CABA
Eric Sadin: «Nuestra época está marcada por la ingobernabilidad permanente»

Con un aspecto similar al de una estrella musical, el filósofo francés Éric Sadin (París, 1972) se ha propuesto una tarea ciclópea: desentrañar esos episodios que, aunque desconcertantes, hoy gobiernan nuestras vidas. ¿Por qué triunfan burdas teorías de la conspiración mientras las sociedades occidentales se fragmentan en trozos cada vez más pequeños? A esta clase de preguntas trata de responder en ‘El individuo tirano‘ (Caja Negra), una obra que muestra una nueva aproximación crítica a la tecnología, recogiendo el testigo de libros anteriores, como ‘La silicolonización del mundo‘. La respuesta, según él, es multidimensional: no parte tan solo de la precariedad o la polarización política sino que nace, en gran medida, de un ‘ethos’ individualista que gobierna el mundo desde hace varias décadas.
Por Pelayo de las Heras para etich.es. Traducción por Sandra Gallego Salvá
A pesar del optimismo generalizado tras la caída del Muro de Berlín, en El individuo tirano sostienes que fue entonces cuando cristalizó de forma definitiva la ruptura de la confianza entre los individuos, el cuerpo social y las instituciones. ¿Cómo nos ha hecho evolucionar la tecnología?
En dos décadas hemos experimentado una transformación absoluta de nuestra percepción de las tecnologías digitales. Partiendo del entusiasmo inicial, las conciencias están hoy marcadas por la desilusión. Pero entre estos dos momentos hubo un término medio, durante el que se jugó lo esencial: el hecho de que a principios de la década de 2010, sistemas dotados de capacidades tanto interpretativas como sugestivas comenzaran a enmarcar nuestras vidas con fines comerciales, presentándonos a diario productos supuestamente adecuados para cada uno de nosotros –siempre con el propósito de hiperoptimizar ciertos sectores de la sociedad. Pensemos en el mundo de la logística, en el que los fabricantes reciben señales que les indican qué hacer: Este fue el punto de partida, a medida que avanzaban mis libros, de mi exploración sobre la naturaleza y el alcance de los efectos inducidos. Sin embargo, no lo veíamos claramente y seguimos sin verlo. Ha llegado el momento ya no de elaborar una única crítica del tecnoliberalismo, sino de invertir el foco de alguna manera, de captar los efectos inducidos en nuestras psiques de un uso más asiduo de las tecnologías digitales.
En tu obra, tal como indica el título, hablas del «individuo tirano», haciendo hincapié en un individualismo extremo carente casi de toda colectividad. Pero ¿a qué te refieres concretamente con ese concepto?
Vivimos un momento de extrema saturación en el orden político y económico que reaviva la intención de no estar de brazos cruzados. Esto lleva vigente casi medio siglo. Desde entonces, la mayoría ha estado dividida entre dos estados opuestos: por un lado, la constatación de no pertenecer más a uno mismo y enfrentarse a situaciones cada vez más precarias; por el otro, el hecho de usar tecnologías para facilitarnos la existencia, el acceso inmediato a la información, la formulación de opiniones y esa sensación de ganar aún más poder. Es una tensión explosiva, pues contribuye a imaginarnos como sujetos autárquicos replegados sobre nuestros instrumentos –que supuestamente nos ofrecen mayor control–, liberando así la expresión continua de nuestro resentimiento. Esta sería la era del individuo-tirano: una condición civilizatoria sin precedentes que contempla la abolición progresiva de una base común para dar paso a un enjambre de seres que se consideran tan engañados que no consiguen darle crédito a su propia percepción de las cosas.
Habla del smartphone como una herramienta esencial al contribuir con las posibilidades que ofrece para situar la individuo como primera y última instancia de un poder legítimo, creando una sensación de falso control de la realidad. En este sentido, incluso la ‘i’ del iPhone es simbólica.
Durante las Treinta Gloriosas, la industria desarrolló productos que apoyaron el proceso de individualización ,como el automóvil, el camping o el magnetoscopio. Técnicas que daban la sensación de vivir la vida que uno quiere. A finales de los 90 aparecieron simultáneamente dos dispositivos que iban a dar una nueva dimensión a este movimiento: internet y el móvil. Nos permitían mayor movilidad y ampliaban el acceso a la información, generando la ilusión de sentirnos más activos (en el sentido de actuar, de realizar). Porque la utopía de la emancipación a través de las redes es una fábula. ¿Quién iba a creer que a través de simples intercambios en foros en línea nos libraríamos de nuestras alienaciones? Por otro lado, se creó muy pronto un mito: el de una mayor autonomía y valor de nuestro capital humano. Esa ‘i’ que mencionas fue celebrada en todas partes, consolidando el individuo autorrealizado: la gente se apropiaba de las lógicas neoliberales pero bajo una forma aparentemente cool y el smartphone amplificó el fenómeno. El círculo está cerrado: el tecnoliberalismo ha engendrado un autoliberalismo de uno mismo.
¿El falso empoderamiento es la razón de centrarse especialmente en las redes sociales?
Las redes encarnan los dispositivos que habrían generalizado normalizado una relación inflada con la realidad y los demás. Despegaron a finales de los años 2000, en un momento en que la mayoría vivía con la sensación de inutilidad e invisibilidad social. Entonces, una plataforma permitía exponerse ante los demás mientras recibía un baño de agrado simbolizado por un pulgar erecto. Durante la crisis del 2008, que respaldó una desconfianza hacia las instituciones económicas y políticas, Twitter dio voz al resentimiento con fórmulas escuetas que favorecían la afirmación categórica y que condujeron rápidamente a una brutalización de los intercambios. En un momento en que la industria digital estaba ocupada mercantilizando la totalidad de nuestras vidas, proporcionó una interfaz destinada a crearse un aura simbólica. En cuanto a Instagram, esta red ha llevado a una estilización pública de la existencia con el fin de monetizar el poder de recomendación.
«¿Quién iba a creer que a través de simples intercambios en foros en línea nos libraríamos de nuestras alienaciones?»
Rechazas una de las tesis principales acerca del actual capitalismo, como es la del «capitalismo de la vigilancia» de Shoshana Zuboff. ¿Dónde nos encontramos entonces?
