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El primer arrepentido: cuadernos, corrupción y violencia

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Los arrepentimientos empresarios analizados desde la mirada de un caso anterior: la llamada Mafia del oro reveló en los 90 un entramado de corrupción y complicidad entre empresarios y funcionarios menemistas. Enrique Piana, propietario de la prestigiosa Casa Piana, fue capturado en Estados Unidos en 1997 acusado de estafas y contrabando que efectuaba desde Argentina. De la mansión en el Boating, el yate y los Rolex de 12.000 dólares, pasó a quebrar y conocer las cárceles norteamericanas. Su experiencia, comparada con los arrepentimientos actuales. Desde Tailandia, datos para entender la Mafia del oro y las impresiones de Piana sobre los empresarios, la justicia, el sistema, y el origen de la violencia. Por Sergio Ciancaglini.

“Lo que más me llama la atención de lo que se ve de la Argentina no es lo de los cuadernos, la corrupción y las coimas. Lo peor es la violencia que significa todo eso. Pero nadie habla de eso que, para mí, es mucho peor que la violencia de un tipo que sale con un revólver a robar”.
Enrique Piana está en Tailandia rodeado de selva y preguntas. Vive en la choza que le presta un ilustrador sueco en el fondo de su casa. Tiene anteojos de armazón rojo, está rapado y luce mostachos puntiagudos: “Soy un Caparrós trucho”, explica, aunque podría atribuírsele también un aire al Dalí hecho máscara en la serie española La casa de papel.

El primer arrepentido: cuadernos, corrupción y violencia

Enrique Piana hoy.


Su fortuna personal en el momento de la conversación por Internet asciende a 3 euros: logró cobrar 20 por la venta de uno de sus libros digitales (Enrique Piana y su media valija), pero gastó 17 en abastecer la heladera. Está al tanto de las novedades argentinas y no se recupera del asombro: “Yo veo lo que dicen de los empresarios que se presentan y se vuelven a la casa, pero no me parece un arrepentimiento sino un negocio”.
Cuando fue declarado culpable en Argentina en diciembre de 2006, Piana dijo ante los jueces Jorge Pisarenco, Carlos Schlegel y Susana Castro de Pellet Lastra: “Quiero pedir perdón a mis hijos, a mi familia y a la sociedad, porque la Argentina no se merece lo que nosotros hicimos”.
Y agregó: “No está bien cagarse en todos”.

