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Ex Padelai: una fiscal contra 85 familias
Nuevo capítulo de una vieja historia: la fiscal Celsa Ramírez, con prontuario irregular contra los manteros, tapió la mitad del ex Padelai y encerró a las familias en la otra porción. Lista en mano, la Metropolitana controla el ingreso mientras el gobierno porteño fuerza una negociación con las 85 familias que allí viven.
A medida que uno se acerca a la esquina de Balcarce y San Juan, San telmo, empiezan a aparecer chalecos amarillos. Son efectivos de la Metropolitana. Cada vez más y más hasta que, a mitad de cuadra, dos parados frente a la puerta de acceso principal al ex Padelai sostienen una planilla: no estás, no podés pasar.
De ahí hacia el final de la cuadra, hasta Humberto Primo, sigue una chapa detrás de otra que funcionan tapiando casi la mitad de este enorme predio que ocupa la manzana entera. “Eso lo pusieron ayer”, cuenta Manuel desde el zaguán de acceso del ex Padelai, cuidándose de no salir, porque no sabe si puede volver a entrar.
Manuel se refiere al procedimiento que la fiscal Celsa Ramírez (Fiscalía Contravencional n° 35 de la Ciudad) llevó adelante ayer lunes 18 a las 7 de la mañana. “Se presentó con un acta contravencional por ruidos molestos”, relata Tito desde el Ministerio Público Fiscal donde aguarda una respuesta sobre cómo sigue la causa. “Con ese pretexto rompieron un candado, se metieron adentro por la parte del patio – sigue- y partieron la vivienda en dos. Las familias quedamos en la otra mitad”.
Replay: según lo que cuentan los vecinos, una fiscal contravencional ordenó a la Policía Metropolitana meterse dentro del predio – no habría orden de desalojo, no puede haberla por este delito- y cercó la mitad del edificio, en la parte donde no viven las familias. Esa porción, que da sobre Humberto Primo, es la que custodian celosamente los chalecos amarillos.
La fiscal delivery
A la fiscal Celsa Ramírez no parecen importarle los formalismos. Es la misma fiscal que lleva adelante una megacausa contra un grupo de manteros de Caballito, a quienes intenta imputar sin éxito de “organización de venta ilegal” desde octubre de 2012. En el marco de esa causa -sí con mucho éxito- ha concretado allanamientos, persecusiones y hasta pinchaduras de teléfono contra los manteros. Semejante despliegue le ha valido retos de jueces contravencionales que no avalaron sus pedidos en todos los casos, aunque en su mayoría la jueza María Fernanda Botana ayudó. “Es una fiscal que activa causas que bajan del Ejecutivo”, señalan fuentes judiciales, poniendo en palabras lo evidente. Otra teoría indica que “agarra causas de impacto y toma medidas fuertes porque está haciendo carrera política”. Ramírez viene trepando desde hace 16 años en el Ministerio Público.
No casualmente la primicia de sus procedimientos la tiene siempre el diario Clarín. “Ayer en el operativo estaba solo Clarín”, dice Daniel, que no conoce la causa de los manteros en la que el Grupo también tiene fuentes privilegiadas. En efecto, la única nota – firmada por Sebastián Clemente- publicada el día de ayer sobre el operativo en el ex Padelai es de ese diario y cuenta con el testimonio de la fiscal Ramírez, que se ha negado reiteradas veces a ser entrevistada por MU. “Actuamos a partir de denuncias por irregularidades- explica la fiscal sobre el desalojo de hecho-. Según los vecinos, se hacían peñas, eventos, se vendían alimentos y también hay robo de electricidad”.
Los argumentos son endebles, judicialmente inválidos, pero en la historia larga del ex Padelai es en vano encontrar explicaciones cerradas. Su historia simboliza como pocas cómo se generan las políticas de exclusión en la Ciudad de Buenos Aires.
Historia circular
Un intento de síntesis:
-En 1990 el entonces intendente Carlos Grosso firmó un convenio que cede a una serie de familias agrupádos en una Cooperativa el 70% del predio
-En ese acuerdo se pacta un doble compromiso: el de la Ciudad a girar fondos para hacer del edificio un lugar social y cultural; y el de las familias a pagar un canon mensual
-Ninguno de los dos se cumplió
-En 2003 el gobierno a cargo de Aníbal Ibarra realiza un violento desalojo del edificio, que aún es recordado por las familias que lograron volver. “No queremos que nos pase lo del 2003”, dice Tito.
-En agosto de 2009, la Legislatura dio trámite en tiempo récord -6 días -a la ley que cedió su uso gratuito y por 30 años al Centro Cultural de España en Buenos Aires (CCEBA)
-Tres años después, sin haber hecho ninguna actividad cultural, en medio de la crisis económica europea el CCEBA se declara incapaz de llevar adelante el proyecto
-Las familias volvieron a tomar lo que, dicen, siempre fue suyo.
Desde entonces la antigua Cooperativa San Telmo volvió a hacerse cargo del ex Padelai, signada por fuertes internas. “Nosotros proponemos entregar la escritura a cambio de las viviendas necesarias para las familias que hoy están acá dentro”, decía en mayo de 2012 su presidente, Carlos Vargas, a lavaca.
Según Tito, la causa se trabó en la justicia “porque no pueden hacer otra causa por usurpación en el mismo domicilio a la misma persona jurídica”. Es decir, se necesitaba otro argumento. “O decisión política”, sugiere. Desde entonces, les prometieron créditos de vivienda, subsidios habitacionales y crearon mesas de diálogo “que no llegaron a nada”.
Atrapados con salida
El nuevo capítulo lo acaba de escribir Celsa Ramírez, metiéndose de prepo por el patio con un acta contravencional en mano por “ruidos molestos”. Tito interpreta la verdadera razón de este sinsentido: “El cambio de gobierno nos perjudicó. El INAES depende del mismo gobierno que la Ciudad, y la Cooperativa ya no tiene futuro. Somos conscientes de que el proyecto nuestro no se va a hacer, hay una decisión política tomada. Parte de la familia tiene voluntad de cerrar elt ema, por eso estamos acá en la fiscalía. Lo que vamos a hacer es ceder la parte de la propiedad de la Cooperativa y pedir que nos aseguren créditos”, dice. Esa parte representa el 70% del inmueble. El otro 30% que aún le corresponde al Estado es el que en teoría acaba de desalojar la fiscalía.
Actualmente viven en el edificio 85 familias, aunque el Gobierno de la Ciudad reconoce menos y la fiscal le dijo a Clarín que tienen relevadas “40”. “No sé de dónde sacaron ese número”, dice Manuel. Tito: “Ellos hablaron con los jefes de familia pero no relevaron a todos los habitantes. Pero a partir de eso hicieron una lista de quiénes viven acá y quiénes no”.
La Metropolitana se encarga de hacerla cumplir, convertida en patovica de una propiedad en pugna. La salida es gratis, la entrada no: muchos padres eligieron ni mandar a sus chicos a la escuela. Las familias están así atrapadas en la casa donde vivieron, intermitentemente, 20 años, y esperan una solución por parte del gobierno.
La misma solución que esperan hace 20 años.
Cierra Tito: “No sé cuál es la intención de este Presidente. Habló de no sé cuentas propuestas sobre vivienda que iba a tener en 4 años y este tema del Padelai nunca lo resolvió en 8 años como jefe de gobierno. Ahora que es Presidente le decimos de una vez por todas que arme una mesa seria con las familias para llegar a una solucion definitiva. Estamos dispuestos al diálogo pero no vamos a pertimitr que haya un desalojo como en el 2003”.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani