decidí volcarme más a la ganadería”.
La Aurora tiene 297 hectáreas para agricultura, y 334 (cerros y bajos) más aptas para el ganado.
Eliminaron el girasol y comenzaron un trabajo de consolidación de lo ganadero (haciendo cría y además invernada), como base para relanzar así la producción agrícola, pero sin agrotóxicos. Cerdá: “La ganadería no dejaba tanta plata como la agricultura, pero servía como una gran base y complemento para pasar a tener una producción de trigo, avena, cebada y sorgo, no dependiente de los insumos”.

Juan Kiehr y Eduardo Cerdá en La Aurora: el campo, y los números que muestran una transformación ambiental y económica. Foto: Lina Etchesuri para lavaca
Números
La agroecología aplicada a La Aurora, en pocos trazos:
- La ganadería sana, libre, alimentada a pastos naturales, con terneros que llegan a 500 kilos y se venden como novillos de exportación, alimenta el suelo con bosta y orín. Hay entre 600 y 700 cabezas. Juan instaló estratégicamente 25 bebederos (donde los animales bostean naturalmente) para cubrir la superficie del campo.
- El suelo así se fortalece, se enriquece, se fertiliza y conserva mejor la humedad y los nutrientes. Detalle: así como un feed lot voltea a kilómetros por el olor a podredumbre sobre el que viven los animales, en La Aurora jamás hay olor a bosta.
- Las plantaciones sobre esos suelos se hacen con cultivos asociados. Por ejemplo los cereales junto a leguminosas como el trébol rojo, que evitan el nacimiento de malezas y fijan el nitrógeno, nutriente fundamental del suelo. Así el policultivo evita, desde 2001, que haya que comprar fertilizantes como la urea.
- El suelo nutrido y vital, sumado a sistemas que permiten el hábitat natural de insectos que, además, aportan beneficios al ecosistema, anula la necesidad de herbicidas, fungicidas, insecticidas, y fertilizantes químicos.
Todo esto es más fácil escribirlo que hacerlo, pero el resultado es que sin contar las ganancias ganaderas, por la agricultura Juan obtiene casi el mismo rendimiento que los campos vecinos (un 10% menos), pero el gasto es menor: 300 dólares menos por hectárea en el caso del trigo.
En las 80 hectáreas que está cultivando en estos días, este ahorro representa 24.000 dólares, y salva al suelo, al agua y a todos de los diluvios de venenos cada vez más inútiles, y de químicos que fertilizan poco y mal: aportan solo dos o tres de los nutrientes, contra los 16 del proceso natural de La Aurora. Al faltar esos nutrientes la planta está débil (aunque estimulada artificialmente por los fertilizantes) y así se convierte en víctima de hongos y enfermedades que obligan a usar más fungicidas y químicos, calesita eterna que beneficia ya se sabe a quiénes.
Juan Kiehr evita todo eso, cubre sus costos velozmente, gasta menos, obtiene prácticamente lo mismo, pero sano y sin estimulantes artificiales, y tiene una ganancia mayor. Datos del libro de Sarandón y Flores, por hectárea de trigo.
Rendimiento
Campo convencional, 5.423 kilos. La Aurora: 5.119 kilos.
Margen bruto (ganancia)
Convencional: 549 dólares. La Aurora, 762 dólares.
Costos directos
Convencional: 417 dólares. La Aurora: 148 dólares.
Rendimiento necesario para cubrir costos
Convencional: 2.200 kilos. La Aurora: 1270 kilos.
Retorno por cada dólar invertido
Convencional: 1,13 dólares. La Aurora: 5,15 dólares.
Cerdá: “Si el sistema trabaja con transgénicos y agrotóxicos, es por su enorme ineficiencia y porque reina una lógica empresarial, desnaturalizada, yo diría que como la del drogadicto, basada en la química y la plata. Nosotros apuntamos a una agricultura con salud, que restablezca los procesos biológicos, no degrade los recursos y tenga eficiencia en la producción. Esto es una mirada de independización, de no quedar atado a un modelo que intoxica y empobrece”.
