Nota
Enero autónomo 2005: Lecciones de autogestión de cuatro fábricas recuperadas
Cuatro fábricas recuperadas se reunieron en Enero Autónomo con movimientos de desocupados y con los visitantes al evento, para relatar sus experiencias a partir de la publicación del libro Sin Patrón (de lavaca editora). Los diálogos, las anécdotas, los interrogantes durante el taller, y la sensación de potencialidad que suele generar el acto de encontrar amigos nuevos.
El encuentro se fue organizando en el sector denominado El Camping. Varios integrantes del MTD de La Matanza y del de Solano, de Ammar Capital (que nuclea a mujeres en estado de prostitución), de la comunidad indígena guaraní de El Tabacal de Salta, de asambleas barriales, entre otros colectivos, se instalaron sobre el césped para escuchar a Cándido González (Chilavert), Guillermo Sabatella (Maderera Córdoba) Hugo Fucek (Viniplast) y Elsa Montero (Fénix Salud, ex clínica IMECC).
Todas pertenecen al Movimiento de Empresas Recuperadas (el otro gran movimiento es el de Fábricas Recuperadas) e incorporaron a Enero Autónomo un elemento que no suele ser tema de debate: el de la producción, que pareció interesar particularmente a los movimientos.
La propuesta de lavaca fue la de escuchar la experiencia con el corazón y la cabeza. Efectivamente, ambos misterios de la anatomía del cuerpo humano parecieron funcionar sin descanso en las dos horas de reunión.
El truco del número de domicilio
Hugo contó el caso de Viniplast, de Mataderos, productora de telas plásticas tales como cuerina. Una empresa que fue líder, exportaba cinco camiones diarios de materia prima para Brasil y llegó a exportar a China. Con la convertibilidad empezó la crisis. Con el crecimiento de la industria de Brasil «más el enriquecimiento y el afano», dijo Hugo, pasó de 70 empleados a 9. La patronal cedió el control de la empresa a un grupo que terminó de vaciarla y la endeudó en 3 millones de dólares.
«No hubo lucha ni policía. Fue un proceso en el que tuvimos mucha suerte y nos movimos muy rápido judicialmente».
-¿Tuvieron que ocupar la fábrica?
-«Sí, cambiamos la llave y nos quedamos adentro. La policía vino tres o cuatro veces a allanarnos. El tema es que traían la orden de allanar Garzón al 6003, y nosotros cambiábamos la chapita y la poníamos en la vereda de enfrente. Como no había número no sabían dónde allanar».
Cuando los obreros entraron a la fábrica no había un gramo de materia prima. «Arreglamos un façon en negro durante tres meses. Façon significa que el que te contrata te pide un trabajo, te da la materia prima y te paga por la mano de obra. Es un sistema de explotación. El façon te deja en un nivel de producción que no te permite crecer». Los trabajadores no cobraban la ganancia de 600 pesos mensuales, vivían de un subsidio del gobierno de la Ciudad de 200 pesos mensuales, más bolsones de comida. Vendieron unos 1000 tachos metálicos para combustible a 5 pesos cada uno. Les dieron 5.000 pesos. Con eso más el pago del primer façon de 12.000 pesos compraron materia prima para hacer una producción de plantillas para calzado. Vendieron la producción. Los 12.000 pesos se convirtieron en 35.000, que a su vez convirtieron en 70 y finalmente en 120.000.
Eso fue la vuelta completa: a los dos meses ya no hacían más façon, y tenían producción propia.
El jubilado que enseña
En Viniplast empezaron siendo 9 y actualmente son 20: aumentaron el número de trabajadores en más de un 100 por ciento. Los nuevos, dijo Hugo, se incorporaron con los mismos derechos y los mismos ingresos que los fundadores. Los ingresos, por otra parte, son igualitarios, como prácticamente en todas las recuperadas.
Hugo contó que actualmente no hay mano de obra calificada. Cándido: «Con la desocupación se perdió la dignidad, el oficio». En Viniplast se les ocurrió una idea brillante para amortiguar ese problema: «Un compañero jubilado de la empresa va a venir tres horas por día para formar a los más jóvenes. Así se transmite el oficio. Va a cobrar, y está más contento que todos nosotros juntos con la idea».
