Nota
Andrés Carrasco, el científico que destapó la olla: una entrevista reveladora sobre la ciencia digna, el modelo y la política
Esta semana se cumplieron 9 años del fallecimiento del científico Andrés Carrasco, pionero en detectar los efectos del glifosato en su laboratorio de la UBA, y en denunciarlo. Para evitar los recordatorios nostálgicos, publicamos entonces la nota realizada para la revista MU en 2010 habla sobre obediencia y pensamiento crítico; cuestiona a las corporaciones transgénicas y a la ciencia subordinada que se comporta como en el shopping. Define las formas de control social, las comunidades que abren caminos al defender sus territorios y su salud, las violaciones a los derechos humanos que genera el modelo productivo. Leer hoy sus argumentos es una invitación al debate sobre políticas y depredaciones que se profundizaron desde entonces. Sus acciones y sus ideas ponen a Carrasco en un lugar crucial para cualquier idea que se quiera en el siglo 21 sobre una ciencia digna.
El doctor Andrés Carrasco había sido presidente del CONICET, y fue el investigador que en 2009 detectó los efectos del glifosato en su laboratorio de la UBA, logrando una rara unidad. Al margen de toda grieta, el gobierno y el sector del agronegocio (representados por el entonces ministro de Ciencia Lino Barañao a través de Clarín y La Nación) salieron a desmentir y desprestigiar las investigaciones que se anticiparon a lo que es un debate mundial: los efectos de los venenos que masivamente se utilizan para la producción de transgénicos.
Pero Carrasco cuestionó no solo el paquete tecnológico, sino todo un estilo de pensamiento y de políticas. Por eso esta nota, originalmente publicada en junio de 2010 (MU 35) bajo el título Sobre chanchos y caranchos, es una invitación a pensar la actualidad y el futuro.
Sobre chanchos y caranchos
Andrés Carrasco, científico. Sus investigaciones en embriología molecular sobre las malformaciones y enfermedades que producen los herbicidas usados en la soja, abrieron un debate acerca del actual modelo de desarrollo y sus consecuencias que califica como “devastadoras”. Carrasco analiza aquí el rol de la ciencia como forma de control social, la diferencia entre crecimiento y desarrollo, el progresismo que clona ideas de Cavallo, y la acción de las comunidades en defensa de sus derechos. ¿A qué hay que temerle más: al conflicto o al consenso? Por Sergio Ciancaglini.
El doctor Andrés Carrasco tiene dos sedes de trabajo.
El Laboratorio de Embriología Molecular de la Universidad de Buenos Aires, donde sus experimentos con embriones anfibios confirmaron algunos de los venenos del modelo sojero, y el Bar de Cao, bello resabio de 1915 en el barrio de San Cristóbal, en el que suele instalarse con netbook y celular, y donde aceptó conversar sobre ciencia, modelos de producción, pensamiento crítico, neodesarrollismo, minería, soja, tecnología, progresismo, comunidades que se organizan, dependencia, democracia y futuro, entre otros enigmas un tanto inexistentes en las agendas mediáticas y políticas. Carrasco cree que esa propia inexistencia es un símbolo de cómo opera el actual modelo, cosa que van experimentando hasta los embriones anfibios.
Cierra la netbook y menciona una palabra clonada al infinito en este Bicentenario: “La palabra es emancipación. Pero es lo que está pendiente: emanciparnos de modelos de pensamiento o epistemas que nos convierten en imitadores, en subordinados a formas de pensamiento único. El pensamiento crítico es el que deja de obedecer, el que pone una duda: ¿el pensamiento único es el correcto, o lo están imponiendo para que no pensemos de otra manera? Si compramos esa idea de pensamiento único, que ya es un modelo civilizatorio, perdemos la libertad de tomar decisiones sobre nuestra vida y nuestro futuro”.
No te bañes en glifosato
Tiene 64 juveniles años recién cumplidos, es médico egresado de la UBA, militó en el peronismo en los años 70 (“pero no en Montoneros, teníamos críticas a las formas organizativas, las mismas que plantearon más tarde muchos de sus integrantes”). Desde 1980 hasta 1990 desarrolló sus investigaciones en Suiza y Estados Unidos. En el año 2000 estaba participando con muchos de sus antiguos compañeros en el Frepaso, y el gobierno de la Alianza lo designó como presidente del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas).
Más recientemente, Nilda Garré lo nombró en el Ministerio de Defensa como subsecretario de Ciencia y Tecnología, pero Carrasco decidió renunciar luego de dar a conocer, en abril de 2009, sus investigaciones en el Laboratorio de la UBA sobre los efectos del glifosato (el herbicida atado a la producción de soja transgénica). Había trabajado en embriones anfibios, y confirmó estudios que venían realizándose en Francia. Detectó:
1) En embriones inmersos en dosis 1.500 veces menores a las de las fumigaciones: disminución del tamaño, alteraciones cefálicas con reducciones de ojos y oídos, pérdida de células neuronales, compromiso en la formación del cerebro. Sus conclusiones: “Podrían indicar causas de malformaciones y deficiencias en la etapa adulta”.
2) En embriones inyectados con dosis 300.000 veces inferiores a las de las fumigaciones: malformaciones intestinales y cardíacas, alteraciones en la formación de los cartílagos y huesos del cráneo, incremento de la muerte celular programada.
El informe afectó las células neuronales de quienes en el ámbito oficial y privado defienden el modelo sojero, y Carrasco incluso recibió amenazas. Renunció al Ministerio de Defensa: “Preferí no mezclar a otras personas en el revuelo. Además mi filosofía es no atornillarme a los cargos. Recomiendo públicamente a todos los compañeros, o no, que tienen cargos públicos, que tengan una profesión, un oficio, que no sea ser político, funcionario, diputado. Para mí fue un honor tener cargos, pero soy médico, investigador, y cuando he aceptado un nombramiento es con la intención de hacer un aporte, pero sabiendo que volveré a lo mío. Hay que preservar los grados de libertad de conciencia y trabajo”.