La vigilancia se caracteriza por la recopilación de información con fines de control disciplinario, algo que solo usan los Estados. A la industria numérica le importa un pepino espiarnos, lo que pretende es penetrar nuestro comportamiento –generalmente con nuestro consentimiento– con el único objetivo de marcar el rumbo de nuestra cotidianeidad. Se trata más concretamente de un capitalismo de la administración de nuestro bienestar en el que no dejamos de acurrucarnos. Ya no puede ser solo el momento de denunciar a los gigantes digitales que nos absuelven de nuestra parte de responsabilidad; es preciso entender que nuestros usos han generado formas de sordera entre los distintos componentes del cuerpo social, principalmente por la declaración ad nauseam de nuestras opiniones en las redes sociales. Estas prácticas no hacen más que consolidar nuestras propias creencias, suscitar tensiones interpersonales que proceden de una ilusión de implicación política ya que por lo general se dan al margen de cualquier compromiso concreto. Una disimetría tan grande entre el discurso y la acción representa un drama de nuestra época.
¿La sensación de poder ofrecida por los dispositivos tecnológicos, la sensación de haber sido engañados políticamente y la voluntad de no seguir siendo engañados es lo que crea la situación de «ingobernabilidad permanente» que defiende?
Desde principios del 2010, no han dejado de martillar con que estamos ante un aumento de los populismos Es una lectura que no me parece propia para analizar fenómenos inéditos, pues quien dice populismo supone aspiraciones comunes, promesas hechas por figuras fuertes a las que las masas dan su aprobación. Sin embargo, de lo que se trata hoy es de la llegada de una nueva condición de individuo contemporáneo hecho de sus heridas en un momento de la historia que, década tras década, habrá acarreado tantas experiencias fallidas. En esto, la ira actual surge menos de motivos ideológicos que de afectos subjetivos, que se expresan con el smartphone en mano. Este nuevo ethos baraja las cartas del pacto que obra entre gobernantes y gobernados para descubrir lo que llamo un estado de ingobernabilidad permanente.
¿Ha marcado la pandemia un antes y un después en nuestra concepción tecnológica?
De la noche a la mañana, el confinamiento impuso la necesidad de realizar muchas actividades corrientes en línea. Esto ha tenido tres efectos importantes: primero, una intensificación repentina del uso de protocolos digitales; en segundo lugar, la extensión de estos a muchas actividades, algunas de las cuales hasta ahora era inimaginable poder llevar a cabo de forma remota. Y finalmente el tercero: un fenómeno de naturalización, como si ahora fuera normal realizar actividades humanas sin una presencia carnal compartida. Hemos cruzado el umbral de una nueva condición, tanto individual como colectiva, marcada por una relación con los sistemas digitales cada vez más totalizadora.
«Lo alternativo ya no debería ser heroico»
Ahora, la crisis económica que vamos a vivir y que se traducirá especialmente en la necesidad de reducir costes, nos llevará al fortalecimiento de procesos como el teletrabajo. Por ejemplo, los empleados de Facebook que así lo deseen pueden teletrabajar de forma permanente. Por su parte, el Daily News se ha convertido en el primer diario sin redacción física. Dondequiera que la distancia pueda destronar al cara a cara, lo hará. Estamos asistiendo a un borrado progresivo del cuerpo y la presencia y veremos llegar una nueva globalización, la de los servicios, donde la ubicación será cada vez menos relevante y el salariado se cuestionará a favor del trabajo por encargo. Será entonces necesario que todos estos cambios, así como el alcance de sus consecuencias, sean objeto de debates y acuerdos. De lo contrario, aparecerán inevitablemente nuevas formas de competencia desleal entre países del Norte y del Sur.
¿Hay un fracaso de ese ideal ilustrado que aspira a conjugar la autonomía con el interés general?
Exactamente. Lo que hoy hemos entendido es que el individualismo liberal es un mito que ha durado más de dos siglos. Al final de una larguísima secuencia, solo nos queda tomar nota del fracaso de este pacto político supuestamente virtuoso, porque nunca ha dejado de generar desigualdades y competencia feroz mientras persigue en una carrera desenfrenada la búsqueda del progreso sin fin que nos ha llevado al borde del precipicio. Lo que también hay que señalar es que se ha vuelto a recolocar repetidamente sobre unas bases más equitativas para terminar produciendo, como es inevitable, el mismo resultado. En este sentido, deberíamos esforzarnos por definir de manera muy diferente los términos de esta noble aspiración inicial. Y esto exige constatar que el principio de delegación como modo exclusivo de gobernanza está agotado para, después, implementar una infinidad de prácticas capaces de hacernos más actores de nuestras vidas.
«Debemos defender el derecho a experimentar otros modos de existencia con fines más virtuosos y solidarios»
«La fase destructiva de las protestas nunca da lugar a una fase constructiva», se puede leer en El individuo tirano. ¿Estamos secuestrados por una especie de nihilismo universal? Y lo que es más, ¿se puede vislumbrar hoy algún mimbre constructivo de algún tipo?
Deberíamos trabajar hacia el establecimiento de una democracia radical, en palabras del filósofo John Dewey. Más que instituir una renta universal, sería sensato que los fondos públicos pudieran apoyar todo tipo de proyectos que traten de establecer formas de organización menos preocupadas por el lucro y que apunten a la mejor expresión de cada uno en el campo del cuidado, la educación, la artesanía, etc. Lo alternativo no debe ser un acto heroico, sino que debería ser alentado a todos los niveles. Debemos defender el derecho a experimentar otros modos de existencia más virtuosos y solidarios: es hora de frustrar las pasiones tristes que nos socavan, atizadas por la amarga sensación de sentir nuestra propia inutilidad, para sustituirlas por la lógica inversa. En otras palabras, la alegría de implicarse en los asuntos comunes y de sentirse plenamente involucrado en el desarrollo de nuestros destinos individuales y colectivos. De lo contrario, es probable que la furia del todos contra todos se convierta en el rasgo dominante de la época.
Actualidad
Garrahan: con el corazón en la calle y en la salud pública