Julio, del MTD de Solano, le preguntó por los costos del producto. Hugo: «Cuando trabajás, los costos de una cooperativa son menores que los de una empresa normal, donde el gerente mantiene a la secretaria, le paga la tarjeta gold a la amante, el auto a la hija. Acá no hay nada de eso, se aprovecha la ganancia para reinvertir, y nuestro único capital de trabajo es este (golpeándose por encima del hombro): el lomo».
Julio: «Ustedes anularon el eje más importante de la empresa: la plusvalía».
Cándido contó que los obreros confiaron en la patronal, pensando que, al no cobrar, o cobrar tarde y mal, estaban poniéndole el hombro a la empresa. En realidad se trataba de un vaciamiento.
Cuando se intentó concretarlo, lograron evitar que se llevaran las máquinas, y resistieron el desalojo policial con la intención explícita (tenían listos los bidones de combustible) de incendiar la fábrica.
La policía se quedó custodiando la planta por orden judicial, para impedir que los obreros trabajaran. Sin embargo, en Chilavert tenían pendiente la entrega de las tapas para el libro «Qué son las asambleas populares», trabajo que realizaron de modo casi clandestino. Para sacar las tapas abrieron un boquete en la pared lindera con el vecino, pasaron las tapas y el vecino las llevó en el baúl de su auto, frente a las narices policiales.
Cándido: «Yo estuve 42 años en la empresa. No podés estar dos años y ser un veleta. Pero tuvimos que tomar la fábrica. Fue como cuando te golpeás el pie y gritás. Fue una reacción instintitiva. No es que queríamos hacer una cooperativa o conseguir la revolución. Queríamos por lo menos cobrar algo».
Hombres blancos, y los negros del fondo
Las máquinas habían sido eliminadas del inventario de Chilavert. Contó Cándido: «Aprendimos que así se vacía a las empresas, con el inventario. Ese fue un negociado del juez, el secretario, el síndico. Todos arreglados con el empresario: una asociación ilícita, una organización mafiosa. Venden algunas máquinas viejas, y se llevan las que valen tres millones de dólares».
Había puentes con el barrio. Cándido participaba en la Asamblea de Pompeya. Los vecinos estaban enterados de la toma. Un día golpearon la puerta de Chilavert a las once de la noche:
«Pensamos que era la policía, pero eran del centro de jubilados de enfrente, que nos traían pastelitos…»
Cándido no pudo terminar esta parte de su relato, ahogado por la emoción y las lágrimas.
El corazón y el cerebro de todos los que estábamos en la ronda seguían sin descansar.
Maderas
Guillermo refirió entonces el caso de Maderera Córdoba. La empresa entró en convocatoria en el 2002. Sabatella fue convocado a la parte de administración, lo que le permitió conocer el manejo general de la empresa. «Queríamos salvar a la firma, a los patrones, porque pensábamos que eso era nuestro beneficio».
La empresa profundizó su crisis, dejó de pagar salarios. Los trabajadores descubrieron que una de sus compañeras tenía como domicilio uno de los correspondientes a la maderera. Para que se entienda, está ubicada en una serie de casas viejas conectadas entre sí, en Córdoba al 3100, Buenos Aires, con una fachada común salvo la de esa entrada que está a pocos metros del local principal.
La bautizaron «La Puertita». En diciembre de 2003 se instalaron allí, mientras la justicia clausuraba el negocio. «Fue difícil decidir, pero lo hicimos. En estos casos todo suma. El tipo que estuvo en una marcha alguna vez sabe lo que es tener enfrente a los azules, la policía. Esas experiencias te van preparando. Ya uno sabe que si la policía tira algo, vos se lo podés devolver», describió Guillermo.
La justicia había fajado las puertas interiores. Cortaron un pedazo de aglomerado que tenía la faja, y lo usaban para quitar, entrar a utilizar las máquinas, y volver a ponerlo al finalizar.
Empezaron a recuperar clientes y a enfrentarse a la policía. Los clientes preferían seguir trabajando con ellos, antes de probar la incertidumbre criolla de lo que podría llamarse «una empresa normal».
El promedio de edad en la maderera era de 40, 45 años. «Eramos viejos, no teníamos posibilidad de encontrar otro trabajo». Guillermo explicó que aún existe una diferenciación interna en las fábricas: «Están los de administración, y los negros del fondo, como si en la administración fueran blanquitos.