Sobre los ecos de sus ensayos: “Es increíble que la reacción haya sido por el informe, y no por los centenares de denuncias que venían haciendo médicos rurales y vecinos de todo el país. Si yo no hubiera llegado a esas conclusiones, ¿quién tendría razón? ¿El que está en el laboratorio o el vecino que muestra lo que le pasa? Vivimos en un sistema de negación. Cuestiones como éstas no se estudian a propósito, para que no se conozca lo que provocan. Pero el glifosato no es el centro del problema, ni Monsanto (la multinacional sojera). Lo más grave, lo enfermo, es el modo de producción actual que tiene un efecto perverso sobre el ambiente, la salud humana y la sociedad”.
Magoya y los nuevos ricos
Carrasco habla de ciencia, o de formas de pararse ante la vida: «La tendencia de la comunidad científica argentina es ser legitimada por el exterior. Es una comunidad subalterna, en el sentido de que está subordinada a las lógicas de los grandes centros científicos. Es bueno tener relaciones, no subordinación. Queremos ser del primer mundo, y entonces creemos que hay que imitar al primer mundo, lo seguimos. El verdadero primer mundo, en cambio, piensa en sus propias necesidades, sus propios proyectos. No imita ni se subordina. Pero para colmo esta comunidad no es consciente, o no reconoce ese problema. Vive copiando formas y lógicas, hay un deslumbramiento por las tecnologías. Es como el nuevo rico que va al shopping y quiere comprarse todo para ser como otro».
¿Y qué compra?
Paquetes tecnológicos. Pero, primero, lo que compra es modos de pensar. La dependencia es ideológica, siendo que hoy más que nunca el modelo de desarrollo de un país depende del pensamiento y conocimiento que sea capaz de generar. Más en un país dependiente como el nuestro. No se trata de enfrentarse a países centrales, sino de tener políticas de desarrollo científico y pensamiento propios.
¿Por ejemplo?
Lo primero es entender que la idea de ciencia neutral y universal no puede creerla ni Magoya. Se usan esas clasificaciones para que todos tengamos que hacer lo mismo. Pero es mentira. Cada estructura de poder, histórica e ideológicamente, ha tenido su propio pensamiento, objetivos, desarrollo científico tecnológico, de acuerdo al perfil de Nación que dibuja para sí. El desarrollo atómico de los norteamericanos no se debe a un proceso de evolución científica determinado, sino a que querían tener la bomba atómica.
¿Y en nuestro caso?
En Argentina tenemos un modelo de producción que no es soberano. No lo es en minería, en agricultura, en energía. Lo están decidiendo otros. El factor nuevo es que por primera vez las instituciones ligadas a la producción de conocimiento han sido incorporadas a esa dependencia. La famosa resistencia de los sectores universitarios y de pensamiento crítico, ha cedido. Se doblan sin romperse. Y al doblarse ceden su autonomía en función de participar del festín de pertenecer al primer mundo, adoptando un modelo de desarrollo supuestamente exitoso pero diseñado no de acuerdo a nuestros intereses, sino a intereses que nos perjudican. El CONICET, por ejemplo, está jugando ese rol.
Cavallo versión progre
¿Cómo juega ese rol?
Esto nunca lo dije, pero cuando dimos a conocer la investigación sobre el glifosato, no se puede descartar que Aapresid (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa, la cámara que nuclea a los sojeros) haya apretado a determinados sectores del gobierno para que el CONICET emitiera su famoso informe diciendo que no había ninguna evidencia de que el glifosato tuviera que ver con la salud humana. A pesar de que en el propio informe incluyen evidencias en contrario. No es que defiendan al glifosato –que es una porquería-. Lo que defienden es un instrumento esencial para este modelo de producción. Atacar al glifosato era atacar a los paquetes tecnológicos, y eso es cuestionar el modelo. Por eso el CONICET aparece con ese informe vergonzoso, para cerrar el debate.
No lo lograron.
¿Sabe por qué no lo lograron? Porque los efectos de todo esto siguen afectando a cantidad de personas, generando enfermedades de todo tipo, y frente a eso las comunidades siguen moviéndose, organizándose. Hay un estado colectivo de denuncias que obligan a seguir discutiendo. Pero además fracasaron en ningunear o falsear este tema porque son tontos. No se cierran los debates de manera autoritaria, con sectores empresarios exigiendo que el gobierno coopere con ellos en defensa del modelo de producción y con el gobierno complaciéndolos. Lo que más me preocupa es que están convencidos: piensan que esto es el desarrollo, y me consta que ocurre en ese ámbito “progre”, digamos. Eso es la desaparición de la actitud crítica del pensamiento científico.
¿Cuál es la consecuencia?
Que ahora, como nunca, hay una política de devastación del territorio, se han lanzado como caranchos a llevarse riquezas energéticas, mineras, del suelo y el agua. Es claramente un sistema depredador. Por eso no discuto regalías o retenciones, porque sería ponerle precio a la depredación. Lo que discuto es la lógica, que es anterior a este gobierno, porque se plasma en la época de la dictadura y fue avanzando según el momento. Pero lo que no veo es que este gobierno esté con disposición para discutir estos temas. Hay una criminalización local en las provincias a quienes se oponen a estas cosas, y una legitimación de estos modos productivos que me resultan una política neodesarrollista trasnochada.
¿Cómo sería ese neodesarrollismo trasnochado?