Una conmovedora y masiva marcha acompañó el reclamo del Hospital Garrahan, en crisis por decisión del gobierno de Milei que, al mismo tiempo, ataca a la salud pública, hiper endeuda al país, subsidia y financia todas las bicicletas financieras y fomenta la especulación con el dólar. La movilización partió del Garrahan, llegó a Congreso y de ahí a Plaza de Mayo, con el apoyo explícito de transeúntes, automovilistas y comerciantes a cada paso. Lo que dicen médicos, profesionales y pacientes de un hospital emblemático que atiende a todos los niños, niñas y adolescentes del país con patologías complejas. La teoría sobre el odio a los trabajadores públicos, los reclamos que apuntan a una canasta básica como mínimo, ante un gobierno que en lugar de intentar solucionar el problema tiende a empeorarlo, y sigue con la política de la motosierra, que por definición solo es capaz de amputar al sistema de salud, mientras en el hospital una señora era intervenida para donar parte de su hígado a un bebé de 5 meses. ¿Quién gana y quién pierde con lo que pasa en el Garrahan? El documento completo que se leyó durante el acto.
Por Francisco Pandolfi
Fotos Juan Valeiro
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Dentro del Hospital Garrahan, en la puerta del área de radiología hay un cartel que no debería estar ahí, pegado. O no debería estarlo en condiciones normales. “Buscado por vaciar al Garrahan”. Debajo se ve la foto de Mario Lugones, ministro de Salud, con una inscripción: “Quiere robarle la salud a las infancias para beneficiar su propio negocio”.
Esa imagen se repite por todo el establecimiento, junto a otros que informan sobre el paro de actividades que arrancó a las 7 de la mañana de este jueves y se extenderá hasta las 7 de mañana del viernes (se mantuvieron el servicio de guardia y la atención a pacientes internados) y convocan a la movilización que está empezando ahora mismo, cuando médicos y enfermeros y personal administrativo se alistan en la puerta para movilizar primero al Congreso, y desde ahí hacia Plaza de Mayo.

Otra de las cartulinas pegadas en los pasillos hace foco en los trabajadores: “Defendamos al Garrahan y a sus laburantes”. Uno de ellos es un médico anestesista que está de guardia y prefiere no dar su nombre. No va a marchar, pero baja a la puerta del hospital para bancar la resistencia colectiva. Trabaja aquí hace más de treinta años. Sintetiza la gravedad del problema: hay un equipo de seis perfusionistas que se encargan, en las operaciones y trasplantes de corazón (se hacen promedio dos por día) de mantener al corazón latiendo mientras se realiza la intervención. En los últimos meses tres de los seis profesionales, con más de quince años de trayectoria, renunciaron por los bajos salarios. “Si se va un perfusionista más, hay que cerrar el programa, porque es imposible se sostener”.
Esto (y tanto más) es lo que está en juego hoy en el Hospital Garrahan.

El odio al trabajador público
Arranca una movilización que cuadra a cuadra se volverá más masiva. Se canta “el hospi no se toca, el hospi no se toca”.
Se pregunta si el hospital está y la masa contesta que sí.
Se pregunta si los laburantes están y se contesta que sí.
Se pregunta si las familias de los pacientes están y se contesta que sí.
Y se pregunta si el sueldo está, y la respuesta es unánime: “Nooooo”, con esa o que se extiende en el aire y que da más fuerza a seguir cantando.
Mercedes Méndez, Meche, es licenciada en enfermería y trabaja en el hospital hace 31 años: “El desfinanciamiento viene desde hace un año y medio y las consecuencias son evidentes: muchos profesionales ya abandonaron el hospital. El gobierno es consciente de lo que está generando, porque para ellos la salud es un gasto y no una inversión. Va en la misma línea del ataque a los jubilados y a las personas con discapacidad”.
Agrega: “La salud y la educación pública siempre estuvieron al límite con todos los gobiernos, nunca estuvimos cómodos y siempre tuvimos que salir a luchar por nuestros derechos. Pero esta gestión vino a endurecer todo, con un odio de clase al extremo, que viene a decirnos que nos odia por ser trabajadores públicos. O sea no tiene lógica lo que hacen. Vienen por todo lo que quedaba y no se lo vamos a permitir, porque la salud pública debe seguir siendo un bastión a preservar”.
¿Qué está en riesgo hoy? Enumeran trabajadoras y trabajadoras del hospital:
- “Una red integral de atención que asiste a todos los niños, niñas y adolescentes del país con patologías complejas”.
- “La formación de profesionales que se capacitan en el Garrahan para asistir a pacientes pediátricos en todo el país, desde La Quiaca a Tierra del Fuego”.
- “Los avances tecnológicos en ciencias médicas que ayudan a disminuir la mortalidad y mejoran la calidad de vida de pacientes pediátricos con enfermedades graves”
- “Los avances científicos en medicina pediátrica que se realizan en la institución y se replican en numerosos centros de atención”.
Otro de los afiches muestra un corazón abrazado por dos manitos, y el lema “El pueblo abraza al Garrahan”. La frase parece haber presagiado lo correcto, lo que sucede, lo que está pasando en el camino que arranca en la puerta del Garrahan, sigue en avenida Entre Ríos hasta llegar al Congreso de la Nación. Y luego a Plaza de Mayo.