Cándido, más repuesto, quiso aclarar: «Yo me emociono mucho, pero no por la lucha que uno lleva adelante. La emoción la produce la pelea que el otro da por mí». Lo dijo, y volvió a ser inundado por las lágrimas.
El piquete de Parque Centenario
Elsa, de Fénix Salud, la clínica de Parque Centenario, relató la caída de la empresa, la convocatoria, la quiebra y el cierre en enero del 2004 por parte de empresarios médicos, que seguían siendo cada vez más ricos.
Elsa recordó el día del cierre de la clínica. «No sabía a dónde ir, no sabía cómo le iba a decir a mis hijas…» Nuevamente la emoción cortó el relato. (Luego, Toty Flores del MTD de La Matanza le diría: «es bueno de vez en cuando poder llorar».
Había miedo acerca de tomar la clínica, pero en marzo Elsa decidió, junto con Eduardo Murúa (presidente del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas) dar ese paso. La jueza ya quería rematar todo, incluido el edificio.
El 2 de marzo tomaron IMECC. «A la noche ya éramos 120 personas representando a todas las cooperativas. Unos traían arroz, otros fideos, todos traían lo que podían. En vez de sentirte apaleado te sentís grande».
El juzgado intentó impedirlo y unos días después, el 12 de marzo, envió a la policía para recuperar al edificio como fuera. La policía aprovechó un momento en el que había relativamente poca gente, y entró por la fuerza a la clínica. Golpearon a varios trabajadores e integrantes del MNER, incluido Hernán, el hijo de Cándido.
Elsa contó que hicieron un piquete con gomas quemadas en la avenida Díaz Vélez, frente a la puerta de la clínica, pero dejaron un carril para que pasaran los autos: «Una señora pasó y me gritó: ‘vagos de mierda, ¿por qué no se van a laburar?’ Y yo pensaba, eso es lo que queremos».
Resolvieron quedarse hasta las últimas consecuencias. Apareció Eduardo Luis Duhalde, secretario de Derechos Humanos, que quedó a cargo de la clínica. «La policía destrozó todo adentro, robaron todo lo que se podía robar». Hoy la clínica está reabriéndose con el proyecto de normalizar totalmente el nivel de trabajo durante el 2005. Fue una de las 13 expropiadas por la Legislatura porteña. Los trabajadores tienen 20 años de plazo para pagarla.
Cándido volvió a hablar: «Uno particularmente no ganaría una lucha. Pero la gente es solidaria y hay un compromiso moral que es más fuerte que el dinero».
¿Estatización o cooperativas?
Neka, del MTD, preguntó por las diferencias concretas en la vida de los trabajadores, entre cooperativas y el reclamo de estatización con control obrero. Y contó además que los MTD tienen proyectos productivos, ¿es posible articular experiencias?
Hugo dijo: «Somos trabajadores que necesitan hacerse cargo de su puesto de trabajo, porque no existe el trabajo, no existe el patrón, no existe la autoridad, y todo se va a la mierda. Y el único horizonte que te queda es la desocupación. Hicimos cooperativas porque es la única figura jurídica para dar la pelea. La verdad es que lo nuestro es una autogestión de trabajadores para hacerse cargo de una fábrica. No tenemos nada que ver con cooperativas tradicionales.
Cándido: «Para que te den la empresa tenés que tener una figura jurídica. Nosotros siempre decimos que, más que cooperativas, somos fábricas recuperadas que tomamos la figura legal de cooperativas.
Para mí no se puede tomar una fábrica para hacerla funcionar para la política, sino para hacerla producir.
Hugo: «La discusión sobre estatización es ideológica. En Brukman querían estatizar y que el Estada les pagara el sueldo. ¿quérés ser un empleado del Estado? Es una locura. Nos decían: ustedes están proponiendo la autoexplotación obrera. Pero no es así, yo me estoy apropiando de los medios de producción, genero lo que genero y distribuyo lo que genero. Esa es la discusión.
Cándido: «En el caso de Zanón ahora hicieron la coperativa. Y han trabajado muy bien. Tuvieron el apoyo del pueblo, es una fábrica enorme, incorporaron gente, son eficientes».