La idea de que mucha tecnología en ese marco de dependencia del que hablábamos, va a traer mucha justicia, distribución… Me recuerda la idea del “derrame” de Domingo Cavallo, pero más “progre”. (La “teoría del derrame” indicaba que creando riqueza para colmar a los sectores altos, algo de esto se derramaría sobre el resto de la sociedad; finalmente se derramaron varias cosas, salvo la riqueza). La diferencia es que con Cavallo todos salíamos a protestar. Pero hoy ya es parte de una política. Mis colegas y muchos compañeros están pensando así. Entonces aquel discurso de Cavallo triunfó, perforó a esos ámbitos institucionales, se metió dentro de las universidades que se han convertido en varios casos en agentes de propaganda de esos paquetes tecnológicos, y privatizan el conocimiento. No es que vienen a comprar las universidades, sino que las ponen en función de las demandas privadas que nos van a llenar de felicidad por desborde.
El debate de fondo
Usted estuvo en el gobierno. ¿Por qué ocurre eso con funcionarios que dicen provenir de otra lógica, más crítica?
Buena pregunta. El gobierno tiene cosas elogiables, algunos aspectos de distribución de riqueza, política de derechos humanos, tendencia a nacionalizar algunos puntos de la economía. Se me pueden pasar cosas técnicas, pero intuitivamente estoy de acuerdo. El problema es que todo eso tiene mucho de simbólico y fácil. Hay construcciones disonantes. Se habla de derechos humanos, pero por otro lado no se discute el modelo que está atacando esos derechos. Lo que me pregunto es si las cosas que yo planteo como relativamente fáciles y que uno ve como positivas, no están evitando la discusión de fondo: de qué modo se está legitimando ese modelo de desarrollo. Es equivalente a las cosas por las cuales peleamos en los 70. Antes era lo ideológico, lo político. Nadie hablaba del agua y los recursos naturales, salvo Perón. (En 1972 Juan Perón, aún en el exilio, escribió un “Mensaje Solidario a los pueblos y gobiernos del mundo”, donde denuncia el despilfarro de recursos naturales, la contaminación ambiental ligada al empobrecimiento social, el sometimiento tecnológico, la ausencia de políticas propias en los países del Tercer Mundo, y varias cuestiones de premonitoria actualidad pero fuera de la “agenda” de los 38 años posteriores). Los conflictos de los próximos 20 años van a pasar por esto que hoy se discute del tema medioambiental, aunque en realidad se trata de toda esta cuestión aún más profunda que estamos conversando. Entonces, con o sin progres, lo real es que si mi pensamiento no es conflictivo con el pensamiento hegemónico, estoy cooperando con él.
El consenso
Carrasco sigue fiel a su estilo de hacerse preguntas originales: “¿Quién dijo que hay que plantar 20 millones de hectáreas de soja para darles de comer a los chanchos chinos? Por eso digo que no es un problema de rentas, o de aplicarle el 80 por ciento de retenciones a la soja. Por lo menos entendamos que esto no nos conviene como país. Y pongamos equipos a trabajar para ver cómo hacer las cosas. Pero no se hace, al menos mientras se siga creciendo, porque se confunde ‘crecimiento’ con ‘desarrollo’. Que ciertos grupos ganen más no quiere decir que esté cambiando la base de la economía. Me parece que el gobierno, con la capacidad que ha demostrado de reordenar las agendas políticas, podría empezar con este tema. ¿Hay voluntad para empezar?”
No se la percibe demasiado.
Pero ahí está el problema. Porque estos debates los resuelve el Estado, o los resuelve la gente de otra manera. El conflicto no desaparece por decreto. En Los Toldos con la soja, en Andalgalá con la minería, las comunidades plantean el conflicto y el Estado les manda la Gendarmería. No digo que sea el gobierno nacional, pero los provinciales no están en conflicto con la Nación en esos temas, y a nivel nacional que no me digan que no saben lo que está pasando. Saben lo mismo o más que lo que sabemos usted y yo. Y mientras tanto me sorprende mucho que la gente de esos lugares habla de genocidio. A mí me cuesta usar esa palabra. Pero ellos sienten que está desapareciendo no el cuerpo, sino lo que tienen y han construido como seres humanos, se pone en tela de juicio su tierra, su lugar, su economía, su cultura. En vez de ser matados físicamente, se sienten matados en su dignidad porque los están saqueando. En esas cosas noto las paradojas con la Ley de Medios.
¿Por qué?
Porque me parece bienvenida esa intención de romper las hegemonías de los medios. Pero, ¿por qué lo hace el gobierno? ¿Kirchner le pega a Magnetto (Héctor, ejecutivo del Grupo Clarín) por su poder mediático, o porque además es socio de todos estos negocios? Porque es Papel Prensa, pero Clarín y La Nación son Expoagro, son actores concretos de estos negocios. No sentarse con Magnetto y sí con Grobocopatel (Gustavo, llamado “el rey de la soja”) me parece una contradicción. Se habla de la oligarquía, pero la oligarquía hoy está desarmada arrendándole los campos a Grobocopatel. Entonces hay algo que no pega.
El doctor Carrasco considera que la ciencia está jugando un rol de control social, de adormecimiento de los debates: «Soy un convencido de que la política es el lugar donde se resuelven los conflictos y se negocian los intereses. Y la convivencia es un conflicto permanente. Pero la tecnología, la ciencia, van intentando ocupar el lugar de ‘la verdad’. Están muy cerca del lugar de la religión: un pensamiento mágico, que cree que puede plantear cuál es la verdad, en el terreno secular en lugar del religioso. Un nuevo dogma, ahora representado por la ciencia, frente a la cual, como es universal, neutral y objetiva, debe haber consenso».
¿Y qué busca ese dogma científico?