La pelea de Morena
Morena es una de los miles y miles de pacientes de todo el país que se atiende en el Garrahan. Tiene 11 años de edad. Vino a la marcha con su mamá Rosario y su abuela Noemí. Cuentan que en pandemia a Morena le dieron la vacuna Moderna contra el Covid y le provocó una enfermedad en la sangre: Púrpura Trombocitopénica Inmune (PTI). Dice Noemí: “La internaron en el Garrahan cuando tenía 3 mil plaquetas, y lo normal es 150 mil. Corrió peligro su vida”. Morena estuvo más de un mes internada y se sigue tratando actualmente. Dice Rosario: “Mucho tiempo debimos venir todos los días a control, ahora cada seis meses porque está mejorando”.
Completa su abuela Noemí: “Este gobierno busca matarnos en vida. No se entiende que se metan con quienes salvan la vida de bebés, niños y adolescentes, que son nuestros hijos, nietos y sobrinos. Siento asco, bronca y sobre todo impotencia, porque sólo pueden tomar estas decisiones quienes tienen una mentalidad asesina y el gobierno esto lo demuestra todos los días”.

El reclamo y las promesas falsas
Se va sumando gente al andar. Hay trabajadores que en la caminata entregan volantes a la gente que mira, que aplaude, que está atendiendo en sus negocios mientras la marea humana cada vez es más numerosa y ahora llega al Congreso de la Nación. Allí, a principios de julio, la Cámara de Diputados trató la emergencia para el Garrahan, pero la sesión se levantó por discusiones entre el bloque de La Libertad Avanza y el peronismo. Y la emergencia quedó sin tratar.
¿La emergencia? La recomposición salarial del 100%; que el sueldo base para cualquier ingresante sea el que determina la canasta básica familiar: un millón ochocientos mil pesos; y el aumento presupuestario del hospital.
Las y los trabajadores del Garrahan comenzaron con el reclamo por la recomposición salarial hace más de un año. Le prometieron un bono y tampoco lo cumplieron. Llevan 14 paros y no sólo no fueron escuchados por el gobierno nacional sino que la situación empeoró: el gobierno difundió el 2 de julio un reglamento que degrada las condiciones laborales de los residentes en hospitales nacionales al buscar convertirlos en “becarios”, detrimento a la formación a largo plazo. (https://lavaca.org/actualidad/otro-ataque-a-la-salud-publica-y-al-garrahan-las-movilizaciones-que-se-vienen/)

El símbolo de la crueldad
Eliana lleva un cartel que dice “la salud pública es salud socioambiental”.
Eliana trabaja como administrativa del hospital hace 12 años y en la actualidad está en el área de servicio social. Dice que hoy el Garrahan es un símbolo de lucha, compromiso, amor, de igualdad por atender a todo tipo de paciente, pero también de la crueldad: “Están poniendo en peligro la salud de los niños, niñas y adolescentes no solo de nuestro hospital sino de todo el país y de Latinoamérica. Los tratamientos están en peligro, las formas de atención, los médicos que se van imposible de recuperar en sus saberes”.
Eliana cuenta la supervivencia en números concretos: “La pérdida salarial es casi del 100% desde noviembre del 2023 a la actualidad. En este último año nuestro aumento fue menor al 3%. Yo cobro 800 mil pesos con más de 10 años de antigüedad. Hicimos una cuenta con otros trabajadores del Garrahan y descontando alquiler y el resto de los impuestos, nos quedan 4.415 pesos por día para vivir. Con eso tenemos que comer, comprar un remedio, sostener a tus hijos. O sea, vivir así es imposible”.

Si el Garrahan gana
La marcha ahora llega a Plaza de Mayo y un océano de gente inunda las calles porteñas. Adelante solo se ven miles de cuerpos. Atrás, también. Están todos los sectores de la salud pública a nivel nacional, además de varios gremios, un grupo de sindicatos de la CGT, las dos CTA, y muchísimas organizaciones barriales, estudiantiles, culturales y sociales: desde la actriz Mirta Busnelli, el dirigente Ricardo Alfonsín y el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. No hay un policía y no hay disturbios, lo que evidencia un signo de estos tiempos: «Cuando la movilización es multitudinaria, no hay protocolo que valga», dicen desde la cabecera. Mientras la ciudad de Buenos Aires es el epicentro de esta movilización, profesionales de la salud realizan cortes, paros y marchas en todo el país en reclamo de los recortes presupuestarios en todos los hospitales de Argentina.
Desde la cabecera de la marcha –que lleva una bandera con el lema “Por el Garrahan, la salud pública y todas las luchas”, dicen: «Si el Garrahan gana, gana la clase trabajadora. Si el Garrahan gana, Milei tiene un problema».
Termina la marcha en Plaza de Mayo.
Mientras tanto, en el Hospital Garrahan una señora está siendo intervenida quirúrgicamente. Le está donando parte de su hígado a un bebé de 5 meses en el Hospital de Pediatría de mayor complejidad de Latinoamérica.