Elsa: «La estatización es más de lo mismo, que un paciente tenga que esperar 6 meses para que se le haga un estudio de corazón. Clínica Medrano fue estatizada, mandaron a cada compañero a un lugar distinto, la cooperativa se terminó».
Cándido: «Fue una estrategia del gobierno para desarmar un conflicto. Eso fue la estatización».
Hugo: «Sobre la articulación con los emprendimientos, las empresas entran en lo que llamamos economía social. Hay fábricas que producen elementos que ustedes pueden llegar a utilizar, desde materias primas, comida, alimentos, hasta productos finales».
Otro asunto: «Lo central no es pedirle al Estado que se haga cargo de esto, sino pedirle que genere políticas públicas genuinas de distribución, de crédito, de apoyo a la economía social, a las empresas recuperadas. Esos son los instrumentos que nos sirven».
Cándido: «No se lo pedimos al Estado. Se lo arrancamos».
El trabajo y la presión
Surgió la consulta siguiente: en Zanón, el argumento es que ser estatales impediría que la empresa se transforme en puro lucro para un grupo, y permitiría que los beneficios redunden en la sociedad. Al menos esa es la teoría. ¿Cómo lograr eso en las cooperativas?
Cándido: «Una, nosotros éramos 8 y somos 12. Dos, el otro día fuimos a recuperar máquinas para Global, nos podían meter a todos en cana, pero lo hicimos. Es el compromiso moral del que hablaba antes».
Hugo: «Además hay algo esencial. No vamos a ser el nuevo Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. No somos la nueva burguesía que nace de la pobreza. Esas son categorías ideológicas que no se condicen con la realidad. Nosotros triplicamos salarios, mejoramos las condiciones de trabajo, reparamos máquinas y duplicamos el personal. Y cobramos todos lo mismo. Si genero trabajo genuino, buen salario, aumento la base social, todos ganamos lo mismo, genero educación, ¿qué más?
Cándido: «Además no somos fábricas cerradas, somos de puertas abiertas. A veces las tenemos cerradas por los chorros. Pero tenemos un centro cultural. La Cooperativa Patricios (ex talleres Conforti) directamente tiene una escuela.
Hugo: «Estas cosas no se conocen, tienen una escuela para recuperar a los chicos de la calle. Hay más de 200 pibes en esa escuela, dentro de una fábrica. Si eso no es trabajar por la sociedad, ¿cuál es?»
Una de las asistentes a la ronda consultó: ¿cómo se lleva a cabo la toma de decisiones, y como es la forma de organización?
Hugo: «Cada fábrica tiene su esquema de organización interno, pero la decisión de qué se produce, qué se arregla, en qué se invierte, qué ganancias se reparten, todo lo resuelve la asamblea. Lo decidimos todos».
Cándido: «Otro mito es la seguridad. Desde que empezamos, jamás hubo un accidente. Hay menos accidentes que en las que tienen patronal».
¿Será porque hay menos presión?
Cándido: «Claro, antes entrábamos a las 7, decidimos entrar a las 8. Decidimos cuándo parar, cuando tomar mate. Cuándo recibir visitas. Prácticamente no hay accidentes, tampoco en las otras».
Cándido explicó otro aspecto de la idea de seguridad: «La única seguridad para nosotros es luchar por los otros».
Una joven contó que trabaja como docente en un jardín de infantes recuperado, casi como una cuestión ideológica, pero su decepción ocurrió al comprobar que las fundadoras de la cooperativa explotan a la gente que contratan (no las incorporan a la cooperativa) y cobran tres o cuatro veces más.
Hugo: «Como cooperativa estás habilitado para contratar gente. Pero eso no lo vamos a hacer nunca. Nunca».
Guillermo contó que en los estatutos del MNER se aclara que salvo un contador o un profesional que facture por un servicio, el resto tiene que ser integrante de la cooperativa.