El arte de endeudarse

“Aquí se narra la historia de Enrique José Piana: argentino.
Nacido el 26 de abril de 1954.
Casado, divorciado, dos hijos.
Su ascenso en una empresa familiar de gran prestigio.
La forma en que organizó una estafa de antología.
El pago de coimas, la compra de impunidad.
El modo en que construyó una fortuna personal y cómo la perdió.
Su vida en prisión.
Su rol como testigo arrepentido. (…)
Su regreso a la Argentina.
Y algunos otros sucesos».
Así comienza Confesiones de oro La mafia del oro contada por Enrique Piana, el libro que escribí durante 2001 en los ratos libres que me dejaba el derrumbe del país, publicado en agosto de 2002. Fue la descripción y el reconocimiento de Piana sobre cómo delinquió con un entusiasmo enfermizo.
El libro fue producto de 29 horas de entrevistas con él grabadas en Long Branch, Estados Unidos, en la era del cassettte. A Piana le habían otorgado libertad vigilada y vivía en un monoambiente del que solo podía moverse en un radio de un kilómetro –y a ciertas horas- con grillete electrónico. Durante un año, intercambiamos más de 1.500 mails de preguntas y respuestas en aquella Internet paleolítica.
Ahora Piana me envía un Whatsapp grabado: “¿Cómo es esta historia? Yo me arrepentí sin ningún beneficio personal. Cuando declaré mi abogado me decía ‘estás loco como una cabra, con todo lo que confesaste no hay forma de defenderte’. Pero lo mío era sincero. Esto de ahora me parece un circo”.
No lo dice enojado, sino riendo.
Breve reseña de andanzas previas, para comprender sus sensaciones actuales. Entre 1993 y 1997 Piana ideó una serie de mecanismos para estafar al Estado y lograr una especie de milagro de mercado: exportaba oro, cuando en Argentina ese metal todavía no se extraía.
Primero, importaba el oro con subsidios.
Luego lo exportaba cobrando reintegros.
Volvía a importarlo y así continuaba la calesita.
El mismo esquema fue utilizado por la empresa Sevel (dirigida por los Macri padre e hijo) con la circulación de autopartes y coches, en lugar de oro.
Los anteojos rojos se sacuden: “A ellos los hizo zafar la Corte de Menem. Pero mirá, si hablamos de eso, los macristas van a decir que soy kirchnerista. Y si digo que en el kirchnerismo hubo corrupción  van a decir que soy macrista. Está todo muy loco”.
Lo dice una persona que gracias al entramado de estafas, contrabando, falsificación descomunal de facturaciones y coimas a funcionarios aduaneros y políticos (entre otros hallazgos a los que llamaba “desarrollos creativos”), llegó a tener un caserón en el Boating Club, varios Mercedes, un yate con el que se iba a pasear a las Islas Vírgenes, los Rolex de 12.000 dólares, viajes cotidianos a París para cenar en restaurantes exclusivos (en esa época aún resplandecía La Tour d’Argent) con vinos de 1.000 euros la botella, y la sensación de que no había límites para seguir creciendo.
El apogeo económico de Piana contó con otra herramienta: la facilidad para endeudarse. “Yo no decía ‘debo un millón de dólares’, sino ‘tengo un millón de dólares’”. Esta posibilidad de creer que contraer deuda es tener dinero forma parte de la genética argentina y es una de las tantas cosas que permiten enlazar la historia de Piana con la de una época, que acaso también es ésta, en la que habrá que pagar unos 40.000 millones de dólares de deuda externa de aquí a 2019 que nadie sabe de dónde saldrán. O mejor, ni saberlo.

El síndrome Yabrán

El caso de la Mafia del oro cobró notoriedad en 1996 por un ataque al fiscal Pablo Lanusse (recibió heridas de cuchillo en la cara y un brazo) y, sobre todo, por el secuestro de su hermana Patricia, a quien obligaron a escribirse con un cortante en la frente la palabra “ORO”.
El propio fiscal reconoció que nunca pensó que Piana hubiera ordenado esos atentados, sino que fueron una maniobra de distracción motorizada por el empresario Alfredo Yabrán como parte de una disputa con Domingo Cavallo, el ministro de Economía de Menem. Cavallo propiciaba la llegada de competidores norteamericanos de las empresas de Yabrán. Como contragolpe, el escándalo del oro era un modo de apuntarle a Cavallo quien se había mostrado impávido ante la fiesta de reintegros, sobrefacturaciones y lavado de dinero. Las internas en el menemismo con respecto a estos temas no eran de salón. Todo esto había sido investigado por Marcelo Zlotogwiazda en su excelente libro La mafia del oro.
El argumento de Piana: “Yo lo veía como un partido de fútbol por arriba mío entre Yabrán, el menemismo y Cavallo. Y me parece que yo era la pelota”. Lanusse se sentía del mismo modo. Piana: “Jamás hice algo así. Hice mil cagadas, el hecho de robar y contrabandear en sí mismo fue un hecho de violencia, pero nunca atacar a nadie. Y cuando hicieron eso contra los Lanusse fue que empecé a hundirme”.

El primer arrepentido: cuadernos, corrupción y violencia

La tapa del libro Confesiones de oro.