Reproducimos el documento completo que se leyó en la marcha.
Compañeros y compañeras, familias, trabajadores, trabajadoras, estudiantes,
jubilados: “Gracias por estar hoy llenando esta plaza”, abrazando esta lucha que no es
sólo nuestra, sino de todo un país.
Esta enorme movilización llega a la Plaza de Mayo para decirle bien fuerte al gobierno
de Milei: ¡no al vaciamiento del Hospital Garrahan! ¡Basta de ajuste a la salud pública!
¡Recomposición salarial ya para sus trabajadores y trabajadoras!
Queremos destacar que esta tarde no estamos solos en Plaza de Mayo: se está
desarrollando una verdadera jornada nacional, con acciones en todos los rincones del
país.
La asamblea de trabajadoras y trabajadores del Garrahan, que agrupa a todas las
profesiones y oficios que sostienen el funcionamiento hospitalario, y es impulsada por
los sindicatos combativos de la institución (Junta Interna de ATE y la Asociación de
Profesionales y Técnicos) y el colectivo de trabajadores autoconvocados, resolvió esta
movilización como parte de su plan de lucha. Sin embargo, la jornada fue rápidamente
abrazada por un colectivo mucho más amplio que el interior del Garrahan: se hizo
bandera del pueblo argentino, empezando por las propias familias que atienden a sus
niños, niñas y adolescentes en el hospital. A la vez por diversas organizaciones
sindicales, sociales, políticas y de DDHH; también, por ciudadanos y ciudadanas de a
pie, que han venido a sumar su cuerpo y su voz, y poner un límite a la destrucción.
La pelea de los trabajadores y trabajadoras del Garrahan es causa nacional por
muchos motivos. En primer lugar, porque plantean un reclamo elemental: que nadie en
el hospital debería ganar menos que el costo de la canasta familiar ($1.800.000).
¡Basta de trabajadores bajo la línea de pobreza!
Mediante la intervención institucional y el estrangulamiento financiero disfrazado de
austeridad, el gobierno ataca al hospital, vaciándose su recurso humano,
abandonando su infraestructura y generando condiciones laborales insostenibles para
sus trabajadores. Estamos atravesando una crisis grave, persistente y cada vez más
profunda que ha dañado y amenaza con destruir el rol del Hospital como centro de
referencia para la salud pública de alta complejidad. Hay que destacar que el
Garrahan es protagonista insustituible en la red pediátrica nacional.
Por eso, hoy decimos con fuerza en esta Plaza de Mayo: “El Hospital Garrahan no se
toca”
Ante este conflicto, la actitud destructiva del gobierno y sus tentáculos que infiltran la
cúpula directiva del hospital ha sido desinformar y mentir a la población. Al mismo
tiempo, difamar, agredir y amenazar a sus trabajadores. Nos han acusado de ñoquis;
mintieron sobre la composición de todo el plantel; engañaron sobre el presupuesto que
viene recortando al hospital; tildaron de “ideológicos” a comités de trabajo
interdisciplinarios y al conflicto de generado por intereses ajenos al hospital, cuando en
realidad está sostenido por asambleas abiertas y masivas de trabajadores.
¿Por qué mienten? Tal vez porque no soportan ver que una institución pública pueda
ser sinónimo de excelencia y humanidad. Porque les incomoda que exista un hospital
que demuestra todos los días con intervenciones quirúrgicas innovadoras,
tratamientos de vanguardia y un equipo de salud que está comprometido con la
institución que lo colectivo funciona y que el cuidado de las infancias y adolescencias
de la Argentina no se rige por las lógicas del mercado.
Ahora, Lugones y Milei redoblan la apuesta al nombrar un interventor como Director
Médico. Pirozzo no tiene antecedente alguno en pediatría, y sólo es designado por su
trayectoria como vaciador del Sommer y del Bonaparte, hospitales en los que ejecutó
despidos masivos.
Pero si el gobierno redobla la apuesta, nosotros aquí movilizados también lo hacemos.
Le recordamos al gobierno que en el Garrahan hay una larga historia de lucha por
salario, condiciones de trabajo y, en definitiva, su defensa, más allá del poder de turno.
Esta plaza colmada es un mensaje contundente al gobierno de Milei y al empresario
Lugones: este pueblo no va a permitir que se lleven puesto al principal hospital
pediátrico del país y a la salud pública sin pelear. Con los métodos que venimos
empleando -asambleas, paros, movilizaciones- insistiremos en que el gobierno dé
respuesta a nuestros reclamos y exigiremos la aprobación de cualquier ley que sea
favorable a ellos, como la ley de Emergencia Sanitaria Pediátrica, que ya ha obtenido
dictamen en comisiones para ser tratada y esperamos sea apoyada masivamente por
legisladores de todo el país.
Resulta claro que la agresión al Garrahan forma parte de un ataque a la salud pública.
El sistema de residencias se ha mostrado en el mundo y en la Argentina como la mejor
forma de capacitación de posgrado. Los residentes son parte esencial del sistema y
del equipo de salud y constituyen la garantía de su funcionamiento futuro. La reforma
intempestiva e inconsulta del empresario Lugones al sistema de residencias
nacionales expresada en la resolución 2109 debilita la formación, precariza
condiciones laborales y rompe un sistema probado, justo y eficaz. Expresamos nuestro
más enérgico rechazo a esta reforma y reivindicamos la organización y lucha de los
residentes que deben contar con salarios y condiciones laborales dignas en todas las
jurisdicciones del país. ¡Basta de precarización, pobreza y aprietes! ¡Sin residentes no
hay hospital!
El propósito de desmantelar toda responsabilidad del Estado nacional respecto de la
salud pública se completa con los despidos a mansalva en instituciones fundamentales
de nuestro sistema sanitario. Repudiamos los despidos en los hospitales Posadas,
Sommer y Bonaparte durante este 2025 y seguimos exigiendo la reincorporación de
todos. Repudiamos, también, la reciente creación de la ANES (Administración
Nacional de Establecimientos de Salud), cuyo único propósito es profundizar los
recortes. Antes, hubo despidos en el Ministerio y se desmantelaron las Coordinaciones
Nacionales de TBC, Lepra, Hepatitis y HIV. También se cerró el Instituto Nacional del
Cáncer y se desfinancian el Clínicas, el Roffo y en general los hospitales universitarios.
Estas políticas debilitan las posibilidades de diagnóstico, prevención y tratamiento. Así,
se dañan las vidas de nuestro pueblo. La reciente pérdida de Araceli Julio pone en el
centro de la escena el accionar irresponsable de este gobierno, pues ella fue una de
tantas personas que tuvo que luchar contra los recortes en el dispendio de medicación
oncológica por parte de la DADSE.
Trabajadores en distintas jurisdicciones, provincias y municipios del país, desde
Ushuaia a La Quiaca, enfrentan las medidas de ajuste en el Sistema Público de Salud.
Hoy mismo, junto a esta enorme marcha, hay movilización en Rosario, paro en
Chubut, paro y movilización en Neuquén y La Rioja, acto en el Hospital Central de
Mendoza y asambleas en Chaco y todos los hospitales de Río Negro.
Nos dicen que “no hay plata”, mientras el gobierno acaba de destinar 4200 millones de
dólares al pago de deuda externa. ¡La salud pública necesita recursos ya!
Como si todo esto fuera poco, tenemos el ajuste brutal en discapacidad, que afecta en
forma generalizada a las personas en esa condición y a los trabajadores de salud que
se desempeñan en el área. Exigimos la inmediata implementación de la ley
recientemente sancionada.
Desde esta plaza decimos: que se vaya el empresario Mario Lugones. Que renuncie
ya. ¡La salud y la vida no son mercancías!
Evidentemente, lo que ocurre con el Garrahan en particular y la salud pública en
general tiene el mismo origen que tantos otros padecimientos que está sufriendo
nuestro pueblo. El vaciamiento planificado también afecta a la educación y al sistema
científico-tecnológico. Lo mismo ocurre con el teatro independiente y la cultura en
general. La destrucción salarial corre a la par de la miseria jubilatoria. Los despidos en
el estado se emparentan con la desocupación creciente en el sector privado. La
crueldad contra usuarios del sistema de salud va de la mano con el recorte de
alimentos en los comedores populares. Por eso, no es casual que en esta plaza
estemos juntos trabajadores y trabajadoras del Garrahan y decenas de hospitales de
todas las jurisdicciones; residentes de la nación, la CABA y la Provincia de Buenos
Aires; trabajadores de organismos fundamentales del Estado afectados por fusiones y
cierres; trabajadores que enfrentan despidos en distintos sectores de la industria;
jubilados que se plantan todos los miércoles y nos convocan especialmente a movilizar
el próximo 23 de julio; docentes y estudiantes que pelean por la educación pública;
organizaciones sociales y piqueteras que resisten en los barrios.
Hoy 17 de julio y desde esta plaza, decimos con fuerza: el Garrahan nos necesita. Nos
necesita defendiendo cada puesto de trabajo, cada área, cada servicio. Porque
cuando atacan al equipo de salud, no atacan a individuos; atacan a un entramado que
recibe, cuida, diagnostica, cura y acompaña a quienes llegan desde todos los rincones
del país.
Hoy, la salud de nuestras infancias y adolescencias está en riesgo. Duele decirlo, pero
es urgente hacerlo. Lo que está pasando atenta directamente contra un sistema de
salud pública e integral que se está desmantelando frente a nuestros ojos. Es por todo
esto que no podemos naturalizar la indiferencia, aceptar la violencia como forma de
gobierno, ni permitir que nos arrebaten los derechos que nos pertenecen.
Necesitamos darle continuidad a esta potente convocatoria con un paro activo
nacional, una enorme y superior Marcha Federal y un verdadero plan de lucha. Las
centrales obreras -en especial la CGT- tienen esa responsabilidad. Sin embargo, no
nos vamos a quedar cruzados de brazos y así cómo construimos desde abajo, con
asambleas, Cabildo Abierto y articulaciones de distinto tipo esta Plaza por el Garrahan,
la salud pública y todas las luchas, vamos a estar poniendo lo mejor de nosotros para
garantizar la continuidad de este 17 de julio, más masivo, más contundente y con el
mismo compromiso.
Viva la lucha de los trabajadores y trabajadoras del Garrahan
Porque nuestras chicas y chicos no son un gasto, son el futuro.
Defendamos la salud pública.
Defendamos a las infancias.
La salud no se negocia.
La dignidad no se entrega
El Garrahan no se toca.
Por el Garrahan, la salud pública y todas las luchas
Actualidad
Llueva o truene: otro miércoles de gases, coreografía y resistencia