La autogestión
Toty Flores, del MTD de La Matanza, retomó la charla que se había iniciado 24 horas antes junto al uruguayo Raúl Zibechi: «En esta etapa de la resistencia las formas organizativas que toma la resistencia son múltiples y todas son buenas en tanto apunten a la recuperación de los lazos sociales. A mí me parece importante lo que ustedes hacen, el impacto que produce en la cabeza de los compañeros. Si lo viéramos como resultados solamente, 1000 puestos de trabajos no es para recuperar el país. O la actitud de los compañeros que están casi obligados a tomar una empresa, porque es lo más conservador que se puede hacer. En ese sentido yo creo que hay trayectoria de otros movimientos que vienen pedaleando, buscando una forma para salir de la crisis, y esta nueva forma que se incorpora me parece muy fuerte. Es difícil recuperar la cultura del trabajo, y es muy importante que estemos acá hablando de esto. Nosotros editamos un libro en Chilavert. La ganancia es para la manutención de un jardín de infantes. Fíjense cómo se va creando un poder simbólico casi invisible. La fábrica, el movimiento de desocupados, el jardín de infantes. Esa es la importancia de la eco social. Esa diversidad. Pero no me quiero engañar. Este es un proceso largo, terriblemente traumático, y es bueno que lo digamos porque acá no hay soluciones mágicas».
«Quiero saludar este encuentro con ustedes, más allá de que tenemos muchas cosas para discutir. Es bueno porque es múltiple la forma de la resistencia».
Cándido: «Nosotros decimos que no nos tienen miedo porque hacemos producir las fábricas. Pero sí porque creamos conciencia».
Soledad, de La Matanza: «Le quiero decir a Cándido y a Hugo que dijeron que las fábricas son para producir y no para hacer política. Y yo pensaba que me encanta la política que ustedes hacen, porque ustedes producen y transforman. Uno hace política cuando dice ‘ganemos todos lo mismo, tratemos a la gente con respeto'».
Cándido: «Tenemos también una política hacia fuera, defender los recursos no renovables. Considerar a YPF como una empresa emblemática. Nosotros podríamos recuperarla. Ojalá el tema se pueda instalar en la sociedad».
Luego pronunció otra definición a futuro: «Dentro o fuera de la ley, vamos a seguir tomando las fábricas».
Neka, de Solano, fue cerrando la ronda: «Lo que aprendí de este encuentro es que los medios legales, como las cosas que le podemos arrancar al Estado, son eso: medios. Lo más importante son las personas. Y otra cosa que aprendí es que con estas acciones le están diciendo no a la explotación, no a la estatización y sí a la autogestión. Y la autogestión la ejercemos nosotros».
Hubo aplausos y un reconocimiento a los trabajadores: por las lágrimas, y por las risas.
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
Nota
Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

Nota
La Ley del Cáncer: avanza un proyecto que permite fumigaciones con agrotóxicos a 10 metros de viviendas

Una Ley Nacional que proviene del sector del agronegocio avanza en la Cámara de Diputados, impulsada por la UCR y la Coalición Cívica. Se trata de la norma que regula, entre otras cosas, la aplicación de agrotóxicos. El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas. La primera reunión informativa contó solo con oradores promotores de la iniciativa y solo dos voces críticas; crónica de esa reunión y la opinión del médico Damián Verzeñassi, la enfermera del Garrahan Meche Méndez, el abogado Marcos Filardi y Sabrina Ortíz, vecina fumigada y abogada que acaba de presentar un escrito para convocar a audiencias públicas y foros de debate para evitar que se apruebe esta Ley que prioriza el negocio a la salud social y medioambiental. FRANCISCO PANDOLFI
Esta semana se presentó en la Cámara de Diputados el proyecto de ley nacional “de presupuestos mínimos de protección ambiental para la aplicación de productos fitosanitarios”. Es decir, de agrotóxicos.
El proyecto fue escrito por la Red de Buenas Prácticas Agrícolas, integrada por más de 80 instituciones públicas y privadas vinculadas con el agronegocio, y dentro del recinto encabezan la iniciativa los diputados Atilio Benedetti (UCR – Entre Ríos), presidente de la Comisión de Agricultura en la Cámara de Diputados, y Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica). La nueva norma ya cuenta con el acompañamiento de 32 legisladores, entre un abanico variopinto que engloba a La Libertad Avanza, Unión por la Patria, UCR, PRO, Coalición Cívica, Encuentro Federal, entre otros partidos.
El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas.

Exposiciones sin consenso
El martes pasado se llevó a cabo una primera reunión informativa en la cual las y los oradores sólo fueron personas, organismos y corporaciones a favor de la iniciativa.