El control social. Cuando desaparece el conflicto, hay control social. Y la herramienta es el consenso. Pero en realidad, todo avance o retroceso en la historia es por la resolución de conflictos, no por su eliminación y el consenso. Cuando se sustituyen las razones políticas por razones tecnocráticas, también es control social. Yo le tengo miedo a la palabra consenso. No puede haber consenso entre una vaca y un carnicero. Si logro el consenso, mato el conflicto, mato a la vaca, y alguien se hace cargo de dominar la situación.
Según esta idea, hay una paradoja: cualquier noción genuina de democracia peligra cuando lo que domina es el consenso.
Exacto. Porque los avances van a existir en la medida en que existan y se resuelvan conflictos. No hay que temerles. Al revés, yo puedo lograr un consenso en el que la ciencia dice qué es la enfermedad, y genera negocios para los grandes laboratorios transnacionales. O puedo definir qué es normal y qué no –el caso de la homosexualidad durante mucho tiempo, por ejemplo-, y diseñar perfiles, conductas, personalidades. A través de los medios de comunicación se pueden inventar peligros o estados de ánimo detrás de los cuales viene el remedio salvador.
Carrasco reconoce algo: “Si no hubieran existido las Madres de Ituzaingó en Córdoba, denunciando la contaminación y las enfermedades, yo no me hubiera puesto a investigar en el laboratorio. Lo más notable de esta época es la cantidad de comunidades que entraron en estos temas, arrastrando incluso a legisladores y fallos judiciales como los que frenan y alejan las fumigaciones de los pueblos. Eso no soluciona el problema, pero abre la discusión sobre el modo de producción, sobre el rol de las empresas, sobre qué tipo de desarrollo queremos. Y esas comunidades lo hacen apelando no sólo a la racionalidad, sino también a sus derechos, al sentido común, a la belleza del lugar en donde viven, y a la vida”.
Mientras Carrasco experimenta con embriones, y las empresas con seres humanos, queda propuesta una agenda para no temerle a los conflictos.
Nota
Hospital Bonaparte: agumentos versus fake news para evitar el cierre de una institución modelo
De un día para otro, el gobierno anunció que cerraría el único hospital de salud mental de AMBA, amparándose en la fake news de la supuesta baja tasa de pacientes. Esta medida sería publicada en el Boletín Oficial el día lunes. Mientras tanto, las y los trabajadores de la institución ubicada en Combate de los Pozos 2133 permanecen adentro del edificio, en estado de alerta y asamblea, convocando a distintas actividades de apoyo hoy y mañana, y se preparan para dar una conferencia el lunes.
En diálogo con lavaca desmienten una por una las mentiras del gobierno, y cuentan lo que implica el eventual cierre: dejar sin trabajo a 612 trabajadores y trabajadoras, y también y sobre todo a la deriva a miles de pacientes por casos de salud mental, adicciones y en situación de calle que son atendidas regularmente en el Hospital o en uno de sus tantos dispositivos. Por qué el Bonaparte es un hospital modelo, y el sentido de pertenencia de quienes allí trabajan como un plus en una lucha que recién comienza.
El Hospital Laura Bonaparte -fundado en 1974- se encuentra hoy en peligro tras la decisión administrativa de parar el ingreso de pacientes a la institución, y el trascendido de que el lunes que viene se publicaría un Decreto anunciando su cierre definitivo. Esto fue comunicado por el ¿ex? director del hospital, Christian Baldino, a las y los 612 trabajadores, y no fue desmentido por el Ministerio de Salud que, al contrario, emitió un comunicado plagado de errores.
Gabriel Hagman, psiquiatra con 11 años en la institución, cuenta el estado de situación actual: “Estamos sin novedades desde ayer al mediodía hasta ahora. Estimo que va a ser así de acá al lunes, al menos que haya un problema con la permanencia que estamos sosteniendo en el Hospital. No nos vamos a mover hasta el lunes y hasta que sepamos algo más”, dice mientras preparan una convocatoria a las puertas del edificio, Combate de los Pozos 2133, con diferentes actividades de apoyo:
La última novedad data de ayer: “Lo de ayer es una indicación de cierre de las internaciones: no ingresa ningún paciente más por indicación del Ministerio de Salud, y en consecuencia de eso se cierran los ingresos de pacientes. Eso implica que ni la guardia ni la demanda espontánea cumplan funciones. En esa misma comunicación, pero de manera verbal, no por vía oficial, nos dijeron que se cerrará el hospital”.
La comunicación del cierre de las internaciones llegó primero vía el director Baldino, y luego formalmente mediante el sistema de tramitación digital del Estado, el famoso GDE, sin previo aviso: otro acto de inhumanidad. Luego llegó el trascendido del cierre definitivo: “Eso empezó a cobrar más dimensión en la medida en que todos los medios que dieron cobertura consultaron a fuentes de Ministerio y empezaron a decir que iban a derivar pacientes – cuenta Gabriel–, que el Ministerio se iba a hacer cargo de la cobertura y alguna otra explicación de por qué hacen lo que hacen”.
¿Qué explicaciones dieron? Fake news. Para intentar justificar la decisión de avanzar con el cierre, en el comunicado el Ministerio aduce una “baja tasa” de internaciones –supuestamente, 19– cuando en verdad el Bonaparte se encuentra a tope de internaciones con 37 internados en tratamiento de alta complejidad.
Los números de la verdad: “Respecto a los números, el comunicado de Ministerio es una doble falacia. Una respecto al presupuesto asignado, y otra sobre los pacientes atendidos. Es una tasa rara, no se entiende a qué refiere: las estadísticas son abiertas y son continuamente revisadas por el Ministerio. Los números reales los tienen. Por Ley de Transparencia se sabe cuál es el presupuesto aprobado por este mismo Ministerio”, analiza sobre la jugada. Los supuestos 17 millones destinados al Hospital no serían tales.