Cómo funciona
El campo utiliza semillas propias. Cerdá: “¿Cómo vas a patentar algo vivo, que es lo que pretenden los laboratorios, por más que le hayas metido un gen? Es algo que te muestra que lo transgénico no es conveniente para el país, los ciudadanos y los productores. El alimento tiene un principio activo en la planta, destinado a lepidópteros, isocas, plagas, que lo consumimos las personas sin conocer sus efectos y capacidad de transfigurar evolutivamente. Esas semillas y transgenes no ayudan al productor, sólo lo endeudan, y terminan provocando una extracción de la riqueza del suelo que regalamos vía exportación de granos para animales y aceite, sobre todo para China”.
Juan acota: “Y no es cierto que sea para alimentar a la humanidad, porque sobran alimentos en el mundo. El problema es que están mal distribuidos. Lo hacen por puro interés comercial. Además, la Ley que quieren sancionar para Monsanto por las semillas me hace pensar en lo que vi sobre Colombia: la gente no puede tener sus propias semillas, es ilegal. Se las queman si no son las que venden las corporaciones. Aquí hubo gobiernos que parecían progresistas apoyando esa Ley que es de derecha, y a la vez proponen cosas para la agricultura familiar. No se sabe qué es izquierda o derecha pero, claro, puede ser que me equivoque”.
La agroecología aplicada a este establecimiento permitió el aumento de stock ganadero, engorde más eficiente, y alta estabilidad en la producción (95 toneladas anuales). En una de las mayores sequías de los últimos 70 años (2008/9) murieron 15.000 cabezas por falta de alimento en la región. La Aurora no tuvo pérdidas, gracias a que el suelo y los pastos así trabajados resistieron la debacle.
Juan se queda pensando en la sequía: “Uno quisiera manejar las nubes, pero no se puede. Entonces hay que concentrarse lo que uno sí puede manejar”.
¿Lo agroecológico tiene que ver con lo orgánico? Cerdá: “Los orgánicos en esta zona hacen el mismo modelo convencional, pero sin pesticidas”. La certificación de “orgánico” termina siendo el nicho supuestamente sano del mismo mercado fumigador, a precios prohibitivos. “Cuando veo a productores orgánicos, hablan de qué negocio hicieron, cuánto ganaron. Nunca hablan del suelo, de cómo trabajarlo. Sus campos son buenos, pero rinden mucho menos que La Aurora (1.000 kilos de trigo por hectárea contra 5.000 en el campo de Juan), y usan fertilizantes químicos, que es como drogar a las plantas para que luzcan bien, con productos que perjudican el biosistema del suelo, y drenan hacia las napas subterráneas generando contaminación y toxicidad por nitratos y nitritos. Comprás una lechuga crujiente y colorida pero por los fertilizantes no sabés qué perturbaciones pueden traerte. Lo orgánico no está teniendo una mirada agroecológica”.
Tener o ser
“Es importante destacar que las tecnologías que se utilizaron en este campo son de fácil apropiación por parte de los productores, dado que no requieren importantes sumas de capital, dependen más del ingenio, la complementación asesor-productor y la motivación que genera entender lo que uno está diseñando y manejando”, dice el libro de Sarandón-Flores en el capítulo sobre La Aurora.
Destaca que los resultados obtenidos “muestran las potencialidades de este enfoque para ser aplicado en sistemas extensivos (traducción: grandes campos) de clima templado como los de la Región Pampeana Argentina”.
Sigue circulando el mate, con Cerdá al micrófono: “Juan pudo vivir sin sobresaltos, sus hijas pudieron estudiar, viajan, y aunque algunos vean la F100 como un símbolo de pobreza, Juan no se compra la 4×4 porque no le interesa estar simulando gastos para achicar impuesto a las ganancias, ni tener todos los costos que implica la 4×4. Está al día con todos sus impuestos, y tiene todo el campo en blanco”.
Kiehr agrega otra hazaña: “Jamás tuve que pedir un crédito”.
El INTA y otras entidades empezaron a acercarse de modo a veces sinuoso, y se han visto obligadas a pronunciar con mayor frecuencia la palabra “agroecología”. Los visitantes se entusiasman. No es difícil ante esa combinación de aire limpio, vitalidad de las plantas y energía que se percibe al estar allí.
