Nota
El lado mapu de la luna: Puel Kona estará con Roger Waters
Puel Kona es una banda conformada por jóvenes mapuches que acaba de ser elegida por Roger Waters como telonera en sus conciertos del 6 y 10 de noviembre en el Estadio Único de La Plata. Conocé su historia en esta nota que les realizamos en MU: «Desde chicos participaron en recuperaciones y conflictos territoriales. Son voceros de las comunidades que enfrentan al fracking. Ska, rock y fiesta como medio de comunicación». Por Sergio Ciancaglini.
Lefxaru, Umaw y Amaru están explicando algunas cuestiones sobre la espiritualidad mapuche, pero también sobre cómo puede sonar un chamamé cordillerano con algo de rap. Estamos en la Ruca (casa grande), sede de la Confederación Mapuche, en un barrio obrero de Neuquén, y los integrantes de Puel Kona (van de los 16 a los 27 años) me hablan de la lucha de las comunidades frente a Chevron y sus procesos de hidrofractura, del discurso del progreso, de la posguerra del Estado Argentino contra los mapuches y de cómo fue grabar con Goy Karamelo.
Siento que están destinados a desmentir muchas cosas. En primer lugar, a Peter Capusotto y uno de sus apotegmas sobre las últimas décadas musicales: “El rock es un sólido cable carril para desplazarse por la aerosilla de la pelotudez”.
El grupo, además, parece desmentirse a sí mismo en su tema Clandestinos:
“Clandestino en tu propia tierra.
Extranjero en tu propio origen.
Es nacer y ya estar condenados,
existir, pero ser invisibles”.
Puel Kona es un conjunto de rock mapuche, pero es mucho más: la expresión de un pueblo, y acaso de una generación, que se rebela a ser invisible.
Por eso pueden plantear “la justicia no es venganza, somos nuestra propia esperanza” frente al asesinato de un kona (joven guerrero) chileno, y al mismo tiempo generar con el público una fiesta, como dice Umaw (27 años, bajo).
Lucio (18), que como baterista es el otro responsable de los latidos de esta banda, informa: “En el escenario hay energía y conciencia, pero siempre arriba: mucho power”.
Bebés en lucha
Puel Kona no está a favor de la lucha mapuche: es la lucha mapuche. Lefxaru (Lef para los amigos, 26 años, guitarra, voz y autor de los temas) es, junto a Umaw, uno de los konas que está interviniendo y militando más activamente en los conflictos de las comunidades con el Estado y las petroleras. “Cuando fueron los conflictos con Repsol en los 90 yo tenía 10 años, Amaru 7, y ya estábamos parando el gasoducto en Loma de la Lata. En una de las recuperaciones de tierras, de 120.000 hectáreas, Ñamku era un bebé: se lo ve en los videos a upa de la mamá que es werken (vocera) de la organización”.
Ñamku escucha con orgullo. Tiene 16 años y toca xuxuca, xompe y sikus (instrumentos de viento). Malen (19) es la saxofonista, hace los coros y es considerada la “más música” de todos. Amaru (23, teclados) es, según sus compañeros, quien arrasa con el público femenino, y Ayliñ (24) es la otra chica y cantante del grupo. Ñamku: “No tenemos la pose de ‘me gustaría tal cosa’, sino que contamos lo que creemos y lo que vivimos”.
Ñamku está en el secundario. Malén estudia música. Amaru, turismo (“pensando en que algún día podamos nosotros mismos mostrar a los que viajan nuestro territorio y quiénes somos”). Umaw es periodista y productor de Radio Universidad del Comahue. Otra de las canciones dice:
“Primero fueron las carabelas,
ahora son las petroleras”.
¿Quién genera el conflicto?
Lef trabaja en el Observatorio de Derechos Humanos del Pueblo Indígena: “Desde ahí se lleva la defensa judicial de las comunidades. Hay más de 80 causas y más de 300 procesados en la provincia por defender el territorio. Nos consideran usurpadores. El conflicto lo genera el Estado porque entrega tierras donde hay una comunidad y el comprador privado, en vez de hacerle juicio al Estado, nos hace juicio a nosotros, todo mezclado con negocios muy espurios”.