¿Cuáles son los verdaderos números? Gabriel: “El número de pacientes en el cálculo que estamos manejando es de 25 mil consultas por año. Esto incluye a los 37 pacientes internados actualmente y una asistencia a la guardia que puede llegar a 7 estaciones diarias, ingresos que pueden llegar hasta 3.000 consultas al mes y 140 personas que retiran medicamentos por día. Y la asistencia en consultorios externos es enorme: hay alrededor de 30 profesionales y de agenda completa hay 300 pacientes diarios. Los números son infinitamente mayores a hablar de 19 personas”.
Hacé clic acá para seguir las redes que crearon las y los trabajadores para difundir el plan de lucha.
El desmantelamiento como política
La única política del Ministerio de Salud es el desmantelamiento. Al nulo manejo del brote histórico de dengue (así como su inacción ante el brote que viene) y por las denuncias a los recortes de medicamentos para pacientes oncológicos, ahora se suma esta decisión que deja a la deriva a los pacientes más vulnerables: aquellos con padecimientos de salud mental.
El Ministro de Salud, Mario Lugones, lleva apenas una semana en su puesto, tras la salida de Mario Russo (quien se fue aduciendo “razones personales”, aunque se supo que su eyección tuvo que ver con internas con Santiago Caputo, además de las inacciones expuestas arriba). Lugones debutó con la idea de cerrar el Bonaparte y también con la de pedirle la renuncia al Consejo de Administración del Hospital Garrahan, cuyos trabajadores se encuentran también en pie de lucha.
El Bonaparte ya venía siendo objeto de distintos tipos de recorte, al igual que otras instituciones de salud y del Estado en general. Entre otras cosas, las contrataciones pasaron a renovarse de manera anual a trimestralmente, lo cual provocó que hubiese la misma cantidad de renuncias que de cesanteos. En la última tanda de renovación se dieron de baja 32 contratos, es decir: el gobierno despidió a 32 personas.
Con menos profesionales en este nuevo trimestre, las paritarias del sector cerraron al 1% en el último mes: las más bajas de la historia. Así y todo, se mantenían las tareas y los puestos de trabajo, y por eso la decisión intempestiva de cerrarlo igualmente sorprende. Aunque la única política del Ministerio de Salud sea el desmantelamiento.
Otra alarma se encendió dos semanas atrás, cuando el vocero presidencial Manuel Adorni anunció el traspaso de hospitales nacionales a las jurisdicciones locales. Al único Hospital que nombró fue al Bonaparte. Hortencia Cáceres, jefa de guardia, ex jefatura de consultorios externos, desde el 2016 en el Hospital, cuenta:“Dentro de los organismos descentralizados somos el más chico, pensamos que nos iban a traspasar a la Ciudad. No había ningún tipo de confirmación ni tampoco desde el Gobierno de la Ciudad sabían nada. Entonces lo que nosotros creemos es que la intención del cierre va en línea del desguace que se está haciendo desde el Estado y el Ministerio de Salud sea solo un rector y esté por fuera del presupuesto los descentralizados. El Bonaparte es el que menos presupuesto tiene, y empezar por acá es uno de los puntos más débiles: se está metiendo con la salud mental”.
Cómo trabaja el Bonaparte
Cuenta Hortencia sobre lo que está en juego: “Nosotros tenemos muchísima población que está en situación de calle y nosotros le brindamos la atención, es un grueso muy importante en nuestra población. Pero últimamente también estamos recibiendo también personas que no están pudiendo pagar la prepaga: a esas personas también las estamos absorbiendo nosotros”.
El cierre del Bonaparte no contempla un plan B: no es una reestructuración ni se plantearon instancias intermedias. “Es dejar a la deriva no solo a los 620 trabajadores que somos hoy en día sino también a los miles de pacientes que hacen tratamientos”, remata Hortencia.
Gabriel Hagman relata desde adentro: “Hay que entender que es muy difícil para la población a la que nosotros apuntamos acceder al sistema de salud. La problemáticas de salud mental es una problemática de lazos; son personas que están solas, con niveles altos de vulnerabilidad. Una gran parte son personas con consumo problemático. Lo que se ha construido en todo este tiempo es un hospital abierto, que rompe esas trabas de acceso, y acompaña: hay muchísimas personas y familias para las que el cierre significaría un impacto muy grande”.
El Bonaparte es un hospital modelo en el abordaje de la salud mental. Su universo implica el seguimiento de tratamientos de internación y ambulatorios, de consultorios externos, de hospital de día; los 365 días del año una guardia de lunes de 8 a 20 que atiende con demanda espontánea; y de 20 a 9 una guardia interdisciplinaria que sostiene la posibilidad que cualquier persona que llegue sea atendida o sea derivada.
Además: tiene equipos territoriales que hacen operativos; tiene una casa en el barrio Zavaleta con asistencia a familias; y hasta hace 3 meses también tenía una presencia diaria en Isla Maciel, cerrada tras la decisión de la gestión actual de eliminar el dispositivo y trasladar a los profesionales al Hospital. Esa población difícilmente viaje hoy de la Isla a la sede central.
¿Qué hay detrás de esta jugada perversa? Gabriel lo piensa en relación a otros momentos históricos con decisiones parecidas e intenta avizorar, en medio del shock, qué tipo de modelo insalubre se está planteando desde el gobierno nacional: “Hay un antecedente trunco respecto a la instauración de la cobertura universal de salud que fue muy resistida y que tiene que ver con pensar distinto cómo se financia la salud. Quieren correr al Estado como el prestador, el que genera equilibrio y equidad de que la salud sea pública, igualitaria y de calidad. Seguramente viene más por ahí: por el lado de las tercerizaciones y las privatizaciones encubiertas”.