Una especie de “Bailando bajo la lluvia” fue lo que hicieron jubiladas y jubilados este miércoles, llevando de acá para allá a policías, gendarmes y prefectos que no atinaban a aplicar el inútil protocolo oficial, salvo atacándolos con gas pimienta. Ni con esa violencia absurda y desproporcionada pudieron. Los + 70 bajaban a la calle, subían a la vereda, iban a contramano, cambiaban de dirección. El fondo de la cuestión sigue siendo el mismo: personas que reclaman porque trabajaron toda su vida y a las cuales el gobierno les licuó sus haberes. Lavaca conversó con quienes enfrentaron a la lluvia y el frío, que parecen saber de sobra lo que significa resistir. Mensajes para las elecciones de octubre, la locura actual, las ollas en el país rico. ¿Cómo ir a una marcha con este clima meteorológico y político? La descripción de lo que viven, la alegría de moverse, y para colmo, la invitación a otra marcha para este jueves, por el Garrahan.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi
Fotos: Juan Valeiro
Un jubilado marcha y al mismo tiempo grita exaltado “contra viento y marea”.
Lo dice al aire, una y otra vez.
Contra viento y marea; contra viento y marea.
Segundos después Luis le dirá a lavaca, mientras las gotas de lluvia se le esparcen por la pelada, por la cara, por todo el cuerpo: “Cómo no voy a gritar contra viento y marea. Tengo 75 años y acá hay gente de 80 y pico bajo la lluvia. No tenemos nada que perder, a mí me da lo mismo estar muerto que vivo, te digo la verdad”.

Policía Aeroportuaria (?) movilizada contra la marcha de jubilados.
Luis, ¿por qué decís eso?
Vivo con 10 mil pesos por día, ¿cómo querés que haga? Laburé toda mi vida para estar a los 75 años vendiendo alfajores en la calle. ¿A vos te parece?
¿Qué pensás de la decisión del presidente Javier Milei, de querer vetar el aumento a las jubilaciones y el bono?
Es una locura. Por eso digo que no tenemos nada que perder. A mí lo único que me mantiene vivo es mi nieta y el venir acá todos los miércoles, pero ya no puedo más.
A Luis cada miércoles se lo ve sosteniendo un cartel distinto en la puerta del Congreso, con un hilo conductor: la creatividad.
¿El de hoy? “26 de octubre, de 9 a 18, no te olvides de sacar la basura”.