Los conflictos provinciales incluyen la reciente toma e la intendencia del Parque Nacional Nahuel Huapi donde el Estado no le otorga el derecho de y consulta a los mapuche, según lo ordena la ley. Pero la estrella del momento es el explosivo (en cualquier sentido) tema Chevron y Vaca Muerta: “Están fogoneando el conflicto, nos trataron de delincuentes, dijeron que no había comunidades y nos han amenazado, en lugar de ser garantes de nuestros derechos. El que entregó la concesión con una comunidad adentro es el Estado provincial”.
Los problemas parecen ubicarse en los territorios. Amaru: “Pero los que estamos en la ciudad sufrimos las mismas consecuencias. Hay especulación con la tierra, superinflación de precios, no hay viviendas ni planificación urbana en un lugar saturado de gente”. Y dice: “Aquí en Neuquén nuestra generación no tiene donde vivir”.
Cumbia, ska o Celine Dion
El alimento orejístico de Puel Kona incluye rock, cumbia, reggae, ska, folklore, y todo lo demás. Para ellos el rock también ha sido una cultura. Umaw: “Yo no iba a escuchar a Lerner, pero sí a Todos tus muertos, Sumo, Divididos, Las pelotas, o Sex pistols de afuera. Te nutrís de todo, desde Blondie hasta grupos que saben que hay que decir algo como La Vela Puerca, o Ska-p”. Pero no es fusión, ni música étnica. “Ni ninguna de las etiquetas de la industria. Lo nuestro es rock mapuche, no somos indiecitos tocando la guitarra. Te venden culturalmente la imagen del indio derrotado, triste, borracho o artesano. La realidad es distinta y nosotros somos lo contrario: tomamos nuestros instrumentos, luego los del rock, decimos lo que queremos decir, y podemos hacer un ska en nuestro idioma, el mapudungun”. Las letras son bilingües, la fiesta es intercultural.
En algunos geriátricos se presume que el rock podría estar colonizándoles la cultura. Amaru: “Nos hacía ruido eso, pero a los referentes mayores les pareció algo bueno y positivo. Si tenés el apoyo de tu gente, lo que opinen los demás no interesa”. Podría planearse que son ellos los que se adueñan y recrean el rock, y no al revés: “Es que somos parte de un pueblo vivo. Si no, nos pondríamos unas plumas y nos quedaríamos como hace 500 años. Seríamos una caricatura”.
Umaw: “Hay un grupo peruano que hace temas de Celine Dion con sikus y ropa indígena. La gente se vuelve loca. Nosotros somos otra cosa”.
Preexistentes a Marx
“Votar puede ser valioso, pero no lo es todo, la partidocracia no forma parte de nuestra cosmovisión” dice Lef. Las ciencias políticas y sociales deberían tener a Puel Kona como bibliografía: “Hoy se está pervirtiendo y ultrajando a la democracia porque otra de sus partes fundamentales es respetar las leyes y los derechos producto de esa democracia. Y no se cumplen. Se supone que no estás eligiendo a un monarca, o a un mandamás, pero ellos creen que pueden hacer lo que quieren. Ningún político tiene el tema indígena en su agenda, pero fijate que hay millones de hectáreas en disputa entre los originarios y el modelo extractivo, somos la punta de lanza de la resistencia a cuestiones como la hidrofractura y los recursos naturales”.
¿Y la izquierda? “Tampoco existimos para ellos” dice Umaw: “Los partidos como el PTS o el PO toman al pueblo mapuche como parte de la clase obrera, el proletariado, pero para nosotros no es así: somos un pueblo preexistente al Estado y también a las clasificaciones que hayan hecho Marx o cualquier otro pensador. Les decimos: ‘loco, ponete las pilas con esto, muy interesante tu análisis sobre Chevrón y el gobierno, pero lo que están reventando es nuestro territorio”. Lef agrega: “Y no es un problema mapuche, sino que nos afecta a todos”.