En la comisión conjunta realizada entre Agricultura y Ganadería y Recursos Naturales y Conservación de Ambiente Humano hubo entidades gubernamentales, de productores, de ingenieros agrónomos, de acopiadores, de empresas de tecnología agropecuaria y ONG a favor de la ley. Maximiliano Ferraro expresó que “el proyecto no tiene una mirada sectorial”. Y que “nace de un diálogo. Un diálogo y consenso, que podemos ampliar”.
Sin embargo, se dijo, no hubo invitaciones a voces disonantes.
Las únicas dos ponencias que no se alinearon al lobby de la producción con plaguicidas fueron el diputado Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista – FIT Unidad) y su par Blanca Osuna (Unión por la Patria). Dijo Giordano: “Deben darle espacio a quienes estamos en contra de esta ley. Hay una lista de un montón de organizaciones que quieren venir a exponer las barbaridades que ocurren por el uso de agrotóxicos. Fumigar a 10 metros de ninguna manera puede ser una buena práctica agropecuaria”. Dijo Osuna: “Es indispensable escuchar voces de otros sectores, estamos en falta si no. Los expertos científicos deben estar acá, están ausentes en este proyecto. Primero debe estar la salud, luego la producción”.
La evidencia del modelo
Tras el encuentro del martes, distintos actores se manifestaron en contra del proyecto. Damián Verzeñassi es médico generalista y es el director del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario, desde donde se hicieron desde 2010 a 2019 más de 40 campamentos sanitarios en diversos pueblos de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba para relevar puerta a puerta la situación de la salud en localidades fumigadas. ¿Qué demostraron esos resultados? Que en las comunidades rurales se multiplicaban los trastornos endócrinos, los abortos espontáneos, las malformaciones y el cáncer. Opina Damián: “Si se aprueba esta ley permitiría que se fumigue a 10 metros con productos que pueden generar cáncer de mama, cáncer de tiroides, alteraciones endocrinas en las glándulas, disminución de la capacidad de nuestro sistema inmunológico de defendernos. Por ejemplo, el herbicida atrazina está prohibido en 37 países, pero en Argentina está autorizada. Este tipo de cosas avala la ley que quieren aprobar”.
Sin embargo, el diputado por la Libertad Avanza Pablo Ansaloni, que proviene de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) dijo en la reunión informativa: “Desde nuestra actividad, que la vengo ejerciendo durante 30 años, manipulamos el cereal y estamos en contacto todos los días con el fitosanitario. Podemos dar fe que no tenemos ningún enfermo”.
Meche Méndez es enfermera de Cuidados Paliativos del Hospital Garrahan y desde hace años viene dando una pelea (casi en soledad) para que exista una historia clínica ambiental que pueda demostrar la relación de los agrotóxicos con las enfermedades. Le dice a lavaca: “El sistema de salud sigue sin considerar el daño, en muchos casos irreparable, que los tóxicos utilizados desde hace décadas en el modelo extractivo están produciendo en el ambiente, los territorios y por ende en los cuerpos de quienes los habitamos, atendiendo los síntomas y/o la enfermedad una vez producida, pero sin asociarlo cómo posibles causa”.
Sobre el proyecto de ley, analiza Méndez: “Sólo puedo compartir mi absoluto rechazo. Ya está comprobadísimo por la ciencia sin conflicto de interés que la deriva (movimiento de plaguicidas en el aire) no tiene control, que los venenos enferman y matan. Necesitamos medidas aún más protectoras de las que tenemos actualmente y sobre todo dejar de usar esos tóxicos. Hago un llamado urgente a los profesionales de la salud, a las sociedades científicas supuestamente comprometidas con la salud y el ambiente a que se expidan y rechacen esta posibilidad criminal de echar venenos a 10 metros”. Remata: “Se sabe que produce cáncer, malformaciones, daños genéticos, un montón de enfermedades y síntomas. Esto no puede salir de la Cámara de Diputados”.