El próximo 26 de octubre se realizan en Argentina las elecciones legislativas.
La olla en el país rico
Contra viento y marea, llueve o truene, con sol o ciclogénesis, la marcha de cada miércoles se hace igual. Manuel tiene 69, integra la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones de Jubiladxs y Pensionadxs, y celebra que, después de varios miércoles, volvieron a juntarse frente a la puerta del Anexo de la Cámara de Diputados. “Este tipo viene por todo –denuncia Manuel, en referencia al presidente Milei–. Quiere llegar a elecciones y lograr una minoría para privatizar el sistema previsional. Sólo busca un subsidio a la vejez”.

Más PNA (?) detectando a quién tenían que reprimir.
Lo escuchan Susana (44 años, de Montegrande) y Alicia (71, de Parque Patricios), dos amigas que tienen campera, saco, guantes, gorrito y la boca tapada por bufandas enormes. No tienen paraguas y la lluvia obliga a sacarse los lentes para ver, al menos, algo. Pero aquí están, porque ya no pueden comprar carne, yogures y ni que hablar de darse un gustito afuera. “Día a día de lucha y resistencia hasta que se vaya este gobierno hambreador”, dice Susana. Alicia cuenta que vive a dos cuadras del Hospital Garrahan, institución por la que también marchará este jueves: “Hacemos olla todos los lunes y esta semana dimos 65 porciones. No damos abasto. Un país tan rico, y así estamos”.

Opiniones de San Martín acerca de la corrupción y el gobierno.
Lo escucha también Elvio, que es cura en Paso del Rey y la semana próxima cumplirá sus primeros 83 años. Lleva un paraguas que comparte con quien ve desguarnecido. Cuenta que en su barrio cada día hay más gente durmiendo en la calle, y cada día más gente sin llegar a fin de mes, y cada día más gente sin poder comer. Sintetiza: “Estamos viendo, en vivo, el desguace del país”.

La marcha que se hizo pese a todo.
Y entonces dice que no queda otra que moverse: “No cambia que llueva: mientras no nos escuchen, nos tendrán acá”.
Entre la pesca y el futuro
Quien no lo escucha es Julio César, que camina de una esquina a otra, sin parar (como la lluvia). Muestra un cartel a los peatones y a los autos que transitan por la zona, porque “hay que plantar semillas”. El pedazo de cartón –al que le trajo en una bolsa para resguardarlo del agua– dice: “No estamos por la plata, estamos por la patria”.
Julio César primero pide no hablar porque tiene mucha bronca. Luego se suelta, y se emociona. Cuenta por qué dijo presente pese al clima adverso: “Iría a pescar con lluvia, iría al médico con lluvia. Entonces, ¿cómo no voy a venir acá?”. Sobre la frase que comparte con orgullo: “No vengo por 20, 30 lucas que nos puedan aumentar, si es por eso me quedaría en mi casa. Vengo por tu futuro”.
Se lo dice al cronista. Se lo dice a la sociedad.

Una de las personas gaseadas este miércoles.
Pasame un piloto
El acto de cada miércoles con “radio abierta” se suspende por la lluvia. Alguien propone: “Compañeros, todavía quedan cinco por hablar, pero por la lluvia proponemos pasarlos para la semana que viene y poder marchar”.
El “sí” de esta vereda es unánime. La marcha comienza. La decisión parece sorprender a la propia policía. “¡Pasame un piloto!”, le grita un jubilado a un prefecto, que se alista sentado en su camión previo a salir a la calle.
Verónica marcha. Confiesa que dudó en quedarse durmiendo la siesta, pero que una frase del cantautor uruguayo Alfredo Zitarrosa la hizo levantarse de la cama y venir, como cada miércoles: “Donde hay una injusticia, ahí hay que estar”.

En la vereda con cartón manuscrito. La libertad de expresión siempre amenazada por el protocolo.
Y entonces vino: “Aunque caigan soretes de punta, había que estar porque no podemos confiar en lo que votó el Senado. Ya Milei dijo que vetará el aumento, así que le tiene que quedar claro que nos tendrá que seguir viendo todos los miércoles”. Hace una pausa, y subraya: “Tooooodos los miércoles, así que miren estas caritas que de acá no nos movemos”.
Como si la masa estuviese escuchando a Verónica, se canta: “Si llueve, si llueve, los viejos no se mueven”.

Desproporción y violencia estatal frente a un sector atacado de modo principal por el gobierno, que les licuó sus haberes.
Bailando bajo la lluvia
En parte es verdad, porque persisten a la lluvia torrencial bajo decenas de paraguas o a la pura intemperie; pero en parte es mentira, porque si hay algo que hacen hoy las y los jubilados es moverse. Como miércoles previos, repiten su coreografía, esa que inventaron para gambetear los gases federales. Una enumeración a modo de descripción:
- Dan vuelta al Congreso.
- Bajan a Entre Ríos.
- La Federal se acerca y ellos se suben a la vereda.
- Marchan hacia Hipólito Yrigoyen y bajan a la calle.
- La Prefectura corre de atrás y busca posicionarse a la altura para cortarles el paso.
- Alguien grita: “¡Para el otro lado”, y la marcha lo sigue. Se suben a la Plaza en dirección a Rivadavia.
- Cuatro prefectos amagan cortar el paso, pero los jubilados los echan: “La plaza es nuestra”.
- La marcha llega a Rivadavia y cortan la esquina de Rodríguez Peña.
- Llega la Gendarmería corriendo, y alguien grita: “¡Para el otro lado!”. Y vuelven a cruzar la plaza hacia Yrigoyen.
Mientras en la cara de los gendarmes, prefectos y federales hay bronca y desgano (lo demostraron gaseando, al menos, dos veces, y filmando ilegalmente a los manifestantes), en los rostros de los jubinautas (ver MU 204) hay una mezcla de picardía y desafío: “Mirá cómo los estamos haciendo correr”, se ríe una integrante de Jubilados Insurgentes.