Cuentan que en la Facultad de Ciencias Agrarias de La Plata, Kiehr y Cerdá tuvieron 400 estudiantes como público. “Esas cosas me hacen muy bien”, dice Juan, como retomando algo que su esposa Erna describe como años maravillosos. Se conocieron en Chaco a principios de los 70, ella como enfermera y él como integrante de una iglesia luterana, ambos colaborando con el pueblo qom, al que entonces llamaban toba.
“Aquel trabajo me transformó”, dice Juan. “Entendí qué significaba eso de no tener tantas cosas, pero ser más persona. Cuando volví me costaba adaptarme. Mis vecinos se la pasaban hablando del culo de esta o de aquella, ese tipo de conversaciones, ¿no? Y yo sentía un vacío. Ahora estoy contento, haciendo algo que siento útil, conectándome con otra gente, con otras mentalidades. Son cosas que agradezco, y me cambiaron la vida”.
Noticias sobre pájaros
Indicios de cambio, según Cerdá: “En distintos lugares del país estoy trabajando con productores sojeros que empiezan a desandar el camino de lo transgénico. No se hace de golpe, como un adicto no se cura de un día para el otro, pero se va confirmando que es factible hacerlo”.
No solo es factible: la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) destacó a La Aurora como uno de los 52 emblemas mundiales de la agroecología, al haber demostrado que una agricultura sin agrotóxicos es posible y rentable.
Tal vez algún día, como lo suele plantear Santiago Sarandón, la agroecología sea el nombre de toda la agronomía.
Mientras tanto Cerdá está asesorando a un campo cercano. La documentalista Valeria Mapelman vio La Aurora, se contagió, y en apenas dos años hizo su propia reconversión agroecológica. Ya le está resultando más rentable de lo esperado y de lo que hubieran ganado arrendándolo a pooles de siembra que entran al negocio hasta que vuelan buitrescamente hacia otras burbujas.
En este campo ocurre algo diferente: no son los buitres sino otros los pájaros de visita. Ejemplo: las garcitas boyeras, que defienden a las vacas de unas langostas llamadas tucuras.
Juan sonríe. Y deja que se escuche el fresco silencio del aire libre en La Aurora que
–como su nombre lo indica– significa también alba, amanecer y mañana.

Foto: Lina Etchesuri para lavaca
Nota
Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Jubilados y jubiladas se movilizaron desde el Congreso de la Nación hasta Plaza de Mayo en una nueva jornada de reclamos y denuncia por los ingresos de pobreza que perciben y el fin de la moratoria previsional, cuya prórroga sigue durmiendo en Diputados. Como siempre, los carteles manuscritos fueron una forma de expresión y creatividad. En uno se leía: «Francisco está feliz. Jubilados haciendo lío!!!»
La marcha comenzó nuevamente con un operativo desproporcionado con las cuatro fuerzas federales -PFA, Gendarmería, Prefectura y PSA- que reprimió la protesta pacífica: la Comisión Provincial por la Memoria contabilizó una persona detenida y 13 heridos por efectos de los gases lacrimógenos, entre ellos jubilados y trabajadores de prensa.
Frente a la Rosada, realizaron un acto donde distintas agrupaciones de jubilados se manifestaron contra el acuerdo con el FMI y cantaron por la salud de Pablo Grillo.
«Hasta el próximo miércoles», saludaron los jubilados y jubiladas.
La próxima semana, la marcha contará con la participación de los gremios de la CGT como previa al Día del Trabajador y la Trabajadora del 1 de mayo.

Foto: Juan Valeiro para lavaca

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.
Nota
Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.
Por Claudia Acuña
Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.
Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.
Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.
A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Hasta lograrlo.
Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.
Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.
Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.
Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.
Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.
Quizá.
Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.
Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.
La presentación
Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.
Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.
Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».
El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.
Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Nota
La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.
Por Francisco Pandolfi
Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.
La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”.
Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».
Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.
Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.
Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”.
En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.
La causa, sin avances
Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.
Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”.
La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.
Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.
Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.
Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.
Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.
Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.
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