María Luisa Chomiak, de Chaco, es la única diputada de Unión por la Patria que acompañó con su firma este proyecto. Argumentó: “Lo suscribí porque se necesita tener esta discusión. Toda iniciativa es perfectible y no hay nada más importante que la salud. Si se prioriza esto, celebro que estemos discutiendo este tema”. Sin embargo, en el proyecto no figura que la reducción de las distancias va en sentido contrario al principio de «no regresión en materia ambiental» que establece la Ley General de Ambiente y tratados internacionales como el Acuerdo de Escazú. Ni tampoco informa las pruebas científicas ya demostradas sobre la consecuencia de los plaguicidas: desde los efectos letales del glifosato en embriones anfibios, constatado por el ex titular del Conicet Andrés Carrasco, hasta los estudios de Delia Aiassa en la Universidad de Río Cuarto sobre daño genético, que comprobaron el riesgo aumentado de contraer cáncer. A partir de estas investigaciones hubo fallos judiciales en distintos puntos del país prohibiendo las fumigaciones terrestres a menos de 1.095 metros y las aéreas a menos de 3.000.
Antecedentes que enferman
Una de esas localidades es Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires. Allí vive Sabrina Ortiz, una de las tantas personas que se enfermó por agrotóxicos. Perdió un embarazo de casi 6 meses y tuvo dos ACV. Sabrina tiene una particularidad notable: como no encontraba abogados que la defendieran, estudió Derecho y se recibió. Fue amenazada; le mataron a su perro como amedrentamiento. Después de años de denuncias y estudios científicos, la Justicia federal confirmó que el 3 de diciembre de 2025 comenzará el juicio oral contra tres productores agroindustriales por delitos de contaminación ambiental, según la Ley de Residuos Peligrosos (N° 24.051). En la causa se documentaron daños a la salud vinculados a la exposición crónica a sustancias como glifosato, atrazina y clorpirifós.
Sabrina, junto a varios colegas, acaba de presentar un escrito colectivo de abogadas y abogados de Pueblos Fumigados en donde solicitaron a las presidencias de las comisiones de Agricultura y Ganadería y de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados de la Nación que convoquen audiencias públicas, foros y videochats de debate antes de tratar el proyecto de ley.
Marco Filardi es abogado especialista en derechos humanos y temas ambientales y es parte de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA. Le dice a lavaca: “Esta norma manda un mensaje a todas las provincias de que este (10 metros fumigación terrestre y dron, y 45 metros aérea) es el estándar mínimo, el piso ambiental y eso no lo podemos aceptar. Gran parte de nuestra población está expuesta cotidiana, sistemática y estructuralmente a la aplicación de más de 7.000 formulados comerciales con autorización vigente por el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) en una cantidad de más o menos 500, 600 millones de litros de agrotóxicos al año. Tenemos el triste privilegio de ser el país que más agrotóxicos por persona y por año usa en el mundo y los resultados están en los cuerpos, están en los territorios”.
Desde los impulsores de la iniciativa no contactaron a científicos, ni profesionales de la salud, ni abogados, ni a ninguna de las organizaciones ambientales. Como por ejemplo la coordinadora “Por una vida sin agrotóxicos Basta es Basta”, de Entre Ríos, que se moviliza todos los martes desde 2018 frente a la Casa de Gobierno en Paraná. “La ley nacional es un ‘copy-paste’ de la que ya tenemos acá, aprobada a finales de 2024 y en la que habilitan fumigar a 5 metros de los cuerpos de agua, a 10 de las plantas urbanas y a 15 de las escuelas rurales. Ellos se amparan en las buenas prácticas agrícolas sin basarse en ninguna evidencia científica, a diferencia de todos los trabajos publicados en Argentina y en el mundo donde se demuestra el impacto que tiene el uso de los venenos sobre la salud y los ecosistemas, más allá de la dosis y la distancia. Lo que genera el daño es la presencia del veneno y si hay evidencia científica ya está: no hay más que hablar”.


Revista MuHace 5 díasMu 208: Lara Brenda Morena

#NiUnaMásHace 1 semanaUn mes sin Brenda, Lara y Morena: lo que se sabe de la trama narcofemicida

Soberanía AlimentariaHace 6 díasMiryam Gorban: hasta siempre, maestra

#NiUnaMásHace 4 semanasLara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Derechos HumanosHace 6 díasEstela, 95 años y 140 nietos recuperados: ¡que los cumplas feliz!




