Los presos VIP

El desarrollo creativo se cortó definitivamente en 1997. Piana hizo un viaje romántico a Nueva York con su pareja de entonces, a la que le había obsequiado una operación de siliconas a la que llamaba “tetas nuevas”.
Al llegar al aeropuerto Kennedy, Piana descubrió que lo estaban esperando ya que la aduana había detectado la maniobra que le permitía exportar chatarra metálica en lugar de oro a Estados Unidos. Lo hacía en complicidad con la empresa norteamericana Handy & Harman, asociada a Casa Piana en Refinerías Riojanas, emprendimiento inaugurado por el entonces presidente Carlos Menem.
Cuenta Piana: “El fiscal Noel Hillman (actual juez en New Jersey) me mandó preso, como para ablandarme. Fue muy duro, en cárceles pesadas, hasta que acepté colaborar, o arrepentirme. En ese momento, la verdad, no era un arrepentido de corazón, sino un empresario que estaba negociando una mejor condición. Además, no me quedaba otra”.
Durante varios meses, cada miércoles, Piana se reunió en la Union County Jail de New Jersey con Hillman, agentes de inteligencia aduanera y funcionarios judiciales que lo interrogaban y chequeaban detalles de cada transacción para armar la causa que tenía como destino principal a los implicados norteamericanos de la estafa: Handy & Harman y el banco MTB (Manfra, Tordella & Brooks) que ganó fama también como eslabón financiero los casos de tráfico de armas a Ecuador y las coimas del caso IBM-Banco Nación, entre otros.
Piana pasó casi cinco años entre cárceles y libertad vigilada con tobillera electrónica. Considerado culpable, y con el tiempo de detención cumplido, fue extraditado a la Argentina en 2002, donde lo aguardaban las causas locales, reactivadas por la notoriedad de su captura en Estados Unidos.
“Yo expliqué todo el businesstruch”. Confesó que pagó coimas a funcionarios aduaneros, denuncia no muy exitosa: los funcionarios fueron ascendidos. También reveló que le pagaba a Alberto Kohan, secretario general de la Presidencia durante el menemismo 30.000 dólares mensuales (dólares de hace 23 años) por una supuesta protección política.
Al ser extraditado desde Estados Unidos pasó otros dos años preso en la llamada “cárcel VIP” de Gendarmería en el puerto de Buenos Aires. “Ahí estuve con Carlos Grosso que me dijo: ‘sos el único empresario que reconoció responsabilidades en la joda’. Ahora, por lo que vi en televisión, parece que Carlitos está en la mesa chica de la Rosada, asesorando directamente a Macri. También estaba con nosotros el ex juez Hernán Bernasconi, que ahora está cerca del Papa”.
Grosso había sido detenido por asociación ilícita en la entrega de concesiones cuando fue intendente porteño, y Bernasconi por fraguar pruebas en casos de consumo de estupefacientes como el de Guillermo Cóppola y Alberto Tarantini.
La población supuestamente VIP de Gendarmería incluía, entre otros, a Enrique Mathov, secretario de Seguridad de Fernando de la Rúa, hombre que defendía el uso de armas de fuego contra los manifestantes y fue condenado por los homicidios provocados por la represión del 20 de diciembre de 2001.
Otro huésped del pabellón fue Enrique Arancibia Clavel, agente de inteligencia chileno condenado en Chile por coordinar al grupo de asesinos que mató al general René Schneider en 1970. Había sido liberado por Pinochet en 1973, vivió en Argentina y participó en el atentado en el que fueron asesinados el general chileno Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert en Buenos Aires (1974). El crimen fue perpetrado junto a la CIA a través de otro agente, Michael Townley. Arancibia Clavel fue condenado a prisión perpetua.
Actualiza Piana: “El chileno estaba conmigo en Gendarmería, salió libre, se quedó viviendo en Buenos Aires, y lo mató un taxi boy”. Fueron 34 puñaladas, en 2011.