La fortaleza de la lucha
Hortencia relata que las y los trabajadores se encuentran en “vigilia permanente”, haciendo actividades culturales en la puerta del Hospital, con permanencia adentro en turnos rotativos (el Bonaparte sigue atendiendo) hasta el día lunes en el que, en teoría, saldría el decreto. Ese día se convoca a una conferencia de prensa a las 11 horas en la puerta del edificio.
Hoy la calle de Combate de los Pozos sigue llena. De médicos, psiquiatras, psicólogos, licenciadas en educación, residentes, ex residentes, ex trabajadores de Hospital que sienten que el Bonaparte, por ser un hospital modelo, es un lugar de pertenencia. Eso, dice Hortencia, es una fortaleza en este proceso de lucha que parece recién comenzar: “Es un hospital modelo a nivel de cómo se aplica la Ley Nacional de Salud Mental. Por eso para nosotros es un orgullo enorme el Bonaparte y vamos a demostrar eso: lo mejor que tenemos es seguir organizados para evitar el cierre”.
Gabriel coincide: “Es difícil, es shockeante. Nos cuesta mucho asimilarlo y pensar cómo se puede seguir. Hay algo muy notorio que es el altísimo compromiso de los laburantes del Hospital con el proyecto de salud que representa. Eso se nota mucho y ha posibilitado sostener en instancias muy difíciles que el hospital siga existiendo. Tenemos muy claro por qué estamos acá y qué estamos haciendo. Está claro que se trata para todas y todos de nuestro trabajo, pero a la vez es el hecho de que uno tenga la convicción de que mucho de cada uno está puesto en ese trabajo. Tiene que ver con lo que uno cree, con el tipo de práctica, de garantizar el derecho, que hace que no sólo están tocando un hospital: nos están tocando a todos y a todas. Y eso me parece que es un poco lo que se reflejó ayer y hoy: no tardamos ni un minuto en generar una convocatoria que a la media hora teníamos miles de personas en la puerta de Hospital, con compañeros de otros hospitales, de otros sectores. Hay apoyo. La salud mental es algo importante, serio; nos damos cuenta que se están metiendo con algo muy sensible. El involucramiento personal que cada uno tiene con esto que hacemos es una fuerza que va a hacer que el costo que tengan que pagar será mucho más alto del que imaginaban”.
Nota
Volvió Julian Assange: “Me declaré culpable de haber hecho periodismo”
El fundador de Wikileaks dio hoy su primer discurso público desde que fue liberado tras 14 años de encierro. “Puede que mis palabras fallen o mi presentación carezca de brillo, el aislamiento me ha pasado factura, estoy tratando de aliviarlo y expresarme en este entorno es un desafío”, comenzó disculpándose ante la audiencia. Acompañado de su esposa y abogada, trazó un detallado racconto de lo que representa su caso hoy, haciendo eje en los peligros de la persecución al periodismo y los límites a la libertad de prensa; señaló a la justicia, a la inteligencia y a los poderes “transnacionales” como parte del esquema de amedrentamiento, a favor del ocultamiento de la verdad: “Veo más impunidad, más secretismo, más represalias por decir la verdad y más autocensura”, sintetizó. Resumimos aquí sus palabras incómodas, que volvieron a ver y echar luz.
Por Bernardina Rosini
Estrasburgo, Francia. En el Consejo de Europa y bajo la mirada atenta de los parlamentarios de 46 estados de la organización de derechos humanos de Europa, habló Julian Assange. Es el primer discurso público que realiza desde su liberación el pasado mes de junio, tras 14 años de encierro —primero en la embajada de Ecuador en Londres, y luego en la prisión de Belmarsh, en el Reino Unido—, enfrentándose a la extradición a Suecia y a Estados Unidos.
El escenario elegido por Assange para su regreso a la vida pública no pudo ser más simbólico. El fundador de WikiLeaks es una figura emblema de la libertad de expresión, y lo expresado esta mañana no fue tanto una declaración personal como una advertencia sobre los peligros que enfrentan el periodismo y las democracias hoy.
Sentado junto a Stella, su esposa, madre de sus hijos y su representante legal, Assange expuso con voz pausada pero firme. Esta aparición fue una excepción dentro de su esquema de recuperación: “La experiencia del aislamiento durante años en una celda pequeña es difícil de transmitir. Te quita el sentido de identidad”, dijo Assange. “Tampoco puedo hablar todavía de las muertes por ahorcamiento, asesinato y negligencia médica de mis compañeros de prisión. Puede que mis palabras fallen o mi presentación carezca de brillo, el aislamiento me ha pasado factura, estoy tratando de aliviarlo y expresarme en este entorno es un desafío”, se disculpó ante la audiencia.
Periodismo en el banquillo
Julian Assange no brindó más detalles que aquella mención sobre su encierro. Su mensaje, claro y directo, apuntó más bien al papel del periodismo en las democracias contemporáneas y al ataque sistemático que éste sufrió en las últimas décadas.
“Finalmente elegí la libertad por sobre una justicia irrealizable”, afirmó Assange al explicar por qué aceptó el acuerdo que lo liberó: “Quiero ser totalmente claro: no soy libre porque haya funcionado el sistema. Soy libre porque me declaré culpable de haber hecho periodismo” y detalló: “Me declaré culpable de buscar información de una fuente. Me declaré culpable de obtener información de una fuente y me declaré culpable de informar al público cuál era esa información. No me he declarado culpable de nada más”.
En sus palabras Assange no solo reflejó su lucha personal, sino que también expuso una verdad más amplia: el sistema judicial, que debiera proteger la verdad y la libertad de prensa, se convirtió en un instrumento para silenciar o inmovilizar oponentes. ¿Nos suena?