Otras palabras
Sobre el progreso, dice Umaw: “No nos oponemos al crecimiento ni a la soberanía energética. Preguntamos qué cabezas pisamos y a qué gente matamos para esos falsos ideales de unión y de independencia. En Francia está prohibido el fracking, pero la petrolera francesa Total hace fracking acá, en un Área Natural Protegida e intangible, Auca Mahuida. ¿Cómo lo entendés?”.
Sobre la generación de empleo: “Los nuevos espejitos de colores. Es asqueroso cómo nos mienten hablando de trabajo y calidad de vida. Dijeron lo mismo con Repsol, y mirá lo que pasó. Lo que hay que pensar es una nueva matriz productiva para Neuquén”.
Los chicos de Puel Kona me explican que la espiritualidad mapuche no incluye dioses, santos, seres superiores, cielos, ángeles, infiernos y otras supersticiones por el estilo. No piensan en un más allá, sino en una integralidad del mundo que nos rodea, algo que la ciencia ha empezado a entender en los últimos tiempos. “Tenemos una comovisión donde todos somos un newen, una fuerza, una vida y hay un equilibrio y una circularidad con la naturaleza”.
Me cuentan que la posguerra contra los pueblos originarios, con tierras usurpadas, robos de bebés, de identidad, desaparecidos y asesinados en lo que resultó el primer genocidio de este raro país, fue la que dejó la humillación, la vergüenza, la violencia, el machismo, el alcoholismo, el pervertimiento del propio ser.
Lef sabe lo que es el pasado, pero propone el futuro: “Creo que nuestros padres recuperaron y nos transmitieron el orgullo de ser mapuche. Y tenemos esa alegría, la fuerza, el newen. Está a flor de piel. Ya no estamos huyendo, ni estamos solamente resistiendo: estamos proyectando todo lo que nosotros queremos”.
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

Nota
La Ley del Cáncer: avanza un proyecto que permite fumigaciones con agrotóxicos a 10 metros de viviendas

Una Ley Nacional que proviene del sector del agronegocio avanza en la Cámara de Diputados, impulsada por la UCR y la Coalición Cívica. Se trata de la norma que regula, entre otras cosas, la aplicación de agrotóxicos. El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas. La primera reunión informativa contó solo con oradores promotores de la iniciativa y solo dos voces críticas; crónica de esa reunión y la opinión del médico Damián Verzeñassi, la enfermera del Garrahan Meche Méndez, el abogado Marcos Filardi y Sabrina Ortíz, vecina fumigada y abogada que acaba de presentar un escrito para convocar a audiencias públicas y foros de debate para evitar que se apruebe esta Ley que prioriza el negocio a la salud social y medioambiental. FRANCISCO PANDOLFI
Esta semana se presentó en la Cámara de Diputados el proyecto de ley nacional “de presupuestos mínimos de protección ambiental para la aplicación de productos fitosanitarios”. Es decir, de agrotóxicos.
El proyecto fue escrito por la Red de Buenas Prácticas Agrícolas, integrada por más de 80 instituciones públicas y privadas vinculadas con el agronegocio, y dentro del recinto encabezan la iniciativa los diputados Atilio Benedetti (UCR – Entre Ríos), presidente de la Comisión de Agricultura en la Cámara de Diputados, y Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica). La nueva norma ya cuenta con el acompañamiento de 32 legisladores, entre un abanico variopinto que engloba a La Libertad Avanza, Unión por la Patria, UCR, PRO, Coalición Cívica, Encuentro Federal, entre otros partidos.
El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas.

Exposiciones sin consenso
El martes pasado se llevó a cabo una primera reunión informativa en la cual las y los oradores sólo fueron personas, organismos y corporaciones a favor de la iniciativa.