Corrupción en tiempo presente

“Yo no fui un arrepentido virtual”, explica Piana desde Tailandia. “Hablé en Estados Unidos y hablé en Argentina. No sacaba ningún beneficio sino que reconocí lo que hice. De acuerdo a mi experiencia con los norteamericanos, lo que están haciendo ahora con los arrepentidos me parece poco profesional”.
Piana se ha dedicado en los últimos años a escribir libros de tono espiritual como la serie Pepito Sentinfante o Enrique Piana y su media valija que vende a través de su blog en Internet. “Me las voy arreglando porque mucha gente me ayuda y hace donaciones. Vendo los libros virtuales. Paso algún tiempo en Irlanda del Norte, cuidando hostels a cambio de alojamiento y comida. Así estuve en Albania, Marruecos, Berlín. Si junto plata para el pasaje, trataré de ir antes de fin de año a Gran Canaria donde otra amiga, Andrea, me ofreció su hostel para que viva allí un tiempo. A veces mi hijo Matías me manda algo (vive en Australia donde instaló una empresa de catering de comidas típicas argentinas). Ahora hace varios meses que estoy acá en Tailandia, que es baratísimo, en la choza que me prestó Saard Nilkong en el fondo de su casa. Es el ilustrador de uno de mis libros. Un tipo bárbaro: recién me dejó tres bananas”.
Internet es la ventana que le permite a Piana trabajar con su notebook y estar conectado a los sucesos argentinos: “Lo que se ve con el tema de la corrupción es que no hay tratamiento equivalente. Unos son mejor tratados que otros. A los políticos les pegan duro y a los empresarios los sueltan enseguida. Pero para que haya coimas hay dos culpables. Vos podés pensar que el Estado tiene más responsabilidad, por representar a la gente, pero los empresarios no son inocentes”.
Un argumento que se suele deslizar en estos días postula que los empresarios fueron extorsionados por los funcionarios para pagar los llamados retornos.
La respuesta de Piana es posterior a unas carcajadas: “Mirá: el empresario quiere ganar la guita lo más rápidamente posible. En Argentina y en todo el mundo. Es lo único real. Los de Handy & Harman eran tan chorros como yo. Y si se te presenta un tipo del Estado que te permite duplicar la facturación, vas para adelante. En estos casos nadie extorsiona a nadie, no seamos ingenuos”.
Una suposición: “Puede ser que en algún momento los políticos dijeran ‘poneme para la campañita’, pero los empresarios hacen lo que quieren, es un sistema”.
Una cuestión que hasta ahora no se mencionó, según Piana: “El tema del IVA y las facturas truchas va a tener que aparecer, porque ¿cómo hacés para sobrefacturar y ganar fortunas sin pagar impuestos demenciales? Así como la parte financiera iba para los políticos, está faltando que los empresarios digan cómo hicieron para coimear, sobrefacturar y pagar impuestos. ¿Cómo hacían para sacar 8 millones, 10 millones, 300 millones de una cuenta? O necesitás facturas monstruosas, o tenés guita negra en un paraíso fiscal: a mí, que no me la cuenten”.

El modelo de la violencia

“La corrupción y el robo, como lo hice yo y como lo hacen estos empresarios y políticos, es terrible, es pura violencia”, sigue Piana.
“Pero nadie habla de esa violencia que es mucho peor que la del pibe que sale de la villa con un trabuco para robar un par de zapatillas, o que la de los que te afanan el teléfono y se escapan corriendo en moto. Para la gente esos son los violentos. Pero todo esto que se está mostrando tiene mucha más violencia, porque es la violencia que genera las otras. Los pibes quieren salir de la miseria y del maltrato. Pero ven por televisión a estos otros pibes, los empresarios y políticos, que ganan millones y millones de dólares y no les importa absolutamente nada de lo que le pasa a la gente. Porque esa es la verdad. Entonces los que miran esto, dicen: ‘Ah, este es el modelo’”.
Teoría sobre el arrebato: “Los chorros te arrebatan un teléfono. Pero estos empresarios te arrebatan un país. Es muy raro ver que los medios aparecen casi defendiendo a los empresarios, siendo que ellos saben que ese arrebato existe. Es como si cada vez se robaran tres provincias, cuatro empresas, dos puertos”.
Sostiene Piana que el espectáculo tiene signos pornográficos: “Valijas de un lado para el otro, empresarios, políticos y también la Justicia, aunque de eso todavía no se habló, y te lo digo porque aprendí que la corrupción es transversal a todos. Y después dejan sin castigar a muchos de los que los que estuvieron en el circuito. Es un acto de violencia superior, en el marco de gente de traje, paqueta, hijos de familias de buena posición, que estudiaron en universidades privadas o en el exterior, pero que son absolutamente violentos en lo que hacen. Porque además no tenés riesgo. El pibe chorro se la juega con la policía. El empresario es amigo del presidente, de los ministros, tiene abogados y jueces que lo cuidan, fiscales que no lo acusan. Está muy protegido. Esa es, para mí, la violencia”.