“Después de años de encierro y enfrentar una pena de 175 años de prisión sin ninguna solución efectiva, no podré buscar justicia por lo que me hicieron debido a que el gobierno de los Estados Unidos insistió por escrito en su acuerdo de culpabilidad en que no puedo presentar una demanda ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos o incluso en virtud de la Ley de Libertad de Información”.
La intervención de Assange resaltó las fallas fundamentales del sistema legal internacional, que fue utilizado como arma en su contra. “La persecución transnacional es una amenaza real”, subrayó. Los poderosos, según él, han aprovechado los vacíos y contradicciones en las normativas internacionales para perseguir y reprimir a quienes exponen sus crímenes: “Molestamos a uno de los poderes constitutivos de los EE.UU.: el sector de la inteligencia, quienes tuvieron el suficiente poder para forzar una reinterpretación de la Constitución americana. Mi ingenuidad fue creer en la ley; después de todo, las leyes son solo trozos de papel y pueden reinterpretarse por conveniencia política”.
“La criminalización de las actividades periodísticas es una amenaza para el periodismo de investigación en todas partes”, alertó Assange, llamando la atención sobre el peligro que representa este tipo de persecución para la democracia y esperando que su testimonio sirva para visibilizar las debilidades del sistema de garantías existente. Además de señalar los desafíos por delante, Assange compartió su análisis sobre el periodismo y las noticias desde que está en libertad: “La verdad parece ahora menos discernible y lamento todo el terreno que se ha perdido durante ese período de tiempo. Cómo se ha socavado, atacado, debilitado y disminuido la expresión de la verdad. Veo más impunidad, más secretismo, más represalias por decir la verdad y más autocensura”.
La persecución transnacional y el impacto en la libertad de expresión
Julian Assange es más que una figura en el ojo del huracán. Su caso sienta precedentes peligrosos para la libertad de expresión y para la justicia a nivel global. En su discurso ante el Consejo de Europa, Assange denunció la persecución feroz que ha enfrentado, no solo como individuo, sino como un periodista que expuso verdades incómodas. “Ningún individuo tiene la menor esperanza de defenderse de los vastos recursos que puede desplegar un Estado agresor”, afirmó con dureza, señalando cómo su lucha contra el aparato judicial estadounidense revela la fragilidad de las garantías jurídicas cuando un poder decide imponer su voluntad extraterritorialmente.
Assange también reflexionó sobre la naturaleza del periodismo y el rol de quienes buscan la verdad: “Entiendo el debate que hay a la hora de diferenciar a un activista de un periodista. Para mí, la clave es ser siempre preciso. Todos los periodistas deben ser activistas de la verdad”. Este comentario enfatiza la importancia de no solo informar, sino también de actuar con responsabilidad, profesionalismo y precisión en un mundo donde la información se ha convertido en un campo de batalla.
Lo que comenzó como una acusación de espionaje se transformó en una guerra jurídica que desafía los límites del derecho internacional. Assange dejó en claro que la criminalización del periodismo de investigación, especialmente cuando involucra a potencias mundiales, es una amenaza latente. A través de su caso, se desvelaron las inconsistencias y abusos de los sistemas legales, los cuales se tornan herramientas para reprimir voces disidentes en nombre de la seguridad nacional.
La situación que Assange tiene resonancias directas con los procesos de lawfare que afectaron a figuras políticas América Latina, y la violencia creciente contra periodistas críticos del gobierno de nuestro país. El uso de herramientas legales como mecanismo de persecución política y judicial para silenciar voces críticas interpela nuestra actualidad. En su intervención, Assange también subrayó la necesidad de una respuesta colectiva: “Es vital estar juntos para hacer frente a las amenazas a la libertad de prensa”, en un llamado a la unidad frente a la creciente represión a nivel global.
La advertencia de Assange no debiera diluirse: los derechos de quienes exponen la verdad están bajo ataque, y las democracias que no los protegen se arriesgan a morderse la cola. La criminalización del periodismo no solo pone en peligro la libertad de expresión, sino que erosiona los pilares de sociedades abiertas e informadas.
Lo que está en juego es el futuro del periodismo y su capacidad para desafiar el poder: eso es lo que, una vez más, nos dejó claro Assange hoy.
Gracias.
Nota
Crónica de una causa armada: condenaron por “usurpación” a 7 integrantes de una comunidad mapuche
Después de agradecer a la Gendarmería, “que nos facilitó las instalaciones” (ya que las audiencias se realizaron dentro de un Escuadrón de esa fuerza), la Justicia Federal condenó a 7 mujeres de la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu por una supuesta “usurpación” de hectáreas pertenecientes al Parque Nacional Nahuel Huapi. La comunidad plantea que se trató de una recuperación que incluso fue homologada por el propio juez Hugo Greca que ahora firmó la condena (y agradeció a Gendarmería). La síntesis de la ausencia de justicia según una de las abogadas: “Tenemos una Justicia armada a medida del poder, que no tiene que ver con los gobiernos sino con los grandes intereses turísticos y de la megaminería”. Pese a la condena, la prisión de las mujeres queda en suspenso. Lo que molesta en el sur, la postura de las condenadas y una causa armada que tiene en el medio otro crimen impune: el de Rafael Nahuel. La voz de una de las acusadas tras la sentencia: “Nos quiere cortar la vida y viene por todo. Acá estamos y acá estaremos nosotras, mujeres y niños, porque eso es lo que más les molesta: que sigamos resistiendo”.
Por Francisco Pandolfi
Unos segundos antes del veredicto, se obsequiaron algunos agradecimientos, verbales y sin pudor.
“Primero a Gendarmería Nacional, que nos facilitó estas instalaciones. También al Comandante Principal García, jefe del escuadrón, y al Comandante Mayor Morales. Nos dieron comodidad, café, agua, nos mantuvieron bien”.
