Nota
El género tras las rejas: un estudio sobre las mujeres en prisión
Mujeres madres. Mujeres pobres. Mujeres jóvenes. Mujeres migrantes. Mujeres en prisión. Una realidad en formato de libro que lleva por título Mujeres en prisión. Los alcances del castigo. Se trata de un recorrido por siete penales federales donde fueron encuestadas 150 mujeres que carecen de su libertad. Esta investigación fue desarrollada por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el Ministerio Público de la Defensa (MPD) y la Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN). ¿Quiénes son ellas? «El 85 por ciento son madres, en su mayoría jefas de hogar. El 48 por ciento son extranjeras. El 80 por ciento no había sido detenida antes. Solo el 33 por ciento finalizó la secundaria. La mayoría estaba empleada en tareas de alta informalidad. El 64 por ciento no tiene educación formal en prisión porque no quiere perder su trabajo porque siguen manteniendo sus hogares», enumera María Santos, de la Procuración Penitenciaria de la Nación. Todos los datos indican cómo el contexto de pobreza y de búsqueda de sustento para las familias las lleva a cometer los delitos.
El proceso como condena
El aumento de la población penitenciaria femenina se produjo en el marco de procesos de empobrecimiento y desempleo propios de la década de 1990, que tuvieron un impacto diferenciado en las mujeres y coincidieron con transformaciones de las estructuras familiares que significaron mayores responsabilidades para ellas como cabeza de familia. Las investigadoras afirman que estas situaciones debieron de influir en la búsqueda de nuevas estrategias de supervivencia, en especial por parte de las mujeres de escasos recursos, quienes comúnmente atraviesan las fronteras entre lo formal y lo informal, lo legal y lo ilegal.
En esa línea, este libro subraya como las mujeres detenidas están procesadas o condenadas en su gran mayoría por delitos no violentos. Se trata de una población penitenciaria primaria (es decir, sin experiencia previa en el sistema penal), con importantes responsabilidades familiares, ya que son madres y el único sostén económico en hogares monoparentales.
También ese libro indica, con relación a la situación procesal, que más de la mitad de las encuestadas están privadas de su libertad en forma preventiva (55,4%). La prisión preventiva constituye una medida cautelar de carácter excepcional, ya que su aplicación afecta los derechos de rango constitucional. El alto porcentaje de mujeres presas en esas condiciones parece señalar una utilización abusiva del instituto, no sólo incompatible con los fines procesales que admiten su procedencia, sino también excesiva si se tiene en cuenta que se trata de una población penitenciaria que, en términos generales, es primaria.
Reinventarse para reinsertarse
«Hay casos registrados de violación que ni siquiera tuvieron atención médica», relata Anabella Museri ,del CELS, sobre uno de los testimonios que ella misma capturó en la Unidad N 3 de Ezeiza. «La violencia física en las cárceles federales es silenciada -sentencia- Se trata de una violencia sistemática, de un suplemento punitivo». Se da en dos formas: una, con el ejercicio de la violencia explícita por parte del Servicio Penitenciario Federal y, por otro lado, con el «dejar hacer». Un ejemplo «Una interna golpeó a otra, la obligó a que le practique sexo oral y una vez reducida, la convirtió en su esclava. Esta situación duró un año. Eran compañeras de celda. Las celadoras escuchaban y se reían.».
El objetivo del libro es el de indagar y hacer visible las condiciones de detención de las mujeres presas en las unidades federales del país, a partir de un enfoque de género y derechos humanos. También pretende ser una herramienta que promueva acciones para mejorar su situación, favorezca la discusión sobre la necesidad de implementar políticas criminales y penitenciarias desde una perspectiva de género y obligue a plantear alternativas al encierro como pena hegemónica. «La violencia deja marcas subjetivas irreparables. Las mujeres tienen que reinventarse para reinsertarse», sintetiza Museri.
Alternativas
A la crítica y denuncia, también este trabajo expone propuestas. «Las instituciones involucradas en la investigación apoyaríamos propuestas legislativas destinadas a suspender el encierro de las mujeres primarias condenadas por delitos no violentos, como es el caso de trafico de drogas a pequeña escala. Hemos dicho que 7 de cada 10 mujeres en los penales federales están por esos delitos», indica Marta Monclús Masó desde la Procuración Penitenciaria de la Nación.
En segundo lugar, otra alternativa al encierro es la detención domiciliaria. «En diciembre de 2008 se aprobó una modificación del presupuesto que permite el arresto domiciliario, además de los casos de las mujeres embarazadas y madres de hijos de hasta 5 años. Esto ha tenido un impacto en cuanto a la reducción de los chicos en los penales federales. En 2009 había 81 niños y ahora hay 42. No obstante, sigue habiendo niños, por lo tanto, hay una necesidad de profundización de la aplicación del arresto domiciliario. Es necesario que los jueces tomen conciencia de los daños que produce el encierro en las mujeres», enfatiza Monclus.
La tercera alternativa es la morigeración del encierro. «La ley de ejecución prevé unos institutos que permiten atenuar la cárcel, como es el caso de la semilibertad que permite trabajar fuera de la cárcel e ir a pernoctar a la unidad y las salidas transitorias que permiten salir dos o tres días. Estas instituciones son absolutamente sub utilizadas en la Argentina en el ámbito federal. Hasta marzo de 2011, solo el 10 por ciento de las mujeres condenadas tienen salidas transitorias, por lo tanto no se están utilizando las posibilidades que tiene el régimen penitenciario. Si se utilizara ese recurso, disminuirían los efectos nocivos de la cárcel en cuanto a la vinculación familiar», finaliza Monclus.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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