Jubiladas improvisan un bailecito, empapadas y felices por otro día de resistencia.
La coreografía dura cuarenta minutos y no se detiene nunca. Sobre la vereda en la esquina de Rodríguez Peña, un jubilado saluda a quienes siguen fieles bajo la lluvia. “Ya los hicimos bailar –dice, en relación a los policías que parecen exhaustos–. Quedaron en ridículo. Mañana la seguimos en la calle, bancando a los compañeros del Garrahan”.
La marcha lo aplaude y despide: “Unidad de los trabajadores”.

Artes
El teatro en asamblea para defender al INT

Guiso de lentejas, mate, y acciones. Eso y un sentimiento de alegría compartieron trabajadores de la escena teatral que se reunieron en asamblea el 9 de julio como cierre al Festival Nacional de Teatro en Resistencia Activa (ENTRÁ) que agotó entradas durante una semana en salas de todo el país con funciones a la gorra. La consigna: defender al Instituto Nacional del Teatro, amenazado por el decreto presidencial 345 que le quita la posibilidad de gestionar sus propios recursos. Aplausos y cantos para acompañar la Fiesta del Teatro, exigir la derogación del decreto contra el INT y apostar siempre a la fuerza colectiva.
Por María del Carmen Varela
“Seguir juntes en acción y movimiento”, propuso la actriz y bailarina Casandra Velázquez, una de las impulsoras del Festival de Teatro ENTRÁ, que finalizó el pasado miércoles 9 de julio con una asamblea de más de 150 personas reunidas en El Galpón de Guevara, sala teatral del barrio porteño de Chacarita. «El festival es un punto de partida, sucede en todo el país y da cuenta de la importancia del Instituto Nacional del Teatro para toda la comunidad teatral», subrayó Casandra.
Sumó la actriz y productora Eva Palottini: “El decreto 345 desmantela al INT. Perdemos representatividad por provincia y al perder la autarquía otros deciden como se maneja ese dinero. Si no se da de baja el decreto, hay salas del país que van dejar de funcionar”. La asamblea, organizada en formato de ronda, arrancó pasada la una de la tarde y durante más de tres horas, se expuso la difícil situación que atraviesa el sector de las artes escénicas. Hubo propuestas para enfrentar la crisis y se planearon futuras acciones para defender la continuidad del INT, organismo clave para el ámbito teatral. Eva: “Es fundamental que entendamos cómo llegó el teatro independiente a ser lo que es hoy porque mucha gente puso muchas horas de su vida para lograrlo, tenemos que rendir honor a eso”.
Desde hace poco más de un mes casi un centenar de jóvenes de entre 20 y 40 años comenzaron a juntarse en el Galpón de Guevara los domingos por la tarde para discutir las problemáticas de la escena local e instaron a otras comunidades teatrales de distintos puntos del país para sumarse a realizar asambleas y acciones performáticas. El resorte que movilizó los encuentros fue la exigencia de la derogación del decreto 345 que le quita autarquía al INT, lo que provocaría su progresivo desmantelamiento. Cientos de salas en todo el país se verían afectadas por esta medida. La primera asamblea fue posterior al abrazo al INT del 1 de junio, pocos días después de la publicación del decreto presidencial. De estos encuentros surgió el Festival Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa (ENTRÁ), la realización de la “Black Carpet”, la alfombra negra en la entrega de los premios Martín Fierro al Teatro transitada por varixs artistas que repudiaron el decreto. Surgió también la marcha desde el cine Gaumont hasta el Congreso el miércoles 2 de julio, donde confluyeron en la marcha de Jubiladxs.

“La importancia histórica y la mlitancia de los teatristas hace que se consolide una ley que fomenta y protege al teatro. Para eso se crea la ley 24800”, dijo Alfredo Badalamenti, representante de la provincia de Buenos Aires por el INT. “Este cargo que hoy ocupo lo podría haber ocupado cualquiera de ustedes si hubiera habido concurso. No hay concurso ahora. La Ley Nacional de Teatro modificó la realidad teatral del país, en todo el país hay salas sostenidas por el aporte del INT. Los diputados conocen la labor del INT y esta llegada es lo que garantiza la ley”.
La actriz, dramaturga e integrante de Teatro x la Identidad, Amancay Espíndola, contó a la joven comunidad teatral reunida en el GalpóndeGuevara: “Teatro x la Identidad comienza hace 25 años, en las caóticas asambleas donde todos queríamos hablar. Yo tengo 80 años, así que sáquenle 25, el promedio acá es más joven y eso me alegra muchísimo. Ahora quedamos trece en la comisión de Teatro x la identidad. Nos une el trabajo continuo. Les pido que continuen esta lucha, necesitamos dejar la posta. Ustedes son la posta”.
Matías Milanese, integrante de la compañía Los Pipis Teatro anunció: “Las asambleas van a seguir, las intervenciones y performances también. El Festival fue el caballo de Troya de todo esto que nos preocupa”. El micrófono fue pasando de mano en mano de cada unx de lxs oradorxs que se anotó para compartir sus inquietudes. La actriz Mirta Israel invitó a actuar con “paciencia revolucionaria, el recorrido no es de resultados rápidos”. Pino, trabajador del Hospital Garrahan destacó “las luchas que están creciendo. Tenemos que defender la salud, la educación, la cultura, a los jubilados, vamos todos a la marcha del 17”. Al finalizar la asamblea el canto fue unánime: “Es nuestra escena, es nacional, la defendemos porque es nuestra identidad”.
@festivalentra

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