Ahora sí, después de las palabras de juez Hugo Greca (titular del Juzgado Federal de Coronel Roca), las condiciones parecían dadas para la lectura de una sentencia sobre un juicio exprés, que sólo tuvo tres audiencias. Exprés XXL. Exprés al cuadrado. Un juicio oral que arrancó el jueves pasado.
Que continuó el viernes y que finalizó hoy, con los últimos testimonios, los alegatos y con un fallo que se pronunció en un ámbito inapropiado: el escuadrón 34 de Gendarmería, en la ciudad rionegrina de Bariloche. Un salón que estuvo revestido para la ocasión: rodeado de un desmedido despliegue de efectivos de seguridad.
La causa (armada)
Este lunes se juzgó a siete integrantes de la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu, por la usurpación de un predio de siete hectáreas del Parque Nacional Nahuel Huapi, en septiembre de 2017. Una rectificación a la palabra “usurpación” la hace la comunidad, porque plantea el quid de la cuestión: no lo llaman usurpación, sino recuperación. “Nos acusan de usurpar nuestro territorio”. Y explican: “Fue parte de una reivindicación ancestral con el objetivo principal de estar en el territorio donde está nuestro Rewe (sitio sagrado de conexión con otras energías) en donde la Machi (guía espiritual y sanadora del pueblo mapuche), se levantó hace siete años en la lof Lafken Winkul Mapu”.
En ese proceso de recuperación, el 25 de noviembre de 2017 fue asesinado uno de los integrantes de la comunidad: Rafael Nahuel recibió un disparo por la espalda, del grupo Albatros de la Prefectura Naval. Por ese crimen fueron condenados cinco prefectos a 4 y 5 años de prisión.
Antes de comenzar el juicio, desde la defensa que llevó adelante la Gremial de Abogados y Abogadas, habían anticipado: “La sentencia ya está redactada y firmada, de antemano. Vamos seguramente a una condena porque todo esto forma parte de una ofensiva instrumentada hacia el pueblo mapuche”. La presunción tenía un basamento evidente: la causa judicial la reactivó el actual gobierno nacional al erradicar un pacto preexistente que reconocía al Rewe como sitio sagrado. El juez Hugo Greca –el mismo que hoy dictó el veredicto– había homologado el acuerdo conciliatorio firmado en junio de 2023 entre Horacio Pietragalla, secretario de Derechos Humanos de la Nación en ese entonces, y Alejandro Marmoni, expresidente del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI).
El fallo
En los alegatos, desde la Gremial exigieron la absolución, apoyándose en los tratados internacionales y las leyes nacionales que amparan los derechos mapuche. Y expresaron que el juez tenía “la oportunidad de aportar al proceso histórico”, así como abonar a “una solución dialogada y pacífica. Si hay condena, el conflicto territorial y de cosmovisión va a seguir”.
Sin embargo, luego de los agradecimientos a Gendarmería se escuchó “la condena de dos años de prisión cuya ejecución se dejará en suspenso” a Martha Luciana Jaramillo, María Isabel Nahuel, Yéssica Fernanda Bonnefoi, Romina Rosas, Mayra Aylén Tapia, Joana Micaela Colhuan y Gonzalo Fabián Coña, por considerarlos coautores penalmente responsables del delito de usurpación.
La farsa actual
Gustavo Franquet es uno de los abogados defensores. Desde Bariloche le dice a lavaca: “Esta condena compromete internacionalmente al Estado, por violar todo tipo de tratados y convenciones nacionales e internacionales, inclusive la Constitución Nacional. Que los condenen por usurpación es negar su realidad de pueblo originario, es negar su propia existencia, es negar sus derechos particulares. Con esta resolución se ponen del lado colonialista, así que por supuesto que vamos a apelar, y si es necesario iremos hasta la Corte Suprema”.
Una de sus compañeras, Laura Taffetani, agrega sobre la resolución del juez Hugo Greca: “El juicio fue una farsa y forma parte de esta nueva versión de la Campaña del Desierto que venimos denunciando hace años. En las audiencias quedó claro el desequilibrio que hubo entre la querella de Parques Nacionales y la Fiscalía en comparación a nosotros. Todo lo que pidieron ellos fue todo lo que el juez condenó, excepto el tema del Rewe. El fiscal había pedido que los miembros de la comunidad no pudieran ir al lugar sagrado, y eso el juez no lo aceptó”.
En relación a lo que muestra la condena: “Tenemos una Justicia armada a medida del poder, que no tiene que ver con los gobiernos sino con los grandes intereses turísticos y de la megaminería”.
Después de la sentencia, en la puerta del cuartel de Gendarmería se improvisó una ronda donde hablaron las mujeres mapuche, en medio de un viento bien patagónico –de esos que no entienden de primaveras: “Aunque nos hayan condenado en suspenso, esta lucha no se termina acá, hay que seguir por el Rewe, por todos nosotros y por nuestros pichis (pequeños)”, dice María Nahuel. La Machi Betiana Colhuan Nahuel –que era una de las acusadas pero en la primera audiencia fue absuelta porque era menor en 2017–, continúa, con énfasis: “Esta lucha viene de nuestros ancestros y la continuaremos. No nos vamos a rendir, seguiremos firmes hasta que dejemos esta tierra. Otras comunidades se levantarán y vamos a resistir desde los distintos territorios”.
Romina Rosas fue la última en tomar la voz y en dar su propia sentencia: “No tenemos que bajar los brazos pese a que el winka (blanco invasor) nos quiere cortar la vida y viene por todo. Acá estamos y acá estaremos nosotras, mujeres y niños, porque eso es lo que más les molesta: que sigamos resistiendo, con nuestra verdad y con nuestras palabras”.
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