En la comisión conjunta realizada entre Agricultura y Ganadería y Recursos Naturales y Conservación de Ambiente Humano hubo entidades gubernamentales, de productores, de ingenieros agrónomos, de acopiadores, de empresas de tecnología agropecuaria y ONG a favor de la ley. Maximiliano Ferraro expresó que “el proyecto no tiene una mirada sectorial”. Y que “nace de un diálogo. Un diálogo y consenso, que podemos ampliar”.
Sin embargo, se dijo, no hubo invitaciones a voces disonantes.
Las únicas dos ponencias que no se alinearon al lobby de la producción con plaguicidas fueron el diputado Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista – FIT Unidad) y su par Blanca Osuna (Unión por la Patria). Dijo Giordano: “Deben darle espacio a quienes estamos en contra de esta ley. Hay una lista de un montón de organizaciones que quieren venir a exponer las barbaridades que ocurren por el uso de agrotóxicos. Fumigar a 10 metros de ninguna manera puede ser una buena práctica agropecuaria”. Dijo Osuna: “Es indispensable escuchar voces de otros sectores, estamos en falta si no. Los expertos científicos deben estar acá, están ausentes en este proyecto. Primero debe estar la salud, luego la producción”.
La evidencia del modelo
Tras el encuentro del martes, distintos actores se manifestaron en contra del proyecto. Damián Verzeñassi es médico generalista y es el director del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario, desde donde se hicieron desde 2010 a 2019 más de 40 campamentos sanitarios en diversos pueblos de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba para relevar puerta a puerta la situación de la salud en localidades fumigadas. ¿Qué demostraron esos resultados? Que en las comunidades rurales se multiplicaban los trastornos endócrinos, los abortos espontáneos, las malformaciones y el cáncer. Opina Damián: “Si se aprueba esta ley permitiría que se fumigue a 10 metros con productos que pueden generar cáncer de mama, cáncer de tiroides, alteraciones endocrinas en las glándulas, disminución de la capacidad de nuestro sistema inmunológico de defendernos. Por ejemplo, el herbicida atrazina está prohibido en 37 países, pero en Argentina está autorizada. Este tipo de cosas avala la ley que quieren aprobar”.
Sin embargo, el diputado por la Libertad Avanza Pablo Ansaloni, que proviene de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) dijo en la reunión informativa: “Desde nuestra actividad, que la vengo ejerciendo durante 30 años, manipulamos el cereal y estamos en contacto todos los días con el fitosanitario. Podemos dar fe que no tenemos ningún enfermo”.
Meche Méndez es enfermera de Cuidados Paliativos del Hospital Garrahan y desde hace años viene dando una pelea (casi en soledad) para que exista una historia clínica ambiental que pueda demostrar la relación de los agrotóxicos con las enfermedades. Le dice a lavaca: “El sistema de salud sigue sin considerar el daño, en muchos casos irreparable, que los tóxicos utilizados desde hace décadas en el modelo extractivo están produciendo en el ambiente, los territorios y por ende en los cuerpos de quienes los habitamos, atendiendo los síntomas y/o la enfermedad una vez producida, pero sin asociarlo cómo posibles causa”.
Sobre el proyecto de ley, analiza Méndez: “Sólo puedo compartir mi absoluto rechazo. Ya está comprobadísimo por la ciencia sin conflicto de interés que la deriva (movimiento de plaguicidas en el aire) no tiene control, que los venenos enferman y matan. Necesitamos medidas aún más protectoras de las que tenemos actualmente y sobre todo dejar de usar esos tóxicos. Hago un llamado urgente a los profesionales de la salud, a las sociedades científicas supuestamente comprometidas con la salud y el ambiente a que se expidan y rechacen esta posibilidad criminal de echar venenos a 10 metros”. Remata: “Se sabe que produce cáncer, malformaciones, daños genéticos, un montón de enfermedades y síntomas. Esto no puede salir de la Cámara de Diputados”.