Dinero, destrucción & egodultos

¿Qué explicación se da para los hechos que él cometió y para los actuales? “Yo era un adicto al dinero, con una especie de hueco espiritual que llenaba metiéndome en un mundo de transgresión, de mentiras. Mi forma de mostrar valor era teniendo guita. Era el “egodulto” del que hablo en los libros de Pepito Sentinfante: un adulto ególatra, un hijo de puta que no tiene sensibilidad ni le importa nada de los demás, sin conciencia, un tipo deshumanizado”.
Piana apunta al presente: “Mirá estos empresarios en lo que se metieron. Van a tener que vender sus empresas por monedas, salen en los diarios, sus familias se quieren morir. Todo para tener más y más, al final no se sabe para qué mierda. Yo mismo fui así: hice sufrir a mi familia, me metí yo también en una situación de sufrimiento absolutamente ridícula. Todo para estar a la altura de un sistema de consumo que solo propone eso: tener más y más cosas. Es una locura muy destructiva”.
Un costado político del tema: “En un mundo deshumanizado, solo vale la plata conseguida del modo más fácil posible. Nada está unido a un valor industrial, o incluso de trabajo. Agarrás 100, lo ponés en un banco o un bono, sacás la guita, comprás otro bono, lo revendés. El trabajo es un desvalor. Fijate que incluso Macri ha puesto su energía en eso. Nadie habla del trabajo: están todo el día hablando de cómo pedir más plata prestada. Creo que el tema de que no haya trabajo es lo básico. No se entiende a qué mundo vamos. Y parece que a nadie le importa, por eso de la deshumanización”.
¿Cómo se sale? “Para mí es un cambio individual. O muchos cambios individuales. Recuperar la capacidad de sensibilidad por los demás, y de buscar un lugar más cómodo para todos. Eso no va a venir de un gobierno. El argentino egodulto tendría que hacerse una autocrítica y salir de la cosa muy hipócrita. Hay un dominio de lo económico que realmente no tiene sentido”. Un recuerdo: “En Italia hicieron el Mani pulite, fue todo el mundo en cana, parecía el fin de la corrupción, y después vino Berlusconi que era igual o peor”.
Por momentos parece que Piana hablara de enfermos al mencionar a los empresarios: “Es que están programados así. Por eso no hay ningún arrepentimiento sincero. Yo entré en ese sistema de enfermedad por el dinero, y salí. Lo que digo entonces es que se puede volver de eso, porque además es mucho más lindo. No la voy a ir de salvador, profeta o Madre Teresa. Pero la verdad es que el camino –no te digo de la felicidad que es medio abstracto, pero sí de cierta paz, de cierta calma- es algo más vinculado a una cosa interior que una cosa externa y de acumular objetos y dinero”.
Reconoce Piana que su propia experiencia posterior a las cárceles le cambió los mapas mentales: “Hice el Camino de Santiago hace siete años, que me marcó mucho con respecto al desapego a las cosas. Me cambió la vida y me liberé de muchas culpas. Pero además, si he podido vivir de este modo es gracias a mucha gente, a muchos amigos y amigas. Es como que entendí que los caminos laterales del pueblo son los que te llevan a la buena gente. Y los centrales, los de Callao y Santa Fe, no te apoyan en nada. El camino principal del pueblo es la miseria. Y en los laterales está el que te ayuda sin preguntarte nada. Es otra idea: compasión, solidaridad, y así me fui encontrando a gente verdaderamente maravillosa”.
La percepción sobre los jóvenes: “Son los que más se dan cuenta de que la gente vive tironeada, haciendo lo que no le gusta hacer, con sensación de falta de libertad. Porque esa cosa mágica del dinero, al final te chupa la vida. Los chicos no quieren ese modelo: tienen los huevos llenos”.
Imágenes sobre los espejos: “Todo esto que pasa podría hacer que nos miremos en el espejo como sociedad, y eso sería bueno. Pero como está la grieta, cada uno ve la parte del espejo que le conviene. Y así sigue la hipocresía”.
Si hay algo que parece molestarlo especialmente es esa historia mediática de la grieta. “Una locura: de eso no quiero saber nada”, dice Piana, que pronto pondrá a la venta el último de sus libros. Se trata de un diálogo con la terapeuta española María Fernández, que no sé si figurará entre los textos de autoayuda, de economía política, o de ciencia ficción: se llama Ani-kill-ando el sufrimiento.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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