María Luisa Chomiak, de Chaco, es la única diputada de Unión por la Patria que acompañó con su firma este proyecto. Argumentó: “Lo suscribí porque se necesita tener esta discusión. Toda iniciativa es perfectible y no hay nada más importante que la salud. Si se prioriza esto, celebro que estemos discutiendo este tema”. Sin embargo, en el proyecto no figura que la reducción de las distancias va en sentido contrario al principio de «no regresión en materia ambiental» que establece la Ley General de Ambiente y tratados internacionales como el Acuerdo de Escazú. Ni tampoco informa las pruebas científicas ya demostradas sobre la consecuencia de los plaguicidas: desde los efectos letales del glifosato en embriones anfibios, constatado por el ex titular del Conicet Andrés Carrasco, hasta los estudios de Delia Aiassa en la Universidad de Río Cuarto sobre daño genético, que comprobaron el riesgo aumentado de contraer cáncer. A partir de estas investigaciones hubo fallos judiciales en distintos puntos del país prohibiendo las fumigaciones terrestres a menos de 1.095 metros y las aéreas a menos de 3.000.
Antecedentes que enferman
Una de esas localidades es Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires. Allí vive Sabrina Ortiz, una de las tantas personas que se enfermó por agrotóxicos. Perdió un embarazo de casi 6 meses y tuvo dos ACV. Sabrina tiene una particularidad notable: como no encontraba abogados que la defendieran, estudió Derecho y se recibió. Fue amenazada; le mataron a su perro como amedrentamiento. Después de años de denuncias y estudios científicos, la Justicia federal confirmó que el 3 de diciembre de 2025 comenzará el juicio oral contra tres productores agroindustriales por delitos de contaminación ambiental, según la Ley de Residuos Peligrosos (N° 24.051). En la causa se documentaron daños a la salud vinculados a la exposición crónica a sustancias como glifosato, atrazina y clorpirifós.
Sabrina, junto a varios colegas, acaba de presentar un escrito colectivo de abogadas y abogados de Pueblos Fumigados en donde solicitaron a las presidencias de las comisiones de Agricultura y Ganadería y de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados de la Nación que convoquen audiencias públicas, foros y videochats de debate antes de tratar el proyecto de ley.
Marco Filardi es abogado especialista en derechos humanos y temas ambientales y es parte de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA. Le dice a lavaca: “Esta norma manda un mensaje a todas las provincias de que este (10 metros fumigación terrestre y dron, y 45 metros aérea) es el estándar mínimo, el piso ambiental y eso no lo podemos aceptar. Gran parte de nuestra población está expuesta cotidiana, sistemática y estructuralmente a la aplicación de más de 7.000 formulados comerciales con autorización vigente por el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) en una cantidad de más o menos 500, 600 millones de litros de agrotóxicos al año. Tenemos el triste privilegio de ser el país que más agrotóxicos por persona y por año usa en el mundo y los resultados están en los cuerpos, están en los territorios”.
Desde los impulsores de la iniciativa no contactaron a científicos, ni profesionales de la salud, ni abogados, ni a ninguna de las organizaciones ambientales. Como por ejemplo la coordinadora “Por una vida sin agrotóxicos Basta es Basta”, de Entre Ríos, que se moviliza todos los martes desde 2018 frente a la Casa de Gobierno en Paraná. “La ley nacional es un ‘copy-paste’ de la que ya tenemos acá, aprobada a finales de 2024 y en la que habilitan fumigar a 5 metros de los cuerpos de agua, a 10 de las plantas urbanas y a 15 de las escuelas rurales. Ellos se amparan en las buenas prácticas agrícolas sin basarse en ninguna evidencia científica, a diferencia de todos los trabajos publicados en Argentina y en el mundo donde se demuestra el impacto que tiene el uso de los venenos sobre la salud y los ecosistemas, más allá de la dosis y la distancia. Lo que genera el daño es la presencia del veneno y si hay evidencia científica ya está: no hay más que hablar”.


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